Cultura elCaribe, SÁBADO 5 DE DICIEMBRE DE 2020
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La historia de Vivir el Adviento El arte como la torre de la y preparar antídoto contra Catedral de SD la Navidad la violencia Virginia Flores-Sasso nos cuenta sobre la torre del campanario de la catedral de Santo Domingo y las diferencias y polémicas que suscitó. P.6
Ramón de la Rosa y Carpio habla de cómo vivir el Adviento y preparar la Navidad, a petición de sus lectores P.9
Ninoska Velásquez deplora que los gobiernos no entiendan que el arte es el gran antídoto contra la violencia y contribuye a formar ciudadanos sanos. P.10
JOSÉ MERCADER 666mercader@gmail.com
E
Diego Armando Maradona. MERCADER
Maradona, el dios del fútbol El hombre que pudo tocar el cielo con sus manos, aplaudido más allá de su tierra, de su continente
n fin, ¿cuántos Diegos Maradona hubo? Se calcula en muchos millones sus admiradores fuera de Argentina, la que le inscribe 40, que disfrutaron de sus milagros en las canchas de Barcelona, Nápoles, Europa toda. Y hacía milagros porque era Dios, eso no se discute porque hasta el Papa Francisco lo admite. El Papa también es Dios porque es argentino. Quedó muy atrás el máximo título que se le otorgaba a un jugador que llegara a la cima del fútbol: el Rey. Y Pelé fue el Rey. ¿Quién está por encima del Rey en las creencias populares? Maradona no solo tenía la mano de Dios, fue que el árbitro no vio nada en el mundial del ’86 de México. Diego, por si las dudas, tenía las manos, la cabeza y los pies que gambetearon a todos para meter el segundo gol. Recordémoslo: La cancha era un campo de batalla. Había un solo soldado vestido de azul celeste a rayas armado con un balón. Corría como aprendió en su Fiorito, barrio adentro de charcos y fangos, desbocado como Crazy Horse contra el general Custer, más veloz que Flash a quien borró junto a Supermán, Batman, Aquaman… del imaginario de superhéroes de los niños argentinos y de la América futbolística, aunque no dejó de ser inspiración para países, como el nuestro, con la cultura del beisbol que ha dominado como si fuera una embajada. A medida que avanzaba Maradona, saltó varias trincheras al tiempo que gritaba “¡Falklands belong to Argentina!”. Esquivó los disparos de las armas más modernas, gambeteando entre balas de todos los calibres, como lo narraba Víctor Hugo Morales quien sudaba tanto como “el Pelusa” en su carrera hacia el portal. Maradona no paraba, aunque a veces debía retroceder, quizás por aquello de “un paso adelante y dos para atrás”… cuestión de táctica. Todo el ejército británico ocupaba la mitad del terreno. Detrás de la portería brillaba la corona de la Reina con cara petrificada y ojos punzantes como rayos laser sobre el insolente plebeyo que no perdía el balón por más que sus muñecos dispararan.
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