Revista digital de Estudios del Patrimonio Cultural Edita SERCAM, Servicios Culturales y Ambientales, S.C. Acceso gratuito en: www.sercam.es Nº 01. Junio de 2008. ISNN: 1988-8015 Consejo editorial: Alicia Gómez Pérez, Pedro Javier Cruz Sánchez y Roberto Losa Hernández Contacto: info@sercam.es
Foto portada: Tumba tardorromana del Soto de Tovilla excavada en el año 2004. SERCAM, S.C. Foto contraportada: Escarigo, Portugal. 2007. Cortesía del Colectivo Mâcres.
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ÍNDICE EDITORIAL
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J. Álvaro Arranz Mínguez ETNOGRAFÍA A propósito de algunos rituales mortuorios relacionados con la sal.
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Pedro Javier Cruz Sánchez ARQUEOLOGÍA Federico Wattenberg Sampere.
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Eloisa Wattenberg García La necrópolis tardorromana del Soto de Tovilla (Tudela de Duero, Valladolid)
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Eva Mª Martín Rodríguez y Diego San Gregorio Hernández La Exposición “Pinturas murales de Almenara-Puras: técnica, arte y suntuosidad”: nuevas aportaciones para el estudio de la pintura mural de la Villa Romana de Almenara-Puras (Valladolid).
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M. Sánchez Simón, C. García Merino y M. Burón Álvarez INTERPRETACIÓN DE PATRIMONIO El proceso de dinamización turística de Peñafiel (Valladolid).
45
Amparo Recio Pérez y Noemí Solís Gutiérrez FRAGMENTOS ESGOGIDOS Viaje de estudios a Grecia, 1934.
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J. Álvaro Arranz Mínguez
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EDITORIAL J. Álvaro Arranz Mínguez
S
egundo número de la Revista de Estudios del Patrimonio Cultural. Lenta y trabajosamente vamos consolidando nuestra apuesta por la difusión del rico y
variado patrimonio que nos viene legado del pasado. Un pasado que intentamos descubriros desde la óptica de la investigación y la divulgación, desde nuestro entusiasmo y desde nuestro conocimiento. En esta ocasión contamos con la firma invitada de Eloisa Wattenberg García, directora del Museo de Valladolid y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, a la que hemos solicitado ‘unas palabras’ sobre Federico Wattenberg Sempere, su padre. Leyendo el manuscrito, que reproducimos íntegramente en las páginas siguientes, me asalta un interrogante un tanto… inquietante. ¿Qué ocurre a los arqueólogos formados en la Universidad de Valladolid con F. Wattenberg? Federico, que falleció en 1967, se ha convertido en una figura mítica de la arqueología castellano y leonesa gracias sobre todo a su magnífico estudio sobre el celtiberismo y la romanización de la cuenca media del Duero, aquella Región Vaccea publicada en
1959, hace exactamente cuarenta y nueve años. No es este el lugar para revisar el trabajo sino para reivindicar la figura de su autor. Y repito la pregunta que formulaba líneas arriba ¿qué
3
nos pasa a los arqueólogos de la UVA con Federico Wattenberg? Como reflexión personal de alguien que no tuvo la suerte de conocerlo pero sí de estudiar su obra, creo, repito y subrayo que Wattenberg se ha convertido en una figura mítica de nuestra particular arqueología, dando vida y poniendo rostro a uno de esos ‘enigmáticos’ pueblos prerromanos que habitaron la meseta castellana. Tibio homenaje se le rindió con la publicación del libro Arqueología Vaccea. Estudios sobre el mundo prerromano en la cuenca media del Duero en 1993 coincidiendo con el veinticinco aniversario de su fallecimiento. Pero no es suficiente o, por lo menos todos los que hacemos esta Revista, creemos que no es suficiente. En una época de marcada precariedad D. Federico tuvo la valentía de iniciar y culminar un trabajo de muy amplias miras, donde el territorio primaba sobre la particularidad de un yacimiento arqueológico concreto que, quizá, hubiera sido lo más ‘cómodo’. Debemos sentirnos orgullosos de los que nos precedieron, de los que nos abrieron caminos en esta dura disciplina. Debemos, de una vez por todas, aprender a valorar su trabajo en la justa medida y deberíamos agradecer de algún modo su contribución a nuestra formación. A Federico Wattenberg le debemos algo más que varias líneas de agradecimiento en una publicación. El 2009, coincidiendo con el cincuenta aniversario de La Región Vaccea, es un buen momento para comenzar a enmendarnos.
Junio 2008
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A PROPÓSITO DE ALGUNOS RITUALES MORTUORIOS RELACIONADOS CON LA SAL Pedro Javier Cruz Sánchez
RESUMEN: Tratan las páginas que siguen a estas líneas una particular manifestación funeraria practicada hasta hace poco más de un siglo; nos referimos concretamente al ritual de realizar ofrendas de sal el cual entronca con ciertas prácticas nacidas con el surgimiento del Cristianismo. Efectuadas con un claro sentido profiláctico –se evitaba que se hinchase el cadáver durante la estancia del cadáver en el velatorio-, la tradición popular ha puesto en evidencia la existencia de ciertas creencias que relacionan la colocación de sal con la expulsión del maligno del cuerpo fallecido. PALABRAS CLAVE: Prácticas funerarias; sal; platos con ofrendas.
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A
puntábamos en el primero de los números de esta revista, al hilo de un artículo que escribíamos sobre el conjunto cerámico hallado en la iglesia parroquial de San Bartolomé de Basardilla (Segovia), la existencia de posibles ofrendas mortuorias de
sal que en el registro arqueológico, aún poco conocido y escasamente estudiado, contenidas en
platos o cuencos que presentan, por lo común, con la superficie vidriada. Conocemos algunos depósitos de estos tipos cerámicos aparecidos en algunas iglesias castellano-leonesas (en Valladolid en Urueña, en la zona de Aranda de Duero, en la zamorana localidad de Castroverde de Campos o en la segoviana de Basardilla, entre otras), generalmente arrojados en boquetes situados a las afueras del templo o, eventualmente, en determinadas estancias dentro del mismo. Todos ellos no han podido ser interpretados hasta la fecha de forma correcta de ahí que se hayan dado numerosas interpretaciones, aunque en la actualidad priman aquellas que los relacionan con ciertas ofrendas funerarias. No ha sido hasta fecha reciente el momento en que algunas de estas ofrendas fúnebres y en especial las que tienen como protagonista a los platos de loza, se han interpretado como elementos de un ritual relacionado con la sal1, ritual que se encuentra bien documentado en el mundo de la tradición cristiana, tal y como nos lo recuerda el conocido versículo del Levítico2. Las notas que presentamos en la siguientes páginas no tienen más intención que realizar un sucinto repaso al tema de la ofrendas funerarias de sal a través de unos pocos ejemplos que hemos recogido a lo largo de la geografía peninsular y que nos habrán de dar pie a plantear una serie de hipótesis relativas a la diversidad de rituales mortuorios existentes en el mundo tradicional en cuya génesis encontramos tanto elementos de carácter profano como otros derivados directamente del mundo cristiano. A nadie se le escapa la importancia que ha tenido y tiene la sal para los seres vivos, sobre todo para su propia supervivencia; a lo largo de la Historia el hombre ha sentido la necesidad fisiológica de este elemento para el desarrollo de la vida cotidiana. Utilizada como condimento pero también como valor de cambio, la sal forma parte indisoluble de su existencia. Y es que este elemento químico que aparece en la naturaleza como un compuesto formado por cloruro de sodio juega en la cultura del hombre un papel fundamental por motivos tan diversos como son el alimenticio, la sal aparte de condimento sirve para conservar los alimentos, sirve como valor de cambio en los mercados primitivos y asociado a ello como un elemento simbólico
1
Dacosta, A., Gómez Lacort,E. y Porro C. A. (Coords.). (2004): Museo Etnográfico de Castilla y León: 230-231. Urueña.
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“Y sazonarás toda ofrenda de tu presente con sal; y no harás que falte jamás de tu presente la sal de la alianza de Dios: en toda
ofrenda tuya ofrecerás sal” (Levítico, 2. 13).
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y de poder3. A este respecto, es necesario recordar como desde la Prehistoria Reciente y más concretamente en los primeros compases de la Edad del Bronce la sal sirvió, entre otras cosas, para afianzar sistemas de redes comerciales y clientelas tal y como ha permitido atisbar a Delibes, Viñé y Salvador4 al hilo del documento de Santioste de la localidad zamorana de Otero de los Sariegos, en el que se pudo documentar en su día una factoría dedicada a la producción y presunta comercialización de tortas de sal en los albores del III Milenio A. C. La sal, dentro del mundo de las creencias, cuenta a su vez con un elevado significado simbólico que desde tiempos del Cristianismo primitivo se recoge en numerosos pasajes de la Biblia; así Mateo expresa que “vosotros sois la sal de la tierra” (Mateo 5, 13-16). Los diferentes tratados relativos al significado de los símbolos, otorgan a la sal un significado como fuente de la vida pero también de la muerte. Su símbolo se ha aplicado tradicionalmente
a las
transmutaciones tanto físicas como morales del cuerpo humano; la sal en sentido metafórico es el lecho. Desde el punto de vista espagírico la sal es aquel cuerpo seco que protege a las mezclas de la putrefacción, a la vez que posee poderes para disolver, aglutinar, limpiar y evacuar. Es importante indicar como los principales estudiosos de los símbolos (cf. Cirlot, Poisson, entre otros) señalan como el alimento que supone la sal es evocado en la liturgia del bautismo, como símbolo del alimento del alma; entre los hebreos la sal de la sabiduría es un elemento ritual importante tal y como lo muestra el hecho de que todas las víctimas eran consagradas por el vínculo de la sal. La sal, como vemos, aparece en numerosos rituales tanto del mundo cristiano como de otras religiones. Muchos de los que han llegado hasta nuestros días encuentran su origen en los primeros compases del Cristianismo y aparecen mezclados, igual que ha ocurrido con un buen número de prácticas religiosas vigentes hasta no hace mucho tiempo, con elementos profanos hasta tal punto que se produce una simbiosis que a veces resulta difícil de deslindar. El bautismo como apuntábamos líneas atrás, ofrece buenos ejemplos de ello; dentro de este rito ha sido práctica común en muchas culturas poner un poco de sal en la lengua del bautizado como señal de bienvenida del nuevo miembro a la comunidad. El componente salino se nos muestra como un elemento fundamental en buena parte de los rituales de las ofrendas tanto de carácter cristiano como de otro tipo. En época del Cristianismo primitivo todas las ofrendas que se practicaban bien fueran de animales, de comida o cualquier otro tipo, debían de ser sazonadas con sal, ya que ésta simbolizaba el amor 3 4
Service, E. R. (1984): Los orígenes del Estado y de la civilización. Madrid. Delibes de Castro, G., Viñé Escartín, A. y Salvador Velasco, M. (1998): “Santioste, una factoría salinera de los inicios de la Edad
del Bronce en Otero de Sariegos (Zamora)”, en Delibes de Castro, G. (Coord.). Minerales y metales en la Prehistoria Reciente. Algunos testimonios de su explotación y laboreo en la Península Iberica: 155-198. Studia Archaeologica 88: 182-183. Valladolid.
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de Dios por su pueblo; la sal se convierte en un componente aséptico que implica durabilidad, fidelidad o amistad y pureza. Nos ofrece Carro Gorgojo5 numerosas notas acerca de estos significados, de ahí que no incidamos más en el tema. Existen además no pocas supersticiones acerca de la misma, sobre todo en lo referente al archiconocido mito de origen medieval de derramar sal en la mesa, el cual encuentra su origen en el alto valor de la misma, por lo que se consideraba verterla y desperdiciarla como señal de mal augurio6. Las creencias populares respecto a la sal se acrecientan durante la Edad Media y han perdurado prácticamente hasta nuestros días. A causa de una propiedad suya, la estabilidad, la sal era considerada como emblema de perdurabilidad, de eternidad e inmortalidad, de ahí derivó la creencia, tan arraigada, de que el diablo detestaba la sal; se la consideraba, por tanto, con poderes sobrenaturales y por esta misma razón se la relacionó desde un principio con procedimientos mágicos en la que su función primordial era el apartar las negativas influencias de los espíritus malignos. Tal y como apuntara Jones a principios del siglo pasado existe una creencia casi universal por la cual la sal es tradicionalmente detestada por los demonios, hecho que se ha utilizado a lo largo de los siglos contra brujas, diablos, magos, contra el mal de ojo o contra la generalidad de las influencias negativas, tal y como nos expone Carro7. Vemos pues como la sal cuenta, dentro del mundo de las creencias, con dos significados principales: el profiláctico y el protector, estrechamente unidos ambos al concepto de incorruptibilidad y de cual se constatan numerosos ejemplos, tal y como vamos a tener oportunidad de comprobar en las páginas que siguen a continuación. Algunos rituales funerarios con la sal como protagonista en la cultura tradicional. Tal y como señalara en su día Carmen Padilla, la cerámica acompaña al hombre de una u otra forma desde el nacimiento hasta la muerte; desde las etapas más antiguas de la Prehistoria hasta el Cristianismo, el muerto se solía acompañar de recipientes cerámicos, unas vez como contenedores de comida para el último viaje o de viandas para las divinidades, otras incluso como piezas que acogían al cadáver, tal y como ocurre en la Cultura de El Argar o la Ibérica, ambas propias del mediodía peninsular. Se marca una inflexión con la llegada del Cristianismo, donde la práctica de la ofrenda (sobre todo la de comida) pierde importancia en detrimento de otras más espirituales y menos materiales. No obstante, este valor de la comida simbólica no se perdió tal y como podemos observar en multitud de rituales (de Cofradías, de
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Carro Gorgojo, A. (1998): “La sal: ¿mito o superstición?”, Revista de Folklore, 214: 125. Valladolid.
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Ibidem, 126.
7
Ibidem, 126.
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Hermandades, funerarios) que han perdurado hasta nuestros días. La cerámica queda pues relegada a un segundo plano dentro del ritual funerario8. Aún así han llegado hasta nosotros un buen cúmulo de prácticas y rituales en los que juega un papel importante. Así recoge Padilla Montoya una costumbre del Pirineo oscense (Bandaliés), en la que se elaboraban un tipo de tejas denominadas de cerrillo las cuales llevaban una serie de dibujos y se colocaban como cerramiento del tejado; cuando alguien fallecía en la casa se retiraba esta teja especial con la creencia de que gracias a esta acción se dejaba salir el alma del finado9; lo mismo documentó en su día Hoyos Sanz en el País Vasco10. Dentro del complejo entramado que se puede urdir entre el mundo de la muerte y la cerámica, podemos apuntar la existencia de un especial tipo de piezas destinadas casi con carácter de exclusividad al mundo de los difuntos. Destacamos, en primero lugar, las denominadas ollas de entierro alambradas de Bardaliés (Huesca), vidriadas en negro y utilizadas para hacer la comida el día del velatorio11. En Extremadura, por su parte, ha sido una práctica bastante común hasta nuestros días en los entierros y procesiones de ánimas llevar cántaros con luces tal y como señalara en su día Guadalupe González-Hontoria12. Existe, por su parte, la tradición de colocar el día de difuntos una cazuela de barro con agua y aceite y dentro una lamparilla, una por difunto, tradición que Gómez Bueno13 en 1802 recoge en sus Instrucciones mortuorias o reglas para los enterramientos y funerales según el ritual de la Iglesia Católica: “Manda el ritual que el cuerpo del difunto tenga luces; y aunque al principio el uso de ellas empezó por necesidad, a causa de hacerse los entierros de noche en tiempos de las persecuciones de la Iglesia, después pasó a ceremonia, y a tener una mística significación…”. Ha sido práctica habitual la presencia en los cementerios de cerámicas funerarias, colocadas encima de cada tumba, como elemento indicativo de aquella; son muy comunes estos jarros de cementerio en Castilla-La Mancha, como los que se fabricaban en la localidad albaceteña de Tabarra, los cuales adoptaban la forma de un jarrito de forma troncocónica,
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Padilla Montoya, C. (1987): “La cerámica funeraria de algunos centros alfareros”, en Etnología y Tradiciones Populares (IV
Congreso Nacional de Artes y Costumbres Populares, Zaragoza-Calatayud, 21-24 de abril de 1983), tomo II: 310. Zaragoza. 9 10
Ibidem, 310. Hoyos Sanz, N. (1944-1945): “Folklore español del culto a los muertos”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, tomo
1, cuaderno 1. Madrid. 11
Padilla, op. cit, 311.
