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Carta Editorial El 8 de marzo se recuerda el día internacional de la mujer, en honor a aquellas mujeres de una fábrica de New York que fueron maltratadas e inmoladas un 8 de marzo de 1908. Con esto se trata de conmemorar en una fecha determinada, todas las luchas, triunfos y reivindicaciones de la mujer a través de los siglos, reconociendo la importancia de su papel en la sociedad.

más machista que sea una sociedad hay barreras que el conocimiento siempre podrá derribar.

Por esta razón Ediciones Legales, se une con esta edición a rendir homenaje a todas las mujeres del Ecuador y del Mundo, en especial a aquellas vinculadas con el sector justicia, que de una u otra manera día a día y con acciones positivas contribuyen con la construcción del Ecuador como un Estado de Derechos, donde prevalezca la justicia, incluso por encima de la Ley.

Concluyo así este editorial y con él mi reconocimiento especial a todas las mujeres del Ecuador, a esas héroes anónimas, que muchas veces luchan contra el mundo por darse una oportunidad y hacerse un espacio dentro de una sociedad aún muy machista, sin perder su rol femenino o su deseo de conformar una familia. Sé por experiencia propia, pues orgullosamente soy mujer, que para nosotras cada día es un reto, que trabajar, estudiar, emprender proyectos y no quedarse como una simple espectadora de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y a la vez cuidar de los hijos, del cónyuge y que en la casa todo marche bien, es muchas veces cansado, sacrificado y una tarea no siempre fácil. ¡Pero las mujeres podemos! Lo hemos demostrado con el devenir de la historia, por algo se dice que, incluso Dios, los grandes retos sólo se los impone a los verdaderos valientes.

Nos acompañan así en este número mujeres brillantes y de gran trayectoria como la Dra. Rosalía Arteaga, la primera mujer Presidenta del Ecuador, con un artículo sobre la Mujer y la educación en el Ecuador, pues quién sino la mujer en su rol de madre para ser la mejor educadora de sus hijos, ¿o no es acaso ella la que en gran medida determinará el éxito o fracaso escolar de sus vástagos y muchas veces incluso influenciará también en el tipo de seres humanos que serán cuando sean adultos? Contamos también con el artículo de la Dra. Patlova Guerra Guerra, sobre la Mujer en el Derecho, en el que se hace un recuento interesante del paso de la mujer por varias áreas del derecho y que sobre todo concluye con un llamado importante a que las mujeres no nos detengamos nunca en nuestro aprendizaje y luchemos siempre por superarnos, pues por

Y por último, pero no por eso menos interesante está el artículo de la Dra. Tatiana Pérez Valencia, titulado “la justicia del siglo XXI tiene rostro de mujer”, con un enfoque humanitario y realista del tema.

El mundo actual exige que la mujer se desempeñe en varios roles, todos muy importantes, y que a todos les ponga amor y valor, ya que somos las principales forjadoras de nuestro destino.

Gracias por su atención, Ab. Patricia Solano Hidalgo Miembro del Comité Editorial Novedades Jurídicas y Tribuna Democrática. 3


Tribuna Democrática es una sección de Novedades Jurídicas, que incorpora el pensamiento de destacados intelectuales, con el objeto de ilustrar a nuestros lectores sobre temas de variada naturaleza y contribuir al progreso de la sociedad ecuatoriana. En este espacio se respeta la pluralidad de posiciones, aun en temas polémicos con los que podemos discrepar. En resumen, pretendemos poner en práctica la libertad de expresión, derecho fundamental en un Estado Democrático.

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A la Dirección Señores TRIBUNA DEMOCRÁTICA Ciudad.-

3. LUCIO GUTIERREZ 578 864

6,73%

A propósito del editorial del Dr. Fernando Moreno Almeida, considero que una verdadera exaltación a la democracia se llevó a efecto el domingo 17 de febrero de 2013, cuando el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en el poder desde enero de 2007, fue reelegido para un segundo mandato de cuatro años.

4. MAURICIO RODAS 335 528

3,90%

5. ALVARO NOBOA

319 935

3,72%

6. ALBERTO ACOSTA

280 537

3,26%

7. NORMAN WRAY

112 522

1,31%

Al 1.º de marzo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) computó el 100% de actas para Presidente de la República. Estos son los resultados:

8. NELSON ZAVALA

105 583 1,23%

1. RAFAEL CORREA

4 918 137 57,17%

2. GUILLERMO LASSO 1 951 078 22,68% 4

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Hay que aprender mucho de la voluntad soberana del pueblo. Atentamente, Diego Fabián Tipán.


Mujer y educación en el Ecuador • Rosalía Arteaga Serrano • • • • • • •

Directora Fundación Natura Regional Presidenta Ejecutiva Fundación Fidal Ex Ministra de Educación, Cultura y Deportes Ex Vicepresidenta y Presidenta Constitucional del Ecuador Ex Secretaria General de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) Miembro del Consejo Editorial Enciclopedia Británica 2005-2007 Autora de numerosos libros y publicaciones.

