Anuario 2013

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En 1914 el mundo inició una guerra M

ás allá de los nacimientos de los personajes que dan forma a este suplemento, 1914 fue un año marcado por una guerra que el mundo tardó mucho en olvidar. Las ahora amarillentas páginas de la Historia cuentan que la llegada de Woodrow Wilson a la presidencia de Estados Unidos, la política exterior de este país cambia para negar el apoyo a gobiernos surgidos de movimientos armados. Al percibir el Presidente Wilson serios desajustes políticos en México, considera que se amenaza la seguridad nacional de EE.UU., por lo que comienza a ver justificada una intervención militar. Por ello decidió enviar barcos frente a las costas de Tampico y frente a la bahía de Veracruz en México. Una vez concentrada la flota norteamericana en las proximidades de las costas del Puerto de Veracruz, Wilson solicita al Congreso estadounidense y obtiene la autorización para desembarcar. Apenas comenzado el año, el 2 de enero, en España, el rey Alfonso XIII disuelve el Congreso. Tres días después en EE.UU., la Ford Motor Company anuncia el horario de ocho horas laborales y el salario mínimo de cinco dólares diarios a cada trabajador. El 15 el febrero en Londres, las sufragistas británicas rompen los cristales de la ventana del Ministerio del Interior y prenden fuego al aristocrático pabellón del Lawn Tennis Club. Pero el 7 de mayo la Cámara de los Lores niega el voto a las mujeres. El 1 de agosto Austria-Hungría declara la guerra a Rusia, con lo que el conflicto entre austrohúngaros y serbios, se transforma en un enfrentamiento militar a escala europea, dando inicio a la devastadora I Guerra Mundial. Tres días después, exactamente a las 9 de la mañana, tropas alemanas cruzan la frontera oriental de Bélgica, violando así su neutralidad. El ejército belga será incapaz de parar la maquinaria de guerra alemana. Este mismo día, en respuesta a esta invasión, el Reino Unido entra en la contienda, declarando la guerra a Alemania. Mientras, en Bélgica, cerca de un millón y medio de civiles huirán de las barbaridades de la guerra y del terror alemán (ejecuciones colectivas sumarias, saqueos, violaciones y destrucción), refugiándose en Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos. La propaganda aliada utilizará la imagen de la invasión de la “valerosa y pequeña Bélgica” para apoyar el esfuerzo de guerra. En América central el 15 de agosto se inaugura oficialmente el Canal de Panamá, cuyas obras habían concluido el 26 de septiembre de 1913. Los buques que lo utilicen se ahorrarán 15.000 kilómetros de viaje. Desde el comienzo de su construcción, en 1881, murieron entre 6.000 y 12.000 hombres. En Europa la guerra no se detiene. Tras encontrar enconada resistencia en Bélgica, los alemanes ocupan finalmente Bruselas y Lieja el 20 de agosto y continuarán su imparable avance y en menos de un mes se

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encontrarán a las puertas de París. En medio del clima bélico, en el Vaticano, Benedicto XV resulta elegido nuevo papa. El 5 de septiembre en el marco de la I Guerra Mundial da comienzo la Batalla de Marne (Francia, al nordeste de París) cuando los franceses atacan a las fuerzas avanzadas alemanas. Tras el inicio de las hostilidades en Europa en agosto de 1914, los alemanes, con victorias y avances fáciles en Bélgica sobre los aliados, invaden Francia avanzando hacia el oeste, esperando conse-

guir una rápida victoria antes de que los rusos comiencen a ganar terreno por el este. Al cruzar los alemanes el río Marne, el gobierno francés es evacuado, pero su ejército comienza a atacar el flanco más expuesto de las tropas invasoras y, al día siguiente, el contraataque francés será total. Cuatro días más tarde los alemanes se verán obligados a retirarse. Sobre el campo de batalla, más de 500.000 cadáveres y heridos serán el fiel reflejo de la fiereza de los combates que acaban de tener lugar. A pesar de que la I Guerra Mundial aún durará cuatro años más, muchos historiadores coinciden en señalar que es el 9 de septiembre cuando los alemanes pierden la guerra, al tener que retirarse cruzando el río Marne, ante el avance imparable de las tropas franco-británicas. En el otro lado del mundo, el 23 de noviembre en México, tras el triunfo de la Revolución Constitucionalista y más de medio año después de la ocupación de Veracruz, por fin las gestiones realizadas por los representantes de Carranza ante el gobierno estadounidense tienen éxito y se logra que ese día se retiren las tropas norteamericanas que se encuentran ocupando el puerto y la ciudad. A partir de ahora volverá a izarse en todos los edificios públicos de la localidad la enseña nacional mexicana. El Censo Nacional contaba que en Buenos Aires había 850.562 habitantes de sexo masculino y 726.035 mujeres. Un dato curioso fue que los hombres nativos eran 394.931 y los extranjeros 455.631 ◆

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Esta vida es puro cuento... U

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n fantasma largo y flaco cruza de la confitería London de Buenos Aires al Café de Flore en París. El fantasma fuma y observa y busca rincones que le recuerden otros tiempos. Nadie puede notarlo, excepto una muchacha joven que lleva en la mano un ejemplar que en su tapa se lee ‘Obras completas’ y se sienta en una mesa contra la ventana. Ella lo adivina, lo intuye. El la roza y ella se sobresalta. El fantasma, casi a punto de cumplir sus primeros cien años, sonríe y la joven también, sin poder evitar un ligero parpadeo entre nervioso y sorpresivo. La joven lee en la solapa del libro: ‘‘Julio Florencio Cortázar nació en Bruselas el 26 de agosto de 1914’’. El fantasma se sienta a su lado y saca del bolsillo un papel amarillento escrito de su puño en París allá por 1963 y lee en voz baja para que sólo escuche la muchacha: ‘‘Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico, Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color el gris (aunque en realidad me gusta el verde). Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica, y como acababa de casarse se llevó a mi madre a Bruselas. Me tocó, nacer en los días de la ocupación de Bruselas por los alemanes, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Tenía casi cuatro años cuando mi familia pudo volver a la Argentina; hablaba sobre todo francés, y de él me quedó la manera de pronunciar la ‘r’, que nunca pude quitarme. Crecí en Banfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era Adán, en el sentido de que no guardo un recuerdo feliz de mi infancia; demasiadas servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados.’’ La joven sonríe mientras el fantasma vuelve a doblar y guardar cuidadosamente el papel. Abre el libro y sigue leyendo la solapa: ‘‘Estudió en la Escuela Normal de

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Profesores Mariano Acosta, cuya atmósfera recreará en el cuento ‘La escuela de noche’. En 1932 obtuvo el título de Maestro Normal, que lo habilitaba para ejercer el magisterio. Ese mismo año intentó sin éxito viajar a Europa en un buque de carga, con un grupo de amigos, fracaso que podemos encontrar explicitado en ‘Lugar llamado Kindberg’. Ese mismo año, en una librería de Buenos Aires, descubrió el libro ‘Opio’, de Jean Cocteau, cuya lectura cambió por completo su visión de la literatura y lo ayudó a descubrir el surrealismo.’’ El fantasma no está solo, a su lado y recostado sobre sus zapatos descansa su pinchajeta como agazapado, esperando para lanzar uno de sus incomprensibles discursos que tanto afectan a su amigo. La muchacha busca en su cartera y saca un sobre, lo abre y despliega una carta que casi podría decirse se sabe de memoria. Sus labios se arquean y en sus ojos aparece un brillo que se redondeará en una lágrima y luego otra. El fantasma apoya su mano sobre la de ella pero ninguno nota el roce y acercando su boca al oído recita en voz apenas audible: ‘‘Mira, no pido mucho,/ solamente tu mano, tenerla/como sapito que duerme así contento./Necesito esa puerta que me dabas/para entrar a tu mundo, ese trocito/de azúcar verde, de redondo alegre./¿no me prestas tu mano en esta noche/de fin de año de lechuzas roncas?/No puedes, por razones técnicas. Entonces/la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,/el durazno sedoso de la palma/y el dorso, ese país de azules arboles.’’ Y luego le dice que es un poema que escribió hace tiempo y que se llama ‘Happy New Year’.

Sin lágrimas Es de noche y la joven no oculta su pena de amor a pesar del poema que le pareció escuchar. El fantasma tiene una curiosa congoja pero no puede llorar porque los fantasmas no lloran. La muchacha le da tristeza y decide ir al encuentro de Horacio Oliveira, aquel intelectual tan argentino que anduvo por cada página de Rayuela, su ‘‘contranovela’’, pero el encuentro resulta poco atractivo porque Oliveira sigue introspectivo como siempre y ni siquiera advier-

te la presencia de su creador. La joven apura sus pasos para no perder el último metro a Montparnasse. Ya ubicada en el último asiento de un vagón apenas compartido con un anciano y un árabe que trasiega entre sus dedos un gastado tasbih de madera. Con el ánimo más calmado vuelve a la solapa del libro: ‘‘En 1935 consiguió el título de Profesor Normal en Letras e ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras. Aprobó el primer año, pero como en su casa ‘había muy poco dinero y yo quería ayudar a mi madre’, abandonó los estudios para iniciarse en el pro-

fesorado. Dos años después fue designado profesor en el Colegio Nacional de una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Bolívar. Leía infatigablemente y escribió cuentos que no publicó. En 1938 publicó su primera colección de poemas, ‘Presencia’ con el seudónimo de Julio Denis. En julio de 1939 fue trasladado a la Escuela Normal de Chivilcoy. En 1941 y como Julio Denis, publicó un artículo sobre Rimbaud en la revista Huella, que junto con la revista Canto fueron importantes vehículos de expresión para los jóvenes escritores.’’ ◆ 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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...y alguna novela también A

lgo la distrae, una tos, un ruido, pero pronto la muchacha retoma la lectura: ‘‘Cortázar se trasladó a Cuyo, Mendoza, y en su Universidad impartió cursos de Literatura Francesa. Publicó su primer cuento, ‘Bruja’, en la revista Correo Literario. Participó en manifestaciones de oposición al peronismo. Cuando Juan Domingo Perón ganó las elecciones presidenciales presentó su renuncia. Reunió un primer volumen de cuentos, ‘La otra orilla’. Regresó a Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en la Cámara Argentina del Libro. En 1946 publicó el cuento ‘Casa tomada’ en la revista Los anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges. Ese mismo año publicó un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, ‘La urna griega en la poesía de John Keats’ en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo.Colaboró en varias revistas, Realidad, entre otras. Publicó un importante trabajo teórico, ‘Teoría del Túnel’. En 1948 obtuvo el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente insumían tres años. El esfuerzo le provocó síntomas neuróticos, uno de los cuales, la búsqueda de cucarachas en la comida, desapareció con la escritura de un cuento, ‘Circe’, que junto con ‘Casa Tomada’ y ‘Bestiario’, fueron incluidos en Los anales de Buenos Aires. Publicó su primer libro de cuentos ‘Bestiario’. Obtuvo una beca del gobierno francés y viajó a París, con la firme intención de establecerse allí. Comenzó a trabajar como escritor en la UNESCO.’’ El metro llega a la estación y la muchacha se sorprende al leer el cartel del andén ‘Estación Plaza de Mayo’. Detrás de una columna el fantasma se ríe. Curioso ¿no?, los fantasmas no pueden llorar pero sí reirse. Ha hecho trampas con el tiempo y ahora tiene que volver todo para atrás. La joven vuelve a subir al vagón del metro en París y como si nada hubiera pasado sigue leyendo la extensa biografía del autor del libro que tiene entre sus manos. ‘‘En 1953 se casó con Aurora Bernárdez. Seis años después publicó ‘Las armas secretas’, que incluye el cuento largo ‘El perseguidor’. Este cuen-

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to supuso un sesgo en la narrativa de Cortázar. Allí abordó un problema de tipo existencial, de tipo humano, que luego se ampliará en ‘Los Premios’ y sobre todo en ‘Rayuela’. En 1961 realizó su primera visita a Cuba, ese mismo año la editorial Fayard publicó ‘Los Premios’, primera traducción de una obra de Cortázar. Editó ‘Historias de cronopios y de famas’, en la editorial Minotauro, de Buenos Aires y en 1963 apareció ‘Rayuela’ con el sello de Sudamericana, de la que se vendieron 5.000 ejemplares en el primer año. También en 1963 participó como jurado en el Premio Casa de las Américas, en La Habana. Viajó a Chile, en 1970, invitado a la asunción del gobierno del presidente Salvador Allende. La editorial Sudamericana publicó el libro ‘Relatos’, en el que se incluyó una selección de cuentos de ‘Bestiario’, ‘Final del juego’, ‘Las armas secretas’ y ‘Todos los fuegos el fuego’. En abril del 74 participó en una reunión del Tribunal Russell II reunido en Roma para examinar la situación política en América Latina, en particular las violaciones de los derechos humanos. Realizó una visita clandestina a la aldea de Solentiname, en Nicaragua. En 1981, en uno de sus primeros decretos, el gobierno socialista de François Mitterrand le otorgó la nacionalidad francesa, el 24 de julio. Entre el 30 de noviembre y el 4 de diciembre de 1983 viajó a Buenos Aires, para visitar a su madre después de la caída de la dictadura y la asunción del gobierno por el presidente Raúl Alfonsín. Las autoridades ignoraron su presencia, pero fue calurosamente recibido por la gente, que lo reconoció en las calles.’’ En este punto y aparte del texto el fantasma se sienta a su lado y le dice ‘‘vamos para el mismo lado, leé... leé un poco más’’. Como un acto mecánico la muchacha retoma la lectura: ‘‘Julio Cortázar murió el 12 de febrero de 1984 en París y fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la tumba donde yacía Carol Dunlop, su última esposa.’’ ‘‘Has visto, los dos nos bajamos en Montparnasse. Tu a tu casa y yo a mi última morada, de donde suelo escaparme

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Junto a su primera mujer, Aurora Bernardez. cada tanto. Ese libro que tenés ahí es el gentil gesto de mis editores que en 1986 emprendieron la tarea de publicar toda mi obra, incluso algunos textos que estaban inéditos. Y para colmo le pusieron a la colección ‘Biblioteca Cortázar’. Mucho ¿no te parece’’. La muchacha volvió a sonreir sin saber porqué. Miró al viejo, al árabe, cerró el li-

bro y esperó que el metro se detuviera en la estación. Esta vez sí era Montparnasse. Mentalmente sacó una cuenta y concluyó ‘‘O sea que Cortázar cumpliría 100 años el año que viene’’. El fantasma a su lado levantó al pinchajeta para acomodarlo en sus brazos y respirando profundo se dijo a sí mismo ‘‘Pocos años para un fantasma’’ ◆

