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Historia de La Bañeza

Homenaje a los peregrinos que atraviesan la ciudad siguiendo la Ruta Vía de la Plata. Fotografía Duncan

A lo largo de su historia la ciudad ha vivido múltiples ocupaciones y poblamientos, pasando de ser una pequeña aldea al pie de la vega del Duerna y del Tuerto, dependiente de la jurisdicción de Palacios de la Valduerna, a transformarse hacia finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna en un núcleo mercantil, en el centro de intercambio de productos y servicios de esta amplia comarca agrícola.

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Es ya en la Edad Contemporánea, con la concesión en 1895 del título de Ciudad (otorgado por la reina regente María Cristina en nombre de su hijo Alfonso XIII) y con la inauguración del ferrocarril Plasencia-Astorga en 1896, cuando realmente comenzó la transformación de la base económica y del núcleo urbano.

A principios del siglo XX con la instalación de la azucarera, el auge económico llegó no solo a la ciudad sino también a la comarca, que suministraría desde entonces la materia prima.

Son pues la agricultura de su comarca, los servicios que ofrece la ciudad, la industria ligada a la transformación de los productos del campo, su enclave privilegiado en la red de carreteras y el hecho de ser centro administrativo (es Partido Judicial), lo que hacen que La Bañeza sea hoy por hoy lo que es.

Los celtas llegan al noroeste peninsular desde Centroeuropa en varias oleadas a partir del siglo VIII a. de C. En la zona en la que se encuentra La Bañeza se asentaron varias de estas tribus.

En el cercano pueblo de San Martín de Torres se ubicaba la ciudad astur de Bedunia, mencionada en el Itinerario de Antonino (siglo III a.c.), lo que indica su importancia.

Entre los años 29 y 19 a. de C. la zona fue sometida por los romanos debido a la abundancia de oro y otros metales y a su riqueza agrícola y ganadera.

A partir de entonces formó parte del Conventus Iuridicus As-

turum de la provincia de la Gallaecia que abarcaba, durante el final del Imperio Romano, todo el noroeste peninsular.

Las invasiones bárbaras ocurridas en el siglo V precipitaron el final del Imperio romano de Occidente. En el año 410 los suevos conquistaron la provincia de la Gallaecia, estableciendo un reino independiente de Roma. En el año 452, en el cercano despoblado de Hinojo, tuvo lugar una batalla entre visigodos y suevos a orillas del Urbico (Órbigo) en la que prevalecieron los visigodos; pero se retiraron, y los suevos mantuvieron el control de la zona hasta el año 584.

Los musulmanes desembarcaron en España en el año 711, iniciando una conquista del Reino Visigodo que los trajo hasta estas tierras en torno al año 714 a través de la Ruta de la Plata.

Hacia el año 850 se sitúan las raíces de la ciudad actual, cuando el rey Ordoño II de Asturias encarga a su hermano, el conde Gatón de El Bierzo, conquistar y repoblar esta zona.

Por razones desconocidas éste estableció dos núcleos de población próximos. Un grupo de cristianos procedentes del pueblo berciano de Pereje que se ubicaron en el Barrio de Quintanilla, emplazado en un altozano que dominaba el rio Órbigo, próximo a la carretera nacional VI en dirección Madrid. Y otro de mozárabes llegados desde Córdoba, a quienes instaló en otro lugar que se llamó Bani Eiza, próximo al río Ornia, hoy Duerna, en el lugar conocido por Monte Urba, el mismo lugar donde actualmente se halla la iglesia del Salvador.

Con el tiempo ambos grupos culturales y religiosos (pues los mozárabes tenían una liturgia distinta) se fusionarían voluntariamente, compartiendo un mercado y dos parroquias: San Pedro de Périx (trasladada a Santa María en 1803) y San Salvador.

San Salvador, como monasterio familiar, recayó en poder del matrimonio formado por Abamor Eximiz y su esposa Cendina, magnates al servicio del rey de León, quienes lo dotaron y mejoraron entregándoselo a comienzos del siglo X al obispo San Genadio, según documento fechado el 29 de abril del año 932.

En el año 997 Almanzor lo destruye, siendo recuperado a comienzos del siglo XI y ofrecido de nuevo al episcopado.

