D iccionario
biográfico - estadístico de los matadores de toros españoles olvidados
Ortiz, Antonio “MORITO”
Diestro sevillano del que se desconoce la fecha de su nacimiento e incluso si este se produjo en la capital o en algún pueblo de la provincia. Debió empezar en el oficio en los primeros años de la década de los 90 del siglo XIX, pues en el coso maestrante sevillano se presentó el 25 de junio de 1898, con novillos de Salas, alternando con Barquero y Moreno, lo que supone cierta preparación artística para tanta responsabilidad. El 14 de agosto de 1898 debutó en Madrid con novillos de Francisco Udaeta acompañado en el cartel por Cándido Martínez “Mancheguito” que resultó cogido de gravedad y Alejandro Alvarado “Alvaradito” que escucho palmas en su primero y fue ovacionado en el otro. Por su parte, Morito tuvo una tarde gris según podemos deducir del balance de su actuación: aviso y silencio en el de su presentación y silencio en el otro de su lote, lo que no impidió que torease al día siguiente. Encuentro las crónicas de las corridas debidas a la pluma de Don Hermógenes, en la revista “Sol y Sombra”, de 18 de agosto de 1898, número 70, que transcribo parcialmente por su interés: “El día 14 del actual se celebró en esta plaza una corrida con toros; desecho de tienta y cerrado, de la ganadería de D. Faustino Udaeta, actuando de espadas Cándido Martínez, Mancheguito, Alejandro Alvarado; Alvaradito, y Antonio Ortíz, Morito, nuevo este último en Madrid. Los toros, aunque blandos y de escaso poder, dieron bastante juego, haciendo en varas una pelea regular, exceptuando el sexto, que desde luego mostró tendencias á la fuga, tomando de refilón los puyazos de reglamento para librarse del fuego. Los mejores, primero y segundo. (...) Morito hizo su debut con el toro tercero, empleando un trasteo en que reveló tanto valor como ignorancia, para terminar con un pinchazo delantero barrenando, otro bajo y un descabello. La faena que hizo con el sexto y los numerosos pinchazos y estocadas que hubo de recetarle para conseguir que el bicho doblara, nos confirmó en el juicio que del novel matador formamos en el toro anterior que le correspondió matar. Valiente, y nada más. Los picadores, mal. No se puso una buena vara en toda la tarde. Los banderilleros, cumplieron, sin excederse. Bregando, Currinche. Los matadores, en quites, muy oportunos y trabajadores, adornándose y cosechando aplausos. El segundo toro envió á la enfermería al picador Naranjero, con una luxación en la primera falange del dedo gordo del pie izquierdo. La presidencia, acertada. La entrada, mediana. Con menos entrada que la tarde anterior”. Sin embargo, como hemos podido apreciar, pese a que el resultado artístico no
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