Phinda. Una historia de conservación.

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PHINDA: UNA HISTORIA DE CONSERVACIÓN Una manada de elefantes es liderada por una hembra que sostiene el matriarcado.

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ENCUENTROS INSOSPECHADOS Y LUJO NATURAL EN UNA DE LAS RESERVAS PRIVADAS MÁS EMBLEMÁTICAS DE SUDÁFRICA


ESTA NO ES LA HISTORIA DEL

ÁFRICA INDÓMITA NI DE LA SABANA SALVAJE.

Mucho menos, de las expediciones reveladoras que presumen la conquista de territorios vírgenes o el descubrimiento de especies animales nunca antes vistas. Las próximas palabras no satisfacen el prejuicio colectivo que se tiene sobre las tierras sudafricanas. Aquí, los ritos zulúes son una puesta en escena, los atardeceres se sirven con vino blanco y la naturaleza se enfrenta con rejas que le impiden alcanzar el horizonte. Se trata de Phinda, una reserva en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal que, más cercana a la comodidad que a la lejanía inhóspita, representa una historia de preservación. Y es que no se trata ya de un rincón inexplorado del África meridional, sino de una colección de tierras ganaderas que cedieron frente al reclamo de la naturaleza para recuperar el uso de suelo que le pertenece. En la década de 1990, la compañía &Beyond puso sus ojos en la costa este de África.

En aquel momento, la idea de comprar tierras con el fin de establecer reservas era concebida como una locura, ya que el país contaba con sus propios parques nacionales y no había razón suficiente para convencer a la iniciativa privada de invertir en un proyecto que amenazaba con paralizar la economía en nombre de árboles y venados. Eran otros tiempos: las preocupaciones ambientales eran exclusivas de un puñado de hippies y el concepto de turismo sostenible parecía tan lejano como los celulares inteligentes de pantallas táctiles. Aun con las apuestas en contra, la empresa fundó su reserva. La llamó Phinda, en honor a la palabra zulú que se refiere al retorno. Poco a poco, los árboles autóctonos ocuparon el lugar que usurpaban las plantaciones de piña; felinos, roedores y antílopes regresaron a las colinas que durante años colonizaron vacas y pollos, y, casi 30

Los primates han desarrollado habilidades especiales para acechar los manjares que los lodges guardan bajo llave.


años después, &Beyond restregó su triunfo inusitado en la cara de los escépticos. Aunque prefiere no hacerlo, pues sería insensato para una empresa que pregona logros sostenibles celebrar un “se los dije” cuando los rinocerontes están al borde de la extinción, el país sufre la peor sequía en 100 años y las comunidades negras aún sufren los rezagos del apartheid. Hoy, el territorio de Phinda ha crecido 70 % desde su fundación, hasta alcanzar 23 000 hectáreas; además, cuenta con siete ecosistemas y más de 500 especies animales. Pero no solo eso; en términos de responsabilidad social, los números también son prometedores: más de 300 pobladores locales son empleados permanentes y encuentran en la conservación una fuente de ingreso alternativa a la minería, la agricultura y la caza furtiva. En congruencia con el pilar social que guía a la compañía, &Beyond devolvió más de 9 000 hectáreas a sus habitantes ancestrales, las comunidades makhasa y mnqobokazi, que se comprometieron a mantener el territorio bajo el estatus de zona natural protegida. Los logros ambientales y comunitarios se acompañan con otros menos modestos: piscinas al aire libre, restaurantes cobijados por las estrellas, mayordomos complacientes y servicio de té son prácticas cotidianas en los seis lodges dentro de la reserva. Con capacidad conjunta para más de 120 huéspedes, estos campamentos rondan entre el lujo desbordado y el lujo descaradamente desbordado. La oferta de vinos, cocteles, festines y masajes es, indudablemente, un complemento bastante atractivo a la hora de visitar Phinda. Pero, entre todas sus joyas, ninguna es tan llamativa como la que hace referencia a su población protagonista: búfalos, elefantes, leones, leopardos y rinocerontes negros, todos reintroducidos en el mismo hábitat gracias al esfuerzo de conservación que ha implementado la reserva, la primera en conseguirlo de forma exitosa en la provincia KwaZulu-Natal. En Phinda, muy a pesar de la champaña y las piscinas privadas, el reino animal acostumbre ser el protagonista de la historia. 100

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El menú en &Beyond Forest Lodge cambia a diario (arriba); además, tiene villas privadas camufladas entre el verdor del bosque (abajo).

Área común en &Beyond Mountain Lodge, el campamento más grande de la reserva Phinda, en Sudáfrica.


LOS REYES DE LA SELVA

Luego de un par de horas al volante se Es de noche y el jeep arranca para iniciar la devela un grupo de tres leonas y cinco caexpedición. Incluso cuando los días comienchorros. No dejan de vigilarnos. Reposan zan con café recién hecho y galletas caseras, sobre la tierra con una mirada elegante y el safari tiene que acoplarse a las reglas de amenazadora, a la vez que los pequeños trela naturaleza. Y no hay oferta, por lujosa pan a los árboles y prueban sus fuerzas con que sea, capaz de convencer a los animales rugidos fortuitos, para presumir su todavía de mostrarse activos con el sol en pleno. Por inocente ímpetu. El espectáculo requiere eso, antes de las cinco de la mañana, el camque nadie se levante del jeep, solo así las pamento está más agitado que a las tres de leonas entienden el vehículo como un todo, la tarde. En aras de presumir lo mejor de sí al que no temen ni acechan. misma, Phinda invita a los huéspedes a reAl cabo de dos horas, el sol anuncia el fin correr sus caminos justamente al amanecer, del recreo. Los leones se refugian bajo una cuando dos mundos coinciden en el limbo sombra y nosotros, hambrientos, volvemos del alba. Mientras las hienas regresan a su al lodge. Nos espera un desayuno con fruta hogar y los murciélagos dejan de patrullar fresca, queso local y cruasanes recién horel cielo nocturno, los leones preparan sus neados. Nada mal para un séquito de mortatácticas de cacería y las celes que no ostentamos títulos bras buscan escondites que de la nobleza. PHINDA INVITA A las protejan del peligro. EL DILEMA DE El todoterreno, que intenta LOS HUÉSPEDES LOS CUERPOS hacer de un lodazal una expe- A RECORRER En la tarde nos ponemos en riencia glamorosa, está listo SUS CAMINOS marcha, en búsqueda de cepara comenzar la marcha. VaJUSTAMENTE bras, leopardos, rinocerontes mos ocho pasajeros: un rasy serpientes. La primera hora treador, un guía en el volante AL AMANECER, del recorrido resulta bastante y tres parejas cargadas de cá- CUANDO DOS complaciente: en más de una maras y sombreros que enal- MUNDOS ocasión encontramos cebras tecen al personaje de Indiana COINCIDEN EN EL que nos inspiran pláticas soJones. El guía pregunta qué LIMBO DEL ALBA. bre intentos fallidos de doanimales esperamos ver. Casi mesticación y aquellas rayas siempre la respuesta es preque marean a los depredadores. Como suele decible. Los observadores de aves tienen ocurrir, la panorámica se acompaña de imuna lista de nombres científicos, dimorfispalas y ñúes; en conjunto, los eslabones más mos sexuales y objetivos serios. Otros se débiles de la cadena alimentaria se apoyan conforma con la realeza animal. Y unos más para alertarse sobre la presencia de algún buscamos rugidos estruendosos, bostezos peligro para la manada. intimidantes y melenas doradas. “Muy bien La tranquilidad nos sugiere que no hay –dice el guía–, busquemos al llamado rey boas ni leopardos en el lugar. Si se encuende la selva”. tran en la cercanía, están demasiado esconEn Phinda, la monarquía está compuesta didos para verlos. No muy lejos aparece un por 39 leones. Los machos, algo ermitaños, rinoceronte, pero la emoción se va rápidase hacen los difíciles; como la melena que mente; no estamos seguros de qué animal los engalana también les representa un obsse trata; la textura rugosa y el color grisátáculo, su misión es esconderse y esperar, ceo de su piel nos hacen dudar; tiene todo con su inútil galantería, el banquete que han para ser un rinoceronte, menos el cuerno. El conseguido las leonas. Ellas, acostumbradas jeep se acerca hasta confirmar las sospea hacer que las cosas ocurran, son más fáchas. Se trata de un rinoceronte sin cuerno. ciles de avistar; se mueven en grupo, persiY, aunque no están autorizados para comguen el desayuno y les enseñan a sus crías partir los detalles, no es el único. a seguir sus pasos.

Pág. Op.: la regla más importante al observar leones es no levantarse del asiento (arriba). Por seguridad, las reservas no comparten el número de rinocerontes que habitan la zona (abajo).

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Por cuestiones de seguridad, el número de rinocerontes en la reserva se resguarda como secreto de Estado. La superstición que asegura que el cuerno tiene propiedades curativas incrementa la caza furtiva en Sudáfrica. Los cazadores cortan el cuerno de los rinocerontes y los dejan desangrarse hasta morir. Hasta ahora no hay unidades de protección capaces de responder a la demanda de cuernos. Las últimas estadísticas demuestran que mueren más animales de los que nacen. Por 104

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eso la reserva ha tomado una medida drástica. Como parte de los esfuerzos de conservación de la especie, los rinocerontes de Phinda son descornados. La práctica, admiten los conservacionistas, es tan desgarradora como costosa. Sin embargo, aumenta la probabilidad de que el animal viva. Los cuernos, que se remueven con anestesia y equipos especializados, crecen nuevamente. El rinoceronte que tenemos enfrente, ante los ojos inexpertos, parece estar bien. “Se ve raro”, dice alguien en el jeep. “Confía en mí

–contesta el guía–, por lo pronto, es raro uno de los mejores panoramas en los que se puede ver un rinoceronte sudafricano”.