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Las huellas que dejó en el recuerdo C

omo un prolífico escritor, Cortázar generó reacciones diversas en las demás figuras artísticas de su época. Amado, odiado, admirado y visto con recelo por su ideología a favor de la revolución cubana, el autor argentino fue recordado en muchas entrevistas y publicaciones. A continuación, una selección de algunas frases de autores célebres, que dejaron saber el impacto que tuvo Cortázar en sus vidas. Bastaron tres encuentros para que Cortázar y Bioy Casares entablaran una amistad, que pese a que se mantendría en la distancia, creció en base a la admiración mutua que se tenían. En una entrevista realizada por Carlos Ulanovsky y Carlos Ferreira al autor de ‘La invención de Morel’ para la revista La Maga, se refleja la visión que prevalece sobre Cortázar. Consultado sobre en qué lugar ubicaría a Cortázar dentro de la literatura universal, Bioy Casares responde que ‘‘Yo creo que es uno de los mejores escritores y con eso estoy diciendo que es uno de los mejores de la literatura universal’’. Bioy Casares y Julio Cortázar guardaron varios puntos semejantes que los vincularon más en sus obras literarias. En el ‘Final del juego’, de Bioy Casares, aparece el cuento ‘La puerta condenada’ que mantiene una similitud asombrosa con el relato ‘Un viaje’ de Cortázar. Ambos autores comenzaron a escribir a miles de kilómetros aunque parecieran que lo estuvieran haciendo en un mismo cuarto. Al respecto, Bioy Casares explicó en la entrevista que ‘‘Escribimos el mismo cuento. El del protagonista que va al Hotel Cervantes de Montevideo. Hubo gente que me dijo: ‘Qué disgusto habrás tenido’. Y yo les respondí: ‘¿Por qué disgusto?’ Creo que Cortázar y yo lo sentimos como una prueba del destino, de que éramos amigos.’’ Los recuerdos compartidos con Cortázar no dejan de surgir. En la misma publicación de la revista La Maga dedicada a la figura de Cortázar, Saúl Yurkievich, escritor y amigo de Cortázar, recalca que ‘‘Julio no se sorprendió mucho con el éxito de la Rayuela porque creía en la calidad de su obra. Era muy crítico y a la vez muy lúcido, guardó muchos manuscritos, ejercía una selección severa, una autocensura desde el punto de vista artístico. No tenía duda acerca de la calidad de lo que había escrito y publicado. Estaba muy orgulloso de su conjunto de cuentos. Yo lo oí decir en una oportunidad que era un corpus difícil de encontrar, por el hecho de que un centenar de cuentos magistrales, tan originales...’’. Lo lúdico en Cortázar es una constante también en su vida personal y en sus hábitos cotidianos. Al respecto Yurkievich destaca que ‘‘... Era un hombre lúdico. En ciertas épocas de su vida, cerraba los ojos, recorría con el índice el mapa de París y elegía un punto, abría los ojos y obedecía absolutamente esa elección azarosa. Se tomaba el metro y emergía en ese lugar, andaba por los alrededores. En una época lo hizo con cierta regularidad, porque había en él un lado sistemático’’ ◆

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Así lo definieron otros grandes escritores Cortázar en un encuentro con Gabriel García Márquez.

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ueron dos de los mayores referentes de la literatura argentina del siglo XX y pese a que no fueron amigos y tuvieron diferencias en sus estilos y en sus posiciones ideológicas, tanto Borges como Julio Cortázar estuvieron unidos por una admiración mutua. En el libro ‘Siete conversaciones con Jorge Luis Borges’, de Fernando Sorrentino (editado en 1996), Borges explicaba que: ‘‘Yo me encontré con Cortázar en París, en casa de Néstor Ibarra. El me dijo: ‘¿Usted se acuerda de lo que nos pasó aquella tarde en Diagonal Norte?’ No, le dije yo. Entonces él me dijo: ‘Yo le llevé a usted un manuscrito. Usted me dijo que volviera al cabo de una semana y que usted me diría lo que pensaba del manuscrito’. Yo dirigía entonces una revista, Los Anales de Buenos Aires, una revista ahora indebidamente olvidada, que pertenecía a la señora Sara de Ortiz Basualdo, y él me llevó un cuento, Casa tomada; al cabo de una semana volvió. Me pidió mi opinión, y yo le dije: En lugar de darle mi opinión, voy a decirle dos cosas: una, que el cuento está en la imprenta, y dentro de unos días tendremos las pruebas; y otra, que ya le he encargado las ilustraciones a mi hermana Norah’’. Y sigue relatando Borges acerca de aquel segundo encuentro en la casa de su amigo Ibarra: ‘‘En esa ocasión en París, Cortázar me dijo: ‘Lo que yo quería recordarle también es que ese fue el primer texto que yo publiqué en mi patria cuando nadie me conocía’. Y yo me sentí muy orgulloso de haber sido el primero que publicó un texto de Julio Cortázar’’.

Ellos Abundan las menciones de otros grandes escritores latinoamericanos de las últimas décadas sobre Cortázar. Gabriel García Márquez se refería sobre el autor de Rayuela como ‘‘Cortázar nos ha dejado una obra tal vez inconclusa pero tan bella e indestructible como su recuerdo’’. Compartiendo la admiración por el argentino,

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Carlos Fuentes destacaba que ‘‘Si no hay una voluntad de lenguaje en una novela en América Latina, para mí esa novela no existe. Yo creo que la hay en Cortázar, que para mí es casi un Bolívar de la literatura latinoamericana. Es un hombre que nos ha liberado, que nos ha dicho que se puede hacer todo’’. Siguiendo los lineamientos con los otros dos autores, Octavio Paz también destacaba que

Conversando con Carlos Fuentes y Luis Buñuel. ‘‘Prosa hecha de aire, sin peso ni cuerpo pero que sopla con ímpetu y levanta en nuestras mentes bandadas de imágenes y visiones, vaso comunicante entre los ritmos callejeros de la ciudad y el soliloquio del poeta’’ ◆

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Cartas de un Julio desconocido

Fachada de la casa donde Cortázar pasó su infancia en el Barrio Rawson.

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ulio Cortázar dejó una extensa correspondencia que hoy permanece guardada por amigos y familiares. Dichos textos han sido recopilados en distintas publicaciones para difundir su visión frente a distintos momentos de su vida. Sus años de enseñanza en Bolívar y Chivilcoy; su pasión por la música; sus amistades; la muerte; y su bibliogula por todo libro que llegara a sus manos son algunas de esas instancias que lo marcaron en su vida y dejaron una huella en sus obras. Quizás su pasión por la música, especialmente el Jazz, fue una de las perspectivas menos conocidas que tuvieron una suma importancia para la elaboración de su poética. En el libro ‘Cartas desconocidas de Julio Cortázar’ de Mignon Domínguez se encuentran recopiladas las misivas que Matilde Arias de Boy mantuvo con el escritor argentino desde 1939 hasta 1945. En una carta a su amiga agradece el envío de ‘Rockin Chair’, una balada compuesta por Hoagy Carmichael. Así, en una de sus cartas, lo menciona al decir: ‘‘Ya lo sé de memoria, cosa sorprendente, porque jamás puedo recordar una letra. Los atardeceres de Chivilcoy me han sorprendido más de una vez compitiendo con Hoagy Carmichael. Todavía no he comprado nuevos discos de jazz, salvo uno de la orquesta negra de Spike Hughes, que es excelente. Se llama ‘Air in D Flat’ y ‘Sweet Sorrow Blues’.’’ Luego en otra carta del 25 de agosto de 1941 le anuncia a su amiga un ensayo sobre el jazz y le comunica que: ‘‘Pensando en Rilke y en Toscanini escribí hace algunos días algunas páginas que le enviaré tan pronto como las copie a máquina. Allí se habla del drama poético y del musical, del creador y del intérprete. Y, aunque a algunos amigos míos les parezca escandaloso, yo sé que a usted le alegrará el ver en esas páginas una justa gratitud a lo que yo llamo ‘La lección de jazz’’.

Escritura para nadie En una carta fechada en Chivilcoy el 14 de octubre de 1939, Cortázar deja vislumbrar su visión acerca del concepto de la lectura y el lector: ‘‘Siempre he pensado que yo no debería dar a leer mis cosas a nadie, porque, en el fondo, para nadie están escritas. Aclaro: suelen ser escritas pensando en alguien, o con referencia a determinado momento de mi vida que, por fatalidad propia de nuestra condición, se relaciona con alguien- uno o varios seres ligados de un modo u otro al propio ser-. Pero, en lo que respecta a la obra en sí, no es creada en función de un lector. ¿Me hago entender? Quiero decirle que escribo, muchas veces, con referencia a otros seres; pero que nunca pienso en ellos como posibles lectores. Ellos pueden dictar mi obra; pero yo no la creo para ellos. Todos o casi todos mis poemas, son por X o Z; pero nunca para X o Z. De donde se sigue, por lo común, una oscuridad que yo soy el primero en deplorar, pero de la cual no me desprenderé jamás - a menos que una imprevista gracias descienda del cielo para enseñarme una belleza menos

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compleja’’. En su libro, Domínguez también destaca un artículo publicado en la Revista Iberoamericana, poco después de muerto Cortázar, donde el escritor Saúl Yurkievich se refiere a los años de exilio interior que el autor de Rayuela vivió mientras fue profesor en colegios de Chivilcoy y Bolívar: ‘‘Cortázar no hizo sino leer. Se leyó Babélicamente la biblioteca total. En los siete años de soledades, ‘de empleos perdidos en lo más amargo de La Pampa’, como dice en Salvo el Crepúsculo, leyó con ‘esa disponibilidad que maleaba lenguas y tiempo en una misma operación de maravillas’. Por fin, nunca abandonó aquel venero de lecturas de adolescente, su Tesoro de la juventud que lo modeló como lector enciclopédico. Guardaba fresco el recuerdo de esa entretenida miscelánea que reconstituyó en su propia literatura: silva de varia lección, revista de variedades, patchwork, potpourri, bazar de ramos generales...’’.

Amistad En una carta fechada en Chivilcoy el 14 de octubre de 1939 Cortázar habla de la amistad: ‘‘... Una mañana -¿recuerda?- usted y yo hablamos de cómo se pierden los amigos a poco alejarse de ellos. Tiempo y espacio: facto-

res eternamente negativos. Usted lo habría sufrido, y yo supe de eso y lo sigo sabiendo en la actualidad. Ahora que la capital está tan cerca de mí, ahora que voy todas las semanas... es ya tarde. Tarde para retornar a un pasado lleno de cosas hermosas; es tarde para volver a ser como antes, encontrar los afectos y las mismas esperanzas. Hay en todo esto, una ciega crueldad que no me importa analizar. Me he vuelto harto escéptico acerca de valores que antaño se me antojaban inconmovibles; el concepto de la amistad es uno de esos valores que ha perdido para mí gran parte de su sentido. ¿Qué fuerza genuina hay en la amistad, si basta distanciarse, enfrentar problemas distintos durante cierto tiempo, para que todo lo que antes mantenía vivo el afecto se enfrié y se desnaturalice? En suma, la amistad es un inmenso egoísmo: se tiene un amigo mientras ese amigo refleja los mismo problemas que lo afectan a uno; mientras es una especie de espejo complaciente. Pero cuando el amigo se aleja, recobra su individualidad, se torna verdaderamente otro, entonces, precisamente cuando la amistad debería cumplir todo su sentido, es cuando se derrumba, y se reduce a una fría relación que espanta y que, en suma, es mejor romper y terminar...’’ ◆ 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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La visión de un optimista sobre la muerte

Cortázar y su mujer, Carol Dunlop.

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a muerte, en su caracter definitivo en la vida de cualquier persona no deja de ser incluida por el prolífico escritor argentino en sus cartas. A Cortázar la muerte lo ha golpeado fuertemente. En menos de dos años ha perdido a tres buenos amigos: Alfredo Mariscal; Zaadid Pereyra Brizuela, su cuñado; y Francisco Reta, un compañero de estudios con el que había realizado un extenso viaje recorriendo todo el norte y Misiones. En una carta enviada a madame Duprat en 1942, Cortázar destaca que: ‘‘Yo llevo a mis muertos. Son ya muchos conmigo, y a veces, empero, me sorprendo en momentos de culpable olvido. Culpable, sí, porque es gracias al recuerdo, que los idos se perpetúan en el tiempo.’’ ... ‘‘Siempre he creído que uno puede subsistir -en esencia, en idea- cuando se deja una obra o se vive en el recuerdo de aquéllos a quienes se quiso mucho. Por eso soy celoso del culto de mis muertos, me siento depositario de lo poco o muchos que de ellos queda.’’ Décadas después, Cortázar vuelve a referirse sobre el tema en distintas entrevistas que ofrece a periodistas europeos. Tal es el caso de las charlas que tuvo con Evelyn Picon Garfield, en su casa de Saignon durante julio de 1973, Cortázar no deja de mencionar a la muerte como un

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‘escándalo’. Así, en el libro ‘Julio Cortázar’ de la editorial Frederick Ungarel Publishing Co. de 1975, Picon Garfield publicó una recopilación de esas entrevistas. Allí Cortázar destacaba que: ‘‘Precisamente porque en lo profundo yo soy alguien muy optimista y vital, es decir alguien que cree profundamente en la vida y vive intensamente como sea posible, la opción de la muerte también es para mí algo muy fuerte. No tengo inclinaciones religiosas. Y así la noción de la muerte es una que no puedo esconder o tapar ni por la cual buscar consuelo en la idea de una resurrección

o segunda vida. Para mi la muerte es un escándalo. Es un grane escándalo. Es el verdadero escándalo. Pienso que no tendríamos que morir y que la única ventaja que los animales tienen sobre nosotros es que son ignorantes de la muerte. Un animal no sabe que se va a morir. El hombre lo sabe. Lo sabe y reacciona de diferentes maneras, histórica o personalmente. Acabo de contarle mi reacción y es por ello que usted tiene que comprender que la muerte es un elemento extremadamente importante y omnipresente en todo lo que he escrito’’ ◆

