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Árabe
● Se destaca por su anatomía y equilibrio de sus formas, los que unidos a su temperamento y distinción lo convierten en la más elegante cabalgadura. Es de cabeza corta y cóncava, frente ancha, hocico fino, ojos grandes y expresivos. Sus orejas están bien separadas, son estilizadas y cortas. El cuello es largo y flexible, mientras que el lomo amplio y fuerte se prolonga en su grupa recta hasta la cola, que lleva bien erguida. Su piel es fina y suave, y sus colores más habituales son el tordillo, alazán y zaino. Se caracteriza por su brillante acción y notable libertad de movimientos, que lo convierten en la raza equina mejorada por excelencia. Originario de Arabia, el caballo árabe se destaca por su excepcional resistencia, capacidad de adaptación y belleza, características que lo han convertido en el mejorador de raza por excelencia, pues casi todas las razas existentes del mundo tienen un porcentaje de sangre árabe.
Estados Unidos es el país que más caballos árabes posee, con una cifra aproximada de cien mil ejemplares, mientras que en la Argentina hay alrededor de 5000 caballos árabes. La influencia de este caballo en la Argentina es enorme al tener descendientes de caballos árabes que ocuparon la Península Ibérica por 800 años, así como el SPC, que proviene de tres caballos árabes (Byerley Turf, Darley Arabian y Godolfin). Siendo así la influencia del caballo árabe enorme en la Argentina dado que el SPC y el Caballo Criollo son dos de las razas más voluminosas de la cría Argentina. El desarrollo del genotipo, el temperamento y otras características son el resultado de una selección llevada a cabo durante cientos de años. De hecho, la selección natural en el rústico ambiente del desierto, donde solamente los fuertes y sanos sobreviven, jugó un papel importante en el desarrollo de la raza, así como su constante trato con el nómade que recorría el desierto lo dotó de un carácter noble y compañero.
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Ficha técnica
Cabeza: comparativamente pequeña, perfil de la cabeza recta o preferiblemente ligeramente cóncava debajo de los ojos; hocico pequeño, fosas nasales grandes que se dilatan cuando están en acción; ojos grandes, redondos, expresivos, oscuros y separados (los ojos de cristal serán penalizados en las clases de reproducción); distancia comparativamente corta entre los ojos y el hocico; carretilla pronunciada con una gran distancia entre sí; oreja pequeñas (más pequeñas en padrillos que en yeguas), delgadas y bien formadas, con las puntas curvadas ligeramente hacia adentro.
Cuello: largo, arqueado, insertado alto y bien detrás de las espaldas. La garganta es fina y limpia.
Lomo: corto y fuerte. Preparado para llevar peso durante largas distancias.
Grupa: comparativamente horizontal, fuerte y plana. El largo debe ser proporcional a los otros 2/3 del cuerpo.
Cola: colocación de la cola alta con un rabo fuerte y largo. Vista desde atrás, la cola debe ser recta.
Las cualidades anteriores identifican el tipo en el caballo árabe de pura raza. Si el caballo tiene estas cualidades y una conformación correcta, estamos frente al estándar ideal.

Además de las descripciones enumeradas anteriormente, las siguientes descripciones también forman parte de los estándares de raza:
Paleta: inclinada en 45º con gran largo extendido sobre el músculo.
Costillas: bien definidas.
Antebrazo: largo y ancho.
Hueso de cañas: corto con tendones grandes.
Lomo: ancho y fuerte.
Caderas: fuertes y redondas.
Muslo: musculoso y garrones fuertes con articulaciones rústicas y bien definidas.
Cascos: redondos de tamaño proporcionado y rectos.
Altura: de 1,43 m a 1,53 m, con individuos ocasionalmente por encima o por debajo de esa medida. Los cambios evolutivos están influyendo sobre estos límites promedio establecidos. El caballo árabe de hoy, en promedio, es más alto.
Piel: fina con diferentes pelajes como alazán, zaino, tordillo, negro y sus variantes en colores sólidos. Su piel es oscura, excepto bajo marcas blancas.
Los sementales, especialmente, deben tener una abundancia de vitalidad natural, animación, espíritu, flexibilidad y equilibrio.

Asociación Argentina de Criadores de Caballos Árabes

A fines del siglo XIX, llegan al país los primeros ejemplares árabes, gracias a la pasión de Hernán Ayerza. Ese mismo entusiasmo por esta raza tan bella como resistente impulsa a un grupo de criadores a constituir una sociedad civil sin fines de lucro, con el propósito de contribuir al progreso y difusión de la raza árabe, cruza árabe y anglo-árabe. Así nace en 1969 la Asociación Argentina de Criadores de Caballos Árabes, mientras que el estatuto determina la constitución de la entidad el 18 de agosto de 1980.
