Directo Bogotá #76

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Fotoensayo

Fotos de María Alejandra Marín Producción de Laura Valentina Calvo

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Gabriela De La Hoz, estudiante de Arquitectura y Diseño Industrial, juega como defensa central en la Selección de la Javeriana desde hace más de dos años.


Edición

76

Junio 2022

Directo Bogotá Revista escrita por los estudiantes de la carrera de Comunicación Social Fundada en 2002

Director Julián Isaza Asistente editorial Natalia Ortega Rodríguez Reporteros en esta edición Valentina Sandoval Pineda, Luziana Villarraga, Sebastián Cote, Isabela Lozano, Paula Lovera, Paula Rocío Rodríguez Sánchez, Carolina López Mantilla, Mariana Parada, Mariapaz García Herrera, Paula Tavera González, Thiago Mateo Lucero Moncayo, Camila Hurtado Álvarez. Portada Santiago Arias Luna @citadehonor Contraportada Juan David Lozano @jd.loz Fotoensayo Fotos de María Alejandra Marín Producción de Laura Valentina Calvo Caricatura Alejandro Duarte Diseño y diagramación Angélica Ospina soyangelicaospina@gmail.com Corrección de estilo Gustavo Patiño correctordeestilo@gmail.com Decana de la Facultad Marisol Cano Busquets Director de la Carrera de Comunicación Social Carlos Eduardo Cortés Sánchez Directora del Departamento de Comunicación Andrea Cadelo Informes y distribución Transversal 4ª No. 42-00, piso 6 Teléfono: 3 20 83 20, ext 4587 Escríbanos a: directobogota@gmail.com Consulte nuestro archivo digital en la página: www.issuu.com/directobogota Visite nuestra plataforma digital: www.directobogota.com

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Editorial

¡Gol! 03 07

Cuando la literatura hace goles Vanemerak: el argentino más colombiano del fútbol

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Tres momentos de la historia mundial

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Fútbol 5 por toda la ciudad

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El dulce sabor de un estadio

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Monguí, la capital colombiana del balón

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Las leonas rugen

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El coleccionista de Millos

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En el sur de Bogotá está el templo del balón Gabriela Huertas, la jugadora que vive para el fútbol Álbum Panini: la memoria de un deporte que sacude el mundo “Yo me muero por Millonarios, el llamado a la tribu es azul”: Jorge Cardona

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Historia de una pasión

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Caricatura


EDITORIAL

LA REVISTA EN LA CANCHA Julián Isaza Director

Admito que el fútbol no es un deporte que llame particularmente mi atención, pero también admito que es difícil mantenerse al margen de la fiesta que se convoca cada cuatro años alrededor del balón. Porque la Copa Mundo, qué duda cabe, es una competencia y una celebración que une a millones, a miles de millones, en todo el planeta alrededor de una pasión que se contagia incluso en los que menos seguimos este deporte. Por ejemplo, debo reconocer que salté de la felicidad con aquel gol que Freddy Rincón anotó contra la selección alemana en el Mundial de Italia 90. También me emocioné como hincha acérrimo cuando nuestra selección clasificó a cuartos de final en Brasil 2014. Y he disfrutado de las celebraciones y los abrazos cada vez que nuestros jugadores logran lo que parecía imposible. En la memoria han quedado las postales del Cole descolgándose desde la tribuna mientras bate sus alas tricolores, la cabellera rubia del Pibe, las salidas osadas de Higuita, la calma zen de Maturana, la habilidad de James, la estrategia de Pékerman. Pero también los momentos de derrota, los tres goles del triunfo de Rumania contra Colombia en 1994 —uno de ellos, el de Hagi, considerado uno de los mejores goles en la historia mundialista—, el baile de la victoria de Roger Milla, de Camerún, después de anotar uno de los dos goles que eliminaron a Colombia del torneo en 1990. Las lágrimas de los jugadores nacionales después de terminar su participación en Estados

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Unidos 94. La tragedia y el dolor por la muerte de Andrés Escobar, asesinado el 2 de julio de 1994, pocos días después de regresar al país. Todos esos momentos —y muchísimos más que permanecen en la memoria de los más conocedores— han entrado en la historia. Son parte de aquello que nos une como país, de la conversación frugal o del análisis más vehemente. El triunfo y la derrota en la cancha como una metáfora de la vida misma, de las ilusiones y de la —a veces dura— realidad. Para este Mundial, Catar 2022, no clasificó el seleccionado nacional, pero eso seguramente no evitará que nos unamos a la fiesta. Y como la celebración comienza en pocos meses, quisimos dedicar esta edición a ese deporte que llena los estadios, los bares, las tiendas y las salas de las casas. Quisimos contar historias alrededor de este deporte, historias mundiales, locales y también aquellas que son más íntimas. Desde los momentos en los que el balón se conjugó con la política global, hasta el universo privado de los coleccionistas. Pasando, por supuesto, por el fervor de los y las hinchas, por los nombres que dejaron huella, por las jugadoras que enfrentan la inequidad, por las mujeres que fabrican los balones, por los periodistas y editores que encontraron en el fútbol una manera de narrar el mundo. Como siempre, la invitación es a que pasen, lean y disfruten estas páginas que pretenden ser un abrebocas a la fiesta mundial.


¡Gol! 3

Cuando la literatura hace goles ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Cubierta de la novela gráfica Colombia 86, una ucronía mundialista.

Caballito de Acero es una editorial que nació en el 2017 en Bogotá. Se encarga de publicar libros que unen los deportes con la literatura o, como a ellos les gusta decir, “donde la belleza atlética se vuelve poema, cuento, novela, foto o libro álbum”. Texto y fotos: Valentina Sandoval Pineda v.sandovalp@javeriana.edu.co

A sus 44 años, el editor detrás de Caballito de Acero, Luis Alejandro Díaz, es literato, filólogo, entrenador de fútbol certificado por la UEFA y gran apasionado por los deportes y todo lo que estos tienen por contar. A través de su tesis doctoral, creó una conexión con el fútbol y los horizontes del mundo de las letras en textos de España e Hispanoamérica. Formó la editorial hace cinco años y, desde entonces, deja que sus grandes pasiones se unan para terminar convertidas en libros que impacten la vida de otros lectores. En abril de 2022, la editorial compartió dos grandes novedades: Cuando perder era ganar un poco y ¿Quo Vadis, Sánchez? La primera, escrita por Carlos Castillo, narra el debut de la Selección Colombia en la Copa América. La segunda, escrita por Francesc Trabal, es una parodia de novela deportiva que habla de la sociedad deslumbrada por el deporte, traducida al español por primera vez. Ambos libros tuvieron su lanzamiento en el marco de la edición 34 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, lugar donde pudieron reencontrarse con sus lectores y sorprender con la identidad de su catálogo. Su oferta editorial se destaca por llevar la experiencia del deporte a un ámbito poético y mucho más personal. Un gran ejemplo es Una mujer corre, novela de la autora argentina Bibiana Ricciardi, que crea la sensación de movimiento y velocidad al recorrer la historia de la protagonista. El catálogo también cuenta con tesoros como A seis rounds, una antología de cuentos de boxeo, escritos por Arthur Conan Doyle y Jack London, o El arte de la máscara, un libro que compila el registro el fotográfico de la lucha libre en Bogotá.


¡Gol!

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Creo que vale la pena pensar que en Colombia hace muchísima falta la literatura sobre los equipos de fútbol, sobre el deporte en general ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Caballito de acero le apuesta a distintos géneros, que van desde el cuento hasta la novela gráfica.

Conversamos con Luis Alejando de esta apuesta que une literatura y deporte en las mismas páginas, de su editorial para los amantes del deporte y de las buenas historias.

Directo Bogotá (DB): ¿De dónde surgió la idea de abrir Caballito de Acero? Luis Alejandro Díaz (LAD): Es una idea que nace del amor que les tengo a los libros y al deporte, mis dos motores de vida más grandes. Aunque sí es verdad que montar una editorial en Colombia es difícil; no solo una editorial, cualquier emprendimiento, porque la economía que tiene el país es muy complicada. Meterse en un negocio de estos es saber que va a ser demorado o preocupante por momentos, pero eso no quiere decir que no sea motivante también. Siempre hay alguien a quien le gusta lo que uno hace, sobre todo los libros. Me motiva trabajar con mis pasiones.