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Adolfo Bioy Casares

La vida de ‘Adolfito’ A

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dolfito amaba pasar tiempo en ‘Rincón Viejo’, la estancia de su familia en el Pardo, en Provincia. Disfrutaba mirar la luna con sus padres Adolfo Bioy Domecq y Marta Ignacia Casares Lynch, quienes le decían que había una persona con un burrito en la luna y él les creía sin dudarlo. Hijo único, Bioy Casares nació el 15 de septiembre de 1914 en Buenos Aires. Criado en el seno de una familia acomodada, pudo dedicarse a la literatura sin preocuparse por el dinero. ‘‘Tuve una infancia feliz. Mi padre fue el que me inició en la poesía: solía leerme largos poemas argentinos mientras llenaba la bañadera. Mi madre era muy valiente, solía decirme que no me creyera el centro del mundo. Si yo no estaba con ellos no era feliz’’, aseguraba. Como no podía ser de otra manera, la creatividad y la imaginación no estuvieron ausentes durante su infancia. ‘‘Cuando era chico tuve un amigo imaginario, que se llamaba el niño Pepito. Cuento esto y me muero de vergüenza. Hablaba de él y narraba sus aventuras. Naturalmente, concluyó cuando alguna prima mía se rió mucho del niño Pepito y me puso un poco en ridículo. Bueno, debe haber sido una suerte que alguna vez haya terminado’’, contó alguna vez el autor de ‘La invención de Morel’. Fue muy apegado a sus padres y no dudaba en recordarlos cada vez que podía. ‘‘Mi padre vivió hasta el 64, por cierto leyó mucho de lo que yo escribí. Durante un año, cuando se murió, soñé con él todas las noches’’. Terminado el colegio secundario quiso probar suerte con la universidad, pero no tuvo éxito. Comenzó y dejó las carreras de Derecho, Filosofía y Letras. Luego de tres intentos fallidos volvió a los que siempre habían sido sus refugios ‘Rincón Viejo’ y los libros. Buenmozo y galante, Bioy Casares atraía a las mujeres prácticamente sin esfuerzo, don que fue perfeccionando con los años. Sin dejar atrás sus tentaciones, en 1940, se casó con Silvina Ocampo, también escritora y pintora. Adolfo Bioy Casares tuvo dos hijos: Marta, a la que Silvina Ocampo adoptó como propia, y Fabián, fruto

de su relación con Sara J. Demaría. La joven murió atropellada por un colectivo en 1994, veinte días después de la muerte de Silvina. El varón falleció en 2006 a los 40 años. Con Fabián se conocieron cuando el joven tenía 18 años y, desde ese momento, mantuvieron una buena relación. Se reconocieron con nombre y apellido dos años antes de la muerte de Bioy Casares. Fabián, que vivía en Europa, contó en una entrevista que concedió a La Prensa: ‘‘A finales de 1997, un día, en París, fuimos al teatro a ver una obra de Silvina Ocampo. Un periodista de la revista Gente se acercó a saludar y, para no herirme, me presentó como su hijo. Ahí estalló el escándalo. Bioy aprovechó ese momento

para aclarar públicamente la situación’’. El dolor no estuvo ausente de su vida, sin embargo la tragedia no empañó su amor por la vida y su sostén nunca dejaron de ser los libros. ‘‘Toda vida es trágica, y la mía no es una excepción. He sufrido muchísimo: la muerte de mi

hija, de mis padres, he estado desesperado, pero tengo la impresión de que gracias a los libros de otros que yo leo y también a la tarea de escribir, mi vida ha sido feliz’’. Bioy Casares falleció en 1999 y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta ◆

NO QUERIA SER BONITO Durante una entrevista le preguntaron por el origen de su apellido y Bioy Casares explicó que podía significar tres cosas y una de ellas no era de su agrado. ‘‘Es un apellido de origen francés y conozco tres posibles significados. De ellos hay dos que me gustan y otro que no me gusta. El que más me agrada es uno contra dos, ese regusto a la lucha en desventaja. Otra posibilidad es dos robles. El significado de la palabra Bioy que no me gusta es bonito. Espero que mi apellido no quiera decir eso’’.

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Un matrimonio poco convencional S

ilvina tenía en el sexto piso, en el piso de arriba, su atelier donde pintaba. Entonces ella me recibió, subimos hasta su atelier y creo que ya en el ascensor nos besamos. A partir de ahí fuimos amantes durante casi diez años y después nos casamos”, contó Adolfo Bioy Casares sobre el inició de la relación. Ella era 11 años mayor que él, detalle que no agradó mucho a la madre de Bioy, quien había generado el encuentro sin imaginarse que su hijo y la más joven y menos agraciada de las Ocampo terminarían juntos. Adolfito ya era escritor y Silvina una muy buena pintora. Ambos formaban

parte de la vanguardia artística y cultural del país, integrada también por Victoria Ocampo, quien según los Bioy era demasiado mandona. La felicidad era total en ese entonces. Se admiraban por su talento, siempre lo harían. Escribían juntos en la residencia de San isidro o en ‘Villa Silvina’, una de las casas de los Ocampo en Mar del Plata. “Creo que Silvina fue la mujer menos convencional que he conocido. A veces tengo la impresión de que he vivido un poco distraído a su lado, que no la he cuidado bastante’’, confesó en algún momento Adolfo. De más está aclarar que el matri-

monio no era nada convencional. Bioy nunca dejó de frecuentar a sus amantes, las viejas y las nuevas. Al parecer, no era el único que se divertía fuera del matrimonio, Silvina también tenía sus amoríos. Sin embargo, a ella los celos y el miedo al abandono la acorralaban. Permitía que sus esposo tuviera amantes, siempre y cuando solo fueran eso, y se volvía loca cuando Bioy no llegaba a horario para cenar. Al punto que llegó a colocar un sillón cerca de la puerta y allí esperaba, y cuando oía el ruido del ascensor se recluía en alguna de las numerosas habitaciones del piso o se hacía la dormida. Adolfo nunca se enteró.

Los hijos eran otro tema que la atormentaba, ella no podía dárselos. El miedo fue tan grande que aceptó adoptar a Marta, una hija que Bioy había tenido con otra mujer. Llegó a quererla como si fuera suya, pero el dolor de no haber podido darle un hijo nunca la abandonó. Finalmente, Silvina enfermó y su lucidez se esfumaba. Ante esto, Adolfo llenó la casa de enfermeras para que la atendieran y no la dejaran ni a sol ni a sombra. Ella nunca se lo perdonó y jamás volvió a hablarle, aún cuando Bioy le suplicaba por una palabra, por un beso. En 1994, Silvina falleció y, así, fue ella quien lo abandonó a él ◆ C M Y K

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Un tendal de mujeres E

n mi vida sentimental yo creí mucho en eso de que todo el amor es recíproco y me entregaba totalmente a las mujeres que me hicieron sufrir mucho al principio. Tuve que preguntarme si me importaba la felicidad y concluí que sí, que me importaba mucho, tanto como las mujeres. Si quería seguir con ellas tenía que conseguir que no me hicieran sufrir. Y entonces empecé a mentirles, a declararles mi amor pero a engañarlas con otras. Inmediatamente me fue bien. Un día estaba en la cama con una amiga que me dijo: ‘Has tenido una vida muy buena, pero has dejado un tendal de mujeres. ¿No sientes remordimiento?’. Pensé que tenía razón pero que al mismo tiempo había evitado que me hicieran sufrir. Mi proceder en esos años me dio seguridad’’. Mujeriego hasta el final, Bioy Casares tuvo en su vida un enorme desfile de polleras. Su pasión por las mujeres comenzó desde muy chico y fue aprendiendo con el tiempo el arte de la conquista hasta convertirse en un verdadero experto. Ojos celestes, aire misterioso, porte de galán e intelectual: combo difícil de resistir para cualquier señorita e incluso señora. ‘‘Cuando tenía seis años había una cocinera en casa que se llamaba Carmen. ¡Que bonita que era Carmen! Tenía una hija, Nélida, que me gustaba. Y nos pasábamos tirados en el sofá, sin besarnos, sin tocarnos. Y eso era como... lo que han de sentir los católicos con la bendición’’, contaba Adolfo sobre sus primeros amores. ‘‘Yo era muy enamoradizo. Por ejemplo, me encantaba Sofía Bozán, que cantaba tangos y también su hermana Haydée, que era una bataclana del teatro. Tenía catorce años y había ido con los pantalones largos a buscarla a la salida de artistas, cosa que me dio mucho orgullo porque estaba repleto de hombres que iban a buscar a otras bataclanas. Yo la había llamado por teléfono y ella, sin saber mi edad, me dijo que la esperase ahí. ¡El disgusto que se pegó al verme! Se le notó en la cara. Pero así y todo logré llevarla a su casa en el auto que le había robado a mi madre. Claro que, después de eso, lo único que conseguí que me dijesen en su casa era: ‘La señorita Haydée no está’ ’’.

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un romance con la sobrina de Silvina Ocampo, su esposa. Otra escritora que se sumó a la larga lista de ‘‘amigas’’ -como él las llamaba- fue la mexicana Elena Garro, quien también estaba casada con el poeta Octavio Paz. Durante 20 años, desde 1949 hasta 1969, intercambiaron cartas de amor. En una de sus cartas, Bioy Casares escribió: “Helena adorada: No te asustes de que te quiera tanto. Tú me dijiste que lloraría por ti. Solamente te equivocaste, en una carta, en la que me reprochabas mis lágrimas fáciles. Tal vez si pudiera dar un buen llanto mejoraría, pero no, eso me está negado. Debo seguir con esta pena y con los ojos secos.” Frase tras frase, Adolfo plasmaba el amor que aseguraba profesarle a Garro de manera angustiosa y exagerada. “Tú tienes a la Chatita (la hija de Elena Garro), a Octavio, a tus padres, a Deva, a Estrellita. Para mí, Helena es la persona que más quiero en el mundo, el centro de mi vida. Ves, no me corrijo...”. De grande, el gran amigo de Borges embelesado con el sexo femenino se quedó sin él. Las mujeres de su vida se fueron yendo una a una: se separó de Elena, sufrió la enfermedad y muerte de Silvina, e incluso debió enfrentar el fallecimiento de su hija. La única que se quedó hasta el final fue Jovita, su fiel ama de llaves y amiga. Por esas ironías del destino, Adolfo Bioy Casares murió un 8 de marzo, Día Mundial de la Mujer. Unido a ellas, el escritor argentino se fue en el día en que se celebra una de sus mayores obsesiones ◆

Más amigas Aún casado el desfile no mermó, sus amantes seguían creciendo e incluso no tuvo reparo en mantener

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a obra de Adolfo Bioy Casares navegó por aguas fantásticas y acontecimientos inexplicables, en un estilo preferentemente clásico y aporteñado. Se sintió más cómodo en la parodia, sea del relato fantástico o del género policial, siempre con una mirada risueña que posaba su lente sobre tramas metafísicas y maravillosas, así lo testimonian sus trabajos más difundidos como El sueño de los héroes (1954), Diario de la guerra del cerdo (1969), Dormir al sol (1973) y Aventura de un fotógrafo en La Plata (1985) -entre sus novelas-; y La trama celeste (1948), Guirnalda con amores (1959), El héroe de las mujeres (1979) e Historias desaforadas (1986), entre sus colecciones de cuentos. Su padre lo ayudó a publicar sus primeras obras y el reconocimiento nacional e internacional llegaría en 1940. ‘‘Mis primeros seis libros son los peores del mundo. Después escribí La invención de Morel, algo más decoroso’’, recordaba. Compuso personajes entrañables y disparatados y hasta llegaron a denominar sus obras como comedias fantásticas. Los temas de sus libro eran variados, aunque el propio autor reconoce que ‘‘hice muchas novelas y cuentos vinculados a la medicina porque creo que tengo cierta aprensión por los médicos, pese a que soy muy amigo de algunos de ellos’’. También rezuman sus líneas la pasión amorosa y la incursión en el erotismo con un estilo depurado. Había cierta sublimación aunque el encanto, como las sirenas, encerraba cierta fatalidad. Bioy era muy detallista con su obra. ‘‘Corrijo mucho, no pretendo nada memorable, sino que el lector empiece y tenga ganas de continuar’’. Y pocas veces quedaba conforme con lo que escribía: ‘‘No me gusta demasiado ninguno de mis libros, nunca he leído algo mío sin tener ganas de hacer modificaciones, entrego mis trabajos a los editores cuando me canso de corregir, aunque cuando pasa el tiempo y lo veo, siempre encuentro algún defecto’’. En sus últimos años Adolfo Bioy Casares convivió con la proliferación de las computadoras, pero si nunca había caído en la tentación de las

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máquinas de escribir, a esa altura de su vida no jubilaría sus anotadores. ‘‘Escribo a mano, con lapicera, si es cuadriculado mejor, aunque no soy exigente. A veces no entiendo ni mi letre y por la tarde no sé lo que escribí a la maña-

na. Durante unos años escribí a máquina pero soy proclive al lumbago’’, explicaba el escritor, apoltronado en su sillón y rodeado de libros, a los periodistas que lo visitaban en su casa ubicada sobre la calle Quintana ◆

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a escritura en pocas ocasiones deja de ser un arte individual y solitario, conlleva actos de reflexión e introspección casi nunca compartidos. Las sociedades literarias suelen tener un genio y su amanuense, para narrar codo a codo debe existir afinidad intelectual y emotiva. ‘‘Creo que aceptó mi amistad cuando se dio cuenta que había leído casi todos los libros que tenía en su biblioteca’’, comenta Adolfo Bioy Casares al recordar la noche que conoció a Jorge Luis Borges, en la casa de Victoria Ocampo, y lo destaca como un hecho atípico ya que el autor de Ficciones en esas reuniones de intelectuales era bastante misántropo. ‘‘Pero no sean m..., no hablen entre ustedes hablen con el señor’’, increpó esa noche la anfitriona a la dupla porque no le dirigían la palabra a uno de sus invitados. ‘‘Siempre convocaba a alguna persona destacada, generalmente a un escritor extranjero. Aquella vez se enojó con nosotros porque no le hablábamos, y nos retó. Entonces Borges se ofuscó también, se levan-

tó, se volvió a sentar, y entonces echó por tierra una lámpara y eso lo ofuscó más aún, y ya no quiso hablar con ese señor, habló conmigo toda la noche. Y ahí empezó nuestra amistad’’. Aquella velada nació una sociedad entrañable y narrativa. ‘‘Borges venía a comer a casa todas las noches, desde que lo conocí, en 1932’’, confiesa Bioy y explica que ese ritual sólo se interrumpía cuando alguno de los dos viajaba al extranjero o cuando el autor de La invención de Morel iba a su campo. ‘‘Cuando Borges no podía venir me avisaba, y si yo tenía algo que hacer, lo llamaba a la tarde temprano. Yo iba a buscarlo a su casa a las nueve menos cuarto, él bajaba y lo recogía en la puerta de su casa. Y cuando concluíamos de escribir, después de comer, lo llevaba de regreso’’, describe Bioy. La dupla literaria surgió como un juego. ‘‘Si él había inventado una historia me la contaba a mí, si yo había inventado una historia se la contaba a él y si esa historia era para Bustos Domecq o para los otros seudónimos que usábamos juntos, la escribíamos. Borges decía que teníamos que dejar tres noches para interiorizarnos bien en el argumento. En realidad, después de la primera noche se impacientaba y decía: ‘Bueno, vamos a escribir ahora’. A él le gustaba mucho trabajar’’.

