INNER NATURE 2016

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Conciencia ecológica, un asunto de cuidado y cercanía Las Palmas GC, 2016

INNER NATURE

arte, naturaleza y contemplación


Ilustraciรณn portada: Irene Leรณn (Maruchita) www.ireneleonworks.com


INNER NATURE es un proyecto sin ánimo de lucro que nace en Valencia, organizado por el Centro de Investigación Arte y Entorno-CIAE y el Laboratorio de Creaciones Intermedia-LCI, con el objetivo de reflexionar sobre arte, naturaleza y contemplación a través de la creación audiovisual. Mediante una muestra anual, internacional e itinerante, pretende cultivar una conciencia más despierta y sensible a los grandes retos globales a los que nos enfrentamos y contribuir a transformar nuestra realidad empezando desde nuestro interior. Con cada edición se plantea una temática diferente. Esta segunda edición, bajo la temática “conciencia ecológica”, quiere recoger diferentes miradas y reflexiones acerca de la grave situación planetaria a la que nos enfrentamos, ante la que se hace esencial un profundo cuestionamiento de nuestra cosmovisión para explorar otras formas de ser y habitar en el planeta. El evento combina la proyección de los vídeos seleccionados en la II Muestra Internacional de Videoarte sobre Naturaleza y Contemplación con las diferentes actividades programadas desde cada una de las sedes de acogida por las que itinera. La exposición itinerante se inauguró en noviembre de 2015 en Valencia, en el Instituto Valenciano de Arte Moderno-IVAM, junto con las jornadas “'ECO-FRAMES. Conciencia ambiental y relatos fílmicos”. El 13 de abril de 2016 se exhibió en Centro Atlántico de Arte Moderno-CAAM de Las Palmas de Gran Canaria dentro de la Jornada “Conciencia ecológica, un asunto de cuidado y cercanía”, organizado por EspacioGuía (Manena Juan y Fernando Maseda). Otras sedes por las que itinera esta edición son: Teruel (Facultad de Ciencias Sociales y Humanas), Granada (Centro Mediterráneo), Lleida (Centro de Arte y Naturaleza Can de Farrera), Salamanca (Espacio Zinc), Francia (Jardín Botánico de Marnay-sur-Seine), Chile (Santiago de Chile) y Argentina (Facultad de Artes, UNT en Tucumán).

Organiza: Centro de Investigación Arte y Entorno (CIAE) Laboratorio de Creaciones Intermedia (LCI) Equipo de coordinación: José Albelda Chiara Sgaramella Estela de Frutos Lorena Rodríguez Mattalia

Con el apoyo de: Universitat Politècnica de València IVAM Instituto Valenciano de Arte Moderno Facultat de Belles Arts San Carles Departament d´ Escultura Departament de Pintura

www.innernatureexhibition.com

Colaboran: Proyecto PIUNT 501, Facultad de Artes, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina Jardín Botanique, Marnay-Sur-Seine, Francia Centro de Arte y Naturaleza Can de Farrera, Lleida Espacio Guía, Las Palmas de Gran Canaria Centro Mediterráneo, Granada Zinc Espacio Emergente.Salamanca Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Teruel


13 de ABRIL de 2016 / 17.00 - 21.00 h. CAAM - sala polivalente / Las Palmas de Gran Canaria

jornada / reflexión

“Conciencia ecológica, un asunto de cuidado y cercanía” PRESENTACIÓN. Fernando Maseda y Manena Juan CHARLA 1. Carol Cerro y Nayra Álamo ¿Qué cambia cuando cambiamos la forma de tener / criar / educar a nuestros hijos? CHARLA 2. Javier Estévez ¿Qué cambia cuando cambiamos la forma de percibir / recorrer / pensar nuestros paisajes? CHARLA 3. Jonathan Mesa y Fabián Alonso ¿Qué cambia cuando cambiamos la forma de producir / consumir nuestros alimentos? COLOQUIO FINAL. Salvador Martínez SEDE DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Organiza: EspacioGuía Colabora: Centro Atlántico de Arte Modernos-CAAM Coordinan: Manena Juan y Fernando Maseda Agradecimientos: Espacio Vida y Jilorio Café D’Espacio PUBLICACIÓN Edita: EspacioGuía, Las Palmas de Gran Canaria, junio 2018 Diseño y maquetación: Fernando Maseda Fotografía: EspacioGuía y Fabián Alonso Ilustraciones:Irene León

www.espacioguia.com


QUÉ CAMBIA CUANDO CAMBIAMOS LA FORMA DE (...)


PRESENTACIÓN

“Los hombres son hierba” Fernando Maseda y Manena Juan Manena Juan es escultora y bióloga poética que se ha movido por la investigación científica, la docencia y la emprendeduría empresarial. Fernando Maseda es un “generalista”, con estudios en biología, filosofía y gestión documental, que combina su faceta teórica con la práctica artística. Ambos comparten los proyectos de gestión y producción cultural EspacioGuía y CampusGuía. EspacioGuía, iniciado en 2005, es un proyecto cultural generador de proyectos orientados a la creatividad social para el desarrollo local sostenible y la transdisciplinariedad. CampusGuía, iniciado en 2006, es un laboratorio vivo donde experimentar procesos creativos participativos. www.espacioguia.com www.tallerfractal.com

(Fernando Maseda): El título genérico del encuentro es “conciencia ecológica”, por lo que quiero empezar trazando una aproximación amplia de lo que para mi significa esto. Conciencia es, de alguna manera, un “darse cuenta” y ecología nos remite a que “todo influye en todo”, que todo está interrelacionado con todo y con cada una de las cosas. Conciencia ecológica sería pues ver, darse cuenta, comprender que la vida (la biota) es una red inmensa de conectividad e interdependencia. El formato que hemos propuesto para las distintas intervenciones que a continuación vamos a tener responde a la siguiente estructura: “qué cambia —del todo— cuando una de las partes —nosotros— cambiamos la forma de — el comportamiento— hacer algo“. Así reflexionaremos sobre los cambios que acontecen cuando cambiamos aspectos tan comunes y corrientes como la forma de tener hijos, la forma de alimentarnos o la forma de caminar y recorrer el paisaje. QUÉ CAMBIA

mundo

nosotros

CUANDO CAMBIAMOS

conciencia LA FORMA DE...

En línea con este formato, me gustaría empezar introduciendo un cambio de perspectiva, un cambio en la manera de razonar o de argumentar las cosas. El modelo de razonamiento que se nos ha enseñado vendría a ser el siguiente: Los hombres mueren. / Sócrates es un hombre. / Sócrates muere.


