16 minute read

Nuestro recorrido en el camino de la inteligencia emocional

NuestroNuestro recorridorecorrido enen elel caminocamino dede lala inteligenciainteligencia emocionalemocional

Queremos compartir contigo nuestra experiencia en este camino llamado inteligencia emocional. Aunque seamos psicólogas seguimos siendo humanas, no somos perfectas y también nos ha costado identificar y expresar nuestras emociones, también hemos peleados con ellas e incluso les hemos huido. Es por eso que nos hemos decidido a compartir lo siguiente contigo, porque entendemos que regularnos emocionalmente cuesta, sabemos lo feo que se puede sentir determinada emoción en algunas ocasiones. Pero no estás solx. Nos gustaría acompañarte en este recorrido. Esperamos que nuestros relatos y ejercicios te ayuden y te sean de utilidad. ¡Un abrazo! Y gracias por leernos.

Advertisement

Nahomy

Desde pequeña me ha costado mucho identificar mis emociones; solía llorar por cualquier cosa o reír de la nada, sin saber qué era lo que me sucedía. Por eso mismo, mi mente solía divagar, era muy distraída y fantaseaba demasiado. Era complicado para mí porque esto me traía consecuencias en mis relaciones sociales y en el ámbito académico. No sabía gestionar mis emociones, sino que las suprimía; no sabía el gran daño que me hacía y las consecuencias que traían en mí. Con el tiempo comencé a sentirme más insegura, porque no decía lo que pensaba, todo me lo guardaba, lo cual estaba mal porque crecí siendo así por mucho tiempo, con muchos miedos guardados y rencor hacia otras personas. Como dije, eso afectaba mi vida social y la forma en que miraba al mundo. No era nada agradable, porque me volví muy tímida y retraída sin control alguno de mis propias emociones, sin saber identificar mis miedos, mi enojo, mi tristeza... Sabía que era tenía muchos miedos, pero no sabía por qué. Me daba miedo experimentar cosas nuevas, me daba miedo ser excluida, me daba miedo no tener amigas, estar sola, no ser suficiente, no saber lo que me pasaba.

Esto me hizo volverme dependiente de algunas personas, ya que sentía que no podía sola y, a la vez, me volví muy celosa con ciertas personas y muy indecisa para tomar ciertas decisiones. Por otra parte, tenía una gran inmadurez; me comportaba de forma muy infantil en ciertos momentos, ya que no sabía expresarme correctamente. Esto no es algo que haya logrado superar fácilmente, ya que seguí así inclusive en la universidad, con muchas alertas y temores, dudaba mucho de mí y de mis habilidades. No podía reconocer mis pequeños logros. Por suerte, comencé a ir a terapia. Fue de mucho alivio para mí el comenzar a identificar ciertos temores y comenzar a nombrar mis emociones, ya que antes no sabía qué era lo que me ocurría. ¿Quién diría que con el simple hecho de reconocerlas en mí, de aceptarlas, escucharlas y entenderlas podría notar un gran cambio en mí misma?

Nahomy

Siendo más consciente de mí, logré identificar mis emociones y aceptarlas, pude ser más consciente de mi cuerpo y de mi vida, de mi actuar y mis decisiones. Aprendí a estar en el presente y a ver la vida de una manera más bonita. Me conocí mejor, aprendí de mí misma, lo que me gusta y lo que no; aprendí a poner límites, a ser valiente, a expresar lo que siento, a enfrentar mis miedos, identificarlos, ponerles nombre y buscarles solución; a identificar mis temores y conocer su por qué y para qué; aprendí a estar sola conmigo. Comencé a escribir, como parte mi proceso, aquello que me afectaba, y comencé a dejar ir problemas que traía desde el pasado, que no me servían para nada. Con en el paso del tiempo comencé a notar un gran cambio, no solo en mí, que fui mucho más madura y comprensiva conmigo, sino también con los demás, me permitió mejorar mis relaciones y que estas fueran más sanas. Lo sé, así escrito es algo que parece súper sencillo, pero realmente no lo es. Es algo que lleva tiempo; muchas veces no es fácil, pero el reconocer que tienes dificultad para algo ¡es un paso enorme! Te animo a que aprendas a conocer tus emociones y a identificarlas.