Es prácticamente común mencionar que la madre es la primera educadora del hijo; se dice también, y esto con basamento científico, que el niño aprende más durante sus dos primeros años de vida que en todo el tiempo futuro, es decir en el transcurso de su vida. Parecería que en esto hay mucha razón, ya que los niños en los primeros años, aprenden a relacionarse con el mundo circundante, se enfrentan con el extraordinario universo de las relaciones y de las emociones, además de conocer y darle nombre a las cosas a través del lenguaje. Todo esto es maravilloso, casi mágico. El papel de la madre, también el del padre, en los tiempos actuales, con la toma de conciencia de los hombres, que han dejado de ser solo los proveedores económicos, deben ser relievados y estimulados, en la conciencia de que los dos progenitores tienen esa extraordinaria tarea que cumplir frente a sus hijos. En todo caso, no es a este tema, el de los primeros años al que voy a referirme en

este breve artículo, sino más bien a lo que ha venido siendo cada vez más una constante, conforme avanzan los años, y es en el más relevante papel que cumple la mujer dentro de los procesos de la educación formal, ya como maestra de grado en la escuela, hasta incrementarse su participación en la educación media y también en los ámbitos universitarios, en donde se siente cada vez más su presencia en los denominados claustros universitarios, como maestras, aunque la dirigencia universitaria, a nivel de decanatos, pero sobre todo de rectorados todavía no es tan significativa como debería ser. Para comprender el verdadero papel de la mujer en la educación, baste remitirnos a cuál ha sido el avance o la inclusión de la mujer en los procesos educativos. Para ello, la vida de una sola mujer en el Ecuador podría ilustrarnos de debida forma, nos referimos a la historia y testimonio de vida de una mujer lojana, que representa un símbolo de lo que tuvieron que atravesar y superar las mujeres en su camino para lograr vencer los atavismos, las cos5


“…solamente a través de la educación, que la mujer puede insertarse de debida manera en la sociedad. Su lucha, al igual que la de tantas y tantas mujeres a lo largo de la historia de la humanidad, es la que consigue que luego, muchas hayamos podido enfrentar otros retos, tomar otras alternativas; desde luego a costa de sacrificio y esfuerzos, pero que, sin lugar a dudas, no habrían sido posibles, sin la decisión y el coraje de otras mujeres como Matilde Hidalgo, que abrieron el camino.”

tumbres y salirse con la suya, es decir rebasar aquello que se consideraba como usual, esto es que las niñas, luego de terminar la educación básica, en ese tiempo, el de Matilde Hidalgo de Procel, allá por finales del siglo XIX y comienzos del XX, debían dedicarse a las “tareas de la casa”: lavar, planchar, cocinar, coser y bordar, aprender a criar a niños pequeños, tal vez componer algunos pequeños poemas y tocar el piano con gracia, o pintar paisajes bucólicos, todo ello encaminado a volverla más atractiva para cumplir su fin ulterior y predestinado, el de conseguir esposo, formar una familia, criar hijos y obedecer al marido. Esto, claro está en los privilegiados hogares de la clase media y alta. Porque en las clases más humildes, la situación de la mujer era mucho peor, lo sigue siendo. Pero, y ahí viene lo extraordinario de la vida de Matilde, la niña que luego habría de convertirse en la doctora Matilde Hidalgo de Procel, la primera mujer médica del Ecuador y la primera mujer votante de América Latina, es que esta niña, probablemente alentada por padres comprensivos, no quiere quedarse en la casa, quiere algo más, quiere ir al colegio, por lo que, y venciendo tradiciones fuertemente enraizadas, malas interpretaciones, es la primera mujer en ser aceptada en un colegio en Loja, colegio de varones por supuesto, y luego, gracias al talento y visión del entonces rector de la Universidad de Cuenca, Don Benigno Malo, se la acepta como estudiante de la facultad de medicina. Todo esto vale la pena recordarlo, puesto que es solamente a través de la educación, que la mujer puede insertarse de debida manera en la sociedad. Su lucha, al igual que la de tantas y tantas mujeres a lo largo de la historia de la humanidad, es la que consigue que luego, muchas hayamos podido enfrentar otros retos, tomar otras alternativas; desde luego a costa de sacrificio y esfuerzos, pero que, sin lugar a dudas, no habrían sido posibles, sin la decisión y el coraje de otras mujeres como Matilde Hidalgo, que abrieron el camino. Pues bien, ya posicionada la mujer, en décadas posteriores, como sujeto de derechos, entre los que el derecho a la educación es tal vez el más valioso, poco a poco, al comienzo de manera invisible, pero luego mucho más notoria, las mujeres van transformándose en esas abnegadas maestras, aquellas que se formaron en los antiguos Normales, o centros de aprendizaje que la revolución liberal consolida, para luego ser parte de lo

