Revista Entre Nos Otros no 7

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Revista del Programa de ComunicaciĂłn Social y Periodismo de la Universidad de IbaguĂŠ. Julio- Diciembre 2015. no.7

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ISSN 2339-3580


Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Entre-Nos-Otros. Julio-Diciembre 2015. no.7 ISSN 2339-3580 Iniciativa de investigación formativa y de articulación de las asignaturas del Programa en Comunicación Social y Periodismo, liderada por los estudiantes y docentes. Editora Angela Lopera Molano

ÍNDICE (Editorial)..............................................1 (Perfil)

A corazón quitao, maíz pelao. Gerson Silva y Sergio Forero................................3

Comité Editorial Angela Lopera Molano Claudia Carrero Montealegre Daniela Jaramillo Gerson Silva Sergio Forero

Diáologo entre campesinos e instituciones de educación superior: Una alternativa metodológica para recuperar y multiplicar saberes ambientales. Luz Dary Espitia Hernández ................................6

Diseño y Diagramación Marcela Morado

(Crónica)

(Artículo principal)

La luna en el cielo y el bulto al hombro. Gerson Silva Hernández ..................................11

(Reportaje gráfico)

Panóptico. Juan David Caicedo........................................15

Rector Alfonso Reyes Alvarado Vicerrectora Gloria Piedad Barreto Decana (e) Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Gloria Piedad Barreto Directora Programa en Comunicación Social y Periodismo Angela Lopera Molano Impresión León Gráficas LTDA Contacto entrenosotroscsp@gmail.com Los artículos publicados son responsabilidad de sus respectivos autores y no comprometen a la Institución. Universidad de Ibagué Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Programa en Comunicación Social y Periodismo Ibagué, Tolima, Colombia

(Entrevista)

El guardián del Combeima, ejemplo de los tolimenses. Juan David Caicedo .......................................18

(Investigación)

Estudio sobre los procesos de comunicación en la organización Conciencia Campesina en Cajamarca-Tolima. Stiven Baez...............................................21

(Entrevista)

Una vida a blanco y negro. Diego Castillo ..............................................25

(Columna de opinión)

¿Está usted de acuerdo? Daniela Jaramillo Villalobos..............................26

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n febrero del año 2006, el programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué, inició sus labores académicas a través de la conceptualización y la puesta en marcha de sus dos líneas de profundización: el periodismo ciudadano y la gestión en comunicación; líneas que se han ido consolidando a través de los años. Al momento de su creación, se pensó en ofrecer la oportunidad a nuestros bachilleres interesados en la comunicación y en el periodismo, de formarse en Ibagué y, al mismo tiempo, de trabajar por la transformación de su región. Se analizó el contexto y con base en la definición de las necesidades prioritarias, la Universidad de Ibagué decidió abrir el Programa. A lo largo de estos diez años de experiencias, podemos decir con satisfacción que, a partir del desarrollo de estas dos líneas, es asertivo y variado el aprendizaje adquirido para compartir con nuestra comunidad académica y con la región. Desde el periodismo ciudadano y la gestión en comunicación, han tenido lugar significativos aportes al campo de la comunicación y al ejercicio del periodista, como los que citamos a continuación: Por más de dos años, y de manera consecutiva, hemos realizado la Feria Comunicativa Barrial, que aborda, desde los procesos de comunicación, las realidades socio-culturales de diferentes barrios de la ciudad y construye con la comunidad productos comunicativos, que a la postre, han sido útiles para su desarrollo comunitario en diferentes campos. Durante tres años consecutivos, la Feria Radial en Juntas, Villa Restrepo y ahora en Pastales, ha generado escenarios de encuentro con las comunidades rurales de nuestra ciudad, así como la práctica periodística desde otros relatos, lo cual contribuye a que nuestros estudiantes se sensibilicen con otras realidades y a partir de estas experiencias, se interesen en visibilizar los procesos de dichas comunidades, aportando así al fortalecimiento de su identidad, a partir de estas prácticas comunicativas. Adicionalmente, en esa búsqueda de diálogos permanentes con la realidad, la materia prima desde donde se cimienta el quehacer del comunicador-periodista, desde el año 2010, la han constituido los ejercicios de producción de documentales con comunidades, de la ciudad y de otros municipios como Natagaima, Valle de San Juan, Cajamarca, Venadillo y el corregimiento La Chamba, entre otros. Estos han permitido el encuentro con situaciones e historias que, generalmente, no son registradas por los medios tradicionales, pero que el periodismo ciudadano universitario, a través del trabajo de productores y realizadores jóvenes de nuestra Universidad, ha documentado, con el propósito de privilegiar la indagación, la investigación y el registro de procesos en lugar de simples sucesos. De otro lado, la Mesa Ciudadana, con los protagonistas de las historias que se narran desde el género documental, el trabajo de investigación periodística de los reportajes multimedia y la consultoría organizacional, también son parte fundamental de las acciones y estrategias que el programa de Comunicación Social y Periodismo ha diseñado y liderado, a partir del trabajo en equipo de estudiantes y profesores, para garantizar la apertura de puertas comunicativas, que generen escenarios propicios para impulsar el diálogo regional.


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Por estas, y todas las razones que tienen lugar para esta celebración, en este 2016, con el apoyo de las Directivas de la Universidad, estudiantes, egresados y docentes del Programa, hemos decidido conmemorar esta fecha, con la realización de 10 eventos que se repartirán durante todo el año y que, no sólo nos permitirán celebrar, sino seguir posicionando el Programa en la Región en su década de funcionamiento.

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Su sonrisa de comercial, las manos inquietas, cuerpo de naranja, las uñas arregladas y pintadas con esmalte de todos los colores, el cabello plateado por las canas, el lunar en su nariz que obliga a quien la vea de frente, a prestarle la debida atención, el tono de voz débil y carrasposo, son las características de esta mujer que lleva más de 40 años manipulando el maíz en los tantos metros cuadrados de la plaza. Su uniforme de trabajo: un delantal maquillado por un polvo blanco, un buso del mismo color, pantalón desteñido y unas sandalias de las más sencillas.

l mute, la natilla, las arepas, los buñuelos, los pan de yucas, la mazamorra, los envueltos de mazorca, de maíz pelado, los “insulsos” y el cuchuco, por un lado, son productos infaltables de la canasta familiar colombiana y, por otro, las tradicionales meriendas mañaneras para “cargar motores” los domingos, si se va a “sacar la casa por la ventana” con el mercado de plaza en la icónica, “La 21”. Manjares concebidos para terminar con la religiosa pena del ayuno, listos a vender por la crema y nata de la experiencia en el oficio del maíz: Imelda Morales.

“A los trotes”, menciona Imelda al terminar una de sus tantas ventas del día. Su clientela se distingue por ser sus compañeras de primaria, quienes le hacen el gasto, acompañadas de sus esposos y de paso aprovechan la oportunidad de “adelantar cuaderno” y “echar caja”. “Si uno está en una plaza es para vender sus cosas y no para ponerse a alegar, o decir groserías”, dice Morales, haciendo alarde de su carácter y desprecio por la envidia que no deja pisotear su orgullo por su talento heredado. Además del olor de frutas y verduras, se respira cierta rivalidad entre las otras mujeres vendedoras, por esto no se “achanta”, al contrario, pone una sonrisa de frente a la situación y por cosas del Karma, la intención de la envidia es contraproducente, pues siempre acaba antes que las demás: vende todo. “Cada uno se da su lugar y se gana el respeto”.

