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Emociones tempranas

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La buena mesa

La buena mesa

Cuando las formas nos engañan, mintiendo el día, y la oscuridad se esconde por detrás de las ventanas, en ese momento en el que la luz es fría y la tarde se apaga y ensimismadas se alejan más lentas las horas lentas:

¡Cuántos años me separan del invierno blanco y sucio, del olor a fruta fresca —entre voces de carmín que ganaban al silencio su turno en la mañana—, el olor a malta recién molida y los juegos prohibidos en la cama. A veces, aquel dios niño se escondía por lugares donde no se atrevía el alma!

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Cuando borrar consiga el alba los astros en el cielo y ese verso, que todos queremos escribir aún se encuentre lejos, volverá a llenarse el tiempo con trozos del recuerdo,

y es ese tiempo muerto, todavía vivo, de nuestro pasado incierto.

Cuando las formas nos engañan, mintiendo el día, y la oscuridad se esconde por detrás de las ventanas, en ese momento en el que la luz es fría y la tarde se apaga y ensimismadas se alejan más lentas las horas lentas: ¡Cuántos años me separan del invierno blanco y sucio, del olor a fruta fresca —entre voces de carmín que ganaban al silencio su turno en la mañana—, el olor a malta recién molida y los juegos prohibidos en la cama. A veces, aquel dios niño se escondía por lugares donde no se atrevía el alma! Cuando borrar consiga el alba los astros en el cielo y ese verso, que todos queremos escribir aún se encuentre lejos, volverá a llenarse el tiempo con trozos del recuerdo, y es ese tiempo muerto, todavía vivo, de nuestro pasado incierto.

IGNACIO J. ÁLVAREZ CAÑAS

ijalvaca@gmail.com

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