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que constituye la mayor fuerza laboral en temas de educación, es decir, la mayor parte, más allá del 70% de maestros de educación básica en nuestro país, son mujeres, e igual está ocurriendo con la educación media y universitaria. Tal vez en el caso del bachillerato, las cosas tiendan a cambiar para buscar un equilibrio de género, sobre todo ahora que la demanda de profesores en áreas como física, química, matemáticas, es mayor, puesto que todavía la presencia de las mujeres en esas disciplinas en menor que en otras. Las últimas estadísticas demuestran que de cada siete mujeres, al menos una tiene título universitario, lo que constituye un avance frente a datos anteriores. Si, como lo hemos comprobado, la mayor parte de maestros en el país son mujeres, deberíamos estar enfrentando un cambio de paradigmas importante. Ya no solo es visible la labor y el liderazgo de la mujer en el hogar a la hora de criar a los hijos, sino también la presencia en las aulas de clase, que durante mucho tiempo se ha visto como compatible, por horarios, por períodos vacacionales, con las que cumple en el hogar. Claro que ahora con la extensión de los horarios laborales y la exigencia de permanecer más tiempo en el sitio de trabajo, así como el llenado de papeles y formularios y toda una engorrosa burocracia, esa ventaja que tenían las maestras, sobre todo aquellas con hijos pequeños, tiende a desaparecer. Pero, ¿están realmente cambiando esos paradigmas? Es que la presencia de la mujer en las aulas, ¿está alejando comportamientos machistas? ¿Está la mujer mejor tratada al interior de su propio hogar? Las estadísticas nos dicen que no, que la situación sigue siendo calamitosa: seis de cada diez mujeres confiesan que sufren violencia y son maltratadas por sus

parejas, llámense estos esposos, convivientes, novios... Por supuesto que siempre quedará la duda de si estos índices son mayores, habida cuenta de que muchas mujeres, sobre todo las de estratos económicos altos, no se atreven a denunciar los agravios por vergüenza, por no querer visibilizar lo que ocurre en sus hogares. La violencia psicológica y sexual son también temáticas que deben abordarse. ¿Por qué, si las madres son las educadoras de sus hijos, si las maestras lo son en las escuelas, no tenemos una sociedad más justa e igualitaria? Por falta de leyes no es el caso, Ecuador ha tenido leyes de avanzada, sobre todo a raíz de la revolución liberal. Más bien habría que ver cuánto de prácticas son las enseñanzas, cuánto se queda solamente en enunciados huecos, y cuánto se ejecuta en realidad en cuanto a temas como compartir las tareas de las casas, valorar el trabajo de las mujeres, conseguir igual reconocimiento social y económico. Tal vez por allí podríamos apuntar en cuanto a soluciones reales y que mejoren la calidad de vida de las mujeres y por lo tanto de los hogares ecuatorianos. Es verdad que se ha avanzado, eso no puede negarse, lo importante es no estancarnos en la consecución de una sociedad más igualitaria, más justa, más responsable y respetuosa de los derechos de los unos y de las otras. En todo caso, la educación en el Ecuador, como en buena parte del mundo, está más en manos de las mujeres que de los hombres. Está ya lejano el tiempo en el que provocó admiración el que un presidente pidiera a una mujer que ocupara la cartera de educación, y en la que fuera considerado extraordinario que una mujer liderara procesos de cambio dentro de los estamentos educativos. Me tocó en suerte ser esa Primera Mujer Ministra de Educación de mi país, cargo que lo ostenté con orgullo, cons7


ciente del paso que se estaba dando con ese nombramiento, pero también de la gran responsabilidad que eso entrañaba. Ya nadie se admira de que las mujeres estemos ocupando todos aquellos cargos que antes les estaban reservados a los hombres, pero todavía parecería que las miradas se fijan, en cuanto a su desempeño, y son más críticas, cuando las mujeres son las que cumplen o incumplen las metas y los objetivos trazados. Todavía la mujer es la que sufre más la violencia doméstica, la que lleva dobles y triples jornadas de trabajo, la que pretende ser la Súper Mujer, siendo buena trabajadora, buena madre y esposa y hasta, a veces, tratando de no dejarse avasallar por las rutinas diarias, para cumplir sus expectativas creativas, como escritora, pintora, música, investigadora.... Todavía es ella la principal responsable en la crianza de los hijos, todavía ella siente que debe darle al esposo las satisfacciones que exige, para que no tenga que buscar en la calle o con otras mujeres aquello que no obtiene en su casa. Todavía es ella la que realiza mayores tareas de voluntariado, es el dínamo del trabajo solidario, de

buena voluntad, sin pago o remuneración. Todavía hay muchos todavía, si bien nos vamos acercando cada vez más, al menos dentro del mundo occidental, a lo que debería ser una sociedad más equilibrada. Lo del mundo oriental es otra historia: la de mujeres obligadas a dejar los estudios universitarios, las que están forzadas a llevar un velo en la cabeza, la burka que no permite ver su rostro, las niñas sometidas a procesos de ablación para que no tengan jamás el disfrute sexual, las apedreadas por delitos por los que los hombres no reciben más que reprimendas, las encerradas en las cuatro paredes de su casa, las que no pueden optar por la profesión que les gusta, las que no pueden salir a la calle sin compañía masculina, las acusadas de “tentar” con su vestuario para que se cometa el delito de la violación y del estupro, las... las....las... Por ello podemos concluir que todavía a las mujeres nos toca un largo camino por recorrer, teniendo a la educación como la gran aliada, y al mismo tiempo reconocer que el rol de la mujer en la educación formal y no formal es trascendental e insustituible.