Este sería un razonamiento lógico o deductivo, y el conocimiento científico se basa en este tipo de razonamientos. Pero en el libro “GAIA: Implicaciones de la Nueva Biología”, publicado en el año 1987, aparece un artículo muy interesante que Gregory Bateson escribió en 1980, poco antes de morir, titulado “Los hombres son hierba”. Bateson, que fue científico, biólogo, lingüista, cibernético, antropólogo, practicante de budismo zen, etc. en ese artículo plantea otro tipo de razonamiento, que dice: La hierba muere. / Los hombres mueren. / Los hombres son hierba. A diferencia del razonamiento lógico-deductivo, a esta otra forma de razonamiento, basada en la asociación o la analogía, Bateson nos dice que la conocemos como “metáfora”. Y además nos dice que para tratar con las cosas de la vida, con la vida biológica, para tratar de entender qué es la vida o para preguntarnos sobre ella, es más útil este segundo tipo de razonamiento. Creo por ello, que este tipo de razonamiento llamado metáfora es el que da sentido a que ahora estemos aquí, en un centro de arte —en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria— tratando de reflexionar, comprender y compartir, a través del arte y de lo poético, sobre la vida y su mantenimiento. (Manena Juan): Enlazando directamente con este cambio de perspectiva que ha planteado Fernando, que es la idea que unirá las distintas intervenciones que tendremos esta tarde, vamos a plantearnos ahora “qué cambia cuando cambiamos la forma de percibir”. Para ello me gustaría empezar con una pequeña práctica. Ya que estamos aquí reunidos en torno a la conciencia ecológica, vamos a intentar hacer un ejercicio colectivo de toma de conciencia. Ahora podemos percibirnos aquí, dentro de un espacio, del espacio de esta sala. Normalmente, en nuestro percibir,


“... este tipo de razonamiento llamado metáfora es el que da sentido a que ahora estemos aquí, en un centro de arte”

resaltamos lo que nos separa: “aquí Manena, aquí Fernando, aquí una forma, aquí otra forma”. Pero lo que ahora planteo es que intentemos percibir qué es lo que nos une a los que aquí estamos. Si lo pensamos, en realidad lo que nos une es el espacio, que es lo que hay entre Fernando y yo, entre los niños que juegan por ahí o entre todos los que estamos aquí. Pero también lo que nos une es el silencio, el silencio —que se representa como espacio vacío en el lenguaje escrito— que uniendo palabras construye y da sentido a una oración y nos permite comunicarnos. Lo que nos está uniendo es el silencio y el espacio —que es una especie de silencio visual—. Para esta práctica, en la que también van a participar “los bajitos” (los niños), se trata simplemente de intentar durante un par de minutos escuchar, percibir el silencio que hay entre unas palabra y otras o entre los ruidos que oigamos porque al igual que el espacio nos contiene, el silencio es el soporte de esos ruidos y palabras. De esta forma, escuchando juntos el silencio, nos sintonizamos un poquito más unos con otros. (Silencio durante dos minutos).

GAIA y otras ideas a tener en cuenta El Planeta Tierra se comporta como un gran organismo vivo, que se autorregula y transforma. No es que la Tierra tuviera las condiciones adecuadas para la vida, sino que es la propia vida la que ha ido creando esas condiciones: el ambiente y lo que se genera en el ambiente son una sola cosa, contenedor y contenido son lo mismo. La mayor fuente de evolución y expansión de la vida son las dinámicas de colaboración, que son más determinantes que las de lucha. La mayor complejidad es fruto de la colaboración (simbiosis-integración) más que de la competitividad. La vida es plena en sí misma, no necesita director y no tiene ni finalidad ni propósito, es una continua recreación, un sistema emergente. La biosfera no es la casa donde reside la vida, la vida es la biosfera y viceversa: la biosfera es el cuerpo de la vida. Si algún día en el futuro el hombre coloniza otros planetas tendrá que hacerlo acompañado de la biota, somos inseparables, es nuestro verdadero cuerpo.


(...) SER MADRES Y PADRES


CHARLA 1

¿Qué cambia cuando cambiamos la forma de tener-criar-educar a nuestros hijos? Carol Cerro y Nayra Álamo Carol Cerro, mujer emprendedora y madre de dos soles al servicio de una maternidad y paternidad consciente. La maternidad dio un giro radical a mi vida, no solo en el plano personal, también en el profesional. La manera en que somos gestados, paridos y criados marca a fuego quiénes somos y cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con el medio. Desde hace más de seis años me dedico a ofrecer apoyo directo, asesoramiento, charlas, talleres, grupos de apoyo e información a las nuevas familias que desean una toma de conciencia sobre este momento de la vida. Trabajo por una crianza respetuosa con el Ser humano, para crear un mundo más amable.Nayra Álamo, mamá, maestra y aprendiz. Recientemente he trabajado en la escuela pública, desde septiembre de 2009, como docente de carrera. Hace seis años encuentro a través de la maternidad nuevas formas de ver la crianza y la educación y a partir de entonces he intentado compartirlo con las familias, niños y otros profesionales a los que acompaño a diario. Formada en acompañamiento emocional en contextos socioeducativos, mi sueño es formar parte de una escuela activa. La Asociación Maternal Espacio Vida es una asociación de profesionales, y familias socias, y un espacio multidisciplinar y multifuncional que nace con la intención de cuidar de las nuevas madres y padres y ofrecer soporte para una mejor llegada de cada nuevo miembro de este Planeta. www.asociacionespaciovida.blogspot.com www.laescuelitadenayra.blogspot.com

(Carol Cerro): La maternidad me conecto con cosas que nunca me había parado a pensar mucho: sobre la vida, sobre los ritmos que llevamos, sobre nuestras necesidades, sobre las necesidades de los que llegan cuando llegan, sobre cómo parimos en este sistema, sobre cómo criamos, cómo educamos. Se me abrió una compuerta y empecé a devorar libros, a investigar y leer todo lo que caía en mis manos sobre este tema; tanto así, como que la maternidad me dio la vuelta como un calcetín. Me cambio en el plano personal, todos los que somos padres sabemos que te cambia la vida, pero también me cambio en lo profesional. De repente esas ganas de empaparme de todo me hizo ir a Barcelona y formarme como doula y actualmente llevo seis años aquí en esta isla acompañando y apoyando a las familias cuando se convierten en madres y padres. Sobre todo acercándoles a esta maternidad-paternidad consciente, a esto que llamamos crianza respetuosa, a poner una mirada más amable, más sensible y sobre todo a ver que eso trasciende, que no queda en lo que tu haces en ese momento sino que influye en un ser humano en el resto de su vida. Todo lo que el ser humano vive y siente en la etapa de gestación, en el momento del parto y en sus primeros años de vida le marca a fuego, le deja una huella sobre los grandes rasgos de su personalidad y sobre la forma de relacionarse consigo mismo, con los demás y con el medio. Sobre la confianza en uno mismo y la confianza en los demás. Sobre la autoestima y el respeto, esa gran palabra. Cuando pedimos respetar es porque es algo que se impregna, cuando tus necesidades primales son respetadas entonces puedes entender lo que es el respeto. Una vez que salimos de la etapa primal, que cada uno puede manejarla con una toma de conciencia, con información, con


apoyo, puedes dirigir cómo quiere uno parir y criar a sus hijos, pero llega un punto en que se nos escapa, siguen creciendo y entran en la etapa de la educación. Por eso, cuando desde la organización me pidieron que me acompañara de alguien, en seguida pensé en mi amiga y maestra Nayra, porque constantemente divagamos juntas sobre estos temas que nos apasionan.

(Nayra Álamo): Quisiera agradecer, primero a los que pensaron en esta actividad reflexiva, también a Carol porque pensó en mi para acompañarla y a ustedes por venir a compartir este ratito. Siempre me gusta presentarme con una frase: “soy Nayra, soy mamá, soy maestra y soy aprendiz”. Incluso me emociono al decirlo. ¿Por qué me presento así? Siempre digo que soy mamá porque justo coincidió con la maternidad que yo conecte con mi naturaleza interna. Para mi, como para Carol, fue un cambio completo de mentalidad, de quehaceres en el día a día, todo fue nuevo. También me presento siempre como maestra porque lo soy, y me encanta y apasiona la educación. Aunque he de decir, que creo que debería estar prohibida; en ciertos casos, debería estar prohibida. Y también como aprendiz, porque como maestra que soy, en el aula continuamente estoy aprendiendo. Una de las cosas que


comprendí después de la maternidad —y que hasta entonces no me había percatado— fue que cuando uno está con niños, el aprendizaje siempre es mutuo.

