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Textos sobre Cristina Gámez
from CRISTINA GAMEZ
by Elena Gámez
«Tautología», 2019. Texto inédito.
«Tautología […] consiste en un cilindro que hace referencia a un zootropo en el que se desarrolla en su parte interna una acción en fotogramas. La acción es sencilla y concreta y consiste en que una figura desnuda hace un movimiento de cubrirse con una tela o tejido pero el tejido en vez de estar con ella se presenta fuera, en el otro lado del cilindro, en su parte externa. A su vez, el tratamiento formal es diferente respecto de lo que ocurre dentro o fuera del cilindro: la figura en fotogramas (que es la propia autora de la pieza lo cual le da un carácter performativo) está tejida al milímetro en tres tonos, pero el tejido o tela que está por fuera del cilindro está pintado sobre un tejido liso real realizado a mano, esto es, el tejido con sus pliegues es una ficción o representación de un tejido.
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Esta pieza pretende ser un juego entre diferentes formalizaciones o lenguajes, y mover capas de significación pasando de unas a otras en un juego rítmico entre diferentes sentidos y connotaciones, causas y efectos. Parte de una acción básica (la acción de cubrirse, de protegerse, de abrigarse) que es la primera y más básica función eficiente del textil para el ser humano, que va tomando diferentes matices al separar la acción del objeto y al observar los diferentes tratamientos formales que tiene. En esta pieza presento los temas con los que he trabajado durante años: el cuerpo humano como gramma de un lenguaje que podemos leer, el tejido como técnica ancestral y actual con su conexión con la imagen digital al estar ambos construidos de la misma forma por pixels o puntos (siempre trabajo con imágenes fotográficas que luego se digitalizan y se simplifican a los tonos que me interesa), el tiempo y el movimiento en la obra plástica estática y su componente contradictorio, y, por otra parte, he trabajado el pliegue en la obra de arte y lo he trabajado en relación con la representación pictórica haciendo metalenguaje, hablando y reflexionando sobre la propia representación a través de pintar pliegues sobre telas realizadas a mano con una gran presencia física, lo cual genera una imagen paradójica.
Tautología se relaciona con el concepto de Energeia en un sentido total, la pieza se manifiesta a nivel creativo, físico y mental; habla de una energía física pero esa energía es realmente mental, puede parecer que se habla de una fuerza física que se mueve pero realmente no es así, todo está inmóvil y eso junto con todas las connotaciones con las que trabajo es lo que provoca una reflexión y la convierten realmente en energeia en sentido aristotélico como energía en la que se conserva un valor, como actualización, como actividad aplicada a la sensación y a la contemplación y conocimiento intelectual».
Textos críticos sobre Cristina Gámez
R. Carrillo,
«Al arte por amor», en Pliegues y parábolas (catálogo), Cuatrotablas y Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Tenerife, 2006, pp. 6, 7.
«Las telas de C. Gámez, por ejemplo, son superficies regulares, grises y neutras, que sólo despliegan su sentido ante quien se toma la molestia en descubrir que han sido tejidas artesanalmente; y es por eso que aluden a una dimensión humana (femenina, de hecho) de la representación, pero también apuntan a la lógica de la imagen digital (obsérvese su trama regular que funciona como un suave pixelado) y, ante todo, se constituyen como el escenario elemental de la pintura: el lienzo virgen. Y en la convergencia de estos elementos, la imagen que ha sido pintada, que no es más que la representación del mismo tejido plegado en nudos, conforma una suerte de Verónica que muestra, precisamente, la verdadera imagen, me refiero a la sencilla y regular trama de la tela que C. Gámez pacientemente ha tejido, y que vemos a través de la delicada transparencia de su pintura».
«Dinámica personal de Cristina Gámez», en Cristina Gámez. Tramas y Tramoyas (catálogo), Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias, Tenerife, 2001, s.p.