Talento heredado desde su abuela, su madre y enseñado a sus 4 hijos. Imelda, nacida en Purificación, Tolima, un 12 de diciembre de 1951, desde sus 8 años ha venido desarrollando con tanta facilidad y empatía esta tradición culinaria, con el objetivo de compensar a su madre por tanto esfuerzo y dedicación para darles a ella y a sus hermanos, mejores condiciones de vida. Disfruta su oficio, del cual obtiene el sustento diario, desde que llega a las 5 de la mañana a la sección de cafeterías, segundo piso de la Plaza la 21, plaza de mercado más antigua de la Capital Musical de Colombia.

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Tan sólo les bastó a Imelda y a su familia, más de 70 años para poder considerarle a sus conocimientos Patrimonio Inmaterial de Colombia. El hecho de que esta tradición venga de años y años hace que su saber sea merecedor de preservación. “Mis hijos saben hacer mi oficio, pero en el momento ellos no pasan necesidades. Pero me gustaría que este trabajo lo hiciera una persona que si tuviera algún tipo de necesidad

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(perfil)

Finalmente, los trabajos de grado y las prácticas profesionales, también constituyen importantes acciones que han logrado posicionar al Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué en el contexto de la región, y nos ha permitido comprender y validar el quehacer del comunicador social y periodista, a la luz de los encuentros con la teoría y la realidad.

Texto y fotos por: Gerson Silva y Sergio Forero*

OTROS

Sumado a lo anterior, en el marco de estos 10 años ha tenido lugar el nacimiento de dos medios de comunicación del Programa: La revista Entre-Nos-Otros y el portal de periodismo universitario El Anzuelo Medios, importantes plataformas de comunicación y periodismo universitario, y oportunos laboratorios de aprendizaje para la generación de comunicadores – periodistas, que aporten a la construcción de agendas para la paz.

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este puesto. Yo les respondo: ¿y qué me pongo a hacer? No me gustaría vivir de arrimada, y menos en la casa de alguno de ellos. Dice que el día que se retire es porque ya no podrá sostenerse por sí misma. Menciona que aspira a trabajar “hasta que diosito diga ¡No más!” Finaliza su relato mencionando: “si uno tuviera la forma ayudaría a Raymundo y todo el mundo”.

Para preparar el maíz, “se compra el grano, se deja tres veces en agua para separar el maíz del mugre, luego se cambia esa agua, y así se deja hasta el otro día. A eso de la 1 de la madrugada se lava nuevamente tres veces en agua, se escurre y se muele”. Cinco de la mañana, hora en que empieza el trajín para sus manos que siempre están inquietas, siempre están haciendo algo aunque sólo quiten el polvo blanco de la mesa metálica en la que posan sus 4 platones con cuchuco, mute y masa, bolsas plásticas, cucharas de pasta y la buena vibra impregnada y que emana desde su cuerpo, son cuestiones del destino por las que le va bien. “El maíz nos ha dado para tener casa, cuando inicié a trabajar en la plaza, era en la parte de afuera. Luego conseguí un mejor lugar dentro. Y desde hace muchos años estoy cerca del sector de cocinas”.

Imelda es una de las tantas víctimas de la violencia bipartidista colombiana desatada desde los años 50, guerra entre liberales y conservadores. Milciades Morales, su padre, tenía una finca cerca de Purificación en Lozanía, su familia era de corte liberal y a consecuencia de esta postura política, fue amenazado por un grupo de conservadores, lo que obligó a Milciades y a su familia, a abandonar su casa por el temor y para prevenir una muerte ya anunciada. Sin embargo “muchos conservadores se pusieron la mano en el corazón y le ayudaron a venirse de allá para Ibagué”, afirma Imelda. La familia Morales llegó a Ibagué sin Milciades y sin conocer nada y mucho menos a alguien, al sur de la ciudad, al Arado, en una pieza arrendada ofrecida por una buena samaritana quien les facilitó posada por un tiempo.

Imelda considera que aún cuenta con las fuerzas para seguir en este oficio. Ni sus propios hijos la convencen para que se vaya a tomar un merecido descanso. “Mis hijos ya me han dicho que deje

Mientras se toca el tema de la época de la niñez, Imelda desvía su mirada al vacío, trata de evadir el tema, estos recuerdos la ponen incómoda,

-Pues es que ya estamos de amigos, ¿qué más quiere?-.

sentimental, prefiere no hablar mucho sobre este pasado pues aunque dice que fue muy feliz, pasó “por las duras y las maduras”. En la capital del Tolima, inició sus estudios en la Escuela Rodríguez Andrade en el barrio popular Las Ferias, mientras que por el trajín del cambio de domicilio forzado, la familia se recomponía para así terminar estudiando en El Conservatorio del Tolima. “Poco salíamos de la casa aunque a veces muchos niños nos reuníamos a jugar. Fue muy lindo”.

Él quería hablar con sus posibles suegros y ella nuevamente daba su opinión en la forma por la que se caracteriza: -Nooo, mijito ¿qué quiere?, ¿qué me den una trilla?, no, ahoritica no estamos en esas cosas-. -Quiero que usted me entienda, quiero que sea mía.

Precisamente es en este lugar, en el Conservatorio del Tolima, donde Imelda descubre su pasión por la música. “Cuando entré a estudiar daban clase de música y a mí me gustaba mucho el piano. No eran todos los días las clases, eran dos horas cada 8 días” señala. Agrega que si bien le gustaba, tardó tiempo para aprender a tocarlo, “eso no fue de un día para otro. Y me gustaba cantar, porque estaba en el coro. Nos reunían y nos ponían a ensayar. No es que tuviera la gran voz, pero cantaba”. Aquí le enseñaron a expresarse ante un público con el canto y así lo practicaba frente al espejo. Cuenta que el hecho de haber entrado a esta institución no significaba que fuera para salir como cantante “Mi mamá me buscó ese colegio para hacer el bachillerato y a mí me gustó porque podía aprender algo de música también”.

-Yo sólo seré suya cuando nos casemos, de resto nada, olvídese mijo porque ahorita la situación está dura para dejar muchachitos regados. -Hay que hablar con su mami… -¡NO!, hable con mi hermana la mayor, que ella ya es casada, ella tiene más experiencia. Imelda al acordar el compromiso con su futuro esposo, sintió un temor intimidante al pensar en lo que diría su conservadora madre al respecto, su hermana entonces aceptó ser la ”Celestina”, haciéndoles “el cuarto”. Pero para su sorpresa, la bendición de su madre y la forma en cómo tomó la noticia fue inesperado: “Sí ese es el destino de cada uno de ustedes pues que se casen”. Con esto ganó el permiso para hacer de las suyas con su matrimonio. La boda realizada en la iglesia Antonio María Claret, no fue una tan grande pero sí que fue muy linda, lo importante es la sencillez, la vanidad es un pecado, no fue con platillos y pompones, es como la guarda en su memoria. Él tenía 21 años y ella 18, el resto fue el destino, que se sustenta con 4 hijos, un par por cada sexo. Si lo que se quiere averiguar es si su anillo de compromiso es el que tiene en el anular de la mano izquierda, se pierde el tiempo, pues es un regalo del 3er hijo por cumplir 25 años de casada con su primer novio. “Me casé en el 72, un domingo de pascua, el 2 de abril”.

No fue sino hasta 4to de bachillerato que “sentó cabeza”. A sus 18 años contrajo nupcias con un muy amigo suyo, único y primer novio, Guillermo Martínez, quien todos los días se paseaba por la casa de los Morales y aprovechaba para saludarla, mientras los hijos Morales cumplían órdenes, aseaban la casa, esto incluye sacarle el mugre al andén fregándolo con agua y con jabón, pero saludarla implicó un doble sentido: cortejarla con pequeños saludos aparentemente desinteresados, pero no fue fácil conseguirlo, pues ella, siempre ha sido una mujer apática al romanticismo, en pocas palabras, muy “seca”. Él estudiaba y trabajaba dirigiendo una cooperativa en el colegio Cisneros, geográficamente tres cuadras separaban a Martínez de su amorcito. Tiempo después, Guillermo empezó a “ir al grano” con Imelda, proponiéndole su amistad muy amigablemente a lo que Imelda respondía con delicadeza:

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*Estudiantes de séptimo semestre del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Perfil realizado para el curso de Periodismo digital y Multimedios orientado por la docente Andrea Carolina Cuenca.