“La naturaleza lo ha previsto lleno de amor, ha previsto que toda la maternidad sea una etapa gozosa, que ese primer desarrollo esté lleno de placer”

(Carol Cerro): Cuando vi el título “Conciencia ecológica, una cuestión de cuidado y cercanía” lo primero que me vino fue la capacidad de cuidar. ¿Dónde nace la capacidad de cuidar? Del amor. La capacidad de cuidar depende de la capacidad de amar. Si no me quiero no me cuido, si no te quiero no te cuido, si no siento amor por aquello que me rodea pues no lo cuido. Y esa capacidad de amar, ¿en qué momento se despierta? En el momento del nacimiento. Precisamente es en el momento perinatal —el momento crucial que rodea al parto— donde se establece la capacidad de amar o donde se origina la violencia. La naturaleza lo ha previsto lleno de amor, ha previsto que toda la maternidad sea una etapa gozosa, que ese primer desarrollo esté lleno de placer. Lo hace a través de un cóctel de hormonas que se segregan en ese momento, que son las mismas que siempre están presentes cuando sentimos amor: la oxitocina, endorfinas, incluso un poco de adrenalina también. Son hormonas que se mezclan en un cóctel de amor perfecto y que se liberan en el momento del parto y que además permanecen en nuestro cuerpo después del parto y llegan a ese bebé que nace.

El bebé nace en un éxtasis de amor y la mamá —si lo hace con sus hormonas— pare en ese éxtasis absoluto de amor. De esas hormonas depende el instinto materno, es decir, la capacidad de cuidar. El enamoramiento de la madre hacia el bebé y del bebé hacia la madre, que percibimos como romántico, responde a un impulso biológico, a una serie de hormonas que se liberan justo en ese momento, siempre que


podamos parir con ese cóctel natural que nuestro cuerpo provee. Sin embargo, lo que sucede a día de hoy es que la inmensa mayoría de las mujeres de los países industrializados parimos sin cóctel hormonal. Esto es un experimento en la historia de la humanidad, nunca antes había sucedido. La enorme mayoría de las mujeres hoy en día parimos sin cóctel hormonal y la mayoría de los seres humanos que llegan a este planeta lo hacen sin estar impregnados de ese cóctel hormonal. No sabemos lo que va a pasar, pero esa es la realidad. Más allá del parto, donde el bebé busca todo el rato el nuevo hábitat, que siempre pide estar en contacto, que siempre pide estar succionando. Todos los que hayan visto a un bebé mamar, ven como se le ponen los ojos. ¿En qué momentos de sus vidas ponen ustedes los ojos así? Una vez ya tenemos a los bebés en brazos, el ego social, lo que nos llega, las recomendaciones, las pautas, los mitos, las costumbres —y en un montón de sociedades diferentes— nos aleja todo el rato del corazón y del instinto: de cogerlos, de abrazarlos, de si serán demasiado dependientes, de dormir, de dar cuerpo, de dar pecho, de dejar succionar al libre albedrío... Es decir, todo eso lo estamos limitando constantemente y fíjense que Michel Odent, que es un obstetra francés que lleva toda la vida estudiando sobre las repercusiones que tiene la manera de nacer en la vida futura de la Humanidad —no solo del que nace— tiene un gran frase que dice que para cambiar el mundo hay que cambiar la forma de nacer.

“Para cambiar el mundo es preciso cambiar la forma de nacer” Michel Odent

Este es el quid de la cuestión si hablamos de cómo cambiar, de cómo meter conciencia, de cómo cuidar mejor el planeta, de cómo ser más sensibles. ¿Cómo vamos a hacer eso si nacemos sin hormonas del amor, si nacemos sintiendo una frustración hacia aquello que buscamos, que es el placer constantemente, que es constantemente la cercanía? “Cuestión de cuidado y cercanía”: la base del ser humano. En su última publicación, Michel Odent habla de la “cientificación del amor”. Tenemos que llegar a entender que hay que dar un paso atrás, revisar urgentemente lo que está pasando porque de ello depende que tengamos una sociedad más amable, menos violenta, que aprenda a cuidarse. Hasta ahora la pauta del ser humano para sobrevivir ha sido la depredación, la dominación de los otros y del territorio, esquilmar recursos como si fueran infinitos. Hoy en día nos encontramos en un momento de suma importancia, de una gran toma de conciencia sobre el futuro de este planeta y de la humanidad. Michel Odent nos dice que es el momento de pasar del “homo superpredador”, en que nos hemos convertido, al “homo ecologicus”. Para acabar, me quedo con ese mensaje: “para cambiar el mundo hay que empezar por cambiar la forma de nacer”.


“Hay muchos estudios que nos hablan de que el ser humano aprende principalmente del juego libre” (Nayra Álamo): Y después de nacer y después de criar seguimos preocupados por el desarrollo de ese ser vivo, de ese niño. Cuando me propusieron hablar pensé en ese niño que un día tiene que entrar al cole. Yo, que trabajo en la enseñanza y que estoy en estrecho contacto con esos niños mientras se desarrollan, me pregunto: ¿existen espacios adecuados para ese desarrollo? ¿cómo es el proceso de aprendizaje en esos espacios? Me viene a la cabeza la analogía de la semilla. Una semilla aunque es algo muy pequeño, dentro tiene una tremenda cantidad de información y no necesita nada, simplemente que se den a su alrededor las condiciones adecuadas (luz, agua, etc.) para que se abra a la vida y se desarrolle. ¿Qué ocurriría si nosotros estuviéramos todo el tiempo toqueteando esa semilla, si cuando empieza a brotar tirásemos del tallo o al salir las primeras hojas intentáramos que se alargaran más? Seguramente se quebraría. ¿Cuál es el proceso de aprendizaje que ocurre hoy en día dentro de las escuelas? ¿Qué estamos haciendo con los niños? Estamos permanentemente interviniendo. Estamos todo el tiempo intentando que la hojita se haga más grande o que el tallo crezca más rápido y no nos paramos a pensar qué está ocurriendo con ese proceso de aprendizaje. Aprender es una necesidad del ser humano. Hay muchos estudios que nos hablan de que el ser humano aprende principalmente del juego libre. Y este juego libre, este juego espontáneo, a lo largo de la historia y hasta no hace mucho se producía en la naturaleza. A propósito de los espacios, encuentro otra analogía: la metamorfosis del gusano en mariposa. Hace unos meses tuvimos una mariposa monarca en la clase. Teníamos la larva y lo que ocurrió fue que la planta en la que estaba la larva


era muy pequeña y no tenía alimento suficiente por lo que no se pudo completar el ciclo y la mariposa no pudo desarrollarse. Ese espacio no le proporcionaba todo lo que necesitaba. Y las escuelas, incluso las mismas ciudades, ¿son espacios adecuados que favorecen el desarrollo, o son espacios que limitan el potencial de la semilla o de la crisálida? Lo que a primera vista vemos es que son espacios cerrados, ahora mismo estamos en un espacio cerrado. Heike Freire nos habla del hecho significativo de cómo hoy en día nos desarrollamos siempre en espacios cerrados, aislados; hasta el punto que en los colegios notamos cada vez más que cuando los niños van de excursión a la naturaleza sienten “biofobia” o les da asco ensuciarse.

