Revista Entre Nos Otros no 1

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Revista del Programa de ComunicaciĂłn Social y Periodismo de la Universidad de IbaguĂŠ. Junio-Diciembre 2012. no.1

nos otros


EDITORIAL Programa de

Comunicación Social y Periodismo

Ilustraciones Jorge Alberto Mendoza Fotografía Edgar Aya Daniela Vargas Diseño y Diagramación Marcela Morado

Universidad de Ibagué Rector Alfonso Reyes Alvarado Vicerrectora Nidia Chaparro Cuervo Decana Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Laura Arcila Villa Directora Programa en Comunicación Social y Periodismo Angela Lopera Molano

(Editorial)..........................1 (Perfil)..............................2 (Investigación)..................5 (Crónica)...........................9 (Artículo principal)..........12 (Reportaje gráfico)..........16 (Reportaje)......................19 (Entrevista).....................25

Impresión León Gráficas LTDA Comité de Medios comunicacionsocial@unibague.edu.co Los artículos publicados son responsabilidad de sus respectivos autores y no comprometen a la Institución. Universidad de Ibagué Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Programa en Comunicación Social y Periodismo Ibagué, Tolima, Colombia

(Columna de opinión).....30

Entre-Nos-Otros te invita a escribir para publicar. Publicar en este proyecto articulado de formación, que nace como iniciativa de los estudiantes y docentes del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. El propósito de esta publicación es fortalecer la escritura de los estudiantes del Programa y visibilizar los trabajos de proyección social que se realizan en la Región. Lugar o lugares en los que tenemos incidencia; comunidades para las cuales trabajamos desde un proyecto académico y con miras a posicionar un profesional ético y capaz de intervenir, proponer, gestionar, articular procesos de transformación social, de acuerdo al contexto en el que vivimos y teniendo como prioridad las necesidades del Tolima. Desde la escritura y la publicación en la revista del Programa, las narraciones de esta región en la que habitamos pueden lograr encontrar su forma, un lenguaje o una manera de expresión que sean un punto de proyección de aquí hacia allá; de nosotros a ustedes y así lograr generar un entre-nosotros. Finalmente, las narraciones nos dan la posibilidad de transmitir a otros, a todos aquellos que accedan a la lectura de los textos aquí presentes, una fracción de lo que somos, desde la mirada del comunicador social y del periodista. De acuerdo a la organización de las asignaturas del plan de estudios del Programa y los tipos de textos o géneros periodísticos que nuestros estudiantes deben fortalecer, hemos escogido nueve secciones que evidencian un trabajo en el aula y que se proyectan a realidades concretas, éstas son: Perfil, Crónica, Reportaje, Investigación, Artículo principal, Reportaje gráfico, Columna de opinión, Entrevista y En breve. De esta manera, Entre-Nos-Otros se presenta a ustedes como una revista de divulgación, resultado de un proyecto integrado de las asignaturas del plan de estudios; una producción editorial del Programa coherente con sus procesos de formación; una revista dirigida a la comunidad académica de la Universidad de Ibagué, a la región del Tolima y a las demás comunidades académicas del país en las que este trabajo se configure como un lugar de encuentro entre nosotros como académicos y como estudiantes de programas de comunicación social y/o periodismo. Es así como la revista del Programa a partir de su primer número, te invita a estar Entre-Nos-Otros.

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Comité Editorial Edgar Aya Uribe Jessica Blanco Maria Fernanda Botero Tatiana Calero Catalina García Angela Lopera Marcela Morado Carlos Mauricio Santana

ÍNDICE (editorial)

Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Entre-Nos-Otros. Junio-Diciembre 2012. no.1 ISSN 2339-3580 Iniciativa de investigación formativa y de articulación de las asignaturas del Programa en Comunicación Social y Periodismo, liderada por los estudiantes y docentes.


Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué

Junio-Diciembre 2012. No.1

EL MONCHI

Ilustración: Jorge Alberto Mendoza

Son las 6:30 de la tarde, tengo la oportunidad de hacer una serie de preguntas a Esaú, quien se muestra solidario y con mucha voluntad para responderlas. Como es costumbre, llega con sus botas Brahma y su sombrero saludando de una manera muy amable y mostrándose dispuesto a contarme acerca de su vida. El llanto inesperado de un niño interrumpe la charla que apenas inicio con El Monchi, quien manifiesta apatía y desagrado por tal situación. Puedo darme cuenta de su carácter irritable frente a “la pataleta” de su bisnieto. “El mal genio es un defecto que no puedo dominar. Me exalto con mucha facilidad ante situaciones que no son de mi agrado. Es cosa de los años”, me dice Esaú, con tono de molestia y rabia. Al instante aparece la mamá del niño quien lo retira y nos permite continuar la charla. El abuelo se considera una persona generosa y colaboradora con sus amigos y familiares. Él dice que cuando las personas son comprometidas y responsables, se les puede apoyar moral y económicamente para que saquen adelante sus proyectos. “Don Esaú es una persona muy servicial y querida por todos nosotros, los vecinos de esta región”, comenta Oscar, habitante de la vereda.

OTROS

Continuando con el diálogo, quise saber acerca de sus preferencias. Él es de piel blanca y cabello corto, alto y robusto. “El Monchi”, conocido así por el gran gusto que tenía por la novela “Oye bonita”, nació el 28 de diciembre de 1950 en Valle de Tensa (Boyacá), se caracteriza por su amabilidad y amor hacia su familia, además de ser un hombre de fe y lleno de muchos valores. Es una persona llena de vida y muy entregada a su trabajo como agricultor. Esaú Fernández, con sus 61 años de edad, dedica la mayoría de su tiempo a cuidar de sus cultivos. “El que es responsable, tiene muchas garantías en su vida laboral”, es lo que piensa Esaú con respecto al cumplimiento en el trabajo. El Monchi vive a las afueras de una pequeña vereda llamada San Juan de la China en el municipio de Ibagué (Departamento del Tolima). Su mayor hobbie es recorrer los alrededores de su finca y cuidar cada uno de sus cultivos. Es dueño de 22 hectáreas de tierra en las que, a través de los años, ha sembrado gran variedad de alimentos y a las que ha cuidado como su mayor tesoro. El canto de los gallos cada mañana termina con el sueño de Esaú, quien se levanta a seguir con sus labores agropecuarias y trabajar arduamente para sacar adelante su bonita y preciada finca como lo ha venido haciendo toda su vida.

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-¿Qué música prefiere escuchar? Con una sonrisa maliciosa en su rostro, me cuenta que le encantan las rancheras, los boleros y los merengues para bailar. “En mis años mozos, fui muy buen bailarín. Además tocaba tiple y guitarra en las serenatas que le daba a mis amigos en épocas especiales”, agrega El Monchi. -¿Cuál es su plato favorito? Lamiéndose los labios y con un tono de agrado, me comenta que es feliz comiendo sancocho de gallina criolla y lechona tolimense. “Mi papá siempre ha sido de buen apetito. Además de los platos que él nombra, también le fascinan los tamales y el viudo de pescado que se prepara en casa”, comenta su hija Luz Dary que llega en ese instante a ofrecerle la cena, mostrando una actitud de agrado por los gustos gastronómicos de su padre. Continuando con las preferencias de El Monchi, le pregunto acerca de su color favorito. Enseguida baja la mirada hacia la ropa que viste en el momento. “Me ha gustado mucho el azul, tanto claro como oscuro. Este color me da confianza y tranquilidad. Además mis hijos dicen que me sienta muy bien”, manifiesta don Esaú en una actitud de timidez.

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(perfil)

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Por: Lady Natalia Cubides*

Es padre de siete hijos, cuatro mujeres y tres hombres, a quienes con el sudor de su frente, sacó adelante sin importar los obstáculos que la vida le presentara en su camino. Se separó de su mujer hace más de 20 años, pero esto no fue impedimento para salir adelante y ser la persona que es hoy en día: trabajadora y responsable. “Cuando éramos pequeños, papi siempre estaba pendiente de que nada nos faltara. Se preocupaba por nuestro estudio y siempre luchaba por conseguir cómo darnos de comer y responder por nosotros sin importar los sacrificios que tuviera que hacer”, cuenta Luz Dary, su tercera hija. “Gracias a él, hoy soy una profesional, tengo mi familia y cuento con grandes valores que él y mami nos inculcaron desde niños a mis hermanos y a mí”.


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-¿En qué ocupa su tiempo libre? Con una sonrisa en sus labios y una mirada picaresca, dice: “Desde muy joven me ha fascinado jugar tejo en compañía de buenos amigos y una botellita de licor, aunque actualmente, por problemas de salud y experiencias negativas, me he alejado de las bebidas alcohólicas pero no del tejo pues este deporte hace parte de mi vida”, expresa don Esaú con un aire de satisfacción.