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(perfil)

(perfil)

[...] A veces les digo que si necesitan, pues que yo tengo un negocio donde vendo cuchuco y mute. Si a ellos les interesa pues vienen, me ayudan y yo les colaboro con algo o se les ayuda a buscar otro puesto para que trabajen por su cuenta. Lo más bonito es que todos salgamos adelante y no sólo una persona”.

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En general, el tema ambiental es adoptado por las universidades desde discursos en los que se abordan retóricamente componentes propios de la protección ambiental, de la responsabilidad ambiental institucional y del desarrollo sostenible y sustentable.

Por: Luz Dary Espitia Hernández*

Ente los diversos desafíos para el desarrollo sostenible de las regiones colombianas, uno de los más acuciosos es proporcionar alternativas educativas y laborales de calidad, acordes con la vocación del territorio y con sus fortalezas, a una población joven que busca oportunidades económicas, culturales y sociales. En este contexto, el fortalecimiento del capital humano, implica cada vez más, elevar su capacidad para entender y atender la vocación agroindustrial, turística y eco- ambiental de los territorios que habitan. Hasta ahora, la atención a los problemas con una mirada taxonómica y no holística, por parte de las comunidades y sus gobernantes, ha limitado la capacidad de generar y ejecutar proyectos educativos cuyos ejes transversales no sólo busquen garantizar el perfil emprendedor de los futuros profesionales, sino fundamentalmente su idoneidad para realizar análisis crítico de su entorno social, económico y medio ambiental, con el fin de plantear alternativas posibles desde miradas interdisciplinarias.

Los aspectos mencionados, aunados al interés de las comunidades campesinas que integran la Asociación para la promoción integral de las comunidades rurales (Asopricor) por consolidar y fortalecer el trabajo que los animadores comunitarios vienen desarrollando en sus centros rurales y pequeños centros urbanos de las provincias del Alto Magdalena y el Tequendama en Cundinamarca, dieron pie a la formulación y desarrollo de un proyecto de

Estudios como los elaborados por el Centro de Pensamiento en estrategias competitivas (CEPEC) de la Universidad del Rosario (2011) y el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia (2007), presentan a las diversas regiones como potenciales en relación con su capital eco- turístico y natural, tanto en el sector servicios, como en el relativo al desarrollo de negocios verdes; sin embargo, las universidades en Cundinamarca, que interesan al proyecto que aquí se presenta, no evidencian en sus diversos planes de estudios componentes curriculares enfocados en estos aspectos. Únicamente los programas académicos técnicos y profesionales con componentes disciplinares relativos al estudio ambiental, integran cátedras sobre el desarrollo sustentable, la prevención, información y cooperación en pro del medio ambiente. Este panorama es similar en otras regiones del país.

Presentación de resultados actividad taller investigativo Participantes Taller Investigativo Alto del Trigo

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NOSOTROS

El desconocimiento que tienen universidades sobre su quehacer ético frente al desarrollo sostenible y el medio ambiente, ha limitado su incidencia en el diseño de políticas ambientales que impactan el entorno. La universidad, aunque inmersa, ha permanecido ajena a su responsabilidad de generar el valor social relativo a la responsabilidad ética que adquieren los graduandos de todas sus disciplinas en relación con la protección del medio ambiente. En consecuencia, cada día aumenta la brecha entre la realidad ambiental y ecológica del entorno y las construcciones teóricas y epistemológicas de la academia (divorcio entre universidad y entorno).


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investigación que tiene como meta integrar los saberes y metodologías campesinas, así como sus formas de intercambio y transmisión, a la dinámica universitaria de construcción y reflexión del conocimiento sobre temas ambientales. En este proyecto participan investigadores de tres instancias: Asopricor, la Corporación Universitaria Minuto de Dios Regional Girardot y la Universidad de Algoma (Canadá).

intersubjetividad. En tal sentido, la pretensión de esta investigación ha sido la de comprender la lógica y el sentir de las comunidades protagonistas en torno al tema y los intereses prácticos que del mismo se desprendan, con el fin de aportar en el diseño conjunto de una cátedra ético ambiental orientada en el rescate de estas lógicas y prácticas positivas para la protección del medio ambiente. La investigación se emplaza en el paradigma crítico social, constructivista y dialógico donde “se asume que el conocimiento es una creación compartida a partir de la interacción entre el investigador y el investigado, en la cual, los valores median o influyen la generación del conocimiento; lo que hace necesario “meterse en la realidad”, objeto de análisis, para poder comprenderla tanto en su lógica interna como en su especificidad.” (Sandoval, 1996).

Otra de las metas centrales de esta propuesta, es la de encontrar nuevas rutas y metodologías pedagógicas, así como temáticas que permitan vincular de manera gradual los conocimientos que hoy tienen las comunidades de base y que las universidades históricamente han eludido o desconocido. La recuperación y reflexión de estos saberes, experiencias y prácticas de protección y ética ambiental, permitirán a los líderes comunitarios difundir para las nuevas generaciones conocimientos y modos de conocimiento propios de la cultura y el hacer campesino.

Por el carácter metodológico del proyecto, cada uno de los elementos y actividades integrados a las fases de investigación fueron diseñados y acordados por un equipo de coinvestigadores campesinos pertenecientes a Asopricor. El acercamiento a la realidad concreta de las comunidades implicó para el investigador externo más que un ejercicio exploratorio, uno de generación de redes y vínculos de confianza con los miembros líderes de la Asociación, quienes proporcionaron información documental sobre sus procesos pedagógicos y sus reflexiones previas en torno al tema.

Metodología El proyecto se sitúa en un marco metodológico de tipo cualitativo donde, a partir de los métodos propios de la Investigación Acción Participativa (IAP), la comunidad es partícipe y aporta en las diferentes fases del proceso investigativo, con capacidad y autonomía para establecer sus propias preguntas y rutas de investigación.

El equipo de investigación, conformado por miembros de Asopricor, Uniminuto y la Universidad de Algoma seleccionó como unidad de análisis 6 organizaciones concretas para la recuperación de sus saberes y metodologías ancestrales, a saber: Asociación de maizeros (Jerusalén), Coolpatri (Jerusalén), Grupo El Progreso (Viotá), Asambleas Constituyentes (La Mesa), Arte-Sano (Agua de Dios) y Grupo base Asopricor; éstas, caracterizadas por haber trabajado y reflexionado temas de desarrollo endógeno y de sustentabilidad ambiental; también, por tener disponibilidad para participar en los talleres de investigación propuestos y con margen de incidencia organizativa tanto en la provincia del Alto Magdalena, como en la del Tequendama.

Tal como lo enfatiza Carlos A. Sandoval (1996), se espera que la recuperación y legitimación de los conocimientos ancestrales se haga posible por la vía del diálogo, el consenso y la

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aportante, se ha constituido en valiosa fuente del conocimiento que será integrado a la cátedra ambiental propuesta.

Investigadores y organizaciones en conjunto, determinaron las categorías de análisis que darían ruta al ejercicio de IAP. Las mismas se definieron como aquellos saberes ambientales que han estado presentes de manera permanente en la vida campesina de los miembros de Asopricor y han sido importantes para la conservación ambiental. Como técnicas e instrumentos que permitieron la recolección de la información, fueron seleccionados el análisis de documentos construidos previamente por las organizaciones, la organización participante, el diario de campo y, fundamentalmente, el taller investigativo.