12
González-Hontoria, G. (1982): “El nacimiento, el matrimonio y la muerte en Badajoz”, Narria 25-26: 35. Universidad Autónoma de
Madrid. Madrid. 13
Gómez Bueno, A. (1802): Instrucciones mortuorias o reglas para los enterramientos y funerales según el ritual de la Iglesia
Católica: 17-18. Madrid.
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vidriado en tonos amarillentos y decorados por medio de trazos que forman una especie de sencilla cruz que destaca sobre el fondo claro14. La sal es un elemento purificador, como hemos visto, y aparece asociada en bastantes prácticas rituales funerarias del ámbito cristiano. En México, cuyas prácticas muestran una innegable mezcolanza entre la religiosidad cristiana y la indígena, la sal sirve para que el cuerpo, una vez desprovisto de vida, no se corrompa en su viaje de ida y vuelta. En otros puntos de Iberoamérica es práctica común que el día de difuntos se coloque un plato con sal bien sobre el cadáver bien sobre la sepultura. Se persigue con esta práctica la purificación de cuerpo pero también el evitar la corrupción del mismo y, por fin, la defensa contra el maligno. Las tradiciones relativas a la sal como antídoto contra los malos espíritus son también numerosas en algunos puntos de Europa, donde encontramos prácticas muy similares a aquellas mejicanas y más aún, a las que se pueden documentar en la Península Ibérica por doquier. Volviendo al norte de Europa, en Escocia y en el sur del País de Gales se ha documentado la tradición de que cuando moría un pobre se colocaba sobre su cuerpo un plato con sal y se clavaba sobre ésta un cerillo o bujía encendida con la creencia de que así se prevenía la mala suerte15. El tratamiento que se ha dado a la muerte en la sociedad tradicional no parece haber diferido de la que se constata desde la Antigüedad; viene dado además por las evidentes desigualdades sociales que existen desde el nacimiento de las sociedades complejas. Así es como se documenta todo un ritual diferenciado y estipulado que comienza con la agonía del enfermo, el tratamiento del cadáver, la conducción del mismo al cementerio, el sepelio o la memoria del mismo a lo largo del tiempo; todo ello conducente a alcanzar la buena muerte que propugnaran Philippe Ariés y Michel Vovelle en su ya clásicos trabajos16. Dentro del, a veces, complejo ritual de preparación del cadáver para su viaje final encontramos una serie de prácticas pautadas que podemos rastrear en los diferentes Sínodos: extremaunción, viático, velatorio, colocación en las andas, misas y añales, etc. todas ellas efectuadas bajo un estricto orden preestablecido17 y aprendido a lo largo de los siglos a las que 14
Padilla, op. cit. 312. González-Hontoria y Allendesalazar, G. (1991): El arte popular en el ciclo de la vida humana. Nacimiento,
matrimonio y muerte. Madrid. 15 16
Carro, op. cit. 128. Ariès, P. La muerte en Occidente, Argos Vergara; Barcelona, 1982, y del mismo autor El hombre ante la muerte. Taurus
Humanidades; Madrid, 1987; Vovelle, M. La mort et l’Occident de 1300 a nos jours. Gallimard et Pentheon; París, 1983. 17
Por ejemplo la constitución 44 del Sínodo de Salamanca de 1497 estipulaba los gastos que los herederos y testamentarios pueden
hacer por los difuntos controlando los gastos excesivos en las ofrendas “Otrosi, ordenamos e mandamos que en los dichos enterramientos no se pongan corros de cera, como solía, por ninguna persona, hombre ni muger defuncto, ni se quema otra cera, salvo la de las Cofradías que fueren llamadas, e los cirios de dos tablas, e no mas”; sin embargo, en la práctica esta prescripción no llegó a tener efecto. García y García, A. (Ed.): Synodicon Hispanum IV. Ciudad Rodrigo, Salamanca y Zamora. Biblioteca de Autores Cristianos: 403. Madrid.
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cabría sumar otras, menos oficiales, que vendrían a entroncar con aquellas otras que hunden sus raíces en ancestrales creencias profanas; se suman en todas ellas, como hemos apuntado en páginas atrás, la necesidad de conjugar la profilaxis con la expulsión del demonio del cuerpo del difunto. Colocar platos de sal sobre el cadáver ha sido pues, práctica habitual en todas las regiones españolas; igualmente era muy frecuente colocar unas tijeras abiertas formando una cruz sobre aquel, tal y como ocurre desde el País Vasco hasta Andalucía, pasando por las regiones centrales o incluso los celebres panes rituales analizados en su día por Llompart18 o González Casarrubios19, entre otros. En varias localidades del País Vasco (Amezaga, Bernedo, Zerain, Mélida, Alló…) fue práctica común hasta principios del siglo pasado colocar un plato con sal sobre el cadáver con la finalidad de que el cuerpo no se hinchase. La encuesta allí realizada para el Atlas Etnográfico Vasco ofrece datos tan interesantes como el que se recogen en estas y otras localidades en las que se precisaba que este plato lleno de sal debía de ser de loza y no de metal teniendo que ser retirado junto antes de introducir el cadáver en la caja. Con este mismo fin en algunas localidades también se colocaba sobre el difunto unas tijeras abiertas en forma de cruz, tal y como hemos apuntado anteriormente, con la misma finalidad que el plato con sal. En la localidad de Llodio este plato se sustituía por un saquito con sal que se introducía en el féretro20. Si bien es común constatar cómo el plato con sal se colocaba ordinariamente encima del pecho del finado, en algunas partes se colocaba debajo de la cama, sobre todo en verano con el fin de se corrompiese el cuerpo del muerto con la evidente rapidez que supone la estación calurosa21. En tierras toledanas y conquenses era práctica habitual colocar sobre el pecho del difunto unas tijeras de costra abiertas en cruz con las puntas apuntando a los pies; se hacía de esta forma, según las personas de mayor edad encuestadas, para evitar que el cuerpo se hinchase. Por su parte, en San Clemente (Cuenca), además de las tijeras se colocaba un plato con sal con la misma finalidad22. No es lugar éste para efectuar un análisis del significado de las cruces en la tradición cristiana, no obstante hemos de apuntar que resulta un elemento omnipresente en todos los rituales de carácter religioso documentados en nuestra cultura; 18
Llompart, G. (1965): “Pan sobre la tumba”, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, tomo XXI, cuadernos 1 y 2.
Madrid. 19
González Casarrubios, C. (1977): “Panes rituales toledanos”, Etnografía y Tradiciones Populares. III Congreso Nacional de Artes
y Costumbre Populares (Palma de Mallorca, 16-19 de enero de 1975): 149-158. Zaragoza. 20
VV.AA. (1995): Atlas Etnográfico de Vasconia. Ritos funerarios en Vasconia: 205. Bilbao.
21
Flores Arroyuelo, F. J. (2002): Diccionario de supersticiones y creencias populares: 260-261. Alianza editorial. Madrid.
22
VV.AA. (2005a): El ciclo de la vida. Paisajes y Rutas del Quijote: 113-114. Toledo.
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Gómez Bueno refería al respecto que23 “La práctica de ponerle a los difuntos Cristianos la santa cruz en las manos, o en sus sepulcros, y Cementerios, ya sean de escultura, ya pintadas, o de cualquier modo hechas, además de servir de insignia de nuestra fe y religión, también es, según muchos autores para testificar los beneficios que hemos recibido por medio de este sagrado leño (…)”. Guadalupe González-Hontoria nos ofrece, por su parte, un interesante dato relativo a estos platos, algunos de los cuales se conservan en el Museo Etnográfico de la localidad albaceteña de La Roda; describe esta autora la presencia de “unos curiosos platos mortuorios de cerámica vidriada blanca y azul, de probable factura turolense, que se ponían con sal sobre el vientre de los difuntos para que no se hinchasen, mientras se encontraban en la iglesia en las honras fúnebres. Luego se dejaban allí en la iglesia, donde llegó a haber grandes cantidades, abandonados”. Estos platos muestran flores azules sobre un vidriado blanco de fondo24. A veces el plato con sal se sustituía por otras sustancias; así en Sierra Mágina al cadáver se le colocaba junto con las tijeras abiertas en cruz un limón con clavu (clavo) para evitar la putrefacción y el mal olor que desprende de la descomposición25. En otras regiones, por el contrario, el amortajamiento cobra un sentido especial al crearse una escenografía un tanto especial, macabra; en Extremadura se colocaba a los pies y alrededor de la cama con el finado velas y candiles, hecho que reforzaba una imagen tétrica de la habitación. Encima de las rodillas se colocaba un crucifijo o rosario y el distintivo de la Cofradía a la que pertenecía en vida y sobre el pecho un plato lleno de sal. En la parte septentrional de la región se creía que la sal impedía que el cuerpo se hinchase y se descompusiese. Al sur del Tajo, por el contrario, se nos da otra razón muy distinta: la presencia de sal sobre el cuerpo hacía que el demonio que ronda por las proximidades del mismo acechando su alma huyese de allí26. Esta misma interpretación otorga Amades en relación a la presencia de platos de sal en contextos funerarios de Cataluña, el cual asegura que la sal ahuyenta al diablo y a los malos espíritus, aquella los esquiva y a la vez salva el alma al difunto27. En nuestra región, no son muchas las noticias que hemos podido recoger de esta práctica tradicional. Hemos de recordar otra vez que en el Museo Etnográfico de Castilla y León sito en Zamora se exponen una serie de platos de loza salidos de los alfares salmantinos
23
Gómez Bueno, op. cit. 50.
24
González Hontoria, 1991, op. cit. 146.
25
López Pegalajar, M. (2002): “Ritos de nacimiento y muerte en Sierra Mágina”, Sumuntán 17: 103. Cádiz.
26
VV.AA. (1989): “La cultura popular funeraria en Cáceres”, en Marcos Arévalo, J. y Rodríguez Becerra, S. (Coords.). Antropología
Cultural en Extremadura: 377-379. Mérida. 27
Amades, J. (1937): Le mort, costums e creences: 27. Barcelona.
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de la calle Olleros, propios de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con motivos vegetales similares a los que Guadalupe González-Hontoria describió en su momento, los cuales aparecen catalogados como platos propios de las ofrendas de sal, aunque no se precisa más al respecto28.
En Fuentepelayo, localidad segoviana no muy lejana de Basardilla, se constata la tradición de que si el cadáver es de mujer y la causa de la muerte es el sobreparto o las enfermedades propias del puerperio, se colocaba sobre el abdomen un plato lleno de sal para que no se hinchase el cuerpo; se tenía sobre el cadáver hasta la hora del entierro29. Observamos como se constata en toda la Península Ibérica es muy frecuente la presencia de cerámicas bien en el momento de la defunción bien en el día de difuntos, momento en el que desde la Edad Media se realizaban los añales, consistentes en la realización de ofrendas en memoria de los difuntos, bien bajo la forma de misas y novenas, bien bajo la forma de ofrendas de comida o bebida, así como de cera y aceite. Es en este contexto en el que podemos situar los denominados platos de ánimas, de los que tenemos un magnífico ejemplar en el Museo Numantino de Soria30,del siglo XIX y salido de los alfares de Almazán, el cual muestra una sencilla decoración geométrica en azul sobre el vidriado blanco del fondo bajo el cual aparece la palabra ANIMAS. Difiere este tipo de los modelos que presuntamente contuvieron las ofrendas de sal; las piezas que rescatamos en el depósito de San Bartolomé de Basardilla muestran una decoración basada en unas representaciones vegetales notablemente 28
Dacosta, Gómez y Porro, op. cit. 230-231.
29
Herrero Gómez, G. y Merino Arroyo, A. (1996): Costumbres populares segovianas de Nacimiento, Matrimonio y Muerte (Encesta
del Ateneo, 1901-1902). Segovia. 30
Bellido Blanco, A. (2006): Catálogo temático de los fondos etnográficos del Museo Numantino. Estudios y Catálogos, nº 15: 242.
Junta de Castilla y León. Valladolid.
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esquemáticas que asemejan palmas; este tipo de decoraciones son muy comunes dentro de la alfarería popular peninsular de los siglos XVIII y XIX. Trasunto seguramente simplificado de los motivos talaveranos de la serie de los helechos, propios éstos del siglo XVI-XVII, este tipo de decoraciones a veces acogidos dentro de una serie que en ciertas ocasiones se ha denominado del plantón y que los encontramos en ambientes monásticos31, funerarios32 o en el servicio de mesa33. Si bien no podemos determinar hasta qué punto este tipo de decoraciones – los motivos vegetales y más concretamente la palma34- tuvo en la sociedad tradicional del siglo XVIII relación con el mundo funerario, lo que si que parece claro es que fue una producción que se destinó en buena medida a estos menesteres; y no ya los tipos cerámicos, que también los encontramos en otros contextos, sino sobre todo el tema decorativo si atendemos al hecho de que tanto algunos de los platos recogidos en la iglesia de San Bartolomé de Basardilla como los de la iglesia de Santa Eulalia de Palenzuela (Palencia)35, todos ellos de la serie Tricolor de Talavera muestran curiosamente este motivo vegetal y no otro. En fin, dejamos para el futuro esta y otras cuestiones relativas a las ofrendas de sal, tema que habrá de incidir necesariamente en la consulta de la documentación y en especial de los Protocolos Notariales, los cuales ofrecen valiosas informaciones relativas a éstos y otros temas relacionados con el mundo de la muerte36, aquí apenas tratados.
31
Moreda Blanco, J.; Martín Montes, M. A.; Fernández Nanclares, A. y González Fernández, Mª L. (1998): El Monasterio de San
Benito el Real y Valladolid. Arqueología e Historia: 97. Ayuntamiento de Valladolid. Valladolid. 32
Cruz Sánchez, P. J. (2008): “Un interesante conjunto cerámico del siglo XVIII procedente de la Iglesia de San Bartolomé de
Basardilla (Segovia)”, Estudios del Patrimonio Cultural, nº 00: 32-47. Valladolid. 33
VV.AA. (2005b): Ficción y realidad en el Siglo de Oro. El Quijote a través de la Arqueología: 146-148. Madrid.
34
Aunque es curioso como Jung la interpreta como símbolo de las ánimas.
35
Sercam (2006): Informe de la intervención en la iglesia de Santa Eulalia de Palenzuela (Palencia). IV Fase. Informe inédito
depositado en el Servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León de Palencia. Valladolid. 36
Baldo, J. A, García de la Barbolla, A. y Pavón, J. (2005): “Registrar la muerte (1381-1512). Un análisis de testamentos y mandas pías
contenidos en los protocolos notariales navarros”, en Hispania. Revista Española de Historia, vol. LXV nº 219: 155-226. Madrid.
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FEDERICO WATTENBERG SAMPERE Eloisa Wattenberg García
F
ederico Wattenberg Sanpere nació en Valladolid, en 1923. Su infancia, con sus padres María y Franz, transcurrió entre España y Alemania, pero su nacionalidad, por elección, fue española.