Bustos Domecq

Durante muchos años, casi todas las noches Bioy Casares pasaba a buscar a Borges y lo llevaba a comer a su casa. 14

La metodología, explicada por Bioy, resulta sencilla: ‘‘Yo escribía en la máquina o a mano y al que se le ocurría la primera frase la decía. No teníamos inconvenientes de decir que no correspondía la frase, que no valía la pena, entonces espe-

En Rincón Viejo, el campo de la familia de Bioy Casares, los autores escribían y debatían sobre la literatura. rábamos que se nos ocurriera otra, y así íbamos avanzando’’. Así surgió un narrador colectivo al que bautizaron Bustos Domecq, que dejó libros recordados y exitosos, como Seis problemas para don Isidro Parodi (1942); Dos fantasías memorables (1946); Un modelo para la muerte (1946); Cuentos breves y extraordinarios (1955); Libro del Cielo y del Infierno (1960); Crónicas de Bustos Domecq (1967) y Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977). ‘‘De los libros que escribimos, el que más me gusta es el primero, Seis problemas para don Isidro Parodi, porque todavía no nos habíamos puesto tan bromistas, y las historias son fieles a la invención que tuvimos. Y

también me gusta el último, Crónicas de Bustos Domecq, que creo que es el más importante de todos’’, remarca Bioy. Asegura que Borges hizo que cambie su escritura, que lo condujo a abandonar el surrealismo porque la libertad absoluta llevaba a escribir tonteras. ‘‘Estando en el campo con Borges, en Rincón Viejo, una noche tuve una discusión larguísima y quedé convencido de haberlo persuadido de mis teorías; a la mañana siguiente, me di cuenta de que adoptaba las teorías de Borges’’, sostuvo Bioy entre risas en un reportaje, para luego confesar en otro, con nostalgia, en uno de los últimos que concedió: ‘‘Todos los días de mi vida extraño a Borges’’ ◆ 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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Adolfo Bioy Casares

Los premios y los reconocimientos Bioy Casares confesó que después de obtener el Cervantes, comenzó a valorar más los premios porque desde aquel día notó que la gente empezó a quererlo más.

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n 1990 Adolfo Bioy Casares ganó el Premio Cervantes. Casualmente, el escritor estaba en España en esos días y se enteró en la habitación de un hotel. ‘‘Estaba durmiendo en el piso porque tenía lumbago. Sonó una campanilla, giré, pero como no había reloj entendí que era el teléfono. ‘Enhorabuena’, me dijeron. ‘Enhorabuena’, respondí. ‘Enhorabuena’, repitieron. Y yo seguí: ‘Enhorabuena’. Y ahí terminó. ‘¿Cómo? ¿No sabe que le han dado el Cervantes?’. Así fue cómo recibí ese premio’’,

LA INVENCION DE BIOY ‘‘El piso del salón redondo es un acuario. En invisibles cajas de vidrio, en el agua, hay lámparas eléctricas (la única iluminación de ese cuarto sin ventanas). Recuerdo el lugar con asco. A mi llegada había centenares de peces muertos: sacarlos, fue una operación horripilante; he dejado correr agua, días y días, pero siempre tomo allí olor a pescado podrido. Con el piso iluminado y las columnas de laca negra que lo rodean, en ese cuarto uno se imagina caminando mágicamente sobre un estanque, en medio de un bosque. Por dos aberturas da al hall y a una sala chica, verde, con un piano, un fonógrafo y un biombo de espejos, que tiene veinte hojas, o más’’. (Descripción del museo de la isla Villings, en La invención de Morel)

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recordaba el escritor. Hasta ese momento, Bioy confesaba que no le daba importancia a los reconocimientos que había recibido, pero a partir de ese premio, su relación con el público cambió. ‘‘Con el Cervantes, aprendí a valorar los premios porque ese día la gente me quiso más. Notaba que me agarraban del brazo y no me querían soltar. Yo era sólo un sudaca y me abrazaban por la calle’’, rememoraba. Quizás el Cervantes haya sido el reconocimiento mayor que recibió Bioy en su carrera, pero no fue el único. Público La invención de Morel en 1940 y al año siguiente, esa obra fue reconocida con el Primer Premio Municipal. A partir de entonces, su fecunda obra fue traducida a dieciséis idiomas y fue varias veces reconocida con los siguientes galardones: ● Premio Nacional de Literatura (1970)

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● Gran Premio de honor de la SADE (1975) ● Premio Mondello (Italia, 1984) ● Premio Alfonso Reyes (México, 1990) ● Premio Consagración Nacional (1992) ● Premio Grinzane Cavour (Turín, 1992) ● Medalla de oro de la Universidad Complutense (1994) ● Premio Konex de Brillante (1994) ● Premio Roger Caillois (Reims, 1995) Además, fue reconocido como Doctor Honoris Causa en las universidades D’Annunzio (Pescara, 1988), Stendhal (Grenoble, 1993), de Cuyo (1996), de Santa Fe (1996) y de Tucumán (1996) y la membresía a la Legión de Honor francesa en 1981 y su nombramiento como Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1986 ◆

En 1994 Adolfo Bioy Casares recibió el Premio Konex de Brillante entregado por el presidente Carlos Saúl Menem.

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Considerado el ‘bandoneón mayor de Buenos Aires’ fue uno de los más grandes exponentes de la música ciudadana. Con aires de ‘cajetilla’ y gordo bueno, hizo un culto a la amistad y nunca se olvidó de su barrio de Abasto.

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e llamaba la atención su persona; era un gordito muy fino, elegante, cajetilla. En esos días el porteño ideal tenía que vestir con camisa de seda bordada con el monograma, zapatos muy lustrados -por eso había abundancia de lustradores en Buenos Aires-, trajecito, todo al tono. Si tenías más pretensiones: gemelos, manicura y de vez en cuando un baño turco. Troilo llenaba todos esos requisitos, era un porteño del Abasto, esto es del arrabal del centro’’. Así describió Antonio Carrizo a ‘Pichuco’, ‘El gordo’ como lo llamaban los amigos a Aníbal Troilo, en una en-

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trevista para la revista La Maga. Y así era el ‘bandoneón mayor de Buenos Aires’ en su vida como con su música: exquisito en sus arreglos y en la ejecución del fuelle. Cautivador, conversador, buen amigo, tenía costumbres de cajetilla, pero no se olvidaba del barrio, de sus orígenes. Como porteño de ley, la melancolía era parte de su vida. Troilo nació el 11 de julio de 1914. Vivió su primer tiempo en la calle Cabrera 2937, entre Anchorena y Laprida pero desde los ocho años se mudó con su familia a Soler 3280, entre Gallo y Agüero. Sus padres se llamaban Felisa Bagnoli y Carmelo Troilo. Su padre le

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Aníbal ’Pichuco‘ Troilo: el alma del arrabal

pondría el seudónimo de Pichuco, nombre por el cual llamaban a uno de sus mejores amigos; el apodo podría ser una deformación del napolitano picciuso que significa ‘llorón’. Tuvo dos hermanos, un varón, Marcos, y una mujer, Concepción, que murió de corta edad.

EL BANDONEON Tenía ocho años cuando Troilo se enamoró para siempre del sonido del bandoneón. Fue durante una fiesta campestre a la que había ido con su mamá, donde actualmente se levanta la cancha de River. A los 10 años convenció a su madre para que le comprara su primer bandoneón. Felisa lo compró a 140 pesos de entonces, a pagar en 12 cuotas de 10 pesos; pero luego de la cuarta cuota el vendedor desapareció y nunca reclamó el resto. Un año después, en 1925, a los 11 años, Pichuco realizó su primera actuación, en un bar pegado al Mercado de Abasto. Pero hizo su debut oficial dos años mas tarde en el café Ferraro, ubicado en la esquina de Pueyrredón y Córdoba, formando parte de una orquesta de señoritas. Luego pasó por un breve tiempo a la orquesta de Eduardo Farri, interpretando tango, fox y folclore. Siendo aún muy joven armó su primer conjunto, trabajando entre película y película que se daban en el cine Palace Medrano. En diciembre de 1930 fue contratado para formar parte del famoso sexteto del violinista Elvino Vardaro, con el pianista Osvaldo Pugliese y Alfredo Gobbi. En 1937 Juan Carlos Cobián lo llamó a sumarse a una gran orquesta para actuar en el teatro Politeama durante los días de carnaval. Luego, como solía ocurrir en aquel tiempo pasaron a formar un conjunto para radio El Mundo, actuaciones que intercalaban con las del cabaret Charleston, en La Boca. Sin embargo, al poco tiempo las funciones terminaron y ‘Pichuco’ junto a sus compañeros se quedaron sin empleo. Fue el momento en que Troilo decidió que era tiempo de formar su propia orquesta. Debutaron el primero de julio de 1937 en el Marabú en un grupo conformado por Toto Rodríguez y Alfredo Yanitelli en bandoneones; Orlando Goñi en el piano, José Stilman, Reynaldo Nichele y Pedro Schapocnik en violines; Tito Fassio en contrabajo y Francisco Fiorentino como cantor. Un año después contrajo matrimonio con su gran compañera, Zita -su verdadero nombre era Ida Dudui Kalacci- quien era de origen griego. Ambos habían sido presentados por un amigo en común, José María Ristori. Zita fue quien más conoció a Pichuco. Dice que cuando se vieron, luego de varias evasivas de ella a que

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le presentaran a un ‘gordito’, Troilo empezó a llamarla todos los días. A los seis meses ya estaban viviendo juntos. A pesar de las peleas que terminaron en varias separaciones y desencuentros, siempre volvieron. Fueron grandes compinches y compañeros. Zita no dudó en decir que con Pichuco ‘‘se fue la noche de Buenos Aires. Donde tocaba había gente. Jamás hubo un local vacío, o con poco público. Era un artista completo. Un ejecutante sensacional. Un músico inmenso, amigos de todos’’. Tras un primer tiempo de música de tango clásica, Troilo fue animándose a arreglos más sofisticados, con más expresividad. En esto tendrá mucho que ver la incorporación a su orquesta de un joven Astor Piazzolla,

quien formó parte de la formación entre 1939 y 1944. Con su orquesta (cuyos integrantes fueron variando muchísimo) trabajó casi ininterrumpidamente, tanto en presentaciones en vivo como en grabaciones, hasta el año de su muerte. Algo a destacar son los cantantes que acompañaron a Troilo durante sus distintas formaciones. Puede nombrarse a Alberto Marino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Raúl Berón, Angel Cárdenas, Roberto Rufino, Roberto Goyeneche, Elba Berón, Tito Reyes y Nelly Vázquez. Desde 1953 hasta mediados de los años 60, Troilo mantuvo durante un tiempo una actividad musical paralela a la de su orquesta en dúo junto al guitarrista Roberto Grela, que después se convirtió en el Cuarteto Troi-

lo-Grela. Comenzaron juntos actuando en la obra de teatro El patio de la morocha de Cátulo Castillo, donde Troilo interpretaba el papel del bandoneonista Eduardo Arolas tocando junto a Grela. El dúo, que participó también en algunas películas y realizó varias presentaciones (incluso acompañando a cantantes), pasó luego a ser el Cuarteto Típico Troilo-Grela, con la incorporación de Edmundo Zaldívar en guitarrón y Enrique Kicho Díaz en contrabajo. Con esta formación grabó doce temas entre 1955 y 1956. En 1962, el cuarteto volvió a grabar diez temas más, ahora con Eugenio Pro en contrabajo y Ernesto Báez en guitarrón. En ambos casos, los temas son instrumentales. En 1968, Troilo formó su nuevo cuarteto formado por Ubaldo de Lío en guitarra eléctrica; Rafael del Bagno (contrabajo) y Osvaldo Berlingieri en piano. Más adelante, en las presentaciones del cuarteto, Berlingieri sería sustituido por el pianista José Colángelo. Así como Zita fue su gran compañera, el gran amigo de Troilo con nombre y apellido se llamó Homero Manzi. Además de componer juntos tangos que ya forman parte de los mejor de la música ciudadana, fueron entrañables socios de la noche, confidentes. Alguna vez la preguntaron por Manzi. Troilo dijo: ‘Más que un letris-

ta fue, y lo sigue siendo, un acontecimiento. Tenía la cosa bella de la forma y la generosidad de su inspiración sin limitaciones de ninguna especie’. ‘Su tarea creativa no es pura invención. Parejo con el poeta que vagaba regiones de nubes estaba el hombre que conversaba de vida vivida. Fue un creador. Determinó la etapa manziana del verso en tango. Está en la galería de los grandes y entiendo que seguirá siendo insuperable porque él sí que estaba en el misterio’.