AlgunosAlgunos ejerciciosejercicios queque meme ayudaronayudaron Habilidad de percepción

Desarrollar mi percepción me ayudó a reconocer mis propios sentimientos, así como los de los demás. La habilidad de percepción consiste en estar más consciente de tus propias expresiones faciales y las del resto. Para desarrollar esta habilidad puedes comenzar viendo fotografías del rostro de las personas e identificar qué emoción crees que puede estar sintiendo o qué es lo que está sucediendo en la fotografía; puedes intentarlo con las fotos que ves en las redes sociales o en los videos quitándoles el sonido. Aquí te dejo un ejemplo. En la siguiente imagen se encuentra un chico con distintas expresiones faciales; obsérvalas y escribe qué es lo que crees que está pasando, qué crees que está sintiendo o qué quiere expresar esa persona. Te dejamos un espacio para hacerlo en la siguiente página. Luego, te invito a que comiences a hacer conciencia de las expresiones en tu rostro cuando hablas con distintas personas; cuando ya seas más consciente de estas, puedes hacerlo también con el resto de personas. Si crees que tus expresiones son muy aplanadas, que no logran transmitir lo que quieres, puedes practicar con el espejo para ver qué expresiones te pueden dar mejores resultados.

AlgunosAlgunos ejerciciosejercicios queque meme ayudaronayudaron

Ejercicios de Mindfulness

Los ejercicios de Mindfulness me fueron de gran ayuda, ya que me distraía demasiado porque mi mente divagaba constantemente, perdiéndose en el futuro. Así que, comenzar a centrarme en el presente me fue de gran ayuda. Puedes intentar los siguientes ejercicios. Para ellos necesitas de tus 5 sentidos: El tacto: enfócate en sentir las partes de tu cuerpo: tus manos o pies, tu rostro, o también puedes sentir texturas y temperaturas (suave, duro, liso, caliente, frío...) La vista: enfoca tu atención en objetos que estén a tu alrededor, dilos en voz alta o en tu mente; míralos como si fuera la primera vez que lo ves; fíjate en los detalles, intenta describirlos. El oído: concéntrate en los sonidos que escuchas a tu alrededor, por más leve que sea intenta captarlo. Puedes describirlo también. El gusto: saborea algo, ya sea un dulce o tu almuerzo; hazlo como si fuera la primera vez que lo comes o tomas; siente las texturas, los distintos sabores... Puedes describirlos. El olfato: concéntrate en los aromas que estén en el ambiente e intenta describirlos. También puedes realizar ejercicios de respiración, siendo consiente de cómo respiras, de cómo entra y sale el aire de tu cuerpo.

Astrid

Creo que uno de los aspectos que más me ha costado trabajar en terapia y a lo largo de mi vida es la inteligencia emocional. El único aspecto que tenía bien desarrollado era el de la empatía, pero hasta ahí. Me resultaba tan difícil identificar mis emociones, expresarlas y muchísimo más autorregularlas. Me considero una persona muy emocional, entonces te puedes imaginar la de problemas que eso me trajo. Definitivamente la emoción con la que más me ha costado relacionarme y hacer las paces es con la ansiedad. Creo que es de las emociones más desagradables, al menos para mí. Nunca me había dado cuenta de cuánto había estado peleando con la ansiedad y dejando que controlara gran parte de mi vida, hasta hace unos años. Durante buena parte de mi niñez y durante toda mi adolescencia estuve acostumbrada a que la ansiedad me provocara palpitaciones, taquicardia, sudor frío, hiperventilación y llanto (aunque en ese entonces no sabía que era ansiedad); mi respuesta era huir, claro, y quedarme paralizada. No sé ni cuántas cosas me perdí por dejarme inundar por la ansiedad. No me sentía para nada como yo misma. Me hice consciente de la ansiedad que manejaba hasta que estuve en mi cuarto año de universidad.