“Hace poco he tenido un encuentro con la educación libre y ya no soy maestra, ahora soy acompañante”

Hace poco he tenido un encuentro con la educación libre y ya no soy maestra, ahora soy acompañante. Ya no educo ni enseño como lo hacia antes, ahora educo y enseño cuando el niño me pide que lo haga, y mientras me mantengo un paso atrás. Antes, como maestra, estaba todo el rato dando pasos hacia delante, interviniendo, anticipándome, emitiendo información. A través de este encuentro con la educación libre me he visto dando un paso atrás y dejando que la vida suceda, que se desarrolle por sí sola. Yo simplemente estoy ahí, acompañando y esperando que, si el niño tiene alguna necesidad que cubrir, me lo pida. Y otra cosa que he aprendido en mi encuentro con la escuela libre es la importancia del contacto continuo con la naturaleza. Se entiende que una escuela libre tiene que estar integrada con la naturaleza, porque todos los valores vienen de la tierra, de la contemplación de la tierra. Toda la comprensión humana surge en base a esa contemplación de la naturaleza.



(...) CAMINAR


CHARLA 2

¿Qué cambia cuando cambiamos la forma de percibir-recorrer-pensar nuestros paisajes? Javier Estévez Javier Estévez, geógrafo y escritor que actualmente trabaja en el ayuntamiento de la ciudad que lo vio nacer, en el departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio. Ha colaborado en la redacción del planeamiento de espacios naturales protegidos, planes insulares y planes generales de ordenación municipal. Y ha escrito un catálogo literario y fotográfico de árboles monumentales y singulares de Canarias (Gigantes en las Hespérides) y la novela Días de paso. www.eltraspatio.wordpress.com

Soy geógrafo y vivo consumiendo paisajes. Es decir, considero al paisaje como un alimento que satisface mis necesidades y mis deseos. Ahora miro hacia atrás en el tiempo y me veo con apenas diez años sentado en una banqueta en mi casa completamente abducido por las maravillosas fotografías que ilustraba un viejo atlas del mundo. Sinceramente, no sé qué fue de ese Atlas pero en mi recuerdo aún perduran aquellos soberbios paisajes que mostraban sus páginas: la Tierra vista desde el espacio, las huellas del primer astronauta en la superficie de la Luna tras caminar por el Mar de la Tranquilidad, los lagos y los bosques de coníferas de Canadá, el sinuoso tránsito del Amazonas, el Sáhara, el Ártico, la sabana, los arrozales del sudeste asiático, el Fujijama. Allí estaban reunidos los grandes paisajes del planeta, paisajes que me resultaban fascinantes pero más útiles para mis ensoñaciones que para la realidad. Eran los paisajes del mito, el lugar sublime y recóndito en el que vivían mis héroes infantiles. Durante la adolescencia los paisajes me resultaron algo naif, algo absolutamente ajeno a mí. Como cualquier adolescente, yo caminaba por la vida como esas figuras que parecen marchar por el aire en las pinturas chinas porque les falta el suelo. Era rebelde, temerario e insensible. ¿Qué pinta el paisaje en la vida de un adolescente? Nada. Absolutamente nada. Sin embargo, durante esa etapa ocurrió algo trascendental en mi vida: perdí mi brújula, mi referencia vital. Mi madre murió cuando apenas tenía dieciséis años. Tardé poco en aprender lo que nos advertía Gil de Biedma en uno de sus poemas: que la vida iba en serio. De manera inesperada se abrió ante mí un paisaje lleno de preguntas sin respuestas. Recuerdo que una tarde estaba estudiando en casa y me surgió una duda. Inconscientemente, salí de mi


habitación decidido a consultar a mi madre. En el lugar en el que tenía que estar ella, donde yo esperaba encontrarla, no había nadie. Lo que sentí entonces fue el peso insoportable que tiene la palabra ausencia. Con diecisiete años, mi mejor amigo y yo decidimos cruzar la isla caminando. Nos trazamos el objetivo de salir de Guía, subir a la cumbre, bañarnos en Mogán y regresar a casa también caminando. Estuvimos siete días en las montañas. Entonces ocurrió una experiencia que cambió para siempre mi forma de mirar el mundo. Una tarde, cerca de Artenara, nos acercamos hasta unos peñascos a esperar la llegada de la noche. Sentados en la roca, sin buscarlo, sin esperarlo, asistimos a un atardecer que no olvidaré en mi vida. El paisaje, en primera instancia nos obsequió con la lontananza como primer regalo. Luego, cuando tuve la posibilidad de contemplar los oleajes de la luz sobre la piel de la isla entendí por primera vez la verdadera dimensión que tiene la inmensidad. Contengo inmensidades que cantaba Whitman. Estos ojos, estas dos gotas de agua cada vez más turbia, me permitieron contemplar lo que era decididamente inabarcable. Pero lo que más me marcó de ese espectáculo visual que sucedía ante mí fue que sentí por primera vez en mi vida que estaba ante la belleza absoluta. Schiller dijo que la belleza es la inclusión absoluta de todas las cosas. Yo supe que estaba ante la belleza porque simplemente contemplaba, conectaba y disfrutaba de su mera existencia. Sentí


que era parte de ella, que aquella imagen movía mi ánimo infundiendo en mi interior, primero asombro y después deleite y hasta cierto regocijo. Fui feliz como hacía mucho tiempo que no lo era y supe que aquella sensación era felicidad porque había desaparecido en mí toda pretensión de juzgar, de desear, de poseer y matizar.

“Yo quería aprender a leer el paisaje, porque presentía que en ese libro inmenso encontraría todos los acontecimientos de la naturaleza”

Esa experiencia me permitió no solo descubrir qué era la belleza. Descubrí también que la naturaleza se expresa a través del paisaje y que sus expresiones se transforman en nuestro interior en impresiones. Yo quise entonces lanzar esas impresiones vividas a la comprensión de los demás. Podía haberlo hecho mediante la fotografía, la pintura, o la música. Escogí la palabra escrita. Entonces tuve claro que quería encaminar mis inquietudes profesionales y mi realización personal hacia el paisaje. Yo quería aprender a leer el paisaje, porque presentía que en ese libro inmenso encontraría todos los acontecimientos de la naturaleza. Quería, además, narrar esa agradable emoción que nos transita a los enamorados de la belleza que vive en libertad. La geografía, como ciencia del paisaje, me ofrecía esa posibilidad. Hoy puedo decir que soy geógrafo no por vocación sino por apasionada elección. El estudio y la contemplación de los primeros paisajes me permitió entender la trascendencia de la luz. Todo, absolutamente todo en este mundo es demasiada penumbra si no arde por los dos extremos al mismo tiempo: cultura y naturaleza, arte y vida, y especialmente el espectador y el paisaje observado. La luz es la génesis. El principio. Probablemente así lo entendieron las antiguas culturas. En chino, por ejemplo, ojo, luz y sol son palabras prácticamente idénticas. El poeta inglés John Keats escribió que él tuvo a la luz como único libro. La luz es poesía y sin poesía, la realidad se desprecia.


El paisaje también se observa con los pies. Al adentrarme, al decidir recorrerlos, propicié sin quererlo mi encuentro con los árboles, una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Quien me conoce sabe que para mí, el árbol, es otro ser humano que siempre me espera con los brazos abiertos.

