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Gastronomía
vendían en ellas o bien de la actividad desarrollada por los artesanos. Ejemplo de ello son las calles de la Madera, Olleros, Calle del Vino, Tenerías, Curtidores o la Calle la Nevera.
Los sábados, comercios y mercado se confundían formando un abasto único para todos los que allí se congregaban.
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Tanto antes de la compraventa en el Mercado, como en el acarreo y entrega después del trato, estas mercancías iban y venían de un lugar a otro. Esto no se puede obviar en La Bañeza ya que en la ciudad se cerrarían muchos tratos o encargos de artículos que luego irían o vendrían de lugares comarcanos o también muy lejanos. Pescado y ganadería de Galicia, ganadería de Asturias y la montaña de León, trigo de Campos, vino del Páramo y de Toro, paños y tejidos de Castilla y hasta de Francia, Flandes y Alemania, nieve de los Puertos del Teleno…
El Mercado convirtió La Bañeza en un centro de contratación de arrieros. Al hablar del aspecto comercial y mercantil de La Bañeza no podemos olvidar la contribución de arrieros, maragatos, carreteros, recueros, etc. que serían los transportistas de las mercancías que luego se venderían o comprarían en el mercado. Ellos eran los conocedores de las rutas y vías de comunicación entre los diversos lugares entre los que se producía el comercio y ellos los que aportaban los medios de transporte.
Hoy el Mercado ha cambiado, pero los puestos y su magia continúan, el comercio de la ciudad sigue beneficiándose de él y de la afluencia de gente en la mañana de cada sábado del año. Sigue siendo uno de los más importantes de la provincia y a él siguen acudiendo gentes no sólo de la ciudad sino también de la comarca y de fuera de ella, sobre todo en verano. El mercado además de su lógica función comercial, cumple con otras funciones no por ello menos importantes, al haberse convertido en lugar de encuentro y recreo además de lugar donde seguir surtiéndonos de todo tipo de artículos a buen precio.
Bien demostradas están la pujanza y la bien ganada fama que ha ido conquistando a través de los siglos. En el futuro se deberá seguir cuidando para que continúe ocupando ese puesto que, en una constancia de años supo ganarse ya que, sin lugar a dudas, representa para la economía tanto local como comarcal una de sus principales fuentes de riqueza.
Si hay un plato que se identifica con La Bañeza dentro de la gastronomía leonesa y que destaca por su singula-
Ancas de rana en salsa bañezana. Fotografía Duncan.
ridad son sin duda las Ancas de Rana en salsa bañezana. Hay quienes opinan que la costumbre de consumir ancas de rana en La Bañeza es una herencia francesa de principios del siglo XIX, de cuando Napoleón y sus tropas anduvieron de conquista por esta zona a lo largo de un lustro durante la Guerra de Independencia… Pero esto es sólo una teoría. Tienen fervorosos partidarios, por un lado, y opositores enconados por otro. Suele suceder que los primeros son quienes las han probado y los segundos, por lo general, no. En cualquier caso, son un manjar delicioso, una exquisitez que sorprenderá a los más atrevidos. Otra de las elaboraciones definitorias de la gastronomía típicamente bañezana son las Alubias de Riñón. Las lluvias, el clima y las manos maestras y artesanas que mantienen la tradición centenaria de su cultivo son los responsables directos de la calidad de nuestra alubia, cuya fina piel y elevada mantecosidad hacen que resulte muy agradable al paladar y le han valido la concesión de una I.G.P. en reconocimiento a su calidad.
La Bañeza es también ciudad de dulces. La repostería casera tiene en los “Bollos de San Lázaro” su espécimen más antiguo. Estos bollos estaban vinculados a una antigua romería que se celebraba en el Puente Paulón y podían adquirirse en todas las confiterías justo antes de celebrarse la Semana Santa, aunque ahora se elaboran y venden todo el año.
Entre los muchos dulces que fabrican pastelerías y obradores destacan por tradición las yemas tostadas y los imperiales, elaborados artesanalmente y de producción limitada.
Los Imperiales son unos pequeños bizcochos de almendra, huevo y azúcar presentados en una exquisita caja, un clásico reconocido entre los dulces leoneses. Se crearon allá por 1892, en el horno artesano de Don Emilio Alonso Ferrero y su elaboración continúa siendo un secreto muy bien guardado de generación en generación que se ha manteni-

Pinta, Canela, Plancheta y Riñón, las cuatro variedades amparadas por la IGP Alubia de La Bañeza-León. Fotografía Duncan.