Bajo Baja.

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BAJO BAJA

H7 HOT destination

Durante el invierno, snórkel con tiburón ballena es el atractivo de Bahía de Los Ángeles. Durante el verano, el puesto lo ocupan actividades recreativas como pesca y vela.

SECRETOS NATURALES DE UNA PENÍNSULA DESOLADA

Decenas de playas, como La Mona, tapizan el litoral del Mar de Cortés, en Bahía de Los Ángeles.

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Los vinos del Valle de Guadalupe, los mariscos de Ensenada y la cerveza artesanal de Tijuana han puesto a Baja en boca de todos. Sin embargo, el estado es enorme y el norte es apenas el principio. A cambio de olvidar hedonismos y abandonar el desierto domesticado, la península revela su esencia. Playas visitadas por tiburones ballena en Bahía de Los Ángeles, sierras vigiladas por cóndores en la sierra de San Pedro Mártir y ballenas que se dejan ver de cerca en San Quintín son algunos de los secretos mejor guardados de estas tierras remotas. Cientos de kilómetros más lejos de lo conocido, la Baja California olvidada se prueba, por mucho, la más sorprendente. 51


H7 HOT destination La península de Baja California es una de las regiones turísticas más conocidas de México. Los responsables de la fama: una ciudad multicultural que presume el título de la frontera más transitada del mundo, un golfo apaciguado que cobija más de treinta especies de mamíferos marinos y decenas de playas templadas que prometen vitamina D como si fuera cualquier cosa. Tijuana y Los Cabos, en compañía de las uvas de Ensenada y el malecón de La Paz, monopolizan la atención de las visitas. Si nos ponemos bondadosos, a la lista se pueden sumar las langostas de Rosarito, las olas de Todos Santos, la calma de Loreto y las clínicas de Mexicali. Eso y nada más.

Atardecer carretero en la Carretera Federal 1, entre Bahía de Los Ángeles y Cataviña.

La pesca es la principal actividad económica en Bahía de Los Ángeles.

El resto de la península es un territorio apenas poblado donde reinan las promesas de desarrollo trunco y los caminos que solo conocen los locales. Y resulta extraño. Por un lado, porque la geografía es excepcionalmente dadivosa desde los arcos de Cabo San Lucas hasta las garitas de Tijuana y Mexicali. Por otro, porque la zona relegada es, digamos, monumentalmente grande. Entre los paraísos costeros del sur y los festines culinarios del norte hay más de mil kilómetros de distancia. Mil kilómetros de olvido que esconden montañas nevadas, bahías tentadoras, misiones centenarias y salares inmensos. En el estado de Baja California es el sur el que pasa desapercibido. El municipio de Ensenada, el más extenso del país, ha volcado su atención al turismo. Eso sí, a un turismo enológico y portuario que solo tiene ojos para la capital y el Valle de Guadalupe. Hacia el norte, el paralelo 31 asegura restaurantes de renombre, cavas presumidas y hoteles de revista. Hacia el sur, la cosa pinta prometedora cuando entre los contrastes paisajísticos se materializan la señal telefónica y los dejos de presencia humana. De entrada, recorrer el sur de la Baja norte no parece cosa fácil. Quizás por eso, tres cuartas partes del estado están acostumbradas al abandono. Sin embargo, salir de los caminos transitados es una apuesta sensata. Cuando se trata de encuentros salvajes con fauna desinhibida, olas que rompen sin luchar con diques y sierras que se saben las favoritas del firmamento, este lugar tiene todas las de ganar. Y si el precio es recorrer cientos de kilómetros y renunciar a amenidades de L’Occitane, conocer el paraíso es una ganga.

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El Golfo de California tiene una temperatura promedio de 16º en invierno y 24º en verano.

Kayak trimarán con velero en las aguas de Bahía de Los Ángeles.

Valle de los Cirios, árboles endémicos de la Baja, familia de los ocotillos.

Garza morena en una de las más de 15 islas e islotes que custodian la Bahía de Los Ángeles.

El arco natural de Bahía de Los Ángeles es uno de los atractivos más famosos del lugar.

