entre NOSOTROS
Física en EL BILLAR José Manuel Posada de la Concha
Paco llegó a casa, pero como mi papá también se encontraba en la sala, titubeó. Solamente logró decir con voz vacilante: – Vamos al Centro Recreativo Chiapas. Sonreí, me levanté del asiento y salí con él. En la noche, cuando regresé, mi papá me preguntó: –¿Qué es el Centro Recreativo Chiapas? –El billar –contesté. Ambos soltamos la carcajada.
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Acuarela de una mesa de billar. Wallace J. Miller.
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aco ignoraba que mi familia posee una larga historia de buenos jugadores con las “esferas de marfil” y aunque yo soy la excepción en la práctica, en teoría me defiendo bien. Pero a decir verdad, dominar solamente esto último casi nunca sirve de mucho. Paco suponía que mi papá no vería con buenos ojos que su vástago fuera a jugar billar. Es muy curioso el comportamiento social que tenemos hacia este juego: poseer una mesa de billar en casa es reflejo de un aceptable estatus social, pero ir a un establecimiento a jugar en muchas ocasiones es indicativo de lo contrario. La imagen que se tiene de los lugares donde se practica billar no es muy favorable. Muchas veces los billares son sitios donde se apuesta aunque esté prohibido, se fuma en exceso, se vende licor.Y aunque no debemos negar que en ciertos locales de las grandes ciudades y en muchos pueblos del país sí llegamos a encontrar establecimientos con estos ambientes extremos, también es cierto que existen muchos sitios para la práctica de este juego con un buen ambiente. Hay tantos de un tipo como de otro. Es una lástima que un juego tan hermoso, con historia, con jugadores de leyenda, con partidas memorables y para el cual se requiere una habilidad
CORREO del MAESTRO
núm. 161 octubre 2009
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