En Valladolid cursó el bachillerato en el Colegio de San José y de ahí pasó a la
Universidad, a la Facultad de Historia, donde fue alumno de don Cayetano Mergelina, catedrático de Arqueología, con él que trabajó en la Cátedra y en el Seminario de Estudios de Arte y Arqueología. Sus primeros pasos en la arqueología de campo, fueron de la mano de Gratiniano Nieto, por entonces profesor auxiliar de la Cátedra, con quien asistió a las excavaciones que Mergelina dirigía en Cabecico del Tesoro, en Murcia. Luego, en los años 1946 y 1947, con Miguel Angel García Guinea, fue a Ampurias para participar en los trabajos que durante el verano dirigía el profesor Martín Almagro Basch, quien manifestó entonces su satisfacción al considerarles representantes del núcleo vivo de arqueólogos que Mergelina había logrado reunir en la Universidad de Valladolid. Aquellas estancias en Ampurias influyeron definitivamente en su formación, pues tuvo entonces la oportunidad de conocer y tratar a muchas personalidades del campo de la
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Arqueología, particularmente en el año 1947 cuando, en el mes de Septiembre, se celebró el Congreso que organizó Martín Almagro, al que asistieron figuras tan destacadas como Adolf Schulten; Pericot, García Bellido, Nino Lamboglia, Taracena, Tarradell, Durán Sanpere, o el Marqués de Lozoya, entre otros muchos. Debió de ser entonces cuando decidió plantearse su tesis doctoral, barajando temas como el mudéjar, Iglesias rupestres de España, Pintura mural castellana o la cerámica visigoda, temas todos que pasaron a segundo plano cuando conversó con Schulten y con Almagro sobre los pueblos celtas que llegaron a la meseta norte peninsular. Así, después de los amplios estudios de Adolf Schulten, La Región Vaccea resumiría años más tarde lo que en definitiva fue, en su momento, una investigación exhaustiva acerca del pueblo vacceo, una obra que constituyó la base de su quehacer como arqueólogo. Su interés por el mundo romano y los pueblos indígenas de la meseta norte le hicieron dedicarse a un proyecto de estudios estratigráficos en los poblados celtibéricos y sobre las calzadas y vestigios romanos de la provincia de Valladolid, siendo becado para ello por la Asociación Universitaria. Al tiempo colaboró simultáneamente con el Museo Arqueológico Provincial y con su Director, Saturnino Rivera Manescau, tomó parte en las excavaciones que en distintos años se realizaron en la Granja Escuela José Antonio, en Valladolid. A raíz de estos trabajos, fue nombrado Secretario de la Junta Provincial de Excavaciones y Colaborador de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas. Ya casado, desde 1949, mi madre le acompañó en muchos de sus trabajos y por ella se que, para el trabajo de su tesis, realizaban viajes de “prospección” en un coche alquilado del Parque Móvil de Ministerios Civiles. Y así o de cualquier otra forma, recorrió mi padre su tierra de Norte a Sur y de Este a Oeste para conocer a fondo cualquier testimonio material o rincón donde se traslucía una antigua cultura indígena y se mantenían viejas tradiciones en la formas de vida. En 1958, como becario propuesto por la Cátedra de Arqueología, que ya en aquel momento ocupaba el profesor Pedro de Palol, asistió en Italia al “Corsi di Cultura sull´arte ravennate e bizantina”, en Ravenna. Luego fue becario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, desde 1959 a 1962 y más tarde de la Fundación Juan March para realizar estudios sobre las cerámicas de Numancia, estudios que le llevaron a especializarse en los problemas numantinos y a dirigir las excavaciones que en ese yacimiento se realizaron para revisar la cronología numantina. Las cerámicas indígenas de Numancia fue el libro que recogió los resultados de estos trabajos, dedicados con preferencia a la investigación sobre los materiales cerámicos para fijar definitivamente una cronología razonada, no sólo de la historia de la ciudad, sino de los orígenes de las cerámicas indígenas.
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En los años 1961 y 1963 intervino en las excavaciones del Soto de Medinilla, concretamente en un área de este yacimiento correspondiente a niveles de la Segunda Edad del Hierro, de cultura vaccea, que fue recogida, en parte, en su tesis doctoral y cuyos resultados, en original inédito, se conserva en el Museo de Valladolid. En la Universidad de Valladolid fue miembro del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología desde 1944 y Profesor Ayudante de Arqueología desde 1946. Más tarde recibió el nombramiento de encargado de Curso y Cátedra de Geografía y en 1960 obtuvo por oposición la Adjuntía de Arqueología. Pero su quehacer dentro del ambiente universitario fue muy variado y entre otros cargos ocupó la Secretaría del Colegio Mayor universitario Santa Cruz. Con el Colegio Mayor siempre mantuvo una especial vinculación que fue reconocida cuando, a título póstumo, fue elegido Colegial de Honor y que se mantiene viva en el gran mural que pintó en su salón de actos en 1961, en el que retrató a numerosos personajes de la vida universitaria de aquella época. También desempeñó la Secretaría de los Estudios para Extranjeros que se iniciaron en la Universidad vallisoletana en el verano de 1949. Un cargo, el de secretario, que debía abarcar una gran complejidad de actividades pues me consta que mi padre ejercía tan pronto de profesor, como de organizador de viajes de estudio, de director de escena o incluso de escenógrafo y figurinista en los montajes teatrales que presentaban, con gran éxito, los asistentes a los cursos para celebrar su clausura. En Septiembre de 1961, fue nombrado Director del Museo Nacional de Escultura, cargo para el que igualmente estaba preparado como miembro del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, en el que los estudios de ambas disciplinas se compaginaban con toda naturalidad. Como arqueólogo fue miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán y Miembro Honorario del Seminario de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”, de Santander. Como historiador del arte fue Vocal de la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos de Valladolid; Vocal de la Sección de Escultura policromada del Instituto Central de Restauración de Obras de Arte; Vocal del Patronato del Museo de Santa Cruz de Toledo; Académico correspondiente de la Real de Bellas Artes de San Fernando y de la Real de Bellas Artes de Barcelona y vocal del Consejo Provincial de Información y Turismo. Era, además, miembro activo de ICOM en España. Por su colaboración con la Embajada de Italia en la relación cultural con aquel país recibió la Medalla de Plata de la Cultura Italiana y la Dirección General de Turismo de España le concedió la Medalla de Bronce en 1967. El interés por su ciudad le llevó a investigar sobre varios aspectos de su historia y a participar en varias convocatorias del Ayuntamiento de Valladolid, en una de las cuales, un concurso histórico-literario al celebrarse el IV Centenario de la subida al trono de Felipe II,
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resultó premiado su trabajo Valladolid. Desarrollo del núcleo urbano de la ciudad desde su fundación hasta el fallecimiento de Felipe II, en el que trató de los orígenes y evolución de la ciudad, trabajo que editó el propio Ayuntamiento y que ya es un clásico en la historiografía vallisoletana. Otros trabajos de investigación sobre arte en Valladolid fueron también premios del Ayuntamiento en años posteriores. Buena parte de su personalidad científica quedó plasmada en éstas y otras muchas publicaciones: la ya nombrada La Región vaccea. Celtiberismo y romanización en la cuenca media del Duero cuya edición patrocinó la Diputación Provincial de Valladolid. La Carta Arqueológica de la Provincia de Valladolid en colaboración con Pedro de Palol. Numerosos artículos de tema arqueológico en el Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología entre 1949 y 1966; en el I Symposium de Prehistoria Española; en la revista Ampurias; en Pyrene ; en el Noticiario Arqueológico Hispánico... A partir de su nombramiento de Director del Museo Nacional de Escultura intensificó a través de numerosos artículos su atención a la riqueza artística vallisoletana, dando a conocer una obra del Greco en Valladolid, una obra inédita de Miguel Ángel, nuevas pinturas de Berruguete…, estudios que supusieron una aportación personal a la historia del arte de la ciudad y de la provincia. De su dedicación al Museo fueron fruto numerosos catálogos de exposiciones en él realizadas y en particular el libro El Museo Nacional de Escultura, con el que la Editorial Aguilar inauguró su serie “Librofilm”, caracterizada por incluir, además de numerosas fotografías, gran número de dispositivas en color. El libro es un estudio exhaustivo de las obras que el Museo contenía hasta la fecha de edición, 1963, y supuso entonces una novedad editorial. Su último trabajo aparecido en el Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Aqueología, Saltés, la isla de la Atlántida y Tartessos, fue resultado de la importante investigación que llevó a cabo sobre los pueblos orientales que llegan al mediodía de la península con el objetivo de analizar el problema de la localización de Tartessos y la isla Atlántida, “situada en la desembocadura de un río próximo a las llamadas Columnas de Hércules”. Fue un trabajo en el que planteó la hipótesis de localización la isla de la Atlántida o de Tartessos en la isla de Saltés, en la desembocadura del Guadalquivir. Cuando este artículo se publicaba era julio de 1967 y a los pocos días, mi padre fallecía. La ciudad quiso al poco tiempo guardar su recuerdo dando su nombre a la plaza frente al Museo Nacional de Escultura.
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LA NECRÓPOLIS TARDORROMANA DEL SOTO DE TOVILLA (TUDELA DE DUERO, Valladolid) Eva Mª Martín Rodríguez y Diego San Gregorio Hernández. RESUMEN:
El Soto de Tovilla era un yacimiento arqueológico situado en Tudela de Duero (Valladolid). Su secuencia cronológica abarcaba desde el Calcolítico hasta la época tardorromana. Pero en este artículo nos centraremos en el poblado tardorromano y sobre todo en su necrópolis, donde excavamos 26 tumbas datadas en los siglos IV y V d. C. ABSTRACT: Soto de Tovilla is an archaeological site located in Tudela de Duero (Valladolid). Its chronological sequence extends from the Chalcolithic period to Late Roman times. In this article, we concentrate on the Late Roman town. We focus in particular on its necropolis, where we excavated 26 tombs dating from the 4th and 5th Centuries C.E. PALABRAS CLAVE: Soto de Tovilla, necrópolis tardorromana, ajuares tardorromanos. KEY WORDS: Soto de Tovilla, Late Roman necropolis, Late Roman trappings.
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F
ue a principios de agosto de 2007 cuando se dio por finalizada la excavación del yacimiento arqueológico del Soto de Tovilla, en Tudela de Duero (Valladolid). Hasta este momento y prácticamente desde el año 2001 se venían llevando a cabo una serie de
estudios y actuaciones con motivo de la construcción de un polígono industrial, en fase de construcción. El Soto de Tovilla no es un yacimiento que haya recibido la indiferencia de los
investigadores, pero es cierto que la atención se centraba en los asentamientos prehistóricos, sobre todo en los primeros momentos. No es hasta los 80 cuando se dan los primeros estudios37, para posteriormente realizarse una serie de prospecciones con motivo del inventario arqueológico38 que permitieron conocer y concretar su cronología en los periodos de Bronce Medio y Final, I Edad del Hierro y el periodo tardorromano. Hasta el año 2001, y debido a la construcción del un polígono industrial antes mencionado que lo afectaba por completo, no se comienza a intervenir en el yacimiento. A partir de entonces se llevaron a cabo hasta cuatro campañas, de las que las dos primeras, realizadas en 200139 y 200440, se centraron en la delimitación y valoración de los restos mediante sondeos, y las dos últimas campañas, ejecutadas en 2005 y 200741, en las que se realizó la excavación completa del yacimiento. El presente artículo, dentro de sus reducidas proporciones, viene a dar cuenta de la excavación de la necrópolis tardorromana documentada en el sitio, que muestra enormes similitudes con otras necrópolis cercanas, como la de San Miguel de Arroyo o Simancas, y que tiene la peculiaridad, dentro de su modesto tamaño, de haber sido excavada en su totalidad. Pero el Soto de Tovilla no es solo importante por su estación tardorromana, ya que esta se asienta sobre un extenso yacimiento prehistórico de 14,4 hectáreas. De hecho uno de los principales valores de este enclave es su amplia secuencia cronológica, que va desde el Calcolítico al periodo tardorromano, pasando por el Bronce Medio y Final y la I Edad del Hierro.
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Val Recio, J. del y Rodríguez Marcos J. A. (1987): “Excavación de urgencia realizada en el Soto de Tovilla. Tudela de Duero”.
Informe inédito depositado en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Valladolid. Valladolid. 38
Arranz Mínguez, J. A. y Gómez Pérez, A. (1992): “Informe de prospección arqueológica en el Soto de Tovilla”. Informe inédito
depositado en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Valladolid. Valladolid. 39
SERCAM S.C. (2001): “Excavación arqueológica en el Soto de Tovilla”. Informe inédito depositado en el servicio de Cultura de
la Junta de Castilla y León en Valladolid. Valladolid. 40
SERCAM S.C. (2004): “Informe de los trabajos de seguimiento y excavación arqueológica en el Sector 21 del Plan parcial
Industrial “Soto de Tovilla” (Tudela de Duero, Valladolid). Campaña 2004”. Informe inédito depositado en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Valladolid. Valladolid. 41
La campaña de 2005 fue realizada por SERCAM y la siguiente, en 2007 por AICARA S. L.
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Los habitantes de esas sucesivas ocupaciones buscaron las excelentes condiciones geográficas y económicas que ofrecía el Duero. El Soto de Tovilla se sitúa en una amplia terraza fluvial de la margen izquierda de este río, más o menos a unos 20 metros sobre el nivel del mismo, dentro del término municipal de Tudela de Duero. Una zona plana asentada en la base de un profundo meandro formado un poco más al Oeste, que es cerrada por el Sur por los páramos de La Parrilla. Solo un vistazo a la localización general de la zona sirve para ver las ventajas que esta zona presenta, con fácil acceso a los recursos acuíferos del río y fértiles tierras en la ribera, que lo mismo podían servir para la producción agrícola como ganadera. Además, cerca de esta zona se localiza, a escasos 100 metros al Norte, un vado que facilitaba el acceso a la margen derecha del Duero. El mejor exponente de la idoneidad de este lugar para asentarse es la gran cantidad de yacimientos arqueológicos que acompañan este enclave. Ya en época prehistórica, en 10 kilómetros a la redonda, encontramos 20 yacimientos arqueológicos con cronologías que van desde el Neolítico hasta la I Edad del Hierro42. Algo parecido ocurre con las ocupaciones de época romana halladas en la misma área, con la salvedad de que el eje vertebrador del poblamiento en la zona no sería solo el Duero, sino también la propia red viaria romana. La documentación existente sobre esta red es muy escasa y además los autores no se ponen de acuerdo sobre sus trazados, pero todos coinciden en que desde Rauda venía una vía secundaria que llevaba a Septimanca. Esta vía discurría en paralelo al Duero, supuestamente por su margen derecha y a la altura de Tudela se desgajaría un camino que bajaría en línea recta hacia el río43. Son siete los yacimientos tardorromanos que rodean al Soto de Tovilla. Entre ellos hay dos que se sitúan a menos de dos kilómetros. El más mencionado por la bibliografía es el llamado Priorato del Duero44, que además de presentar una dilatada ocupación prehistórica, posiblemente tenga una necrópolis que se acerca cronológicamente a la del Soto de Tovilla. Este cementerio no se ha excavado pero se halló una estela funeraria que se dató en el siglo III a. C.45 El otro caso similar es el yacimiento de Vega Duero/El Convento I que también presenta 42
Ver STRATO S. L. (2004): - “Elaboración del Capítulo Arqueológico para incluir en la redacción del Plan General de Ordenación
Urbanística en Tudela de Duero (Valladolid)” y “Estudio arqueológico integrado en la redacción de las Normas Municipales de Villabáñez (Valladolid)” Informes inéditos depositados en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Valladolid. Valladolid. Ver también las Fichas de Yacimiento Arqueológico del Municipio de Traspinedo depositadas en el servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León en Valladolid. 43
Arias Bonet, G. (1987): Repertorio de Caminos de la Hispania Romana : 93-94. Madrid.
44
Mañanes, T (1983): Arqueología Vallisoletana II : 72, 94 y 236. Valladolid.
45
Mañanes, T (1973): “Estela romana de El Priorato (Tudela de Duero)” BSAA XXXIX: 449-453. Valladolid.
