2
EMPRESA PERIODÍSTICA
EL OBSERVADOR
Viernes 2 de octubre de 2015
De la última trompeta del colegio al staff de Ricky Martin: la historia de Gustavo “Caluga” Escobar El quinterano que aprendió música en el Colegio “Don Orione” y que ha tocado con Manuel García, “La Noche” Congreso, y “Noche de Brujas”, hoy le ofrece una oportunidad a su ciudad natal. Por Marisol Valdés Riffo
D
icen que el que persigue un sueño llega de una u otra manera a conseguirlo y actualmente Gustavo Escobar Gaete (28) puede decir con total seguridad: “Yo estoy viviendo mi sueño hoy en día”. Todo comenzó el 14 de junio de 1987, en Quintero, cuando la pareja formada por el soldador Ángel Custodio Escobar Pavez y la dueña de casa Carolina Gaete Guazzini, vio llegar al mundo al segundo de sus hijos, a quien bautizaron como Gustavo Alejandro. “Caluguita” -apodo heredado de su padre- pronto comenzó a sentirse atraídopor la música, pues en su casa había una guitarra, una flauta y un saxofón que llamaron la atención del niño y lo llevaron al mágico mundo de los acordes. Sin embargo, hasta allí era una relación informal, “de oído”, donde no había estudios, ni profesores. EMPRESA PERIODÍSTICA
EL OBSERVADOR “La Verdad más que un valor es una actitud ante la vida” Roberto Silva Bijit
Fundador y Presidente del Directorio: Roberto Silva Bijit Director: Roberto Silva Binvignat Jefe de Información: Gustavo Rodríguez Catalán Editora: Marisol Valdés Riffo
Impreso por órden de
Empresa Periodística EL OBSERVADOR
Av. Rafael Ariztía 600, Quillota.
PUBLICIDAD Coordinadora Comercial: Alejandra Cabezas Hill publicidad@observador.cl Fono Fax: (34) 2342205 - Casa Matriz Quillota
AVISOS ECONÓMICOS Fonofax: (33) 2342210 - 2342209 economicos@observador.cl y en forma directa en todas las oficinas arriba mencionadas. Circula en las comunas de: Quillota, La Cruz, La Calera, Nogales, Hijuelas, Limache, Olmué, Concón, Quintero, Puchuncaví, La Ligua, Papudo, Zapallar, Cabildo y Petorca.
Entretanto, su vida era tan normal como la de cualquier otro niño quinterano: entró al Colegio Don Orione, tuvo una infancia entretenida, con muchos amigos y durante los veranos también comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del trabajo, haciendo “pololitos” en la feria, el supermercado y en un bar. Pero el coqueteo con la música comenzó a llenar los pensamientos del pequeño Gustavo. Reconoce que en clases no ponía atención, porque definitivamente su mente no sintonizaba con las letras ni con las ecuaciones. Fue por eso que su mayor anhelo era ingresar a la banda instrumental del establecimiento a tocar la flauta traversa, pero cuando postuló sólo había una vacante y para tocar el último instrumento que quedaba: la trompeta. Sin vacilar y a los 10 años, tomó esa única, y última, oportunidad. UN VIAJE TRAS SU SUEÑO Fue en la banda del colegio donde el coqueteo definitivamente se convirtió en amor y donde aprendió los secretos de las partituras de la mano de los instructores y con la ayuda de los ex integrantes de la banda Pablo y Carlos Núñez. Gustavo recuerda que muchas veces se negó a salir con sus amigos para quedarse estudiando y practicando la trompeta. De alguna manera él sabía que su futuro estaba allí, en el bronce y que, dependiendo del empeño que le pusiera, su futuro podría ser tan reluciente como ese metal. A ello se agregaba el hecho de que nunca comulgó mucho con el concepto tradicional de educación que se imparte en nuestro país, donde para triunfar necesariamente se debe contar con un “cartón”. Quizás por eso nunca se tomó muy en serio los estudios formales, reconoce que era maldadoso y que no “pescaba” a los profesores. Fue así como llegó a repetir primero medio, lo que detonó su salida del colegio y su llegada al Liceo de Quintero, donde las cosas no variaron mucho: seguía enamorado de la música
y nada lo haría separarse de ella. Fue así como finalmente logró terminar el cuarto medio -en la nocturna- e inmediatamente partió a Valparaíso a incursionar en el mundo de la música. Allá trabajó como sesionista con diferentes conjuntos y al cumplir los 20 años le ofrecieron la oportunidad de estudiar en Santiago, en la Escuela Moderna de Música, donde permaneció un tiempo, pero se salió porque no le gustó el sistema de estudio. Para entonces ya había hecho algunos contactos en el ambiente y no tardó en surgir una oportunidad que le abriría puertas mucho más grandes, cuando la “Orquesta Anaconda”, una banda española que amenizaba todo tipo de eventos, le ofreció irse de gira a Santander, en el norte de la península. Allá comenzó a expandir su mundo, tocando y grabando con diferentes artistas, pero todos los veranos chilenos, aprovechaba de volver a su natal Quintero. Durante uno de esos viajes y luego de tres años en España, le ofrecieron integrar la banda nacional “Noche de Brujas”, lo que sumado al trabajo que había desarrollado paralelamente en Santiago con otros artistas como “Chancho en Piedra” y Manuel García, entre otros, lo decidieron a quedarse. La calidad de su interpretación no pasó inadvertida y fue así como el grupo “La Noche” lo incorporó a sus filas, donde permaneció junto a Leo Rey y Alexítico, hasta que la naturaleza se sacudió el 27 de febrero de 2010. Y junto con el terremoto vino la baja en el trabajo para muchas bandas, que no hallaban eventos donde tocar en un país ocupado en recoger lo caído y compo-
Desfilando con la banda instrumental del Colegio Don Orione, en 1998.
