Memorias

Page 1

Memorias

Andrea Becerra Martín


CAPÍTULO PRIMERO Es tan fácil ver como todo se puede perder en una lágrima, como en tan sólo una mirada dejas atrás esos buenos momentos que pasaste con la gente a la que quieres....

Recemos por nuestro amigo Nacho, para que desde donde esté, pueda descansar en paz-.Recitaba el cura...

No me lo podía creer, Me quería ir, no quería seguir viendo cómo la gente se hundía en un mar de lágrimas por la pérdida de un niño de tan solo12 años...., mi mejor amigo, mi compañero de muchas tardes en mi casa, mi confidente, con el que peleaba jugando por cualquier cosa....... Por un instante mi mente se alejó de los sollozos de la gente en la iglesia y tras mis lágrimas comencé a recordar todo... -En este curso tendremos un nuevo alumno: Nacho Arriaza Silva-.dijo Belén, la profesora, Toda la clase empezó a hacerle preguntas de su antiguo colegio de qué aficiones tenía... las típicas preguntas que se le hacen a un compañero nuevo que acaba de llegar a un colegio. Durante los primeros días de ese curso y mientras todos le íbamos conociendo se fue ganando un espacio en nuestro corazón’’SOBRE TODO EN EL DE LAS CHICAS’’Prácticamente nos peleábamos por estar con él, por ser su novia. Llegaron los primeros cumpleaños y, ¡cómo no! Nacho estaba invitado a todos,


ya por aquel entonces formaba parte de ´´ La pandilla plumilla’’como nos llamaba mi madre. La pandilla plumilla siempre estaba junta: Adrián, Nacho, Juan Antonio, Federico, Ignacio, Jorge, Miguel Ángel, Lucia, Andrea, Silvia, Noelia... Pasábamos la horas de los recreos siempre juntos, Jugando a policías y ladrones, al fútbol, al baloncesto...Con nuestros enfados porque un equipo había perdido y otro ganado pero siempre juntos. Y así, conociéndonos poco a poco, pasó su primer curso con nosotros. De ese curso lo que más recuerdo es el momento en que por unos instantes me hizo la más feliz porque decidió que yo era su novia, y aunque no lo fui por mucho tiempo, nunca se me olvidará mi primer amor, y aunque dicen que un chico y una chica que se han gustado o han sido’’novios’’ no pueden llegar nunca a ser amigos, la amistad, en este caso, entre Nacho y yo perdura por encima de todo.


CAPITULO SEGUNDO Yo me hice muy amiga de él, por decirlo de alguna manera era mi mejor amigo. Mis padres y sus padres se fueron conociendo y se cayeron bastante bien. Casi todos los días Nacho se venía a mi casa a hacer los deberes y luego a jugar hasta que llegara su madre. Eso era una relación de amigos bastante buena. Si yo tenía algún problema el estaba ahí, siempre con esa sonrisa en la cara a cualquiera se le alegraba el día por muy triste que estuviese, aunque el cielo estuviera negro él con esa carita le ponía color...Al principio siempre estábamos discutiendo por todo, aunque a veces lo hacíamos de broma...No sé, era en una persona súper simpática, agradable, graciosa.... Susana, la Profesora encargada de la celebración del funeral, se arrimó a mí muy despacio, - Andrea, ¿Cómo estás? ¿Te ves capaz de salir a leer? No pasa nada si no puedes, tranquilízate, se te ve muy mal... ¿quieres ir al baño a despejarte un poco? -No, estoy bien, voy a intentarlo aunque no se me entienda mucho, lo quiero hacer por él, por nosotros. Miré hacia donde estaban mis padres y justo en el banco de delante de ellos estaban sentados los padres de Nacho. Con un gesto casi imperceptible vi como mi madre consolaba a María y a Miguel. Me sorprendió comprobar como Miguel lloraba más que el día del entierro, su cara era una auténtica agonía. Me miraron como si supieran que yo les estaba mirando y con un gesto que solo yo podía reconocer pude comprobar que me daban todo el cariño que no podían darle a su querido hijo. Cerré los ojos y lentamente tomé aire para intentar


