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Texto: JAIME GONZÁLEZ

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L.E.V 2014 ¡L.E.V para rato!

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iendo uno de los festivales más innovadores y atrevidos del panorama nacional de hoy en día, el LEV batió todos sus expectativas acogiendo más gente de la que se esperaba y colgando en su cuenta oficial de Twitter - horas antes del comienzo - un escueto mensaje en donde anunciaba que habían agotado sus entradas. Algo que ya se podía intuir, al intentar presenciar el aperitivo con el que este año el festival abría en el teatro Jovellanos, con el aforo completo media hora antes del comienzo del espectáculo ‘Trinity’, que aunaba danza contemporánea, visuales y sonido.

VIERNES 2

Tuvimos que esperar entonces a la jornada del viernes, con esperanzas renovadas después de terminar la tarde del jueves disfrutando de unas sidras y la amabilidad de los asturianos. Al llegar a la Universidad Laboral las sospechas del día anterior se confirmaban al observar una importante cola para la recogida de entradas desde poco antes de la 8 de la tarde, algo que empezó a mosquear a los asistentes y que provocó esperas de casi dos horas, en donde la lluvia de comentarios negativos y malestar se hicieron bastante patentes y la demanda de entradas de reventa por parte de la gente que llegaba sin anticipada empezó a aflorar. Dejando de lado a toda la gente que seguía esperando, entramos en el gran teatro de la Laboral - uno de los dos principales espacios de este año - a presenciar la actuación del joven británico Douglas Dare, que se presentó en el escenario con una mezcla visible de timidez y emoción. Empezó a tocar acompañado por su piano y el percusionista Fabian Prynn - que se llevó una fuerte ovación al finalizar - y que ligaba a la perfección con su música. La apuesta de Dare se centra en conseguir una hermosa delicadeza con el uso de su voz y los acordes de su piano, que por momentos recordaba al también talento británico James Blake, y que dejaba al público sumado en una relajación placentera. El testigo lo tomaba Herman Kolgen, que empezó con algo más de 20 minutos de retraso, lo que nos permitió salir a refrescarnos el gaznate. ‘Seismik’, nombre que recibe la creación que presentaba en exclusiva para el festival, fue una representación sobre todo visual con distintos paisajes geodésicos que iban sufriendo variaciones con movimientos de planos, cambios en la tonalidad o retorciéndose en si mismos, acompañados por un sonido que ayudaba a la perfección a abstraerse en ellos. Tras está primera toma de contacto, el turno pasaba para los muy esperados Esplendor Geométrico, que inauguraban la iglesia - un entorno idílico para una actuación de este calibre - pero que no sirvió para centrar el foco de interés en su actuación, dada la espectacular arquitectura de la iglesia, con su enorme cúpula y los lásers de PlayMid recorriéndola entera. Aún así dejaron momentos interesantes, aunque no llegaron a congeniar del todo con el público, con un Arturo Lanz más pendiente de aportar su toque visceral a la actuación que de la música en sí.

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De vuelta al teatro, el turno era para Robert Henke con su show de lásers, ‘Lumiere’. Uno de los mejores momentos del la jornada del viernes, con un público ya con ganas de bailar y el teatro abarrotado, cuatro proyectores de láser junto con explosiones de sonido y humo consiguieron enganchar y enloquecer al público. La actuación terminó con numerosos aplausos y vítores, que dieron paso a una riada de gente recargando sus bebidas para continuar bailando ya en la iglesia - y no desde la butaca - con los asturianos Fasenuova. Con ellos el buen sabor de boca continuó, con un directo en el que sonó gran parte de su último trabajo, ‘Salsa de Cuervo’, y con un gran Ernesto Avelino que consiguió evadirnos en su oda de pop agresivo e industrial, que para cuando quisimos darnos cuenta ya había terminado. Siguiendo la estela de Fasenuova, llegó el turno para Vatican Shadow - que se ocupaba de cerrar la jornada - y que no dudo en continuar con un techno industrial muy potente del que el mismo se invadió y que le hizo no parar de bailar y retorcerse - linterna en mano - animando al personal.