GRANDES TANGOS Con Manzi compuso tangos que ya son parte de la cultura popular. Puede nombrarse ‘Barrio de tango’, ‘Romance de Barrio’, ‘Sur’, ‘Che bandoneón’, ‘Discepolin’. Claro que hubo también otros grandes poetas que trabajaron con Troilo, como Cátulo Castillo. El dúo compuso otras grandes obras como ‘María’, ‘La última curda’, ‘Desencuentro’, ‘Patio Mío’. ‘Pichuco’ se animó hasta ponerle música a la letra de Borges en ‘Milonga de Manuel Flores’ y a Ernesto Sábato en ‘Alejandra’. Y compuso con Horacio Ferrer su última creación: ‘tu penúltimo tango’. Troilo se fue un 19 de mayo de 1975 en el Hospital Italiano, luego de 22 DE DICIEMBRE DE 2013

un derrame cerebral. Un gran cortejo acompañó sus restos al rincón de los notables en la Chacarita. Se fue ‘Pichuco’ en ese otoño pero siempre está de vuelta en su arrabal, en sus calles del Abasto, en el corazón de la Ciudad. Como escribió en el ‘Nocturno a mi Barrio’, aquel mítico poema al que se animó a ponerle su voz rea: ‘Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio ¿Cuándo...Cuándo? si siempre estoy llegando’ ◆

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Aníbal Troilo

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a música de Anibal Troilo quedó inmortalizada en sus tangos. Pero además de su música están sus palabras al momento de describir su infancia, su pasión por el bandoneón, el culto a la amistad, su devoción por Buenos Aires. Aquí, en primera persona, Troilo cuenta su vida: ● ‘‘Al año preciso de la muerte de mi padre nació mi deseo de estudiar bandoneón. Recuerdo que fue en enero de 1923. Fui hasta su tumba, llevé flores recogidas en el patio de mi casa y allí hice el juramento Estudiaría el bandoneón! ● ‘‘El primer tango que saqué entero en el bandoneón fue Boedo, de Julio de Caro’’. ● ‘‘El primer cantor de mi orquesta debió haber sido Rodríguez Lesende, el Gallego. Lo hablé con la certeza de que iba a agarrar, pero el pálpito me falló. Lesende, que andaba en su mejor momento, actuaba tupido y era cartel en la boite Lucerna, en la calle Suipacha, cantando con la típica de Miguel Nijelsohn. Cuando me dijo que no, hablé con Fiorentino. Posiblemente no era la voz, o la gran voz, pero había una gran simpatía de mi parte. Era un cantor hecho, maduro, con personalidad. Esto era indiscutible y con que la suerte nos ayudara a mí, a él y a la orquesta, el destino me daría la pizarra para escribir el número que me andaba zumbando en la cabeza’’. ● ‘‘Soy uno de los últimos porteños que le quedan a Buenos Aires. Además, yo soy una biblia que lo recuerda todo. Vi pasar a mi lado...es decir, yo pasé al lado de ellos...Hombres que hicieron la noche. Y digo la noche porque yo soy un hombre nochero...José Razzano, Manuel Romero, Petrone, Serranito, Vaccarezza, Alippi, Carlos Di Sarli...’’ ● ‘‘En el inolvidable Palermo Palace tuve la fortuna de estrenar éxitos de la marca de Malena, Sencillo y compadre, Percal, Grisel, La vi llegar’’. ● ‘‘Nunca me pude concebir lejos de Buenos Aires. A Discépolo le pasaba lo mismo. Cuando volvió de Paris en oportunidad de su primer viaje a Europa lo encontré en la calle y cambiamos algunas palabras. Por ahí le pregunté que tango nuevo traía. Ninguno me contestó, y agregó: Y eso que estuve meses y me sobró tiempo para realizar algunos, pero sabés, lejos de Buenos Aires yo no se es-

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cribir ni siquiera un saludo en el lomo de una tarjeta postal’’. Y a mí me pasa lo mismo’’. ● ‘‘Homero Manzi fue un poeta de la gran siete. Admiré a Discépolo, porque captó la ironía y la maldad de la gente, pero lo hizo con cariño. A Cátulo Castillo porque sigue la línea de Manzi sin imitarlo para nada. Yo toco como aprendí de Maffia pero nunca lo imité...Lo de Cátulo es lo mismo. Sigue un guía, un faro...Y también tengo que nombrar a Homero Expósito, un frustrado por la época, cansado de oír estupideces. Tiene un talento extraordinario. Otro que es único es Julián Centeya. Y estas palabras no acreditan su bohemia...Bohemia que no me desagrada pero que siempre lu-

chó en contra de él porque le quitó tiempo para hacer más cosas por el pueblo’’. ● ‘‘A la muerte siempre la tiré por la ventana, lo mismo que a la vida...Pero ahora veo la vida tan linda, pero tan linda, que no me gustaría morirme. Yo que derroché toda mi vida en noches y en copas ahora no quiero perder ni siquiera veinte minutos de vida. Pero cuando la muerte venga la voy a recibir con los brazos abiertos, como siempre recibí a mis amigos. Y a mis enemigos... ● ‘‘No hay tango viejo ni tango nuevo. El tango es uno solo. Tal vez la única diferencia está en los que lo hacen bien y los que lo hacen mal’’. ● ‘‘En una época fui jugador empedernido. Le jugaba a todo,

hasta a la bolita, los pingos y la ruleta. Llegué a perder siete coches en el casino de Mar del Plata: iba en coche y me volvía en tren. Pero eso ya lo dejé hace cinco o seis años. Ahora llevo una vida pacífica, como músico y como ciudadano. A veces salgo a caminar; eso me gusta. Caminar y reencontrarme con los viejos barrios de Buenos Aires, porque el tango es el barrio, el barrio es toda la gente que lo siente así...Entonces imaginate la tristeza que me da cuando veo que las cosas más queridas de mis barrios van desapareciendo. El mercado de Abasto, por ejemplo, que ahora dicen que lo van a hacer supermercado. Y pensar que yo nací allí! ¿Cómo explicar todo eso? Hace poco traté de hacerlo en un poema: Nocturno a mi barrio’’ ◆ 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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Aníbal Troilo

Cómo lo recordó otro grande: Astor Piazzola T

roilo se dio el gusto de tocar con los más grandes del tango y de hacer amistades con jóvenes prometedores, que luego también se convirtieron en leyenda. Uno de ellos fue Astor Piazzolla. ‘El gato’, como recuerda Piazzolla que lo bautizó Troilo, porque ‘‘iba y venía sin parar nunca’’, formó parte de la orquesta de Pichuco entre 1939 y 1944 y pasó años inolvidables en esa formación. El mismo Piazzolla contó alguna vez que siendo aún muy joven y luego de terminar de tocar con la orquesta de Lauro, se pasaba las noches en el café Germinal escuchando al gordo Troilo. ‘‘Yo en aquel tiempo era muy amigo de Huguito Baralis, uno de los violinistas de la orquesta. En los intervalos bajaba del palco y tomaba un café conmigo. Una vez le dije que yo me sabía todo el repertorio de memoria, que era capaz de tocarlo sin leer la partitura, y Huguito me miró como diciendo: este tipo está loco. También le confesé mi sueño: ser bandoneonista de la orquesta’’. Baralis le contestó que era difícil

que el Gordo lo aceptara porque era partícipe de tomar siempre gente con más experiencia. Sin embargo, Piazzolla siguió yendo al Germinal hasta que se dio la oportunidad. ‘‘Un día caí temprano y noté que había un clima de mufa. Estaba con gripe Totó Rodríguez y eso complicaba las actuaciones del fin de semana. Lo fui a ver a Baralis y le dije: esta es la mía, hablá con Troilo, voy hasta la pensión a buscar el bandoneón y vuelvo’’. Cuando volvió estaba Troilo y lo encaró, pero Pichuco ya sabía quien era: ‘‘¿Así que vos sos el que sabe todo mi repertorio? Bueno, subí y tocá’’, le dijo. Más allá de las diferencias de estilo y de las críticas que Pichuco le hizo más de una vez a Piazzolla por su música, nació una amistad que perduró hasta la muerte del ‘Gordo’. Sobre ese día Piazzolla recordó que se encontraba en Roma. ‘‘Estaba en casa, con Carlos Alonso y Antonio Berni, que me habían pedido que posara para ellos. No te imaginás lo que fue’’. ‘‘Agarré el bandoneón y me pu-

se a tocar La última curda; llorábamos los tres, yo tocando y ellos pintando, se nos caían las lágrimas y me pedían que dejara de tocar porque las lágrimas les nublaban la vista’’. ‘‘Pero no podía dejar de tocar...Era como tratar de que el Gordo siguiera ahí, con nosotros. Lo mismo pasa cuando toco Bandoneón, el primer tema de la suite.

‘‘Hay una parte donde la melodía corresponde a Quejas de bandoneón. Ahí intento tocar como Pichuco, rememoro sus dedos, pero no consigo terminar la frase musical, y para demostrar mi impotencia dejo los dedos puestos y abro el fueye hasta el final, como si fuese un quejido de desesperación por todo lo que se nos fue con él’’ ◆

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Se preparan varios homenajes para celebrar su centenario Al cumplirse el próximo 11 de julio cien años del nacimiento de Aníbal Troilo, se creó una comisión de homenaje que prepara una gran cantidad de actividades para recordar al ‘Bandoneón mayor de Buenos Aires’. Algunos de los eventos propuestos son: Foto 100 bandoneones: se convocará a 100 fuelles en el Obelisco para la foto de los 100 bandoneones, en una producción realizada por el gran fotógrafo Aldo Sessa. También se realizarán 100 milongas durante todo 2014 para homenajear a Pichuco. Además se buscará tener presencia en los principales festivales internacionales de tango para recordar su figura. Día Internacional del Bandoneón: se presentará ante la Unesco la propuesta de declarar al 11 de Julio como Día Internacional del Bandoneón. También la conclusión de la película ‘Tu Ternura mi destino’ film de ficción sobre la vida de Aníbal y Zita Troilo. Museo del Bandoneón: se continuará con la propuesta de la creación en la Ciudad de Buenos Aires, del Museo del Bandoneón. También 100 bandoneonistas de 100 ciudades del Mundo, están haciendo un homenaje histórico, único y sin igual: filmarán en un lugar emblemático de su ciudad amada, tocando ‘Quejas de Bandoneón’, con el arreglo especial del Maestro Raúl Garello para solo de Bandoneón, basado en el arreglo original para Orquesta, que tocaba Pichuco. El video será proyectado por primera vez en el Obelisco de Buenos Aires, en el Homenaje Central del Centenario de Aníbal Troilo, la noche del 11 de julio de 2014. Luego, los 100 videos podrán ser vistos en un canal especial de Youtube. Se editará un DVD con los videos, y un libro con las fotos de la filmación y los datos de cada músico y ciudad. Más información en el sitio www.troilo.com.ar.

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Alberto Castillo

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rrabalero. Autodidacta y con un estilo bien definido y único. Pero por sobre todas las cosas... un apasionado. Nació como Alberto Salvador de Luca un 7 de diciembre de 1914, en Buenos Aires, pero luego de pasar por un par de seudónimos, comenzaría a crecer la leyenda de Alberto Castillo. Siempre le gustó cantar, pero en su juventud estudió medicina y nunca entrenó su voz. Alternaba la facultad con actuaciones en radio, y le ocultaba a su padre que cantaba para algunas orquestas. Lo que no podía esconder era que estaba enamorado del tango. Que ese sentimiento visceral lo llevaba a perder el dominio de su cuerpo mientras interpretaba las canciones. Así, comenzó a forjar su estilo único e histriónico. A gesticular más de la cuenta. A moverse constantemente, pasando los límites de lo usual. Sus métodos eran diferentes y por eso tan cautivantes. Promediando los años ’30, se sumó a las orquestas de Julio de Caro, Augusto Pedro Berto y Mariano Rodas. Pero la exigencia académica se había vuelto más hostil y lo alejó del 2x4 por un tiempo, hasta que en 1942 se recibió de ginecólogo. Inmediatamente retomó el relegado canto. Fue integrando a la orquesta ‘Los Indios’, de Ricardo Tanturi, con la que interpretó sus primeros éxitos. ‘Así se baila el tango’, ‘La señora Yvonne’ y ‘Recuerdo malevo’ comenzaron a darle reconocimiento entre el público arrabal. Con el envión obtenido decidió armar su propia orquesta y se asoció con el violinista Emilio Balcarce. Fue entonces que su estilo extrovertido lo llevó a la fama inexorablemente. Sus juegos con el micrófono, el sentimiento vertido en cada verso y la pasión expuesta en el escenario hicieron que el doctor De Luca le cediera el cuerpo en forma definitiva al gran Alberto Castillo. La comparación con otros exponentes del tango, como Carlos Gardel, al principio, y Roberto Sosa, después, eran simplemente inaplicables. Cada tango

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era para él un tramo de vida puesto en escena. Castillo se diferenciaba del estereotipo porque gesticulaba exageradamente y se vestía con colores llamativos. El nudo de la corbata era inusualmente ancho y los sacos lucían de chillones a estridentes. Tenía una buena afinación, pero un timbre de voz muy particular. En la década de 1950, otros movimientos culturales captaron la atención del ya maduro Castillo. El color y el vaivén del candombe le atrajo súbitamente. Así nacieron éxitos como ‘Charol’, ‘Siga el baile’ y ‘El baile de los morenos’. Esta etapa fue la que llevó a Castillo a convertirse en una especie de representante de una clase marginada y blanco de las burlas que provenían de la sociedad más burguesa. De a poco, Castillo se fue situando en el pedestal del ídolo del pueblo: ‘El cantor de los cien barrios porteños’. Esto, lo llevó a un lugar extraño, ya que comenzó a ser resistido por el público de un poder adquisitivo importante, que eran los que más podían comprar discos o ir a verlo en vivo. Entonces Castillo comenzó a buscar un giro en su carrera y así se transformó en estrella de cine. Filmó películas como Adiós Pampa mía y El tango vuelve a París. Pero como le pasa a todo astro, su luz se fue apagando. Ya cansado y aquejado por los achaques de la edad, se alejó de los escenarios. Pero siempre alguien recurre a la nostalgia. En 1993, el popular grupo Los Auténticos Decadentes lo convocó para participar de una festiva versión de uno de sus éxitos de antaño: ‘Siga el baile’. El tema cosechó de inmediato, como en la década de 1940, buenas críticas y la aceptación del público, que lo adoptó como himno festivo por excelencia. Esto le dio al gran Alberto Castillo una renovada popularidad, que lo cobijó hasta el 23 de julio de 2000, cuando su luz llena de colores y su voz, única e inolvidable, se apagaron definitivamente ◆ Martín Echaide

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El cantor se define a sí mismo EL HIMNO Siga el baile es una canción con ritmo de candombe y tango originario de Uruguay. Fue compuesta con música del violinista argentino Edgardo Donato y la letra del pianista y compositor uruguayo Carlos Warren. La canción fue originalmente titulada Siga el tango, pero muchos años después se le cambió el ritmo a uno más movido y alegre. Con la interpretación e impronta de Castillo, en el año 1945, se convirtió rápidamente en un éxito. La versión de este artista se editó por primera vez en su disco ‘De mi barrio’, en 1945. Muchos años más tarde, en 1993, Los Auténticos Decadentes y Alberto Castillo reversionaron el tema en el disco ‘Fiesta monstruo’.