Los talleres investigativos, como instancias que proporcionaron las herramientas didácticas y pedagógicas necesarias para el encuentro y el intercambio de saberes entre los investigadores de la comunidad y la universidad, permitieron la recuperación de información tradicional, ancestral y contemporánea, basada en la experiencia y en la tradición oral de los campesinos del Tequendama y del Alto Magdalena. En ellos, fue posible constatar que el componente ecológico y ambiental no puede reflexionarse en forma aislada a otros componentes propios del quehacer y el saber campesinos; sino que forman parte integral de su cultura, creencias, actividades económicas, sociales, políticas y, en general, comunitarias. El pensamiento ambiental campesino es contextual y holístico y, por tanto, no puede enseñarse, ni aprenderse de manera fragmentada.

La validación de la información obtenida como resultado de este ejercicio investigativo se realizó por vía del consenso intersubjetivo, que da prioridad a la interpretación y al encuentro de sentidos compartidos; por lo tanto, implicó el desarrollo de un encuentro de devolución creativa, efectuado en julio del año 2015, al que asistieron los investigadores campesinos involucrados y otros miembros de las comunidades partícipes.

La metodología seguida para el diseño de la cátedra ambiental exigió (y exigirá a futuro) la participación y aprobación de las comunidades; ello implica un permanente regreso a las asociaciones de campesinos a fin de confrontar cada nueva reflexión y propuesta (pensada desde las instituciones de educación superior) con la realidad y experiencia de hombres y mujeres rurales, en un ejercicio permanente de reflexión y devolución creativos. La experiencia y el saber campesinos representan nuevos retos para las universidades, así como alternativas reales frente a la creciente migración Actividad Taller investigativo

Alcances y derroteros Hasta el momento, el proyecto ha permitido la construcción de escenarios de diálogo Comunidad – Universidad, basados en la confianza y el fortalecimiento de lazos que proporcionan ejercicios metodológicos propios de la Investigación Acción Participativa. La vinculación permanente de la comunidad, tanto en el diseño de las estrategias, como en la ejecución de las mismas como participante activa, reflexiva y

Plenaria Taller Investigativo

Actividad Taller investigativo

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y marginación de los trabajadores del campo. El interés compartido es entonces, ofrecer mejores condiciones a las nuevas generaciones que habitan las áreas rurales y, adicionalmente, aprovechar esta riqueza conceptual y pedagógica para diseñar una cátedra universitaria electiva. Sin duda, una mirada ecológica a la vocación y proyección del territorio, fundada en el aprovechamiento del conocimiento ancestral de las comunidades rurales que defienden los recursos naturales y aportan miradas y sentidos diferentes en relación con la naturaleza y protección, puede ayudar a que los futuros profesionales aporten significativamente desde las diversas profesiones y sus prácticas, al mejoramiento del entorno y de la calidad de vida de sus habitantes.

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Referencias BARÓN, Orlando; ESPITIA, Luz Dary. Saberes Campesinos: Las comunidades Asopricor y su vida en el Alto Magdalena y el Tequendama. Ed. Uniminuto. Bogotá 2005. CEPEC (2011), Planes de Competitividad de 4 provincias de Cundinamarca. Universidad del Rosario, Bogotá. REYES, J.A.; Broad, Gayle y otros. Aproximación Integral al Desarrollo, Aprendiendo de la colaboración Norte – Sur. Informe de intercambio Canadá – Colombia. Proyecto. Recuperación de la Memoria Colectiva y Proyección hacia el futuro (Convenio ASOPRICOR Colombia & CESD – Universidad de ALGOMA, Canadá). Octubre 2008. SANDOVAL, Casilimas, Carlos A. Investigación Cualitativa. Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ICFES, 1996. Recuperado el 21/02/2014, en:

Cartografía ambiental. Taller investigativo

Texto y fotos por: Gerson Silva Hernández*

08:00 de la noche. A esta hora la mayoría de familias se reúnen para mirar las novelas de mayor rating de la televisión colombiana. A esa misma hora inician el turno de la noche las personas que trabajan en los hospitales y en vigilancia. También inician jornada quienes trabajan en la plaza la 21 de la ciudad de Ibagué. Hasta allí llegan campesinos con la esperanza de sacar la mayor ganancia a sus productos que con mucho esfuerzo cosechan en sus fincas.

Cartografía ambiental. Taller investigativo

*Docente del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué, Magister en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, Universidad de Manizales. Especialista en Pedagogía de la comunicación y Medios Interactivos, Universidad Distrital. Comunicadora Social - Periodista, Universidad Externado de Colombia.

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Es jueves y ya es de noche en la plaza la 21, a esta hora se transforma y su paisaje es muy diferente al que se conoce a pleno rayo de sol, sus dinámicas y oficios cambian. Las personas también son otras. Si bien durante el día vemos personas que compran y venden por libras, kilos y por cuartos, en la noche estas cantidades cambian, y los personajes, también. A esta hora no está la típica vendedora veterana que ofrece sus productos por cantidades pequeñas, sino un señor que vende sus frutas y verduras en cantidades que van desde bultos hasta toneladas. Alto él, casi siempre con una barriga que sobre sale, con saco o chaqueta, gorro o cachucha, poncho o bufanda, y un canguro que va atado a la cintura o debajo del brazo. Lo más probable es que ahí guarde el dinero con el que comprará y recibirá las ganancias de sus ventas o, en su defecto, un arma para su defensa personal.

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siempre los acompañan peinilla y machete. Son campesinos. Vienen desde sus fincas a traer sus productos con la esperanza de sacar de estos la mayor ganancia posible, aunque con los cambios de clima que año tras año se presentan es difícil ver caras optimistas. Para ellos, creer en las cabañuelas ya no es un buen negocio, ya ha sido una tradición que ha quedado en el pasado. Sin embargo, van organizando su mercancía y esperan a que después de media noche lleguen los mayoristas de las plazas de mercado, no sólo de la calle 21, sino de la calle 14, 28 y el Jardín que son las otras que están a lo largo y ancho de la ciudad. 12:00 de la media noche. Al pasar al otro lado de la plaza, donde hay aún más bodegas y de mayor tamaño, está don Luis Alberto, el señor de los tintos. Conocido por la mayoría de las personas que trabajan de noche en esta plaza, este señor proveniente de Cajamarca, llega a eso de la media noche, acomoda, estaciona su carro y comienza a vender, no sólo tinto, sino también agua de panela con queso, chucula, colada, galletas y panes, también en una esquina de la carrera cuarta. Tiene un jean, un camibuso, un chaleco con cuatro bolsillos y una gorra de color azul. Ya tiene 61 años y 16 los ha dedicado a vender tinto. Cuando comenzó llevaba sólo un termo unos vasos y ofrecía el tinto por toda la plaza, ahora lleva un carrito adaptado para acomodar sus cuarenta termos y no hay un sólo instante en que se encuentre desocupado, siempre está rodeado de dos o tres personas y el ir y venir de sus manos entre los bolsillos y los termos hace que se pierda en las cuentas. Dice que en una sola noche puede llegar a vender hasta 300 tintos, para esto, necesita poco más de 40 cuartos de café semanalmente para quedarle bien todas las noches a quienes lo buscan para comprarle un tinto y así espantar el frío.