EXPERIENCIA DE SEGURIDAD ALIMENTARIA EN IBAGUÉ, MÁS QUE HUERTAS GUBERNAMENTALES

- ¿A qué experiencias negativas se refiere? “Por causa del licor, perdí mucho dinero. Me di cuenta que muchos de mis amigos, eran eso, amigos de trago y pachangas y nada más. Y para colmo de males, perdí a mi esposa, pues ella me abandonó cansada de soportar mis borracheras y maltratos. Así lo comenta ella con sus amistades”. La expresión de su rostro me deja ver la tristeza en sus ojos y la amargura de su corazón frente a lo que ha sido su vida desde que quedó sólo.

Por: Catalina Olaya*

A propósito, -¿Qué representa Dios en su vida? “Es el ser supremo que lo ha creado todo. A él le debo la vida. Le debo lo que soy y lo que tengo. Por eso, todos los días cuando me levanto, agradezco a él las bendiciones que me da a diario. Sin él no somos nada…”. Por la respuesta del don Esaú, pude apreciar que es una persona entregada a Dios y que su espiritualidad da fe de su formación religiosa, desde su infancia. Y en un gesto de humildad y agradecimiento a Dios por el día que termina, se despide comentándome que debe madrugar para regresar a su terruño y continuar con sus labores en el agro. “Gracias al Todopoderoso, esta actividad me ha permitido el sostenimiento mío y de mi familia”. La oportunidad que tuve de dialogar con una persona mayor fue una experiencia encantadora, pues fue enfrentar dos mundos diferentes ya que yo tengo mi propia manera de ver la vida y él tiene la suya. Gracias a esto comprendí que la escuela de la vida permite construir conocimientos significativos en las personas. A pesar de que Esaú sólo tuvo la opción de dedicarse a las labores del campo, es un personaje del que se puede aprender mucho. Las cualidades que embellecen al Monchi lo hacen una persona digna de admirar y un ejemplo a seguir en cuanto a su tenacidad por sacar un proyecto de vida adelante y su voluntad de servicio a los demás.

*Estudiante de III semestre del programa en Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Perfil realizado en el marco de la asignatura Expresión II.

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Presentación Esta investigación surge en un contexto en donde el desplazamiento forzado del campesino a la urbe se refleja como problemática de afectación nacional. Algunos desplazados “sufren fuertes impactos sobre su bienestar debido probablemente a la dificultad de vincularse a un mercado laboral para el cual no estaban preparados” (Ibáñez y Querubín, 2004, p.3), lo que conlleva a una afectación considerable en su situación socioeconómica y, por ende, una búsqueda de otras formas de empleo. Sin embargo, se olvida el papel reivindicatorio que tiene el campesino y la necesidad de fomentar las prácticas propias de la vida en el campo. Es desde este protagonismo que cobra el trabajador de la tierra que se propone impulsar las experiencias de seguridad alimentaria desde propuestas como las del desarrollo local.

Fotografías: Catalina Olaya

lógica gubernamental paternalista y, por ende, no se tienen en cuenta las necesidades alimentarias propias de cada comunidad.

Marco Teórico Esta investigación se sustentó en el concepto de agricultura urbana, el cual permite evidenciar que las prácticas basadas en cultivos orgánicos no son algo que competa únicamente a los campesinos de las zonas rurales sino también a los actores urbanos, a su vez, la estrategia de agricultura urbana es adoptada principalmente en los países con altos índices de pobreza y desnutrición, con el fin de presentar una posible solución en torno a estos problemas, directamente relacionados con la falta de intervención estatal en las dimensiones básicas para garantizar una vida digna y saludable.

En ciudades como Bogotá, Cúcuta y en departamentos como el Tolima y Antioquia se han desarrollado proyectos que desde la agricultura urbana buscan una salida a las carencias del estado en términos de garantías de necesidades básicas insatisfechas para la sostenibilidad social, sin embargo, éstos constituyen una opción, pero en la mayoría de los casos desde entidades que responden a la

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NOS

Cabe aclarar que Esaú, a pesar de la separación, es una persona entregada a su trabajo y que sigue luchando por sacar sus proyectos adelante. Eso se puede notar en la actitud de empuje y empeño en las cosas que hace. “Siempre me he caracterizado por hacer las cosas bien y con la ayuda de Dios he podido salir adelante”.

(investigación)

(perfil)

Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué


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los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana” (FAO, 1996). La seguridad alimentaria hace referencia al derecho y la obligación en la que se encuentra el estado de suministrar y suplir las necesidades alimenticias que beneficien la salud de la comunidad. Según el informe de políticas de la FAO de junio de 2006, la seguridad alimentaria incide en cuatro dimensiones:

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base del proceso de soberanía alimentaria, el campesino. El análisis de caso, por su parte, pretende evidenciar un proceso más organizado de agricultura urbana pero ceñida, en este caso, a entidades gubernamentales. A esto se le incorporó la mirada gubernamental, con el fin de reflejar la falta de compromiso por parte de estas entidades con las comunidades en el proceso de desarrollo local desde la agricultura urbana.

urbana que se pretende desarrollar un medio ambiente sostenible y sano, pero sobre todo que aporte a las necesidades nutricionales y a las apropiaciones territoriales que como comunidad asentada merecen, lo cual genera otros procesos de identidad en torno a la tierra, el valor de la misma y la conservación de modelos autóctonos de agricultura.

Metodología Conclusiones

• Disponibilidad de alimentos para la comunidad • Acceso a los alimentos por parte de la sociedad • Utilización de los alimentos • Estabilidad del proceso de cultivo Otra definición es la que ofrece el Instituto de Nutrición para Centroamérica y Panamá (INCAP), según la cual la seguridad alimentaria “es un estado en el cual todas las personas gozan, en forma oportuna y permanente, de acceso físico, económico y social a los alimentos que necesitan, en cantidad y calidad, para su adecuado consumo y utilización biológica, garantizándoles un estado de bienestar general que coadyuve al logro de su desarrollo” (PESA, p.2).

Bajo esta perspectiva, nace como estrategia dentro de la agricultura urbana el desarrollo de huertas caseras sostenidas por la familia o por un grupo de personas que habitan un barrio en común; es necesario aclarar que este tipo de prácticas no son algo nuevo, según la FAO “Las huertas familiares son cultivadas desde la prehistoria en los aledaños del hábitat. Las características más salientes de las huertas familiares son: su localización contigua a la vivienda familiar y la vasta diversidad de los cultivos, practicados, básicamente, con el objetivo de subvencionar las necesidades de la familia” (FAO, p.10).

Al concepto de seguridad alimentaria se une el de soberanía alimentaria, el cual es entendido como “el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos sostenibles, así como su derecho a definir sus propios sistemas agrícolas y alimentarios” (Vía Campesina, 2003). La soberanía pretende una apropiación y explotación de los recursos desde la autonomía de la comunidad, para la comunidad y pensado en suplir los requerimientos que ésta presente en materia de alimentos, considerando las características y necesidades de cada localidad, planteamiento base para buscar un desarrollo local. Es así como desde la soberanía alimentaria se generan reivindicaciones de carácter relacional del hombre y la naturaleza en su dimensión simbiótica; es mediante procesos de agricultura

Para el estado colombiano, las huertas caseras han sido concebidas como una solución posible a la crisis alimentaria por la que atraviesa nuestro país. Con relación a esto, el estado desarrolla proyectos en torno a la seguridad alimentaria, “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a

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Para analizar la experiencia del Departamento del Tolima en torno a la agricultura urbana, se realizó un proceso de investigación de tipo cualitativo y etnográfico, en el cual se logró contrastar la mirada oficial en torno al proyecto y la apropiación por parte de la comunidad del mismo. En este ejercicio investigativo se tomó como muestra el barrio Modelia, por ser pionero en el proyecto de huertas caseras y el barrio Palma de Río ubicado en El Salado.

A partir de esta investigación se llegó a concluir que las asociaciones creadas alrededor de la agricultura urbana permiten generar reivindicaciones en torno al papel del campesino, pero se encontró que a su vez, comparten aún la idea de un estado de bienestar y paternalista, el cual debe asegurarle las herramientas necesarias para continuar con su cultivo. Esta figura de estado presente en la sociedad colombiana, permite ver que algunos agricultores urbanos siguen con la idea de un proyecto guiado y planteado desde la administración municipal, sin embargo y como lo planteaba el subdirector de Desarrollo ambiental de Cortolima, José Antonio Patiño, estos proyectos desde la administración se sostienen siempre y cuando éste responda a un beneficio económico y sean rentables para el estado, es por esto que en los controles que se realizan sobre el estado de las huertas, se realiza recolección de información a través de encuestas y no desde la experiencia cualitativa de las personas.

Esta investigación se valió de dos recursos, por un lado la historia de vida de una mujer propietaria de una huerta casera y un análisis de caso de una Asociación de Huertas Orgánicas en la comuna 7. El primero con el fin de evidenciar el desplazamiento forzoso del campo a la urbe y así darle primacía al actor que es

No obstante, es importante resaltar la labor de personas como Mariela Soto, administradora de la huerta Palma de Río, quien intentó transformar el modelo de desarrollo en torno a la agricultura urbana, el cual mediante Tolipaz se aplicó para un modelo que sirviera y lograra dar frutos en torno a las características de su suelo y las necesidades alimentarias que ella consideraba que requería. La huerta, después de casi cinco años de olvido,

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aún funciona y da frutos importantes para su sustento diario, y a su vez constituye una manera para ella trabajar y ayudar en su hogar, ya que como ella lo plantea “a mi edad ya no me dan trabajo”. Las dificultades de sostenibilidad de los adultos mayores en Colombia son muchas y en la mayoría de los casos deplorables, es así que las huertas comunitarias se presentan para personas como Mariela como una forma de trabajo no remunerado económicamente pero sí en términos alimentarios.

