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El alFFyLer

LA INCREÍBLE Y TRISTE HISTORIA DEL RICHAIRO GODÍNEZ Y SU ESCUELA DESALMADA

Capítulo Primero: Anamnesis antiplatónica; o sobre la transvaloración del martillo en El alFFyLer

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A continuación, se narran los trágicos hechos que desembocaron en la creación de El alFFyLer. Si quiere ahorrarse todo el choro, pase directamente a la Escena 3, donde hacemos públicas nuestras malévolas intenciones:

Escena 1: la prueba final

“Ya cálmate”, piensa para sí mismo, bastante alterado. “Llevas 1 hora dándole grasa a los zapatos, sobre ellos ya se ve tu frente sudorosa. Mejor plancha el saco de nuevo, o ponte un poco más de perfume”. Siete años como estudiante de filosofía, y 3 de ellos concentrado en la tesis, han traído a Richairo Godínez hasta este punto. Frente al espejo, mientras ajusta el nudo de la corbata, piensa en el largo trayecto que ha recorrido: en un inicio se interesó por la noción de dialéctica de la naturaleza en Engels, pero se dio cuenta que en su naturaleza no estaba eso de pensar dialécticamente; luego se preguntó por la diferencia entre différance y diferencia en Derrida, pero resultó que eran taaaaan diferentes que ni una tesis de doctorado daría para empezar a enunciar el problema; finalmente, decidió escribir sobre la idea de lenguaje perfecto en Frege, aun cuando algunos dijeran que sus planteamientos eran una perfecta mamada. Tres noviazgos, miles de pesos en café y el 80% de su preciosa cabellera fue el precio que hubo de pagar para alcanzar sus conclusiones.

En el vagón del metro, mientras se dirige a su querida facultad, Richairo no puede evitar pensar que está siguiendo los pasos de pensadores legendarios como Séneca, Deleuze y Sócrates, y que en algunos años será recordado por todos en la facultad; “quién sabe, a lo mejor hasta pondrán mi nombre en una placa frente a un salón. Sí, eso se oye muy bien”. Ni la hostilidad que manifiestan esos 9 codos que se entierran en su cuerpo, ni la versión de “Every breath you take” que suena en la bocina culera de la morra que vende el CD con “Las 100 baladas clásicas del rock”, ni el aroma del wey que se agarra del tubo frente a él (no mames…le chilla la ardilla bien cabrón) logran borrar su mueca de autosatisfacción. “¡Hoy será mi gran día!”.

Tan solo con entrar a la facultad le invade una enorme ansiedad, y empieza a caminar lentamente, como queriendo apreciar por última vez este espacio en el que pasó años tan decisivos de su vida; los recuerdos, sin embargo, son tantos y tan abrumadores que prefiere acelerar el paso para no desviarse de su objetivo: “Debes agarrar coraje para superar ésta, tu última prueba”. Sube entonces al segundo piso y se desvía hacia “El Aeropuerto” que le ofrece una vista panorámica de CU. A lo lejos, se alcanza a ver el edificio del

CELE, a cuyos cursos de francés tuvo que aplicar siete veces, y todo para aprender un par de frases ganadoras con las morras (“vule vu cuché…” chale, lo olvidé de nuevo); un vistazo a Las Islas le recuerda la última “Megapeda”… pero preferimos no contarles, porque seguro hay menores de edad leyendo estas líneas y no queremos traumatizar sus prístinas mentes; el mural de la Biblioteca Central, con el imponente átomo en su centro, le hace pensar en los altos estándares investigativos que caracterizan a nuestra UNAM, en las grandes contribuciones de la academia al enriquecimiento de la cultura, y eso es mucho más de lo que puede soportar: “¡recuerda a qué viniste hoy a la facultad y hazlo de una maldita vez!”. Entonces, Richairo pone sus pies sobre el barandal, toma impulso, súbitamente siente un madrazo en la cabeza y todo se oscurece al instante.

Intermezzo: Rompiendo la cuarta pared

Creo que es pertinente hacer algunas aclaraciones porque… no mamen, ¿a poco creyeron que se trataba de su examen profesional? Después de 3 años, y cientos de páginas llenas con apuntes que fue imposible conectar en un planteamiento coherente, no iba a ser él quien le cuente a sus jefes que no se pudo rifar con la tesis; que sus sueños de convertirse en el próximo Luis Villoro y el varo que con mucho esfuerzo le enviaron mes a mes para pagar una habitación en Santocho se transmutaron en una adicción a los tacos de mixiote de “El Yorch” y una especialidad en hacer comentarios sobre Game of Thrones. ¿Por qué se vistió de traje? Buena pregunta: pues porque si no hizo de su vida una obra de arte, al menos quiso hacerlo de su muerte… hay que irse con estilo papush ;). Pero ya está bueno, dejen de distraernos…

Escena 2: ¡Oh’Gorman, apiádate de mí!