recomponer mi alma, entonces oí como mis compañeros que estaban en el altar empezaron a hacer las ofrendas. -¡Señor! Te ofrecemos el mando de la Play.........Entonces de nuevo los recuerdos se agolparon en mi mente y volví al pasado. Era junio y ya habían terminado las clases por la tarde y el próximo viernes Nacho celebraría su cumpleaños, aunque casi nadie sabía que en realidad hasta el 4 de Julio no era de verdad su cumpleaños. Subimos a la Cafetería del Colegio a las 5 de la tarde y una gran mesa nos esperaba llena de chucherías y refrescos, todos los allí presentes eran mis compañeros de clase con algunos de sus padres. Mi madre se quedó a merendar con nosotros. Estuvimos jugando a un montón de cosas, en esa época uno de nuestros juegos favoritos era Policías y Ladrones y a celebrar bodas y divorcios. Juannan era el Juez y Lucía y yo las abogadas defensoras. Casi siempre casábamos a Silvia con Adrián, porque se gustaban. Recuerdo que un día a la salida de clase la madre de Silvia se enfadó mucho con nosotros por que habíamos jugado a los divorcios y no le parecía bien.

Estuvimos toda la tarde jugando y riendo en el cumpleaños, ese fin de semana fue el primero que pasé en casa de Nacho cuando todavía vivían en el barrio antiguo.


CAPITULO TERCERO Como pasa el tiempo...En esta misma iglesia hacía apenas un par de años hice mi primera comunión. Recuerdo como estábamos sentados en los bancos mirando hacia nuestros padres y riéndonos de como lloraban de emoción y sin embargo ahora miro a mi madre y veo como llora y no de emoción sino de pena por el dolor que siente al acordarse de Nacho, El día de la comunión de Nacho nos levantamos temprano y fuimos a la ermita de San Antonio que fue donde Nacho hizo la comunión, hacía apenas dos semanas que yo la había hecho, Cuando llegamos nos le encontramos en la puerta con sus padres, me miró me sonrió ¡Estaba tan guapo! pero le picaba todo el cuerpo por el traje, estaba harto de posar para las fotografías y lo único que quería era que le dejaran en paz para poder jugar. Mi madre se enfadó mucho conmigo por que no me quise ir con él a comer, preferí una guerra de agua en el colegio que pasar el día con mi amigo...Cuánto me arrepiento de no haber pasado todo el tiempo que podía con él. Como regalo de comunión nos fuimos ese año juntos de campamento a Mohernando. Por suerte nos tocó en el mismo grupo y estuvimos prácticamente, las dos semanas que duraba el campamento, juntos. En esos quince días, aprendí mucho de los animales ya que a él le gustaban mucho y sabía muchas cosas. Esos quince días se pasaron volando y cuando nos tocó volver a casa, yo me fui con sus padres en el coche. De camino a casa teníamos tanta hambre y estábamos dando tanto la lata que tuvimos que parar en un bar de carretera para que comiésemos.


CAPITULO 4 Empezó el curso y yo no sabía que le pasaba a Nacho, estaba muy raro y apenas hablaba, muchas veces los profesores tuvieron que llamar a casa porque lloraba desconsoladamente. Después de preguntarle muchas veces que le pasaba me dijo que tenía miedo y yo le pregunte por qué .yo sabía que su tío se había muerto, pero no sospeché que era por eso, Me dijo que no quería que le pasase lo mismo a su padre, yo le dije que era una tontería, que su padre no estaba enfermo y que él nunca se quedaría solo. Todas las tardes a la salida de clase Nacho se venía a mi casa hasta que llegaba su madre y muchas veces le ponía excusas para quedarse más y más, así que, terminaban quedándose hasta muy tarde cuando venía su padre a recogerlos. Las madres se sentaban en el salón o en la cocina y se ponían a hablar durante horas y nosotros, después de hacer los deberes nos poníamos a jugar y a charlar sobre un millón de cosas.