Después de 4, 5 y hasta 6 horas de viaje comienzan a llegar los camioneros que toman como parqueadero improvisado un costado de la carrera cuarta, en el centro de la plaza. Llegan principalmente del departamento, pero también de afuera, como Quindío, Risaralda, Caldas, e inclusive, desde el Valle del Cauca cargados de plátano, mora y fresas que llegan en cajas, cebolla de huevo, pepinos, arveja y papa que llegan en camiones que pueden cargar hasta casi 100 bultos de estos productos. Esta carga termina en bodegas que se ubican a las afueras de la plaza, en el sector mayorista. Para llegar hasta allí, los bultos son llevados por unas personas que los descargan de los camiones y los llevan hasta estas grandes bodegas, que popularmente son conocidos como Coteros. Personas, que como este día jueves, están desde que inicia la noche y que trabajan duro para llevar el sustento a casa. 10:00 de la noche. A esta hora llega un camión con diferentes verduras desde Fusagasugá; trae pepino, habichuela, entre otros, se estaciona frente a una bodega ubicada entre las carreras cuarta y tercera. El dueño de esta carga es un tipo alto, de tez trigueña, tiene un buso manga corta, jean, una navaja en su correa y un sombrero aguadeño. Dice que acaba de llegar y que en dos horas regresa para su pueblo a cargarle la cosecha a un vecino. En este camión, hay cuatro coteros; uno que está al interior del camión que cuadra los bultos cerca a la puerta, para que a los tres que están afuera se les haga fácil cargarlos hasta los arrumes, que están dentro de la bodega. —Les pago $400 por bulto descargado y acomodado en el arrume. Si son disciplinados y trabajan duro, les va bien en una sola noche de descargue—, comenta el comerciante de Fusagasugá, mientras al lado, dos de los coteros discuten porque uno va a reclamar que le paguen más porque ha descargado la mayor parte del camión. El ambiente se torna tenso, porque cada uno de los dos lleva en la cintura un cuchillo, que si bien es utilizado para su trabajo, también puede ser utilizado para defender el pago por el descargue.

12:30 de la madrugada. A esta hora, y en medio de la oscuridad de la noche, se bandean de un lugar para otro unos personajes que se cuelan entre camiones, halan una carretera y siempre andan a prisa pidiendo permiso con un silbido, son los señores de las carretas. Uno de ellos, Jorge Pachón, lleva un pantalón clásico, un buso, una gorra de color verde y, sobre su hombro, un trapo que le sirve para secar el sudor o sostenerlo con el hombro para que no le tallen los bultos. Tiene 58 años y 18 los ha dedicado a cargar en su carreta desde los camiones a las bodegas y al revés. Casi siempre llega después de la media noche y trabaja, igual que sus 40 compañeros, hasta las ocho de la mañana. Por el momento, lleva su carreta llena de cajas, que pueden ser de tomate o de lulo. Quizá cuando esté de vuelta regrese con bultos de aguacate, arveja y cebolla o con racimos de plátano. Intento seguirlo, pero delante de su carreta parece un motor de unos cuantos caballos de fuerza porque camina muy rápido. Dejo de seguir a Jorge y al lado, ya donde termina la calle 21, está una bodega de frutas, están también en descargue y sobre el andén hay algunas 100 canastillas con fresas. Allí se encuentra un señor que rodea los 50 años. Viste una camisa azul y un jean del mismo color, es alto y tiene una libreta en la mano, y con la otra se rasca la cabeza dando la impresión que está perdido en las cuentas. Dice que en dos días ha dormido tan sólo dos horas y que quiere terminar esas cuentas pronto porque necesita vender sus fresas y el sueño está a punto de vencerlo.

Al salir de esa bodega, el paisaje cambia de nuevo, ya no son camiones los que están parqueados sobre la calle, sino canastillas, bultos y racimos de alimentos que están esparcidos entre el andén y la calle. Son cuidados por personas que tienen sombreros grandes, chaquetas que descuelgan y

1:30 de la madrugada: A esta hora comienza el verdadero “volteo” como dice una de las administradoras y encargadas de seguridad de una de las bodegas más grandes de la plaza. Son muchos metros cuadrados donde se puede encontrar de todo tipo de frutas y verduras. Hay espacio hasta para la música. De fondo se escuchan canciones de cantina cantadas por Darío Gómez. Algunas personas trabajan pelando cebolla, empacando mora, arreglando cilantro. A pesar de ser ya la madrugada la mayoría de estas personas está sin camisa porque el calor es casi que insoportable. El paisaje fuera de esta bodega también cambia. En la calle siguen los camiones, y algunos conductores tienden hamacas y aprovechan para descansar. Pero al mismo tiempo, comienzan a llegar carros particulares, característicos de plaza porque son casi del mismo estilo; pequeños, sin los asientos traseros y son los que traen a los compradores de la misma plaza y de las demás para surtir sus puestos de mercado minorista por el resto de semana que queda.

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He terminado el recorrido por la plaza, pero hay algo que me inquieta y es saber en realidad si quienes descargan, los coteros, cuánto ganan por cada bulto cargado. Pero no sólo eso, quiero saber qué se siente cargar uno de esos bultos de 50 kilos, desde el camión hasta una de esas grandes bodegas. Llego hasta uno de los camiones, hay dos hombres que están descargando papa criolla. Hablo con la encargada de la carga y le pregunto si puedo hacer el ejercicio y me dice que sí. Los coteros me miran con algo de extrañeza. Regresan al camión y la idea es que cuando carguen al hombro y arranquen, yo haga lo mismo. Lo pienso dos veces, no sé si tenga la fuerza y que por experimentar termine siendo la burla de los demás, incluida la dueña de la carga, quien ya se adelantó porque tiene la mano en la boca y se está riendo. No lo pienso más y quien está en el camión descarga sobre mi hombro izquierdo cuatro arrobas que pesa el bulto. Salgo casi al mismo ritmo de mis nuevos compañeros. Paso por una estrecha entrada, hay dos curvas bastante cerradas. Cuando llego, me doy cuenta que la papa está organizada por arrumes. Me digo a mi mismo que hasta allá no puedo alcanzar así que lo descargo en el suelo. Pensé que se iban a burlar, pero al contrario me dijo uno de ellos “no es un trabajo fácil, pero antes pudo”, dice mientras me sacudo el buso que ha quedado lleno de tierra negra.

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Panóptico Por: Juan David Caicedo*

Ya van a ser las dos de la madrugada, hace más frío y pasarán muchas cosas hasta que amanezca. El señor de los tintos venderá muchos más, el de la carrera terminará cansado de halarla y yo...yo ya sé cómo es la plaza la 21 por la noche, el descargue y qué es ganarse $400 pesos por la cargada de un bulto. *Estudiante de VII semestre de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad. Crónica realizada en el marco de la asignatura Seminario de Periodismo Digital orientada por la docente Andrea Cuenca. Esta crónica hace parte del reportaje multimedia “Pare bolas la 21 está de moda” que se puede consultar en www://parebolasla21.wix.com/parebolas

*Estudiante de Comunicación Social y Periodismo con estudios de Diseño en Manizales y Medellín. Actualmente cursa quinto semestre y es integrante del Grupo de Prensa de la Universidad de Ibagué.

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Texto y foto por: Juan David Caicedo*

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esde pequeño, Ángel Alberto Lozano Ruiz ha sido representante de la comunidad Ibaguereña y protector del Cañón del Combeima, ecosistema estratégico de la ciudad.

encuentran mi niñez, mi pensamiento, mi filosofía y toda esta creación de tanto amor a la sociedad y a la humanidad.