Recuerdo leer hace años un artículo en la prensa en el que se afirmaba que esta isla fue un gran bosque que se extendía prácticamente de costa a cumbre y del que hoy en día apenas quedan pequeños y aislados fragmentos. Aquella revelación me impactó. Consiguió que mirara a los árboles y arboledas de esta isla con una condescendencia, con un respeto insólito en mi vida. Aquellos seres, aquellos gigantes, eran genuinos supervivientes de una guerra irracional y secular que le habían declarado los hombres. Hoy en día, si un geniecillo salido de una lámpara mágica me diese la oportunidad de viajar en el tiempo, de visitar una época, un lugar, no lo dudaría. Le pediría que me llevara hasta la selva de Doramas, ese mítico bosque que cubría todo el norte de Gran Canaria y que para nuestra desgracia desapareció prácticamente en su totalidad. Del estudio de los bosques aprendí dos conceptos que enriquecieron mi percepción de los paisajes: reforestación y regeneración. Casi la práctica totalidad de los bosques actuales de esta isla fueron plantados hace décadas por el ser humano. Esas masas de pinos eran el resultado del esfuerzo diario de unos peones y el empeño de unos ingenieros que en su privilegiado delirio soñaron un día con recuperar los bosques de la isla, con devolverle el verdor que le pertenecía por naturaleza. Ese paisaje que yo creía natural era creación e


“Mi pasión por los árboles me llevó a recorrer todo el archipiélago. Así pude acercarme a los ejemplares más singulares y monumentales de las islas y retratarlos y narrarlos”

inspiración humana. Esta idea me reconcilió con mi especie. Por otro lado, el concepto de regeneración natural me enseñó que el paisaje, lejos de ser una foto fija es un proceso que está vivo, que está continuamente en movimiento, las veinticuatro horas del día, siete días a la semana y trescientos sesenta y cinco días al año. Hay un paisaje oculto que hace posible el paisaje visible. Un motor invisible que tiene sus piezas, su engranaje, su interrelación y su combustible. Este descubrimiento del paisaje no visible, de la interrelación tan íntima y perfecta que hay entre sus elementos, de sus ritmos, su tempo, nos permite maravillarnos aún más en la contemplación del paisaje visible. Gracias a mis pies y a mis ojos comprendí que los paisajes son escenarios dinámicos por los que palpita la vida. Mi pasión por los árboles me llevó a recorrer todo el archipiélago. Así pude acercarme a los ejemplares más singulares y monumentales de las islas y retratarlos y narrarlos. Pero también me permitió acercarme a otros paisajes de las islas, y descubrir en ellos una escuela muy peculiar en la que la austeridad y la necesidad son unas magníficas pedagogas. El mundo de la naturaleza ofrece la posibilidad de alianzas, de fertilidades cruzadas y mutuas. Las islas son un magnífico ejemplo donde con muy poco la naturaleza y la cultura han creado un universo inédito de posibilidades. Hay que ser capaces de entender que hay paisajes con firma. Paisajes que testimonian el esfuerzo de una cultura sensata que se desmorona en casi todos los rincones del planeta y que tiene un apellido claro y contundente: el mundo rural. Es nuestro paisaje antecesor, una cultura de una extraordinaria fuerza creativa capaz de inventar escenarios hermosísimos y que ha ensayado modelos de supervivencia que son perfectamente aplicables en el presente y en el futuro. Yo estoy por afirmar que la única diferencia entre cultura y natura es que la segunda es un poco más antigua. No hay más diferencia. Quien no entiende que es hijo de las culturas precedentes. Quien no entiende que es heredero del esfuerzo de otros que vivieron antes que nosotros. Quien no entiende que hay una relación directa, de cordón umbilical, entre lo que nos sostiene y protege y entre lo que somos, no sabe lo que es la vida. Por eso, cuando es destruida la referencia, el paisaje significativo, la historia concreta e irrepetible de un lugar, se pierde algo más que una realidad física. Por eso, cuando al hombre del campo se le arrebata su paisaje, se le quita el sentido de su vida. Cuando desaparece el paisaje en el que creció nuestra infancia, en el que sucedieron los episodios más trascendentales de nuestra existencia, se le quita sentido a la vida. No es de perogrullo afirmar que la defensa del paisaje es la defensa de la vida.


Debemos tener amplitud de miras. Un paisaje no tiene porqué ser esa imagen bucólica de la naturaleza. También existen otros paisajes a los que hay que asomarse con nuevos ojos para encontrar su belleza y su estética amable. Paisaje es un nombre que combina perfectamente con muchos apellidos: paisaje urbano, paisaje rural, paisaje natural, paisaje cotidiano, paisaje histórico, paisaje sonoro e incluso paisaje interior. Todo es paisaje. Todo es observable, sí, pero nosotros también somos observados por el paisaje. El paisaje se lee en voz activa y en voz pasiva. Es uno de los aprendizajes más sorprendentes que te ofrece la contemplación consciente. El mundo que te rodea siente tanta curiosidad por ti como tú por él.

“El mundo que te rodea siente tanta curiosidad por ti como tú por él”

Lo que definitivamente explica que un paisaje sea bonito o despierte más interés que otros es la subjetividad con que el observador se acerca a contemplarlo, y en este sentido, la valoración de un paisaje es una de esas pocas cosas que dependen de uno mismo, convirtiéndose en algo personal y propio. Si cada uno de nosotros somos sagrados porque cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles, los paisajes, por extensión, son igual de sagrados que los seres humanos que los contemplan. La lectura consciente del paisaje nos da claves, nos proporciona respuestas a la pregunta de quiénes somos como individuos y como comunidad. El paisaje es construcción y destrucción, sí, y en el proceso constructivo y destructivo hay mucho de emociones. Negativas y positivas. Ya sabemos que el paisaje es un universo de sugerencias. Sin embargo, hay que aceptar ciertas reglas del juego: detrás de esas sugerencias hay también chispazos que te permiten


comprender ciertas tendencias no deseadas, actitudes colectivas, conscientes e inconscientes, que modifican para siempre tu perspectiva del entorno y del momento en el que vives.

“El principal reto que nos ofrece el paisaje es el viaje extraordinariamente coherente, propositivo, estimulante, de la estética a la ética”

Antonio Gamoneda dijo que estamos descubriendo que hay úlceras en la pureza. El paisaje nos revela también lo peor de nosotros. Y pone sobre el tapete el gran problema que vive esta sociedad. A mí, esta sociedad actual en ocasiones me recuerda en cierto modo a mi adolescencia, aquel tiempo de temeraria impersonalidad e insensibilidad. El principal reto que nos ofrece el paisaje es el viaje extraordinariamente coherente, propositivo, estimulante, de la estética a la ética. Convertir la toma de conciencia en una proposición fundamentalmente ética. ¿Cómo no emplearse activamente en la defensa de ese entorno, del paisaje que ha hecho posible mis emociones y mi proyección frente al mundo, que ha hecho posible mi cultura? Es mi identidad, y qué es la identidad sino memoria. ¡Son mis raíces! Albert Camus afirmó que la experiencia más maravillosa e inocente que puede experimentar el ser humano en soledad es la contemplación consciente. Es lo más inocente porque cuando contemplas un paisaje no cometes ningún acto injusto contra nadie y tu corazón se siente libre. Y esa libertad, esa imposibilidad de ser violento con nada y con nadie, te permite sobrevolar las inconsistencias de este mundo y tomar conciencia del prodigio que es existir y que tantas veces nos suele pasar desapercibido. El paisaje me ha enseñado a convivir con la vida, no a someterla, me ha invitado a ser notario de esta convivencia y no para de recordarme que lo que he contado, lo que he tratado de transmitir no debe de desvanecerse. Lo aprendido y transmitido debe conservar el profundo sentido de la existencia. Lejos de academicismos, para mí, la mejor definición posible de paisaje es vivirlo. Y mejor aún: vivirlo y sentirlo. Porque si no vives ni sientes un paisaje, ese paisaje está muerto. No existe. Y probablemente algo tuyo haya muerto con él.