A partir de ese momento, pasó a ser uno más en la familia, era como un hijo más para mis padres. Si había un castigo, era para los dos, si había un beso era para los dos...Hasta el zapatillazo si era preciso, ya que siempre acabábamos haciendo algún desastre o pegándonos. Entonces llegaba su madre y le decía que nunca más volvería a mi casa y claro, él me echaba la bronca para que así me castigaran a mí y a él le dejasen volver. Por mucho que nos enfadáramos acabábamos perdonándonos, no podíamos pasar ni un minuto sin estar juntos, para mí también era como uno de la familia, era como mi hermano...


CAPÍTULO 5 Otra vez estoy sintiendo y puedo ver el dolor que siente la gente a mi alrededor. Todos con la cara llena de lágrimas intentando coger aire para poder respirar...

Creo que ya queda menos para que acabe la misa, aunque todavía queda el momento en que me toque leer, no sé si podré hacerlo, no tengo fuerzas ni para coger aire pero lo intentaré, lo haré por él...

Estoy intentando recordar algo más de mi vida, pero no puedo. Muchos recuerdos borrosos, algunos con claridad pero no junto a Nacho y eso es precisamente lo que necesito en este momento, es lo que quiero recordar. Solo me llega a la mente ese preciso momento en que mi madre me llamó desde el salón para decirme una cosa... -.!Andrea! me gritó. -¿Qué mamá? Le dije con una voz subida de tono. -.Tengo que hablar contigo, así que haz el favor y ven aquí inmediatamente. En un instante me encontré sentada junto a ella llorando desconsoladamente. -a ver hija.-me dijo con voz un tanto rara, ¿Te acuerdas que hace dos semanas Nacho tuvo que ir al médico?


-.Sí mamá, me acuerdo. -.Pues bien, le han tenido que hacer muchas pruebas porque no le encontraban ningún motivo por el que no pudiera mover la muñeca. -.Si mamá, eso lo sabía, sabía que no podía mover la muñeca, pero no pensé que fuera tan grave para tener que hacerle mil pruebas. Mamá, ¿no le pasa nada malo no? -. Mira hija, la vida a veces nos puede parecer injusta, pero hay que tomarla como viene y hay que afrontar las cosas con todo el valor posible, y desgraciadamente, hoy, le ha tocado a Nacho afrontar con valor, lo que le viene por delante. -.Mamá, ¿qué me estas queriendo decir con esto? -.Te estoy queriendo decir que Nacho tiene una enfermedad muy grave y que va a ser muy difícil que se ponga bien, cariño, Nacho tiene un tumor en la cabeza. En ese momento en mi cara sólo se podía notar la pena tan grande que sentí y el miedo a perder a mi mejor amigo se apoderó de mí. -¡No mamá! no puede ser verdad, ¡Nacho no esta malo, me estas mintiendo! Corriendo me fui a mi habitación, allí sería en el único lugar en el que podría estar en paz. Comencé a recapacitar y aunque no pude entender muy bien la situación, sabía que algo muy malo empezaba a suceder. Desde ese momento mi vida cambió por


completo. Llegaron días muy tristes para mí. Siempre que sus padres llamaban para darnos alguna noticia de la salud de mi amigo, el mundo se me venía encima al pensar que en cualquier momento pudiesen decir lo que no quería oír.


