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ENRIQUE GOZALBES CRAVIOTO

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PABLO A. PÉREZ

PABLO A. PÉREZ

SOBRE LA HISTORIA DE LA JUDERÍA DE TETUÁN

Enrique GOZALBES CRAVIOTO

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Universidad de Castilla-la ManCha

Introducción

Quien hoy penetra en la Medina de Tetuán, que fue hace algunos años declarada como Patrimonio de la Humanidad UNESCO, encuentra en un lado de la misma toda una serie de calles que en el contexto irregular de la Medina más próxima, son particularmente rectas. Muchas de ellas tienen arcos por encima de las mismas entre las casas de cada parte, representación particularmente corriente en las fotografías antiguas del barrio. También en muchos casos muestra la presencia de pequeñísimas tiendas en la parte inferior de las casas, y con algunos edificios (por lo general muy deteriorados) pero dotados de una cierta personalidad y bastante cuidado en los adornos, y en general en estos casos con bastantes recuerdos a Andalucía. Como indica la magnífica Guía arquitectónica de la Medina, publicada hace algún tiempo como un trabajo hispano-marroquí, los hebreos emigraron de Tetuán hace ya muchos años; de hecho, en la actualidad el número de los que quedan en la ciudad misma (pero no precisamente en este barrio) no sobrepasa el medio centenar.

Se trata sin duda de una fuerte peculiaridad: una judería como barrio particular, pero en la que no existen judíos. No obstante lo anterior, en la revisión arquitectónica de este sector de la Medina los autores observaban muy bien que, más allá de otras apariencias, “algunas de las actividades a las que se dedicaban perduran en el barrio, aunque asumidas por la población musulmana. Así podemos ver cómo en la larga calle por la que nos desviamos para introducirnos en el interior de la Mellah existen un gran número de talleres de confección rodeados de mercerías que los abastecen de los artículos necesa-

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rios para realizar su trabajo”1. La tradición de las pequeñas tiendecitas especializadas se mantiene.

El emplazamiento de la Judería vieja

Desde el siglo XVI hasta los comienzos del XIX el barrio judío de Tetuán, lo que los marroquíes han denominado históricamente como el Mellah, se localizaba en un espacio que se encontraba muy distante del actual, justamente en la ampliación posterior al pequeño núcleo (alcazaba y medina) creado por parte de Almandari2 . Existe una cierta discusión acerca del carácter cerrado de barrio especial, propiamente el Mellah, o bien que constituyera simplemente un barrio de mayoría hebrea en medio de la Medina musulmana. No obstante, a nuestro juicio la Judería existía como tal y su carácter incluía el que la mayoría de los hebreos debían habitar con sus viviendas agrupadas en dicho espacio que se cerraba por las noches y en el que no habitaban los musulmanes tetuaníes.

Todavía en el momento actual la utilización de un nombre como el de Mellah al-Bali, o la Judería Vieja, marca su más tradi-

Fig. 1. Calle de la Judería de Tetuán en la actualidad. Fotografía hecha por el autor en octubre de 2009.

1. R. TORRES LÓPEZ, M. BENABOUD y otros, La Medina de Tetuán. Guía de arquitectura,

Sevilla, 2002, p. 202. 2. Vid. E. GOZALBES, Tetuán: Arqueología, Historia y Patrimonio, Tetuán, 2012, pp. 182 y ss.; IDEM, “Investigaciones sobre el patrimonio arqueológico y monumental de Tetuán: siglos XVI al XVIII”, en M. CHERIF (Coord.), De Al-Andalus a Tetuán. Actas del Homenaje al profesor Mhammad M. Benaboud, vol. 2, Tetuán, 2013, pp. 211-234

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cional posición, que ocupaba el espacio donde inmediatamente se construyó la Yamaa al-Kibira, la mezquita mayor de la ciudad. Existió por tanto con anterioridad una antigua Judería, como comunidad y como barrio, que generalmente es desconocida para aquellos que tratan de la Historia de los judíos tetuaníes (fig. 2).

Fig. 2. Calle de la antigua Judería de Tetuán (siglos XVI al XVIII). Calle Mellah al-Bali de la Medina.

El momento de apogeo de la comunidad hebrea de Tetuán se produjo desde finales del siglo XVII, y sobre todo en la primera mitad del siglo XVIII3, cuando a su papel en la élite del comercio internacional,

3. En esos momentos se produjo la visita y mención de la Judería de Tetuán y de los judíos de la ciudad por parte de viajeros ingleses; vid. J. WINDUS, A Journey to Mequinez, Londres, 1725 y BRAITHWITE, Histoire des revolutions de l´Empire du Maroc (1727-1728), Amsterdam, 1741 (citamos por la edición francesa que está más difundida). O más adelante T. JAMES, The History of the Herculean Straits, Londres, 1771: pp. 22-23: “the placle where the Jews reside, is called Jewd´ry; they are very numerous, supposed five housand: the have seven synagogues”.