CUESTIÓN DE NÚMEROS El segundo día peinamos la reserva en busca de una manada de leopardos. Sin embargo, la naturaleza, que se ríe de nuestra ingenuidad, tiene otros planes. Poco tiempo después de partir, un bosque de acacias nos asombra con una población de indlulamithi. “¿De qué?”, preguntamos. “Jirafas –dice el

guía–, así se les llama en zulú. Significa ‘las que sobresalen de los árboles’”. La imagen está acompañada de antílopes y aves para los que el español no tiene nombre, pero nada de leopardos. Ninguno de los 35 leopardos de la reserva se deja ver. Los números son precisos debido a que, a pesar de la grandeza de Phinda, se trata de un espacio controlado. La naturaleza fija sus reglas, pero estas solo son válidas hasta que se encuentran con una reja. Por eso, comenta el guía, las poblaciones

Además de cazar, las leonas les enseñan a sus cachorros cómo conseguir comida y descansar en las horas pico de sol.

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animales tienen que ser vigiladas. Es necesario un balance que respete la extensión del parque y el equilibrio en la cadena alimentaria. De ahí que, cuando un felino tiene crías, hace falta evaluar si la reserva cuenta con espacio suficiente para que se queden o si es necesario donarlas a otro parque. Es el precio que se paga en un hábitat regenerado. Hace 40 años, estas tierras estaban entregadas al abandono y a la ganadería poco sostenible; ahora, cuando menos, las colinas tienen árboles de nuevo y cientos de 106

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animales ya se encuentran de vuelta en su hábitat original. Pero, incluso en un ambiente controlado, las expediciones se encuentran sujetas a los caprichos de la naturaleza. Eso nos queda claro cuando interceptamos dos manadas de elefantes. El guía confiesa que no es común ver dos manadas en el mismo sitio. Registramos unos 30 ejemplares liderados por un par de matriarcas. La primera, detenida frente a nosotros, decide dejar pasar la oportunidad de demostrar quién manda aquí;

la segunda, menos confianzuda, nos invita a observar desde más lejos. Sin dudarlo, el guía retrocede. Y, a cambio de lugares preferenciales, nos obsequian un espectáculo de abrazos de trompa, pasos ensordecedores y baños multitudinarios.

HUELLAS Y PATRONES Entre el recorrido de la mañana y el de la tarde transcurren seis horas. En papel parecen muchas, pero apenas es suficiente para comer, dormir y volver a repetir la dinámica.

La actividad que representa el safari trae muchas recompensas, pero también es demandante y agotadora; por eso, las piscinas y los gimnasios que presumen los lodges casi siempre son un adorno innecesario. Entre una vuelta y otra, nada resulta más seductor que una siesta. Alrededor de las cuatro de la tarde, apenas un par de horas antes del atardecer, los vehículos están de nuevo en marcha. Antes de salir, el guía de nuevo nos pregunta qué buscamos. La respuesta no es esperanzadora:

Pág. Op.: cuando el vehículo se mueve con cautela, cebras y antílopes ofrecen sus mejores poses sin huir de inmediato. Arriba: una chita cuida a su único cachorro de los leones, que resultan una amenaza para ellos.

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los leopardos, a diferencia de chitas y leoCAPRICHOS NATURALES Luego de cuatro días podemos decir que nes, cazan de noche y muchos de los guías, Phinda sabe cumplir caprichos debido a los incluso los que tienen años de recorrer Phinasados a la luz de la luna y los pícnics con da, aseguran que en esta reserva esos gatos una crema de licor llamada Amarula, pero, son solo un mito. sobre todo, por los encuentros salvajes. Seis Dejamos el campamentos con pocas exrecorridos en jeep bastan, con la ayuda de pectativas. El camino nos sorprende con un nuestros guías, para ver águilas, garzas, hiepar de nialas que presumen mohicanos y nas, monos, jabalíes, impalas, escarabajos, una boa que se escurre entre las llantas del buitres y chitas. Por si fuera poco, también jeep. Pero nada de leopardos. Después de encontramos rinocerontes con sus cuernos tres horas al volante, es momento de parar. y leones juveniles con rastros de melena. Los guías buscan un lugar seguro y, como es Solo queda pendiente, en la lista de los más costumbre, interrumpen la manejada para icónicos, el búfalo africano. Sin la misma estirar las piernas y comer algo. La oferta infama antisocial del leopardo, las apuestas cluye cerveza, cidra, vino, refrescos y una están a nuestro favor. colección de nueces y carnes secas. Sin necesidad de conciliar gustos, optaNormalmente el descanso toma 20 mimos por ir en busca de los nutos, sin embargo, tenemos búfalos hasta encontrarlos en los ojos puestos en el leopar- SEIS HORAS el último de los recorridos. do y quedan pocas horas de PARECEN MUCHAS, Estamos seguros de que solo luz. Sin pistas, el cometido es PERO APENAS ES es cuestión de tiempo para como buscar a Wally en el liSUFICIENTE PARA cumplir con el cometido. Sin bro equivocado. Así, el rasCOMER, DORMIR Y embargo, nuestra convicción treador, que por lo regular no es otra cosa que la burla ocupa un asiento especial en VOLVER A COMER. de la naturaleza. En contra del la parrilla del coche, se da por LA DINÁMICA pronóstico de clima, empieza vencido; no lo dice, pero ocu- DEL SAFARI a chispear. Quizá por eso los pa el asiento del copiloto y TRAE MUCHAS animales están más ausentes el mensaje es claro. Lo único RECOMPENSAS, que de costumbre. Las espoque sabemos es que los leoPERO TAMBIÉN rádicas gotas se convierten pardos y los leones no se lleES DEMANDANTE en lluvia. Y para celebrar el van muy bien. Así que damos agua, una suerte de bendición vueltas, sin rumbo, pero lejos Y AGOTADORA durante una de las más sevede las melenas. ras sequías en la historia sudafricana, los El acto parece un gasto de gasolina inanimales hacen una fiesta muy lejos de donconsciente, hasta que uno de los guías señade estamos. Luego de dos horas, finalmente la un árbol: “Ahí hay un leopardo”. Estamos nos damos por vencidos. No podemos halejos y no se ve nada. Incluso cuando llegallar rastro de los búfalos. Tampoco vemos mos al árbol no vemos nada. Pero no se trata leones, elefantes o rinocerontes, mucho mede una broma. Arriba de nosotros hay un leonos leopardos. De nuestro último recorrido pardo coqueto que posa desinhibido. Mira nos quedamos con dos cosas: fotos en ima la cámara, nos regala su mirada matadora permeable y las ganas de regresar a encony cambia de pose para hacer lo mismo. Por trarnos con búfalos y otras criaturas en una un momento pensamos que el discurso del Phinda cada vez más grande, donde no haga leopardo mítico es una estrategia de ventas. falta descornar rinocerontes. Pero la llegada de una horda de jeeps nos prueba que estamos equivocados. Es, verdaderamente, un hallazgo excepcional. Y aunMARCK GUTTMAN es un nómada sin remedio que se que fuimos los primeros en verlo, el tráfico declara montañista de clóset. Ha visitado más de 70 en la carretera de terracería nos dice que no países y visto cerca de 16 leones. Desde hace cinco años colabora con National Geographic Traveler. seremos los últimos. 108

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Los atardeceres africanos, famosos por su color intenso, anuncian la llegada de seres nocturnos, como hienas y murciélagos.

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EN CORTO

RESERVA DE SUDÁFRICA INFORMACIÓN PRÁCTICA Phinda se encuentra en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal. Los aeropuertos más cercanos son Richards Bay (a 100 kilómetros) y Durban King Shaka (a 260 kilómetros). Ambos ofrecen renta de autos. Adicionalmente, &Beyond ofrece traslados privados tanto aéreos como terrestres. Los barcos Silver Spirit y Silver Cloud Expedition, de Silversea, tienen recorridos únicos que visitan puertos como Walvis Bay y Luderitz, en Namibia; Maputo, en Mozambique; Mombasa, en Kenia, así como Ciudad de Cabo, Mossel Bay, Port Elizabeth, East London, Durban y Richards Bay, en Sudáfrica. Además, toca las islas Seychelles, Mauricio, Tomasina (en Madagascar), Reunión y Zanzíbar, en Tanzania. TURISMO RESPONSABLE Como parte de su política social y ambiental, &Beyond trabaja con tres organizaciones no gubernamentales: Africa Foundation (desarrollo comunitario), Oceans Without Borders (conservación de ecosistemas marinos) y Rhinos Without Borders (lucha contra la caza furtiva de rinocerontes). Visita: andbeyond.com/conservation-community

RESERVA PRIVADA DE PHINDA

PHINDA: UNA HISTORIA DE CONSERVACIÓN ILUSTRACIÓN: ISTOCK

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