Bibliografía FAO, (2006), “Informe de Políticas, Seguridad Alimentaria”, N° 2. “Génesis y Desarrollo de la Agricultura Urbana en el Departamento del Tolima”, (2012) cartilla Corporación Ambiente y Desarrollo, Cortolima, Ibagué. Ibáñez, A. y Querubín, P. (2004), “Acceso a Tierras y Desplazamiento Forzado en Colombia”, Universidad de los Andes, CEDE. Programa Especial para la Seguridad Alimentaria, PESA (FAO), “Seguridad Alimentaria y Nutricional, Conceptos básicos”. Vía Campesina, (2003) “¿Qué es la soberanía alimentaria?”. Vía Campesina (2011) “La voz de las campesinas y de los campesinos del mundo”. * El texto recoge la experiencia del proceso de investigación realizado por estudiantes del programa de Comunicación Social y Periodismo la Universidad de Ibagué de octavo semestre, presentado como trabajo final de las materias de Producción en Televisión, Periodismo Ciudadano y Comunicación y Desarrollo; la investigación tuvo como objetivo analizar en una ponencia y un documental la apropiación por parte de la comunidad ibaguereña del proyecto denominado “Huertas Caseras”, liderado por el ente corporativo descentralizado CORTOLIMA (Corporación Autónoma regional del Tolima) y la corporación Desarrollo y Paz, Tolipaz, desde la experiencia del barrio Palma de Río ubicado en el Salado y del barrio Modelia de la ciudad.

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Por: Lady Natalia Cubides*

Juan Andrés Giraldo, “El gemelo”, como lo llaman sus compañeros de estudio, es un niño de apenas diez años que dedica parte de su tiempo libre a resolver las actividades extraescolares que le colocan sus profesoras. “Siempre muestra interés por resolver problemas matemáticos y se siente muy satisfecho cuando sus tareas le quedan bien”. Así lo comenta la docente Luz Dary Fernández, quien le orienta matemáticas en la Institución Educativa Boyacá. Juan Andrés se levanta todos los días a las 6 de la mañana para empezar su rutina diaria. Acompaña a Juan Camilo, su hermano gemelo, al portón del inquilinato en donde viven con su madre, pues éste parte hacia el colegio. Minutos después, Juan Andrés se dispone a ir en busca del primer alimento del día. Para él, conseguir su sustento diario, es una verdadera hazaña.

angustia porque además de tener que conseguir para la comida de ese día, tiene que reunir los $8.000 que vale su vivienda ya que si no lo hace, muy posiblemente al otro día tendrá que dormir debajo de una escalera con su familia, como le ha ocurrido en otras ocasiones. En medio de la desesperación, se sienta en un andén y por su mente pasan imágenes de las veces que, tiritando de frio, ha tenido que amanecer en la calle. Juan Andrés seca las lágrimas que bajan por su mejilla, piensa en su madre y en sus hermanos y con aire de luchador se dispone a cumplir lo que se ha propuesto para ese día. El cruce de voces de los vendedores se escucha en toda la plaza de la 21: “¡Papa de la buena!”, “¡Tres libras de tomate en $1.000!”, “¡La yuca, la yuca, la yuca!”. Es triste y admirable a la vez, que

La ilusión de este niño empieza con el amanecer, pues ve en cada día una nueva oportunidad para conseguir lo que necesita y salir adelante. A pesar de su corta edad, sueña con ser salvador de animales y futbolista cuando sea grande. Agradece a Dios porque a pesar de todas las dificultades, hay gente que le ayuda, por lo menos, para no pasar el día sin probar alimento. Como suele pasar, Juan Andrés toma la calle 19 rumbo a la plaza de la 21. Esta vez va más de prisa que lo acostumbrado, pues tiene como misión completar para el arriendo de la pieza, ya que el día de hoy, su mamá amaneció muy enferma y es ella la que por medio del “rebusque”, paga diariamente la habitación. Se nota en su rostro la

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(crónica)

Como vemos, desde la postura oficialista del proyecto, el desarrollo regional y local está guiado a cifras y dinero, dejando de lado los aportes de tipo cualitativo como apropiación de suelo, desarrollo endógeno y cooperación en torno al desarrollo sostenible. Para finalizar podemos concluir que sólo cuando las huertas caseras respondan a las necesidades locales se puede hablar de práctica real de soberanía alimentaria.

Un día en la vida de “El gemelo”


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un niño de tan sólo 10 años, sepa desenvolverse tan fácilmente en este ambiente como lo hace “El gemelo”. Pasa de puesto en puesto pidiendo que le colaboren con lo que puedan. En poco tiempo llena su talego con unas cuantas papas, cebolla, tomate, yuca y panela. Con su mochila al hombro, Juan Andrés se dispone a recorrer las carnicerías para pedir “un poquito de carne suavecita” (carne molida).

enfrenta las adversidades que la vida le presenta en su camino y a diferencia de muchos niños, tiene que sacrificar sus horas de juego, por horas de lucha para conseguir lo que quiere y salir adelante junto a su familia. Llega el medio día y “El gemelo” muy animado se dirige a su hogar, llevando con él su mercadito y el dinero para pagar la pieza. Rápidamente se lo entrega a su madre y corre a bañarse y a vestirse para irse a estudiar. Hace dos días, tuve la oportunidad de hablar con Luz Dary Fernández, una de las profesoras de Juan Andrés, acerca del rendimiento del niño en el colegio. Me contó que es un niño muy juicioso y responsable. Se esfuerza por hacer sus tareas bien y es muy respetuoso con los demás.

Me puse en la tarea de hablar con el dueño de Carnes La Hacienda, Jairo Ramírez, pues se nota que entre él y “El gemelo” hay mucha empatía. L.N.C: ¿Hace cuánto conoce usted a Juan Andrés? J.R: “Hace más de cinco años conozco a Juan Andrés y a su familia. Son muy humildes y en la mayoría de los casos dependen de la mendicidad. Yo ayudo a Juan no sólo con comida, sino con el estudio porque es un niño muy inteligente. Siempre que puedo le doy $50.000 para que compre la comida que necesite y él me trae las vueltas exactas que me quedan. Además este año yo le regalé todos los útiles escolares, pues no quería quedarse sin estudiar. Este niño ama el estudio. Todos los días pasa por acá entusiasmado por ir al colegio”. Ahora, todo depende de los transeúntes que recorren la plaza haciendo su mercado. Aunque es una tarea difícil, “El gemelo” siente la necesidad de realizarla pues es eso, o dormir en la calle. Las personas que lo ven deambulando por la plaza con un talego al hombro, lo miran con compasión y él aprovecha esto para contarles su penosa situación, tratando de ablandarles el corazón para que le den algunas monedas. Algunos sin poner reparo le colaboran, pero otros lo recriminan o lo ignoran, haciéndole sentir que está haciendo algo mal. De esta manera y de moneda en moneda, logra conseguir esos $8.000 que tanto necesita para el arriendo. La mendicidad en Colombia es un problema muy frecuente en las familias de escasos recursos. Gran parte de las personas que mendigan en nuestro país son niños o niñas enviados por sus padres. Según UNICEF, “Los niños de la calle

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son aquellos que están relacionados con algún tipo de actividad económica, que va desde la mendicidad a la venta modesta. La mayoría de ellos contribuyen con sus ingresos a la economía familiar”. En 1989, la UNICEF estimó que alrededor de 100 millones de niños crecían en áreas urbanas de todo el mundo. 14 años más tarde, la misma institución refería que “las últimas estimaciones cifran el total de estos niños en un máximo de 100 millones” (UNICEF, 2002:37). Y, más recientemente, “El número exacto de niños en estas condiciones es imposible de cuantificar, pero las estadísticas hacen pensar en decenas de millones alrededor del mundo. Es probable que estas cifras estén aumentando” (UNICEF, 2005:40-41). Por lo tanto, aunque la cifra de 100 millones se sigue utilizando, no tiene una base de hecho (véase Enner y Milne, 1989; Hecht, 1998, Green, 1998). Del mismo modo, es discutible si el número de niños de la calle ha aumentado globalmente o es la conciencia de su existencia en las sociedades la que ha crecido. A pesar de la situación que vive Juan Andrés, su rostro no se ve marcado por la tristeza ni la amargura. Es un niño que sonríe siempre. Él 10

L.F: “A Juan Andrés le encantan las matemáticas. Siempre ha sido bueno para resolver problemas matemáticos cotidianos. En varias ocasiones ha ocupado el primer puesto en su salón de clase, además siempre le ayuda a sus compañeritos cuando lo necesitan. De vez en cuando se une con sus amigos para hacer travesuras, como todo niño de su edad”. Al haberle preguntado a Juan Andrés qué hacía en su tiempo libre, me respondió con una sonrisa en su rostro. Es admirable ver cómo un niño con todas sus vivencias, no pierde la alegría y ternura características de la niñez: “Cuando salgo de estudiar me voy para la casa. Cuando llego me quito el uniforme, lo lavo y luego hago las tareas. Después me voy con mi amigo Mauricio al tren que queda al frente del terminal a jugar escondite. Regreso a mi casa faltando un cuarto para las nueve de la noche, me tomo un pocillo de agua panela con un pan y me voy a dormir. Otras veces, me voy a jugar Play Station, si tengo plata, y los domingos a veces mi mamá me da $3.000 para ir a la piscina “los populares”, que queda yendo para el barrio el bosque”. Quise finalizar el diálogo, preguntándole qué pensaba de su vida, a lo que me contestó: “Mi vida es mal porque a veces

no nos dan comida, a veces mi mamá nos pega y como dormimos muy estrechos en una sola cama, me duelen las piernas, mis hermanos me quitan la cobija y por eso aguanto frio”.