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pasaron a participar de forma muy activa en la participación de Tetuán en el suministro de la plaza inglesa de Gibraltar4. Los diccionarios geográficos franceses de la época daban cumplido testimonio de ese papel importante de los hebreos en Tetuán. Así en la famosa Enciclopedia francesa: “los judíos viven aquí en un gran número y se hace mucho comercio” 5. O en el diccionario geográfico de Bruzen de la Martinière: “los judíos aquí residen en un gran número y hacen un comercio considerable” 6. El embajador francés Louis de Chénier, obviamente buen conocedor de la situación a partir de su estancia en el país, “Tetuán está habitada por moros y por judíos que, casi todos hablan español, son comerciantes dulces y educados” 7. O para terminar, entre otros textos, la geografía de Nicolle de La Croix: “Tetuán es una ciudad muy mercantil y los judíos que se encuentran aquí establecidos en un número próximo a los 5.000, sirven de cortesanos intermediarios entre los moros y los cristianos. Los ingleses toman de Tetuán sus provisiones para Gibraltar que se encuentra justo en frente en la costa de España” 8 .

Pero después de estos momentos álgidos comenzaron situaciones de un evidente cambio para peor, y de unos grandes problemas en su situación social en la ciudad. Es cierto que en los mismos había ya escenas y actitudes que venían de mucho atrás, si bien las mismas a nuestro juicio debían relativizarse en parte9, pero la posi-

4. E. GOZALBES, “Tetuán en descripciones inglesas del siglo XVIII”, Revue d´Histoire

Maghrebine, 168, 2017, pp. 73-97. 5. M. DIDEROT y M. D´ALEMBERT, Encyclopédie, vol. 33, Paris, 1781, p. 326. 6. A. A. B. DE LA MARTINIÈRE, Abrégé portatif du Dictionaire géographique, vol. 1, Paris, 1759, p. 225. 7. LOUIS CHENIER, Recherches historiques sur les maures et l´histoire de l´empire du Maroc, vol. 3, Paris, 1787, p. 118. 8. NICOLLE DE LA CROIX, Géographie moderne, nUev. Ed., vol. 2, Paris. 1780, p. 207, 9. Es cierto que las referencias en general acerca del maltrato y discriminación de los judíos en Marruecos abundan desde el siglo XVI en los escritores europeos, sobre todo en el testimonio de los sacerdotes, pero en concreto en Tetuán, dada su prosperidad, aparenta más ser una pose pública, y un espectáculo frente a esos europeos; E. GOZALBES, “Los judíos de Marruecos en el siglo XVII según los viajeros europeos de la época”, en M.

SALHI, El siglo XVII hispanomarroquí, Granada, 1997, pp. 293-310.

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ción preponderante de los judíos tetuaníes ante los gobernadores, a los que servían como secretarios y agentes, y en el comercio, limitaba dichas situaciones. Pero no es menos cierto que en el Tetuán de la segunda mitad del siglo XVIII, al igual que en el conjunto de Marruecos, comenzó a desarrollarse una mayor ola de anti-judaismo, auspiciada por la buena posición de algunos de sus miembros en relación al poder y al dinero10 .

Esta situación se desarrollaría y, a nuestro juicio, se hace bien perceptible en la descripción de la visita a la ciudad por parte del embajador español Jorge Juan en el año 1767. El embajador fue recibido en Tetuán con una gran fiesta11, que incluyó música de los judíos y la inevitable compañía del griterío de la chiquillería. En su relato de la estancia en la ciudad no pudo menos que tratar del tema de los judíos locales12: “en una parte del barrio del Eflus en Tetuán viven los judíos y se llama la Judería. Tiene dos puertas y en cada una de llas un Alcayde de día para contener a los moros si los quieren agraviar y para decidir sus pequeñas diferencias; pagan los mismos judíos cinco pesos cada mes a estos Alcaydes, quienes al anochecer se retiran y aquellos se encierran en sus barrios… los judíos se hallan en esta ciudad, como en todo el Imperio, sumamente despreciados, ejercitándose en los oficios más serviles. Todo moro tiene facultad para ajarlos sin que ninguno ose ofenderse, ni aún de palabra, y si recurren al juez salen comúnmente cargados hasta las en las costas. Entran los moros en sus casas con total libertad como en la suya propia, y si los judíos se hallan sentados suelen obligarles a que se levanten y se mantengan

10. R. LOURIDO DÍAZ, “Los judíos de Marruecos durante el Sultanato de Sidi Muhammad ben Abd Allah”, Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 26-28, 1977-1979 (=Homenaje a

D. David Gonzalo Maeso), pp. 327-355. 11. Texto de la relación del embajador español en V. RODRÍGUEZ CASADO, Jorge Juan en la

Corte de Marruecos, Madrid, 1941, pp. 14- 18. 12. La descripción de Jorge Juan sobre Tetuán y el trato a los judíos en la ciudad ha sido analizada como un testimonio de repulsa etnocéntrica por parte de C. CHAIRI, Visiones sobre los musulmanes. Información y mediación, Tetuán, 2011.

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en pie mientras permanecen allí, sin que los infelices puedan decirles que se vayan. No es permitido a los judíos pasar por delante de las mezquitas de los moros sin quitarse las babuchas. Pagan cada uno cinco ducados por cabeza y además cuantas contribuciones les imponen los Alcaydes y aún el mismo Emperador. Pueden salir del reino los judíos, pero para que salga una judía, y aún para mudarla de una ciudad, ha de pagar mil ducados”. Y proseguía afirmando que los judíos de Tetuán, que calculaba en uno 3.000, estaban unidos en sus viviendas, con su calle aunque cada gremio se hallaba separado13 .

Fig. 3 Pintura de Alfred Dehodencq. Los músicos judíos en las calles de Tetuán (siglo XIX).