Nota: Los editoriales se publican en orden alfabético de los colaboradores.

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La mujer en el Derecho • Patlova Guerra Guerra Maestría en Educación Superior Mención en Ciencias Jurídicas; Especialista en Gestión de Procesos Educativos; Doctora en Jurisprudencia y Abogada de los Tribunales de la República, Universidad Central del Ecuador, Facultad de Jurisprudencia, Escuela de Derecho, Quito, Ecuador. EXPERIENCIA DE TRABAJO: Corte Suprema de Justicia; Procuraduría General del Estado; Corte Superior Quito; DOCENCIA UNIVERSITARIA y CAPACITACIÓN: Universidad Central del Ecuador; SEK Internacional; Católica del Ecuador; San Francisco de Quito;Universidad Andina Simón Bolívar – Sede Ecuador y Bolivia; Universidad Regional Autónoma de los Andes; Corte Suprema de Justicia; Consejo Nacional de la Judicatura; Embajada de EE.UU. ; Ministerio Público; Policía Nacional. Capacitadora de Vocales de Tribunales , Jueces Penales, y Policía Nacional.

Basta solamente citar a Shakespeare en su obra “la fierecilla domada” para apreciar la condición de la mujer en todos los tiempos: “¿Por qué miráis así de enfurecida? ¿Por qué ese gesto de amenaza? ¿Por qué miráis a vuestro esposo con esos ojos que supuran odio y desprecio? ¿Habéis olvidado que es vuestro señor, vuestro rey y vuestro dueño?” A través de la historia podemos observar que la mujer viene a ser un ser dependiente y obediente en las sociedades: Leyes, costumbres, religión y aún filosofía están al servicio del hombre que ejerce un liderazgo omnímodo como factotum familiar y comunitario. La posesión de la mujer ha constituido la unidad para medir la civilización de un país o de una edad, y aun cuando es todo cierto en muchos aspectos, resulta de aplicación extraordinariamente difícil por

ser casi imposible manifestar, ¿qué es lo que constituye realmente la posición de la mujer?; en la teoría, y ante el derecho, es una cosa; en la práctica de la vida corriente es otra distinta: ambas reaccionan una sobre la otra, pero nunca coinciden enteramente, y en determinado momento la realidad es una mezcla inseparable de ambas. Que la mujer es un sujeto de derecho al igual que el varón, que una y otro tienen personalidad jurídica y que en los mismos se anudan derechos y obligaciones, es algo hoy tan evidente y palpable, que excusa toda explicación. El yo psicológico que la conciencia pone de relieve en el hombre se manifiesta, sin distinción de sexo en el varón y en la mujer, y ese yo psicológico tiene plena trascendencia en el ámbito jurídico. Ahora bien, la distinción de la criatura humana en varón y en mujer, no fue caprichosa ni arbitraria. El papel diferenciado que incluye al varón y a la mujer, impone 9


que sus derechos y obligaciones en el orden fisiológico, moral social y en el jurídico que refleja aquellos no sean iguales. Nadie podrá minimizar o reducir la importancia de ninguno de ellos; todos son necesarios y de jerarquía semejante. La quiebra o ausencia de uno solo dificultaría y anularía el esfuerzo individual o común. No estamos en presencia de una lucha de sexos que implique la evolución jurídica, ni de una reivindicación de derechos femeninos desconocidos e inculcados por un sistema que, atribuyéndolos en absoluto al varón, desprecia y olvida a la mujer.

“Si el matrimonio es el germen de la familia y la familia base de la sociedad, es claro que el matrimonio influye sobre el varón y la mujer transformándolos en marido y esposa. El paso a la nueva condición reordena su quehacer; abre horizontes nuevos y crea responsabilidades que no existían”.

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La cuestión hay que plantearla de otro modo, en el derecho constituido, porque la asamblea aun mantiene preceptos residuales de un ordenamiento en el cual aquellos principios no tuvieron vigencia, o lo tuvieron de un modo parcial; y, en el orden teórico porque aun corregidas tales deficiencias, la doctrina debe de enmarcarse aceptando atribuciones, facultades y derechos de la mujer cuando esta permanece soltera o enviuda, y de la mujer y del varón cuando se asocian por el vínculo del matrimonio y crean con la filiación, una nueva familia. En nuestro derecho civil vigente, es claro que el sexo no es circunstancia que determine incapacidad o modificación de la capacidad, el nacimiento determina la personalidad con independencia del sexo por lo tanto, la criatura humana, mujer o varón, tienen capacidad de derecho, examinada la situación de la mujer, como tal, en el sistema de nuestro Código Civil, vemos como repercute en el matrimonio y en la actividad jurídica. Para precisar las ideas no olvidemos que al contraer nupcias cambia de estado la mujer. La palabra estado quiere decir que se encuentra, y no de una manera ocasional, en una postura distinta. Lo mismo le sucede al varón. No se trata de una unión pasajera, esporádica y eventual, que no deja huella ni afecta a la sociedad. Si el matrimonio es el germen de la familia y la familia base de la sociedad, es claro que el matrimonio influye sobre el varón y la mujer transformándolos en marido y esposa. El paso a la nueva condición reordena su quehacer; abre horizontes nuevos y crea responsabilidades que no existían. La incidencia en el nuevo estado, en la situación y en la actividad jurídica de la mujer es consecuencia del matrimonio, de la necesidad imperiosa de que una vez nacido, hay un orden normativo que resuelve las dificultades y que se orienta a conseguir del mejor modo, no los intereses particulares y privativos del varón y de la mujer, sino los comunes y sociales del marido y de la esposa.