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ás que un cantante, Alberto Castillo fue un símbolo. Sus movimientos, su voz y su vestimenta lo transformaron en un hito popular. Su compromiso, con las interpretaciones en el escenario, y con el pueblo, en el día a día lo definieron como ‘El cantante de los cien barrios porteños’. Ya en sus últimos tiempos, con más de 80 años, mantenía el ritmo, hacía bocina con una mano junto a la boca y dejaba salir su clásico ‘Oooopa, oooopa’. Ya no se movía tanto, pero mantenía los gestos, los tics, las mañas. Caminaba con pasitos cortos. Se estiraba los puños de la camisa y con una palmada sobre el corazón sentenció: “Yo soy parte de mi pueblo, y a él le debo lo que soy. Hablo con su mismo verso, canto con su mis-

ma voz’’. “Siempre canté todas las cosas como me salían del alma. Yo mamé el tango en la calle, en las esquinas, en los cafés y en las sala de guardia del Hospital Alvear”. Así Alberto Castillo definió a Alberto Castillo. Antes de que irrumpiera en la escena tanguera de Buenos Aires, los cantantes eran ceremoniosos, paraban ante el micrófono, cantaban y se escondían detrás del piano. El fue el primero en caminar todo el escenario y cantar con todo el cuerpo. A Castillo siempre le gustó darle intención a los versos, marcar las pausas, subrayar el gesto con la fuerza de un ademán. Y para eso tenía una contundente explicación: “¿Sabés qué pasa? Yo soy un bandoneón que canta” ◆ C M Y K

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Octavio Paz

El autor que le devolvió la libertad a las palabras O

ctavio Paz (1914-1998) es uno de los más grandes poetas hispanos de todos los tiempos. Fundó revistas, generó debates, se metió de lleno en su tiempo. Fue poeta, escritor, ensayista y diplomático. Desde casi el inicio de su carrera dejó las formas poéticas tradiciona-

les y se lanzó a la modernidad. Su idea era, según él mismo explicaba, “liberar la palabra de reglas o propósitos utilitarios” para devolverle su esencia mágica. Paz habló del amor, de la poesía, de lo religioso y del ser. Nació el 31 de marzo de 1914 en Mixcoac (México) cuando el país se

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encontraba en plena lucha revolucionaria. La escritura le vino de familia. De hecho, su padre, al igual que su abuelo escribían y se dedicaban al periodismo y a la política. Cuando tuvo 17 años fundó la revista ‘‘Barandal’’. En 1933 apareció su primer libro, que también se llamaba ‘‘Barandal’’. Siempre interesado en la política, fue a España a luchar del bando republicano. En 1944 con la beca Guggenheim permaneció durante un año en Estados Unidos. En 1945 entró al Servicio Exterior Mexicano y fue trasladado a París. A través del poeta surrealista Benjamín Péret conoció a André Breton, además se relacionó con Albert Camus y otros intelectuales europeos e hispanoamericanos del París de la posguerra. En su viaje a Francia, se alejó del marxismo y se acercó al surrealismo.

Libros fundamentales Según los especialistas, hay tres grandes fases en la obra de Paz: en la primera había cierta impersonali-

dad; en la segunda entroncó con la tradición surrealista, y cierto orientalismo; en la última etapa dio prioridad a la alianza entre erotismo y conocimiento. Durante la década de 1950 publicó cuatro libros fundamentales: El laberinto de la soledad (1950) retrato personal en el espejo de la sociedad mexicana; El arco y la lira (1956); ¿Aguila o sol?, libro de prosa de influencia surrealista; y Libertad bajo palabra.

Nobel Recibió varios premios literarios, como el del Príncipe de Asturias, el Premio Cervantes y el de Tocqueville. Pero el mayor de todos fue el Premio Nobel, en 1990, otorgado como reconocimiento universal a su obra. En 1990 publicó La otra voz y Poesía de fin de siglo. En 1993, La llama doble y Amor y erotismo, y en 1995 Vislumbres de la India. Falleció el 19 de abril de 1998 víctima de un cáncer, en la misma ciudad que lo vio nacer ◆

Paz, durante uno de sus viajes diplomáticos en Nueva York.

Escribía con imágenes de enorme belleza En el centro de un ojo me descubro;/no me mira, me miro en su mirada./Se disipa el instante. Sin moverme, yo me quedo y me voy: soy una pausa. Experimentación e inconformismo pueden ser dos de las palabras que mejor definen la labor poética de Octavio Paz. Sin embargo, su estilo es difícil de encasillar. Después de la preocupación social, presente en sus primeros libros, comenzó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad y la incomunicación. Fue neomodernista en sus comienzos; luego más tarde, existencial; y, por momentos, poeta con tintes de surrealismo. El mismo Paz reconoció que en su formación “fundamentales fueron los surrealistas, con quienes hice amistad en el año 46 o 47, que en esa época estaban más cerca de los libertarios”. En realidad, Paz no echó raíces en ningún movimiento porque siempre estuvo atento ante los cambios que se iban produciendo en la poesía y gustaba de experimentar. Por lo tanto, según explican los expertos, su poesía terminó por convertirse en una manifestación muy personal y original. Además, se trata de un poeta de gran lirismo cuyos versos contienen imágenes de enorme belleza.

EL PRESENTE ETERNO

Sobre su estilo poético, el escritor Alfonso González señaló que ‘‘Octavio Paz desarrolla la antigua concepción azteca del tiempo circular, del tiempo sin pasado ni futuro, del presente eterno El fluir del tiempo como algo recurrente y presente aparece ya desde El laberinto de la soledad hacia 1950’’.

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Un poeta interesado en la política O

ctavio Paz fue un hombre de gestos políticos. En 1968, estaba en Nueva Delhi cuando tuvo lugar la masacre de Tlatelolco, donde murió un número indefinido de manifestantes. En señal de protesta contra estos sucesos, que empañaron la celebración de los Juegos Olímpicos, renunció a su cargo de embajador. Decidió dedicarse en los siguientes años a enseñar en diversas universidades de Estados Unidos, como las de Harvard, Pittsburgh y Pensilvania. Tres años más tarde, en octubre de 1971, ya bajo la presidencia de Luis Echeverría, “un poco con esa idea de redescubrir los valores li-

DOS CUERPOS Dos cuerpos frente a frente a veces son dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente a veces son dos piedras y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas. Dos cuerpos frente a frente a veces son navajas y la noche relámpago.

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berales y democráticos en la sociedad mexicana”, fundaría la revista ‘Plural’, “elegante fusión de literatura y política”, y que el mismo Paz dirigiría hasta su desaparición en 1976. A diferencia de otros escritores e intelectuales mexicanos, Paz no tardó en retirarle su apoyo al presidente Echeverría, una vez que éste demostró su escasa voluntad de aclarar las matanzas de Tlatelolco, en 1968, y en San Cosme, en 1971.

Liberal Tanto en ‘Plural’ como en ‘Vuelta’ -que fue fundada en 1976-, la influencia del liberalismo sería fundamental y, según los biógrafos de Paz, se reflejaría la “reconciliación” del escritor con esta corriente de pensamiento Desde allí, Paz denunció las violaciones a los derechos humanos de los regímenes comunistas ◆

Paz con su segunda mujer, Marie José.

ENTRE IRSE Y QUEDARSE Entre irse y quedarse Entre irse y quedarse duda el día, enamorado de su transparencia. La tarde circular es ya bahía: en su quieto vaivén se mece el mundo. Todo es visible y todo es elusivo, todo está cerca y todo es intocable. Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite la misma terca sílaba de sangre. La luz hace del muro indiferente un espectral teatro de reflejos. En el centro de un ojo me descubro; no me mira, me miro en su mirada. Se disipa el instante. Sin moverme, yo me quedo y me voy: soy una pausa.

En un poema leo: conversar es divino. Pero los diosa no hablan: hacen, deshacen mundos mientras los hombres hablan. Los dioses, sin palabras, juegan juegos terribles. El espíritu baja y desata las lenguas pero no habla palabras: habla lumbre. El lenguaje, por el dios encendido, es una profecía de llamas y una torre de humo y un desplome de sílabas quemadas: ceniza sin sentido. La palabra del hombre es hija de la muerte. Hablamos porque somos mortales: las palabras no son signos, son años. Al decir lo que dicen los nombres que decimos dicen tiempo: nos dicen. Somos nombres del tiempo. Conversar es humano.

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La gran indagadora del deseo A

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unque estimada como una de las autoras clave de la literatura francesa del siglo XX, Marguerite Duras es esquiva para ser definida. Escritora, guionista y cineasta, merecedora de una gloria tardía, fue una mujer de grandes amores cuya obra, autobiográfica, compleja, obsesiva, es en gran medida una indagación sobre los seres humanos, sobre la mente y, más que nada, sobre el deseo. Así la presenta en un diálogo con La Prensa el profesor Walter Romero, licenciado en letras e integrante de la cátedra de Literatura Francesa de la Universidad de Buenos Aires. Romero, que es además miembro de la Asociación Argentina de Literatura Comparada y de la Asociación de Profesores de Literatura Francesa y Francófona, destaca, entre otros, dos rasgos que entrelazan la existencia y la obra de Duras: una impetuosa pulsión por contar su propia vida de un modo enmascarado y una idea del exotismo que le viene de su infancia, del mundo asiático donde nació y se crió, en la Indochina francesa. Duras (de nombre real Marguerite Donnadieu) nació en Gia-Dinh, hoy Vietnam, el 4 de abril de 1914. “Los padres se habían trasladado allí para invertir en unos arrozales, que es lo que ella contaría años más tarde en ‘Dique contra el Pacífico’ (Gallimard, 1950), obra que la dio a conocer”, explica Romero, autor del libro ‘Panorama de la literatura francesa contemporánea’ (Santiago Arcos, 2009), donde dedica un capítulo a la escritora. “Ese dique se rompe y ellos resultan engañados. Les venden una tierra que

creen que va a ser muy fructífera y se hunden en la ruina económica y moral, una ruina en muchos sentidos”, afirma. “En ese lugar crece Marguerite y la experiencia marca toda su infancia”, dice. “Una infancia rara, con una madre desolada, un hermano mayor que era el amor de su madre -un amor donde ve cierto erotismo- y donde ella queda un poco solitaria”, continúa. “En ese lugar exótico ella se construye un mundo”. En ‘El Amante’ (Minuit, 1984), una obra que fue llevada al cine y “le dio la fama y el dinero que no había conseguido antes”, según Romero, Duras “vuelve sobre esa época y cuenta la historia de una jovencita que se enamora de un nativo y tiene una iniciación sexual un poco descarada y a contramano de todo, y se convierte en su amante”. Ella después hará una secuela de eso, ‘La amante de la China del norte’ (Gallimard, 1991), en la que vuelve a contar lo que no había narrado. Duras se traslada a París en 1932. Estudia Derecho, Matemáticas y Ciencias Políticas y se gradúa en 1935. Ese año ingresa a trabajar como secretaria en el Ministerio de las Colonias. Hacia 1939 se casa con Robert Antelme, con quien tiene un hijo que muere poco después, “un asunto sobre el que también va a volver en sus obras”. Ese mismo año conoce a Dionys Mascolo, quien se convierte en su amante. Durante la Segunda Guerra Mundial ella colabora un tiempo con el gobierno ocupan-

La infancia, un tema recurrente Marguerite Duras sale a la luz con un texto que cuenta toda su infancia, ‘Dique contra el Pacífico’ (Gallimard, 1950), y el tema será recurrente en ella, atraviesa toda su obra, asegura el profesor Walter Romero. “Si en sus primeros textos su niñez aparece más bien como relato, luego deja de tomar una noción argumental y se vuelve una cosa medio obsesiva”, afirma. “En ‘El Amante’ (Minuit, 1984) vuelve sobre esa época de su vida”, continúa el profesor de la cátedra de Literatura Francesa de la Universidad de Buenos Aires. “Allí describe a su hermano casi como un efebo, un joven perfecto, y a ella casi como una prostituta jovencita, que encuentra un sombrero y unos zapatos como los que usaban esas mujeres, y se entrega a este chino rico que la hace cruzar ese río que está siempre presente en la obra de Duras, que es el río Mekong, un río con una historia milenaria”, dice. “La hace cruzar el río para llevarla a su habitación, la baña, la prepara para el amor y luego la inicia en el sexo y en el deseo”, añade. “Hay algo muy oriental en todo esto, muy erótico”, afirma Romero. “Ella va a volver varias veces sobre eso”, asegura. De hecho, años después “hace una secuela de esta historia, ‘La amante de la China del norte’ (Gallimard, 1991) donde vuelve a contar lo que no había contado”.