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evidencias de necrópolis, además de restos de construcciones y sobre todo cerámicas46 que indican una clara similitud con el yacimiento que nos ocupa. Exceptuando los datos obtenidos en prospección, poco más se conoce del resto de los yacimientos, ya que en la mayoría no se ha realizado ninguna excavación. En definitiva el Soto de Tovilla se localiza en un área con claras ventajas económicas, seguramente bien comunicada, gracias a la zona vadeable cercana y a los caminos y vías antes mencionados. Una zona donde las ocupaciones venían siendo continuas, ya desde época prehistórica y también lo serán durante los siglos posteriores al IV y V d. C. El asentamiento tardorromano en el Soto de Tovilla. Será la zona más septentrional del yacimiento, la que eligieron estas gentes tardorromanas para asentarse entre el s IV y V d. C. El sector tardorromano del Soto de Tovilla tenía una extensión de 3,9 hectáreas, pero esto no se pudo concretar hasta el momento en el que se afrontó su total excavación, debido a que el yacimiento se mostró casualmente esquivo durante todos los estudios previos. Hasta ese momento no pudo confirmarse la fundada sospecha de que se trataba de un pequeño asentamiento agrícola y ganadero, seguramente con un carácter casi independiente, pero que mantendría nutridas relaciones con los yacimientos circundantes para comerciar o requerir algún servicio en concreto del que no dispusieran. Observando los restos recuperados podemos estructurar el yacimiento en dos zonas claramente diferenciadas, el poblado y la necrópolis, que pasaremos a concretar a continuación. A) EL POBLADO Poco conocemos de él debido a que el estado de conservación de sus evidencias es pésimo. Las tareas agrícolas lo dañaron considerablemente a lo largo del tiempo, como muestran las innumerables marcas de arado que se divisaron durante el proceso de excavación del yacimiento. Y es que el nivel arqueológico se situaba tan solo 40 cm de la superficie, medida superaba por casi cualquier arado actual. No parece tratarse de un enclave de grandes dimensiones, como mucho una hectárea, situada a 50 m de la carretera N-122, junto a una pequeña elevación que presenta abundantes restos de la primera Edad del Hierro, y que, en ocasiones, se encontraba cortado por las tumbas y los basureros romanos. Uniendo los resultados de las campañas 2006 y 2007 lo único que se pudo exhumar fue una serie de muros de piedra y suelos, inconexos entre si y que no siguen un patrón de asentamiento predefinido. 46
Mañanes, T. (1983): op cit: 74.
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En total se localizaron 8 retazos de paramentos, la mayor parte de ellos aislados. Aún así, algunos de ellos presentan una estructura muy sólida con una cimentación de más de un metro de profundidad, construida a base de piedras sin desbastar, mortero y barro. Este es el caso del muro hallado justo al N de los grandes basureros. Desconocemos si los lienzos completos serian de mampostería o si por el contrario formaban un zócalo sobre el que se asentaba un lienzo de tapial. De cualquier manera estos muros formaron edificios cuadrados o rectangulares, cubiertos por techos posiblemente rematados con tégulas y tejas curvas. Solo en una ocasión podemos advertir dos paramentos relacionados entre si. Localizados en la parte más septentrional del yacimiento, se trata de dos muros, de 70 cm de ancho y 20 cm de alto, que discurren en paralelo, en dirección E-O, a escasos metros uno del otro. Los dos presentan una esquina que dobla hacia extremos contrarios, el más oriental hacia el E y el más occidental hacia el O Están conectados por un basurero, con multitud de materiales cerámicos, tejas y tégulas y otros restos. Bajo él se halló un suelo blanquecino formado por cal y ladrillo machacado, tal vez los restos de un opus signinum muy degradado. Al sur de estos muros se localizaron dos basureros excavados en esa suave elevación de color ceniciento que presentaba además materiales de la I Edad del Hierro. Los dos se encuentran separados por pocos metros y cierran el poblado por el lado meridional. Constan simplemente de un hoyo de grandes dimensiones excavado en el suelo, que progresivamente se fue colmatando con los desperdicios producidos por las personas que residían en este enclave. Una vez llenos, estos vertederos serían sellados con tierra. En su interior son abundantes los restos cerámicos, principalmente de terra sigillata hispánica, sobre todo su versión 37t con decoración de grandes ruedas, y cerámica común romana, que nos llevan hasta el siglo IV y V de nuestra Era. En cuanto a las TSHt 37t es muy llamativo un fragmento, exhumado en el basurero más pequeño, que presenta un crismón de grandes dimensiones en la parte inferior del cuerpo. No se han hallado evidencias de que produjeran cerámica, pero es probable que fabricaran ellos mismos la cerámica común ya que algunos ejemplos encontrados en las tumbas prácticamente están sin cocer y no aguantarían un transporte de comercio. El otro elemento mayoritario encontrado en los basureros son los huesos de ovicápridos, suidos, equinos y bovinos, que nos indica que formaban parte de la dieta animal del contingente asentado en Tovilla.
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Por otro lado cabe destacar el hallazgo de un depósito de herramientas en el extremo suroeste de la necrópolis47. En su interior se hallaron 59 herramientas de hierro que formaban un nivel bajo el cual se encontraban los cuerpos de tres perros colocados en el fondo sobre una rueda de molino. Entre estos útiles se encontraron hierros de marcar ganado, hachas de escuadramiento48 con enmangue de hueso y otros instrumentos de carpintero, balanzas, azadas, garias y un gavilán de un arado. Todo ello viene a confirmar que la economía de este pequeño asentamiento se basaba en la agricultura y ganadería. B) LA NECRÓPOLIS La necrópolis se sitúa justo al S del límite del poblado formado por los basureros, en un área de una hectárea y media. En total se han hallado 26 sepulturas, pero de ninguna manera sería el total de las existentes en torno al poblado romano. Cabe la posibilidad de que la superficialidad que algunas de las fosas presentaban, así como la aparición, de manera fortuita, de un ajuar sin restos óseos relacionados, nos lleva a pensar que las labores agrícolas a lo largo de los años han ido deteriorando el yacimiento en su conjunto, lo que incluye las tumbas de la necrópolis. La disposición de las tumbas no parece seguir un orden predefinido, sino que en ocasiones casi se cortan unas a otras. A simple vista se pueden observar dos núcleos. El más septentrional, formado por 11 tumbas, se encuentra junto a la parte más marginal del poblado, localizadas sobre el pequeño “tell” de la I Edad del Hierro. El segundo núcleo se encuentra situado un poco más al sur, a unos 20 o 30 metros y aquí es donde se aproximan más unas a otras. En esta zona se hallaron 14 tumbas más. Por último se halló una cista de tégulas, en la que se situaba el cuerpo de una mujer carente de ajuar, muy cerca del depósito de herramientas. No se conoce muy bien el motivo del aislamiento de esta sepultura. Puede ser que el deterioro del yacimiento la haya aislado, o que se deba a circunstancias desconocidas. El rito único en toda la necrópolis es el de la inhumación, con fosas orientadas de oesteeste, y el cuerpo colocado en posición de decúbito supino con los brazos extendidos o flexionados sobre el abdomen. Esta orientación se debe a un gusto por ubicar la cabeza en relación con el amanecer, como simbología del renacimiento, o tal vez siguiendo el rito cristiano, que presenta una simbología similar. La colocación de los cuerpos en sentido inverso, como
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No nos extenderemos mucho en las explicaciones de este depósito, ya que consideramos que merece una publicación propia, que
saldrá a la luz próximamente. 48
Adam, J. P. (1989): La construcción romana. Materiales y técnicas: 98. León.
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ocurre en tres casos, corresponde con un tratamiento diferencial que no ha sido explicado hasta ahora.49 La morfología de las tumbas comprende dos variantes típicas, la fosa simple excavada en el suelo y las cistas formadas por materiales de construcción, de los que solo se presentaron dos casos, uno realizado con tégulas y otro con baldosas. Ambos son tipos comunes entre las necrópolis tardorromanas como es el caso de San Miguel del Arroyo dónde aparecen ambos casos y la de Vegazana, en las proximidades de la ciudad de León, donde el modelo mayoritario es el segundo. Del total de las fosas excavadas quince indican la presencia de ataúd, mientras que el resto se hallan enterrados en espacio colmatado. Quince de las tumbas excavadas presentan algún tipo de ajuar, compuesto mayoritariamente por recipientes cerámicos. Sólo tres de los enterramientos con ajuares no presentan ningún tipo de recipiente cerámico. Es el caso de las número 109 y 202, en las que sólo se hallaron una pulsera de cuentas de ámbar y azabache en la primera y una herramienta de hierro, un posible punzón en la segunda, aunque su mal estado de conservación no permite precisar este dato. El tercer enterramiento que no presenta ajuar cerámico es el numerado como 188 y se caracteriza por no seguir los mismo parámetros que las demás. Se encuentra en posición de decúbito lateral, con las piernas inclinadas hacia el O y la cabeza colocada en el S. Como ajuar presenta el mango, tallado en hueso, de un cuchillo cuya hoja de encuentra fragmentada y localizada entre las costillas. Por debajo del torso se hallaron dos pequeños punzones de hueso. De los trece ajuares restantes, parece que el único elemento imprescindible para el ritual funerario es el vaso, que está presente en todas las fosas, menos en dos. En una de ellas, la 311, sólo se pudo recuperar una pequeña jarrita de cerámica común, demasiado grande para ser un ungüentario, junto a una pulsera, un anillo y un objeto de hierro. En la otra en la que no ha aparecido un vaso es en la que recogemos con el número 303, dónde a los pies del difunto se recogió un plato de TSHt, posiblemente una forma 80, según la numeración de Mezquíriz para la sigillata hispánica, una forma común en los yacimientos tardorromanos. Podemos encontrar variantes de este mismo tipo, dentro de esta misma necrópolis en el ajuar numerado como 172 y también en la necrópolis de San Miguel del Arroyo en el enterramiento 1150. Mañanes hace referencia a otro plato de similares características, aunque de mayor tamaño en el término municipal de Tudela de Duero51. En todos los casos se sitúa su origen en la segunda mitad del siglo IV, perviviendo la forma a lo largo de todo el siglo V. 49
Gil Zubillaga, L. (2001): La necrópolis tardorromana y altomedieval de San Miguele (Molinilla, Álava): 97. Vitoria Gasteitz.
50
Palol Salellas, P. de (1969): “La necrópolis de San Miguel del Arroyo y los broches hispanorromanos del siglo IV” BSAA. XXIV-
XXXV 51
Mañanes Pérez, T. (1980): La cerámica tardorromana-visigoda, anaranjada y gris, con decoración estampada en la España
Noroccidental. Valladolid.
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Pero el elemento más característico de esta tumba es la hebilla de cinturón que se encontró junto al fémur izquierdo del inhumado. Es una pieza con placa de bronce de tendencia trapezoidal con apéndices cornudos rematados en bolas como la pieza recuperada en la tumba nº 26 de la necrópolis de San Miguel del Arroyo, un modelo que se sitúa en un punto intermedio entre los tipos de Algeliers y los de Fuentespreadas, según Caballero52 Zoreda, dentro del grupo 2 de la clasificación realizada por este autor. Sólo que en esta ocasión, nuestra pieza no muestra la característica decoración calada de este tipo de broches, simplemente presenta una decoración troquelada a base de series de círculos. Este tipo de broches son fechables entre la segunda mitad o finales del siglo IV y mediados del siglo V53. De los trece ajuares restantes únicamente nos vamos a centrar en el estudio detallado de las piezas de TSHt, ya que al tratarse de una producción normalizada, son los que más información pueden ofrecer. De los demás recipientes únicamente diremos que se han encontrado un total de 4 platos o cazuelas de cerámica de cocina y 6 vasos de cerámica de común, siendo mayoritariamente de cocción oxidante. Centrándonos en las sigillatas, comenzaremos por la forma que mayor presencia tiene, que es, como es habitual en los yacimientos tardorromanos, la forma de TSHt Ritt. 8t, que se registra en el mundo romano desde época altoimperial hasta el siglo V d. C. En el caso del Soto de Tovilla, la falta de pie nos lleva a una cronología tardía, dentro del tipo A de Paz Peralta54, pieza muy semejante a otro caso de Caesaraugusta que el autor data en el siglo IV; aunque hay que tener en cuenta la larga vida que tiene este vaso en el mundo romano no permite precisar más. Con un total de 2 piezas, la siguiente forma más común es la que recibe el número 12 de Mezquíriz55. Se trata de una botella piriforme con el borde perpendicular y el cuello estrecho. Ambas piezas han perdido el asa que las caracteriza y presentan un engobe rojizo muy 52
Caballero Zoreda, L (1974): Necrópolis tardorromana de Fuentespreadas (Zamora). 49. Madrid.
53
Pérez Rodríguez-Aragón, F. (1992): “Los cingula militae tardorromanos de la Península Ibérica” Codex Aquilarensis: cuadernos
de investigación del Monasterio de Sta María la Real.Nº 4. 63-135. 54
Paz Peralta, J. A. (1991): Cerámica de mesa romana de los siglos III al IV d. C. en la provincia de Zaragoza.: 57. Zaragoza.
55
Mezquíriz, M. A. (1961): Terra Sigillata Hispánica. I. lam 27. Valencia.
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deteriorado. Para esta forma, Mezquíriz le da una cronología que ronda al siglo III, pero se han documentado ejemplos en La Olmeda y en Corella (Navarra) con una cronología del siglo IV. En la provincia de Valladolid, hay dos ejemplos cercanos, en la necrópolis de Simancas y en Villabrágima, que, aunque similares, presentan diferencias significativas, ya que su cuerpo es más globular, son piezas más bajas y se encuentran decoradas a molde en la parte inferior. Circunstancias que las sitúan más cerca de la forma 15 de López56. Junto a una de estas botellas, en la tumba 312, se pudo recoger un vasito de cuerpo hemisférico con el borde horizontal decorado a ruedecilla, que se corresponde con la forma Hisp.5 de la TSHt57. Otro de los vasitos recogidos se corresponde con la forma hispánica tardía 60, aunque la morfología que presenta en este yacimiento no denota los rasgos definitivos de la forma descrita por Mezquíriz, siendo nuestro vaso algo más estilizado. Esta forma ha aparecido en contextos del último tercio del siglo IV y comienzos del siglo V en los yacimientos de San Miguel de Arroyo o en Quintanilla de la Cueza. En cuanto a los platos, hemos recogido cuatro, dos correspondientes a la forma Hisp. 80, de la que ya hemos hablado anteriormente, y dos a la Hisp. 77, aunque de este último grupo tenemos nuestras dudas. Para datar esta pieza deberemos fijarnos en paralelos del basurero de la Villa de la Serna (Palencia)58, que aparece en contextos de finales del siglo III d. C y la primera mitad del siglo IV, así como en el ejemplar de Relea59 que se fecha entre el primer y el segundo tercio del siglo IV d. C. Otro ejemplo más nos lo proporciona el mercado de abastos de Toledo fechado en el tercer cuarto del siglo IV d. C60. Por último nos queda por referenciar un vasito de terra sigillata aparecido en la tumba 277. Es un vasito de pasta rojiza muy bien decantada y un engobe rojo brillante de mejor calidad que el del resto del conjunto cerámico. Morfológicamente no encaja por completo en ninguna de las formas tardías recogidas en las diferentes publicaciones consultadas. La forma se aproxima a una Hisp. 60, pero es más estilizada, de paredes más finas y con pie realzado de sección rectangular. En la parte superior de su cuerpo presenta una inscripción grafitada: “CALPVRNIE”, posiblemente el nombre de la propietaria. Esta pieza se distingue del resto de los recipientes recogidos por su buena factura y por su pie. Junto a este vaso se recogieron un cuenco de TSHt de la forma Hisp. 8, una ollita de cerámica común, un plato de cerámica de cocina, un anillo y una pulsera, ambos de bronce. 56
López Rodríguez, J. R. (1985): Terra sigillata hispánica tardía decorada a molde de la península Ibérica. 34. Salamanca.
57
Paz Peralta, J. A. (1991) op.cit. 71.
58
García Guinea, M. A. (2000): La villa romana de Quintanilla de la Cueza (Palencia). Palencia.
59
García Guinea (2000) op.cit. 68.
60
García Guinea (2000), op.cit. 68.
28
Vaso de TSHt de la Tumba 27.7
Dentro del conjunto de la necrópolis la tumba 309 debe ser considerada como de cinturón simple de hierro, un puñal- cuchillo tipo Simancas, una punta de lanza y tachuelas en los pies. El cuchillo, con su correspondiente vaina, se recuperó en la que debía ser su posición de uso normal, en el costado izquierdo, junto al húmero, presto a desenfundarse con la mano derecha para su uso. El arma presenta el mango y la hoja de hierro, fragmentados pero completos, y la vaina con una de sus caras de bronce, distinguiéndose una decoración vegetal de roleos, palmetas y rosetas sextipetalas. Este tipo de cuchillos no son extraños en las necrópolis de esta cronología, aunque sí podemos decir que son piezas de cierto prestigio, ya que del conjunto de ajuares recogidos sólo se ha encontrado uno. Nuestra pieza presenta similitudes, en la decoración con otro cuchillo hallado en el enterramiento número 17 de la necrópolis vallisoletana de San Miguel del Arroyo (Valladolid)61.