DB: ¿Cómo nació la Caballito de Acero? LAD: La editorial nació en 2017. El primer libro se titula Boyacá en bicicleta, salió en diciembre de 2017 y era de fotografía; une la geografía boyacense con el amor por la bicicleta. La idea era tener una editorial en la que solo se mire el deporte desde la literatura. En el mundo hay muchas editoriales de deporte en español, pero lo que hacen es publicar biografías, memorias, crónicas o historia. Sin embargo, lo que queremos hacer acá es publicar solo literatura y ficción. El deporte también es algo poético.

DB: ¿En qué momento encontró el punto de conexión entre deporte y literatura? LAD: Creo que cuando estudiaba literatura. Yo quería ser futbolista y no pude hacerlo por unas lesiones, entonces entré a estudiar literatura y ahí se juntaron esas dos energías. Desde hace mucho tenía esa preocupación, así que después, cuando estudié con más profundidad, sentí que eran los libros que habría querido tener en mi biblioteca cuando era pequeño. Me gusta buscar ese tipo de historias en la librería y nunca encontraba. Por eso también quise hacerlo.

DB: Siempre ha existido una conexión entre literatura y deporte… LAD: Sí, muchos escritores han sabido mirar muy bien el deporte desde la literatura, bien sea ciclismo, fútbol, boxeo… Hay grandísimos escritores clásicos, como Jack London, Lars Gustafsson, Eduardo Galeano, Osvaldo Soriano, Juan Villoro, Miguel Hernández y Rafael Alberti. Es una lista gigante de autores que han sabido ver en el deporte una expresión muy clara y muy bonita de la condición humana.

DB: ¿De dónde viene el nombre de la editorial? LAD: El nombre lo busqué muchas veces pensando en objetos relacionados con el deporte y que fueran bonitos. Por ejemplo, césped, cuadrilátero o balón. En nuestro caso, caballito de acero fue una expresión que apareció de la nada, que es como esa imagen de la bicicleta y nos quedamos con un concepto así. Tenemos nuestro Caballito de Acero ensillado, listo para todas las historias que vienen.

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¡Gol!

DB: ¿Cómo es la relación con los autores? ¿Llegan manuscritos a la editorial o crean acuerdos de escritura según el proyecto? LAD: Todas son posibilidades reales. Algunos libros son historias que los autores traen directamente, nos muestran el libro y depende de nuestros intereses. Otros son libros que yo encuentro en ferias, publicados en otros idiomas, y compro derechos de traducción al español. También están las ideas que se me ocurren a mí y luego algunos autores las realizan, como A seis rounds, Boyacá en bicicleta o Colombia 86, la novela gráfica. Eso también hace que nuestro catálogo sea variado en autores. Tenemos colombianos, una autora argentina, también de España y Suecia.

DB: Soy gallina/Soy león (de fútbol bogotano) y Soy verdolaga/Soy poderoso (de fútbol antioqueño) son libros cara y cruz; es decir, son libros dos en uno, y cada cara del libro tiene 11 cuentos. ¿Por qué apostarle a esa narrativa de fútbol?

Luis Alejandro hablando con lectoras. Foto: cortesía de Caballito de Acero.

LAD: Yo creo que vale la pena pensar que en Colombia hace muchísima falta la literatura sobre los equipos de fútbol, sobre el deporte en general. No sé si Colombia sea un país tan amante del deporte, creo que en gran medida sí lo es, pero por eso mismo me parece muy extraño que no haya literatura sobre los deportes, y no me refiero a literatura de biografías y puras memorias, sino realmente ficción sobre el amor que hay a la bicicleta, al fútbol, a los equipos… Creo que eso hace mucha falta. Entonces, la idea de esos cuentos de fútbol es comenzar a cubrir un espacio que está muy vacío, donde los hinchas no saben cómo poder ver su amor al club desde la literatura.

DB: ¿Cuál ha sido la reacción del público lector y cómo se acercan ustedes hacia ellos? LAD: Los hinchas han recibido 50-50 los libros: entre mal y bien. Claro, como están acostumbrados a estar separados por la creencia de que no pueden vivir el fútbol juntos porque hay violencia, se vive de una manera tan agresiva… Entonces, cuando ven el libro y se dan cuenta de que son dos libros en uno, una parte los rechaza, mientras que los otros lo reciben muy

La novela de Carlos Castillo, Cuando perder era ganar un poco, fue una de las novedades de la editorial en la pasada Filbo.

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¡Gol!

