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Se irá Diciembre

Diciembre se presentará a toda prisa y a toda prisa marchará para no volver jamás. Sus días avanzarán a galope, señoreándose entre sus fiestas y sus puentes. Contendrá demasiadas historias, guardará demasiados recuerdos que, ya sea por voluntad propia o por iniciativa ajena, tenderán a ocupar todas nuestras horas, pues es un mes como ninguno. Posee esa mezcolanza agridulce que va de aquí para allá, como si de un péndulo loco se tratase que se balancea desde lo pagano a lo sagrado y viceversa.

Cada año Diciembre se nos disfraza de luces de colores que adornan las calles cuando el sol se oculta, corretean las compras aceleradas, las comidas familiares y de empresa que agotan el presupuesto.

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De las ventanas, castigados por la lluvia, el frío y la nieve, colgarán muñecos que simularán hombres rollizos de pelo blanco, vestidos de granate que procurarán colarse en nuestros hogares, intentando ocultar la crisis que vivimos. Asistiremos, como todos los años, a cabalgatas, oiremos villancicos creados de manera especial y ocurrente para esta época del año. El rey nos felicitará con su discurso, todos le veremos aunque él no pueda vernos. Los políticos se unirán a los festejos sin perder su idiosincrasia. Las rebajas abrirán sus puertas en los comercios y romperán nuestros bolsillos desbocándolos al gasto anodino que sólo saciará por un rato nuestros deseos. Luego terminará todo, las reuniones de amigos invisibles, las de amigos bien visibles. Regalos sorpresa y los clásicos y repetidos que todos esperamos.

Se nos irá Diciembre, con sus abrazos encarecidos o postizos, sus saludos falsos o fiables, felicitaciones vacías o llenas de compromiso. Caducarán los árboles cargados de bolas de colores, sin frutos comestibles. Se guardarán los belenes con sus figuras, a veces fabricadas fuera del contexto original que se merecen. Todo esto se vivirá y provocará algunos trastoques que desviarán el alma del mensaje de la Navidad. La inspiración llegará a bloquearse a medio camino entre festejos, antiguos recuerdos y fe.

Pero Diciembre es anhelado precisamente por sus locuras, el último de la fila, el postre, la guinda del pastel, final del ciclo, the end. Dará paso al regalo del nuevo nacimiento que trae por nombre 2018, que se abrirá limpio, con doce meses a estrenar llenos de ilusiones. Sepamos vivirlo con deseo.

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