Algunas piezas del ajuar de la tumba 309.
61
Palol Salellas P. de (1964): “Cuchillo hispanorromano del siglo IV de J. C.” BSAA XXX: 70. Valladolid.
29
La punta de lanza es otro elemento común con los ajuares de las necrópolis tardorromanas, el ejemplar encontrado, presenta unas características morfológicas muy similares a las de la encontrada en la ya citada sepultura 17 de la necrópolis de San Miguel del Arroyo, aunque presenta un nervio más marcado que podríamos encuadrar en el Tipo I de Caballero Zoreda62. Por último apareció junto al cuchillo unas tijeras de hierro y dos fragmentos de este mismo metal, en muy mal estado de conservación, pero que podrían ser un compás, útiles que tal vez estén en relación con la actividad artesanal del difunto en vida. En lo que respecta a sus cerámicas, cabe destacar que en este ajuar se ha recuperado la única forma Hisp 37t de la necrópolis. Es una pieza pequeña decorada con estampillas en la parte inferior de su cuerpo, motivo decorativo muy similar a otro encontrado en el yacimiento de La Morterona63, Saldaña (Palencia). Otro ajuar que destaca es el de la tumba 107, que se corresponde con el enterramiento de un niño con un ajuar compuesto por un total de tres piezas cerámicas: un plato, una jarra y un vaso, el juego completo. Tanto el plato como la jarra son piezas de Terra Sigillata gris, también denominada paleocristiana, con un barniz muy oscuro, casi negro, y brillante. El primero presenta características de la forma catalogada por la autora Roca Rumens como 5064 y de la forma tardía 77,65 decorado con un círculo de rosetas impreso en su interior. En la villa de Quintanilla de la Cueza (Palencia)66 se recogió un plato de similares características, catalogado como una 77, en un ambiente claramente paleocristiano, aunque se trata de una forma en yacimientos romanos del siglo V. La jarrita presenta más problemas de catalogación, su cuerpo se asemeja mucho al de una forma tardía numerada por Mezquíriz con 53, pero su labio es más abierto y su asa no arranca directamente de la boca. No hemos podido documentar paralelos fiables para esta pieza en concreto. Más interesante si cabe es el vasito encontrado, de cuerpo globular y labio recto y engrosado concuerda punto por punto con el perfil de la forma Palol 13, forma de la que encontramos un ejemplo en la villa de la Olmeda67. Sin barniz y de pasta gris está presente en las necrópolis de Simancas y en San Miguel del Arroyo, ambas en la provincia de Valladolid. Todos los hallazgos coinciden en fechar esta urna a lo largo todo el siglo V. El que tal vez sea el caso más extraordinario de todos los enterramientos es el número 276. Su ajuar cerámico no es nada especial, ya que siguiendo la tónica general del yacimiento, 62
Caballero Zoreda, L. (1974): La necrópolis tardorromana de Fuentespreadas (Zamora). Un asentamiento en el Valle del
Duero. 71. Madrid. 63
Abásolo, J.A et alii (1984). Excavaciones en el yacimiento de la Morterona, Saldaña (Palencia) : 114. Palencia.
64
Roca Rumens, M. (1999): TSH: Centros de fabricación y producciones Altoimperiales. Jaén.
65
Mezquíriz. (1961).op.cit.
66
García Guinea, op cit.: 103
67
Abásolo (1984).op.cit.
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presenta dos ollitas de cerámica común, un vaso Ritt. 8, una pulsera y un anillo. Pero lo extraordinario de este ajuar es la cabeza de caballo con la que fue enterrado el difunto, bajo su brazo izquierdo. Elemento que sin duda denota cierto grado de poder o al menos de influencia social dentro del grupo, a pesar de su juventud, lo que nos hace pensar que es un prestigio adquirido por herencia y no por meritos propios. Por supuesto todo esto no es más que una hipótesis, ya que no contamos con pruebas arqueológicas que lo sustente. En general la factura de todas las cerámicas parece defectuosa, ya que en las piezas de algunas tumbas se pueden apreciar los cinco dedos del alfarero en el engobe de las TSHt. En otros casos aparecen vasos agrietados o deformados. Parecen desechos del alfar, vasos no aptos para su comercialización, así como para su uso cotidiano, o bien apartados de éste por alguna fractura o la pérdida de alguno de sus elementos, como bien puede ser el caso de las jarritas y la pérdida de las asas.
Tumba 276.
Conclusiones La necrópolis del Soto de Tovilla es un conjunto homogéneo muy similar al de la ya citada estación de San Miguel del Arroyo (Valladolid) y oscila cronológicamente en torno a los siglos IV - V de nuestra era. En lo que respecta a los ajuares, se documentaron un número importante de ellos. Mientras que en nuestro yacimiento se han documentado un 60% de tumbas con algún tipo de ajuar, en Simancas por ejemplo, de las 145 tumbas excavadas, tan sólo se encontraron ajuares en 30 de ellas68. Incluso en los grandes complejos de necrópolis paleocristianas y tardías de Ampurias o Tarragona, el porcentaje de tumbas con ajuar aunque existente resulta escasamente significativo.
68
Rivera Manescau, S. (1936-1939): “La necrópoli visigoda de Simancas (Notas para su estudio). BSAA XIII-XXI: 7 y ss. Valladolid.
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Si los observamos detenidamente se puede apreciar que conforman un juego litúrgico o un juego ritual, esto es, un elemento vertedor y un recipiente contenedor, que respondería al ritual funerario romano. Las cerámicas podrían ser el ajuar en sí, como ofrenda al ser querido inhumado, o bien, meros contenedores de las ofrendas al difunto: comida y bebida. Es difícil poder demostrar esto último, lo único que podemos asegurar es que en la tumba 321 se encontraron restos de un pequeño ovicáprido depositados sobre el plato de cerámica, tal vez perviva el banquete fúnebre ritual. Para poder saber más a este respecto habrá que esperar a los análisis de los sedimentos recogidos dentro de los recipientes cerámicos. En cuanto a las armas, deben ponerse en relación con las actividades lúdicas de los difuntos, más que con una actividad guerrera profesional. El denominado cuchillo tipo Simancas sólo cuenta con un filo y es demasiado pequeño para que pueda ser considerado un arma útil en el combate cuerpo a cuerpo. Algo similar ocurre con la punta de lanza, ya que es más probable que fuera utilizada para cazar que para luchar. En el gran mosaico de la villa de la Olmeda se puede apreciar el gusto de los domines tardorromanos por las actividades cinegéticas. En el tema figurado se ve a los hombres armados con lanzas de punta en forma de hoja de laurel para cazar animales. A todo esto debemos añadir que no se han encontrado otras tumbas con armas en el yacimiento, como cabría esperar en una necrópolis militar, es más bien un pequeño cementerio de una pequeña población rural con hombres, mujeres y niños. Las armas pueden haber sido depositadas en la tumba como signo de prestigio, ya que junto a ellas también se encontraron herramientas de artesano. Los ajuares por tanto pueden ser o bien un signo de identidad del difunto, se les entierra con sus pertenencias porque forman parte de si mismos, o bien una forma de perpetuar un ritual fundamentado en la creencia de que el finado necesitará sus pertenencias en el más allá. Los resultados aquí expuestos, no dejan de ser preliminares, teniendo en cuenta que los informes técnicos de las últimas dos campañas están en proceso, aunque consideramos que en el enclave tardorromano no se darán muchas variaciones, sobre todo en la valoración de los ajuares funerarios. En cambio el estudio antropológico, también en proceso, si que aportará informaciones valiosas que vendrían a completar los resultados de las intervenciones en un futuro próximo.
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LA EXPOSICIÓN “PINTURAS MURALES DE ALMENARA-PURAS: TÉCNICA, ARTE Y SUNTUOSIDAD”: NUEVAS APORTACIONES PARA EL ESTUDIO DE LA PINTURA MURAL DE LA VILLA ROMANA DE ALMENARA-PURAS (Valladolid) M. Sánchez Simón, C. García Merino y M. Burón Álvarez1 RESUMEN: El Museo de las Villas Romanas muestra una exposición sobre la decoración pintada de la habitación con el mosaico de Pegaso. La restauración de algunos de los fragmentos aparecidos durante el transcurso de las excavaciones, nos permite realizar una primera hipótesis sobre el esquema decorativo de esta estancia. SUMMARY: The Museo de las Villas Romanas shows a Roman wall-painting exhibition with examples from the Pegasus mosaic room. The restoration of several fragments found during the last excavations, enables us to propose a first hypothesis about the walls decorative pattern in this hall. PALABRAS CLAVE: Pintura mural romana, Bajo Imperio, Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras (MVR). KEY WORDS: Roman wall-painting, the Late Empire, Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras (MVR).
1 C. García Merino (Universidad de Valladolid) dirige los trabajos de investigación que se realizan sobre la villa. M. Sánchez Simón (Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras) y M. Burón Álvarez (Junta de Castilla y León) son investigadoras en el marco del proyecto de investigación, junto con R. Suárez Vega.
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E
n el marco de las actividades de difusión turístico cultural que el Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras (en adelante MVR) desarrolla desde su apertura, se ha inaugurado una exposición dedicada a mostrar algunos aspectos sobre la decoración
pictórica de la villa de Almenara-Puras. La muestra, denominada “Pinturas murales de Almenara-Puras: técnica, arte y suntuosidad”2, se puede visitar desde el febrero de 2008 hasta
finales de este año. En ella se exhiben nueve paneles de revestimiento parietal pintado procedentes de la habitación con el mosaico de Pegaso3 (fig. 1, nº 34). La restauración de estas piezas ha significado un avance importante en el conocimiento del programa decorativo de los frescos de esta sala destacada en la vivienda tanto por su planta octogonal como por el bello mosaico figurado que decora su suelo (Lám. 1). Y aunque si bien es cierto que aún no tenemos elementos suficientes para dar una hipótesis definitiva, no lo es menos también que la información ya disponible permite ofrecer una aproximación a lo que fue su decoración pictórica, los motivos iconográficos empleados y el esquema decorativo conforme al que se dispusieron. Dado el interés que estos nueve paneles restaurados ofrecen en el marco de los estudios sobre villas tardías, en este breve artículo los damos a conocer al tiempo que aportamos algunas cuestiones relacionadas con aspectos técnicos y decorativos. Dejamos para una futura publicación un estudio en profundidad debido a que actualmente (junio de 2008) se está iniciando la restauración de varios paneles más, trabajo que nos proporcionará información necesaria para hacer una valoración más completa y adecuada de la decoración de esta estancia. Pero el objetivo de este trabajo no es sólo informar a los estudiosos del tema sobre estos nuevos elementos de comparación y análisis, lo que es más propio de otros foros. Queremos hacer llegar a los lectores de esta nueva revista, que la visita al MVR está llena de alicientes, de novedades, y de aspectos tan interesantes cómo conocer a través de piezas originales y de gran calidad, las modas y gustos de los propietarios de esta casa. La villa romana y el Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras (Valladolid) El yacimiento arqueológico de la Calzadilla es un Bien de Interés Cultural conocido desde finales del siglo XIX principalmente por la villa romana descubierta en él, aunque 2 La exposición ha sido promovida por Turisvall, sociedad perteneciente a la Diputación Provincial de Valladolid que gestiona diversos centros turísticos de la provincia -y entre ellos el MVR-, y que ha financiado íntegramente todos los trabajos de restauración y exposición. La dirección y coordinación de la muestra ha corrido a cargo de M. Sánchez Simón. Por último la ejecución de los mismos fue encargada a la empresa SERCAM S. Coop. 3 La restauración de las piezas ha sido realizada por M. Hernández (un panel) y por L. Salazar (los ocho paneles restantes). El informe técnico de la segunda intervención puede ser consultado: Salazar Rabasa, L (2008): “Informe de restauración de pinturas murales pertenecientes al yacimiento arqueológico de Almenara-Puras” (informe inédito depositado en la Junta de Castilla y León y en el Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras).
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también ofrece numerosas e interesantes evidencias de un hábitat prehistórico4. La fase mejor documentada es la de la villa romana bajoimperial –villa romana de Almenara-Puras- aunque las excavaciones arqueológicas han demostrado que ya desde el siglo I d. C. hay una intensa actividad antrópica en esta zona5. Especialmente interesantes en este sentido son los restos de un pequeño balneum correspondientes a una edificación más antigua y con probabilidad inmediatamente anterior a la villa del Bajo Imperio6. De esta última, la que se visita, conocemos completamente la pars urbana, una residencia señorial construida en la segunda mitad del siglo IV d. C., y parcialmente otras dependencias agropecuarias cuya existencia se ha revelado tanto a través de las fotografías aéreas7 como por las intervenciones arqueológicas8. El edificio residencial9 ocupa una superficie de 2.500 m2 distribuidos en 50 espacios (Fig. 1); se inscribe en un gran rectángulo orientado en sentido N-S y el acceso se realiza por una modesta entrada en la fachada oriental. Se distinguen tres partes: la zona norte y sur organizadas entorno a sendos peristilos- y los baños al oeste a los que se llega por un pasillo acodado. En torno al patio norte se reconocen grandes estancias, salas de representación con ricos mosaicos policromos. Una habitación con dos puertas afrontadas permite pasar al peristilo sur, un amplio patio bordeado de pasillos a los que se abren diferentes estancias agrupadas en cinco apartamentos y dos amplios espacios de representación: ambos son grandes salas de planta centralizada de perímetro octogonal una, y ultrasemicircular trilobulada otra. A los baños se accede desde el peristilo meridional, a través de un pasillo en bayoneta iluminado desde un patio interior. En su fase final se identifica el apoditerio, el frigidario, el tepidario y el caldario, estas tres estancias con bañeras, así como una gran sala cuadrada con tres ábsides interpretada como un ambiente frío. 4 Consultar principalmente: Balado Pachón, A.; (1989): Excavaciones en Almenara de Adaja: el poblamiento prehistórico. Valladolid, Delibes de Castro, G. y Guerra Doce, E.; (2004): "Contexto y posible significado de un cuenco Ciempozuelos con decoración simbólica de ciervos hallado en Almenara de Adaja (Valladolid)”. Zona Arqueológica. Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre, vol. IV, págs. 117-125; y Delibes de Castro, G. y Guerra Doce, E.; (2005): “La Calzadilla (Almenara de Adaja, Valladolid)”. En El Campaniforme en la Península Ibérica y su contexto europeo, págs. 545-550. Salamanca. 5 Ver: Mañanes Pérez, T. (1992) La villa romana de Almenara-Puras (Valladolid). Valladolid; Sánchez Simón, M.; (2000): "La villa romana de Almenara-Puras (Valladolid): proyecto de recuperación y adecuación museográfica". Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, LXIV, págs. 141-153; García Merino, C. y Sánchez Simón, M.; (2003): "Excavaciones en la villa de Almenara-Puras (Valladolid): nuevos datos". Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, LXVII (2001), págs. 99-124, , en págs. 102-105; García Merino, C. y Sánchez Simón, M.; (2004): “De nuevo acerca de la villa romana de Almenara de Adaja (Valladolid). Excavaciones de 1998 a 2002". Archivo Español de Arqueología, 77 (nos 189-190), págs. 177-195. 6 García
Merino, C. y Sánchez Simón, M. (2004): Ob. Cit. pág. 180
7 Las fotografías han sido tomadas por el arqueólogo Julio del Olmo. Véase la web http://usuarios.lycos.es/arqaerea/libro/13tierrasantos.html. 8 García Merino, C. y Sánchez Simón, M.; (2003): Ob cit;,págs. 108-109; Idem (2004): Ob. Cit. pág.193 ; Principalmente durante la campaña de 2001 se exhumaron diferentes estancias de varios edificios, uno de ellos rectangular, cuyas cimentaciones se fabricaron con aparejo de cantos rodados. 9 Vid. notas 5 y 6.