Pero además en el año 1773, en momentos en los que el Sultán Muhammad III intentaba alcanzar la conquista de Ceuta, decidió que los hebreos evacuaran temporalmente Tetuán, sin duda para evitar su posible colaboracionismo con los españoles, y marcharan a

13. V. RODRÍGUEZ CASADO, p. 19.

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establecerse de momento en la ciudad de Chefchaouen14. Los datos parecen reflejar una cierta pérdida de población hebrea en la ciudad consecuencia del empeoramiento sucesivo, que conduciría sin duda a una emigración en otras direcciones (Tánger, Gibraltar, etc.).

El barrio judío fue nuevamente visitado hacia 1774 por unos viajeros españoles que elaboraron un informe mantenido inédito hasta recientemente. La visión de la ciudad era bastante negativa, y en la misma incluía especialmente a la Judería: “es lo más triste y puerco que he visto porque sus calles son angostísimas, y la mayor parte de ellas cerradas o cubiertas por medio de la clavazón que tienen unas casas con otras, especialmente en el quartel o barrio donde viven los judíos, su empedrado malísimo y en muchas partes ninguno, la porquería considerable”15. Y más adelante, en el mismo relato se entraba en el tema del maltrato al que los hebreos en Tetuán, y en general en Marruecos, eran sometidos y se hacían referencias concretas acerca del traje de los judíos, que tenía que ser negro, mientras por el contrario el de las mujeres hebreas era similar al de las musulmanas, indicando que “entre ellas hay algunas mui lindas y se entra en sus casas con mucha franqueza”16 .

Otra mención de la Judería tetuaní se encuentra en las “Noticias sobre la ciudad de Tetuán” del cónsul español Francisco Pacheco, destinado en la ciudad durante varios años a consecuencia de la apertura de relaciones hispano-marroquíes que siguieron a la mencionada embajada de Jorge Juan. En su descripción de la ciudad Pacheco señalaba brevemente que la ciudad de Tetuán “tiene una grande y espaciosa judería, a un lado de la misma ciudad, con su gobernador moro. Tiene infinidad de familias. Los oprimen demasiado en los derechos y contribuciones que les hacen pagar. Dentro de esta judería tienen de todos oficios”, con lo que recogía una serie

14. R. LOURIDO DÍAZ, “Los judíos de Marruecos”, p. 336. 15. A. DE LA ROSA MATEOS, “Un manuscrito sobre Tetuán de 1774 en la biblioteca de

Jerez”, Cuadernos del Archivo de Ceuta, 18, 2009, p. 103. 16. A. DE LA ROSA MATEOS, p. 107

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de datos tópicos que, sin embargo, silenciaban la actividad comercial y la relación con Gibraltar17 .

La Judería nueva

Lo hasta ahora expuesto tendría su reflejo en el asalto a la Judería en el año 179018, por parte de la Guardia Negra regia, como especial castigo por el apoyo financiero al rival regio por el trono, marcó el momento dramático para la Judería. Lo que se desarrollo se trató de “un periodo verdaderamente aflictivo para los judíos de Tetuán que, sin techo y sin recursos, no pudieron obtener del Sultán pese a dádivas y súplicas, otro sector de la ciudad para levantar un nuevo barrio, hasta que en 1807 les autorizó Mulay Solimán a residir colectivamente entre los barrios de Seffi y de Emsal-lah Quedima, y a los dueños de aquellos terrenos a venderlos, arrendarlos o darlos a censo. Hasta el propio Sultán les cedió gratis una parcela”19 .

Y además, tomando para ello testimonio de tetuaníes con documentación antigua acerca de la ciudad, indicaba que los solares de la antigua judería pasaron a manos de musulmanes, y era fama que “se enriquecieron con los tesoros enterrados que en ellos encontraron, y otros a las mezquitas, quedando de este modo convertidos en bienes Habices o inalienables”20. De hecho, varias familias de la elite tetuaní, como las constituidas por los Erzini o Garsia entre otros muchos, aprovecharon la ocasión para hacerse en ese lugar

17. R. CASTRILLO MÁRQUEZ, “Descripción del Imperio de Marruecos por Carlos Batier y Noticias de la ciudad de Tetuán por Francisco Pacheco, trabajos realizados en 1797 a solicitud del consejero real don Francisco de Zamora”, Sharq al-Andalus, 7, 1990, p. 28. 18. N. A. STILLMAN, “Two accounts of the Persecution of the Jews of Tetuan in 1790”, On

The History of the Diaspora, 5, 1978, pp. 130-142. 19. T. RUIZ DE CUEVAS, Apuntes para la Historia de Tetuán, 2ª ed., Madrid, 1973, p. 32. S.

SEBASTIÁN, “La Judería de Tetuán”, África, abril 1959, p. 172: “tengo referencias de que la familia Benbunam guarda en sus archivos una copia del documento real que concede la fundación del nuevo mellah, siendo lo curioso que está aljamiada, con fondo castellaono y forma arábiga”. 20. T. RUIZ DE CUEVAS, p. 33.

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unas grandes residencias, que dispusieron incluso de jardines21. Y por su parte, los hebreos de Tetuán, según un manuscrito inédito, se comprometían ante el Gran Cadi de Tetuán a aceptar su estado de humillación y postración, manteniendo a partir de ese momento sus promesas y vinculación al acuerdo de fidelidad22 .