DIVINO Y REMOTO SUR

Lejos, ridículamente lejos de todo rastro urbano, descansa una localidad perdida llamada Bahía de los Ángeles. Se trata de un pueblo pesquero, a orillas del Mar de Cortés, que quizás merece el título de la población mexicana más retirada de un aeropuerto funcional. Quizás, solo quizás. No se sabe con certeza porque a la Bahía la abandonaron las antenas repetidoras y el agua potable. Y junto con ellas, también los repartidores de títulos. Solo se quedaron, a su suerte, una colonia de lobos marinos, los tiburones ballena que visitan cada verano y cerca de 800 habitantes con alma aguerrida. Desde Tijuana, el camino a la Bahía tiene casi 650 kilómetros y toma, en el mejor de los casos,

nueve horas. Desde Mexicali, el camino es 100 kilómetros más corto. Eso sí, más corto no siempre es más rápido. La ruta por la Carretera Federal 5, que recorre el estado de Baja California a orillas del Mar de Cortés, se enfrenta a una terracería donde la señalización y los carriles se desvanecen casi por completo. Custodiadas por halcones camuflados, sierras imponentes y matorrales con cactáceas de cuidado, las carreteras hacen de miradores dignos de asombro y de paciencia. Ya en tierra olvidada, la bahía descansa entre aguas extrañamente turquesa y un pueblo que se pierde de pequeño. Aun sin servicios que el privilegio considera básicos, Bahía de los Ángeles se presenta como una especie de paraíso donde la naturaleza

no compite con baños de oro para llamar la atención. Un paseo marítimo, más afín a la vida del bote pesquero que del yate de lujo, es todo lo que hace falta para enamorarse del aislamiento. En este rincón de la Baja las carencias urbanas se compensan con costa virgen, aire puro y calma de sobra. Durante el verano, cuando los tiburones ballena seducen a las expediciones de buceo, las visitas son un poco menos escasas. Durante el invierno, sin embargo, la presencia foránea es un milagro digno de festejo. La celebración contempla playas de arena blanca, arcos de piedra tapizados de aves y el disfrute silencioso del mar al que Jacques Cousteau bautizó como el acuario del mundo.

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H7 HOT destination Atardecer celestial en el Parque Nacional San Pedro Mártir.

Azulejo en los senderos serranos de San Pedro Mártir.

Halcón, posiblemente un colirrojo, en el Valle de los Cirios.

Texto y fotos por: MARCK GUTT

Es vegetariano, procurador apasionado de la buena ortografía y viajero. Aunque sus papás le dijeron de chiquito que no era buena idea, también es conversador con extraños. Cuando sea grande quiere ser políglota y autosustentable, de los que crecen naranjas en su propio huerto, mientras colabora como fotógrafo y articulista en National Geographic Traveler y Aire, entre otras. Instagram: @don.viajes

Mirador de Altar, con vista al Golfo de California y al desierto de Sonora.

Observatorio Nacional de la UNAM en la reserva de cielo oscuro de San Pedro Mártir.

Mar de nubes en la carretera que conecta San Quintín con la sierra de San Pedro Mártir.

RUMBO AL ESTRELLATO

En el corazón de Baja California, una sierra entercada en destrozar prejuicios resguarda un escenario que nada tiene que ver con desiertos cálidos ni mares profundos. San Pedro Mártir, 300 kilómetros al sur de la frontera con Estados Unidos, cobija un ecosistema que poco se asocia con la península. Con altitudes que rebasan los 3,000 metros sobre el nivel del mar, esta sierra escondida entre el golfo y el Pacífico sirve como santuario para especies en peligro de extinción, astrónomos devotos de la oscuridad y temperaturas invernales propias de otras latitudes. El título del parque nacional más grande del estado basta para abrigar lo mismo telescopios súper poderosos que miradores donde reina el silencio. Picos

