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Proporcionalidad
Es una palabra que hemos escuchado frecuentemente a nuestros políticos en relación al conflicto catalán y que debería hacernos reflexionar. La sociedad actual es muy dada a excederse en todo: en las filias y en las fobias, en el acumular y en el derrochar, en el comer, beber y en cometer desmanes de todo tipo en fiestas y celebraciones, en los enfrentamientos de los seguidores de distintas banderas ya sean deportivas, políticas o de cualquier signo… Y hasta en muchas tertulias televisivas, donde los enfrentados se enfrascan de tal modo en sus discusiones que se olvidan totalmente del respeto que deben a su público y no les permiten enterarse de nada. Se pierde el sentido de la proporcionalidad en la comunicación de las noticias, dando una importancia exagerada y amplio espacio, a las más impactantes, (acompañadas casi siempre de morbo) sin que quede apenas sitio para otras más importantes, referentes a la salud física y mental: descubrimientos científicos sobre enfermedades, aspectos culturales, como arte o literatura… No digo que no haya espacios de este tipo en prensa, radio y televisión, que los hay, pero no hay proporcionalidad entre lo que es realmente importante para la buena marcha de la sociedad y su difusión. (Conocemos a Belén Esteban ¿no? Pero ¿quién conoce al gran científico español Mariano Barbacid que tanto ha trabajado por la humanidad para erradicar la lacra del cáncer?) ¿Hay proporcionalidad entre méritos y fama? Seguro que no. En el arte la proporcionalidad es sinónimo de armonía, serenidad, equilibrio y belleza. Ante una
obra arquitectónica, una pintura o escultura cuyas formas, colores, luces y sombras están bien equilibradas, experimentamos una sensación estética de serenidad y paz. La importancia de la proporcionalidad en la relación con nuestro entorno es vital para nuestra salud mental. No podemos tomarnos las cuestiones que nos atañen a la tremenda. Hay que sopesarlas y colocarlas en el lugar que a cada una corresponda, sin envanecernos excesivamente ante los halagos y los triunfos, ni recrearnos en la frustración que nos producen los vitupeMariano Barbacid rios o los fracasos. Nuestro equilibrio interior depende de cómo gestionemos nuestras emociones: Proporcionalidad entre estímulo exterior y reacción interior. Y lo mismo ocurre con las relaciones entre vecinos, pueblos o naciones. Los malos entendidos motivados muchas veces por convertir la paja del ojo ajeno en viga, y la viga del nuestro en paja, nos han llevado a peleas, querellas y conflictos bélicos que podrían haberse evitado si ambas partes se hubieran escuchado y calibrado con ecuanimidad lo dicho por el oponente. El sentido de la proporcionalidad nos ayuda a reconocer nuestra parte de culpa en las cuestiones a discutir y a ver la parte de razón que pueda tener nuestro interlocutor, o sea, a ser justos. Justicia es dar a cada uno lo suyo y esto tiene mucho que ver con la proporcionalidad. ¡Hasta para hacer un guiso hay que tener en cuenta la proporcionalidad entre los elementos que lo componen si no queremos echarlo a perder
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Leonor Morales