Ángel Alberto, quién se denomina así mismo como “un campesino con clase”, exhibe con orgullo y esmero, los valiosos recuerdos y piezas antiguas que colecciona desde joven en su ‘Museo Veredal’. Allí, se encuentran más de veinte mil reliquias entre las que se aprecian desde valiosas figuras precolombinas, hasta colecciones de artefactos antiguos hechos en oro, plata y bronce. ¿Dónde vivió su infancia? Mi infancia está dividida entre las aguas termominerales el Rancho, fundadas por Camilo Londoño, mi pariente, y Villa Restrepo, cuyo nombre lleva por mi abuelo Martín Restrepo. Recuerdo mi niñez, sobre todo jugueteando con las piedras y raíces, comiendo renacuajos y disfrutando en las orillas del río Combeima. Era feliz contemplando mi río, porque allí se

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A los 14 años yo soñaba con ser sacerdote con sotana, con sombrero y estar en un caballo de finca en finca. Pero cuando me encontraba en segundo de Teología, me iban a enviar a realizar el “Regina Apostolorum”, que significa la reina de los apóstoles en Italia, me rebelé y dije, si no puedo servir en Colombia, allá en Ibagué con mi comunidad campesina, entonces me retiro. Y sigo con mi acción social. Hoy llevo ocho obras sociales y he recibido condecoraciones nacionales e internacionales. Me respaldaron mucho mamá Cecilia y Monseñor Lombo. ¿Cuáles son esos recuerdos de los primeros pasos en su labor? Recuerdo mucho que a los 10 años inicié esta labor recogiendo más de 90 kilos de basura que había a los alrededores del Cañón, en ‘El Rancho y ‘El Silencio’. En esa época no existía esa cultura del respeto, ni estaba tan implementada. Después inicié la ‘Obra del niño pobre’, ‘El Patronato de las cárceles del Tolima’, ‘La pastoral de enfermos del Federico Lleras Acosta’, el ‘Museo Veredal’, el ‘Retén Ecológico’, ‘La Concha Acústica Leonor Buenaventura de Valencia’, ‘El Parque de la Lectura’ y su ‘Festival de la canción ecológica, ambientalista y social’ que celebró sus 13 años, donde más de 2700 personas vinieron aquí al polideportivo de nuestra comunidad a acompañarnos.

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ENTRE-VISTA

¿Con qué soñaba a los 14 años? El sentido de pertenencia, amor y respeto por su región, lo llevaron a convertirse en el Guardián del Cañón del Combeima desde los 10 años. Sus labores ecológicas y sociales han beneficiado a cientos de personas tanto en el ámbito rural, como en el urbano. A sus 52 años, sigue siendo un ciudadano comprometido con el desarrollo sostenible y la concientización para el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente.


Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué

¿Cómo le gustaría ser recordado?

El significado es porque mi papá vestía así: bota larga, usaba espada, rabo e gallo rojo, yo uso el verde que es la ecología, la paz. El bastón de mando, ya me han dado cuatro los aborígenes paeces. Es un bastón de mando y respeto, ‘El Haivaná’ de la Guacamaya. Y la espada, que significa la nobleza. El que carga una espada es porque tiene nobleza, poder y dignidad para tenerla.

Que cuando vayan a botar un papel o un chicle, que dura cuatro mil años para biodegradarse, no lo hagan porque el Guardián nos enseñó que plásticos, vidrios, enlatados no se botan al suelo ni mucho menos a orillas de los ríos, cuando es el agua que tomamos en la ciudad. Ser recordado en las obras de caridad. Que lo que demos, lo demos con amor, no con dolor, hay que ser generosos porque así mismo recibimos. Que mejor que me recuerden en ese sentido, el servicio, el amor y la conciencia sobre la vida de la tierra.

(entrevista)

¿Cómo es un día cotidiano del Guardián? Desde que me levanto estoy en el Federico Lleras, en los barrios marginados, una llamada a las cinco y media, seis, porque la gente sabe que yo madrugo y ya me están llamando: ‘Guardián, tengo a mi hijo en la cárcel’, ‘Guardián, no tenemos estos medicamentos’. Entonces ayudar a una persona enferma, dar una recomendación, una foto o un consejo y participar en campañas, son labores de mi diario vivir. ¿Cuál es la importancia de que la región cuente con un Guardián del Combeima? Que sepan que el Cañón del Combeima tiene todavía la familia tradicional, a través mío. Soy el máximo dirigente social. Y esa es la importancia, que un ‘campeche’, un ‘montañero’ como El Guardián, se preocupa por su comunidad, la defiende y ama a su entorno. ¿Qué proyectos ecológicos y sociales está desarrollando actualmente en la región? En estos momentos tengo cinco proyectos perfilados, entre ellos la ampliación y organización de nuestro Polideportivo. El Centro Comunitario en su ampliación. La malla vial que viene de Villa Restrepo a Juntas. El alumbrado público, la zona wifi en nuestra Escuela Rural, para que mis campesinos y jóvenes lo implementen y se eduquen. Y esta semana comenzaré a perfilar con Planeación el resto de obras que voy a iniciar.

¿Mirando un poco hacia atrás, se siente satisfecho con su carrera y con el personaje que se ha llegado a convertir? Me siento satisfecho a sabiendas que me faltan muchas cosas todavía. Me siento satisfecho por ser voz y voto de los que no la tienen. Estoy satisfecho, pero falta, porque me quiero ir con muchas huellas. ¿Cuál es la invitación que le hace a las futuras generaciones, desde su experiencia como Guardián del Combeima? A las futuras generaciones, que se sientan orgullosos de ser campesinos. Que conserven la tradición y no olviden cómo coger el azadón o el machete. Que recuerden de dónde vienen y valoren a la familia, a ese papá, a esa mamá. Y que defiendan y respeten este paraíso perdido en las goteras de Ibagué.

Estudio sobre los procesos de comunicación en la organización Conciencia Campesina en Cajamarca-Tolima Por: Stiven Baez*

L *Estudiante de quinto semestre del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.

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as políticas de gobierno del ex presidente Álvaro Uribe y del actual presidente Juan Manuel Santos, le han dado un poder significativo a algunos proyectos liderados por multinacionales en el país. Un ejemplo, es el proyecto La Colosa, el cual pretende explotar gran cantidad del territorio tolimense para extraer el oro que tiene en sus montañas. Este proyecto fue incluido dentro de los famosos PINES (Proyectos de interés nacional y estratégicos), lo que demuestra el apoyo total del gobierno y deslegitima las continuas protestas de los pobladores de la zona que no están de acuerdo. A las comunidades les quedan pocas herramientas legales para intentar impedir el desarrollo de estos proyectos. Sin embargo, crecen las posibilidades de realizar consultas populares en Ibagué y Cajamarca, que de realizarse, serán históricas por hacer valer la opinión de los ciudadanos, su autonomía y demostrar la soberanía popular.

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NOS

¿Cuál es el significado de su uniforme?

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La investigación realiza un acercamiento a los procesos de comunicación, organización y convocatoria que realiza la organización cajamarcuna, Conciencia Campesina, que lucha por defender la cultura campesina, el medio ambiente y la soberanía en un territorio, mayoritariamente rural, donde ellos consideran hay una amenaza muy peligrosa como lo es el proyecto de megaminería. El proceso de investigación permitió determinar que en este contexto rural, el modelo de comunicación interna y externa de la organización Conciencia Campesina se acerca al modelo macrointencional planteado por Bernardo Toro (2001). De igual manera, se estudiaron herramientas de comunicación que la organización utiliza como: el perifoneo, el tablón de anuncios, la comunicación telefónica y los medios de comunicación alternativa, los cuales han sido muy importantes tras el poco acompañamiento por parte de los medios masivos de comunicación. Estas herramientas se analizaron con la organización para ponerlas

Diseño del Modelo de Comunicación Macrointencional realizado con integrantes de Conciencia Campesina en el 2015. Fuente: “La comunicación y la movilización social en la construcción de bienes públicos” José Bernardo Toro y Marta Rodríguez (2001).

en funcionamiento y formalizar el modelo de comunicación macrointencional, conformado por tres figuras fundamentales: 1) Productor social, 2) Editor y 3) Re-editor social. En este modelo encontramos varias personas y canales comunicativos que permiten ejercer comunicación entre los diferentes sectores y acercarse al objetivo colectivo. El papel de los reeditores es trascendental pues su función se basa en la confianza y el compromiso que se tiene en el proceso. En el caso de Conciencia Campesina hay un objetivo fijado que es la defensa del territorio y la promoción de la agricultura en el municipio. Esto hace que el proceso tenga una convocatoria acogedora y que los re-editores estén comprometidos con el proceso, ya que terminará beneficiando a la comunidad y a ellos mismos.