La vida que lleva Juan Andrés es común en muchos niños de la plaza de la 21. Los que hemos tenido la oportunidad de recorrer esa plaza, somos testigos de tantos niños que desde muy pequeños viven de la mendicidad. La mayoría pertenecen a hogares descompuestos que viven del rebusque. ¿Habrá algún otro niño que tenga una personalidad similar a la de Juan Andrés a pesar de su situación? ¿Será que todos los niños que viven bajo estas condiciones, están dispuestos a soportar las humillaciones que “El gemelo” ha soportado en algunas ocasiones? ¿Todos los niños mendigos serán buenos estudiantes? ¿Todos los niños mendigos aman la escuela?

*Estudiante de III se programa en Comunicación Social y

Periodisla Universidad de Ibagué. Crónica realizada en el marco de la asignatura Expresión II.

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MEMORIAS COMPARTIDAS DE LOS HABITANTES DEL BARRIO CÁDIZ* Fotografías: Edgar Aya

Reseña histórica -no oficial- de un barrio de Ibagué El nombre del barrio no proviene de la ciudad de España, sino que éste deriva de la sigla de una comercializadora, Comercializadora Aníbal Yahmure, algo que no recuerda muy bien el señor Helmut Levy, quien además asegura que si el señor Yahmure no hubiera comprado esto, no sabría qué hubiera pasado, tal vez cada persona hubiera construido por su lado. “Él hizo que hubiera cierta uniformidad”. “Fue así como Cádiz nació cuando Aníbal Yahmure en la década de los 40 le compró al municipio estos terrenos y empezó a construir viviendas que fueron ocupadas por familias prestigiosas como los Vila, los Coronado, Rivera y mi papá, que entraba en ese grupo”, recuerda Aureliano Aragón. El terreno era agradable para los habitantes porque tenía una vista al cañón del Combeima. La vegetación también ha permitido que aves y ardillas vivan allí. “Yo venía con amigos del colegio y jugábamos en los árboles, comíamos guayabas y corríamos por los terrenos áridos”, declaró Aragón.

NOSOTROS

La historia según sus habitantes En el año de 1950 Ibagué llegaba hasta la calle 25 con carrera 5, el trayecto no estaba pavimentado, pero se encontraba en buenas condiciones. “Hasta la calle 26 había algunas casas antiguas de un piso con techos en zinc, y lo único que había para separar el barrio de otras localidades era el Colegio Normal Superior ubicado en la calle 30. En la margen derecha bajando por la quinta, había una finca que estaba en la mitad de un lote, una finca muy grande de la familia Mendoza”, comenta el señor Helmut Levy, propietario del Centro Social del Barrio desde hace 47 años, “de ahí para abajo todo era potrero”. “Cuando nosotros llegamos aquí”, continúa Helmut Levy, “en el año de 1965 aún había lotes. Con el tiempo se convirtió en el barrio estrella de Ibagué, en el barrio residencial, en el barrio de estrato más alto. Construyeron casas muy bonitas”.

Pilar Caballero, quien lleva viviendo más de 30 años en Cádiz, relata además que originalmente “el barrio se consideró como patrimonio arquitectónico por el estilo e infraestructura de las casas, además histórico por su antigüedad”. Como las casas eran y aún son muy grandes, servían de vivienda para familias numerosas. El barrio era visitado y habitado por personajes importantes de la sociedad, como empresarios arroceros y personas de la política. Según Juan Manuel Travillo, dueño del establecimiento Pan y Pasta, “familias como los Santos, Polanco, Vila, Cubides, Troncoso, Navarro, Ayerve, Leiva y Rodríguez eran los dueños de las casas más lujosas y prestigiosas del barrio”. Hoy por hoy Cádiz, en más de un 50%, está compuesto por empresas prestadoras de salud, centros educativos, funerarias y restaurantes, entre otros, que por ser actividades no compatibles con el uso residencial, han propiciado problemas de movilidad. César Quintero, residente desde el año de 1990, relata que cuando llegó al barrio Cádiz, “este barrio era uno de los más tradicionales de la ciudad de Ibagué, estaba habitado por las familias más importantes del departamento, después de esto como las casas eran tan grandes, y algunas familias ya estaban comprando vivienda en otro sector, quedaron pocos habitantes en este barrio. De esta manera las casas se arrendaban o se vendían, y es así como empezaron a funcionar en ellas establecimientos comerciales”. María Eugenia de Carretero, residente también del barrio desde 1995, cuenta que añora el estilo residencial del mismo y que le molesta el tráfico y el tránsito de tantas personas extrañas, “ya uno conoce a sus vecinos, a su gente”. Dice también que el comercio de la zona ha afectado la estratificación del barrio, puesto que ahora se hace más costoso de lo que era antes. “Como habitantes tenemos muchas ideas en mente. El barrio siempre fue muy tranquilo y la estructura de las casas lo hacen más agradable, lo que queremos es que el barrio vuelva a ser residencial, habitable para buenas familias. Cádiz es un barrio que ha cambiado mucho desde la llegada de negocios y empresas, pero a pesar de todo ahí tengo mi casita y ahí me quedo”, concluye María Eugenia. Martha de Gutiérrez, quien lleva viviendo 19 años en el barrio, afirma que decidió quedarse en este sector no sólo por el prestigio que estaba tomando en la ciudad, sino que la avenida principal y la única en ese tiempo, la quinta, permitía transportarse fácilmente. “Era la primera calle ininterrumpida que hubo en Ibagué”, agrega Pilar Caballero, “y era lo más parecido que teníamos a una autopista, incluso los vecinos le decíamos así, la autopista”.

Esto sucedió realmente en 1953 cuando un inversionista visionario de origen Libanés compró todo el terreno, desde la calle 30 hasta abajo, un aproximado de 7 cuadras sin construir. Él comenzó a urbanizarlo, a hacer las calles, a hacer las alcantarillas, las instalaciones debidas y a sembrar árboles. Se comenzaron a vender los lotes y se construyeron unas casas en terrenos de 900 metros, las cuales hoy todavía existen. Las construcciones en Cádiz se asemejan a algunos barrios ingleses construidos en terrenos amplios. Aureliano Aragón, habitante de Cádiz desde hace 40 años, afirma que “Cádiz era un terreno extenso por lo que las primeras casas que se construyeron son amplias, aireadas, tienen antejardines, aplicaciones en piedras que era muy sofisticado para la época. Además la mayoría de fachadas son con ladrillo pintado, con techos de barro, que en conjunto le da un estilo colonial al barrio”.

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La autopista que comercializó a Cádiz El fenómeno que ocasionó la transformación del barrio fue la saturación de locales comerciales en el centro de la ciudad, entonces comenzaron a desplazarse en los sectores más fáciles de comunicación. Este era el caso de Cádiz porque tenía acceso por la carrera 5 y por la avenida Ferrocarril, dos vías importantes de la época. El barrio comenzó a fragmentarse entre 1975 y 1976 cuando arbitrariamente se instauró la Registraduría, lo que produjo molestias en los vecinos ya que nunca estuvieron de acuerdo, porque consideraron que se perdía la identidad de los hogares por las nuevas construcciones de edificios altos que cubren y opacan las construcciones originales, y acaban con la mayoría de árboles que se encontraban allí. El señor Helmut Levy asegura que “eso fue una puñalada trasera contra las personas que vivían en este sector, porque comienzan las personas desde las 4 o 5 de la mañana a hacer filas, los vendedores, los taxis, los buses, en fin”. Los residentes del barrio instauraron una demanda contra la Registraduría ya que era un argumento con el que se demostraba que el barrio se iba a dañar, sin embargo, “como las elecciones eran en octubre (de ese año), entonces tenían que esperar porque la demanda se dio en mayo, y el Municipio estaba en proceso electoral”, afirma Martha de Bajaire, residente del sector. El señor Helmut cuenta que también hubo muchas demandas por tratar de salvar el barrio, bajo el argumento de que se volvió comercial sin permiso, hubo reclamos ante la Oficina de Planeación, pero eso quedó así. Alrededor de la Registraduría actualmente no hay ninguna casa para vivienda, todas han sido alquiladas o vendidas para locales comerciales o colegios, ya que era y es insoportable y degradable el ruido que se genera todos los días, a raíz del tráfico y la gente, además una casa en esa época costaba 200 millones. “Poco a poco la gente fue cambiando, fueron convirtiendo sus casas en espacios para otras empresas que al llegar hicieron modificaciones, las casas se convirtieron en lugar de oficinas, es decir, esto nunca volverá a ser residencial”, afirma el señor Levy. El último censo que se realizó mostró que hay 314 locales comerciales entre consultorios, depósitos de laboratorio y agencias de seguros. Toda clase de clínicas y locales comerciales que decidieron hacer parte del barrio y ya lo saturaron. “Definitivamente los tiempos en que Cádiz fue residencial, se han quedado en el pasado”, afirma la señora de Bajaire.

