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De tramoyas y caleidoscopios
from CRISTINA GAMEZ
by Elena Gámez
Tramoya. Técnica
En el mundo teatral la tramoya es el espacio del escenario donde se sitúan los telones del teatro, un lugar que recibe también el nombre de telar. Y no sólo recibe ese nombre: es literalmente un telar, un telar manual con telones lisos que suben y bajan. De ese telar teatral, que funciona como un telar artesanal similar al utilizado
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Tramoya. Plotter sobre lienzo, fotografía, tejido en lino y algodón realizado en telar de bajo liso
por Gámez para construir sus tejidos, surge la idea para la realización de la obra titulada Tramoya (2001). Tramoya está compuesta por tres piezas, tres imágenes que se corresponden a su vez, como es habitual en la mayoría de sus trabajos, con tres técnicas diferentes, cada una de ellas vinculadas a un concepto o reflexión: una fotografía, un tejido y un dibujo.
La fotografía representa a una figura de espaldas sentada delante de un telar, que se convierte aquí, simbólica y conceptualmente, en caja escénica. El telar es, por tanto, el espacio de la representación, el lugar en el que se desarrolla la representación-tejido. Y ella, la artista que teje, es la que mueve la tramoya, es la tramoyista. Telar-espacio de la representación, tejido-representación, tejedora-tramoyista. Como una niña con un caleidoscopio en las manos, «que a cada giro destruye lo ordenado para crear así un orden nuevo» 26 , Gámez sentada frente a su telar construye la imagen de un orden temporal. Esta fotografía remite a su vez al trabajo en el taller, el taller como espacio de la realidad, aquí está Aracne y Atenea, están las Hilanderas, está el espacio de la pintura barroca, el espacio del pliegue y los cortinajes, el espacio de la representación, el espacio teatral, el escenario, los telones, el telar, el telar de la tramoya y la trama de la historia. Esa figura, que no es otra que la propia artista, mira a través del espacio que construye su forma, observa a través del espacio de la representación, del teatro de la pintura, del espacio en perspectiva que forma la máquina que, en último término, no es más que un juego de líneas, un simple artificio.
En la parte que ocupa el dibujo serigrafiado sobre lienzo, aparece de nuevo la figura de la fotografía, la artista-tejedora-tramoyista sentada en su banco de trabajo, minia-
26 Ben a in, W., «Parque Central», en Obras Completas, Tomo I, volumen 2, Abada Editores, Madrid, 2008, p. 266.
Exposición Artistas Post-Conceptuales en Canarias 2000-2017, San Martín Centro de Cultura Contemporánea, Las Palmas de Gran Canaria. 2017

turizada y representada en todas partes. Sometida a procesos de miniaturización y repetición, esa figura construye un caleidoscopio de formas, una representación caleidoscópica. Y lo hace a través de su mirada autoreflexiva, pensando en el instante de la autoconciencia, pensando en el momento. Es la creadora hablando de sí misma en el acto de creación, en el momento de la aprehensión en el que el tiempo es circular, no hay un antes o un después: es un espacio mental en el que se despliega un instante y todos los momentos se confunden y pueden ser vistos y observados desde cualquier punto de vista. Es el instante en el que la creadora reflexiona sobre el propio acto creativo y cuestiona la estructura del tiempo a partir del concepto de caleidoscopio.
27 Crary, J., Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo XIX, Cendeac, Murcia, 2008, pp, 152-155.
El caleidoscopio fue erigido en un elemento característico de la modernidad. Para Baudelaire la meta del «amante de la vida universal» debía ser la de convertirse en un caleidoscopio dotado de conciencia. Para el poeta y crítico francés esta era una máquina que contribuía a la desintegración de la subjetividad unitaria y a la fragmentación de cualquier punto de iconicidad. En ese contexto, el caleidoscopio era concebido como «un modelo de la experiencia cinética de la multiplicidad de la vida misma y la gracia parpadeante de todos sus elementos». Y aunque para Baudelaire el caleidoscopio coincidía con la modernidad misma, en origen fue inventado por Sir David Brewster con la idea de crear un medio mecánico que dentro del marco industrial contribuyera a reformar el arte. Tomando como punto de partida una concepción de la belleza en la naturaleza y en las artes visuales basada en la simetría, lo que pretendía Brewster era fabricar un aparato que creara arte a partir de la multiplicación y la inversión de formas simples, una máquina productiva y efectiva que mejorara la composición de diseños y que facilitara la producción en serie 27 . Con el tiempo, esta máquina, compuesta por dos espejos planos que se extienden a lo largo de un tubo con una determinada inclinación, se convirtió en un modo de entretenimiento popular, en un simple juguete. A partir de una imagen única el caleidoscopio en su rotación produce la apariencia de repetición, de descomposición, de multiplicación y de inversión, basándose en la simetría. En el caso de Tramoya la imagen única a partir de la cual se desarrolla la imagen caleidoscópica es la figura de la artista que da lugar a una imagen ornamental. Pero la conexión de esta obra con el caleidoscopio va mucho más allá, es mucho más profunda. Tramoya recrea lo que hace un caleidoscopio: profundizar en la estructura del tiempo.
La tercera de las partes que componen Tramoya es un tapiz. Gámez sentada frente al telar observa lo que acontece en el espacio de la representación al contemplar lo que se construye en él. Un tejido-espectáculo se desarrolla en ese telar-espacio escénico, que deriva a su vez de un proceso de apropiación a través del cual queda capturada una creación de la mente, una idea. El trabajo en el telar es una forma de retener la idea, es convertir la idea en objeto, es la realidad del objeto. Para la artista el proceso de tejido es un proceso de apropiación: construir la imagen lentamente, con el trabajo manual y artesano en el telar, equivale a la apropiación de esa imagen. En Tramoya, en conexión con el Barroco, se construye un escenario dentro de un escenario. El telar se ha convertido en una caja escénica, en su conexión con la tramoya teatral; la figura que teje es la artista pero a su vez es el motivo del caleidoscopio que forma el diseño del tapiz y en el dibujo está el boceto, la idea primera. Pero además en Tramoya se dan cita tiempo y cuerpo, un cuerpo humano que habla del tiempo, un cuerpo que pasa a ser signo lingüístico y que se transforma en ornamento a través de la miniaturización y la repetición, cuestionando su papel, su lugar y en definitiva su estatus.