La primera aparición de la nueva judería se produce en el relato del viajero inglés Sir Arthur de Capell Brooke23. Después de ella, la dará a conocer la estancia en del suizo Charles Didier hacia 1835, que da bastantes detalles en relación a la vida social de sus integrantes24. Una revista de la época traza un cuadro de la vida y actividad de la comunidad hebrea, mencionando en esta época la limpieza de las casas, aunque por lo general la falta de cultura y el dominio de la ignorancia, destacando tan sólo a personajes como Judah Salomon, Lévy, Maimon, Isaac Coriat, Abraham Yehuda Nahon o Salomon Nahon25. Otro informe en una revista israelita, del año 1865, mencionará otros datos interesantes, como era la constatación de su participación en el comercio con Gibraltar, y con España con los puertos de Cádiz, Málaga y Sevilla, señalaba la existencia de personas ricas, pero por lo general la existencia de un nivel de vida bajo, con unos 2.000 hebreos (en torno al 33%) que vivían de la caridad, así como del conocido hecho de que eran sefardíes, descendientes de los emigrados españoles que conservaban vivas tradiciones de los antiguos judeo-españoles26 .

21. M. MÉTALSI, Tétouan entre mémoire et Histoire, Paris, 2004. 22. D. CORCOS, “Les Juifs au Maroc et leurs Mellahs”, Studies in the History of the Jews of

Morocco, Jerusalén, 1976, p. 95. 23. A. DE CAPELL BROOKE, Sketches in Spain and Morocco, vol. 2, Londres, 1831, p. 247. 24. El relato de Charles Didier sobre la judería tetuaní se publicó en la Revue de Deux Mondes de 1836, pp. 241-269, texto que años más tarde retomó en su libro Promenades au Maroc,

Paris, 1844. Didier señalaba que los judíos eran víctimas de las exacciones del gobernador y que eran los únicos que llevaban el comercio interior y exterior. 25. Nouvelle Revue de Bruxelles, 1844, p. 310. 26. H. COHN, “Moeurs de Tétouan”, Archives Israelites, Paris, 1865, pp. 856-862.

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Fig. 4. Familia judía de Tetuán. Del Diario de un testigo de la Guerra de África de Pedro Antonio de Alarcón

La nueva Judería tomó mucho de la anterior, incluidas las tiendecillas minúsculas y los arcos volados sobre las casas. Tuvo una disposición en espina, con una calle central muy recta y más ancha, sobre la que se cruzaban perpendicularmente otras callejuelas más pequeñas. Pero pronto, muy pronto, adoleció de los mismos defectos de exceso de población en el espacio que antes, llegando al más puro hacinamiento, puesto que pese a la nueva construcción, era un espacio más reducido. En cuanto a las cifras de sus habitantes, los informes de las décadas siguientes son coincidentes en cuanto a una recuperación y aumento progresivo a lo largo de las seis primeras décadas: en las cifras más correctas, el cónsul de Cerdeña Jacobo Graberg di Hemsó apuntaba 4.200 hebreos entre 16.000 habitantes

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a comienzos de los años treinta27, misma cifra que se calculaba una década y media más tarde28, mientras en 1860 ya se calculaba en la cifra de 6.000 integrantes29 .

No obstante, como bien señaló en su día Juan Bautista Vilar, la Guerra de África entre España y Marruecos ocasionó un fortísimo impacto en la comunidad hebrea, siendo muy importante en la Historia de España en la medida en la que para los españoles significó el redescubrimiento del mundo sefardí30. Pero en vísperas de la entrada de las tropas españolas en Tetuán, en el inicio del año 1860, se produjeron los hechos del asalto y destrucción de la Fig. 5. Calle de la Judería de nueva Judería. Durante el proceso de Tetuán. ocupación de la ciudad del Martil por parte de los españoles los hebreos se mostraron obsequiosos y colaboradores con la actuación española, y éstos también aprendieron a ubicarlos en una especia de categoría intermedia respecto a los “moros”31. La actitud del gran dirigente hebreo tetuaní Isaac Ben Walid (1777-1868), que pese a su avanzada edad mostró una gran

27. JACOBO GRABERG DI HEMSÓ, Spechio geográfico e statistico dell´Imperio di Marocco,

Génova, 1834, p. 41. 28. The Jews Chronicle, 1846, p. 180 frente a los 2000 de Tánger, los 1200 de Larache o los 250 de Arcila.

29. La Verité Israélite, 1860, p. 63: 6.000 hebreos en Tetuán, 4.000 en Tánger, 1.500 en Larache, otros 1.500 en Alcazarquivir y 500 en Arcila. 30. D. ROZENBERG, L´Espagne contemporaine et la question juive, Paris, 2006. 31. Entre otras cosas porque se entendían mucho mejor en su lengua. Según C. DIDIER, p. 257 todos los hebreos de Tetuán hablaban el español porque eran descendientes de los judíos expulsados de Europa, en especial de España.

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capacidad de análisis32, marcó de aquí al futuro (por ejemplo, muy p oco tiempo después con el establecimiento en Tetuán de la primera escuela de la Alianza Israelita Universal) el fuerte desarrollo y modernización de la Comunidad33 .

Lo cierto es que el auge de la Judería tetuaní se produciría precisamente en los años siguientes. La Guerra de África atraerá la atención de la literatura española sobre los hebreos tetuaníes, sin duda desde un cierto desprecio religioso y cultural pero más vivido en el Diario de un testigo de la Guerra de África, de Pedro Antonio de Alar-

Fig. 7. Entrada a la Judería de Tetuán (1860). Dibujo de Charles Yriarte.