Intenta moverse, pero no siente sus brazos, ni sus piernas; no siente dolor, pero tampoco placer, “¡¿qué pasa con mi cuerpo?!” Quiere abrir sus ojos, pero no hay más que una enceguecedora luz blanca. Para él, las señales son claras: “mi alma ha abandonado su cárcel corporal”, piensa Richairo. “Debo estar en el limbo, pues ya Dante había dicho que ahí vamos los paganos virtuosos; a lo mejor me topo con Aristóteles... ¡no, no, no! … Más chido aún: con Parménides”.

Empieza a gritar sus nombres e inmediatamente recibe una airada y contundente respuesta: “A ver, joven, cállese y deje de moverse porque le

va a quedar mal la sutura”, “enfermera – continúa la voz –, no fue suficiente anestesia para el señor Godínez, por favor póngale más”. Se encuentra en Servicios Médicos y le explican que una de las de intendencia, viendo que se iba a arrojar desde el barandal, alcanzó a darle un jalón hacia atrás, salvándole así su vida “pinche doña impertinente”, piensa. “No aprecia la profundidad estética del suicidio”. El jalón, sin embargo, hizo que se rompiera la madre contra la pared: cuatro puntos de sutura en la cabeza y una pierna esguinzada… eso le pasa por sólo desayunarse un chesco, cigarros y café. ¡Qué gran decepción! Como puede, agarra sus muletas y se dirige al Edén a fumar un gallito – no se agüiten banda; se lo recetó la doctora para calmar el dolor. En ese momento se topa a Hegésias, El Asalariado, El Subcomediante, El Urbanista Clash, Hiparquia y Lenni: “te ves de la verga, we”, es lo primero que le dicen. Su analgésico rola por sus manos mientras les comparte su triste historia, pero los desgraciados no pueden aguantar la carcajada. “No se rían culeros”, reclama Richairo. “No estuve a la altura de los problemas de la ontología, la epistemología, la metafísica; no pude hacer una tesis digna de ser citada por otros académicos; en verdad fracasé miserablemente como filósofo”. “No mames”, responde Hegésias; ¿a poco creíste que de eso se trataba?”. “No merecí haber sido estudiante de esta prestigiosa institución”, responde airadamente mientras señala el

mural de la biblioteca, esta vez, desde su lado poniente. “He mancillado los valores que representa este gran escudo universitario; la mediocridad no tiene espacio en esta academia porque…”. “La neta carnal – le interrumpe El Asalariado, bastante molesto –, estás bien pe...rdido; te armaste una idea bien pendeja sobre lo que significa estudiar en la UNAM. ¿Crees que aquí venimos a aprobar exámenes, escribir textos impecables y tener un promedio de 10? No digo que eso esté mal, pero en sí mismo es inocuo si nuestros esfuerzos como académicos no apuntan a la resolución de los problemas más urgentes de nuestra sociedad; si a Luis Villoro, Bolívar Echeverría, o Antonio Caso hoy los consideramos grandes pensadores es porque pusieron esos problemas en el centro de sus reflexiones, no por ser filósofos pedantes que creen que flotan por encima de los problemas ‘del vulgo’”.

“Además – interrumpe El Subcomediante –, si el mural te malviaja es porque lo estás interpretando mal: debajo del escudo verás a la gente sencilla que estudia y trabaja en la UNAM, que ejemplifica esas inmensas mayorías del pueblo mexicano y latinoamericano, con nuestras costumbres, problemas, sueños, contradicciones y ganas de salir adelante; que no solo venimos aquí a tragar libros, sino también a cotorrear, a hacer deporte, a enamorarnos en los bailongos, a debatir sobre los problemas sociales, a pistear, agarrarnos a putazos, a protestar contra la injusticia y a indigestarnos con rollitos de sushi de dudosa procedencia.

En fin, muestra que somos una comunidad universitaria inserta en una sociedad más amplia, y debemos asumirnos como parte activa de ambas, pues los problemas de la sociedad se manifiestan aquí, y los de la UNAM también afectan

a la sociedad”. “¿Seguro que es así?”, pregunta Richairo tímidamente. “Que síiiii we”, dice El Urbanista Clash, “¿a poco no has visto esos tours a los que van un chingo de japoneses con sus binoculares? pues uno de los guías me dijo que eso es lo que quiso plasmar O’Gorman en el mural”.

