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Él no llegaba

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Al meu voltant

Al meu voltant

Ese día era especial, era muy especial para mí, todo el mundo se había ido ya de mi fiesta de cumpleaños, pero él, él aún no había llegado… Comenzó a llover ligeramente, era esa lluvia de primavera que tanto añoramos cuando no llega. A lo lejos, desde el salón, se veían algunos rayos, parecía que lo que iba a ser una ligera lluvia de primavera se iba a complicar mucho más.

Y él aún no había llegado…

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Reparé entonces que no había preparado nada para su llegada y me puse a ello de inmediato. Empecé a encender unas velitas y me Asomé al gran ventanal del salón, cada vez llovía más intensamente…

Y él… aún no había llegado…

Miré mi teléfono por si había algún mensaje, pero solamente se oían mensajes de diferentes personas que querían felicitarme. Pusé música romántica, la que nos gustaba a los dos y me dí cuenta que el ambiente que estaba creando era el propicio para tan esperada y ansiada visita. En ese momento sonó el timbre… Fui corriendo y al abrir la puerta, ante mi había un gran ramo de rosas blancas … ¡No se había olvidado! Eran mis flores favoritas y ¡él estaba detrás del gran ramo…! ¡si! o ¿no?

Pues no, no era él, sino un chico cubierto de un gran chubasquero que me pidió que le firmara la entrega de la flor. ¿Todos queréis saber lo que ponía la tarjeta y por supuesto si era de él…? Pues Sí, era suyo, no me cabía ninguna 16

duda y lo puse allí delante del gran ventanal sobre la mesita y allí parecía que resplandecía cada vez que se generaba un rayo ocasionado por aquella inesperada tormenta primaveral. La tarjeta ponía: Te deseo mucha felicidad hoy y siempre Pero él, él no llegaba… Puse entonces una cubitera con hielo y una botella de cava valenciano Torre Oria, que tanto nos gusta. Las dos copas ya estaban en la mesa. Fué entonces cuando llegó su mensaje al móvil:

Hola mi amor, tardaré un poco pero, te prometo que antes de la media noche estaré ahí contigo. Pon el cava a refrescar, yo llevo las trufitas…

Y pasaba el tiempo y él, él no llegaba… Mi desesperación era tal que no pude contenerme y le llamé, la respuesta fue brev e perro me tranquilizó… —Estoy llegando.—dijo simplemente, y sin cortar la llamada prosiguió.—Estoy aquí mi amor. Fui corriendo a abrir la puerta y allí estaba él. ¡Por fin había llegado! Al fin estaba allí conmigo, después de…, de…, da igual el tiempo que hacía que no estuviéramos juntos. Pero estaba allí delante de mí, con esos ojos azules que me penetraban hasta lo más íntimo de mis deseos, con esa sonrisa que me hacía olvidar si había habido algún agravio. Nuestros labios se fundieron en uno solo… Y él llegó, y llegó para no irse jamás. Fué un encuentro inolvidable, sí de esos de película, como cada vida lo es. Y cómo en un cuento de hadas, dejó de llover repentinamente, abrimos las ventanas y entraba una brisa fresquita y un aroma a lluvia que siempre recordaré. Era tarde, ya no iba a venir nadie, nos pusimos cómodos de ropa y comenzamos a charlar, comer trufitas y beber cava hasta que… nos venció el sueño.

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