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La escuela necesita más mostros.

La escuela necesita más mostros
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Jhon Estrada @@JohnEstrada83
¿Qué resabio “punk” se desata en la vida propia cuando se decide ser profesor en un país que poco valor da a los procesos educativos? Eso, un resabio. Lo que para otros y otras es, posiblemente, un inevitable estadio laboral resultado de “malas jugadas” profesionales, otros vemos -con algo de espíritu punk-, como un proyecto de vida. De manera reiterada demando el evitar una cierta atmosfera de romanticismo en los procesos. Sin embargo me hago responsable de esta, entre tantas contradicciones: creo en la educación como proyecto para potenciar a los mostros silenciados.
Dando un paso atrás, al hablar de los escenarios con alta dosis de romanticismo en sus procesos, preciso aclarar porque, tal vez, la escuela es uno de ellos y a qué se debe mi expresión políticamente incorrecta. Uno de los errores más comunes de nuestra labor es creer que la escuela lo puede todo. Que este es el único escenario posible para formar las subjetividades ávidas de normas, buen juicio moral y un futuro que no se ha
escrito. Que es en la escuela donde debe diseñarse el trazo que configura el patrón institucional del buen ciudadano colombiano. Que las y los profesores multiplicamos el paradigma de lo que está bien, de lo bueno, de lo correcto. De manera afortunada se puede reconocer, dentro y fuera de las escuelas, que cada vez más profesionales dedicados a los menesteres del educar se paran desde orillas lejanas a la idea de educación bancaria que nos permitía reflexionar Freire. Sin embargo, en un país tan particular como el nuestro, siempre es necesario pensar y repensarse. Y si, tal vez, ¿empezáramos por descolocar ese extraño y complejo relato de agentes de la construcción moral y ética de los infantes y jóvenes que acuden al sistema educativo? Un ruido poco sonoro se produce en mí cuando me hablan de “los docentes como ejemplo moral”.
Nos condenan en doble vía. A los profesores, en primera instancia, replicando modelos y estructuras que, no necesitaríamos sesudas disertaciones para saber que lo ideal es tomar un mazo y volverlas añicos desde sus cimientos. Por otro lado, las y los estudiantes, a quienes con mecanismos de control y doctrinas a cumplir a pie juntillas, anulan o atrofian la posibilidad de dar paso al desarrollo autónomo de su subjetividad. Es posible que esté llevando esta reflexión a un escenario catastrófico. Es cierto, muy a propósito de los tiempos que vivimos, la inflexión mediática que demanda el hoy y el contenido políticamente correcto y altamente beligerante que nuestros followers esperan día a día en nuestro mundo tecnomediado y definido temporalmente por el # del día.
Pero, separando a las familias que pueden pagar un ecosistema educacional alternativo, aquellos padres y madres que entienden lo vital de su rol en la formación de sus hijos e hijas, los niños, niñas
y jóvenes que disfrutan de una amplia oferta de formación desde las artes, el deporte o escudriñan otras formas del mundo académico (incluyendo seguramente el disfrute de una variada oferta cultural), lo que nos queda es un amplio sector de la población que no tiene otra opción que acceder a la escuela que de manera muy superficial exploré en párrafos previos.
Qué pasa en esa escuela con los mostros que desean ser punks, que creen en la posibilidad de una escuela laica, científica y liberadora, que dibujan fuera de la margen, que tienen ritmos y tiempos de aprendizaje diferentes, aquellos y aquellas que cuestionan la estructura por estar hecha a la imagen y semejanza de los adultos, del poder. Ser educador demandaría, entre tantos sueños, liberar a los mostros y cimentar un país/escuelas con todas las voces y colores como posibilidades. Desde hace 9 años vengo/venimos pensando(nos), desde el laboratorio, escenarios de experimentación desde lo pedagógico que, en una tarea de largo aliento y de carácter estructural, disponga pequeñas cuotas a la recodificación de lo cotidiano con la escuela, entre tantos invitados necesarios. En 2018, como parte de las estrategias del colectivo, decidimos pensar y poner andar un ejercicio que nos permitiese dar cuenta de alguna manera a los cuestionamientos sobre los cuales ponemos el acento en escrito.
¿De qué se trata? Somos Mostros es una campaña pedagógico artística de carácter temporal que pretende que la escuela sea un espacio para potenciar las diferencias en todos los campos. Entendemos lo diferente, lo mostroso como una “cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea. Persona que en cualquier actividad excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes.” (diccionario online RAE) Nuestras escuelas están llenas de mostros que necesitan potenciar sus formas distintas de hacer y pensar. A partir de lo simbólico, con mensajes pequeños y esperamos contundentes, queremos construir un relato pedagógico que, desde lo simple, nos interpele frente a lo distinto, al disenso, a esas formas de moverse ante el mundo. El territorio escolar es un espacio - tiempo definitivo para configurar subjetividades que expresen al pleno sus necesidades, miedos, gestos, necedades, acciones, etc. Además, la escuela cumple un rol definitivo para comprender las diferencias históricas que nos han llevado a vernos como monstruos unos con otros a pesar de habitar un mismo territorio. En tiempo de posacuerdos, es urgente una escuela que se deje interpelar por la otredad, ese otro/a con el que construyo un devenir mejor en comunidad en medio de las diferencias.