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acostumbrados a la nieve, cedros endémicos que cuidan caminos y cóndores californianos que han sido reintroducidos con éxito son algunos de los tesoros de San Pedro Mártir. A la naturaleza se suman cabañas rústicas y un museo que cuenta la historia desconocida de los kiliwa, el pueblo indígena que habita la región. Aun así, son pocos los viajeros de tierras lejanas que serpentean los caminos serranos. Llegar al centro de visitas del parque, en la parte alta de la montaña, tiene lo suyo. Los kilómetros se transitan lento y las vueltas no ayudan con el mareo. La recompensa, sin embargo, es en más de un sentido celestial. Este rincón es uno de los más oscuros del continente. Y ese es un halago. Con un índice de contaminación lumínica apenas detectable, la noche serrana no se

conforma con cinco estrellas. Investigadores de todos los rincones del planeta sueñan con visitar el Observatorio Astronómico Nacional, una estación científica de la UNAM con miras al infinito y más allá. Sin ayuda del hombre, San Pedro Mártir es todavía más impresionante. No muy lejos de los telescopios, los senderos conducen a un mirador capaz de burlar mares y fronteras. A cambio de caminar 4 kilómetros cuesta arriba, la altura premia el esfuerzo con vistas donde tiene cabida el Mar de Cortés, las playas de Sonora y las dunas de arena del gran desierto de Altar. El ojo desnudo no es suficiente para ver hoyos negros, pero en estos lares, un poco de suerte basta para ver cimarrones y venados bura, las estrellas terrenales del parque.

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H7 HOT destination La península de Baja California es hogar de unas 400 especies de aves diferentes.

En Bahía de Los Ángeles es posible compartir el mar con lobos marinos silvestres.

GUÍA DE BAJA CALIFORNIA CÓMO LLEGAR Varias aerolíneas nacionales ofrecen vuelos a Tijuana y Mexicali desde aeropuertos como Ciudad de México, Guadalajara, León y Monterrey. Volaris es la aerolínea con mayor número de conexiones a Tijuana, con oferta de vuelos a más de 35 aeropuertos nacionales. volaris.com

Durante el invierno, las ballenas se alimentan y crían a sus ballenatos en las aguas poco profundas de la bahía de San Quintín.

Pesca en la bahía falsa de San Quintín con Tiburon’s Pangas.

Para recorrer la zona sur de Baja California es imprescindible rentar coche. Una alternativa para evitar el viaje en carretera de ida y vuelta es empezar o terminar en Loreto, Baja California Sur. En ese caso, es importante contemplar que la distancia desde Bahía de los Ángeles es de poco más de 600 kilómetros y toma cerca de 7 horas y media. El aeropuerto de Loreto tiene opciones bastante limitadas de vuelos.

¿DÓNDE DORMIR? Es fundamental tomar en cuenta que la oferta de hospedaje en el sur de Baja California es limitada y rústica. No faltan lugares limpios donde pasar la noche, pero no existe nada parecido a un hotel cinco estrellas. El mayor atractivo de un itinerario como este es la naturaleza en estado puro. Y eso implica el sacrificio de ciertas comodidades y estándares de lujo.

Reunión de focas en la bahía falsa de San Quintín.

ENCUENTRO CETÁCEO

La comunidad pesquera y agrícola de San Quintín, aunque retirada, está ya más cerca de la civilización. Lo confirman los 280 kilómetros de distancia con Tijuana, pero también la presencia de cerveceras artesanales, granjas con certificaciones orgánicas y restaurantes no tan tradicionales. El pueblo, una suerte de portal entre las tierras más desoladas del país y una de sus ciudades principales, no es lo uno ni lo otro. Por un lado, abundan los hoteles carreteros que ofrecen chilaquiles y emulan la arquitectura prefabricada del otro lado de la frontera. Por

