7 minute read

Marienbad y el tiempo sin sombra

Escenas en la galería. Plotter sobre lienzo, grafito sobre lienzo, tejido realizado en telar de bajo liso, estructura de hierro

El tiempo es una de las preocupaciones centrales en la obra de Gámez, el tiempo en sus diversas manifestaciones: el tiempo psicológico, el de la memoria, el tiempo del pasado, el tiempo de la imaginación. De su interés por el tiempo deriva su fascinación por El año pasado en Marienbad (1961), un film de Alain Resnais al que llega a través de las lecturas del ensayo La imagen-tiempo de Deleuze y con el que conecta a través de la danza. Y es que para Gámez El año pasado en Marienbad es una película que danza y lo es por su narración coreográfica y por la relación que puede establecerse entre la forma de narrar de la película y la forma en la que se desarrolla la danza. El film de Resnais, en opinión de Gámez, traslada al espectador al mismo estado mental al que lleva la danza cuando improvisamos, un estado que es al mismo tiempo plástico y mental, en el que pensamos de otra forma y en el que el cuerpo vehicula o traduce ese pensamiento. En El año pasado en Marienbad Resnais intenta plasmar ese espacio mental, adentrarse en el funcionamiento del pensamiento cuando se desconecta la racionalidad, transcribir con imágenes cómo funciona la mente en relación a la memoria, concebida esta como un constructo cotidiano. Y lo hace sin recurrir a las imágenes-recuerdo o a los flash-back.

Advertisement

El cine emplea el movimiento para incorporar la percepción del tiempo y el tiempo es el elemento clave en El año pasado en Marienbad. Pero no se trata aquí del tiempo concebido como una sucesión de acontecimientos ordenados cronológicamente: es un concepto de tiempo basado en la simultaneidad y en la espacialización. El tiempo en Marienbad está determinado por el espacio y los acontecimientos y tiene su origen en el ritmo que marcan las experiencias: es la temporalidad del espacio. En Marienbad se unen pensamiento, imaginación, sueño y memoria y el tiempo no tiene sombra, como los setos triangulares de su jardín. En esta ciudad-jardín de hoteles y balnearios de aguas termales, los lugares y los espacios también se convierten en metáforas de la mente. La mansión, el hotel, con sus volutas y sus juegos de luz y penumbra, con su arquitectura, es el espacio interior, el espacio mental, como lo es también el jardín, ordenado y minimalista. El exterior, el jardín, simboliza lo racional y el orden; el interior, la mansión, representa lo barroco y lo retorcido.

Los jardines pueden representar alegorías, ideas, conceptos y metáforas, pueden traducir el pensamiento de una época o las intenciones de quienes les dan forma y los crean. ¿Cómo es el jardín en Marienbad? Una voz en off, en los minutos finales de película, lo describe en estos términos:

Los terrenos de la mansión eran de estilo francés, sin árboles, flores ni vegetación de ningún tipo. Grava, piedra, mármol, rectilíneo, solemne, exento de misterio. A primera vista parecía imposible perderse a lo largo de rectos senderos, entre las inmutables estatuas, las losas de granito,…

El jardín de Marienbad parece contradecir una de las máximas de este tipo de espacios: el disfrute del mismo se produce si sus visitantes están en movimiento. En Marienbad estamos ante una naturaleza escenificada, frente a la estetización forzada de la naturaleza. En Marienbad el diseño del jardín actúa sobre los personajes que se disponen en él, tiene efectos sobre ellos, generando una sensación de aislamiento. El jardín está presidido por una escultura de forma piramidal que representa a una pareja, anclada, como los protagonistas del film, en el tiempo y el espacio. El jardín de setos triangulares sin sombras convierte en objetos a los personajes desproporcionados, en esculturas dentro de un tablero, dotados de una gestualidad delicada que compite con la rigidez de sus cuerpos, pero también con la rigidez y orden de los muros. Y a pesar de ello, a pesar de su racionalidad, su geometría, sus líneas rectas, la belleza que emana el jardín invita a pasear, a deambular, a perderse en él. Ese dejarse llevar al que también incita la película, ese dejarse llevar por la dinámica de las imágenes de una forma intuitiva y sensitiva.