CAPÍTULO 6 Fueron muchos los meses que pasaron sin poder ver a Nacho. Yo lo único que hacía era preguntar por él, en esos momentos sólo me importaba Nacho. Un día mi madre me dijo que cuando la semana terminara, al salir del colegio podría ir a verle, por unos instantes me quedé sin saber que decir, me estaba intentando decir qué ¿se había recuperado de su enfermedad? Mi madre me dijo que también irían conmigo varios amigos pero que no podríamos agobiarle, ya que sus condiciones físicas no eran muy saludables. Por fin llego el día y a la salida del colegio otras madres de mis amigos nos esperaban a todos para ir a verle, me dijeron que mi madre ya estaba allí y que nos estaba esperando en el hospital. Cuando llegamos allí, nos intentamos colar los seis que íbamos en la habitación pero las enfermeras nos pillaron y tuvimos que esperar en la sala de espera hasta que Nacho salió a saludarnos, nos dijeron que allí estaría más cómodo que en su habitación, que era bastante pequeña. Cuando le vi, lo único que pude hacer fue decirle hola, en ese momento me asusté mucho de su aspecto, tenía la cabeza vendada y la verdad se notaba que lo estaba pasando demasiado mal. Todos queríamos estar a su lado, estuvimos hablando con él bastante rato y como era de esperar comenzó a encontrarse algo cansado, así que le pidió a mi madre que le llevara a la habitación y se despidió de nosotros con un “hasta luego”. Silvia, Lucía, Andrea y yo que éramos las únicas chicas que le fuimos a ver entramos en la habitación después de que los chicos salieran de ella. Nos estuvo contando muchas cosas y por desgracia llegó


la hora de irnos, él iba a comer y nosotros teníamos que irnos...Todos nos despedimos con un beso y abrazo enormes, para alguno de nosotros fue la última vez que le vimos. Cuando llegué a mi casa me encontraba bastante decaída, me había impresionado mucho verle así, tan triste, él que siempre estaba con la sonrisa en la boca. −

Este funeral, lo han preparado algunos de sus compañeros con todo el cariño que le pueden tener a un amigo. Por eso ahora van a salir aquí y van a decir algunas palabras-. El momento había llegado, todavía no me encontraba con demasiadas fuerzas para salir allí y delante de todo el mundo hablar. Me tocó el momento pero no me salía la voz, tuve que respirar hondo unas cuantas veces hasta que por fin una ligera voz salió de mi cuerpo, logré hablar y aunque luego me dijeron que no se me entendió muy bien yo me sentía satisfecha de haberlo podido hacer y todo por él.


CAPÍTULO 7 Pasaron y pasaron los días y no le podía ver, pero llegó mi cumpleaños y el mejor regalo que me pudieron hacer fue que Nacho fuera a felicitarme, con una gorra y aunque no caminaba muy bien y tuvimos que ayudarle a merendar estuvo con nosotros pasando una buena tarde, al menos distinta de las que últimamente tenía que pasar rodeado de médicos y bajo los efectos de la quimioterapia. Esa fue para mí la última tarde en que su sonrisa y su mirada volvieron a acompañarme. Casi todas las semanas mis padres hablaban con los suyos y unos días parecía que había mejorado pero otros comentaban que los médicos habían tenido que intervenir porque se había puesto bastante grave. Llegaron las navidades y le dieron el alta. Por fin se iba a casa, aunque al cuidado de una enfermera, pero estaba en su hogar. Mis padres un día me dijeron que Nacho estaba muy mal, que no podía hablar y apenas tenía fuerzas para escribir en la pizarra y dirigirse a su familia. No lo lograba entender, si se había ido a casa ¿cómo es que estaba tan mal...?. El día de año nuevo, muy tarde casi de noche sonó el teléfono. Eran los padres de Nacho anunciando que le habían tenido que ingresar de urgencias que estaba en coma. En ese momento yo estaba dormida, pero como por esos días yo estaba alerta escuché la conversación y rompí a llorar. Mis padres no me querían decir nada y tuve que confesar que había escuchado la conversación. Mi madre me abrazó y me dijo que en ese momento salían para el hospital, que mi abuela bajaría a cuidarme. Yo quería ir con ellos pero no me dejaron, al final me quedé dormida


de tanto llorar... Al día siguiente, me desperté empapada en lágrimas, tenía toda la cara pegajosa de haber llorado tanto la noche anterior. Pensé que habían pasado tan solo unas horas pero en realidad el llanto me hizo despertar a la mañana siguiente.