Escena 3: viendo más allá de la caverna (¡perdón!… de la facultad)

Mientras baja la monchis atascándose con una considerable ración de tacos de canasta, Richairo trata de asimilar la putiza discursiva que le acaban de propinar sus compañeros – lejos de ellos, por supuesto, porque el muy ojete no quiere que le pidan de sus tacos.

Ahora puede recordar con claridad que antes de ingresar a la facultad conocía un mundo sensible, del cual se sentía parte y era lo más real para él; que las alegrías y tristezas de ese mundo, el orgullo y la indignación que sentía por la

humanidad que lo había producido, proveyeron el impulso inicial que lo llevó a estudiar filosofía. Resulta muy distinto de ese mundo inteligible que, libro tras libro, aprendió a devorar más ávidamente que esos tacos, mientras se olvidaba del mundo sensible. Ahora cree que, si dicho mundo inteligible ha de tener algún sentido, las ideas que lo caracterizan han de referirse al mundo sensible, pues solo así podrán contribuir a la solución del desmadre ambiental, social, y cultural que nos han legado las generaciones pasadas y que desgraciadamente seguimos reproduciendo nosotros mientras nos creemos los más vergas por el solo hecho de estudiar en la UNAM.

Decide entonces regresar y decirles que estaría chido que se tomen en serio las conclusiones de su plática, y es así como acuerdan iniciar este proyecto. Aquel famoso filósofo bigotón que proponía la transvaloración de los valores creía que correspondía a los grandes individuos, a un puñado de héroes, realizar dicha tarea. Filosofando a martillazos – decía – se lograría derrumbar todo lo que estaba mal en nuestra cultura. Nuestros muchachos, por otro lado, se proponen algo mucho más modesto, pues no pretenden poseer tan poderoso martillo ni tan deslumbrante mostacho. Sí cuentan, sin embargo, con El alFFyLer; y valiéndose de él, quieren ser como esos compañeros molestos que todos tuvimos alguna vez en la escuela: esos que, picándote las nachas con un alfiler, te sacaban de la comodidad con la que a diario te aplastabas sobre un pupitre a escuchar durante varias horas a una bola de cuates que supuestamente se la saben.

Se proponen contribuir a generar esa incomodidad; un estado de ánimo generalizado que nos lleve a reconocer la necesidad de buscar soluciones a nuestros problemas como estudiantes de manera colectiva, porque arreglar este desmadre no está en manos de ningún individuo, ni de ninguna pequeña vanguardia. Quieren que El alFFyLer sea un espacio abierto a todos los es-

tudiantes que,sin importar su inclinación ideo-

lógica, compartan una convicción mínima que debe verse reflejada en sus textos o aportaciones gráficas (caricaturas, dibujos, memes, etc.): como estudiantes de la UNAM, las capacidades y conocimientos que hemos desarrollado deben orientarse hacia el reconocimiento de las problemáticas que aquejan a nuestra comunidad universitaria (y la sociedad más amplia de la que hacen parte) y hacia la formulación de posibles soluciones. Pero eso sí; nada de panfletos incendiarios ni disertaciones academicistas: aun cuando la intención es que los textos fomenten la reflexión rigurosa y la participación en relación con temas socialmente relevantes, el buen humor y la creatividad son esenciales para este proyecto.

Así es como llegaron a definir tres grandes temáticas a ser tratadas en El alFFyLer : (i) reflexión en torno a la pertinencia social de los planteamientos y problemas tratados en clases, conferencias, y demás eventos académicos que tengan lugar en nuestra facultad y en la UNAM en general; (ii) reflexión en torno a problemáticas propias de las relaciones que se entablan entre los distintos sectores de la comunidad universitaria – v.g. profesores/estudiantes; relaciones género; uso de los espacios universitarios; trabajo de las autoridades universitarias; etc. –; (iii) invitación a participar de iniciativas como círculos de estudio, pláticas, marchas, etc. – sean “paristas”, “antiparistas”, “troskos”, “anti-troskos”, o como quieran llamarse.

Cualquier comentario, duda, insulto, amenaza o fantasía deben ser enviados al correo: elalffyler@gmail.com.

P.D. El proyecto de suicidio de Richairo queda aplazado... pero hay que tener cuidado porque el vato es bien depre y, si El alFFyLer no tiene buena acogida, seguro se nos mata sin pensarlo dos veces. Lo hemos discutido últimamente y creemos que le hace falta juntarse con más banda fuera del Colegio de Filosofía, para que así le quede más fácil mantener los pies sobre la Tierra. Por eso, hacemos la invitación a todos los que quieran escribir para la segunda edición, pero especialmente a las personas de los otros colegios de nuestra facultad. Al final de esta edición se explican los términos de la convocatoria. Por el momento es todo; la vida de nuestro querido amigo queda en sus manos, estimado público.

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