(...) ALIMENTARNOS


CHARLA 3

¿Qué cambia cuando cambiamos la forma de producir-consumir nuestros alimentos? Fabián Alonso y Jonathan Mesa Fabián Alonso, natural de Las Palmas de Gran Canaria. Licenciado en Psicología y especializado en Psicología Clínica y en Sexología. Apasionado de la naturaleza y el medio ambiente, cofundador del grupo de consumo agroecológico Jilorio. Agricultor de una finca biológica y con conciencia ecológica en Gran Canaria. Jonathan Mesa, natural de las Palmas de Gran Canaria me he formado como monitor sociocultural, educador ambiental y monitor de ajedrez. He realizado huertos eco, interpretación del patrimonio, acercamientos a la observación de insectos, rutas guiadas, etc. aprendiendo la importancia del contacto con la naturaleza y del sano ejercicio de "leer la tierra". Hace cinco años me inicie en la hermosa y tediosa labor de cultivar una finquita, que ahora suministra verduras y frutas al grupo de consumo Jilorio. También estoy vinculado a movimientos sociales y proyectos sociopolíticos, tales como el Café d’Espacio o el grupo Foro Crítica y Sociedad. Jilorio Café d'Espacio es una colectivo formado por personas que se han organizado con la finalidad de alcanzar un consumo alternativo al sistema convencional: ecológico, solidario con el mundo rural y la naturaleza, estableciendo relaciones directas entre productoras y consumidoras a través de circuitos cortos de comercialización. www.cafedespacio.org

(Jonathan Mesa): En primer lugar agradecer la invitación a Manena y Fernando y también al CAAM. Además de lo que mi perfil biográfico dice, también soy un pequeño hortelano, campesino que produce verduras ecológicas y piensa en el tema del campo, codo con codo con Fabían y Tinguaro y otros compañeros que nos ayudan. El grupo de consumo Jilorio constituye mi parte práctica de acción y un colectivo de pensamiento crítico al que pertenezco, mi parte de práctica reflexiva. (Fabián Alonso): Gracias igualmente a EspacioGuía. Yo no me dedicaba antes a nada de esto, soy psicólogo clínico y hago terapia cognitiva y por cosas de la vida empezamos a trabajar unas tierras en San Mateo y ahora compagino la consulta con la huerta. Estar en la tierra ha sido un descubrimiento fantástico, una forma de relax. Después de ver tantos problemas de personalidad, de conducta, de trastornos de todo tipo, estar tirado en la tierra plantando, y luchando por el objetivo de recuperar nuestras tierras en Canarias, me ha relajado y ayudado mucho. Hace cinco años que creamos el grupo de consumo Jilorio en el Café D’Espacio, probablemente el primer grupo de consumo agroecológico de Gran Canaria, y desde esta perspectiva nos proponemos hablarles ahora de conciencia ecológica. (Jonathan Mesa): Para empezar queremos hacer un pequeño análisis de la realidad, análisis que en su momento, hace cinco años, ya hicimos con la gente del Café D’Espacio. Un análisis básico pero muy sentido por cualquiera.


Una sociedad muy globalizada, donde lo local no sabemos bien dónde está. Una sociedad imperantemente consumista, donde tirar es la norma. Una sociedad con graves problemas medioambientales. Una sociedad donde las multinacionales lo abarcan todo. Una situación en la que la sobrexplotación de los recursos naturales es drástica. Un momento en el que, lejos de la imagen clásica del progreso, se empieza a sentir que vivimos en un mundo finito, al igual que nosotros que nacemos y “vamos para allá”. Y en este mismo contexto, también el empobrecimiento de campesinado. Allá por el año 2009-10 el grupo de gente que nos reuníamos en el Café D’Espacio empezamos a pensar sobre todas las cuestiones de los agricultores, tipo los sin tierra del Brasil, en el contexto de la sociedad capitalista. Nos parecía que nuestros cuerpos estaban reaccionando ante estos hechos pero quizás solamente de una forma teórica. Sentíamos que en otros aspectos de la realidad sí que habíamos puesto nuestro granito de arena crítico-activo contra ciertas situaciones. Sentíamos que en la parte alimentaria, en la cesta de la compra, en la parte de lo más cotidiano —eso que los sectores feministas llaman politizar cada momento de la vida— teníamos un vacío. Y en base a esto nos planteamos la agroecología como una buena práctica. Inicialmente lo asociamos a experiencias de algunos compañeros con prácticas de comercio justo y economías solidarias y nos pusimos a entender de que iba. Vamos a aclarar qué entendemos por producción ecológica y agroecología. La producción ecológica sería una forma de producir sin uso de productos sintéticos, además del respeto


a cierto tipo de normas básicas. La agroecología sería algo más amplio, incluiría también a los propios productores y su forma de vivir y de trabajar.

“En la agricultura convencional no hay nada que esté libre de alguna sustancia tóxica o agresiva para la salud”

(Fabián): La globalización, el maltrato que se le da a la tierra, la cantidad de productos que se traen de fuera, el ser Canarias tremendamente dependiente del exterior —solamente producimos el 8% de lo que consumimos— constituye una situación penosa, terrible. Tenemos que luchar por una autonomía agroalimentaria: volver a cultivar las tierras, volver a sentir como sentían nuestros abuelos, cultivar pequeños huertitos porque muchos pequeños huertitos son el camino para paliar el hambre en el mundo. Decidimos poner en marcha nuestra huerta ecológica como forma de pensamiento ante la situación terrible de las multinacionales y de las grandes superficies que nos están dictando lo qué tenemos que comer y de qué forma comerlo. Vimos que lo ecológico sería lo local y que esto sería lo más razonable. ¿Por qué? Primero porque es más sano, principalmente porque no contiene productos químicos, no está contaminado de residuos tóxicos (pesticidas, antibióticos, fertilizantes sintéticos, aditivos, conservantes, etc.) que utiliza la agricultura convencional. En la agricultura convencional no hay nada que esté libre de alguna sustancia tóxica o agresiva para la salud. Todo contiene alguna sustancia química que altera, embellece o hace que sea más grande y aparente lo que nos comemos. En el fondo, los productos de la agricultura convencional no los está dando la naturaleza, están totalmente mediatizados por la mano del hombre desde el interés económico, con la simple intención de vender más.


“Según tratamos el suelo con mucho respeto y mucho amor, el suelo nos lo agradece siendo cada vez más fértil”

Pretender aumentar la calidad del producto desde el punto de vista de la imagen supone un engaño. En la agricultura ecológica siempre buscamos remedios que genera la propia naturaleza para combatir las infecciones, plagas, hongos, etc. Intentamos utilizar solo elementos biológicos. Es más complicado y difícil, no es el bote preparado “mata-todo” — ¡que acaba matándonos hasta a nosotros!— de Monsanto, requiere más trabajo pero merece la pena en el sabor, la textura y ante todo por lo saludable. Una mayor calidad a todos los niveles. Los productos de agricultura ecológica son mejor asimilados por el organismo porque no alteran las funciones metabólicas. Según los especialistas en nutrición, muchas de nuestras enfermedades degenerativas, como el cáncer, tienen su origen en la alimentación. Otra de las características de la agricultura ecológica es que se planta en tierras que están equilibradas, no han sido maltratadas anteriormente con sustancias químicas.