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decidió radicarse en Cádiz “ya que éste se había convertido en un sector comercial cuya ubicación era perfecta para la creación de un nuevo negocio”. Maruja Herrera afirma que “este sector en unos pocos años será totalmente comercial y serán casi nulos los habitantes que vivan allí sin tener algún tipo de negocio que genere algún ingreso, ya que los costos de servicios y hasta de arriendos no son muy económicos, al igual que por la presión que genera el hecho de tantos negocios en este barrio. Así que dentro de muy pocos años sostener un hogar, ya que es estrato 5, será muy difícil”. Así también lo piensa Martha de Gutiérrez que tristemente cuenta que muchas veces se le ha pasado por la cabeza vender ese tesoro que le dejó su padre. Aunque la realidad comercial del barrio ha afectado notablemente la seguridad y tranquilidad del mismo, hay residentes que todavía rechazan la idea de vender e irse a otro lugar, porque en sus casas está su historia y el barrio reúne parte de la memoria de lo que ha sido su cotidianidad en él. La vida de Cesarina de Botero en el barrio Cádiz inicia en 1963, cuando sus compañeros de la facultad de medicina, y después del fallecimiento de su esposo, lograron obtener un lote ubicado en la carrera 4D # 32-50. Así empezó una construcción desde cero y logró lo que hoy en día es su hogar: “Yo la verdad vivo muy feliz en mi barrio y más en mi casa que con tanto esfuerzo logré tener como hoy la tengo, creo que aquí viví y vivo los mejores años de mi vida y no pienso cambiar. Sin embargo, no es lo mismo tener al lado vecinos y amigos que tener una empresa de ropa o un centro de salud”, puntualizó Cesarina. Silvia Uribe Molina inicia su vida en el barrio Cádiz en el año de 1960, empujada por su esposo el capitán retirado del Ejercito Adolfo Rengifo, quien es pensionado de guerra. Esta casa fue diseñada por ellos, ha sido el “nido familiar más importante e inigualable”. Del barrio reconoce que admira el sentido de pertenencia que tienen los que aún continúan viviendo allí, por eso se ha preocupado por trabajar en el centro comunitario, donde vecinos de Cádiz ayudan a habitantes de barrio aledaño. Silvia manifestó que en estos momentos no encontrará una casa tan grande y tan bien ubicada, por ese motivo jamás vendería su casa familiar. “De un lado, crecen edificaciones en altura (muy bonitas claro) y de otro lado, está siendo invadido por establecimientos comerciales, pero yo vivo muy rico aquí, sé que es mi casa y de aquí nadie me mueve”. Esos cambios que señala Silvia Uribe han permitido evidenciar modificaciones en las estructuras físicas de las viviendas, Estela Barrios, quien habitó Cádiz por muchos años, afirmó que “ya desde hace aproximadamente 15 años, las fachadas fueron modificadas para poder crear consultorios o nuevas viviendas con un aspecto más moderno”.

Cádiz: la casa familiar La población actual del barrio es de un término general emigrante. Así como el padre de Martha de Gutiérrez que llegó desde Medellín, muchas de sus vecinas venían de Cali, Bucaramanga y del Eje Cafetero. Ahora, por ejemplo Maruja Herrera, quien llegó a vivir a este barrio hace 5 años, cuenta que

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*El texto se creó a partir de las entrevistas realizadas por los estudiantes del curso de Semiótica de V semestre a diferentes habitantes del barrio Cádiz y luego fue unificado por la docente que orientó el curso en el semestre A de 2012, Angela Lopera Molano.

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Vamos dibujando el camino “Pero mira, los muros a tu alrededor, la conciencia no se dedica a ser un espectador”

Eje Cultural: entre el olvido y la indiferencia

Aerosoles, Providencia.

Por: Margaret Alejandra Sánchez Fotografía: Andrés Mauricio González y Margaret Alejandra Sánchez*

¿Qué espacio tienen los tolimenses para expresar su opinión, su voz de lucha? “El grafiti se inclina más hacia una visión crítica contra el sistema sociopolítico imperante”, diría Armando Silva, y tiene toda la razón, los textos que atraviesan las calles ibaguereñas son un grito y a la vez un murmullo. La carrera quinta de Ibagué se ha convertido en el muro de expresión en contra de la megaminería en las montañas del Tolima, en cada Gran Marcha Carnaval, se ha ido dibujando el camino.

“La vida de estos grafemas no ofrece ninguna garantía de permanencia y pueden desaparecer o ser modificados o transformados inmediatamente después de su realización”, Armando Silva.

(reportaje)

El Eje Cultural fue uno de los proyectos insignia de la administración municipal anterior, encabezada por el exalcalde Jesús María Botero. Este sendero peatonal está ubicado en la calle 10, en pleno centro de Ibagué, y articula espacios de importancia histórica y cultural de la ciudad como el Conservatorio del Tolima, Parque de la Música, Plazoleta de los Artesanos, Plaza de Bolívar, Edificio Urrutia, Catedral, Panóptico de Ibagué, Parque Centenario y la Biblioteca Soledad Rengifo.

“Paredes blancas: Mentes vacías”

El grafiti es una alternativa de comunicación que se estigmatiza, pero que “trata mensajes elaborados que tienen sentido y plasman una ideología”, (Peñaloza, 2011). Además, el grafiti se inscribe en la estética de la ciudad, entre el smog y los ocobos, y lo más importante, “consciente o inconscientemente, los ojos de un ciudadano, en cualquier momento, pueden verse involucrados en la lectura de estos mensajes” (Silva, 1987).

Por: Tatiana Calero Polanco*

Aunque ahora tiene una denotación histórica y cultural, cuando se gestó el proyecto, su fin estaba relacionado con la movilidad ya que estaba enmarcado en el proyecto de Renovación del Entorno Urbano con énfasis en la movilidad vial de la ciudad de Ibagué.

Peñaloza, M. (2011) “La muralla: papel del que no calla”, Universidad Sergio Arboleda, Bogotá. Silva, A. (1986) Una ciudad imaginada. Graffiti, expresión urbana, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

*Estudiantes de décimo semestre de Comunicación Social y Periodismo. Reportaje gráfico realizado en el marco de la asignatura Seminario Periodismo para el Desarrollo.

Bibliografía

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Como tal, las obras de la calle 10 se justificaron en el Plan Parcial del centro. Según el actual secretario de tránsito municipal, Pedro Julián Gómez, este Plan “busca apropiar el territorio según algunas condiciones (…). En el centro como ya se tiene construido, el plan parcial va dirigido hacia la renovación urbana (…) ésta mejora las dinámicas de la ciudad, redistribuye y hace mucho más eficiente el uso del suelo”. Los proyectos mencionados anteriormente se hicieron con el fin de tener un precedente para ingresar al programa Ciudades Amables, iniciativa de Planeación Nacional para promover la modernización de las ciudades intermedias. De esta manera, Ibagué al ingresar formalmente

Fotografías: Tatiana Calero

al programa en 2011, recibió 360 mil millones de pesos. Según el exalcalde Botero “los recursos se destinan para vías, semáforos, señalización, andenes, ciclovías, paraderos, terminales de transporte, terminales de transferencia, patios de ruta, cambio de tipología vehicular, implementación de tecnología para central semafórica de cómputo, recaudo centralizado y gestión y control” (El Tiempo, 2011).

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Obras en la Calle 10

ejecución de la obra y, por último, la Secretaría de Turismo, Cultura y Comercio que se encargó de la gestión para adquirir el mobiliario o las esculturas que se encuentran a lo largo del Eje Cultural.

Dentro del plan de Renovación del Entorno Urbano se escogió, a través de unas consultorías contratadas por el Fondo de Planeación Vial Nacional, a la calle 10 como una de las ‘vías de la excelencia’1, junto con la carrera quinta.

De proyecto de movilidad a proyecto cultural El 21 de julio de 2009 se presentó el proyecto denominado “Eje Cultural Capital Musical”, con el que se pretendía “rescatar la identidad cultural Ibaguereña” (Alcaldía de Ibagué, 2009). Con este fin, se planteó continuar con la serie de esculturas del Parque de la Música, buscando homogeneidad de los sectores que conecta el Eje Cultural, “el artista en que se ha pensado es Olmer Rojas (…) aunque en esta oportunidad las obras no serían inspiradas en músicos, sino en pintores y escritores, entre otros personajes ilustres de la región” (El Nuevo Día, 2009).