«Cristina Gámez sabe, o por lo menos nos lo deja dicho, que el tiempo y el movimiento son aspectos que no sólo están contenidos en el arte sino que son motivos sobre los que el arte puede reflexionar. […] El tiempo como transcurso, el tiempo presente y el movimiento serían factores que hemos de tener en cuenta al contemplar su obra. Pero junto a estos motivos […] utiliza o alude a dos asuntos ancestrales: la utilización del tejido y el gusto por la ornamentación. […] Desde el punto de vista temporal, podríamos relacionar esas ornamentaciones con la repetición indefinida de instantes análogos. La ornamentación lineal no contiene historia, no alberga espacio ni tiempo, es una ofrenda a la naturaleza y a la geometría. Desde este punto de vista también podríamos convenir que alude siempre al mismo instante, a un instante perpetuo, enroscado sobre sí mismo. El gusto por la ornamentación de Cristina Gámez se relaciona con ese mecanismo de regularidad y en ocasiones es análogo a él, aunque otras veces parece de otra estirpe y tiene una dinámica personal. Unas veces, las mil imágenes de una mujer o de una pareja se disponen en líneas, como si las personas fuesen, en principio, objetos del mismo rango que los bucles. Otras veces, la repetición ornamental de un hombre da lugar a un objeto; a una costilla, por ejemplo. Otras veces, un hombre en cuclillas está junto al mismo hombre en cuclillas, junto al mismo hombre en cuclillas… hasta que cien imágenes forman un núcleo mayor, el cual se dispone junto a otro núcleo, el cual se dispone junto a otro núcleo… formando un tejido y conformando un calidoscopio que ocupa el cuadro y se expande por él, hacia lo perpetuo e indefinido.
Muchos de los adornos antiguos no tienen expresividad ni significado, sólo muestran el gusto por el orden, tal vez por la abstracción. Pero para que haya arte, junto al conjunto ordenado tiene que haber algún desorden, algo que sobrepase la regularidad. Creo que ese tipo de desorden se encuentra en la obra de Cristina Gámez, incluso en la que está más sujeta a la ley. Desde lejos, cuando ante nuestros ojos sólo aparece una especie de calidoscopio, podemos pensar que no hay nada más allá del ornato. Pero al dar dos pasos nos sorprende que en el calidoscopio o el tejido distingamos la figura de un hombre en actitud gimnástica, de una persona que cambia de tamaño y perspectiva, de un trío enfrascado en una especie de juego amoroso, de una mujer empeñada en repetir cien mil veces el mismo o parecido gesto. El desequilibrio se produce desde el momento en que vemos a la persona, se encuentra en el susto que nos produce la absurda repetición de la misma actitud, en la sorpresa que nos llevamos cuando nos damos cuenta de que algún recuadro está vacío. El ornamento se basa en la repetición de una imagen. En el caso de Cristina Gámez lo ornamental no se queda en una simple repetición, desde el momento en que el ornamento evoluciona, a veces a través de giros, como si una cámara o un ojo realizara panorámicas en torno a un instante. Por otro lado, hay que tener en cuenta que las imágenes, dibujadas o serigrafiadas, procedentes de la fotografía o alusivas al cine, han sido retocadas, manipuladas por la mano de la artista».
J. Díaz Cuyá ,
«A propósito de Cristina Gámez», en Los pliegues del tiempo (catálogo), Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canaria, Tenerife, 2000, s.p.
«Cristina Gámez es, aunque no sé hasta qué punto tiene conciencia de ello, una artista del tiempo. Su mundo no es el de las artes del espacio, sino el de las artes temporales. No asume las coacciones del cuadro estático, de la pintura, de aquí la tensión de los medios de que se vale y esa fugacidad moviente de sus temas que en sus mejores momentos hace que la obra permanezca en vilo, pendiente de un hilo. […] Sus telas son redes tejidas para atrapar figuras. En el telar, sentada, sin ver lo que dibuja, teje mecánicamente a la espera de su captura. Es en el mismo ejercicio de la trama donde surgen las líneas. Dibujar tramando pacientemente las figuras, una forma de pasar el tiempo y de intentar configurarlo. Hay que tomarse su tiempo para resistirse al tiempo dominante. Sólo las cosas urgentes hechas sin urgencia pueden aspirar a convertirse en obras de arte».