Creo que de niña o preadolescente experimenté uno que otro ataque de ansiedad, pero nunca había experimentado algo así. Comencé a tener ataques de ansiedad horribles. Lo que más odiaba era el hormigueo. Todavía es una sensación que me causa cierto desagrado, pero sigo trabajando en ello. Mi ansiedad llegó a tal punto que casi no podía moverme, sentía mis dedos agarrotados, mis piernas tan pesadas y sentía que me podía dar un derrame en el rostro. Mi ansiedad estaba desbordada, mi cuerpo me lo decía a gritos. Así que tuve un largo trayecto con la ansiedad. Me costó muchísimo trabajarla, no verla como un enemigo o como un monstruo que me hacía más débil. ¿Te digo lo irónico? Mi ansiedad disminuyó cuando la acepté, cuando ya no la juzgué, cuando la dejé suceder, cuando la abracé y la escuché. No digo que ahora no experimente ansiedad. Todavía la siento, es una emoción que jamás se va a ir. Pero el cómo me relaciono con ella ahora hace la gran diferencia. Algo similar me sucedió con la tristeza. Atravesé por un periodo muy difícil hace unos años. He de aceptar que tenía miedo de deprimirme.

Astrid

Me sentía triste todos los días, tenía ganas de llorar a cada rato, me sentía tan cansada, solo quería estar en cama… Comencé a enojarme conmigo misma por sentirme triste. Ya no quería sentirme así, no quería. Así que comencé a luchar con la tristeza también, a verla como algo indeseable que no me dejaba disfrutar de la vida, que no me dejaba hacer mis tareas, que no dejaba seguir adelante, que solo hacía que las personas cercanas a mí se preocuparan. Si solo hubiera sabido que toda esa lucha por no llegar a deprimirme, por no sentirme triste, era la que justamente estaba provocando que me deprimiera. Las emociones pueden ser muy paradójicas. Fui muy afortunada de estar llevando un proceso terapéutico en ese momento, por lo que no llegué a desarrollar depresión, pero estuve cerca. Las emociones son tan esenciales en nuestra vida y las queremos hacer de menos. Te prometo que el poner a tus emociones en un primer plano, conocerlas, aceptarlas, expresarlas y escucharlas, tu vida va a ser mil veces mejor. No es fácil, pero es algo que totalmente vale la pena.

AlgunosAlgunos ejerciciosejercicios queque meme ayudaronayudaron

Describe, no etiquetes

Este es un ejercicio que me enseñó mi psicóloga y es de los que más me ha funcionado cuando he tenido un ataque de ansiedad, aunque estoy segura que puedes aplicarlo con cualquier otra emoción que te cause conflicto. ¿Y en qué consiste? Bueno, resulta que cuando estamos experimentando una determinada emoción a veces no nos suele gustar por los síntomas físicos que experimentamos, ya que son desagradables para nosotrxs. Y ahí es donde está el problema: nos esforzamos tanto por no sentir eso, que al final de cuentas terminamos sintiéndolo más. Yo sé, es irónico, pero así funciona. ¿Entonces qué nos queda? Aceptar la emoción. Esto no significa que nos rindamos ante ella, sino que la reconozcamos y le demos su lugar.