Por ello, en septiembre de 2009 iniciaron las intervenciones a la vía, con un presupuesto inicial de 1366 millones de pesos, los cuales se destinaron para construir andenes anchos para los peatones, implementar y adecuar las vías para la movilidad vehicular, subterranizar las redes eléctricas, mejorar las redes de acueducto y alcantarillado, semaforizar y adquirir el mobiliario. La obra finalizó en diciembre de 2010. Pero, a sólo un año de haber sido construido el Eje Cultural, el Municipio tuvo que intervenir la vía para su reparación y repavimentación en más de 6 ocasiones, por irregularidades en los adoquines, además “el estampado de la vía quedó irregular tanto en color como en textura pero ni (Luis Fernando) Botero ni el subcontratista han asumido la responsabilidad al respecto. El deterioro acelerado de los pasos adoquinados y andenes llevó a innumerables reparaciones y cierres viales” (El Nuevo Día, 2011). Tales intervenciones tuvieron un costo de al menos 640 millones 127 mil 533 pesos, además de un aumento en el tiempo de los cierres viales.

Esta idea se confirma con la respuesta a un derecho de petición emitido por dos gestores culturales a la Alcaldía de Ibagué en septiembre de 2009. En el documento se hace constancia que Germán Céspedes, secretario de Cultura en dicho año, escogió al artista ibaguereño Olmer Rojas Lozano para realizar las esculturas del Eje Cultural “por ser autor de las esculturas que adornan el Parque de la Música, buscando unidad visual y estética y alusión temática con la idea de Capital Musical”.

Cabe resaltar que el desarrollo del proyecto fue un trabajo conjunto entre diferentes dependencias, que incluyen a la Secretaría de Planeación, encargada de la reglamentación del mobiliario, hacer el perfil vial y el presupuesto; Secretaría de Gobierno, que a su cargo tuvo el control de las ventas informales que se encontraban en la zona antes de su transformación; Secretaría de Tránsito, cuyo papel fue controlar la movilidad de la zona; Infibagué, que suministró la semaforización; mientras que el IBAL (empresa ibaguereña de acueducto y alcantarillado) se encargó de las redes de acueducto y de alcantarillado; Gestora Urbana, encargada de la

Cabe resaltar que en el derecho de petición se solicita que sean tomadas en cuenta las opiniones de los gestores culturales de la ciudad, quienes se sentían excluidos porque no fueron llamados por parte de la Administración Municipal a la hora de elaborar el proyecto del Eje Cultural. Entre los siete puntos que solicitaban, se encontraba la petición de “un debate público y socialización, dirigido al sector cultural y los suscritos. Es esencial que este sector conozca, aporte y sea tomado en consideración para el desarrollo e implementación de esta propuesta de intervención urbana, pues los actores culturales son poseedores y constructores de

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(reportaje)

(reportaje)

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“En las pocas reuniones a las que nos llamaron, tal vez fuimos la única área que tenía que ver directamente con las artes plásticas y visuales (referencia al Museo de Arte del Tolima), de resto eran otras entidades, empresas públicas y privadas pero no otras personas de áreas afines que pudieran reforzar toda esta información, que hubiera podido complementar más el proyecto para que fuera mejor, por ejemplo un representante de patrimonio o del ministerio de cultura” afirma Margareth Bonilla, directora del MAT.

(reportaje)

saberes respecto a la diversidad temática que debe orientar y sustentar el proyecto”. La Administración Municipal responde que ha tomado en cuenta opiniones de asistentes al Consejo Municipal de Cultura, a una representante del sector indígena, un representante del Consejo de Literatura y el representante del sector danza. Se hace constancia de dicha reunión, el 12 de mayo de 2009, en el acta N° 07, a la cual no se puede acceder actualmente. Sin embargo, el panorama que se tenía cambió cuando llegó una nueva secretaria de cultura, Ángela Viviana Gómez. En ese momento se solicitó la presencia del Museo de Arte del Tolima (MAT), entidad que había planteado un proyecto de Ciudad Museo articulado con el Eje Cultural, pero contrario a la gestión del Secretario anterior, en esta ocasión no se convocaron representantes de otros sectores.

De esta manera se obtuvieron las cinco esculturas que se encuentran actualmente en el Eje Cultural. Éstas fueron donadas por los escultores, la Alcaldía únicamente aportó el dinero para la compra de materiales, traslado, alimentación y estadía de los artistas, lo que equivale a una inversión de 70 millones de pesos aproximadamente -el último desembolso para el pago se hizo en noviembre de 2012. Las esculturas que se escogieron para ambientar el Eje pertenecen a artistas nacionales e internacionales, estas son Ballet Azul de Julio Fajardo, Rocío de la Mañana de Yum Si Kwon, Loto de Germán Botero, las Columnas de Choi Sung Chul y Translación de Gustavo Vélez. Algunas de ellas cuestan 600 millones de pesos, pero poca relación guardan con la identidad musical de la ciudad o su folclor. Aunque la idea inicial era que anualmente nuevos artistas pudieran ambientar el Eje Cultural con sus esculturas, esto no se ha cumplido pues “depende de las administraciones, el año pasado por ejemplo no hubo plata para eso y este año

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como estamos viendo, tampoco”, comenta al respecto la directora del Museo de Arte del Tolima. Además, no se ha visto una restauración de las obras que se encuentran en mal estado, como Las Columnas, escultura que fue salpicada con pintura verde el mismo día de su instalación en el año 2010. La explicación por parte de Luis Alberto Ramos, funcionario de la Secretaría de Cultura es que “el tema de escultura es muy delicado y nadie puede llegar a retocarla, debe ser el mismo escultor”. Por otro lado, la directora del Museo afirma que “toca esperar que la administración dé el recurso para que pueda venir un escultor, que sepa del tema, y la restaure”. Un espacio, diferentes percepciones El Eje Cultural está en contacto con miles de ciudadanos y a la vez con diferentes dependencias de la Administración Municipal, por ello cada actor tiene una percepción diferente sobre este espacio, lo que genera a su vez distintas apropiaciones del lugar.

una ciudad, se debe incluir lo cultural desde la parte arquitectónica y escultórica. Esta perspectiva, en parte, es compartida con la Secretaría de Cultura, Turismo y Comercio municipal, debido a que en esta dependencia se ve al Eje Cultural como un espacio para fomentar el turismo en la ciudad, “esa es la estrategia y la visión que se le dio, para que esa conectividad de cada uno de los atractivos culturales que tiene la ciudad (…) permita que los turistas tengan espacios para poder movilizarse”, afirma Luis Alberto Ramos, funcionario de esta dependencia. Aunque se insiste en el Eje Cultural y el fomento de este espacio para el incremento del turismo, las actividades que son promovidas desde la Secretaría de Cultura están enmarcadas en los eventos de la agenda Ibagué Capital Musical, en eventos como Maquila & Moda y el Festival del Folclor, pero no hay una campaña clara para incentivar el conocimiento del Museo al aire libre, el Eje Cultural o sus puntos estratégicos.

Jesús María Botero, exalcalde de la ciudad y promotor del proyecto Eje Cultural afirmó que “el proyecto incita a que la ciudadanía transite, visite y participe de lugares importantes e históricos, logrando el goce y disfrute del espacio público, garantizando un encuentro y movilidad seguros” (El Tiempo, 2009). Sin embargo, esta percepción no es la misma que se tiene actualmente. Desde la mirada del Secretario de tránsito municipal, la construcción del Eje Cultural fue una buena inversión y valió la pena ya que se mejoraron las condiciones urbanísticas del espacio público y movilidad sobre las vías, lo que enriquece la ciudad. Desde el Museo de Arte del Tolima, el Eje Cultural es importante pues en el tema de turismo de

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(reportaje)

En el año 2010, el MAT desarrolló conjuntamente el primer Simposio Internacional de Escultura, en el proceso “la Administración Municipal apoyó con una parte de dinero, del cual todavía al Museo le deben la mitad, con el fin de que cada año escultores colombianos y extranjeros se vincularan con el proyecto, dándole la posibilidad a la ciudad de poder tener un museo de esculturas al aire libre”, comenta Bonilla.

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Y mientras se piensa este lugar para el goce del turista, el ciudadano que lo transita a diario es indiferente puesto que desconoce su ubicación, sus obras y sus autores. Así, el Eje cultural está entre la indiferencia del ciudadano y el olvido de las administraciones locales.

Alcaldiadeibague.gov.co, (2009), “Ibagué tendrá un Eje Cultural”, Ibagué. Recuperado de: http://www. alcaldiadeibague.gov.co/web2/index.php?idcategoria=10841 Eltiempo.com, (03 de agosto de 2011), “Luz verde a Ibagué para su ingreso a Ciudades Amables”, Ibagué. Tolima.