La mujer en el derecho mercantil. El sexo es totalmente irrelevante en orden a la capacidad para ejercer el comercio, ya que las limitaciones que se establecen para la mujer tienen su fundamento, no en su condición de mujer sino en su posible condición de casada y son consecuencias del principio de la autoridad marital y de la unidad de dirección de la mujer. Vemos a la única limitación que para ella existe de su posible condición de casada, ya que las otras circunstancias se exigen no solo a la mujer sino también al varón. Si la mujer fuere menor de edad o estuviera incapacitada, no podrá ejercer por si el comercio teniendo que hacerlo por medio de sus representantes. En este supuesto, pues, la limitación procede no de su condición de mujer, sino de su minoría o incapacidad.

La mujer en el derecho penal. En términos generales puede mantenerse el criterio de que la posición de la mujer ante la ley penal es idéntica a la del hombre; no obstante hay que tener presente que en cierto supuesto el sexo puede tener y tiene repercusión en el orden penal. Así cuando la víctima del delito, es una mujer, es doblemente violentada cuando debe realizarse el examen médico legal, que no todas conocen que es potestativo de la ofendida exigir que quien le examine sea una médica mujer y no un médico varón.

En términos generales puede mantenerse el criterio de que la posición de la mujer ante la ley penal es idéntica a la del hombre; no obstante hay que tener presente que en cierto supuesto el sexo puede tener y tiene repercusión en el orden penal.

Además cuando se encuentra embarazada o parturienta, y en este último caso hasta noventa días después del parto. Este plazo podrá extenderse cuando el niño o niña hubiere nacido con enfermedades que requieran el cuidado de la madre, hasta que las mismas se superen no se le puede privar de la libertad así se le encuentre en delito flagrante, y debe el Juez de Garantías Penales disponer una medida cautelar personal que consiste en el arresto domiciliario y no la prisión preventiva. Con relación a la pena, puede decirse que no existe diferencia alguna por razón del sexo y si solo en orden al régimen penitenciario, ya que cuando una mujer fuere condenada no se le notificará con la sentencia en la etapa del puerperio. 11


La mujer en el derecho laboral. Tiene la mujer los mismos beneficios sociales, en orden a la percepción de puntos, seguros de accidente, de enfermedad, vejez, viudez, etc., siendo además objeto de una especial protección, como por ejemplo distanciándole de la asistencia al trabajo en el supuesto de embarazo, así como también, durante el período de lactancia, garantizándole durante la jornada laboral determinado período de tiempo para asistir a los hijos lactantes. Pero ojo recuerden los requisitos para emplearse en una empresa privada, una mujer; la pregunta de cajón: ¿Es casada? Y si ha tenido o va a tener hijos, qué tiempo después de ingresar puede tenerlos, etc. En el aspecto social, por lo que respecta al amparo de la mujer, con la creación del montepío del seguro a quien presta el servicio doméstico, en el que, con carácter obligatorio, se les concede los beneficios derivados del seguro de enfermedad así como también pensiones de jubilación y auxilios económicos para los gastos en caso de fallecimiento.

La mujer en el derecho administrativo y político. En términos generales es sin duda en esta rama del derecho en donde quizás se manifiesta con más frecuencia la distinción entre la mujer y el varón pudiendo decirse que ha sido norma, para el desempeño de los cargos públicos, el pertenecer al sexo masculino, no obstante, en lo que va del siglo se ha considerado, que las mujeres pueden ocupar, como ocupan, muchos de dichos cargos. A la mujer se le solicita en una escala mínima en los cuerpos militares y de determi12

