1er número de la revista "El alFFyLer"

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LA DESAUTOMATIZACIÓN DEL ESPACIO Me encontraba sentado revisando los apuntes de mi libreta sobre la Fenomenología del espíritu, frente al pasillo de la biblioteca central, donde ahora es el nuevo spot para conectar, cerca de las escaleras del módulo de bicicletas. – Es hora de clase – asentía mientras mi reloj me informaba lo asquerosamente tarde que ya era para mi exquisito examen de Hegel. La entrada mostraba un día común en la facultad – casi como la piedra del propio Sísifo –, naturaleza muerta manifestada en las m a c e tas – perfectos asientos, diría yo – así como un tanto de vendedores, compañeros y maestros que se paran frente a la entrada principal de la facultad. Pero ni hablar. La odisea hacia las ratoneras de los trescientos es larga, para qué gastar el poco tiempo que me queda cuando tengo que repasar para mi examen. Acelero mi paso una vez cruzando la entrada principal de la facultad. Justo en donde se encuentra una de las estatuas más antagónicas. Sí, esa que no hace más que afianzar el olvido de Dante Aligerti o cómo se pronuncie, esa en la que no escogieron la esquina para montarla porque

los arbustos estorbaban y no hicieron nada por quitarlos. Al menos no se les olvidó la barda orgánica semejante al gran muro de Berlín. Bueno, bueno, quizá sea una exageración de mi parte, o más bien lo pienso como un bonito oxímoron, pero la sutileza para hacer que nadie ponga un pie en ese espacio realmente es sobresaliente, pues más que transformarlo en propiedad privada se convirtió en un espacio de exhibición, es decir, un espacio vacío y ajeno a todos, incluso a los de intendencia y, claro, no hay que ignorar el predilecto pseudo-panóptico que hace del espacio de Dante aún más insignificante. Sin embargo, esa insignificancia no me debe de fastidiar en estos momentos, pues ahora mismo nada es más importante que mi examen. Al pasar por la mascarones – una especie de espacio extraño que lleva por título librería pero que yo lo concibo como el cuasi-símil de Dante –, el olor peculiar a café, seductor para algunos de humanidades– por desgracia lo referente al café sólo me recuerda a los finales de semestre, en donde el único descanso que posees es lo que

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