ENTRE-VISTA

Recuperado de: http://m.eltiempo.com/colombia/tolima/ ingreso-de-ibagu-a-ciudades-amables/10081844

INVESTIGACIÓN Y DOCUMENTAL: LA EXPERIENCIA DE “IMA”

Elnuevodia.com, (2009), “Eje Cultural Calle 10”, Ibagué. Recuperado de: http://m.elnuevodia.com.co/nuevodia/ tolima/ibague/148081-asi-luce-el-eje-cultural-de-ibague

Por: Carlos Mauricio Santana Sáenz*

Elnuevodia.com, (26 de Julio 2011), “¿Obras ‘de segunda’?”, Ibagué. Recuperado de: http://www.elnuevodia.com.co/ nuevodia/tolima/ibague/104500-obras-de-segunda Museo de Arte del Tolima, (07 de diciembre de 2010), “Simposio internacional de escultura”, Ibagué.

*Estudiante de VI semestre del programa en Comunicación Social y Periodismo. El reportaje fue realizado en el marco de la asignatura Metodologías de la Investigación Periodística.

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El programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué, desde el semestre A de 2011, desarrolla un trabajo articulado entre las asignaturas de octavo semestre, con el fin de producir un documental y un texto de investigación para presentarse en forma de ponencia. Esto ha llevado a los estudiantes a enfrentarse con el rigor académico, la producción audiovisual y el trabajo en comunidades. Junto a esta propuesta, el Programa inauguró un espacio de discusión con realizadores audiovisuales de la región, para que desde sus producciones y experiencias pudieran dialogar con las expectativas de los estudiantes. El pasado 4 de octubre de 2012, en el marco del evento Narraciones de Región, se presentaron dos documentales tolimenses, “Chicha Kopah” del realizador Floriberto Cardona e “Ima” dirigido

por la corporación Creandes en convenio con la Academia de Historia del Tolima. “Ima”, ganador de un premio en el XI Festival de Cine y Video de los Pueblos Indígenas Latinoamericanos y escogido como el documental que más representa la lucha del pueblo indígena en toda Colombia. Una producción realizada por Yamyle Ramírez, representante legal de la corporación Creandes, investigadora, directora y editora del documental. Carlos Mauricio: ¿Por qué “Ima”? Yamyle Ramírez: “Ima” es tierra según la cosmovisión Pijao y también la Panche, que significa tierra o madre. El territorio como tal no es algo físico sino que son nuestros límites naturales, nuestros espacios, en donde está cada persona hay un territorio, hay una ima, una madre.

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ENTRE-VISTA

Bibliografía Alcaldiadeibague.gov.co (2009), “Alcaldía y fondo de prevención vial firman convenio para mejorar seguridad vial de Ibagué”, Ibagué. Recuperado de: http://www.alcaldiadeibague.gov. co/web2/joomla/index.php?option=com_content&view=arti cle&id=4767&Itemid=279


C.M. ¿Cómo narrar el Tolima desde el ejercicio documental? Y.R. El Tolima es muy amplio en cuanto a historias, personajes, lugares. Uno siempre debe pensar qué es lo que quiere narrar que quiera que esté en una historia documental. Yo pienso que cada persona puede hacer un documental distinto porque su percepción siempre va a ser distinta frente a lo que quiere. Pero creo que uno debe aprovechar también lo que son símbolos que permitan que las personas se reconozcan y reconozcan el territorio, es decir, un lugar que sea emblemático, personajes que sean emblemáticos, pero también historias sencillas de personas comunes, que al final de cuentas pueden generar que una historia llegue a ser universal. El Tolima es muy difícil de narrar porque estamos muy en el centro del país, donde hay muchas cosas que tienen que ver con Bogotá; Ibagué se ha vuelto una ciudad de paso, es una ciudad muy pequeña, pero en la medida que aprendes a conocerla puedes aprender a conocer el lenguaje que tiene la ciudad o el departamento. C.M. ¿Cuáles son las dificultades más grandes que se encuentran ustedes en el proyecto que desarrollan con Ima? Y.R. La falta de experiencia a nivel de realización. Nosotros nunca nos habíamos enfrentado a un grupo. Los documentalistas hacen sus primeros trabajos muy individuales sobre lo que más le gusta, lo más cercano o el tema que conoce o le interesa, pero cuando manejas un grupo tienes que llegar a convencer al grupo de qué es lo que estás haciendo. Yo creo que uno de los principales problemas que tuve era que yo iba detrás de un tema que fuera un poco más político, porque mi concepción y mi forma de ser es política, entonces yo decía la artesanía es importante, lo que se ve en paisajes es muy bonito, pero hay que crear algo que sea una simbiosis de todo

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“Ima” ya es nacionalizado, entra a ser parte del patrimonio fílmico nacional y el patrimonio tolimense.

(entrevista)

(entrevista)

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eso y el territorio es fundamental para que todo eso exista, para que exista el paisaje, la cultura, las tradiciones. Es muy difícil llegar a que las personas hablen de una cosa muy dolorosa que es ese pasado del territorio. No es fácil encontrar los personajes, muchos de los personajes han muerto y los que aún viven se encuentran en condiciones muy precarias de abandono, de salud, eso limita un poco el proceso. Los líderes tampoco están preparados. En la comunidad Pijao que aún vive en el sur del Tolima, existe desconocimiento frente a este tema, no todos saben por qué la lucha, muchos indígenas no son organizados entonces realmente no hay una tradición oral. Saber cómo debemos recuperar el territorio es importante y fuera de eso es un tema contemporáneo. C.M. Usted hace referencia a una posición política. ¿Cuál es su postura frente a este tema del despojo de tierras de los indígenas, que se ve claramente demarcado en el ejercicio documental? Y.R. La tierra pertenece a un colectivo. Cuando hablamos de territorio hablamos de algo que

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es un proceso de tipo colectivo, es decir, lo que nos representa a nosotros por ejemplo como colombianos son ciertas cosas, pero no es el mapa, ese es un simbolismo solamente, hay más cosas que hacen que una persona pueda decir yo soy tolimense o colombiano y son cierto tipo de parámetros a nivel colectivo. Yo encontré que el territorio era colectivo pero que no se podía visualizar. Por ejemplo, yo siempre me imaginé que los indígenas en el sur del Tolima eran ricos porque cuando vas por la carretera ves muchos cultivos de arroz y cuando uno se da cuenta ese territorio no les pertenece. Yo sé de muchos lugares aquí en Colombia que tuvieron ese mismo proceso y se desconoce el derecho patrimonial ancestral que tienen las comunidades. Este no es un tema solo del Sur, lo que pasa es que como en algún momento los indígenas se visten como nosotros, pierden su lengua, parece como si no fueran indígenas, entonces no existen los derechos como tal. Manuel Quintin Lame despierta ese pijao dormido porque viene y les enseña la ley.

Saber cómo debemos recuperar el territorio es importante y fuera de eso es un tema contemporáneo. Hay cosas físicas que también se necesitan para poder sobrevivir y ese territorio colectivo también se disgrega porque ya no tienen a donde regresar. C.M. ¿Por qué hacen un documental sobre este tema? Y.R. La Academia de Historia quería que se hiciera un documental sobre la riqueza que hay en el sur del Tolima, mostrar la belleza; pero cuando yo hago la investigación encontré que había muchas falencias desde la base, que es la comunidad y los líderes. Los líderes tenían ciertas capacidades de lucha, pero la base tenía un desconocimiento. Y realmente no se puede decir que son bonitos, sin llegar a una profundización sobre el individuo

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Yo creo que uno de los principales problemas que tuve era que yo iba detrás de un tema que fuera un poco más político, porque mi concepción y mi forma de ser es política y sobre la lucha. Pero lo interesante de todo este proceso es que cuando se llega a hablar de territorio yo pienso solamente en una frase, yo estaba muy interesada en el proyecto de la multinacional del triángulo del Tolima, era lo que me movía a nivel político y alguien en algún momento, un gobernador de una comunidad me dice, “pero para qué agua si el indio no tiene tierra”. Entonces yo empecé a profundizar sobre la posición y llegué a la recuperación, empiezo a indagar cómo fue el momento en que lo perdieron, doy con las leyes y en el paso me encontré con Manuel Quintín Lame. C.M. Está hablando de manera general del sur del Tolima, ¿con cuántos municipios están dialogando para este tema? Y.R. El documental empezó con un proceso que se llama concertación, es decir, nosotros concertamos con 103 cabildos indígenas que están actualmente registrados ante el Consejo Regional Indígena del Tolima, CRIT, pero