“Los grupos de consumo parten de la base de identificar en la distribución el principal fallo en la cadena alimentaria”

Monsanto, que es una de las multinacionales que más daño están haciendo a la tierra, comprando las semillas se están haciendo dueños, con el “copyright”, de los cultivos, con el poder de decidir lo que en cada momento se planta en cada lugar del mundo. Acaban de comprar todas las semillas de Chile, que el gobierno les ha vendido, y ahora en Chile se plantará lo que ellos decidan. En Argentina, con el tema de la soja, ha pasado lo mismo. Se está perdiendo la autonomía de cada pueblo para plantar lo que tradicionalmente se cultivaba, lo que se da bien en cada lugar. De la misma manera, aquí en Canarias los plátanos o los tomates, que han sido formas protegidas de monocultivo, sustituyeron a las antiguas huertas canarias, en las que había de todo. El trato que la agricultura ecológica da al producto es muy diferente, pero sobre todo es más respetuoso con la naturaleza: fertiliza la tierra, frena la desertización, favorece la retención de agua, no contamina los acuíferos, fomenta la biodiversidad, mantiene el hábitat de los animales —al contrario que la agricultura convencional, que pretende que los animales desaparezcan de la huerta (insectos, aves, etc.)—, respeta los ciclos naturales de los cultivos, evita la contaminación y degradación de los ecosistemas, respeta el equilibrio de la naturaleza y fomenta un desarrollo rural sostenible. Para mejorar nuestra huerta nunca traemos nada de fuera, y muchísimo menos químico, siempre utilizamos los propios recursos que la naturaleza nos da (mediante composteras, lombriceras, etc.). Según tratamos el suelo con mucho respeto y mucho amor, el suelo nos lo agradece siendo cada vez más fértil. (Jonathan Mesa): Hoy en día, decir “ecológico” está cargado de muchas cosas positivas pero también de vacíos. Es un concepto muy machacado. Efectivamente, cualquiera puede ir a un establecimiento de venta de productos ecológicos y comprar una manzana que, por ejemplo, viene de Italia. Científicamente, burocráticamente, puede que sea netamente ecológica, pero habría que tener en cuenta otros aspectos, como la forma de distribución de los alimentos, ahí aparecen nociones muy actuales como la de kilómetro cero. De la misma manera, ¿qué pasa si esa manzana es producida en condiciones de explotación laboral? Ante estos dilemas empizan a surguir, básicamente procedentes del Sur, propuestas de auto-organización que van un poco más allá de lo netamente ecológico, como los grupos de consumo. Los grupos de consumo parten de la base de identificar en la distribución el principal fallo en la cadena alimentaria. El mundo rural por un lado y el urbano por otro, y una sobreexplotación de lo urbano sobre lo rural. La herramienta del grupo de consumo pretende acortar ese


proceso, donde productores y consumidores se dan un trato directo y más justo. Aunque hay muchos tipos, podríamos definir genéricamente qué es un grupo de consumo como “un colectivo de gente que se ha organizado con la finalidad de alcanzar un consumo alternativo al sistema convencional, que sea ecológico y solidario con el mundo y la naturaleza, estableciendo relaciones directas entre consumidores y productores a través de circuitos cortos de comercialización”.

Esta definición tratamos de ponerla en práctica en el Café D’Espacio. Primero tuvimos una tienda, con vocación de cooperativa, que finalmente no llegó a funcionar, quizás por falta de experiencia. Hasta que en el año 2011 se contituyó el grupo de consumo, desde el principio con un gran éxito de participación. Empezamos a visitar huertas —todavía no eramos agricultores ni pensábamos serlo— y a tratar con los primeros proveedores (agricultores y tiendas) que nos suministraban en el Café pedidos semanales de verduras ecológicas de producción local. Los agricultores convencionales que nos fuimos encontrando no entendían mucho de planteamientos ecológicos y curiosamente los que estaban por la labor, que primero contactamos, eran en su mayoría neo-rurales, venidos de la ciudad al campo, igual que nosotros acabamos siéndolo más tarde. A medida que fuimos avanzando y consolidando nuestro grupo de consumo empezamos a interesarnos por otro aspecto más profundo: la soberanía alimentaria, un concepto igualmente procedente del Sur (de las luchas campesinas de


latinoamérica). Empezamos a coordinarnos con otros grupos que se habían ido formando y constituimos la Red por la Soberanía Alimentaria de Gran Canaria.

“... mi reconocimiento al mundo rural, pensamos que la agricultura ecológica es algo nuevo, pero es un diálogo unificador y democrático con un conocimiento ancestral”

(Fabián Alonso): La primera reunión de la Red por la Soberanía Alimentaria de Gran Canaria se hizo en el Café D’Espacio. La soberanía alimentaria no es más que el derecho que tenemos los pueblos a decidir qué comemos. “El derecho de las comunidades y los pueblos a definir sus políticas y sus estrategias para la producción, la distribución y el consumo sostenible de los alimentos, respetando las culturas y la biodiversidad de formas de producción agroalimentaria, los derechos humanos, civiles y laborales, así como los principios de derecho e igualdad de género”. Para concluir, les invitamos a tener un espíritu crítico y siempre conciencia de que tenemos que ir más por lo ecológico, porque lo convencional nos está matando, aunque luego nos den medicinas para curarnos. Y como antes decían Carol y Nayra, la verdadera medicina es la educación, la manera de pensar desde pequeñitos que es lo que verdaderamente será también nuestro alimento. (Jonathan Mesa): A lo que todo esto me ha llevado ha sido a tratar de aplicar la teoría ecológica general a otros aspectos de mi vida, a preguntarme si me relaciono ecológicamente con la personas que convivo. Pero combinar el grupo de consumo con la práctica del sacho me parece fundamental. No se puede estar todo el día en grupos críticos y de denuncia y que la práctica quede en algo minúsculo o anecdótico, es frustrante. Por último, mi reconocimiento al mundo rural, pensamos que la agricultura ecológica es algo nuevo, pero es un diálogo unificador y democrático con un conocimiento ancestral.


¿CONCIENCIA ECOLÓGICA?


COLOQUIO FINAL

Seres vivos en compañía de otros seres vivos (como emergente) Introduce y modera: Salvador Martínez Salvador Martínez, biólogo y humanista práctico que durante años ha experimentado caminos alternativos como la vida natural en comunidad, la autosuficiencia o la autogestión educativa. Defensor de la vía ciudadana y la democracia participativa, ha trabajado como consultor estratégico en innovación social y paisajismo.

(Salvador Martínez): La ecología en realidad es un neologismo que apareció, como muy pronto, en los años cincuenta. Una palabra que estamos utilizando constantemente y que yo pienso que su campo de uso debería de ser más restringido. La ecología que estudia las interconexiones biológicas en el planeta, la casa común, y su impacto sobre el mundo físico, presenta muchas variantes. Hay ecólogos que trabajan para las grandes corporaciones. La ecología en principio fue una ciencia estrategia militar al servicio de la identificación y manejo de los territorios. Un arma científica para desentrañar las interrelaciones desde un punto de vista pragmático y economicista, con la finalidad de aumentar la productividad y la rentabilidad de los ecosistemas. Por eso es bueno acotar el término para no caer en la confusión que le rodea, porque hoy en día estamos en una lucha paradigmática entre concepciones del mundo. El término conciencia ecológica es todavía un neologismo más reciente. Estamos hablando de una conciencia sobre cómo funcionamos en el sistema biológico. Una de las revoluciones recientes es este desplazamiento desde la visión antropocéntrica de la realidad a una visión centrada en la ecológica. Un cambio que toca todos los niveles: la educación, el parto, la alimentación, el régimen de producción de los alimentos... Y también la estética, de alguna manera los artistas han sido una vez más pioneros de este emergente. La batalla entre la vieja concepción del mundo y la concepción emergente es dura y muy desigual: la academia está de parte de la industria, la industria está de parte de los financieros, los financieros están de parte de las ganancias y las ganancias no tienen en cuenta ni al pájaro, ni a la mariposa, ni a nada de nada que no sea contabilizable en términos de beneficio.