Cuando tengo un ataque de ansiedad lo que más me disgusta (lo que más odio) es la sensación de hormigueo que me da. Esta me suele empezar en el rostro, y si es muy fuerte lo siento en mis manos y pies. Así que peleaba por no sentir eso. Por supuesto que no funcionaba. Así que la alternativa que me propuso mi psicóloga fue que en lugar de pensar " odio esto " no quiero sentirlo " esto es horrible " , simplemente describiera los síntomas. Sin etiquetas. Es decir " estoy sintiendo un hormigueo en mi rostro, más que todo por el área de mis ojos y mejillas " me estoy sintiendo mareada, me cuesta respirar " siento mis manos frías "tengo ganas de llorar " ... Cuesta un montón, no es tan fácil como parece. Cuando estamos sintiendo una emoción muy fuerte, es difícil aclarar la mente y recordar qué es lo que tienes que hacer (de ahí la importancia de la práctica y la constancia). Pero se puede. La primera vez que lo puse en práctica no desaparecieron los síntomas, porque la emoción seguía ahí, pero sí pude notar que fue menos intenso y que duró menos. Te invito a que lo intentes si padeces de ataques de ansiedad o alguna otra emoción fuerte.

AlgunosAlgunos ejerciciosejercicios queque meme ayudaronayudaron Dale un rostro a la emoción

Este ejercicio consta en darle una forma a la emoción. Suele funcionar mucho cuando se nos dificulta identificar o diferenciar cada emoción, sin embargo, yo lo utilicé para algo distinto. Como mencioné antes, mi relación con la tristeza fue algo complicada durante un tiempo, y todavía me cuesta un poco estar abierta a ella. Pero esto me ayudó un montón.

Quiero que pienses en esa emoción que te cuesta sentir, que rechazas, de la que ya estás cansadx. Nómbrala. Quiero que cierres tus ojos y respires profundamente 3 veces. Cuando estés listx (sin abrir los ojos), empieza a traer a tu mente todas las sensaciones que acompañan a esa emoción, lo que siente tu cuerpo y tu mente, incluso tu alma. Visualiza todas esas sensaciones como en una lluvia de ideas. Ahora, contemplando todo eso, quiero que empieces a darle una forma. ¿De qué tamaño es? ¿Tiene alguna textura? ¿De qué color es? ¿Tiene algún olor? ¿Tiene alguna forma específica? ¿Se parece a algo? ¿Es frío o caliente? Sé lo más específicx posible. ¿Ya tienes su forma definida? Bien, ahora contempla la emoción enfrente tuyo. ¿Cómo te sientes viéndola? ¿Qué le quieres decir? La emoción te está escuchando atentamente, pero ahora es tu turno de escucharla. Pregúntale por qué ha venido, escucha lo que te tiene que decir. Ahora, con una actitud abierta, dile que la aceptas, que puede pasar adelante. Dile que una vez que haya terminado su misión se puede ir, que estarás agradecidx de aprender algo de ella. Mírala una última vez y despídete. Déjala ir.

Andrea

Durante toda mi vida he sentido mucho, con bastante intensidad, pero la mayoría del tiempo no sabía cómo expresarlo (y en ocasiones, aún me es difícil). Sin embargo, la emoción que más me cuesta aceptar y entender es la tristeza. Cuando me siento triste, o más bien, cuando me permito estar triste, me inundo en esa tristeza y me es muy difícil salir de ahí. Mi mente se inunda de pensamientos negativos, el llanto es interminable, siento como si todo lo que siento no es real ni válido, lo cual me hace sentir aún más triste. Me he dado cuenta que cuando entro en esos episodios de profunda tristeza es porque en ocasiones anteriores no me he permitido sentir la tristeza o enojo que en su momento aparecían para indicarme algo, entonces todo se ha acumulado y me siento aún más abrumada.

Por mucho tiempo nunca entendí muy bien por qué me sentía tan mal al experimentar la tristeza, ya que no me sentía así con las otras emociones. Sin embargo, sí me daba cuenta de que al experimentar enojo, ansiedad o frustración, todas ellas siempre me llevaban a sentirme triste, a querer expresarlas a través del llanto, cuando tal vez lo que sentía no era tristeza. Era (y aún lo es) complicado experimentar enojo, tener una discusión con alguien y simplemente tener la urgencia de llorar. Me parece confuso el sentir ansiedad, porque cuando no puedo controlarla, incluso puede llegar a hacerme sentir deprimida. En ocasiones cuando me sentía y me siento muy feliz, puedo terminar con lágrimas en los ojos y muy en el fondo, sintiéndome un poco triste. En fin... pareciera que cada emoción me llevaba de vuelta a la tristeza.