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La puesta en valor de este enclave ha significado la adecuación museográfica de los vestigios arqueológicos de la zona residencial, así como de otras evidencias relacionadas con las instalaciones dedicadas a la explotación agropecuaria10, y la construcción del MVR, un centro de interpretación que explica de una manera didáctica y amena el fenómeno de las villas romanas (www.museodelasvillasromanas.com; mvr@turisvall.com ). Como decíamos en la introducción, el MVR potencia las actividades y actuaciones de difusión turística y cultural con una amplia oferta de eventos de tipo lúdico para todos los públicos y con inversiones para ampliar el conocimiento histórico y arqueológico de la villa. Y en este sentido inició en 2006 una línea para la recuperación de la pintura mural de la casa con el objetivo de aportar tanto al público que lo visita como a la comunidad científica, valiosos datos para comprender y acercarnos a los modos y formas de vida de las ricas clases terratenientes que construyeron estas lujosas residencias campestres en el Bajo Imperio. La pintura mural de la villa romana de Almenara-Puras. Estado de la cuestión y novedades Con anterioridad a las intervenciones de puesta en valor de la villa casi no existían referencias a la decoración pintada de las paredes de esta casa. De hecho las noticias son escasas, tal y como señalamos en un reciente estudio sobre el tema11. Así apenas una fotografía publicada por G. Nieto en 1943 donde se observan restos adheridos al zócalo del salón de planta ultrasemicircular trilobulada, que se incorporan a la Carta Arqueológica de Valladolid y al estudio de L. Abad12. Tampoco T. Mañanes aporta novedades ni información adicional a pesar de publicar un libro sobre la villa en el que, no obstante, incluye alguna fotografía13. Sin embargo las recientes excavaciones de la pars urbana han proporcionado mucha información sobre la decoración pictórica, debido a que la mayor parte de las paredes de la zona sur aún conservaban adheridos al zócalo muchos metros cuadrados de revestimiento mural pintado. Pero además, de entre los escombros se recuperaron numerosos fragmentos de variables dimensiones que fueron engasados y levantados de forma adecuada14; gracias a ello 10 En total se ha intervenido en un área de casi 6.000 m2, si bien el área que ocupan los restos visitables es menor (4.800 m2). 11 García Merino, C., Sánchez Simón, M. y Burón Álvarez, M.; (2007): “Las pinturas murales de la villa de Almenara-Puras (Valladolid)”. En Actas del IX Congreso Internacional de la “Association Internationale pour la peinture murale antique” Circulación de temas y sistemas decorativos en la pintura mural antigua, págs. 247-254. Zaragoza. En este estudio se recogen todas las referencias bibliográficas a los estudios anteriores que se mencionan en este texto. 12 Palol, P. de, Wattemberg, F.; (1965): Carta arqueológica de Valladolid. Valladolid, pág. 126; Abad Casal, L.; (1977-782) “Las imitaciones de crustae en la pintura mural romana en España” Archivo Español de Arqueología, 50-51, págs 189-208, en pág. 202 y fig. 17. 13 Mañanes Pérez, T.; (1992): La villa romana de Almenara-Puras. Valladolid, Lám. I. 14 La restauración de los zócalos conservados in situ fue realizada por la empresa Tresmedios S. L. bajo la dirección de M. Hernández Valverde. Los resultados de dichas intervenciones se pueden consultar en Hernández Valverde, M.; (2006): “La restauración de los pavimentos musivos y pinturas murales de la villa romana de Almenara-Puras (Valladolid)”. En Actas del
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contamos con un importante conjunto sobre el que actualmente estamos trabajando. Sin duda en este sentido La Calzadilla es un yacimiento privilegiado e importante entre aquellos que conservan evidencias de este tipo, tanto por su abundancia como por las posibilidades de recuperación y puesta en valor que se nos presentan. Un primer trabajo sobre la pintura mural de la villa de Almenara-Puras se ha publicado recientemente en las Actas del IX Congreso Internacional de la Association Internationale pour la peinture murale antique15. Allí analizamos la decoración de los zócalos de las habitaciones meridionales conservados in situ en sus aspectos técnicos y en su estilo decorativo, característico de los ambientes domésticos del Bajo Imperio basado en la imitación de revestimientos pétreos, placas de diversos y costosos mármoles y otros tipos de piedras de lujo entre los que se reconocen el pórfido rojo, mármoles caristio, lucúleo, negro con vetas blancas y numídico. Estos fingidos materiales se distribuyen según tres variantes. La más representada es la de las placas marmóreas rectangulares y verticales, e incluso también paralelepípedos que se suceden en una secuencia alternante de los diferentes colores y tipos. La segunda variante es un tipo de zócalo corrido, sin compartimentar en placas. Y la tercera, que solo ha llegado a nosotros en el salón ultrasemicircular trilobulado, se trata de un zócalo que simula placas marmóreas dispuestas como un sectile parietal, con rombos y círculos que formarían parte de una composición más compleja. En dicho estudio también recogíamos de una forma muy sucinta algunas apreciaciones sobre la decoración pictórica de la habitación pavimentada con el mosaico de Pegaso, pues aunque aún no se habían restaurado todos los paneles que forman parte de la exposición, si se había apreciado durante las excavaciones la presencia de algunos motivos vegetales y animales que relacionábamos con el tema cinegético. Y esta hipótesis se ha visto plenamente confirmada por la identificación de diferentes especies propias de esta temática así como por la disposición de los elementos vegetales y de las aves con claros paralelos entre mosaicos con representaciones de caza. La decoración pintada de la sala con el mosaico de Pegaso La habitación octogonal (Fig. 1, nº 34, Lám. 1) es uno de los espacios más grandes de la casa, con 55 m2; se sitúa en el eje axial. Ocupa una posición destacada en la zona sur, y se accede a ella a través de una antesala rectangular (de 22 m2). Su pavimento ofrece un tapiz geométrico con peltas negras sobre fondo blanco que bordean una escena protagonizada por
Congreso Internacional “Restaurar la Memoria”, págs. 65-96. Valladolid, así como en los diferentes informes técnicos citados en dicho artículo. 15 Vid. nota 11.
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Pegaso (representado sin alas como si se tratase del “ “retrato” de un animal concreto) y las ninfas. Durante la excavación del derrumbe de la cubierta y de las paredes caídas al interior en la campaña de 2000, se pudieron identificar, engasar y levantar más de 50 paneles (de muy diversas dimensiones), nueve de los cuales –como decimos- han sido restaurados (Lám. 2). La razón por la que se han elegido estas piezas para la muestra es que en todas ellas, y a pesar de la película calcárea que se había depositado sobre la pintura, aún se apreciaban trazos de una decoración que revelaba la existencia de animales y motivos vegetales sobre un fondo oscuro, así como incrustaciones y paneles marmóreos. Por esta circunstancia los fragmentos elegidos lo han sido en la certeza de que su limpieza daría resultados positivos sobre la decoración, independientemente de factores tales como su pertenencia a diferentes paredes. No obstante, cabe precisar que proceden de los derrumbes depositados en la zona nororiental y noroccidental a cuyos muros, por lógica, debieron estar adheridos. Con todo, son lo suficientemente representativos para que podamos ofrecer una hipótesis del esquema compositivo de toda la altura de la pared (Lám. 3), y ello claro está, en relación con las evidencias del zócalo que aún se conservan in situ. Cuatro de los fragmentos presentan en su decoración parte de un friso de fondo negro sobre el que se ha pintado una sucesión de roleos (en tonos verdosos, azulados, beiges/ocres y rojizos) en cuyo interior hay animales (a excepción de los cuartos traseros). En uno parece reconocerse un perro y un posible herbívoro, y un felino en otro. Acompañando a estos roleos se pintan aves de cuerpo blanco, patas y pico rojos, siendo una de ellas una zancuda. Otros elementos vegetales como flores (de pétalos rojos y azules/verdosos) y tallos complementan la escena. La altura de este friso es de al menos 68 cm, y está delimitado en su parte inferior por una banda ancha (10 cm) de color rojo intenso fileteada en ocre, blanco y negro. Debido a la sucesión de motivos y a la disposición de las zonas de encuadre, creemos que este friso se situaría en la zona media de la pared. Bajo él se aprecia otro de aproximadamente 40 cm de alto en el que alternan espacios cuadrados o rectangulares (de 40, 36 y 30 cm de anchura) y rectangulares (de 56 cm de longitud conocida) con crustae cuadradas o romboidales con círculos inscritos. Aún no tenemos datos suficientes para indicar si la seriación de las crustae tenía un desarrollo lineal en todo el perímetro de la sala o si, por el contrario, estaba localizado en una parte de ella. Tampoco sabemos cuántas de estas incrustaciones rectangulares o cuadradas formaban cada serie, aunque podemos avanzar que en el caso de las cuadradas es de al menos dos. Los tipos de mármoles que se simulan amplían el espectro de los identificados en esta y otras zonas de la casa. Son el brocatel, el veteado de fondo blanco y trazos oblicuos azulados y grises, otro también veteado pero de fondo verde o blanco con vetas sinuosos, y el
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numídico, “recortados” en placas circulares, triangulares, rectangulares y cuadradas delimitadas mediante filetes simples negros o dobles blanco/negro; también se identifican puntos blancos en las esquinas. En cuanto a la posición de esos fragmentos del revestimiento pictórico sobre los muros, la más que probable situación del friso con elementos vegetales y animales a una altura media de la pared, en una posición que permitía contemplarlo a la altura de los ojos y la existencia de vestigios de un zócalo de lastras marmóreas aún adherido a la base de los muros en algunos puntos de la sala, sugiere la siguiente estructura de abajo a arriba: 1) el zócalo de imitación de ortostatos de mármol, 2) el friso simulando un sectile parietal a base de placas de formas geométricas recortadas en mármoles diversos, 3) el friso de roleos con representaciones animalísticas que sugieren un tema venatorio. Respecto al zócalo, sólo se mantienen in situ16 algunos vestigios porque las paredes fueron expoliadas prácticamente en su totalidad, pero son suficientes para ver que es idéntico al de la habitación 36. Consiste en la figuración de lastras de 34 cm de anchura de pórfido rojo y en mármol negro con vetas blancas y en mármol carístio que alternan separadas por otras mas estrechas (de 18 cm) del llamado mármol lucúleo que sobre fondo de color rojo vivo tiene finas vetas negras. Otros tres fragmentos (Lám. 3, zona izquierda) muestran una composición netamente distinta: forman parte de un panel que simula solamente un mosaico parietal de opus sectile a base de figuras geométricas de diferentes mármoles en una combinación que no aparece en los fragmentos que hemos descrito antes. Hay un casetón de al menos 35 cm de altura en pórfido rojo, con flores en las esquinas (representadas por un punto central y otros a su alrededor). Flanqueándolo aparece una placa de mármol amarillo con vetas blancas y marrones de trazo curvo, y por encima se distribuyen en dos registros separados por una banda gris azulada de 8 cm de anchura, mas incrustaciones de diferentes mármoles. En el inmediato (de 24 cm de altura), crustae rectangulares y trapezoidales donde se alternan los mármoles caristio y numídico. Por encima, en el registro superior de 28 cm de altura, una composición de rombos seguramente insertos en rectángulos- con círculo inscrito de mármoles amarillos y pórfido. Como ya hemos indicado este tipo de decoración se encuadra en los gustos y modas propios de momentos tardíos, de los que existen ejemplos en otras villas como la de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba)17 y Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo)18 por citar dos recientemente
16 Hemos indicado en un estudio anterior (García Merino, C., Sánchez Simón, M. y Burón Álvarez, M.; (2007) que quizás ese zócalo hubiera sido reparado. No obstante las observaciones de los restos de ese zócalo con lastras no muestran indicios de que sobre él se hubiera ni pintado ni adosado otra trullissatio, pues carece de marcas incisas que hubieran sido necesarias para la adherencia del mortero nuevo. 17 Cánovas, A. (2002): La decoración pictórica de la villa de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba). Arqueología Cordobesa, 5.
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excavadas. Además la presencia de roleos con motivos cinegéticos aparece en mosaicos como los de las villas de Cardeñajimeno19 y de Dueñas20 entre otros.
La exhibición al público de los revestimientos parietales pintados de la villa romana de Almenara-Puras Todas estas importantes evidencias que formaron parte de la manera de concebir la vida en una de estas lujosas villas, se pueden visitar en el MVR. Entre los objetivos que se perseguían con la intervención sobre los paneles de revestimiento parietal pintado estaba el de su exposición al público complementando los contenidos del propio centro. Por ello el MVR ofrece ahora un aspecto poco conocido por el público en general debido a la escasez de este tipo de evidencias en los museos, aulas arqueológicas u otros centros de carácter histórico-arqueológico. Efectivamente, no es inusual que se puedan contemplar mosaicos conservados in situ o expuestos en museos. Sin salir de Castilla y León, y a modo de ejemplo, se puede indicar los de los yacimientos palentinos de La Olmeda (Saldaña) y Tejada (Quintanilla de la Cueza), los de la villa de Prado (Valladolid) en el Museo provincial de Valladolid o los de la Villa de Santa Lucía en Aguilafuente (Segovia) en el Aula Arqueológica de la localidad. Menos frecuente en cambio, es la posibilidad de apreciar decoraciones pictóricas de las que en nuestra comunidad tenemos al menos los ejemplos de la habitación nº 7 de la casa de los Plintos en Uxama (Osma, Soria), de la citada villa de Aguilafuente y de la Domus de las Pinturas Pompeyanas de Astorga. A este panorama se vienen a sumar los revestimientos de la villa de Almenara-Puras, y no sólo los que desde 2003 se podían apreciar en los zócalos de los muros de la casa, sino ahora también los nueve paneles pertenecientes a la zona media/superior de las paredes de la habitación pavimentada con el mosaico de Pegaso. La exposición se ha concebido para acercar a los visitantes del MVR un aspecto más relacionado con la historia de la villa; concretamente un tema seguramente poco conocido como es la manera en la que se decoraban las paredes de las viviendas de esta época. Con este nuevo contenido se quiere incidir en la comprensión global, desde todos los puntos de vista, de lo que fueron las villas y de las formas de vida y el lujo que rodeaba a sus propietarios. Por ello el MVR difunde que estas casas son lujosas residencias en las cuales todos sus elementos y
18 Castelo Ruano, R., Seco Serra, I. y Álvarez Ibarrola, S. (2004): “Materiales constructivos procedentes de la Villa romana de El Saucedo (Talavera La Nueva, Toledo”. Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, págs. 243-309. 19 Lancha, J. Y Bartolomé, A. (1988): “Les mosaïques de la villa romaine de Cardeñajimeno”. Archivo Español de Arqueología, 61, págs. 305-323. 20 Palol, P. de (1963): “El mosaico de tema oceánico de la villa de Dueñas”. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, págs. 14-15.
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componentes (desde la propia planta de la casa, la distribución de sus estancias, los pavimentos –tanto los mosaicos como otros tipos-, el mobiliario, la decoración de las paredes, los elementos ornamentales y de ajuar doméstico, etc.) son documentos que nos remiten a la sociedad del Bajo Imperio Romano. Para ello se ha creado un nuevo espacio expositivo compartimentado en dos ambientes. En el primero, dos pantallas muestran sendos audiovisuales que explican, por una parte el trabajo de los artesanos encargados de realizar la decoración pictórica, y por otra cuál ha sido el procedimiento y metodología empleados en la recuperación y restauración de los paneles pintados. Tras un módulo de separación, el visitante se adentra en una simulación de la habitación octogonal en la que se hallaron las pinturas. De sus paredes cuelgan los fragmentos restaurados, agrupados por su pertenencia a la zona media o superior de la pared. Adentrarse en este espacio supone retroceder en el tiempo, poder contemplar los gustos del propietario que encargó la obra, y acceder a una realidad que nos habla de las modas y convencionalismos de una época. Pero además, y dado el sistema de protección de las piezas que permite acercarnos a ellas tanto que podríamos casi tocarlas, podemos disfrutar y conocer el trabajo de estos artesanos: imaginarnos a estos pictores, regla, brocha y pincel en mano distribuyendo el espacio compositivo, planificando su trabajo, eligiendo los colores, creando plantas, animales, imitaciones a mármoles, retocando, perfilando,…; en definitiva adornando las paredes de esta habitación en consonancia con el bello mosaico de Pegaso. Realmente debió ser una estancia asombrosa, lujosa y bella, al igual que lo fueron otras de esta casa. El Museo de las Villas Romanas de Almenara-Puras, la Diputación Provincial de Valladolid y Turisvall invitan a los lectores de este breve artículo a que visiten la villa y disfruten de una amena e interesante visita. El objetivo del MVR es difundir y dar a conocer uno de los yacimientos arqueológicos de época romana más importantes de la provincia de Valladolid; es un centro de reconocido prestigio, galardonado con los premios AR&PA y Europa Nostra, que apuesta por el conocimiento, puesta en valor y difusión didáctica de la villa romana de Almenara-Puras.