Al amparo del monasterio comenzaron a acudir, la víspera del domingo, buscando la protección de los monjes, gentes de los lugares próximos para cambiar o vender los productos de la tierra. Había nacido el mercado que durante siglos sería su principal fuente de riqueza. La situación de este enclave en la Ruta de la Plata, uno de los caminos históricos a Compostela, favoreció su auge así como la existencia de un hospital de pe-

Restos de la cabecera original del templo románico del Monasterio de San Salvador bajo el presbiterio de la iglesia actual. Fotografía Duncan

regrinos, el primero documentado del que se tiene constancia escrita. Su configuración como centro económico coincide con la reestructuración territorial que se produce después del siglo XIV.

La despoblación del antiguo barrio de Quintanilla, a lo largo de los siglos XIV y XV, y el desplazamiento progresivo de la población hacia la parroquia de Santa María, sita a la vera de la Ruta de la Plata, dio lugar a un proceso de concentración demográfica y a la formación de un nuevo barrio, que con el tiempo se uniría al más antiguo y originario de El Salvador, a cuyos pies vivían los labradores que trabajaban la vega y el campal

El mercado será sin duda su motor de desarrollo y crecimiento, especialmente a partir de 1.523 cuando el 3er Conde de Palacios de la Valduerna, Don Pedro de Bazán, apoya su celebración semanal y le concede apartarse de la Jurisdicción de esta villa, que había sido hasta entones capital de la jurisdicción y centro de la comarca antes que La Bañeza. El mundo rural y la economía campesina quedan unidos con el medio urbano y artesanal a través de este intercambio comarcal y regional propiciado por el mercado, que fue también un importante ferial de ganados.

A lo largo del XVI La Bañeza se consolida como un núcleo mercantil y artesanal en torno a la Plaza del Mercado. Los dos barrios, sin formar aún un núcleo compacto, se irán soldando a través del mercado semanal y de la feria de ganados; la Calle del Reloj, las ermitas de La Piedad y de las Angustias y el Barrio de los Bueyes servirán de enlace en este proceso.

En 1565 el rey Felipe II crea el Marquesado de La Bañeza para Pedro de Zúñiga, de la poderosa Casa de Zúñiga, convirtiéndose el pueblo en cabecera de una importante circunscripción señorial. Por sus relaciones internacionales, a la localidad acuden entonces mercaderes, artesanos y comerciantes llegados desde lejanas tierras de Europa, fundamentalmente flamencos y franceses especializados en tejidos, uno de los gremios más importantes de la ciudad, gracias a la producción de lino en la comarca.

A dicha actividad le seguían en importancia las fábricas de curtidos y los artesanos ligados al cuero.

Durante parte del siglo XVII fue además sede del Archivo del Adelantamiento del Reino de León.

En 1808 aparecen las tropas francesas comandadas en persona por el emperador Napoleón. Los franceses abandonarían

Restos de la cabecera original del templo románico del Monasterio de San Salvador bajo el presbiterio de la iglesia actual. Fotografía Duncan

la zona en 1812 dejando tras de sí unos años que causaron tremendas destrucciones en la comarca. A finales del siglo XIX se inicia la transformación de la base económica tradicional y del plano urbano, con un crecimiento periférico que coincide con la concesión real del título de ciudad (1895).

La inauguración de la estación del ferrocarril Plasencia-Astorga (1896) será el hecho más estimulante y renovador en la vida de la ciudad, que comenzará a abrirse camino hacia la vía, rellenando parte del espacio agrario existente entre el Barrio de Labradores y el ferrocarril con almacenes, fondas, fábricas, talleres y viviendas, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días. Todo ello supuso un cambio significativo para la ciudad, pues la burguesía mercantil y fabril que se forma, sabrá aprovechar muy bien la coyuntura favorable que, para los productos del campo, depara la Primera Guerra Mundial. Algunos edificios de factura modernista nos recuerdan aquellos años de crecimiento y renovación.

A la diversificación funcional se sumará en los años treinta la instalación de la Azucarera como nuevo acicate económico y demográfico, no sólo para la ciudad, que ampliará también hacia allí su casco urbano en el transcurso de los años, sino para la comarca, que suministrará la materia prima: la remolacha.

Medio siglo después, el plano de la ciudad invierte su crecimiento, a raíz del desvío y circunvalación de la carretera Nacional VI (Madrid-Coruña). Desde entonces el núcleo se estira hacia las tierras bajas de la vega.

La Bañeza nos muestra así una morfología urbana poco compacta y dispersa, puesto que cuenta con dos centros históricos y originarios: El Salvador, donde se conservan las huellas de su pasado más remoto en el ábside de su iglesia, y Santa María o Plaza Mayor, donde se cimentaron las raíces mercantiles de la villa.

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