Andrea

Poco a poco fui trabajando en entender mi tristeza, en entender por qué cada emoción que sentía con gran intensidad luego me llevaba a experimentar tristeza. Me di cuenta de que no me estaba permitiendo en verdad sentir mis emociones: trataba de reprimirlas, de no darles importancia, e incluso invalidarlas, lo que me llevaba a acumular todo. Entonces, cuando una situación o una emoción me sobrepasaba, la tristeza aparecía para hacerme saber que necesitaba ser vulnerable y permitirme sentir. Aparecía para recordarme que estaba bien pedir ayuda, ya que no siempre tenía que cargar con ella yo sola. Durante toda mi vida, la tristeza me ha estado tratando decir que está bien sentir, está bien sentirme débil y que está bien tomar un tiempo para mí misma, para descansar y para sentir.

Experimentar la tristeza es difícil: nos sentimos desprotegidos, vulnerables, indefensos, sin energía y sin ánimos... Sin embargo, sentirla es necesario y es importante entender que la tristeza nos hace entrar en contacto con esa parte de nosotros que necesita cuidado, que necesita desconectarse del exterior para reconectar con su interior. Su función es ayudarnos a dejar salir toda esa carga que llevamos dentro a través del llanto e incluso darnos cuenta de que necesitamos pedir ayuda, que es tiempo de ser vulnerable y abrirnos con alguien más para que nos escuche e incluso nos ayude.

AlgunosAlgunos ejerciciosejercicios queque meme ayudaronayudaron Escritura emocional

Escribir. Durante los últimos años me he dado cuenta de que escribir me ayuda muchísimo para poner en orden mis pensamientos, para dejar salir todo eso que llevo dentro y para exteriorizar mis emociones. También me sirve para poder regresar a leer lo que un día sentí, y así poder darme cuenta de todo lo que he avanzado o de cómo logré solucionar una situación del pasado, que en su momento creía que no iba a poder enfrentar.

No hay una forma específica de hacerlo. Simplemente necesitas papel y lápiz y dejar a tu mente y tus manos fluir. Escribe todo lo que se te ocurra: lo que estás sintiendo en ese momento, lo que viviste durante el día, algo del futuro que te preocupa, si extrañas a alguien o algo... las opciones son infinitas. Lo importante es que te expreses y que dejes salir todo lo que llevas dentro, que cuando termines de escribir sientas que te has quitado un peso de encima y que has podido desahogarte, liberarte un poco. Tampoco es necesario que cuando termines de escribir, leas tus palabras. Puedes hacerlo, pero con haberlas escrito es suficiente.

Si es una actividad que disfrutas, la escritura puede llegar a ser una herramienta muy poderosa, no solo para entender tus emociones, sino también para conocerte y para conectar contigo mismx.

AlgunosAlgunos ejerciciosejercicios queque meme ayudaronayudaron Respirar...

Los ejercicios de respiración son una herramienta muy importante, los cuales nos pueden ayudar a tranquilizarnos al sentir una emoción con bastante intensidad. Usualmente son utilizados para la ansiedad, pero a mí me han servido muchísimo para calmar momentos de mucha tristeza y de llanto incontrolable, porque me ayudan a centrarme en el momento presente, a enfocarme en mi cuerpo y en las sensaciones, y también para poder autorregularme. El ejercicio de respiración más sencillo es simplemente inhalar y exhalar. Cierra tus ojos, inhala por la nariz, retén el aire por algunos segundos y luego exhala por la boca. Repítelo las veces que sean necesarias. Cuando te sientas un poco más calmadx, cuando sientas que respirar no es tan difícil y que los pensamientos que estaban ocasionando la emoción ya están un poco más en orden, puedes dejar de hacerlo.

This article is from: