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Arte musical en Guatemala

Arte Musical en Guatemala

Cardoza, Daniel / Galich, Melany / García, Evelyn García Heidy / Noj, Deimy / Velásquez, Gabriel

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La grandiosa tierra, dueña del valle de la Ermita. Lienzo extenso y pintoresco, en donde distinguidos poetas dejaron fluir sus pensamientos más profundos al saber que pertenecieron a la sublime historia de Guatemala, tu nombre inmortal. Guatemala, no solamente se basa en gastronomía, historia, literatura o paisajes coloridos y llenos de misticismo. Guatemala está enriquecida tanto en folklore como en hechos históricos, uno de los cuales la música en uno de sus más grandes pilares. Tanto para el desarrollo social contemporáneo, y para la obtención y recuperación de tradiciones y de la identidad nacional, que se vio sumamente afectada desde la época colonial. Nos sumergiremos, desde el tiempo, donde los dioses le dieron origen a todo ser vivo, y la naturaleza, desde la creación de las montañas y ríos. Hasta llegar a la evolución del hombre de barro perfeccionado, un ser perfecto, ya que fue hecho de maíz. Nuestra tierra vio nacer a muchos artistas, compositores, músicos distinguidos desde el legendario Rafael Ovalle, hasta la modernidad de Arjona y sus versos llenos de complejidad y de profundo sentimiento por nuestro país, así como lo expresa en una de sus más icónicas canciones: “Mi país, Más que mi patria, mi raíz, Más que mi suelo, la matriz, Que me enseñó a parir pensamientos” (Arjona, Mi país, 2010). Ser guatemaltecos es sentirnos orgullosos de nuestras raíces, es llevar esa frente en alto, poniendo el nombre de nuestra tierra madre ante el mundo que nos rodea.

Palabras clave: Rey Quiché, Libertad, Orgullo Nacional, Conquista.

Tierra bendita, valle de la eterna primavera; hermosa y sublime, llena de innumerables secretos en cada uno de sus rincones. El arte es la esencia. La cultura y tradiciones nuestro legado más triunfante ante las adversidades del tiempo. La exquisitez de nuestra cultura no solo abarca historia de sangrientas guerras y luchas por la libertad. Hay mucho más en la sangre que corre por nuestras venas. Más que un secreto a voces, “La música es la esencia del alma” como dijo: (Arjona, 2004) Le pido a Dios me haga falta todo, menos mi guitarra y esta bella tierra que me vio nacer (Ricardo Andrade,1997). Desde la época de nuestros ancestros más longevos en aquella tierra pura y libre. La música comenzó a resonar en el alma de los vivientes. Los Mayas y su increíble amor por el arte, nos enseñaron, que ellos pudieron expresar el amor a los “dioses” a través de la música, con flautas hechas de caña y hueso, adornadas con hermosas piezas de jade. A pesar de la cruel y despiadada conquista,

nuestro amor por la música siguió floreciendo. El Rabinal Achí, sería la perfecta ejemplificación de esta definición, ya que, como su director y dueño define, es equivalente a un <<mecapal>>: “El equivalente a la carga que cada ser humano es responsable de mantener, guardar y recordar. (Bastos y Camus, 2003; Popol Wuj 2008,64 notas 84-85). Si nos concentramos en la terminología y significado amplio de la metáfora mecapal descubriremos que efectivamente; nuestros ancestros cargaron durante muchas generaciones aquel mecapal metafórico, basto de memorias, de culturas, acogiendo la esencia misma de nuestra tierra. Como citó el pintor francés Eugène Delacroix (1798-1863) «La música es la voluptuosidad de la imaginación». El maestro Daniel Hurtado destacado compositor originario de la hermosa tierra “Bajo la muralla del Quetzal” (Quetzaltenango), supo efectivamente plasmar y recrear esta pintoresca definición de la música. Y el ejemplo mismo fue la creación de la obra de arte llamada El Rey Quiché. Es imposible siquiera pensar en guardar lágrimas cuando esta melodía suena. Coloquémonos los auriculares y cerremos nuestros ojos; respiremos profundamente y dejemos que la música fluya dentro de nosotros. El alma se siente desprender del cuerpo: Somos uno más con el basto cosmos. La flauta entona esas dulces notas y el corazón se acelera, nos transporta a un pequeño pueblito a las orillas de un lago cristalino: los niños juegan a la pelota, los adultos platican de cosas triviales, los ancianos ven las estrellas de día, preguntándose: ¿Cuál fue el preciso momento en que Dios bendijo esta bendita tierra? El Rey Quiché suena, y la mente funge como máquina del tiempo, nos transporta más allá en la historia de nuestra tierra. Nos encontramos en las faldas del Gran Jaguar, y vemos a nuestros ancestros ir de acá para allá y de allá para acá. Y sin duda, es lo más hermoso que nuestros ojos hayan visto jamás. La nostalgia se apodera de nuestro cuerpo y lloramos. Lloramos en parte por tristeza al pensar en todo lo que se nos fue arrebatado a punta de Arcabuces, y la subyugación de nuestro pueblo por los conquistadores. Pero también lloramos de felicidad y este sentimiento es la cúspide; al saber que, a pesar de todo, nuestra historia siguió más allá del tiempo y nos sentimos vivos. Invitamos con cortesía al lector, a que experimente este sentimiento. Coloque la melodía, e imagine que está sumergido en un viaje a través de la historia de nuestro país. Le sorprenderá, se lo

podemos garantizar. Keneth Cruz. (2019). Sara Curruchich. [Figura].Recuperado:https://www.prensalibre.co m/vida/escenario/sara-curruchich-cautiva-con-

su-musica-y-energia-en-la-clausura-de-avesraras/ El arte musical en territorio guatemalteco no fue folclórico todo el tiempo, como por ejemplo en la época del Renacimiento allá por el lejano siglo XVI, cuando aún estábamos bajo control español. Los misioneros y clérigos trajeron consigo un repertorio de cantos litúrgicos para las diferentes celebraciones católicos. Fuimos una de las primeras tierras en experimentar el choque cultural traído desde la vieja Europa. Y consiguiente, durante los siglos XVII y XVIII la música regional cambió de acuerdo a las nuevas preferencias en la cultura europea, dándose preferencia a los villancicos de maitines (Cantos a la hora más temprana para el rezo católico) y así sin pausa, ni pauta, durante más de dos siglos la música estaba aislada en una sola raza, la europea. Después de todo éramos presos del choque cultural de los mandamases de turno. La cura a esa herida tan grande fue nuestra tan gloriosa y anhelada libertad firmada en un 15 de septiembre de 1821. Y que con mucho regocijo celebramos este 2021, 200 años de libertad. La música tradicional guatemalteca sufrió una metamorfosis lenta a través de los siglos, cuyos elementos se fusionaron a partir del siglo XVI con componentes de las culturas españolas y afro-caribeñas. Dándole el nacimiento a nuestra tan conocida y amada marimba. Instrumento nacional, que contiene elementos conceptuales y constructivos provenientes de varias culturas. El resultado de tantos cambios y adaptaciones musicales fue una bella costumbre enmarcada y mantenida viva por nuestros abuelos. Sintonizar la 97.5 FM y esperar al mediodía por “Mosaico en madera” ¿Qué siente un guatemalteco cuando escucha la marimba sonar a la hora del almuerzo? Seguramente, diríamos que: hasta el caldo de gallina, manjar de reyes, tienen un sabor diferente. Diríamos también que la música le da un sabor a historia; le agrega una textura que me sabe a arte, y lo condimenta con una magnífica esencia a Guatemala, libertad y orgullo. Durante la época del Romanticismo en el siglo XIX, la música sacra (música sagrada) seguía siendo el tema a relucir en la ya libre Guatemala. En esta época podemos destacar el gusto por la Sinfonía, traída ya desde la Época clásica a finales del siglo XVIII, y entonada primeramente en territorio guatemalteco por el distinguido compositor José Eulalio Samayoa. Pionero en las Américas en abordar el género musical de la Sinfonía. De la época del romanticismo sin duda debemos exponer dos grandes datos, como lo son la invención de la Marimba cromática, y el nacimiento de uno de los compositores más importantes en la historia de nuestro país. Como lo fue Rafael Álvarez Ovalle. Inventor y compositor de no solo un himno, sino de una obra de arte, dignas de Amadeus Mozart, de Frédéric Chopin. Como lo es el himno más hermoso del mundo, El himno nacional de Guatemala, Patrimonio Cultural de la Nación. Usualmente vemos a los niños con sus manos

derechas puestas en el corazón, cantando a todo pulmón, celebrando un acto cívico, o bien, conmemorando la fecha de nuestra libertad. Debemos sincerarnos y expresar, que jamás nos habíamos tomado el tiempo de analizar y entender que tan importante es en realidad el himno nacional; hasta que un 4 de agosto del año 2012, en aquel icónico podio de premiación en la fría ciudad de Londres. Podríamos jurar que ese día Dios hizo que el sol un instante fuera más resplandeciente que nunca, y fue justo cuando aquella hermosa bandera azul y blanco, se ondeaba en el vaivén del viento, y en el fondo se escuchaba la melodía más hermosa perteneciente a nuestra amada tierra. Erick Barrondo, valiente héroe y orgullo nacional, no pudo contener las cascadas en sus ojos al escuchar el himno ser transmitido por todos los altavoces del estadio olímpico. Sería una auténtica mentira decir que él fue el único guatemalteco, que se llenó de sentimiento ese día; porque en realidad 15 millones de almas llorábamos junto a este orgullo nacional. “Libre al viento tu hermosa bandera, a vencer o a morir llamará; que tu pueblo con ánima fiera antes muerto que esclavo será” (José Joaquín palma, Rafael Álvarez Ovalle, 1897) Y es que esa es la magia de la música. La música no es solo un individuo, la música es conjunto, es un sentimiento compartido, es el producto de una verdad Identidad Nacional que, sin importar a donde sea que la llevemos, Guatemala entera irá de nuestro lado. Ahora nos remontamos a épocas ya modernas, y la importancia de estos tiempos fueron sublimes, ya que, a finales del siglo XX, el amor y la importancia por lo autóctono jugó un papel importantísimo en el folklore guatemalteco, para poder mantener vivas las memorias de nuestros ancestros Mayas. Una ejemplificación importante la trajo Jesús Castillo y su hermano Ricardo Castillo, con su obra de teatro Quiché Vinak (Pueblo del Quiché) fue fundamental para establecer una postura de apreciación y valoración de las herencias culturales guatemaltecas. Entre los alumnos de estos maestros, varios se interesaron por seguir la misma corriente, componiendo obras basadas en historias del Popol Vuh o en la temática del Rabinal Achí. Guatemala esta bañada y enriquecida en cultura e historia, como anteriormente

repasamos. Y el presente no se queda atrás. Hoy en día poseemos artistas de renombre, y vivimos en una sociedad artística de diferentes géneros musicales, incluyendo, el Rock en español, música clásica, música romántica, etc. Artist Solutions. (2015). Ricardo Arjona en concierto. [Figura]. Recuperado de https://www.google.com/amp/s/laopinion.com/2 020/01/23/top-5-de-ricardo-arjona-enspotify/amp/ Como nuestros abuelos suelen decir: aquí en

Guatemala, somos “chispudos”. Terminología puramente guatemalteca, un modismo que hace referencia a una persona que es acomedida, que no espera a que le digan las cosas, solo que salta a la acción. El chapín como se nos dice, tiende a ser a veces un tanto mal representado; sin embargo, cuando se requiere de nuestra destreza y habilidad, estamos al ciento por cierto listo para comenzar con la lucha de cada día. Si anexamos ambos términos, tendremos como resultado un “chapín chispudo”, a quien definiremos como un guatemalteco que sobresale, y que nunca deja de soñar en que un día, su tierra que le vio nacer y crecer, volverá a ser esa mágica tierra de la Eterna primavera. Definitivamente hoy en día, nosotros los jóvenes y adultos que conformamos la sociedad moderna guatemalteca, podemos identificarnos con la música actual. Pues tenemos una recopilación extensa de géneros musicales, artistas y eventos. Tenemos las típicas actividades escolares donde se refuerza la identidad nacional en nuestros niños, que son el futuro. Así mismo poseemos nuestras tradiciones folclóricas, como lo son: El baile de los Moros y cristianos, El Rabinal Achí etc. Bailes y danzas que, por su puesto, están ambientadas con hermosas melodías interpretadas por una diferente gama de instrumentos, como lo son la marimba, las flautas o quenas, la chirimía y demás instrumentos. Actividades que mantienen vivas las memorias antiguas, las cuales nos deben hacer sentir orgullosos. “Dichosos hombres de maíz, que viven en las montañas y tienen flores en abril, y rocío en la mañana; no me importan los llantos ni los caminos largos, si cuando llega la noche tengo flores en las manos, no me importa el gobierno ni los revolucionarios, pero si esto es vivir, prefiero morir así cantando” (Alux Nahual, Hombres de Maíz, 1981) Por último, pero no menos importante, nosotros como estudiantes San Carlistas, también pertenecemos a las páginas de oro de la historia del arte musical en este hermoso país. Si recordamos correctamente, gracias al Maestro compositor José Castañeda, en colaboración de personajes importantes y de renombre como lo fue el gran Miguel Ángel Asturias, David Vela y varios miembros de la generación del 20, pudo nacer nuestro Son de Guerra. Uno que resuena en los corazones de todos los San Carlistas desde su publicación en 1922, hasta la fecha. “La Chalana” Así que compañeros estudiantes: Unámonos, y al unísono cantemos y sintámonos orgullosos de haber nacido en esta tierra bendita, y de ser parte de nuestra queridísima Universidad. ¡Id y enseñar a todos! «La música es el acto social de comunicación entre la gente, un gesto de amistad, el más fuerte que hay» (Malcolm Arnold, 1921-2006).

Bibliografía:

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7. Lemmon, A., & Horcasitas, F. (1980). Manuscrito Teórico Musical de Santa Eulalia: Un estudio de un tesoro músical y lingüístico de Guatemala Colonial. Revista Musical Chilena, 34(152), 37- 79.

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