Me levanté de un salto, corriendo fui a ver a mi madre, me abrazó de una manera, que a decir verdad, no era como los abrazos que me había dado en toda mi vida. Pude sentir sin que me dijese nada que Nacho no estaba para nada bien. Intentó explicarme que había llegado el momento en que tenía que descansar, que ya no podía luchar más, que ya me había dicho que la vida era dura, que llorara lo que quisiera, que intentara recordar todos los buenos momentos junto a él Pasaron dos días interminables esperando noticias del hospital. Oía como mis padres hablaban sobre el tema y como mi madre no dejaba de llorar en silencio y cuando yo la pillaba hacía como si no pasara nada, se secaba las lágrimas con el dorso de la mano y mi hermana nos decía que ella tenía mucha pena pero que si estaba malito era mejor que se fuera al cielo con mi tío Narciso, que él le cuidaría. Nacho no salía del coma, y yo seguía creyendo que lo podía conseguir. Se acercaba el día de los reyes y el único regalo que deseaba con más fuerza era que Nacho se pusiese bien, pero por más que rezaba no había manera.


CAPÍTULO 8 Apenas quedaba un día para la cabalgata y la noche más especial de mi vida se acercaba, pero aún así no me encontraba para nada bien, me faltaba alegría y como era de entender no la tenía ya que mi mejor amigo estaba a punto de morir.

Se hizo de noche y sobre las siete sonó el móvil de mi madre. A esas horas era muy raro que sonase el móvil así que me levanté de un salto de la cama y me dirigí hacia mi madre. La vi llorando desconsoladamente. No me tuvo que decir nada para que yo me diera cuenta de que Nacho había muerto. Todo se volvió negro y corriendo me fui a mi habitación a llorar, sentía rabia, dolor, angustia... mi mejor amigo muerto...no podía ser verdad, en ese momento me sentía la niña más infeliz del mundo, me quería morir, no sabía que hacer, donde meterme para poder estar sola. Mi madre vino a mi habitación y me dijo que me pusiera al teléfono que Patricia, que en esos momentos era mi tutora y estaba al tanto de la relación que tenía yo con Nacho, quería hablar conmigo. Me dijo que no me preocupara, que así era mejor, que ahora Nacho podía estar en paz y que así ya no sufría,, yo no tenía fuerzas para contestarla me sentía realmente mal, me dijo que al día siguiente nos veríamos en el entierro y que contara con ella para lo que fuese. Me pasé prácticamente la noche entera llorando, le quería con locura y se había ido para siempre. Al día siguiente, después de comer, mis padres y yo quedamos con la madre de Silvia, mi compañera, para ir al


entierro. Cuando llegamos María, la madre de Nacho me abrazo fuertemente y con un “mi niña” intentó consolarme, pero yo no tenía consuelo, comencé a llorar. Miguel, su padre, me abrazó por los hombros y me llevó a unas sillas que había en el pasillo. Me dijo que no llorase, que fuera feliz, que Nacho, allí donde estuviese no querría verme así. Que no pasaba nada, que así era la vida, que él siempre me iba a recordar y que siguiera a delante. Me dijo que pensara que se había marchado de viaje a un sitio donde no había cobertura y por eso no podría llamarle al móvil ni él a mí, pero que podría seguir hablando con él, solo tenía que cerrar los ojos Y hablar. Como en una película veía llorar a mi madre, mi padre no podía ni respirar, los padres de Silvia lloraban desconsoladamente, pero yo no era capaz de darme cuenta que los sentimientos de toda esa gente, mucha gente, un sinfín de gente llegaba y de pronto comenzaron a llegar mis compañeros: María, Juannan, Miguel ángel...No había que decirnos nada, sólo con mirarnos entendíamos todo el dolor que sentíamos. Volví a mirar a la gente que seguía llorando y pude comprobar que no era la única que lo estaba pasando mal. El tiempo se había detenido, me ahogaba el dolor que se respiraba en el interior y tuve que salir a tomar un poco de aire. Cuando volví a entrar el dolor lo invadía todo, el llanto inundaba los bancos de la sala, todo a mí alrededor era un mar de inmenso dolor. Me dirigí a mi sitio y me senté. No tenía ganas de estar con nadie, por una parte no quería estar allí pero por otra sí, no podía ver como Miguel y María se hundían en el dolor. Me aislé en una esquina y allí me senté y seguí llorando. Al cabo de un rato Patricia se acercó y me