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nadas actividades civiles como la notarial, diplomática, judicial, secretarios judiciales, abogados del Estado, Procuradores, Contralores, Superintendentes Generales de Compañías o de Bancos. La mujer siempre influyó en el desarrollo y la vida misma del planeta de una manera directa ya sea pasiva o activamente. Citaré las palabras de Montalvo: “Piensa que si la influencia de las mujeres sobre el varón fuera de todo punto nula, este sería un animal feroz indómito que no conocería las dulzuras de la vida y anduviera tropezando con todas las penalidades de la misma”. Marcela Lagarde llama la atención en uno de sus estudios antropológico-psicológicos de las mujeres y reflexiona diciendo: “¡Oh mujeres de nuestra generación¡ ya no podréis ser débiles esperando todo del hombre. Vuestras profesiones de médicas, abogadas, militares, policías, odontólogas, maestras, en muchas ramas del saber humano, os darán los medios de vida desahogada. Para estudiar y nivelarnos con el hombre en sus condiciones e ilustración, sed valientes, hoy las ciencias, las artes, las industrias, el comercio, los ejercicios y los empleos en muchas oficinas públicas y privadas son los nuevos horizontes que despejamos, brindan a la mujer medios seguros para la vida y armas poderosas para combatir. Por las que aun en este tiempo viven cumpliendo tan solo con los menesteres domésticos sin nada de técnica. Como autómata con la rigidez de una madre ignorante y de un padre severo, sin voz ni voto y solamente a dar hijos que por casualidad crezcan sanos y robustos ya que los hijos de nuestro pueblo en su gran mayoría se debaten en la impotencia de poder salir de la sumisión hacia el hombre por la ignorancia y la miseria que por siglos siguen dormidas.”


Alda Facio cuando habla del derecho con respecto a las mujeres indica que: “Elaboremos leyes en que la mujer sea sujeto activo de ellas y no pasivo, que la ley llega solo a quienes se enteran por casualidad que estas existen ya que ellas también son sujeto de derecho”. Simón Beauvoir pregunta: “¿Es suficiente cambiar las leyes, las instituciones y las costumbres, la opinión pública y todo el contexto social para que los hombres y mujeres se conviertan realmente en iguales? No les parece que el nuevo milenio puede ser edificado sobre una nueva ética que ubique la igualdad y la libertad en el ámbito de un compromiso, en el que la integridad y la riqueza sean derecho de cada quien. Sólo si subordinamos la política a la ética, lograremos el buen vivir y la paz para cada persona, para cada comunidad, para nuestro amado país para todas y para todos. Nuestra condición de humanas, no solo en el derecho, sino en todos los ámbitos de la cotidianidad, no está en el tiempo de este milenio; en la edad media comenzó a desarrollarse, pero solo en las clases humildes, otro sistema familiar en el cual se encuentran los primeros gérmenes de la modernidad. Entre aquellos que sufren igualmente y trabajan hubo de producirse una comunidad de sentimientos, efectos, y por lo mismo una comunidad de adquisiciones y de derechos, el surco se abría y en él se iban echando las primeras semillas de la mujer moderna, porque no existía ninguna Ley constitutiva que determinase los deberes y derechos de los esposos y casi siempre la arbitrariedad del señor feudal era Ley para sus súbditos.”

En todo lo que se relaciona con el sexo, la mujer y el varón tienen los mismos órganos, las mismas necesidades, las mismas facultades, la máquina está constituida del mismo modo, las piezas son idénticas, la fisonomía es la misma, y considerados desde ciertos puntos de vista varían muy poco, la misma dignidad por esa sustancia espiritual y libre que anima la máquina orgánica (inteligencia).

En todo lo que se relaciona con el sexo, la mujer y el varón tienen los mismos órganos, las mismas necesidades, las mismas facultades, la máquina está constituida del mismo modo, las piezas son idénticas, la fisonomía es la misma, y considerados desde ciertos puntos de vista varían muy poco, la misma dignidad por esa sustancia espiritual y libre que anima la máquina orgánica (inteligencia). Los que piensan que las leyes deben determinar la condición de la mujer y la fingen, sin duda una inspiración, pero no comprenden bien la cuestión, porque la acción de las leyes sobre las mujeres es un concepto que carece de sentido; lo 13


que es positivo es la acción de las mujeres sobre las leyes, de suerte que infinitamente más racional es pedir a las mujeres las reformas de las leyes, que pedir a las leyes las reformas de

ellas. En lugar de ser un principio, no es más que una simple deducción de las costumbres, de las cuales solo las mujeres tienen el secreto y la llave.

“La mujer con carácter, ordena sus negocios, su valor para emprender sus relaciones sociales, todo está alimentado por el fuego del hogar; madre, hija y esposa, aun amiga, con sus consejos, ruegos y simpatías, intervienen en todos los actos de la vida del hombre, si ella tiene inteligencia bien dirigida y robustecida por la educación y la moral, va trazando la verdadera misión que debe cumplir sobre la tierra contribuyendo de esta manera a reformar las generaciones presentes, preparándolas para la consecución de grandes ideales, de progreso y felicidad que ansían los pueblos. La mujer no ha nacido para vivir en perpetua infancia, ni para ser falaz, ni menos el juguete de los hombres, de aquí fluye la necesidad absoluta de educarnos y superarnos permanentemente.”

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La justicia del siglo XXI tiene rostro de mujer en el Ecuador • Tatiana Pérez Valencia Presidenta de la Sala Contencioso Tributaria de la Corte Nacional de Justicia del Ecuador; Jueza Nacional de la Sala Contencioso Administrativa. Ambateña, Docente Universitaria: Universidad Andina Simón Bolívar, Universidad Técnica de Ambato e Instituto de Altos Estudios Nacionales.