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te, hasta 1942. Sólo después publica su primera novela, ‘Les Impudents’ (Plon, 1943), a la que le sigue ‘La vida tranquila’ (Gallimard, 1944), dos obras de factura todavía clásica. Hacia la década del ’60 se la vincula a un grupo literario conocido como “le nouveau roman”, integrado por Claude Simon, Robbe Grillet y Samuel Beckett, entre otros, aunque Romero asegura que ella lo negó y siempre se vio más bien como una escritora aislada. Para él, es tan difícil definirla como compleja es su obra, que al principio es sólo para entendidos. La semblanza que traza Romero la pinta como “la gran escritora que indaga sobre el deseo”. “Hay algo de indagación de la mente, del inconsciente y de los deseos ocultos, presentes en su escritura que siempre atrajo al psicoanálisis”, explica. También la describe como obsesiva, fumadora, alcohólica y comprometida con lo político: se unió al Partido Comunista, fue agente de enlace de la

Resistencia, participó en el Mayo del 68, apoyó a las minorías sexuales y “algunos de sus textos evocan el problema de la homosexualidad”. Una mujer que hasta “terminó por imponer una forma de vestirse, con un pullover de cuello alto negro y una falda gris”, que él ve como un rechazo al mito burgués de París, centro mundial de la moda. Romero cree que fue “su desencanto con el comunismo el que la lleva del compromiso político a una exploración sobre los seres y los individuos”. Su obra literaria incluye unas 40 novelas y una docena de piezas de teatro. Murió de cáncer de garganta el 3 de marzo de 1996 pero escribió hasta el final, aún enferma y cuando para ella “escribir era algo esforzado”. Para Duras, en palabras de Romero, “la escritura era el infierno mismo: a la vez salvación y camino de perdición” ◆ Agustina Sucri

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Una escritora de avanzada L

a obra de Marguerite Duras es compleja y de difícil acceso al gran público, según el profesor Walter Romero, licenciado en letras e integrante de la cátedra de Literatura Francesa de la Universidad de Buenos Aires, quien resalta sin embargo la ductilidad de la escritora para adaptar un mismo texto a diferentes soportes como un rasgo muy moderno de su producción. “Parte de la obra de Duras fue, al principio, para escritores”, y sólo después alcanzó la popularidad, afirma Romero. “No es fácil, no es una obra cualquiera. Incluso ‘El Amante’, aún siendo uno de los textos más legibles de ella -y por lo tanto desdeñado por los fanáticos- es complejo”, señala. Romero asegura que Duras rechazó siempre ser incluida entre los autores del grupo conocido como “le nouveau roman” y para él subsiste la “dificultad para definirla. Porque no es una escritora realista. Es muy híbrida, en algún sentido”. Su escritura fue definida como un esfuerzo por encontrar la palabra de lo indecible, entre el silencio y el grito. Esa búsqueda se prolonga a través de sus novelas, sus obras de teatro, volviendo a menudo sobre los mismos hechos, los mismos personajes. “Duras es una escritora obsesiva, que vuelve sobre un mismo tema y lo recupera de distintas maneras”, di-

Homenaje El año próximo, con motivo de cumplirse el centenario del nacimiento de Marguerite Duras, la Alianza Francesa realizará en Buenos Aires un gran homenaje a la escritora. Aunque el programa apenas se está definiendo en estas horas, se sabe que tendrá lugar en abril, unos días antes de la Feria del Libro. Se pondrán en escena obras de teatro y se proyectarán películas. El profesor Walter Romero consideró que este homenaje no sólo se funda sobre el hecho de que se trata de una de las autoras clave del siglo XX en Francia sino también porque al mismo tiempo hay un gran interés del público. 22 DE DICIEMBRE DE 2013

ce Romero. “Su obra consiste en escenas nucleares que se van repitiendo, y cada vez de una forma diferente. Es un elemento efectivo para renovar el interés. Es como si un recuerdo aflorara, pero contado distinto. Es lo más maravilloso de su escritura”, subraya. Para el profesor, “acaso lo más apasionante y moderno de su producción es su ductilidad para transformar un mismo texto en obra de teatro, en novela, o en el guión de una película. Es esa visión de que un mismo texto puede sobrevivir en distintos soportes”. Romero destaca que el carácter autobiográfico de su obra es clave para entenderla. “El conjunto de su obra puede ser visto como una gran pulsión por contar su propia vida, pero enmascarada de otra forma. Desde el comienzo, con ‘Un dique contra el Pacífico’, hasta ‘El Amante’, que es de 1984”, dice. Sobre ese último libro, Romero admite por ejemplo que “nunca sabremos si ese romance fue así como está descrito, pese a que hay muchas biografías sobre ella, como la de Laure Adler (Gallimard, 1998)”. “Que evidentemente hay un escenario autobiográfico no cabe duda. Ahora, si el amante era tan bello como ella cuenta, no lo sabremos”, asevera.

Dos etapas Romero marca dos etapas en la obra de Duras, separadas por un período de compromiso político de la escritora. Después de que es expulsada del Partido Comunista, y de su posterior decepción, el profesor cree que “se funda en ella la idea de que es más importante lo individual que lo político y se vuelve a una indagación sobre los seres y los individuos”. “De hecho, en algunas de las últimas novelas ya casi se pierde la no-

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ción de personajes. A veces un personaje en Duras puede ser él o ella: un genérico. O tal vez una letra capital con un punto. Queda en forma anónima. Le interesa más la vida privada de los personajes que los compromisos sociales o políticos”, ejemplifica. Romero comenta que “para Duras

la escritura era algo muy esforzado, algo que no terminaba nunca. Por eso se reía de los jóvenes que decían que habían terminado una novela”. “Dominar las palabras, domesticarlas, es una tarea muy compleja”, concluye ◆ Agustina Sucri

Mujer de grandes amores Fuera del romance que describe en ‘El Amante’, dos fueron las grandes pasiones que tuvo en su vida Marguerite Duras: Robert Antelme, con quien se casó en 1939, y Dionys Mascolo, a quien conoció ese mismo año y que se convirtió en su amante. “La historia es tremenda”, asegura el licenciado en letras Walter Romero. Durante la Segunda Guerra Mundial, el grupo de la Resistencia que integraban Antelme y Duras cae tras una emboscada y Marguerite logra escapar pero “él es capturado y enviado al campo de concentración de Dachau”. La espera de su regreso es evocada en su libro ‘El dolor’ (Pol, 1985). Aunque con Antelme había tenido un hijo, que muere al nacer, “ella se enamora de este otro personaje, Dionys Mascolo”, que termina siendo su amante y con quien tiene también un hijo, Jean. En 1945 se divorcia de Antelme pero los tres permanecerán inseparables. Romero alude a la versión que apareció a la muerte de François Mitterrand de que él fue quien salvó a Duras de la captura y de que ella había sido uno de sus grandes amores. Pero cuenta que “al final Duras termina pasando sus días con un joven homosexual que se hace fanático de ella, Yann Andréa, cuando ella tenía 66 años y él debía tener 40”. “Ella termina prácticamente escribiendo con él. Fue un amor idílico. Por supuesto, ella sabía de su homosexualidad. Pero él le contaba sus aventuras sexuales y ella quedaba fascinada por esta cosa del deseo. Marguerite siempre tuvo una atracción muy grande por esa temática”, asegura. “Yann, por su parte, se mimetiza y termina escribiendo como Duras”, explica el profesor. De hecho, “él publica el libro ‘Ese amor’, sobre el amor que le tiene a ella”.

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Nicanor Parra

Francotirador de la poesía E

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l poeta y matemático chileno Nicanor Parra, a punto de cumplir los 100 años, sigue trabajando en su casa de Las Cruces, a 200 kilómetros de Santiago y muy cerca de su pueblo natal, San Fabián de Alicó. Su obra se plantea como un contrapunto al canon de la lírica chilena, en constante conversación y subversión con las poéticas de Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Vicente Huidobro. Creador de la antipoesía, es, en palabras del crítico literario Harold Bloom, ‘‘incuestionablemente, uno de los mejores poetas de Occidente’’. Parra es un autor inclasificable, que, más que en los libros, logró encontrar lo poético en el habla cotidiana, las canciones, los telegramas, los chistes y hasta los diarios. Su célebre libro ‘Poemas y antipoemas’ fundó una nueva forma de decir, con un lenguaje directo, incisivo, cargado de ironía y que, sin embargo, no pierde la esencia de lo lírico. Nicanor Parra nació en 1914 en la misma pobreza que Mistral y Neruda, y como ellos fue el primer universitario de una familia dedicada al canto y al circo (su hermana menor fue Violeta Parra). Pasó sus primeros años en diversas poblaciones del sur de Chile hasta instalarse en Santiago para realizar estudios de Física y Matemáticas. Años después completaría el estudio

de estas disciplinas con estancias en Estados Unidos y en Inglaterra.

Antipoemas Tras apariciones esporádicas en revistas y antologías, el poeta se presentó en la escena cultural chilena pateando el tablero de la lírica en 1954, con la publicación de ‘Poemas y antipoemas’, un pequeño libro que logró romper con todos los moldes establecidos por el Modernismo y la poesía española. Heredero de Vicente Huidobro, Parra fue conocido como el ‘antiNeruda’. El sistema antipoético incluye entre sus elementos principales personajes antiheróicos, humor, ironía, sarcasmo y un verso cuyo léxico y sintaxis no obedecen al modelo literario clásico, sino al lenguaje cotidiano. Con ‘La cueca larga’ (1958) Parra se animó a los ritmos populares chilenos y los desarticuló con una fina mirada paródica y la finalidad de reivindicar la tradición oral. Ironía y parodia también desestructuran, en ‘Versos de salón’ (1962), el metro endecasílabo, verso culto por excelencia, donde el poeta se enfrentó a la concepción orgánica del poema e incluso del concepto de libro.

Más allá En la década del 70, la obra de Parra vuelve a dar un giro con la publicación de ‘Artefactos’, un libro

Harold Bloom: Parra es un héroe de la ocultación ‘‘¿Cómo no iba a venerar yo los mejores poemas de Parra? Es un héroe de la ocultación, en sí mismo un Mapa de Malas Lecturas. Ya se rebele contra la poesía chilena, contra Marx o Freud, conoce los límites de la ironía. Es a la vez un auténtico, innovador y un monumento cómplice de la Ansiedad de la Influencia’’, escribió el crítico norteamericano Harold Bloom en el prefacio a la edición de las Obras Completas de Parra, editadas por Galaxia Gutenberg. ‘‘Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Pablo Neruda produjeron versos tan brillantes que Parra tuvo que colocarse a sí mismo en relación dialéctica con ellos. Ironista consumado, Parra burla afablemente el proceso de la influencia, declinando convertirse en otro Neruda’’, explicó el autor de La angustia de las influencias y el Canon Occidental. ‘‘Como crítico literario gnóstico, judío y norteamericano, no estoy muy convencido de entender del todo a Nicanor Parra. Pero creo firmemente que, si el poeta más poderoso que hasta ahora ha dado el Nuevo Mundo sigue siendo Walt Whitman, Parra se le une como un poeta esencial de las Tierras del Crepúsculo’’, sentenció. ‘‘Debe reconocerse como un mérito de Parra el haber contribuido a preservar la imagen de lo humano en estos malos tiempos en que la Izquierda y la Derecha han sacrificado juntas la libertad de la imaginación en aras de sus ideologías antagónicas. Parra nos devuelve una individualidad preocupada por sí misma y por los demás, en lugar de un individualismo tan indiferente a los demás como a sí mismo’’, dijo.

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En Oxford en 1939. que impone un paso más en la ruptura de los cánones poéticos. Las composiciones que conforman la obra son tarjetas postales que combinan códigos lingüísticos con visuales, reelaborando refranes, aforismos, sentencias, epigramas, eslóganes y titulares de periódico. ‘‘Los antipoemas estaban cargados de pathos y tenían que reventar’’, explicaría Parra en una entrevista años después. De este período son también los sermones y prédicas del Cristo de Elqui, donde a través de la voz de un profeta alucinado y vagabundo se

anuncian nuevos evangelios, con un discurso de crítico y desgarrado sobre nuestro mundo. El último golpe de este verdadero francotirador son los ‘ecopoemas’, un conjunto de versos que llevan un mensaje ecológico y denuncian los crímenes ambientales que produce la sociedad capitalista. Según dicen sus allegados, hoy, a sus 99 años, Parra se dedica recolectar frases escuchadas en televisión o en bocas de mochileros que pasan por su refugio de la costa y se prepara para una gran ‘‘parranda’’ en el festejo de su centenario ◆

DICCIONARIO PARRIANO ●

Antipoemas: son poesías escritas como quien habla, sin metáforas ni ninfas ni tritones: artefactos, frases encontradas y frases que yuxtapuestas que producen un sentido nuevo, y divertido. ●

Artefactos visuales: son frases junto a un objeto visual que multiplica las posibilidades de sentido, de crítica y de humor. ●

El antipoeta: es, según el manifiesto parriano, ‘‘un hombre del montón’’: ‘‘Nunca fui el autor de nada porque siempre he pescado cosas que andaban en el aire’’. 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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Las quinientas horas semanales U

na de las facetas menos conocidas del antipoeta chileno es la de profesor universitario. Entre 1972 y 1994 impartió clases de Literatura en la Universidad de Chile, pero antes, durante mucho tiempo, fue profesor de Física y Matemáticas en la misma institución. Su carrera docente comenzó en 1937 en el Liceo Nacional Barros Arana, donde estudió como internado la escuela secundaria. De esa época son

Advertencia Yo no permito que nadie me diga Que no comprende los antipoemas Todos deben reír a carcajadas. Para eso me rompo la cabeza Para llegar al alma del lector. Déjense de preguntas. En el lecho de la muerte Cada uno se rasca con sus uñas. Además una cosa: Yo no tengo ningún inconveniente En meterme en camisa de once varas.

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los versos del ‘Autorretrato’, donde el poeta se queja de las ‘‘quinientas horas semanales’’ de clases: ‘‘Considerad, muchachos,/ Esta lengua roída por el cáncer:/ Soy profesor en un liceo obscuro,/ He perdido la voz haciendo clases./ (Después de todo o nada/ Hago cuarenta horas semanales)’’. Sin embargo, la carrera docente lo llevó a ganar en 1938 el Premio Municipal de Santiago por su contribución a la Física y la Matemática y le abrió las puertas al viaje que cambiaría para siempre su visión del mundo. En 1943 llegó a los Estados Unidos a estudiar Mecánica Avanzada en la Brown University, mediante una beca del Institute of International Education, y regresó en 1946 ya como profesor titular de Mecánica Racional en la Universidad de Chile. En 1948 fue nombrado director interino de la Escuela de Ingeniería de esa institución, pero al año siguiente partió a Inglaterra, gracias a una beca del Consejo Británico, con la intención de estudiar Cosmología en Oxford. Su paso por esos países y esta formación ecléctica entre la poesía lírica las fórmulas matemáticas fueron fundamentales en la gestación de sus antipoemas. ‘‘Ni muy listo ni tonto de remate/ Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y de aceite de comer/ ¡Un embutidi de ángel y bestia!’’, define en su poema ‘Epitafio’ ◆

Una de las imágenes de sus célebres pizarrones convertidos casi en artefactos visuales.