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Sí vale la pena jugar a estar juntos ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

bien, con el pensamiento de que está chévere y de que sí vale la pena jugar a estar juntos.

DB: También se ha arriesgado con formatos no tan convencionales en la producción editorial del país, como la novela gráfica Colombia 86, escrita por Wílmar Cabrera e ilustrada por Nicolás García. ¿Cómo fue el proceso para publicarla? LAD: Colombia 86 es una novela que inicialmente era solo texto. El autor la reescribió varias veces, la trabajó mucho, pero al final sentimos que no terminaba de leerse bien. Después vimos la posibilidad volverla novela gráfica, así que encontramos un superdibujante: Nicolás. Ahora el dibujo y la novela cuentan la historia a modo de ucronía. Una ucronía es cuando se imagina un futuro que nunca pasó. Imaginamos a modo de ucronía lo que habría sido el Mundial del 86 si Colombia no lo hu-

biera rechazado. Nunca hubo Colombia 86, es un mundial que se jugó en México, pero acá en la novela sí pensamos cómo habría sido todo. En Colombia 86 sí hay partidos y grupos, hay inauguración y todo lo que involucra realizar un mundial.

DB: En su stand en la Feria Internacional del Libro de Bogotá tenía un espacio para Freddy Rincón. ¿Cómo fue hacer este homenaje? LAD: Se trata de un homenaje con el objetivo de recordarlo. Su muerte coincidió con el inicio de la Feria y me parece que estuvo bien dar un espacio para él. Es un homenaje de corazón y creo que fue el único lugar en la Feria al que le interesó tanto como para poderle darle valor a Freddy Rincón. Además, seguramente para muchos, como para mí, él sea uno de los dos o tres jugadores más importantes de la historia del fútbol en Colombia. Por eso el homenaje.

Luis Alejandro Díaz en el stand de la editorial de la Filbo. Fotos: cortesía de Caballito de Acero.

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¡Gol! 7

Vanemerak:

el argentino más colombiano del fútbol ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Texto: Luziana Villarraga luziana-villarraga@javeriana.edu.co Fotos: Cortesía de Mario Vanemerak Mario Vanemerak enfrentando a Freddy Rincón.

Han pasado 23 años desde el último partido de Mario Vanemerak como jugador profesional. Sin embargo, este deporte sigue siendo el amor de sus amores, el motivo de su alegría y su rutina desde hace más de 40 años. No cabe duda de que tiene marcado a Millonarios en el alma por haber crecido allí, tanto como deportista como técnico. Hoy, lejos de los grandes clubes, le dedica sus días a seguir entrenando jóvenes para que, como él, logren hacer historia. Vanemerak es un argentino de 58 años proveniente de un pueblo llamado Firmat, de la provincia de Santa Fe (la más grande de ese país). Hace más de cuatro décadas que vive en Colombia, por lo que se siente más de aquí que de allá. Sin embargo, su acento sigue intacto y delata que viene de tierras lejanas, unas donde se vive el fútbol a flor de piel. Su tez es trigueña, tiene las entradas pronunciadas y apenas se le ve un poco de cabello plateado. Sus ojos son grandes y bastante expresivos, así como su amplia sonrisa. El estilo de vestir va de acuerdo con lo que fue y es: un deportista amante de los tenis y las sudaderas Adidas. Este exjugador y extécnico de Millonarios ingresó al Club Atlético Argentino cuando tenía apenas ocho años y siguió allí hasta que cumplió catorce, edad en la que se le presentó la oportunidad que le cambiaría


¡Gol!

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Mario Vanemerak y Diego Maradona.

el inicio de su sobresaliente carrera como futbolista: trasladarse a Buenos Aires para jugar en Vélez Sarsfield. Empezó en sexta división hasta que logró llegar a primera por su disciplina a la hora de entrenar de lunes a viernes, de jugar partidos los sábados y de practicar con compañeros hasta diez años mayores que él. Cuatro años después, cuando cumplió la mayoría de edad, empezó su época de jugador profesional y llegó el traslado de Argentina a Colombia. Vanemerak parece colombiano en muchos sentidos: es cálido con las personas y amante del café. Durante la entrevista en el Dunkin’ Donuts de la 127 con autopista Norte, junto a una bomba de gasolina Terpel, sitio que le queda cerca a su casa y al que va todos los días, se toma dos vasos medianos de latte y saluda a menudo a personas que desde afuera lo reco-