“La justicia es y debe ser una mujer de apariencia diáfana, laboriosa y luchadora, amante de los suyos y férvida apasionada de la paz”

Renovados son los tiempos del imperio de la cordura y de la paridad, en donde renace el respeto por la raza humana, sus géneros y diversidades, sus razas y condiciones, sus lenguas y costumbres; adicionando la amalgama perfecta con la diversidad regional y provincial, que hoy se hace presente en la justicia del Ecuador. Es un año ya, desde que asumí el rol histórico de servir a mi país, desde la cumbre más alta de mi profesión de abogada: la magistratura de la más alta Corte de Justicia Ordinaria, reto inmenso que me ha hecho tomar el cauce con mayor optimismo que el de siempre, pero con la misma responsabilidad que asumí mi carrera en las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Quito, hace veinticinco años; y con el respeto a las leyes y al servicio público, que asumí en mis funciones de Procuradora Tributaria y Jefe Nacional Jurídica en el Servicio de Rentas Internas, desde 1998.

Ha sido un largo trajinar de mi involucramiento en el campo técnico tributario y de administración pública, en donde con el reflejo de un país que se sumía en la pobreza y en la hondonada del –dejar hacer, dejar pasar- no se enrumbaba al Ecuador en las dimensiones de la modernidad, de la tecnicidad y del desarrollo de este país, rico en tradiciones y cultura, garante de la paz y de la ciencia, pero que sin planificación ni desarrollo no caminaba hacia la ansiada estabilidad económica y social. Derroteros fueron los pasos que emprendimos, en iniciar una reforma en la cultura de nuestro país, dirigiendo las miradas de quiénes como yo, queríamos hacer un país mejor para nuestras hijas y nuestros hijos, intentamos cubrir los nichos de la evasión y del subdesarrollo, dirigimos nuestro más alto potencial de la ciencia, la técnica y las leyes, al servicio del estado y de sus conciudadanas y conciudadanos, retomando la auditoría de escritorio y des15


Luego vino, la lucha desde nuestra conciencia, con la confianza de una ciudadanía vigilante de nuestro trabajo, que nos enrumbó en el respeto al hábitat y a la diversidad biológica y del territorio ancestral, para una explotación racional de nuestros recursos no renovables, así como el respeto a los recursos públicos y a su contraparte el gasto, readecuando a través del sistema de devoluciones de IVA la contabilidad de un país con registro de cuentas inentendibles, enfrentar el desorden de la contabilidad gubernamental y privada, para coadyuvar con la mejora de las cuentas del estado, aclarando así, su situación ante el país y revelando como el gasto no era utilizado adecuadamente.

terrando el compadrazgo y la corrupción, haciendo de los procesos de determinación tributaria, canales de la tecnicidad y la imparcialidad. Recuerdo cuando en la División de Auditoría de la Dirección Regional Norte, avizoramos como visión y misión de nuestros objetivos, el desencadenar el reflejo de un dominó, en donde las y los ciudadanos, encuentren funcionarias y funcionarios jóvenes, hábiles en la tarea, con la consigna del respeto al prójimo pero con la garantía de encontrar simplicidad y verticalidad de nuestras decisiones, -decisiones aquéllas que involucraban la mirada de un país y nuestros coterráneos cuya esperanza era sobredimensionadora-; pero lo asumimos, lo logramos, traspasamos el criterio de poder hacer las cosas bien, con experiencia, con conocimiento pero con juventud en nuestros años. Luego vino, la lucha desde nuestra conciencia, con la confianza de una ciudadanía vigilante de nuestro trabajo, que nos enrumbó en el respeto al hábitat y a la diversidad biológica y del territorio ancestral, para una explotación racional de nuestros recursos no renovables, así como el respeto a los recursos públicos y a su contraparte el gasto, readecuando a través del sistema de devoluciones de IVA la contabilidad de un país con registro de cuentas inentendibles, enfrentar el desorden de la contabilidad gubernamental y privada, para coadyuvar con la mejora de las cuentas del estado, aclarando así, su situación ante el país y revelando como el gasto no era utilizado adecuadamente. Pero qué reconfortante fue seguir apoyando el cambio y la transformación del país por más de catorce años, apoyando procesos incluyentes y coordinados de todo el sistema público, uno de ellos, la contratación pública y el nuevo sistema de administración de recursos humanos del sector público: adecuando manuales y procesos, monitoreando procesos compartidos con otras entidades públicas. Haciendo de nuestro quehacer conjunto y compartido del potencial tecnológico y moderno de la entidad más moderna en la administración tributaria ecuatoriana, con las entidades que buscaban su guía y su respaldo. Sí, nos reclutaron, participamos, compartimos, nos ensuciamos las botas de alta montaña, y preparamos el terreno para convertirlo en cosecha fértil de otros promotores del desarrollo. Sin envidia ni revanchismo, con el compromiso de que servir al país es servir a todos, sin distinción de que entidad pública uno pertenezca, por que como decíamos entre auditores y abogados “el bolsillo es uno solo”. Seguiremos cada palabra envuelta en bohemia y verdad, de las pronunciadas por Montalvo, que enjugó la osadía del ol-