abrazó, me preguntó que cómo estaba y me dijo que fuera con ella, que la misa antes del entierro iba a comenzar y había que ir a la capilla. Fui con ella y me reuní allí con mis padres, me senté con mis compañeros. Fue una misa muy emotiva, sus primos subieron al altar y leyeron una carta para Nacho y sus padres. Con un silencio sepulcral la misa terminó, había tanta gente que pidieron quedarse a solas los últimos momentos antes de la incineración, todos nos dirigimos al exterior y tras una breve despedida a mis compañeros y abrazada fuertemente de mi madre nos metimos en el coche. Cuando llegué a casa ya era muy tarde. No tuve ganas de preparar nada para la llegada de los reyes así que me fui a la cama. Ya en mi habitación, tumbada en la cama, hice lo que Miguel me había dicho, cerré los ojos y hablé con Nacho le pregunté por qué me había dejado sola, que no tenía a quien contarle mis cosas ahora, que le necesitaba, le pregunté que si me echaba de menos, pero no me contestó. Esas navidades no fueron las mejores para mí, y a decir verdad a partir de ese año ninguna navidad será como antes. El funeral había terminado mi madre estaba a mi lado abrazándome. Me dijo que saliéramos fuera que allí estaban María y Miguel. Cuando los vi, me abracé a ellos y me dijeron que me querían mucho y que sabían que yo quería mucho a su hijo, pero que aunque la vida había sido muy dura con él que debía ser fuerte y seguir adelante.


CAPITULO FINAL Ya ha pasado más de un año desde que Nacho se marchara a ese lugar donde según Miguel no hay cobertura, pero donde estoy segura que me escucha cuando hablo con él. Para mí sigue y seguirá siendo mi mejor amigo para siempre y sé que desde donde está, me ayuda a seguir adelante. He vuelto a su casa, fue muy duro entrar a su habitación y tocar los sitios que el había tocado antes, le sentí a mi lado, comí en su mesa me abracé a sus padres, por un momento pude sentir que me susurraba al oído que le dijera a sus padres que les quería mucho y que no lloraran que él estaba bien, que aunque no estuviera allí estaría siempre a mi lado y con ellos. Me traje recuerdos que atesoro en mi habitación, donde una foto de él es lo primero que veo cuando entro en ella y cuando me despierto por las mañanas. Todavía comparte el salón de mi casa con nosotros, y todavía hablamos de él como si siguiera siendo uno más en nuestra familia. Estas navidades estuvo presente en todo momento y aunque volvía a revivir eso momentos tan tristes quise iluminarle con una gran vela frente a su foto el día en que un año atrás nos dijo ¡Hasta luego, nos veremos pronto! Por eso Nacho, quiero que sepas que nunca te olvidaré y que mi amistad será para siempre, que espero que cuando llegue el día en que tenga que decir ¡Hasta luego! Me estés esperando para poder contarte todo lo que ha pasado desde


que te fuiste, que te he echado mucho de menos, ¡HASTA PRONTO NACHO


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.