32. Además Isaac Ben Walid fue autor de una obra titulada Va Yamez Yits Jak en 2 vols.,

Livorno, 1955, que es una fuente amplia de noticias sobre la vida en Tetuán. Por desgracia, que sepamos, no ha sido hasta ahora traducida a ninguna lengua europea. 33. M. M. LASKIER, The Alliance Israélite Universelle and the Jewish Communities of Morocco, 1862-1962, Sacramento, 1983.

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cón34, en la que trata con muchos tópicos de los judíos, eso sí con abundantes representaciones (entre ellas una de la bella Taimo) de los mismos, pero también incluso desde el más ponderado pero menos conocedor (no estuvo nunca en Tetuán) relato del Aita Tettauen en los “Episodios Nacionales” de Benito Pérez-Galdós35 .

Abundan las descripciones de la Judería tetuaní en 1860 realizadas por parte de los españoles que actuaron entonces en la ciudad36. Entre ellas podemos recoger la siguiente del médico Antonio Población, que refleja la realidad física de la Judería tetuaní que se mantiene sin duda, a grandes rasgos, hasta nuestros días: “el barrio de la Judería tiene su única entrada por la plaza Mayor, hoy denominada de España, en donde existe una gran puerta con arco de dos hojas que conduce a una calle ancha relativamente a

34. P. A. DE ALARCÓN, Diario de un testigo de la Guerra de África, Madrid, 1860. Existen ediciones posteriores entre las que destacamos la realizada con estudio preliminar de

M. P. PALOMO, Sevilla, 2005 puesto que recoge los dibujos de la edición principal. Otra edición realizada por J. A. ALARCÓN CABALLERO, Ceuta, 2009 recoge igualmente los dibujos de la edición principal en mayores dimensiones. 35. R. RICARD, “Note sur la genèse de l´Aita Tettauen de Galdós”, Bulletin Hispanique, 1935, pp. 473-477; J. MARTÍNEZ RUIZ, “Ficción y realidad judeoespañola en el Aita

Tettauen de Benito Pérez Galdós”, Revista de Filología Española, 59, 1977, pp. 145-177; . E.

SCHYFTER, The Jews in the novels of Benito Pérez Galdós, Londres, 1978; A. Quintana, “El

Mellah de Tetuán (1860) en el Aita Tettauen de Benito Pérez Galdós”, en T. Alexander y

Y. Bentolila (Eds.), El presente: estudios sobre la cultura sefardí. La cultura judeo-española en el

Norte de Marruecos, Negev, 2008, pp. 81-109. 36. El hacinamiento y la suciedad de la situación de 1860 ocupa bastantes de esas menciones; FELIX GONZÁLEZ RUESGAS, Diario de la Guerra de África, Madrid, 1860, p. 17: “los israelitas no sacan de casa las inmundicias, lavan sus ropas y solo el viernes les es permitido el estraerlas, pero esto no es debido a su incuria sino a las leyes muesmílicas que les prohíbe todo lo contrario. De aquí que el barrio de los judíos aparezca tan sucio y detestable, hasta el agua baste decir tienen que salir del barrio a por ella”; EVARISTO VENTOSA, Españoles y marroquíes. Historia de la Guerra de África,

Barcelona, 1860, p. 27: “antiguamente habitaban los judíos en Tetuán (punto donde más abundan) indistintamente entre los moros; pero posteriormente se les cedió terreno para que edificasen su barrio actual, mansión del tedio y la suciedad. Calles angostas en que está depositada la inmundicia de los primeros habitantes, paredes mugrientas sin ventanas ni balcones, casas reducidas y mal ventiladas, con las letrina a la puerta, verdaderas pocilgas donde comen y duermen juntos en el suelo padres e hijos, hermanos con hermana, amos con criados…”.

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las demás, y que por uno y otro lado se encuentra llena de reducidos, oscuros, tristes y sucios tenduchos parecidos a las peores literas de un buque. Las casas son todas iguales, de dos pisos y puertas sumamente bajas, ventanillos a manera de aspilleras que algunos tienen fuertes rejas. La entrada, de ordinario raquítica y oscura, termina en un patio cuyo pavimento parece de mosaico y está hecho de numerosos azulejos, variados en su forma y color. Alrededor del patio están las habitaciones que ocupan los más pobres, viviendo en cada una ocho o diez personas sin el resguardo debido a la decencia y sin el espacio suficiente para estar con mediana holgura”37 .

Y también como confirmación de los datos y complemento de lo anterior, la descripción de la judería tetuaní efectuada por Francisco Giménez Guited: “la judería tiene su única entrada por la Plaza Mayor, llamada hoy Plaza de España. Una gran puerta de arco con dos hojas da paso a la única calle, que se puede decir que es la más ancha de la ciudad, y por la cual con dificultad podría pasar un carruaje. Por ambos lados está llena de una especie de garitas que es lo que forma las tiendas de los judíos, las que tendrán dos varas de ancho por otros dos de largo, sin mostrador ni estantes. El dueño se sienta en el suelo, y en unas esportillas planas tienen las mercancías, que se reducen a arroz, tabaco, aguardiente y algunos géneros de seda. El final de esta calle se subdivide en varias callejuelas sucias, oscuras, llenas de arcos por todas partes y formadas por casas de dos piezas, cuyas puertas son extremadamente bajas, entrando su luz por unas ventanillas ovaladas con las correspondientes rejas, de las que solo tienen cada casa dos o tres….. En cada edificio de estos se albergan siete u ochos familias, que son muy numerosos en niños y mujeres. Las habitaciones del patio las ocupan las más pobres, y en un espacio de seis a ocho pasos, viven ocho o diez personas que comen y duermen juntos”38 .

37. A. POBLACIÓN FERNÁNDEZ, Historia médica de la Guerra de África, Madrid, 1860, p. 55. 38. FRANCISCO GIMÉNEZ GUITED, Historia militar y política del general Juan Prim, Madrid, 1860, p. 224.

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Fig. 8. Plano de la Judería de Tetuán por Santiago Sebastián (1959)

La Judería en el siglo XX

Pero es cierto que en claves históricas, debe de tenerse en cuenta que la comunidad hebrea de Tetuán alcanzaría su cenit justamente más adelante con el establecimiento del Protectorado español en el Norte de Marruecos (1912-1956), cuando Tetuán fue la capital del mismo. Fue en esos momentos cuando la mayor parte de los hebreos, muchos de cuyos integrantes habían alcanzado una buena situación económica a la sombra de la administración española, abandonaron sus residencias en el interior de los muros de la Judería y contribuyeron al desarrollo moderno urbanístico y económico del Ensanche europeo. De hecho, también la transformación moderna de la Judería y sus servicios fue bastante eficaz39, y algunas notas pintorescas son señaladas por diversos viaje-

39. A. VERA SALAS, Porvenir de España en Marruecos, Toledo, 1916, p 202: “las calles del barrio judío son rectas, alineadas; sus suelos están empedrados, hay aceras de grandes baldosas, las casas de uno o dos pisos tienen bastante aire europeo, de trecho en trecho hay faroles; este alumbrado es costeado por los hijos de Israel; las calles, aunque estrechas, son muy limpias; las casas están pintadas de añil, más o menos claro, y llega su enjalbegado a mitad de la acera; en la puerta de toda casa hay una planchita, ya de madera, latón o bronce; ésta tiene un orificio, la caja de la última falange del dedo índice de la mano derecha; la plancha sujeta al muro un trocito de pergamino en el que está escrito algún pasaje bíblico; el hebreo, al entrar o salir de su hogar, debe de tocar este pergamino”.

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ros40. Igualmente, en ocasiones las consideraciones sobre la Judería y los hebreos tetuaníes estaban cubiertas de un sentimiento anti-hebreo del que fueron en general ajenos los españoles residentes en la ciudad41

Esta última realidad es por lo general bastante bien conocida y el devenir de la judería tetuaní en el siglo transcurrido entre 1860 y 1956 ha sido objeto de estudio en diversas ocasiones42. Aún y así cabe indicar que en la época del Protectorado, fuera por unas razones o por otras, no existió un mayor interés de los investigadores españoles por conocer la realidad histórica de la Judería tetuaní y de sus habitantes43. En cualquier caso, en los escritos de los propios hebreos tetuaníes se reproducirán cuadros de la vida y de la convivencia hispano-marroquí-sefardí en Tetuán, en libros como El desván de los recuerdos. Cuadros de una judería marroquí, de Abraham Botbol Hachuel, o la Crónica de una familia tetuaní de Jacob Israel Garzón44 .

40. A. CABRERA, Magreb el-Aksa. Recuerdo de cuatro viajes por Yebala y por el Rif, Madrid, 1924, p. 28: “un pintor encontraría en estas callejas y en sus innumerables tenduchos abundantes notas de color para trasladar al lienzo, pero aún es más interesante la visita al barrio judío para el filólogo que allí encuentra muchos y antiguos giros y vocablos castellanos que nosotros hemos perdido por completo. Los hebreos del norte de Marruecos son, en efecto, sefardíes, esto es descendientes de los que hace cinco siglos fueron expulsados de España y han conservado el habla española de entonces, si no es ya que la han modificado aisladamente”. 41. F. GARCÍA SANCHIZ, Color. Sensaciones de Tánger y de Tetuán, Madrid, 1919, p. 128 : “con la probable realización del sionismo adquieren un mayor interés los barrios hebreos de

Oriente, ya de por sí raros y pintorescos ¿se despoblarán las tradicionales juderías?.... La de

Tetuán reúne los caracteres inconfundibles. En tanto decide la diplomacia, recorramos el refugio que tal vez no tarde en desaparecer, apenas la ensotanada y corva muchedumbre levante el vuelo, como una banda de pajarracos que retorna a sus nidos de antaño”. 42. J. BTA. VILAR, La Judería de Tetuán y otros ensayos, Murcia, 1969; S. LEIBOVICI, Chronique des juifs de Tétouan (1860-1896), Paris, 1984. 43. Es cierto que algunos investigadores, en especial Américo Castro, recogerán algunos de los romances y leyendas populares en haquetía, no sólo existentes en Tetuán sino en otras comunidades del Marruecos septentrional. Pero no es menos cierto que en realidad las investigaciones históricas fueron casi inexistentes. Vid. E. GOZALBES, “Estudios sobre la Judería de Tetuán”, Revue d´Histoire Maghrebine, 139, 2010, pp. 39-65. 44. ABRAHAM BOTBOL HACHUEL, El desván de los recuerdos. Cuadros de una judería marroquí,

Caracas, 1989; JACOB ISRAEL GARZÓN, Crónica de una familia tetuaní. Recordando a Isaac

Israel y a Sara Garzón, Madrid, 2004.; MATILDE BENSIGNOR. De miel y milagros, Buenos

Aires, 2004.

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En la década posterior a la Segunda Guerra Mundial comenzó un proceso de emigración desde la ciudad del septentrión marroquí. De hecho debe indicarse que los hebreos censados en Tetuán en el año 1940 eran 8.058, casi el doble que justo cien años atrás, pero en el año 1955, en las vísperas de la recuperación de su independencia por parte de Marruecos, los hebreos que habitaban en Tetuán eran ya solamente 4.311. No constituye un caso único sino plenamente representativo de lo que significaba la presencia hebreo-sefardí en el Protectorados español, puesto que una evolución de todo punto similar se atestigua en las otras comunidades (aunque mucho menores de la zona) como Larache, Alcazarquivir y Arcila45 .

Fig. 8. Zona de viviendas nobles, con influjo andaluz, en la Judería de Tetuán, espacio que, como se ve, se encuentra profundamente deteriorado.

45. J. BTA. VILAR, “Evolución de la población israelita en Marruecos Español (1940-1955)”,

Estudios Sefardíes, 1, 1978, pp. 91-120.

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Esa fuerte emigración de los hebreos de Tetuán y de toda su región continuó con intensificación a partir del año 1956. Pero es cierto que fue sobre todo en el año 1967, con el estallido de la guerra árabe-israelí de los “Seis Días”, cuando los hebreos que quedaban en Tetuán sintieron sobre ellos una presión más bien insoportable que conminó a la mayor parte de los escasos residentes a una emigración ya del todo definitiva, abandonando una ciudad donde sus ancestros habían vivido durante siglos. En la literatura Moisés Benarroch, en su “Trilogía tetuaní” ya escrita en Jerusalén, exclamaba al respecto de esos sentimientos: “ninguna golondrina nos llevará de vuelta a Tetuán. Porque Tetuán ya no existe. La Tetuán judía ha muerto”46 .

Y también en la novela de la escritora española, natural de la comunidad hebrea tetuaní, Esther Bendahan: su Déjalo, ya volveremos narra las peripecias vistas por las ilusiones y creencia de una niña, con un ambiente de creciente desapego en la ciudad. En este contexto de tensión, y de sensación de acoso, se produce la escapada del Tetuán de los años sesenta: “uno es del lugar donde aprende a separar la luz de la oscuridad. Vivía en el norte de Marruecos, en Tetuán, un pueblo mediterráneo… Tetuán, objetivamente, era un lugar pequeño”47 .

En realidad era la evolución que probablemente seguía su propia presencia histórica en el país: en buena parte hacia 1870 José María de Murga, en sus Recuerdos marroquíes del moro Vizcaino, ya había realizado la predicción del problemático futuro de los hebreos en el país Cherifiano. De forma objetiva, uno de esos hebreos tetuaníes emigrados, Jacobo Israel Garzón, en la monografía más completa sobre la comunidad, ha afirmado “no fueron actos antisemitas los que generaron el éxodo. Fue quizás, por dar alguna interpretación, la constatación de que los judíos tetuaníes constituían una población de formación europea… y

46. Del autor, podemos citar M. BENARROCH, Hatrylogia Hatetouani, Jerusalén, 2006. 47. E. BENDAHAN, Déjalo, ya volveremos, Barcelona, 2006.

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que en el nuevo Marruecos que nacía no tenía un sitio definido”48. En este sentido puede decirse que en este último medio siglo Tetuán ha sido ya un auténtico fantasma en lo que se refiere a la presencia e historia del judaísmo en Marruecos.

El planteamiento metodológico desde el que realizamos nuestra investigación sobre la Historia de los hebreos en Tetuán parte de fundamentos algo distintos a muchos tradicionales, si se quiere en buena parte complementarios, de los que se han efectuado hasta el momento en diversas ocasiones. En muchos casos el planteamiento del análisis se realizaba desde la tradición hebrea del Libro de las Lamentaciones, e insistía en los sufrimientos sin fin de sus integrantes, en las persecuciones sufridas por los hebreos desde otras sociedades. Esta era, en un plano tradicional, por ejemplo muchos de los elementos de la mirada presente en la obra del hebreo Maurice Eisenbeth49 .

La propia supervivencia histórica de los hebreos en Marruecos, superando por ejemplo las persecuciones sufridas en España o Portugal, es una muestra de que las dificultades, salvando momentos muy puntuales a lo largo de los siglos, eran relativamente salvables. Pero no es menos cierto que los hebreos en el Imperio Cherifiano, anterior a la época colonial, con sus mayores comunidades de Fez, Marraquech, Meknes o Tetuán, constituían en su conjunto un cuerpo social y no unos individuos, que desarrollaban su existencia en los márgenes de los propios marroquíes, a partir de la tolerancia también relativa que marcaba su discriminación aceptada que suponía la no menos relativa protección por parte del Sultán50. Este difícil juego del equilibrio entre tolerancia/discriminación segregada marcará su supervivencia, que estaba justificada en muchos momen-

48. J. I. GARZÓN, Los judíos de Tetuán, Madrid, 2005. Vid. R. ASSARAF, Une certaine histoire des juifs au Maroc, 1860-1999, Paris, 2005. 49. M. EISENBETH, Les Juifs au Maroc: esai historique, Argel, 1948. 50. S. DESDEN, The Mellah Soeciety. Jewish community life in Sherifian Morocco, Chicago, 1989.

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tos por su relevante papel económico y su habilidad en las relaciones desiguales51 .

Por otra parte, el estudio histórico sobre los hebreos marroquíes en los años que siguieron a la recuperación de la independencia, en los momentos del gran éxodo por cierto, de acuerdo con el análisis efectuado en su día por parte de Germain Ayache, se planteaba desde dos perspectivas científicas diferentes52. La primera de ellas pertenecería al estudio concreto de la vida en las comunidades hebreas, investigaciones que tendrían su principal representación en el plano global en Häim Zafrani53, o en los escasos estudios locales señaladamente en la judería tetuaní en los ya mencionados trabajos de J. Bta. Vilar o de S. Leibovitzi. Pero en segundo lugar, para los marroquíes el máximo interés se habría centrado en las relaciones entre hebreos y musulmanes en el país, con los problema de “la utilización” de las comunidades hebreas (vid. lo antes señalado para el caso de Tetuán) por parte de la administración colonial, dirección por ejemplo bien profundizada por parte de M. Kenbib54. En el caso de los españoles sobre Tetuán debemos destacar los trabajos de Gui-

51. L: DE CHENIER, Recherches historiques sur les maures et l´Histoire de l´Empire du Maroc, vol. 3, Paris, 1787, pp. 131-132; “los judíos no poseen ni tierras ni cultivos, no pueden disfrutar tranquilamente de sus frutos, no se les permite sino pasar con los pies descalzos delante de las mezquitas o en las calles en las que existen santuarios. El menor de los moros se cree con derecho de maltratar a un judío y éste no puede defenderse porque la ley y el juez están siempre a favor del mahometano. Pese a este estado de opresión, los judíos se cuidan mucho de los asuntos frente a los moros, como tienen su espíritu vuelto hacia al comercio y los negocio, se aprovechan con habilidad de la ignorancia en los mercados en los que participan juntos. Hay entre ellos muchos que compran mercancías del país y las revenden….. ganan ordinariamente sobre unos y otros de forma que si los judíos son vejados, ellos encuentran en los recursos de la industria los medios de resarcirse de sus humillaciones”.

52. G. AYACHE, “La recherche au Maroc sur l´Histoire du judaisme marocain”, en Juifs du

Maroc. Identité et dialogue. Actes du Colloque International sur la communauté juive marocaine,

Paris, 1980, pp. 31-35. 53. H. ZAFRANI, Les Juifs du Maroc. Vie sociale, economique et religieuse. Études de Taqqanot et Responsa, Paris, 1972; Mille ans de vie juive au Maroc. Histoire et culture, religión et magie,

Paris, 1983; Los judíos del Occidente musulmán: al-Andalus y el Magreb, Barcelona, 1994. 54. M. KENBIB, Juifs et musulmans au Maroc, 1859-1948, Rabat, 1994.

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llermo Gozalbes Busto, en relación con los siglos XVI y XVII, o de Ana María López Álvarez en relación con los momentos de auge de la comunidad entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX.

En cualquier caso, algunas cuestiones probablemente merecen más la atención en momentos más recientes. Una investigación bien desarrollada, desde parámetros de objetividad, ha sido planteada por ejemplo desde medios hebreos por parte de Robert Assaraf en relación con la dramática cuasi desaparición del judaísmo marroquí55. Y en el caso concreto de Tetuán a nuestro juicio un elemento suplementario justifica el aplicar un análisis diferencial o concreto que no hacemos sino exponer. La comunidad hebrea tetuaní tenía una muy definida tradición e identificación sefardí, y muy fácilmente se asimiló con los españoles (otrora los enemigos más acérrimos). La desaparición de la comunidad hebrea tetuaní en los años sesenta del siglo XX no sólo contuvo el factor hebreo en sí mismo, sino que junto a él también poseía el de la “desespañolización” que el Gobierno marroquí ponía en práctica en Tetuán y en el Norte de Marruecos. En ese sentido, no puede extrañar el que en la práctica la comunidad hebrea de Ceuta pasara a ser en buena parte la sucesora de la de Tetuán. Esa comunidad ceutí renació en el entorno de la Guerra de África, lo hará por la emigración desde Tetuán en esa época: en 1875 en Ceuta ya estaban censados un centenar de hebreos, cifra que se en 1935 estaba triplicada. Después de 1960, con la emigración masiva desde Tetuán y antiguo Protectorado, también algunos se establecieron en Ceuta, aunque no fue éste el lugar prioritario para ellos56 .

Terminamos esta aportación señalando que es cierto que en una buena parte la Historia de la comunidad hebrea de Tetuán es Historia de España, pero también más en concreto constituye parte de la Historia de Ceuta y de la frontera hispano-marroquí. Pero también

55. R. ASSARAF, Une certaine histoire des juifs au Maroc, 1860-1999, Paris, 2005. 56. E. GOZALBES, “Los judíos en la Historia de Ceuta”, en F. VILLADA (Coord.), Historia de

Ceuta, vol. II, Ceuta, 2009, pp. 328-329.

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la pérdida bastante relevante de la memoria de los marroquíes, y de los tetuaníes muy en concreto, sobre los judíos locales constituye otra realidad lacerante, por cuanto forma parte de su propia Historia. Sin duda, los marroquíes precisan de nueva y necesaria mirada al problema de la diversidad étnica y cultural en la Historia de Marruecos. Es natural que también en parte esa necesaria atención por la diversidad choca con muchos intereses, con muchos prejuicios, con muchos errores más generales, entre ellos los de identificación del nacionalismo con determinadas y excluyentes corrientes, y sobre todo con el actual auge del islamismo.

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