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vido con su comportamiento fresco y rebelde, de luchar por la desidia y el quemimportismo del Estado, pero no desde la cómoda mecedora de los espectadores que aplauden o abuchean a los actores, -jamás lo haré-, sino de la palestra de donde la iniciativa, el trabajo en equipo, la toma de decisiones, la fortaleza de carácter y el apoyo familiar y ciudadano, sean mi abrigo. Son muy ideales tal vez las expectativas dirá el lector, pero que proyecto no ha salido de las quimeras y los sueños, las grandes batallas del mundo han salido de las ideas de autores, defensores de la libertad, luchadores incansables e idealistas comprometidos. Sin duda, hoy la transformación de la justicia es nuestro reto, para aportar desde el pequeño espacio que ocupemos pero que construirá el efecto dominó de nuestro comportamiento humano, cuando uno aprende que el trabajo en equipo, es oración de todos los días en las familias ecuatorianas, por la firme decisión de nuestras madres que procuran el respeto a nuestras y nuestros hermanos; que nos hacen saber que cada acto tiene consecuencias y que no podemos dejar de lado nuestros actos terrenales envueltos en desazón, sin saber que la consecuencia es el castigo o el temor de nuestros padres; ahí sabremos que nuestra cultura es y viene dada de siempre, somos y seremos el pueblo de la paz, que busca el respeto y la honra de un estado que se mueve en la globalización y en la lucha por exterminar la pobreza y el subdesarrollo. Pautemos hacia adelante los cambios entonces, miremos al futuro con la fe que podemos poner a mejorar en algo el sistema judicial, que por cincuenta años, no ha sido residencia de la tecnología y la modernidad, porque no ha participado de los sistemas de manejo de gestión documental que perviven en toda administración moderna, en donde la concurrencia del mérito y de la excelencia, sean las pautas para seleccionar al personal capacitado para el servicio público; en donde la atención a la y el ciudadano, sean realizadas con las pautas del servicio de calidad y calidez.

“Sin duda, hoy la transformación de la justicia es nuestro reto, para aportar desde el pequeño espacio que ocupemos pero que construirá el efecto dominó de nuestro comportamiento humano, cuando uno aprende que el trabajo en equipo, es oración de todos los días en las familias ecuatorianas, por la firme decisión de nuestras madres que procuran el respeto a nuestras y nuestros hermanos; que nos hacen saber que cada acto tiene consecuencias y que no podemos dejar de lado nuestros actos terrenales envueltos en desazón, sin saber que la consecuencia es el castigo o el temor de nuestros padres;…”

Quizás los cambios recién empiezan, pero a veces es importante iniciar el camino, lo que no resulta alegre es que la caminata se alargue o se vea doblegada por quiénes no les conviene proseguir con la mejora en la calidad del servicio de justicia, coartarán la planificación y la gestión pública en las políticas de justicia, y asecharán por volver al pasado y a la felonía de antaño. 17


La tecnología y la infraestructura, efectivamente no es todo el camino, es solo una parte, quizás la más densa del proceso de reforma de la justicia, porque obedece a un tiempo y espacio en la planificación de actividades, costoso y espaciado; pero no se podrá hacer el cambio, si en la cultura y en el pensamiento de la servidora o servidor judicial no se adecua el manejo de nuevas tecnologías de información, de reingenierías de procesos, de técnicas de simplicidad, manejo de procesos, cultura de atención al ciudadano, etc.; si en la moral ciudadana no se afianza la ética de la verdad y el compromiso mancomunado de que la dilación de procesos y el acceso a la justicia innecesaria no son herramientas del buen vivir. La justicia tiene un costo, y como todo servicio público debe buscar su financiamiento, no puede ser la alegrada llave de agua que no termina, abierta de par en par, a órdenes de quiénes abusan del estado y de sus garantías; ni tampoco la vertiente seca para quienes no la han saboriado. La justicia debe ser para todas y para todos, en proporción al gasto de un estado, pon-

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derado a los principios constitucionales y de garantía de los derechos fundamentales, pero por sobre todo, respetuoso de las arcas fiscales y del ejercicio verdadero del fin real del Estado: el bienestar de toda la población, no de unas o unos cuantos. Es difícil la carrera, nadie puede cuentear con estos temas, pero ya las muestras se han dado en esta lucha, hoy la Corte Nacional de Justicia tiene la representación más alta de la diversidad regional, con 12 provincias representando sus costumbres y comportamientos, entre ellas, mi querida provincia de Tungurahua, que tiene su voz en la boca de una Magistrada que convoca a la conciliación y al trabajo aunado, fruto de mi ascendencia y de mi estirpe; y que como mujer ambateña procuraré cada día de mi estancia en la Casa de Justicia de Ecuador, el alcanzar metas de profunda realización de justicia, buscando el respeto para nuestras hijas y nuestros hijos, para nuestras hermanas y nuestros hermanos, para nuestros padres y demás ciudadanos; cristalizando la Paz Social y Duradera.



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