SÁBADO 3

La jornada del sábado empezaba a la 13:00, con tres actuaciones en el jardín botánico, un entorno inmejorable, que venía acompañado de un precioso día de sol. A nuestra llegada, los sonidos de Ross Tones, bajo su alías de Throwing Snow ya se escuchaban desde lejos y el público - el Pabellón Carlos Linneo del Boreal estaba abarrotado, así como toda la orilla de la charca que lo rodea - bailaba alegremente al ritmo de los bajos palpitantes de Ross, mientras otros luchábamos por una cerveza fresquita. Concluida su actuación dio paso a la presentación del segundo LP de Luke Abbott, ‘Wysing Forest’. Un sonido que coincidió a la perfección con el dónde (jardín botánico), el cuándo (pasadas las 14:30) y el cómo (sol radiante). Empezó con un corte perdido entre la psicodélica y el ambient, para poco a poco ir dando paso de forma magistral a ese sonido Border minimalista, progresivo, cercano al krautrock, y con una habilidad y elegancia mágica en las transiciones. La actuación de Luke se nos hizo corta a la mayoría, sobre todo sabiendo que la parte del botánico tocaba a su fin. Llegó entonces el momento de avituallamiento y siesta para recargar baterías para la tarde-noche. El trabajo de Martín Messier, ‘Projectors’, se ocupó de abrir el teatro el sábado. El canadiense se dedicó a manipular tres proyectores de 8 mm obteniendo sonidos distorsionados amplificados, gracias a micros de contacto. El día anterior había realizado un trabajo parecido, pero con máquinas de coser de 1940 al que no pudimos asistir. Un trabajo bastante curioso que dio paso a el segundo proyecto que el canadiense Herman Kolgen traía al LEV. Titulado ‘Different Trains’, esta vez se trataba de una pieza audiovisual que narraba el viaje de un tren, desde un entramado de imagen real con efectos, junto a creaciones

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de animaciones abstractas, todo ello regado con la música de Steve Reich tocada en gran medida por un cuarteto de cuerda sobre el escenario. Después de este viaje nos trasladamos a la iglesia para la actuación de LCC (las antiguas CasiCasiotone), las asturianas presentaban su álbum de debut, d/evolution, una bonita aventura sonora en la que se vieron acompañadas por el trío coral Las Swinging. Su relevo lo tomó el joven productor inglés Koreless, con una actuación preciosista en la que la gente ya empezaba a pedir movimiento para el esqueleto y entre los que se encontraba disfrutando el propio Luke Abbott. El británico hizo sonar varios de sus temas, como su EP de debut ‘4D/MTI’ o temas más recientes como ‘Sun’, para terminar con algo más de contundencia y dejando a la gente en su momento álgido. Tocaba el momento de cerrar el teatro con Atom™ y su trabajo ‘HD’, una referencia absoluta a nuestra generación; una crítica al consumismo y al capitalismo que logró una enorme empatía con el público. Con momentos estelares, -como su versión desestructurada del tema ‘My Generation’ de The Who-, con un holograma de su propia cara cantando o una cadena de imágenes de explosiones de bombas atómicas o el mensaje crítico de los visuales para su tema ‘Empty’. Después de este gran momento, tocaba el turno de cerrar el festival con las tres últimas actuaciones en la iglesia; Rival Consoles consiguió hacer bailar al público con su música navegando entre el IDM y el dance floor dejando un buen sabor de boca que continuó con el experimentado japonés Aoki Takamasa, atrincherado tras su portátil, mientras nos hacía navegar en su ola de sonidos que abarcaban techno, dub, y glitch. El cierre - con una visible descendencia de público - le tocó este año a Vessel. Aquí la música se aceleró y se puso más retorcida con el británico dándolo todo tras la mesa y despidiendo pasadas las 5:30 de la mañana esta edición del LEV. Tras esta octava edición, el LEV se ha hecho mayor y se ha consagrado como una de las propuestas más arriesgadas, innovadoras y atractivas del abanico de festivales nacionales. Tanto por su programación como por su emplazamiento y organización, y gracias a ese carácter familiar, que a pesar del caos inicial con las entradas, ha vuelto a conseguir una experiencia única siendo cada vez más los que deciden peregrinar hacia Gijón cada año en el puente de mayo. Habrá que estar atentos al año que viene para no quedarse sin entradas.


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