C.M. ¿Cuándo encuentran un público logran que ese público entienda que hay una posición política en el trabajo de “Ima”? Y.R. Se logra en algunos lugares. Yo tengo por ejemplo la grabación de la primera exhibición que se hace en el sur del Tolima, se hace con los líderes en algo que se llama “La travesía del río Saldaña”, y a través del documental se crea un discurso político con ellos. En un público más amplio donde no se da la posibilidad de llegar a procesos de reflexión, porque el cine requiere reflexión, la gente no pasa de decir si es buena o no, pero no se crea un público crítico. En un espacio cualquiera donde no haya la posibilidad de diálogo no se crea el espacio para la reflexión. Creo que los documentales requieren eso, que se abra el diálogo. C.M. ¿Qué importancia tiene para ustedes compartir el documental con estudiantes de comunicación social y periodismo de la Universidad de Ibagué? Y.R. La primera etapa que nosotros queríamos, ya que el documental tiene una responsabilidad de tipo ética, es socializarlo con las comunidades indígenas, entonces se empezó hacer la gira del Camino del Hombre Rojo, pero nos dimos cuenta que el documental debía ser socializado dentro de los estamentos educativos ya sean colegios o universidades. Cuando nos enteramos que el programa de Comunicación Social de la Universidad de Ibagué proyecta su trabajo hacia lo comunitario, nos pareció interesante porque cuando un comunicador social hace un trabajo con comunidades también tiene un trabajo de tipo antropológico y etnográfico, entonces consideramos importante mostrarles a ellos,

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además porque están en los inicios de sus propios documentales. Creo que también por ser tolimenses o estar dentro del territorio del Tolima, merecen conocer las obras que se van realizando, es un derecho propio. “Ima” ya es nacionalizado, entra a ser parte del patrimonio fílmico nacional y el patrimonio tolimense. C.M. ¿Cómo fue la respuesta de los estudiantes frente a ese proceso? Y.R. Se nota que el documental los atrapó. Ellos no sólo vieron el documental sino también lo miraron como futuros realizadores. Trataron de aprender del grupo realizador. C.M. ¿El Tolima tiene los medios para dar a conocer sus documentales? Y.R. Hacer documental es lo más difícil frente a taquilla y exhibición. No estamos acostumbrados a ir a cine, no tenemos espacios de documentales, pero tampoco producimos muchos documentales. Considero que se necesita un poco de alfabetización a nivel audiovisual y más trabajo de capacitación y de apreciación audiovisual, crear públicos más propositivos, más críticos, porque el documental los requiere. Por ejemplo, lo que desarrollan los estudiantes en la Universidad hace que haya más posibilidades de que nazcan más documentalistas en la región. Yo creo que en la medida que el auge documentalista suba, la proyección documental va a subir. C.M. ¿Qué es corporación Creandes? Y.R. Es una ONG que nace en el año 2003 como un colectivo ambiental, enfocado a medios, porque empezamos haciendo radio durante 10 meses, cuando nació la emisora Cultural del Tolima; un programa muy bueno, con mucho auge donde tratamos temas culturales, era la forma de poder expresarnos. Luego tuvimos un taller de papel ecológico y artesanía, y en la medida en que llegaron ciertos procesos a la ciudad, de

que pudimos participar en los INI (Imaginando Nuestra Imagen) y que nos capacitamos en ellos, Creandes se formó como productora. Lo que hace es que ofrece cierto tipo de garantías para que podamos competir a nivel nacional, no solamente con lo propio que hace Creandes sino darle mucha oportunidad a los profesionales que regresan a la ciudad después de haber estudiado cine y televisión y no encuentran en qué trabajar porque no hay ni siquiera televisión local. C.M. ¿Cuándo nació “Ima”? Y.R. Nació en el 2009, más o menos en noviembre. Lo último que se hizo fue en septiembre de 2011. Igual, “Ima” sigue.

*Comunicador social-periodista de la Universidad del Quindío, candidato a magister en Territorio, Conflicto y Cultura de la Universidad del Tolima. Docente de tiempo completo del programa en Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.

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(entrevista)

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realmente nosotros escogimos por personajes. Viajamos por todos los municipios, estuvimos en Natagaima, Coyaima, Chaparral, Ortega, en algunas partes del Guamo y lo que hicimos fue también delimitar el territorio.

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El paraíso en venta Por: Wilson Stiven Báez*

Opinión: Parece que siempre quisiéramos estar sumisos y doblegados ante países extranjeros. Colombia, un país con una gran riqueza ambiental, enormes montañas y territorios fértiles, rodeado de grandeza y bellos paisajes. Tal vez solo comparados con los hombres emprendedores y la belleza de las mujeres que lo habitan. Sin duda alguna, cualquier habitante de la tierra encontraría la “felicidad” en este paraíso. Pero, ¿qué ha sucedido con los habitantes de Colombia?, ¿por qué somos un país pobre y sumido en la desgracia con la riqueza que poseemos? La respuesta es el olvido de nuestras raíces, del verdadero sentido de la vida, hemos olvidado que nuestros antepasados lucharon por la anhelada libertad. Hemos perdido nuestra identidad. A diario vemos personas avergonzándose de quienes todos los días acarician la tierra para producir el alimento de la humanidad, los campesinos, 0 de los indígenas. Quienes, como el cacique Calarcá, lucharon hasta dejar su última gota de sangre en el campo de batalla por mantener la autonomía y soberanía de este majestuoso territorio. Se admira al empresario o burgués, el idiota útil que solo le importa el bien personal y puede desarrollar acciones despreciables e impensables por mantener su imperio. Esas son las personas de quienes nos enorgullecemos y son el “ejemplo” a seguir.

El país está sumido en la pobreza económica. Las calles son peligrosas a causa de los hambrientos que buscan saciar su sed de venganza, aprovechando cualquier descuido para robar. Según el diario noticioso El Mundo.com “Más de la tercera parte de los cerca de 46 millones de colombianos está en la pobreza y la indigencia” en datos revelados en mayo del 2012 por el Dane. Los animales son cada vez más perseguidos para su aniquilación. Indígenas y campesinos están siendo desplazados por bienes privados. La intolerancia se hace más visible. Los recursos naturales se agotan. La educación es escasa y de mala calidad. Pero, las opciones de servir a un ente armado del estado incrementan y se hacen obligatorias. El país está en venta al mejor postor y los colombianos destinados a servir y morir en la miseria. Podría describir miles de problemas que se ciernen sobre esta sociedad. Sin embargo, la pregunta es: ¿qué se hace por solucionarlos? Solo se escuchan quejas por doquier. Al momento de pedir ideas o acciones para solucionar problemas o inconvenientes reina un silencio sepulcral. Lo más asombroso es que aquel que trata de cambiar la realidad, de buscar un bien social por encima del personal, el que se atreve a denunciar y liderar proyectos nobles es reprimido, desmotivado, amenazado o asesinado. Colombia pese a su gloriosa independencia, sigue sirviendo a otros. Parece que siempre quisiéramos estar sumisos y doblegados ante países extranjeros. Hacemos tratados para ser esclavizados, asumimos préstamos con la consigna de ayudar a los más necesitados del país, quedando el dinero en manos de unos pocos y el país embargado. Sin embargo, una segunda independencia está cerca, espero que sea una revolución de ideas y conciencias y no una revolución armada, la cual toma mayor auge, derramando más sangre sobre el país y aumentando odios entre los integrantes del mismo. Estoy seguro de que muchos de los que leerán esta columna tienen una buena calidad de vida y un futuro prometedor. Sin embargo, ¿por qué no ayudar a los demás? No se puede ser tan egoísta y volverse ciego a la realidad. Aunque algunos critican y afirman que ya no se puede hacer nada o es una estupidez luchar contra algo que ya está dado y es casi imposible de cambiar.

Las costumbres, productos, personas y cultura extranjera que llega a Colombia son fácilmente aceptadas y adoptadas. Gran parte de los colombianos sueñan con salir del país, no para adquirir conocimientos y volver a ayudar al mismo. Sueñan con salir del país para escapar de este “moridero”. Tenemos ídolos extranjeros, apoyamos equipos de fútbol distantes a nuestro país y ni hablar de música y películas. No digo que esté mal. Sin embargo, ¿Por qué no apoyar a nuestro talento? Impulsar y animar a los colombianos que día a día se esfuerzan por brindarnos sus mejores frutos. En la actualidad, casi la totalidad del territorio de nuestro país, está invadido por empresas e intereses extranjeros. Ayudados por individuos “colombianos”, los cuales venden el país por una limosna, arrodillados como mendigos para alcanzar el bien personal y traicionar a su pueblo, a su sangre y a los mismos que un día depositaron su confianza en ellos. Es impresionante ver los alcances de la avaricia del hombre. Pues, hasta el espacio sideral colombiano ha sido vendido, en donde podríamos establecer nuestros propios satélites, mejorando nuestra calidad de vida. ¡Es vergonzoso ser el primer país en vender el espacio sideral!

Yo pienso que solo hay una vida, un momento, una oportunidad y hay que aprovecharla pues el tiempo pasa, nos hacemos viejos y nuestros hijos y futuras generaciones pagarán el miedo que tuvimos por cambiar esta sociedad. Y aunque la identidad de este país se haya perdido hay que seguir luchando por recuperarla y ver una sociedad más humana sin importar lo que cueste.

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*Estudiante de IV semestre del programa en Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Columna de opinión realizada en el marco de la asignatura Expresión III.


Revista del Programa de ComunicaciĂłn Social y Periodismo de la Universidad de IbaguĂŠ

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Junio-Diciembre 2012. No.1

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