«Flexiones y reflexiones», en Esto no es una fotografía (catálogo), CAAM Centro Atlántico de Arte Moderno y Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2001, pp. 44, 48.
«[…] Cristina Gámez y su serie Reflejos de un gesto, a pesar del modo «escenográfico» que tiene de retomar viejas obsesiones: el cuerpo (y sus articulaciones físicas), la imagen (y sus articulaciones visuales), el lenguaje (y sus articulaciones verbales), y, cómo no, la triple articulación de cuerpo, imagen y lenguaje entre sí. Para ello se apoya en su trayectoria anterior y en la teoría de los cuerpos-lenguaje que desarrolla Deleuze al hablar de Klossowski (en Lógica del sentido). […] escenifica con sus polaroids un «teatro de identidades» a su medida:
El cuerpo es lenguaje porque es esencialmente «flexión». En la reflexión, la flexión corporal queda como desdoblada, escindida, opuesta a sí, reflejada sobre sí; aparece, en fin, por sí misma, liberada de todo lo que ordinariamente la oculta. El cuerpo es capaz de gestos que dan a entender lo contrario de lo que indican…
El escenario polaroid que —literalmente— construye a tal efecto no hace sino redundar, enriqueciéndolas, sus intuiciones de siempre. ¿Sus obsesiones? ¿Por qué no? Entre estas redundancias está el vértigo de la mirada que especula ante el espejo: la flexión y su re-flexión especular, una y otra vez (una cosa trae la otra). Todo empieza en esa pantalla narcisista donde se radiografían los que bailan con esa mirada que rebota (penetra) en el espejo y rebota (o penetra) en la mirada del otro, donde el lenguaje rebota (o penetra) en el lenguaje del otro y el cuerpo rebota (o penetra) en el cuerpo del otro: en la pareja de baile, en el interlocutor, en el desconocido, en el espejo, siempre en el otro, incluido ese otro familiar, obsceno y siniestro, que es el propio reflejo […].
Al fin y al cabo las personas somos espejos unas de otras, decía Hume. También sostenía que la conciencia es un teatro: con memoria, por suerte, pues de lo contrario no tendríamos identidad estable (ya que no seguiríamos ni la trama de nuestra propia historia); ya pasa a veces que no podemos recordar bien si algo lo hemos vivido, imaginado, leído o escuchado a otros. Cristina Gámez parece moverse con desenvoltura en ese teatro de reflejos, siluetas y sombras en que cuerpo e identidad, intercambiando sus papeles, hacen bailar a las ideas, pensar a las imágenes y hablar al cuerpo. Tanto en sus escenas polaroid de «Encuentros provisionales 2» como en «Mapas de contornos», Cristina Gámez recurre al viejo recurso barroco del escenario dentro del escenario, decidida –—de nuevo— a acabar con aquellas oposiciones metafísicas (tan conocidas)».
G. Sa aran ani,
«Cristina Gámez. Desde una intención metafísica del instante», en 2 x 2. Gámez & Hernández (catálogo), CAAM Centro Atlántico de Arte Moderno y Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2001, pp. 13-18.
«Sus obras transcurren en instalaciones espaciales como una configuración sucesiva de espacios, investigaciones que combinan fotografía, tejido y pintura que causan la impresión de tramoya teatral enriquecida con metáforas privadas.
Pero sus figuras, a pesar de tener rasgos individuales (autorretrato), se vuelven arquetipos de la repetición; la representación de la persona humana sobre la base de la modernidad, su fragmentación, presenta una cotidianidad profana, sin referencias explícitas, que subraya el intento de evitar las referencias concretas.
Sus imágenes detentan una polimórfica capacidad para jugar con la idea de movilidad y la identidad de la persona como un tránsito continuo, como constante devenir. […]
En sus obras evoca la fugacidad del tiempo, lo que el tiempo hace y deshace, agujeros, sombras y fisuras, la disolución del ser en la nada (la tela) y las tinieblas».