Metodología Para esta investigación se realizó una sistematización de la experiencia adquirida a través de un proceso de observación participante en la organización Conciencia Campesina. El objetivo era describir los procesos comunicacionales que allí se desarrollan, teniendo en cuenta que la mayoría de sus miembros se encuentran en un entorno rural, tienen que competir con profesionales de la comunicación que trabajan para grandes empresas y las redes sociales no son muy utilizadas para comunicarse. Por medio de la observación participante, se logró describir los procesos de organización en Conciencia Campesina para el posterior análisis. Además, la utilización de entrevistas a profundidad que se realizaron, permitieron un acercamiento directo con los actores involucrados en los diferentes procesos que se llevan a cabo en la organización Conciencia Campesina y, así, tener suficiente información para un análisis objetivo, teniendo en cuenta la verdadera situación en la que esta organización interactúa con su ambiente mediante procesos comunicacionales. Estas entrevistas se desarrollaron con líderes de la organización, con el objetivo de realizar un encuentro cara a cara y profundizar en el

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conocimiento que tienen sobre los procesos de comunicación que se desarrollan en la organización y las vivencias personales que emergen de ellos.

cumplimiento del derecho a organizarse y participar en los escenarios socio-políticos, para que le permitan desarrollar sus actividades de la mejor manera.

Gracias a la información adquirida, se pudo desarrollar un modelo de comunicación macrointencional, enfocado en la Marcha Carnaval, donde los integrantes de Conciencia Campesina participaron activamente en la formulación del mismo.

Según un informe especial realizado por el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP)/Programa para la paz (2012), Colombia sufre actualmente de fuertes conflictos sociales entre las comunidades que se sienten gravemente amenazadas por un nuevo modelo económico extractivo que pretende convertir a Colombia en un país minero. Dicho modelo, acompañado de una política pública a favor del capital, vulnera los derechos de los habitantes y sus territorios, arrasando con la diversidad ecológica, cultural, política y social de estas zonas del país.

Algunas conclusiones: Este trabajo ayudó a formalizar los procesos de comunicación que promovía la organización Conciencia Campesina, aplicando el Modelo de Comunicación Macrointecional como un ejemplo de planificación y proyección en el marco de la séptima Marcha Carnaval. Además permitió dejar mayores claridades en materia comunicacional para los integrantes de la organización que seguirán gozando de un acompañamiento de parte de profesionales en la comunicación para consolidar sus procesos. Estos movimientos sociales que se desarrollan en el país, reclaman la inclusión de la academia, sobre todo de los comunicadores sociales, para acompañar sus proyectos, facilitar la articulación de las organizaciones con los escenarios de la política pública y los debates ciudadanos. En esa misma lectura de la comunicación y el poder, cuando una organización como Conciencia Campesina visibiliza sus acciones (como parte de los procesos de comunicación externa) y en el marco del conflicto colombiano, las probabilidades de que se vulneren los derechos de sus integrantes aumentan. Por lo tanto se debería realizar una constante veeduría por parte de los entes estatales, las ONG´s, la academia y los ciudadanos en general. Además la promoción de sistemas de protección para la organización que garanticen el pleno

Fotografía: Wilson Baez (derecha) Jimmy Torres (izquierda) Fundadores de Conciencia Campesina.

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Texto y foto por: Diego Castillo*

¿Quién le enseñó todo lo que sabe sobre el ajedrez? A pesar de que mi familia jugó y ha jugado ajedrez toda la vida, mi abuelo, mi bisabuelo y mis hermanos, puedo decir que la mayor influencia que tuve viene de mi padre, quien desde muy pequeño me tomó por su cuenta y me enseñó algunas cosas sobre el juego; todo lo básico lo aprendí de él.

Diseño del Modelo de Comunicación Macrointencional realizado con integrantes de Conciencia Campesina en el 2015.

Referencias -Agueda, E., García, J., Narros, M., Olarte, C., Reinares, E., Saco, M. (2008). Principios de marketing. España: ESIC Editorial.

-Toro, J. (2001). La comunicación y la movilizacioón social en la construcción de bienes públicos. Washington, D.C.: Departamento de Integración y Programas Regionales, Instituto Interamericano para el Desarrollo Social, Banco Interamericano de Desarrollo.

-Archila, M. (2009). Una historia inconclusa: Izquierdas políticas y sociales en Colombia. Bogotá D.C: Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep.

La Dorada Caldas ha tenido campeones de patinaje y motociclismo, pero es la primera vez que alguien del municipio obtiene un título de ajedrez en categoría nacional. ¿Cree que este título abre la posibilidad de crear una escuela de ajedrecistas? Claro, es la idea que yo tengo, crear una escuela de entrenamiento que se institucionalice en La Dorada. Desde los niños que apenas van a empezar a mover las piezas, hasta los que ya estén en un nivel avanzado para que salgan nuevos campeones. Así como lo logré yo, pero de forma más metódica.

-Fernández, F. (2007). La gestión de la nueva comunicación interna (Tesis doctoral). Universidad de Jaume, Valencia, España. Recuperado de http:// www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/10464/07_ mediosclasicos.pdf;jsessionid=9746FC71CE6C34E884A DF4EAB0C631CA.tdx1?sequence=8 -Kreps, G. (1995), La comunicación en las organizaciones. Deleware: Editorial AddisonWesley. -Vega, J. (2011). Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente: Estudios de caso e historias de vida en la región Andina de Colombia. Bogotá: Universidad Nacional Abierta y a Distancia.

¿Cree que esas enseñanzas influyeron para que usted se convirtiera en uno de los ajedrecistas jóvenes más destacados del país? Sin lugar a dudas, él me enseñó desde los seis años a mover las piezas, todo lo elemental del juego y fue algo bueno porque de alguna manera ayudó a que mi relación con él fuera mucho más grande. No lo veía como un padre sino como un amigo y compañero de juego, empecé a interesarme demasiado a tal punto que había veces que solo quería dedicarme a jugar y nada más. Más adelante fui al club de ajedrez de La Dorada y en el colegio también, incluso lo practicábamos en las clases de educación física. Empecé a jugar en el club con adultos y allá exploté mi potencial, fue como una escuelita que yo hice y le gané a algunos, a medida que subía de nivel me ponían con personas de mayor experiencia en el juego.

*Stiven Baez Amado, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Trabajo de grado desarrollado bajo la tutoría de la docente María Fernanda Botero.

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¿Qué tan diferente es Juan Camilo en las competencias con respecto a Juan Camilo en la casa?