ner lo que el sismo había hecho trizas. A pesar de ello Gustavo permaneció en “La Noche”, fue testigo de la crisis del grupo y continuó trabajando con Alexítico tras la partida de Leo Rey, hasta que en el 2013 y por razones personales, decidió volver a España, donde había creado una red de trabajo que no permanecía ajena a su habilidad como trompetista, aun cuando él seguía regresando cada verano a Chile. Fue entonces cuando llegó la oportunidad que lo llevaría a los grandes escenarios. MASTER CLASS Y RICKY MARTIN Verano de 2014. Para entonces Gustavo había instalado una tienda de instrumentos musicales en Santiago -como una manera de asegurar un ingreso fijo- y donde periódicamente realizaba sesiones musicales con diferentes artistas. Ese año se confirmó la asistencia de Ricky Martin al Festival de Viña del Mar y fue la oportunidad que Gustavo vio para realizar una de estas sesiones, llamada Master Class (“Clase Maestra”), con los músicos de vientos que acompañaban al cantante boricua, en Valparaíso. De este modo tuvo la oportunidad de conocer al destacado trompetista Juan José “Cheíto” Quiñones, quien lo oyó tocar y meses más tarde lo contactó para invitarlo a hacer una gira con Ricky Martin. Después de ese llamado todo pasó vertiginosamente para Gustavo: dejó la banda española donde tocaba hasta ese momento y viajó a México a incorporarse al staff de Ricky. Y aunque inicialmente su permanencia se extendería sólo por una gira, su calidad terminó por convencer y se quedó como integrante estable del grupo. De su primera conversación con el cantante no tiene mucha memoria, aunque sí destaca la extrema sencillez de Martin, quien -describe- es un integrante más de la agrupación y por ende, un compañero de trabajo, como lo define. En ese sentido, cuenta que no hay grandes diferencias, comparten mucho tiempo durante las giras, comen juntos y los une el profesionalismo y el amor por la música. LO QUE SE VIENE En septiembre, Gustavo cumplió un año como integrante de los “brass” (bronces) de Ricky Martin. Ha viajado a más de quince países, entre ellos, Brasil, Australia, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelandia y México; y
Año 2014, tocando con RIcky Martin (a la derecha), en Ciudad de México, gira “Live In Mexico”.
ha tenido la posibilidad de tocar frente a unas 80 mil personas, durante un concierto realizado en la Argentina. Pero con todo, Gustavo sigue siendo el “Caluga” de siempre, un tipo sencillo, pero que sigue construyendo sus sueños. Hoy está trabajando en un nuevo proyecto denominado “Dos generaciones en una voz”, con el destacado trombonista chileno Héctor “Parquímetro” Briceño, quien ha sido un referente para él. La idea es unir a dos generaciones, pero no sólo arriba del escenario, sino también unirlas como público. Por eso están preparando temas de compositores chilenos, como Violeta Parra entre otros, para crear un repertorio que guste a jóvenes y a los que ya no lo son tanto. Pero el proyecto no sólo se queda en el disco, sino que también incluye la producción de un DVD que contará la trayectoria de ambos y también están evaluando la posibilidad de incluir un libro. Y como el “Caluga” fue, es y será un quinterano, no se olvida de la ciudad que lo vio nacer. Reconoce que Quintero es el hogar donde retorna después de cada gira. Allí, está “su” pieza, “su” camita, “su” estudio de grabación. Pero quiere algo más para su gente y es por eso que se embarcó en un proyecto enfocado en dar una oportunidad a niños en situación de vulnerabilidad, pero no necesariamente a través de la educación tradicional. Es que Gustavo reconoce que si bien él no fue un estudiante destacado en el colegio, sí se dedicó -y de cabeza- a estudiar lo que le apasionaba y dedicó largas, muchísimas, horas a perfeccionarse en este oficio que hoy lo tiene en los escenarios internacionales.
El talento, sumado a la dedicación de largas horas de ensayo y pasión por la música, llevaron al quinterano Gustavo Escobar a los grandes escenarios del mundo.
Es por eso que junto a dos de sus ex compañeros del “Don Orione”, Jesús Ramírez y Tomás Díaz, desarrolló la idea de crear una banda para que otros niños, al igual que él, puedan tener la oportunidad de potenciar su talento musical. Para ello postularon a los fondos concursables de una empresa local, el que, de obtenerlo, les permitiría dar el primer impulso al proyecto a través de la adquisición,por ejemplo, de instrumentos musicales. Sin embargo, el problema es la sustentabilidad en el tiempo y por eso están en conversaciones con la Municipalidad para conseguir el financiamiento permanente para educar a las decenas de músicos que Gustavo -asegura- hay en Quintero y que, al igual que él, podrían encontrar su futuro en esta área. Hoy, cuando se publiquen estas líneas, Gustavo “Caluga” Escobar estará en algún escenario de los Estados Unidos, interpretando los acordes de “Come with me” u otro de los tantos éxitos de Ricky Martin, pero, sin duda, una parte de su mente estará en Quintero, allí, donde encontró su futuro en la última trompeta que quedaba en la banda escolar.