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Fig. 1. Planta de la pars urbana de la villa de Almenara-Puras
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Lám. 1 Mosaico de la habitación 34. Fotografía de G. Gillani.
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Lám. 2 Exposición “Pinturas murales de Almenara-Puras: técnica, arte y suntuosidad”
Lám. 3 Reconstrucción hipotética del esquema compositivo de las pinturas que decoraban la habitación 34. Dibujo realizado por J.R. Almeida , SERCAM S.C.
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EL PROCESO DE DINAMIZACIÓN TURÍSTICA DE PEÑAFIEL (Valladolid) Amparo Recio Pérez y Noemí Solís Gutiérrez1
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n el año 1998 se concedió al Ayuntamiento de Peñafiel el Plan de Dinamización Turística que se prolongó hasta el año 2001. A partir de ese momento se realizó una labor para crear un producto turístico y de promoción del municipio y de su comarca,
que se desarrolló pensado en el Turismo como una de las actividades fundamentales, no sólo para el desarrollo de la zona, si no también para el mantenimiento de pequeños municipios que, bajo el amparo del Turismo Rural, han creado nuevas iniciativas empresariales que han dado vida a municipios que antes tenían un comprometido futuro. Pese a que Peñafiel contaba con un rico patrimonio histórico, artístico, cultural y gastronómico no estaba orientado a ser explotado turísticamente. La villa siempre había contado con visitantes que se acercaban a conocer el castillo y a degustar su gastronomía, pero que desconocían el resto de opciones que se ofertaban por falta de información, infraestructuras, señalización, etc. Las condiciones en las que se encontraba el Patrimonio no eran las adecuadas. El castillo no se encontraba en condiciones de uso cultural, sin visitas guiadas y sin medidas de seguridad. Otro lugar de interés era La Plaza del Coso, en un avanzado estado de deterioro y abandono. Las iglesias no eran visitables, algunas además estaban cerradas y no acondicionadas 1
Las autoras han desarrollado durante los últimos años su actividad laboral en la Oficina de Turismo de Peñafiel.
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para albergar todos los bienes muebles de los que se disponía. El casco histórico estaba también descuidado, con malas infraestructuras, sin señalización y sin una buena adaptación. Por su parte, el sector servicios era insuficiente y, en muchos casos, de baja calidad. Lo único destacable eran unos pocos restaurantes con gran calidad en el producto pero con carencias en la imagen. La comarca contaba con el Monasterio de Sta. María de Valbuena, de estilo cisterciense, en la localidad de San Bernardo; el conjunto histórico-artístico de Curiel de Duero, espectaculares paisajes junto a las riberas del Duero y del Duratón; y las primeras bodegas típicas de la zona, la hoy tan conocida Ribera del Duero. A partir de la aplicación del Plan de Dinamización se desarrollaron importantes actuaciones, proyectos y productos que han hecho de Peñafiel uno de los centros de turísticos más importantes de Castilla y León. La iniciativa pública también ha estado acompañada de la privada como sugieren dos datos de especial relevancia: en cuatro años Peñafiel pasó de tener seis restaurantes a dieciocho, y en la actualidad sobrepasa la veintena a los que hay que sumar los de la comarca; paralelo a ese rápido desarrollo hostelero, coincide el avance imparable de la dotación en la zona de una red de alojamientos rurales, así como la creación de alojamientos de calidad en Peñafiel. Hay que mencionar también la importancia que han tenido en este rápido desarrollo la creación de alojamientos rurales en toda la comarca. Se pasó de no tener alojamientos de este tipo, a contar con veinte establecimientos. Sin duda uno de los impulsos más importantes que ha tenido este municipio para su lanzamiento turístico ha sido el vino. El creciente interés por el vino y la categoría alcanzada por la D.O. Ribera del Duero han fomentado el enoturismo o turismo enológico, que se ha convertido, junto al castillo, en su principal atractivo cultural. El enoturismo en la Ribera del Duero empezó a ser visto y explotado por muy pocas bodegas; hoy en día está aún despegando y quedan muchas cosas por hacer si tomamos como referencia otras Denominaciones de Origen. En vistas de este incipiente turismo peñafielense se pusieron en marcha una serie de actuaciones que comenzó por las infraestructuras. Mejoras urbanísticas del municipio Desde el año 1999 el núcleo urbano de Peñafiel está declarado Conjunto Histórico Artístico por lo que existen unas medidas de control de todo el casco histórico que obligan a la emisión de un informe preceptivo de la Comisión Provincial de Patrimonio como paso previo a la concesión municipal de la licencia de obras. Estas medidas han permitido que cada año se consiga un mayor ordenamiento, respeto y conservación de todos los elementos urbanos, con el
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fin de mantener el carácter histórico de la villa y que esto redunde en beneficio de la consecución de un núcleo turístico de primer orden. Antes de 1999 se trabajó de lleno en la elaboración del nuevo Plan General de Ordenación Urbana, cuya aprobación se consiguió a finales del año 1999. Para ello se tomaron todas las medidas oportunas, dictando nuevas ordenanzas o mejorando las existentes, y ello provocó que los propietarios se animasen a rehabilitar y/o construir nuevas viviendas o locales comerciales. Así mismo, para incitar a los propietarios a la recuperación y habitabilidad del casco histórico se decidió conceder una subvención equivalente al Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras una vez acabada la rehabilitación o construcción de la casa. Los resultados fueron excelentes y se consiguió la recuperación de una buena parte del degradado caserío urbano. Esta transformación del aspecto físico del casco urbano se notó tanto en las viviendas privadas como en los edificios públicos, en parques, jardines, calles, accesos, señalizaciones, aparcamientos y mobiliario urbano e iluminación del núcleo urbano de Peñafiel. El respeto y conservación de los elementos del entorno urbano en fachadas, en el caso del casco histórico, se realiza por medio del informe preceptivo de todas las obras por la Comisión Provincial de Patrimonio. Los materiales de las obras no deben desentonar del entorno. Dentro del urbanismo, la actuación más importante que se llevó a cabo con el Plan de Dinamización Turística fue la recuperación y rehabilitación de la Plaza del Coso, donde se acometió un acerado perimetral, el soterramiento de cables de electricidad y teléfono, y la eliminación de antenas de televisión. También se ocultaron las tuberías de aguas potables y residuales. Aunque la recuperación de las fachadas es la actuación más importante desempeñada por dicho Plan. Fueron numerosas las obras que se realizaron en el casco histórico, todas ellas acordes con la fisonomía anterior del edificio y del entorno. Así, durante el año 1999 fueron veinte las solicitudes de obras presentadas, con más de cincuenta viviendas y obras en locales comerciales. La Señalización se realizó entre el año 1998 y principios del 1999 y se centró en la instalación de una señalización turística nueva en el casco histórico, acompañada de información de los distintos establecimientos, principalmente turísticos, y de bodegas. En el verano del año 1999 se colocaron nuevas señales indicativas para acceder a la Oficina de Turismo, ubicada en la turística Plaza del Coso, desde la carretera nacional y en los distintos puntos del municipio. Todo ello se llevó a cabo a través del Plan de Dinamización Turística. El objeto de esta señalización era orientar con la mayor precisión posible al viajero o viandante en su visita a Peñafiel y ofrecerle en todo momento información precisa de “dónde, por dónde y cómo ir”. Las señales eran de varios tipos y formaban un conjunto dependiente dentro de la estructura
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general del municipio. Los modelos de señales que se instalaron cumplían todas las normativas vigentes en esta materia a nivel nacional y autonómico para aquellas de sentido direccional y con las normas referidas por las distintas consejerías para la señalización turística y del Patrimonio Histórico. Por otro lado, durante el año 1999 se elaboró un plano callejero de la villa a disposición del turista. Si numerosas e importantes fueron las obras privadas cabe decir que el Ayuntamiento también realizó una importante mejora en la pavimentación del casco histórico y de los accesos y jardines de todo el municipio. Se construyó el aparcamiento del casco histórico mediante la compra de un solar de 10.000 metros cuadrados, frente al parque de San Vicente, en pleno centro histórico y justo a la bajada del castillo, para dar cabida a los numerosos vehículos de los turistas que se acercan a la localidad y peatonalizar así el centro los fines de semana. Otra labor importante fue la colocación del nuevo mobiliario urbano acorde con el entorno. Se colocaron papeleras, jardineras, bancos y farolas de fundición en las calles del casco urbano. El alumbrado público fue una de las grandes modificaciones del casco histórico, procediéndose a su renovación total mediante farolas de hierro fundido en el centro y la iluminación de los accesos de entrada a Peñafiel. Se alumbraron todos los monumentos y se renovaron los focos del cerro del castillo, apostando esta vez por una iluminación de bajo consumo. Productos creados A) MUSEO COMARCAL DE ARTE SACRO Ubicado en la Iglesia de Santa María de Mediavilla, en plena Plaza de España. La lucha constante, el empeño y la pasión de Jesús de la Villa por su pueblo, hizo que Peñafiel conservase dicha Iglesia. El Museo pretendía acoger todo el Patrimonio de la zona, susceptible en muchos casos de desaparecer bien por robo o por deterioro. Además de la recuperación, conservación y agrupación, tenía como principio fundamental la exposición: que el visitante pudiese contemplar el rico Patrimonio de toda una zona en un mismo lugar. La apuesta por la Cultura y el Patrimonio Histórico- artístico arrancó definitivamente con la primera exposición temporal que se realizó: Tras los pasos de la Cruz Alzada. Arte y Antropología en la Platería de la Ribera del Duero, inaugurada en diciembre de 1998 y clausurada a finales de marzo del 2000. La exposición abundaba en el interés antropológico que a lo largo de los siglos han mantenido las cruces procesionales de cada parroquia, y nos descubrió la importancia de la orfebrería tanto en su papel social como artístico. Tal fue la
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acogida de esta exposición, sin precedentes, que terminó formando parte de la colección del propio museo. No nos equivocamos al decir que fue una de las más destacadas a nivel nacional. B) CASA MUSEO DE LA RIBERA En una casa construida con materiales tradicionales de la Ribera del Duero, situada en la plaza del Concejillo, vive un matrimonio, Mariano y Tomasa, anclados en el pasado, en los principios del siglo XX. Una visita por las distintas estancias de su casa -la taberna, el lagar, la bodega, la cuadra...- nos hará a muchos revivir y a otros conocer las costumbres, tradiciones y forma de vida de un tiempo en el que el trabajo físico dominaba lo cotidiano, pero donde era fundamental también la palabra, la comunicación oral y la conservación para la transmisión del saber. En la restauración de la Casa de la Ribera se han respetado las estructuras y materiales de construcción del siglo XVI, así como los espacios y dependencias propios del modo de vida de los habitantes de la Ribera en 1900, gracias al entusiasmo de numerosos vecinos de la comarca. La propia singularidad del edificio, el rico legado recogido y sus moradores, fueron una apuesta innovadora en la época, sin apenas promoción, y hoy es uno de los mayores atractivos del visitante que se acerca a Peñafiel. Su promoción se ha producido mediante el “boca a boca”. Fue un reto muy importante que creó un referente para muchos otros museos de éste índole a lo largo de la geografía nacional. Su enfoque, totalmente distinto a lo que estábamos acostumbrados a ver, fue revolucionario. Cómo podíamos imaginar que los habitantes de la casa aún pudieran enseñarnos su forma de vida. Su apertura en el año 1999 significó y significa para Peñafiel un cambio positivo. Hasta tal punto que es el segundo museo más visitado en la localidad. C) AULA DE ARQUEOLOGÍA El espacio museístico recrea desde las estrategias de hoy -fotografías, reproducciones en metal y barro, paneles, cajas de luz, materiales interactivos e ilustraciones- lo que hasta ahora conocemos de la cultura vaccea. Una cultura que se conformó bajo el signo de la guerra, jerarquizada y con unos rituales funerarios basados en la incineración. Conocedores de la rueda y de sus aplicaciones, hábiles alfareros, comerciantes y prácticos urbanistas. Las orillas del Duero, cuatro siglos antes del calendario cristiano, estaban pobladas por distintos grupos indígenas. De éstos, los romanos destacaron a los vacceos por el valor de sus guerreros en el combate.
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Piezas de barro, metal, joyería, armas y restos funerarios desenterrados en el yacimiento situado entre Padilla y Pesquera de Duero, nos dan las primeras claves del paisaje cultural y humano que marcó durante cuatro siglos -del IV al I a.C.- el modo de vida de los primeros pobladores vacceos de Pintia. Articulada entorno a los aspectos fundamentales del asentamiento, vida cotidiana y rituales funerarios, es la única muestra dedicada de forma monográfica a la cultura vaccea de Castilla y León. Su propuesta incita al paseo participativo, lúdico y didáctico por la vida de aquellos pobladores que decidieron hacer de las tierras situadas en el curso medio del Duero, un lugar donde vivir y morir. En mayo de 1999 el Aula Arqueológica dedicada a Pintia se hizo realidad y permitió a Peñafiel ampliar su oferta cultural y turística. Este nuevo enfoque de conocer la arqueología proporciona una visión más cercana de la Historia de una forma eminentemente participativa, algo que hasta este momento no conseguían importantes museos arqueológicos. Está iniciativa permitió también que el yacimiento arqueológico de Pintia se conociera fuera de nuestra región. Desde su apertura hasta hoy se han acercado arqueólogos de otras Comunidades para conocer una novedosa forma de dar a conocer lo que ellos tanto aman. D) MUSEO PROVINCIAL DEL VINO La Diputación de Valladolid asumió como sede para el Museo Provincial del Vino de Valladolid el Castillo de Peñafiel. Desde su primer año de apertura a finales de 1999 se convirtió en el Museo más visitado de Castilla y León, a lo que sin duda contribuyó una fortísima promoción en televisión en prime-time. Las secuencias y los itinerarios de la exposición son: el vino a través de la Historia ritual, elemento de relación social, como alimento-; la vid -la planta, el clima, suelos, enfermedades y plagas-; la viticultura -plantación, trabajos de campo-; la vinificación -prensado, fermentación, clasificación, autoclarificación, filtrado, tipos de vinos, elaboración, enfermedades del vino, acciones sobre el alcohol, sobre el azúcar y sobre los ácidos, bodegas, la crianza y el envejecimiento, el embotellado-; y el Consumo -denominaciones de origen, la calidad, la cata, el vino y la gastronomía, el vino y la nutrición, el vino y la salud, el vino y las fiestas, el vino y el arte-. Peñafiel está más unido que nunca a la Ribera del Duero y el vino, así lo demuestra la fuerte demanda de visitas a bodegas y parada obligatoria al Museo Provincial del Vino. Un factor llamativo es la ubicación del mismo, dentro de uno de los castillos más admirados y espectaculares que aún se conservan. Actualmente, sigue siendo el principal foco turístico que en estos momentos tiene, no solamente Peñafiel, sino toda la D.O de la Ribera del Duero.