Me gusta trotar e ir al gimnasio, pero también me gusta compartir con la familia, salir con los amigos. Siempre me gusta estar ocupado, yo creo que el ajedrez de alguna manera me ha ayudado a tomar buenas decisiones en la vida, a pensar antes de actuar y todo eso lo aplico constantemente en los ámbitos de mi vida. Es algo que al igual que la vida se debe tomar con calma y no es como las personas piensan que es solo competencia, es disciplina pero más allá de la competencia el juego es como la vida, es para compartir experiencias con los demás. El ajedrez tiene un rey, una dama, torres, alfiles, caballos y peones ¿tiene alguna ficha favorita? Para mí todas las piezas son muy importantes porque cada una cumple con una función y objetivo, pero si me dieran a escoger por alguna creo que elegiría la torre por los movimientos estratégicos que se pueden hacer con ella y por la relación que tiene con mi apellido. Hay personas que a lo largo de su vida tienen amuletos para cualquier actividad que emprenden, ¿usted cree en la suerte? Yo sinceramente no creo en la suerte, pienso que uno debe tomarse las cosas en serio cuando se trata de llegar a una meta y suena muy raro pero en la vida para ser felices hay que tomarse las cosas en serio, al igual que en las competencias de ajedrez yo me divierto, pero siempre tengo una meta clara y es dar lo mejor de mí. Hasta el momento me ha funcionado de maravilla. ¿Qué pasará con Juan Camilo Torres en materia deportiva? Estoy concentrado en unos proyectos, mi prioridad es conseguir más logros en cuanto a mi carrera ajedrecística porque es lo que siempre he soñado. Por ejemplo, para ser master internacional me falta cumplir una norma este año y más adelante contemplo la posibilidad de ser gran maestro, esa es la meta principal necesito, una buena preparación para llegar hasta allá y sé que con el apoyo de mi familia lo lograré. *Estudiante de cuarto semestre del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Entrevista realizada en el marco de la asignatura Redacción Periodística, orientada por la docente Claudia Carrero.

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ENTRE-VISTA

Juan Camilo Torres es un joven de veinte años de edad que ha dedicado su vida al ajedrez. Ha obtenido cinco títulos de los cuales se destacan el Campeonato Nacional y el Campeonato Centroamericano de Ajedrez. Juan Camilo considera que la vida, al igual que el ajedrez, no debe verse como un juego para competir sino más bien para compartir con las personas que se encuentran alrededor.


Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué

¿Está usted de acuerdo, sí o sí? de ellos podrían ser, por ejemplo, para los más mayorcitos, Emeterio y Felipe, el dúo musical y cómico que se hizo presente en la radio durante los años 50. Para los amantes de la gastronomía sería imperdonable no haber probado tamal, lechona y bizcochos de achira que son propios de esta región.

Por: Daniela Jaramillo Villalobos*

Ibagué es la capital del departamento del Tolima que cuenta con una población aproximada de quinientos cuarenta y nueve mil habitantes. A 1280 metros sobre el nivel del mar está ubicada en el centro y occidente de Colombia, sobre la Cordillera Central de los Andes entre el Cañón del Combeima y el Valle del Magdalena. Dentro de sus accidentes geográficos se tienen en cuenta los Nevado del Tolima y Quindío, páramos de los Alpes y Gómez, la Lajita, las Palmas, por nombrar algunos. Alvarado, Coello, Combeima y Chipalo hacen parte de su red hídrica. Este año se llevará a cabo la 44° versión del Festival Folclórico cuyo lema es “En la capital musical se vive una fiesta nacional”. Me atrevería a asegurar que este sería uno de los pocos referentes que habitantes de otras regiones del país señalarían del lugar que me vio nacer. Otros

La aparición de Ibagué en medios de comunicación nacionales es escasa. Y cuando ésta ha sido protagonista de sucesos que los medios consideran pertinentes para la opinión pública, podría afirmar que no han dejado mucho de lo cual los ibaguereños nos podamos sentir orgullosos. Sí, es cierto que en varias ocasiones se alude a su ubicación geográfica como estratégica o privilegiada para asuntos de comercio y turismo; sin embargo, esta afirmación generalmente ha sido acuñada para generar asombro e indignación en los lectores que en el reglón siguiente encuentran cifras suministradas por el Dane como por ejemplo: “Mientras la tasa de desempleo en el país fue de 8.9 por ciento en el trimestre móvil junio – agosto, ese índice en la capital del Tolima se ubicó en 13.8 por ciento”. Otro de los temas que ha estado en consonancia es el de la presencia de la multinacional minera Anglogold Ashanti en el Tolima. Desde la llegada de la empresa se han publicado varias noticias acerca de protestas como la Gran Marcha Carnaval, esporádicas visitas del presidente Santos a la región y posturas políticas acerca del proyecto La Colosa en la despensa agrícola del Tolima, Cajamarca. El pasado 29 de febrero de 2016 ocurrió un hecho que podría ser determinante para el futuro de distintos sectores del país. Me refiero a la aprobación de la consulta popular que invita a los ibaguereños a responder a través de las urnas la siguiente pregunta: “¿Está usted de acuerdo sí o no que en el municipio de Ibagué

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se ejecuten proyectos y actividades mineras que impliquen contaminación del suelo, pérdida o contaminación de las aguas y afectación de la vocación agropecuaria del municipio?”. Hago referencia a la relevancia de este hecho por dos motivos principalmente. Primero, porque este podría actuar como una radiografía de la postura de los ibaguereños frente a temáticas relacionadas con lo económico, lo ambiental, lo social y lo democrático. En segundo lugar esta consulta podría significar un hito histórico en Colombia, en el sentido en que, sería la primera vez que los habitantes de una capital se organizan para, mediante un mecanismo de participación democrática legal, expresar su inconformidad y rotundo desacuerdo hacia a práctica de actividades mineras que los perjudicarían directamente. De acuerdo con el artículo 8 de la Ley 134 de 1994: “la consulta popular es la institución mediante la cual, una pregunta de carácter general sobre un asunto de trascendencia nacional, departamental, municipal, distrital o local, es sometida por el Presidente de la República, el gobernador o el alcalde, según el cado, a consideración del pueblo para que éste se pronuncie formalmente al respecto.” Según la ley la consulta presentada por el dirigente y aprobada por el organismo correspondiente, en este caso Guillermo Alfonso Jaramillo y el Concejo de Ibagué, se deberá convocar a las urnas dos meses después de su aprobación.

corporación respectiva deberá expedirla a más tardar en el período siguiente. La condición allí es que si vencido este plazo no ha sido expedida, el funcionario público, dentro de los tres meses siguientes la adoptará mediante decreto con fuerza de resolución local. En este caso el plazo para hacer efectiva la decisión popular será de tres meses. Situación que aún no ha ocurrido en el municipio de Piedras Tolima por obstaculización de la empresa minera y del gobierno nacional, tras la consulta realizada el 29 de julio del 2013. Piedras es por cierto el primer municipio en realizar consultas de esta índole y se llevó a cabo por el mismo caso de La Colosa. Mi invitación es entonces a que, si usted es ibaguereño, haga parte de la consulta popular. Yo no le voy a decir que esté a favor o en contra; a pesar de que algunos afirman que la misma pregunta desde su redacción está parcializada y está pidiendo un no. Sólo sé que lo que sí está pidiendo un no hace varias décadas en nuestro país es la violencia, la desigualdad y la indiferencia. Todo esto producto de una democracia participativa que se queda en el papel, o que ejercen sólo unos pocos a conciencia. Vote por el sí o por el no. Pero por favor vote. Detengamos juntos el círculo vicioso que hay en el país de que unos pocos deciden por muchos. Infórmese. Pregunte. Lea. Critique, pero con argumentos, de manera pacífica y ciudadana. Porque eso sí es democracia participativa, y no lo que nos han hecho creer por más de cincuenta años.

En caso de que la mitad más uno de la cantidad de sufragios válidos se incline por el no el órgano correspondiente deberá adoptar las medidas para hacerla efectiva. Esto siempre y cuando haya participado no menos de la tercera parte de los electores que componen el respectivo censo electoral. Otra de las arandelas que se debe tener en consideración es que según el artículo 55 de la Ley 134 de 1994, la decisión tomada por el pueblo en la consulta, será obligatoria. Por lo tanto si se requiere algún tipo de ley la

*Estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.

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