El sistema de consumo industrial es derrochador en grado superlativo, pero la realidad es que somos totalmente dependientes de los circuitos globales y por eso no podemos ser románticos conectando, por ejemplo, el concepto de conciencia ecológica con un mundo rural residual y pensar que estamos ganando la batalla. La vieja idea de un ser humano que se considera a sí mismo el tope de la pirámide evolutiva está cambiando por la nueva idea de que el centro de la realidad es la vida y que lo fundamental de nuestra condición humana es la de ser un ser vivo entre otros seres vivos. La falacia de que somos algo diferente o separado de la naturaleza es una verdadera neurosis, por decirlo de alguna manera, con el permiso de los profesionales.

“... lo fundamental de nuestra condición humana es la de ser un ser vivo entre otros seres vivos”

(Jonathan Mesa): Yo si veo que hay cosmovisiones precedentes de las que nos podemos nutrir mucho, en mi caso por ejemplo la cosmovisión andina. Reivindico en general lo que hoy en día se llaman la epistemologías del Sur; sin por ello pensar que lo occidental es netamente tóxico. Un Sur entendido a la vez como dimensión geográfica y metafórica. Latinoamérica nos puede aportar reflexiones muy interesantes para romper, de forma decolonial, con la visión eurocéntrica. (Salvador Martínez): Vuelvo a insistir en que la salida, que hay que crear, la tenemos hacia delante, no volviendo a una visión idealizada del pasado. Requiere colaboración y un cambio personal. Para la academia el concepto mismo de conciencia ecológica no encaja con sus pretensiones cientifistas. (Jonathan Mesa): Javier, quiero preguntarte sobre lo que te parece la forma de acercamiento al paisaje que se da en el fenómeno actual de lo que podemos llamar “nuevo senderista deportivo-extremo”. (Javier Estévez): Respecto a este nuevo uso del campo por el “urbanita”, es evidente que los espacios naturales son para ellos parques urbanos. Muchos usan esos espacios como la extensión natural de la ciudad. No creo que tengan demasiada conciencia de estar en un espacio con unos valores y procesos diferentes, incluso con unas oportunidades de enriquecimiento personal diferentes. Más bien parece una experiencia que se limita a la actividad física y se acabó. Sin embargo, por otro lado si que veo muchos grupos que salen al campo con ganas de aprender, que van adquiriendo conocimientos que luego se traducen en una actitud bastante


positiva tanto en su comportamiento en dichos espacios diferentes, como en su día a día. (Salvador Martínez): El que va al campo y camina por el campo, lo haga de una manera u otra, en definitiva se impregna de él. El retorno a la naturaleza, incluso en forma de parque temático, a mi globalmente me parece positivo, aunque evidentemente la realidad rural no está preparada para recibir esa avalancha de visitantes.

“Creas tu mundo, creas tu escuela, creas tu círculo, tus apoyos para parir, para lactar, para criar, para educar, para comer, para divertirte y para reflexionar”

El individuo, que es el agente del cambio, está ahora mismo en un proceso de adquisición de herramientas para salir de la mecánica del sistema, para definirse frente a un mundo con el que no está de acuerdo. Es en este sentido, que lo veo positivo. La fiebre por caminar o ir en bici, que atraviesa Europa, forma parte del emergente: nuevos hábitos y nuevas formas de consumo y de relación. Es ahí donde tenemos que encontrar las alianzas: el tamaño de Monsanto es inconmensurable, ¡mejor aliarnos incluso con los “fosforitos”! (Fabián Alonso): Salvador, noto que tienes una visión pesimista respecto a una conciencia ecológica basada en la cercanía. Aunque nos movemos en un mundo plenamente capitalista y materialista, creo que podemos ir trabajando en estos pequeños caminos que hoy estamos exponiendo. (Salvador Martínez): Personalmente llevo desde los años setenta metido en proyectos y experiencias radicales de vida comunitaria y ecológica; incluso actualmente tengo huerto y gallinas en mi casa. Pero estos temas, que en mí cristalizaron pronto por mi formación como biólogo, han tardado mucho en llegar, por ejemplo, al CAAM. No soy pesimista, solo digo que el tamaño del enemigo es colosal y que continuamente nos está diciendo que estamos equivocados, que el cambio del que hablamos es ilusorio. La evolución general del sistema está poniendo enormes resistencias a este cambio porque, entre otras cosas, hay muchos intereses al otro lado. (Carol Cerro): La vía de alcanzar la representación política para cambiar el sistema desde dentro no se ni cómo se “mastica”. La otra opción que nos queda, porque tenemos una vida finita, compleja y entretenida, en la que no apetece pasar todo el rato en la lucha, es la de: “lo que creo, lo creo”. Creas tu mundo, creas tu escuela, creas tu círculo, tus apoyos para parir, para lactar, para criar, para educar, para comer, para divertirte y para reflexionar... Quizás es lo que en nuestra


limitada vida podemos hacer sin caer en la frustración, porque el dragón es enorme y está ahí; pero puedes decidir montártelo por tu cuenta, crear un espacio donde poner las energías en el hacer y el compartir y no solo en el divagar.

“Efectivamente, de la economía que estamos hablando es la de la abundancia: todo aquel que tiene huerta sabe que si la retroalimentas con materia orgánica cada vez produce más de todo”

(Salvador Martínez): A mi me parece que es más fácil si avanzamos en el campo de las ideas —y lo digo porque aquí tengo algunas amigas que son filósofas— que en el campo de la praxis. No podemos olvidarnos de la batalla conceptual, tenemos que ponernos de acuerdo en cosas importantes. Juntar los términos “conciencia” y “ecología” es en sí mismo un campo profundamente restrictivo, para la ciencia supone un pensamiento sectario. Por eso debemos engarzar un proyecto conceptual sólido, difícil de rebatir o de utilizar demagógicamente por los políticos, crear un paradigma nuevo. Fortalecernos. (Jonathan Mesa): Yo reivindico la ruptura con determinados mitos, como el de la escasez o el del progreso, en el que hemos creído demasiado a pesar de cuestionarlo. (Salvador Martinez): Efectivamente, de la economía que estamos hablando es la de abundancia: todo aquel que tiene huerta sabe que si la retroalimentas con materia orgánica cada vez produce más de todo. Se da una retroalimentación positiva muy potente; es decir, se genera abundancia, porque la naturaleza es absolutamente generosa. Y sin embargo el sistema está permanentemente contrariando este mecanismo para producir escasez, porque es ahí donde aparece el negocio. Esta cultura de la escasez es tan morbosa que no nos podemos alegrar de la abundancia, porque inmediatamente implica la caida de los precios. Esta es una situación “sociopática”. Tenemos que hacer que todo el mundo se de cuenta de que estamos en un sistema que es anti-intuitivo. Es muy importante lo que hoy estamos haciendo, intercambiar información y compartir posiciones entre pequeños grupos que están transformando el mundo a partir de una autotransformación, que es la transformación posible. Reitero el agradecimiento al CAAM por ofrecernos este espacio, sin que tengamos que ser científicos, poetas o artistas exáctamente, para que podemos fabular juntos en términos creativos.



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