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E) EXPOSICIÓN DEL MUSEO DE LA RADIO En octubre del 2.000 se inauguro la Exposición sobre el futuro Museo de la Radio. En un principio iba a ser clausurada en diciembre del mismo año, pero debido al éxito de la muestra tuvo que ser ampliada hasta abril del 2001. La exposición fue una muestra de los fondos con los que iba a contar el futuro Museo de la Radio de Peñafiel, y en ella se mostraba al visitante la evolución técnica de la radio, con ejemplares que en ocasiones eran piezas únicas a nivel mundial. El escaparate que nos permitió ver de aparatos de radio esta exposición dejó muy buen sabor de boca a todos los que se acercaron a conocerla y creó buenas expectativas para el futuro Museo de la Radio, que aún tardaría en llegar. F) MUSEO DE LA RADIO Una constante en la creación de productos turísticos en Peñafiel es la rehabilitación de edificios dentro del Casco Histórico y, como no podía ser de otra forma, el Museo de la Radio se encuentra en el interior de una casa burguesas de finales del siglo XIX. Dentro del edificio son dos los aspectos que hacen de este museo sea irrepetible: la grandiosa colección y la excelente musealización. La colección consta de alrededor de 500 aparatos de radio entre receptores, antenas, auriculares y otros accesorios, y en ella destaca por encima de todo la calidad de los aparatos, que conservan íntegramente sus piezas originales. En cuanto a la musealización se tuvo en cuenta no solamente la colección y la radio como medio de comunicación sino también el propio edificio. Estos factores han condicionado el propio recorrido de la visita. Nos permite entrar en el salón principal de la vivienda y hacer un recorrido por los aspectos políticos en la radio, en el comedor y sus conocidos partes en la radio, etc. Pero no se olvidó en ningún momento que lo más importante es la voz del locutor que el receptor nos permite escuchar. Las audiciones cuidadosamente seleccionadas no permiten recorrer, recordar y conocer la Historia radiofónica de España. Con esta nueva apertura Peñafiel volvió a amplia su oferta turística y cultural con la puesta en funcionamiento de un nuevo atractivo turístico donde la idea esencial que se quería transmitir era el vínculo entre el oyente y la radio recurriendo a recursos que hundían su planteamiento en la memoria colectiva. Tras un estudio minucioso a lo largo de estos años, planteamos al público un nuevo enfoque sobre cómo conocer el funcionamiento de la radio desde dentro. Por eso el museo de la radio de Peñafiel quiere implicar a todos los que aman este medio. Un nuevo espacio museístico
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donde tiene cabida no solamente la exposición, sino también la conservación e investigación. En definitiva un museo vivo y activo. Creado tras muchos años de obras, abrió sus puertas en 2006, y pese al éxito de la exposición del año 2000, el museo no fue recibido como se esperaba. Una continuada promoción en ferias desde el año 2000 hasta la apertura del Museo en el 2006, quizá quemó un producto que aún no existía, y tras su apertura no realizó inauguración oficial alguna ni se acometió siquiera una labor básica de promoción. Fiestas y Certámenes Feriales Otro atractivo turístico de Peñafiel son las ferias que anualmente son un escaparate muy llamativo para acercarse a conocer la zona. En las cuatro ferias -Riberexpo, Provin, Riberjoven y Opera Prima- el protagonista es el vino, principal motor de la Ribera del Duero, y estos eventos en muchos casos se han consolidado como referentes nacionales. La Fiesta de la Vendimia. RIBERJOVEN. La Fiesta de la Vendimia intenta afianzar y dar a conocer la Ribera del Duero como una de las más importantes zonas de producción vinícola del país. La fiesta se hace coincidir con la recolección de la uva, en el primer fin de semana del mes de octubre. Entre los actos que se programan hay algunos que han mantenido una continuidad en el tiempo, como la actuación de grupos de danzas, la Milla del Vino “Villa de Peñafiel”, el pisado de la uva y degustación del primer mosto, la Muestra Gastronómica, o el certamen de pintura rápida Villa de Peñafiel. La última incorporación a las ferias anuales de Peñafiel ha sido Riberjoven, que se realiza junto a la fiesta de la vendimia. Es una muestra gastronómica y vino joven de la Ribera del Duero. PROVIN En el año 2001 se creó un nuevo certamen. Debido al número creciente de bodegas y al incremento de ventas por todos los consejos reguladores de Castilla y León, se pensó en realizar una Feria que englobara todo el sector vitivinícola para que las bodegas y los viticultores de la región pudiera conocer de primera mano las últimas novedades de este sector. La idea fue acogida en su primera edición de una manera espectacular, con más de 50 expositores y 10.000 visitantes. Posteriormente pasó a ser una feria bianual
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RIBEREXPO Muestra de vinos de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Comenzó su andadura en mayo de 1993 con el objeto de mostrar todos los vinos de la Ribera del Duero. La Muestra de Vinos de la D. O. Ribera del Duero tomó el nombre de Riberexpo en su 8ª edición en 1998, y actualmente es el mejor referente que tienen los vinos de D.O Duero. Con una proyección nacional e internacional, se celebra el tercer fin de semana de mayo, destinándose el fin de semana para público en general y el lunes para profesionales del sector. Durante esos tres días Peñafiel se convierte en el centro de referencia del mundo del vino, y a pesar de ser una feria muy consolidada, se aprecian signos de estancamiento muy preocupantes. GASTROFIEL Durante una semana Peñafiel se convirtió en el escaparate internacional de la cocina, dándose cita en el cocineros de la talla de Juan Mª Arzak, Pedro Subijana, Jesús Santamaría, Aitor Elicegui, Andoni Eduriz, y Restaurantes como Suntory -cocina japonesa-, Al-Mounia -cocina Árabe-, Tse-Yang -Hotel Villamagna-cocina china.También críticos de la categoría de José Carlos Capel -El País-, Mikel Corcuera, Mari Watanabe -crítica gastronómica japonesa y especialista en gastronomía española-. Se trataron temas con los mejores expertos europeos y mundiales, se emitió un ciclo de cine gastronómico, se desarrollaron Aulas del Sabor para niños, se celebró la 1ª Feria del Libro Gastronómico, y, como colofón, todos los asadores de Peñafiel colaboraron con el día del Asado Castellano. Todo esto fue aderezado con una serie de cenas en las que participaron los mejores cocineros de Castilla y León. Esta muestra no continuó en el tiempo, pero se puede decir que sentó las bases de muchas otras similares que se están actualmente desarrollando en España. OPERA PRIMA DE LA RIBERA DEL DUERO Tiene como finalidad presentar los Crianzas de la Ribera del Duero antes de que salgan al mercado. Está presentación está dirigida única y exclusivamente a los profesionales del sector, sumilleres, jefes de sala, cocineros o tiendas de distribución. Tiene un aforo máximo de 250 catadores profesionales. Siempre se trata de una cata abierta y sus resultados permiten que los primeros en conocer los crianzas del año sean los profesionales del sector. Pero lo que la diferencia de otras catas es su puesta en escena: durante el transcurso de la misma la música en directo es el mejor acompañante para probar los nuevos vinos.
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¿Proyectos de Futuro? En 1999 sí, ¿Hoy? Peñafiel, pese a su gran desarrollo turístico, podía haber hecho mucho más: proyectos que fueron promocionados y difundidos en su momento se quedaron atrás por motivos que desconocemos, y que ojalá se pongan en funcionamiento algún día, como es “El Tren del Vino”, en la línea FFCC Valladolid-Ariza, una experiencia ferroviaria de uso turístico. La maquinaría con la que se contaba era histórica, como una locomotora de vapor y trenes de época que debidamente restaurados serían un atractivo por sí solos. En este recorrido se atravesaría toda la Ribera vallisoletana, cruzando los terrenos y viñedos de numerosas bodegas, pero además, se pretendía ampliar a toda la Ribera del Duero, llegando a localidades burgalesas como Roa y Aranda de Duero. Era un proyecto muy ambicioso, pero perfectamente explotable, y teniendo en cuenta que se crearía un turismo de estancia y se fomentaría el desarrollo de poblaciones de tres provincias de Castilla y León -Soria, Burgos y Valladolid- es quizá donde se deba actuar rápidamente. Otra de las actuaciones que introdujo en su programa el actual gobierno, hace ya tres legislaturas, es decir, en 1999, fue la recuperación del Duratón. El proyecto municipal que se pretendía acometer como una de las inversiones del Plan de Dinamización Turística, se iba a elaborar en tres fases y en un periodo de tres años. El río Duratón, que en la Edad Medía constituía el límite de la villa de Peñafiel, en la actualidad es un elemento inserto en la ciudad, que la recorre de norte a sur y atraviesa puentes y edificios históricos de gran valor patrimonial. El río Duratón a su paso por la villa mantiene un caudal constante y una vegetación frondosa que permite diversos usos para el ocio y el disfrute, para que la población local y los visitantes puedan estar y pasear todos los días del año. El proyecto pretendía poner en valor el río a partir del acondicionamiento de las riberas y parques, integrando el río en la vida de la villa. La propuesta que se hizo consistía en mejorar los accesos, adecuar el paisaje y hacer un tratamiento de 30.000 metros cuadrados para jardines con plantaciones de vegetación autóctona; recuperar la muralla y las fachadas; construir dos pasarelas peatonales de madera para unir ambas márgenes del río, con senderos y carril para bicicletas; construir un pabellón de invierno acristalado; actuar sobre el cauce del río; hacer una limpieza de los puentes e instalar un mobiliario urbano integrado en el medio, con una iluminación tenue y ornamental que permitiera dar mayor vistosidad al conjunto; además de adecuar las distintas zonas de baño, picnic, juegos, praderas y aparcamientos. De todo este ambicioso proyecto, y tan atractivo, tras diez años, la realidad es otra. Se han mejorado las zonas de recreo ya existentes, pero no se han creado nuevas zonas, sólo se llegó a construir una de las pasarelas y también el pabellón de cristal, el cuál no se explota a
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excepción de los meses de verano. La iluminación y el mobiliario también se integraron, pero hay que tener en cuenta que posteriormente no se ha hecho un mantenimiento, estando algunos parques de la villa en un estado lamentable, siendo esto una imagen nefasta para el municipio. Hay que tener en cuenta que Peñafiel tiene un importante turismo familiar y escolar que acude a comer o a descansar a estas áreas, por lo tanto es otra cuenta pendiente que se tiene en la localidad para completar su calidad como conjunto turístico. Otras localidades de la comarca si que han tenido en cuenta el condicionamiento de estos espacios ya que hay un turismo que lo demanda, es el ejemplo de Rábano junto al río Duratón, Pesquera de Duero, San Bernardo o Valbuena. ¿Qué ha pasado hoy? Peñafiel desarrolló un Agente Turístico, Turifiel, y creó un mercado turístico amplio y variado, teniendo en cuenta la oferta y la demanda. Este mercado turístico produjo un flujo que influyó favorablemente en la economía local, se generaron puesto de trabajo, se desarrolló la zona con la creación de infraestructuras, incremento y mejora de los servicios, aumento del ocio, mejora de la calidad de vida, recuperación y consolidación de tradiciones, valoración del Patrimonio, ampliación de la oferta, etc. Durante años ha existido una progresión tras su implantación, pero a día de hoy encontramos ciertos aspectos que decepcionan. Esas infraestructuras, que en un inicio importaron tanto, no se han vuelto a renovar: vemos zonas olvidadas o inadecuada señalización por numerosos cambios. El Ayuntamiento apostó por Turifiel, Sociedad Municipal de Turismo de Peñafiel, para dar autonomía a este sector con gran auge, pero la realidad ha demostrado que se siguen poniendo trabas a cualquier proyecto nuevo y los caminos para conseguir afianzar el sector turístico encuentran muchos obstáculos. El impulso de la Ribera del Duero hoy lo está llevando el sector privado –es el caso de las bodegas o los alojamientos, con la puesta en marcha de proyectos atractivos-. Pero a pesar de todo no podemos obviar que queda mucho por hacer si queremos afianzar el gran producto turístico que es el Duero. Para ello, hay que unificar ambas fuerzas: sector privado (empresas turísticas, alojamientos, bodegas,…) y sector público (organismos públicos: Turifiel, Diputación, Consejerías,...). Esperemos que el futuro sea prometedor, ya que de otra forma sería lamentable tener un gran producto turístico y no aprovechar todas sus posibilidades, máxime cuando existe una poderosa demanda.
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EVOLUCIÓN VISITANTES OFICINA TURISMO PEÑAFIEL
Año Año Año Año Año Año MES
Año
Año
Año
Año
Año
Año
Año
Año
Año
Año
Año
1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
283
951
947
875
999
647
588
493
428
531
2074
1818
1787
1960
1483
1575
1212
932
ENERO
175
FEBRERO
1059
MARZO
1174
ABRIL
1761
MAYO
1700
JUNIO
656
62 352 6032
1053
1603
3246
2152
4471
2978
2131
4813
2320
2217
994
437
920
5503
3299
4089
5269
2709
4515
3250
2228
6046
4611
329
1129
1286
1973
2125
1764
2456
2979
3064
4742
3251
3631
2991
2095
453
799
701
1822
1326
3100
2364
2087
2267
2495
2113
2127
2016
1487
JULIO
116
224
353
903
947
906
1209
1855
1883
2054
2269
2256
1816
1837
1468
1443
AGOSTO
247
382
849
785
1869
1164
2338
2551
3046
3734
3485
3390
3290
3540
2408
2433
SEPTIEMBRE
258
109
474
650
3359
303
1304
1353
1206
2138
2371
2464
1907
1670
2025
1860
OCTUBRE
14
41
344
215
NOVIEMBRE DICIEMBRE
256
TOTAL
256
7160
2343
2756
3470
2689
3000
2448
2984
2541
2706
2168
398
245
343
971
857
2357
2157
2934
1973
1738
1538
2207
1383
171
224
875
1570
1598
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2199
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1530
1780
2604
921
2311
1738 5301 9510 13335 19399 21522 28740 29708 31431 31806 26140 27868 28496 21978
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MUSEO COMARCAL ARTE SACRO
OFICINA TURISMO PEÑAFIEL 40000
20000
30000
15000
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1
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Año 1991
Año 1992
Año 1993
Año 1994
Año 1995
Año 1996
Año 1997
Año 1998
Año 1999
Año 2000
Año 2001
Año 2002
Año 2003
Año 2004
Año 2005
Año 2006
Año 2007
AÑO 1998
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AÑO 2000
AÑO 2001
AÑO 2002
AÑO 2003
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AÑO 2005
AÑO 2006
AÑO 2007
CASA MUSEO DE LA RIBERA
PINTIA. POBLADO VACCEO
12000
5000
10000
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1
1 AÑO 1999
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AÑO 1999
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AÑO 2007
AÑO 2003
MUSEO DE LA RADIO. PEÑAFIEL
MUSEO PROVINCIAL DEL VINO 6000
140000 120000 100000 80000 60000 40000 20000 0
5000 4000 3000 2000 1000
1
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AÑO 1999
AÑO 2000
AÑO 2001
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AÑO 2007
AÑO 2003 AÑO 2006
BODEGAS PARTICIPANTES RIBEREXPO1996-2004
AÑO 2007
EXPOSITORES PROVIN
Año1996 Año1997 98 94
100
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60 40 20 0
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Año 1998
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Año 1999
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Año 2000
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Año 2001
1ª EDICIÓN 2001
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1
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3ª EDICIÓN 2003 2ª EDICIÓN 2002
VIAJE DE ESTUDIOS A GRECIA, 1934 J. Álvaro Arranz Mínguez
D
urante el verano de 1934 el Seminario de Estudios de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid llevó a cabo un Viaje de Estudios a Grecia. Varios profesores, capitaneados por D. Cayetano de Mergelina y D. Elías Tormo, y
alumnos entre los que se encontraban nombres que con los años se convertirían en respetables figuras del panorama intelectual como Antonio Tovar, Joaquín Pérez Villanueva o Felipe Ruiz Martín entre otros, recorrieron la geografía helena con el objetivo de ampliar conocimientos y, a su vez, convertirse en embajadores de la cultura española en aquel país, dónde también se pretendía sentar las bases para crear una Escuela Española en Atenas. El grupo expedicionario fotografiado junto al edículo de las cariátides. Diapositiva en cristal, publicada en el BSAA fascículo VII (1935).
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