Peñafiel Fiestas de Nuestra Señora y San Roque 2022

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Peñafiel Fiestas de Nuestra Señora y San Roque 2022

Marisa Rivera Zarza

Riada de 1860

H

an sido muchas las riadas e inundaciones que ha sufrido Peñafiel a lo largo de los siglos, algunas con consecuencias fatales para la población y su patrimonio, como la que se llevó el puente donde se ubicaba la famosa Torre del Agua, con gran parte de la documentación del archivo de la villa. Yo voy a centrarme en la riada que sufrió en 1860 a consecuencia de unas lluvias torrenciales que provocaron la crecida del río Duratón a su paso por Peñafiel y también por Rábano. Gracias a la descripción tan detallada sobre lo sucedido que hizo toda la prensa, no solamente la regional, sino también la nacional, podemos hacernos una idea de lo vivido aquellos días por la población peñafielense. Era un domingo 23 de diciembre de 1860, previo a las fiestas navideñas, sobre las once de la mañana. Las lluvias estaban provocando un notable aumento del caudal del río Duratón, lo que hizo que un importante número de personas se acercara a observar desde el pretil del puente (“el puente de la leona”) cómo iba creciendo el río de una forma nunca vista por los habitantes de Peñafiel. El aspecto del río debía de ser imponente, lo que atrajo la curiosidad de muchos vecinos hasta dicho lugar. Muchas maderas, probablemente procedentes de alguna casa o molino destruidos aguas arriba, arrastradas por la fuerza de la corriente, iban destruyendo las riberas del río. Algunos vecinos vieron cómo un grueso madero empujaba violentamente sobre uno de los sombreretes del puente, provocando grandes grietas en el mismo, dándoles tiempo a advertir del peligro inminente a los que se encontraban allí, quienes de inmediato echaron a correr para ponerse a salvo. En ese momento el puente

se desplomó en su mayor parte, perdiendo el basamento sobre el que se hallaba construido, lo que provocó que la corriente arrastrara a dos niños, que no pudieron huir a tiempo. En un principio no se supo el número exacto de los que habían caído al agua ni tampoco quiénes eran, aunque ya se comenzaba a especular sobre la identidad de los mismos. Ante esta incertidumbre, algunas personas comenzaron a gritar de forma desesperada pidiendo noticias de sus seres queridos a los que habían perdido de vista, pero con la esperanza de que apareciesen sanos y salvos en cualquier momento. Debió tratarse de una situación realmente angustiosa. Las casas más bajas que tenían vista al río fueron anegadas por el agua y los que en ellas vivían huyeron saliendo por las troneras de los tejados. Algunos vecinos, con un comportamiento verdaderamente heroico, aproximaron sus carros y caballerías a los lugares con menor riesgo de ser arrastrados por la corriente en los que colocaron escaleras de mano para que pudiesen bajar los que salían de sus casas, logrando ponerles a salvo y evitando así que la desgracia hubiese sido aún mayor. Hubo cuantiosos daños materiales, numerosas casetas, paneras, pesqueras, dos grandes molinos harineros y parte de otros, corrales, huertas, etc. desaparecieron completamente, perdiéndose entre las aguas efectos de bastante valor. Las fábricas de curtidos y muchas bodegas de la población quedaron totalmente sumergidas bajo el agua, echándose a perder el vino que en ellas había. La mayor parte de los edificios y fábricas que había en la ribera quedaron devastados por la fuerza del agua. Debido al hundimiento del puente, la comunicación existente entre los habitantes

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