La pintura puede recoger los encuadres del cine, los pintores se inspiran en planos cinematográficos pero la influencia del cine sobre la pintura es mucho más profunda y va más allá de lo formal. ¿Cómo incorporar el tiempo a la obra bidimensional? ¿Cómo influye el cine en la pintura? ¿Cómo nos afecta el cine? El influjo de las imágenes de El año pasado en Marienbad, así como el interés por el cine de Resnais y por el concepto tiempo se manifiesta plásticamente en Escenas en la galería (2002). ¿Dónde puedo intentar transcribir el tiempo más allá del cuerpo?, se pregunta Gámez: en la obra bidimensional, el lugar más difícil para plasmar el tiempo.

Escenas en la galería desarrolla una narración que invita al espectador a elaborar una historia empleando el tiempo, el espacio, el movimiento y el cuerpo para construir, como Resnais en Marienbad, un espacio mental. Esta pieza está dividida en tres fragmentos, con tres perspectivas que se corresponden a su vez con tres formatos y tres técnicas distintas: un fotomontaje impreso como plotter sobre lienzo, un dibujo realizado en grafito sobre lienzo y un tejido realizado a mano en lino. El dibujo parte de un fotograma de la película para representar a la protagonista en el jardín en tres momentos diferentes. Es el tiempo fragmentado, son tres instantes de un tiempo que pasa, a través de una figura que observa un jardín francés. Este fragmento es una cita literal a la película, pues se unen en él tres fotogramas de una de sus secuencias: el momento en el que la protagonista se asoma al jardín.

En la parte correspondiente al plotter sobre lienzo, Gámez aparece como protagonista en una escena en la que aparentemente hace equilibrios sobre una baranda. La imagen parte de una fotografía real de la artista sobre la baranda de su casa, con una balaustrada similar a la que vemos en la película. Y aunque a primera vista parece que estamos ante la secuencia de un movimiento en diferentes planos, lo cierto es que se trata de una secuencia de movimiento en un único plano, de distintos puntos de vista en un solo plano dentro de un ejercicio de plegamiento del tiempo. La figura protagonista no se mueve sobre la baranda: es la mirada del espectador la que se mueve y se desplaza para ver diferentes puntos de vista de una misma imagen colocados uno detrás de otros para construir un movimiento que en realidad no existe, formando el despliegue o mapa del movimiento del espectador alrededor de esa figura femenina.

Escenas en la galería. [Detalle]

La parte correspondiente al tejido representa el plano cenital del jardín que observa la protagonista, un espacio construido, recorrido y creado por el tiempo. Pero no es este el jardín real, se trata de nuevo de una imagen mental, una construcción, una interpretación personal de Gámez del jardín concebido como un constructo artificial a partir de algo natural: es de nuevo el jardín como paisaje construido, convertido en ornamento.

En esta obra se ve de forma muy clara algo que está presente en el conjunto de la obra de Cristina Gámez: la importancia de los materiales. Cada material está empleado por un motivo concreto. Su uso no es caprichoso y está plenamente justificado conceptualmente. Gámez insiste una y otra vez en diseccionar los procesos creativos a través del uso de técnicas y materiales diversos, para plasmar y representar la evolución de la obra desde la materialización de la idea a la obra final. Tal es su obsesión por el tiempo que incluso la utilización de las diferentes técnicas está marcada por el tiempo. El dibujo a grafito se corresponde con un momento inicial del proceso creativo en el que surge la primera idea, el origen de todo, el punto de partida, el boceto, el principio de todo. En este caso la idea primera para la obra surge de la película, por eso la artista dibuja tres de sus fotogramas. Y en el otro extremo se sitúa el tejido, vinculado a la conclusión y finalización de la obra: tejer es construir, es fijar, es la obra acabada, es el final.

This article is from: