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Animalia

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas

San Francisco de Asis, Cántico de las Criaturas, c 1224

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Dentro de la clasificación científica de los seres vivos, los animales, animalia, constituyen un reino que reúne a un amplio grupo de organismos que son eucariotas, están conformados por células con núcleos; heterótrofos, aquellos en la que la materia orgánica que consumen se transforma en nutrientes y energía; pluiricelulares, están constituidos por dos o más células y tisulares, han desarrollado tejido muscular y tejido cartilaginoso.

Animalia es pues, uno de los cinco reinos del dominio Eucariota y a este pertenece el ser humano.

A pesar de nuestra animalidad inherente, somos la única especie que no depreda en aras de sobrevivir, sino que hemos utilizado nuestras herramientas intelectuales para someter a los demás seres, desplazarlos y ocupar sus espacios, alimentarnos de ellos y subsumirlos a nuestros deseos.

No se trata de un problema emergente, aunque esta discusión ha ocupado gran parte de las preocupaciones de la ética y de la bioética en las últimas décadas, la cuestión animal ha estado presente desde la Antigüedad en la historia de la filosofía. A través de la convivencia permanente del hombre con los animales, el pensamiento se ha enfrentado a diversas preguntas, cuya solución es, por demás, complicada: ¿en qué radica la diferencia entre el ser humano y los seres que lo rodean?, ¿cuál es nuestro lugar en la cadena de los seres vivos y en el planeta?, ¿podemos servirnos de la naturaleza según nuestra voluntad? Estas interrogantes se reubican en función de las nuevas configuraciones de saberes, del diálogo obligado entre las disciplinas o campos de conocimiento. Por ello, la filosofía se engarza con las neurociencias, el derecho y la genética para abordar si los animales tienen o no derechos, si poseen una conciencia semejante a la humana, si por tratarse de seres sintientes tenemos frente a ellos alguna obligación moral o jurídica, o bien, si la viabilidad de las generaciones futuras demanda o no una política clara sobre ingeniería alimentaria contemporánea.

SOBRE EL VEGANISMO

En el compendio Los filósofos ante los animales, Leticia Flores Farfán y Jorge E. Linares Salgado advierten que:

La cuestión animal se ha vuelto central, imprescindible y urgente ante un horizonte civilizatorio complejo en el que el abuso sobre estos seres no tiene parangón con ningún otro momento de la historia. La saturación de plásticos 1 en los océanos y la pesca irrefrenable amenazan con despoblar aguas que por millones de años, han originado y acogido la vida. Por otro lado, el devastador impacto ambiental de la producción alimentaria cárnica, el uso y abuso de los animales para el entretenimiento y la experimentación, el impactante incremento de especies en peligro de extinción por la tala de bosques, la caza furtiva, la contaminación del agua y del aire, nos colocan en un escenario poco alentador.

En ese sentido, en noviembre de 1944 el ebanista británico Donald Watson y la activista Elsie Sally Shrigley, junto con otras personas, se organizaron para plantear la idea de trascender del plano de no comer carne a un estilo de vida que no incorporara el consumo de ningún producto de origen animal, es decir, una vida sin productos que impliquen cualquier forma de explotación o crueldad hacia los animales, lo cual incluye no solo alimentos derivados de ellos, sino también otros artículos de origen animal como el cuero y las pieles. Y la lana. Y las perlas. Y la seda. Y gran parte de los cosméticos y productos de limpieza que utilizamos, por poner solo algunos ejemplos. Así de simple y de complicada es la definición de veganismo, una filosofía de vida restrictiva en el consumo, en una sociedad ampliamente consumista, y aun así no para de ganar adeptos en todo el mundo.

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