La muerte como fuerza motriz ‘‘¿La muerte? Es cierto, le puedo contar sólo el origen de esa preocupación. Viví la parte más importante de la infancia y de la adolescencia cerca de un cementerio. Vivíamos en el barrio de Villa Alegre, y todos los días veía pasar carrozas que entraban en el cementerio llenas de flores y regresaban vacías. Nuestros juegos de niños y nuestras picardías las hacíamos en el cementerio, en medio de las tumbas; después, iba estudiar mis materias del liceo en medio de su silencio acogedor. He vivido la muerte en los años más inocentes de la vida; he experimentado la muerte en carne propia, puede decirse. La muerte es una constante en mi poesía. La muerte aparece, en mi poesía, como una fuerza motriz’’. ‘‘Esos primeros años en el barrio de Villa Alegre explican muchas cosas de mi poesía. Por ese barrio entraban los productos agrícolas destino de la feria: sandías, el vino, el trigo, semillas. La ciudad se alimentaba por allí, por esa calle, y por allí salía también la muerte. De cordillera a mar pasaba la muerte, de mar a cordillera pasaba la vida. Muchas veces recuerdo, vi cruzarse un piño enorme de vacunos guiados por huasos gritones y entusiastas con una carroza y su cortejo silencioso y triste; de lejos los veía aproximarse, enfrentarse, fundirse y luego separarse, cada uno hacia su inmutable destino’’. * Fragmento de entrevista de Revista Vistazo. Año X, Nº 524.

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María Félix

La actriz que nació dos veces

Con Alex Berger. C M Y K

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uenta la leyenda que María de los Angeles Félix Güereña estaba mirando vidrieras en el Centro Histórico de la Ciudad de México cuando el director Fernando Palacios la abordó y le dijo si le gustaría hacer cine. La respuesta de ella fue característica del poder de sus palabras: “¿Quién le dijo que yo quiero entrar en el cine? Si me da la gana, lo haré; pero cuando yo quiera, y será por la puerta grande”. Y así fue, la película que la hizo llegar fue al lado uno de los máximos actores de esos tiempos: Jorge Negrete, ‘El Peñón de las Animas’ en 1942. María Félix fue una reconocida actriz mexicana que es considerada como la Máxima Diva del cine de oro mexicano. Su sobrenombre, La Doña, fue puesto a partir del filme ‘Doña Bárbara’ en 1943. Pero también se la conoció como ‘María Bonita’ y es justo aquí donde comienza su historia al lado del músico Agustín Lara, quien como regalo de bodas le compuso un vals que lleva el mismo nombre. El poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, fue tal vez quien mejor definió a la actriz, con estas palabras: “María Félix nació dos veces; sus padres la engendraron y después ella se inventó a sí misma; nació como un relámpago que desgarra las sombras”.

María bonita Pese a no ser apuesto, llevar dentadura postiza y tener una gran cicatriz en su cara, el compositor Agustín Lara, fue uno de los mayores rompecorazones de México en el Siglo XX. Durante la grabación de la película ‘Doña Bárbara’, Lara quedó completamente enamorado de María Félix. Desde la primera cita con el trovador, justo cuando se estrenó la película, María se dio a la tarea de conquistar a Agustín, aunque, ciertamente, sin ninguna objeción por parte de él. A los pocos meses ya se veía a la actriz salir todas las mañanas vestida de lo más elegante de la casa del compositor en la calle de Galileo 37, en Polanco, una de las mejores zonas de la Ciudad de

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México. En 1945 decidieron sellar su amor en matrimonio. Escuchar una canción escrita para ella como regalo, hizo que se consagrara internacionalmente y ‘María Bonita’ se convirtiera en el nombre con que se le llegó a conocer en el mundo. Se dice que a cualquier lugar donde ella llegaba, si había músicos, comenzaban a tocar su himno. María siempre le estuvo muy agradecida, en sus propias palabras, era como “un regalo eterno”. La relación tuvo fin en 1947 debido a que Lara era un conquistador nato con miles de admiradoras, muchas amantes. Se llegó a decir que a María la consideró “sólo como trofeo que acrecentaba su hombría”.

Infidelidades La verdadera causa del fin de la relación fue desconocida durante mucho tiempo pero se dice que mientras María y Agustín estaban casados, él aún no había terminado su relación con Raquel Díaz de León una bella joven de familia conservadora que terminó trabajando en la casa de citas de La Bandida, en la colonia Condesa, donde la conoció el compositor. Agustín tenía el descaro de llevar a las dos mujeres a la casa de Polanco, y un día tras una fuerte discusión con María, mientras hacía el amor

con Raquel, la reconocida actriz se presentó gritando y pidiendo que le abrieran. María saltó la puerta de entrada y le suplicó al compositor ‘‘Por favor, Agustín, no me dejes. Perdóname, voy a obedecer en todo lo que tú me digas’”. Lara le contestó: “María, no quiero que hagas estas escenas. Levántate del piso, voy a llevarte a tu casa”. El carácter de María, era vulnerable, pero a partir de esta ocasión nadie más le rompió el corazón y desde ese entonces ella dijo “sólo he sido una mujer con corazón de hombre” y “hay nombres que no los registra la memoria” se piensa que con especial dedicación a Lara. En el quinto aniversario de su muerte se revelaron documentos inéditos en los que ‘la Doña’ define al legendario compositor Agustín Lara como “realmente fabuloso”. En los documentos, Félix calificó a Lara de “un hombre en toda la extensión de la palabra, sexy y buen amante”, pero tuvo que “dejarlo después de seis años de matrimonio, a causa de sus constantes infidelidades”. Para ‘la Doña’, sin embargo, “Enrique Alvarez, padre de mi hijo Quique, fue muy torpe y no me gustó como amante; Jorge Negrete era un hombre bueno y simpático, y solía cantarme acompañándose de una guitarra, mientras yo me bañaba” ◆ 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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La mexicana del mundo M

aría se describió a sí misma como la mexicana del mundo y se convirtió en un ícono de estilo y belleza que muchas mujeres han tratado de imitar pero jamás han logrado igualar. Y es que María Félix tenía un estilo irreverente y sofisticado por naturaleza, sólo a ella se le permitían tales extravagancias como decir “no es suficiente ser bonita hay que aprender a serlo”. Otra de sus grandes frases fue “nosotras las mujeres somos un medio de expresión. Por ejemplo el cabello sobre el ojo nos da un aire picaresco. ¿Y no es cierto que una negra cabellera ayuda a la mujer para mejor expresar su altivez?”. Su carácter era demasiado fuerte y altivo, pero la admiración que se le tenía era tan grande que todo se le perdonaba. La vida de María continuó y llegó a consagrarse como actriz de Hollywood, llegando a hacer un total de 47 películas. Sus actuaciones eran tan buenas y su carácter era tan especial que ella misma se daba el lujo de escoger a los actores que quería junto a ella. María abandonó las pantallas en 1970, pero se dedicó a la vida pública y a una de sus más grandes pasiones: los caballos. Murió, cuando dormía, el 8 de abril de 2002, el día que cumplía 88 años. Su última pareja, el pintor ruso-francés Antoine Tzapoff, estaba en París en ese momento.

Otros amores María Félix y Jorge Negrete se habían conocido varios años antes de enamorarse. María detestó inmediatamente la galantería ganadora de Jorge, pero esa ira tempestuosa escondía una pasión que los arrollaría más tarde. La Doña y Negrete empezaron con el pie izquierdo el rodaje de ‘El peñón de las Animas’ ya que el actor quería el protagónico femenino para su novia de ese momento, Gloria Marín. Lo obtuvo ‘la Félix’ y la antipatía, o el deseo disfrazado, condujo a un enfrentamiento directo entre ambos. Esta no era, sin embargo, la primera vez que se veían y se enfrentaban. Su antipatía venía desde tiempo atrás, cuando

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María Félix y Jorge Negrete. Félix era una muy joven recién casada en Guadalajara. Fue por casualidad a ver la filmación de la película ‘Caminos de Ayer’ y el actor reparó en ella, que lo miraba desde primera fila mientras rodaba una escena. Cuando terminó la misma, Negrete se acercó a la muchacha para ofrecerle hacer películas por su belleza. Ella respondió al requiebro diciendo que estaba casada y él dijo que no le importaba, que no era celoso. “Yo no quiero trabajar en el cine y menos si hay tipos tan majaderos como usted”, así zanjó el tema la futura actriz que no sólo trabajaría en el cine, con tipos tan majaderos como Negrete, sino que se casó con él. Para que llegara ese momento tuvieron que pasar años. María Félix estaba en la Argentina comprometida con el actor Carlos Thompson, pero algo sucedió y la actriz huyó de la boda como la protagonista de ‘Runaway Bride’ tantos años después. Volvió a México y allí la esperaban, al pie del avión, diez mil personas para recibirla después de cuatro años de ausencia. Un hombre llegó a entregarle un ramo de rosas de parte de Negrete, que no había podido ir personalmente a recibirla. “Dice Jorge que está muy feliz que no te hayas casado con el argentino”.

Poco después se reencontraron en un cóctel de bienvenida y a partir de ahí se empezaron a enamorar. Se dice que María Félix tenía loco de amor a Negrete y le pedía canciones en todas partes.

Casamiento La boda fue enorme y multitudinaria con más de cuatrocientos invitados, ochenta fotógrafos y setenta periodistas que transmitieron la boda por radio a toda Latinoamérica. El regalo de bodas de Jorge Negrete fue un espléndido collar de esmeraldas que más adelante provocaría un escándalo. El matrimonio duraría muy poco porque el mito mexicano estaba ya muy enfermo. Dentro de casa, la pareja era muy diferente. Negrete era sencillo, pacífico, tierno aunque apasionado en la intimidad. Como aseguró la actriz en su biografía: “Para él era indispensable guardar silencio. Con él aprendí que no se debe decir nada en la alcoba porque en ese momento de inspiración y con-

fianza las palabras están de sobra y cualquier indiscreción puede ser usada más tarde contra el amante que se fue de la lengua”. Vivían en la Finca de Capiotato, que gozaba de 14.500 metros cuadrados de jardín y seiscientos árboles frutales. Además de árboles María coleccionaba perros callejeros y serpientes de cascabel en el jardín, tenía 80 que le había ido mandando Diego Rivera desde Oaxaca. Mientras disfrutaban de este entorno increíble, la hepatitis de Negrete degeneró en cirrosis. Lo curioso es que es jamás había tomado una copa de alcohol. Su hepatitis era viral y murió poco tiempo después: el 6 de diciembre de 1953. El entierro de Negrete fue tan espectacular como su boda con María. Hubo duelo nacional. David, hermano del difunto, pidió que María Félix devolviera el collar de esmeraldas porque Jorge no lo había pagado. María, después de algunas vueltas y circunloquios decidió pagar el collar y retenerlo ◆

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Algunos hitos de su vida A

los 13 años fue nombrada reina de los estudiantes de la Universidad de Guadalajara.

● Tras el matrimonio con Negrete conoció al empresario francés Alex Berger, quien le propuso matrimonio y vivieron juntos 18 años hasta la muerte de Alex. ● En diciembre de 1981, el amor llegó nuevamente a María y en una cena en París, conoció a Antoine Tzapoff, descendiente de inmigrantes rusos y 20 años menor que ella con quien compartió los últimos años de su vida.

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● Algunos de sus enamorados fueron: Diego Rivera, Carlos Thompson, Jorge Pasquel, Jean Cau, Rosendo Ibarra y Rafael Corcuera. ● María Félix siempre estuvo al tanto de la moda, creándose así un estilo propio que muchas

mujeres trataron de imitar. ● En Europa la vistieron Jean Desses, Christian Dior, Valentino, Chanel, Givenchy, Yves Saint Lauren, Bijan, Balenciaga y muchos otros. La Casa Hèrmes de París le dedicó una doble página a María en un libro que publicó en 1995. ● Su interés por las cosas bellas, insólitas y únicas la motivaron para crear una colección de porcelanas, joyas, tapetes, objetos de plata, libros y una colección de muebles que van desde el siglo XVI hasta el Napoleón III. ● María Félix tuvo muy buenas amigas, como: Frida Kahlo, Eva Perón, Leonor Fini, Collete, Dolores Del Río, Pita Amor, Leonora Carrington y Estela Moctezuma. Todas ellas mujeres talentosas e independientes. También tuvo una lista interminable de personajes famosos y amigos de la aristocracia, política, del medio artístico, así como intelectuales y toreros ◆

SUS PELICULAS 1942.- EL PEÑON DE LAS ANIMAS 1942.- MARIA EUGENIA 1943.- DOÑA BARBARA 1943.- LA CHINA POBLANA 1943.- LA MUJER SIN ALMA 1944.- LA MONJA ALFEREZ 1944.- AMOK 1945.- EL MONJE BLANCO 1945.- VERTIGO 1946.- LA DEVORADORA 1946.- LA MUJER DE TODOS 1946.- ENAMORADA 1947.- LA DIOSA ARRODILLADA 1947.- RIO ESCONDIDO 1947.- ¡QUE DIOS ME PERDONE! 1948.- MACLOVIA 1948.- MARE NOSTRUM (Producción España-Italia)

1949.- DOÑA DIABLA 1949.- UNA MUJER CUALQUIERA (Producción española) 30

1950.- LA NOCHE DEL SABADO

(Producción

española)

1951.- LA CORONA NEGRA

(Couronne noire) (Pro-

ducción Italia, España y Francia)

1951.- MESALINA (Producción Italia y Francia) 1951.- HECHIZO TRAGICO (Incantésimo Trágico)(Producción Italia y Francia) 1952.- LA PASION DESNUDA (Producción Argentina, España e Italia) 1953.- CAMELIA (Producción México y España)

1953.- REPORTAJE 1953.- EL RAPTO 1954.- LA BELLA OTERO (Producción Francia y España)

1954.- FRENCH CAN CAN (producción Francia e Italia) 1955.- LOS HEROES ESTAN FATIGADOS (Héros sont fatigués, Les)

1955.- LA ESCONDIDA 1955.- CANASTA DE CUENTOS MEXICANOS 1955.- LOS HEROES ESTAN FATIGADOS (Pro-

ducción Francia y Alemania)

1 956.- TIZOC (AMOR INDIO) 1957.- FLOR DE MAYO 1957.- FAUSTINA (Producción española) 1958.- MIERCOLES DE CENIZA 1958.- CAFE COLON 1958.- LA CUCARACHA 1958.- LA ESTRELLA VACIA 1959.- SONATAS (Producción México y España) 1959.- LOS AMBICIOSOS (Fièvre monte à El Pao, La) (Producción Francia y México)

1960.- JUANA GALLO 1962.- SI YO FUERA MILLONARIO 1962.- LA BANDIDA 1963.- AMOR Y SEXO (SAFO 63) 1965.- LA VALENTINA 1970.- LA GENERALA 1977.- MEXICO DE MIS AMORES (Película ensayo con fragmentos de películas del cine mexicano, en donde vemos algunas escenas de María Félix) 22 DE DICIEMBRE DE 2013


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