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otro, conviven bares que cobran en dólares con dunas que sirven como campamentos improvisados de fin de semana. En esta región donde la economía gira en torno al campo, el turismo se abre terreno entre fresas y cebollas. Y no, las encargadas de seducir a las visitas no son las playas salvajes del Pacífico, sino una laguna costera que sabe cómo guardar secretos. Durante años, la dupla de bahías conocidas como San Quintín y Bahía Falsa, así como el mar abierto en el que desembocan, ha llamado la atención de pescadores. Abundante presencia de ju-

reles, blancos y cabrillas es razón suficiente para tirar el anzuelo. Y no se trata, para nada, de menospreciar branquias, pero el potencial turístico de San Quintín tiene que ver con algo más grande. Muchísimo más grande. Durante el invierno, cuando los grandes mamíferos marinos dejan las aguas gélidas del norte para dar a luz a sus crías, las bahías de la Baja se acostumbran a ver ballenas grises. Decenas de ballenas acuden a las aguas poco profundas de San Quintín para alimentarse y, de paso, ofrecer espectáculos naturales de proporciones épicas. Un viaje

en bote suele ser suficiente para presenciar respiros húmedos, coletazos monumentales y, quizás, uno que otro salto. No se necesitan amuletos para que más de una ballena se deje ver, pero los caprichos salvajes son impredecibles y ni siquiera hablar cetáceo es garantía. Por suerte, las focas, los pelícanos y las garzas son una apuesta segura. Y en el peor de los casos, un excelente premio de consolación dotado de esperanza. Un ecosistema costero que poco ha cambiado en siglos y donde la fauna local sobrepasa a la población humana es un verdadero paraíso.

En Bahía de los Ángeles Costa del Sol Hotel familiar con habitaciones básicas y servicio de restaurante. Carretera Bahía de los Ángeles Km 66 T. 200 124 9110

En Muelle 30, la cocina de Aníbal Hernández se especializa en mariscos frescos.

En Cataviña Misión Santa María Cataviña Hotel carretero excepcionalmente cómodo y equipado en el Valle de los Cirios, a medio camino entre Bahía de los Ángeles y San Quintín. D. CarreteraTranspeninsular, Km 175 T. 200 124 9123 misionsantamariahoteles.com En sierra de San Pedro Mártir Rancho Meling Habitaciones sencillas con chimenea en las faldas de la sierra. El rancho continúa en operación y lleva más de cien años en manos de la familia Meling. D. N030-58,010′ W116-09.267′ T. 646 240 5115 ranchomeling.com En valle de San Quintín María Celeste Hotel a la usanza de los hoteles carreteros de California. Habitaciones espaciosas y cómodas con aire acondicionado y wifi. D. Calle Novena 382 T. 616 165 3999 hotelmariacelestesanquintin.com

¿DÓNDE COMER?

Muelle 30 Restaurante especializado en mariscos al mando del chef Aníbal Hernández. El menú incluye platillos como jaiba empanizada, chicharrón de calamar y tacos gobernador. D. Carretera Transpeninsular, Km 188 T. 616 165 1401

¿QUÉ HACER? En Bahía de los Ángeles Ricardo’s Diving Tours Tours de buceo y de navegación por la bahía. En verano, snórkel con tiburones ballena. T. 200 124 9264 scubadivingbaja.com En San Quintín Como tal, los safaris marinos no son una actividad desarrollada en la bahía. Una alternativa para salir en busca de ballenas grises es contratar un bote pesquero y confiar en el conocimiento de los locales. Una de las compañías locales especializada en pesca deportiva es Tiburons Pangas.

En Bahía de los Ángeles Alejandrina’s Restaurante familiar tradicional con especialidades mexicanas y cocina del mar. Salsas caseras memorables. T. 200 124 9105 En San Quintín Cervecería Círculo Cerrado Compañía pionera en la producción comercial de cerveza artesanal en San Quintín. Su colección de etiquetas incluye, en honor a la producción local de ostión, una smokey oyster stout. La cerveza está disponible en el restaurante Posada Don Diego. T. 616 163 0368

San Agustín III, el barco naufragado que descansa en el puerto San Juan de Bahia de Los Ángeles.

Círculo Cerrado, en San Quintín, sigue la tradición de las cervecerías artesanales del puerto de Ensenada.

Isla Espíritu Santo

BAJA CALIFORNIA SUR

Isla Ceralvo

Golfo de California

La Paz

Océano Pacífico

Todos Santos

Los Cabos

Postal urbana de Bahía de Los Ángeles.

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