nocen o que incluso entran al lugar a tomarse una foto con él o a pedirle un autógrafo. Mientras está terminando de contar su rutina, ingresa un hombre treintañero con ropa deportiva y una bolsa de papel de Adidas en la mano. El hombre se emociona al ver a Mario Vanemerak casi como si se hubiera encontrado con una estrella pop y le pide el favor de firmar una camiseta de Millonarios y un balón que saca del talego. También le solicita que le envíe un saludo a su sobrino que cumple años el siguiente fin de semana. Entre risas y frases amables, pero rápidas, porque es tan acelerado en el ritmo de su voz como lo era en la cancha, Mario saluda en un clip corto a Luis Eduardo por su cumpleaños número 14 y firma los implementos que su tío le pasa. Tiene razón: los hinchas del Embajador lo aman. El legado de Vanemerak en el fútbol colombiano está reflejado en su exitosa carrera de 35 años en este país que no es el suyo, pero que lo apropió a partir de la conexión que estableció con Millonarios desde 1987. Allí completó en sus dos etapas —como jugador y como técnico— más de 138 partidos y anotó 16 goles: en liga, 126 partidos y 14 goles, y en la Copa Libertadores, 12 partidos y 2 goles. Sus dos últimos años dentro de la cancha fueron en el Club Deportivo Provincial Osorno, en Chile, de 1995 a 1996, pero se vio obligado a retirarse por una lesión de cartílago. En 1999 regresó a Bogotá y, como nunca se recuperó, decidió convertirse en entrenador de etapas formativas y en categoría sénior. Más de veinte años después sigue dirigiendo y ayudando a niños y jóvenes que, como él en el algún momento, sueñan con ser unos dioses con el balón.

Directo Bogotá (DB): ¿Por qué sigue siendo un jugador tan recordado? Mario Vanemerak (MV): Porque fui un jugador muy físico y bueno. En 1982 ya corría 12 o 13 kilómetros por partido; ahora corren nada más 9 o 10. Tenía mucha marca y sabía usar la pelota. Fui desde delantero hasta arquero. A pesar de que me gustara atacar, no era mi virtud, más bien era hábil en velocidad, potencia y todo lo hacía con base en la fuerza. Eso fue lo que me destacó en Millonarios. Muchos

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¡Gol!

pensaban que yo era 10 (mediocampista), pero en realidad siempre fui 8 (volante). Hice goles a pesar de que era volante de marca aquí, en Osorno (Chile) y en Ecuador. Un jugador así de completo ya no hay, lo más parecido fue lo que hacía Diego ‘El Cholo’ Simeone en el Atlético de Madrid.

DB: ¿Qué equipos y jugadores han marcado su carrera? MV: El Club Atlético Argentina, por comenzar allí; Vélez, porque me hice hincha, me formé y conocí a grandes que me ayudaron, como Carlos Bianchi, ‘Beto’ Alonso, Nery Pumpido... Obviamente, Millonarios, esta es mi casa. Dejé buenos pasos en Osorno, Deportivo Quito y Racing Club, en Argentina. Sin embargo, Millos gana por los títulos que logré, por el cariño de la gente y porque fue el único equipo en el que jugué en Colombia. Sin duda, la amistad que tuve con Maradona me marcó porque fue muy grande, así como la que tengo con Daniel Passarella, Ubaldo Fillol, José Luis Cociuffo, Alejandro Sabella y muchos más. Esa camada del Mundial de Fútbol de 1986 fue importante a pesar de que quedé afuera. Éramos 39 y podían quedar 23 no más.

DB: ¿Cómo conoció a Maradona? MV: Yo practicaba en Vélez, donde además era recogepelotas. Él, que me llevaba tres años, estaba en Argentinos Juniors, equipo que jugaba de local en la cancha de Vélez. Yo veía a Diego, y el tipo se pasaba a tres o cuatro como si nada, era todoterreno. Empecé a cazar pelotas y de la nada tenía a Maradona al lado mío. Se acababa el partido y me quedaba en el estacionamiento donde su familia lo esperaba. Diego era el último que salía. Lo saludaba y el tipo no me daba bola, obviamente no sabía quién era y qué hacía yo allí. Hasta que un día me dijo: “¿Vos quién sos?”. Le contesté que jugaba en inferiores en Vélez y que era Mario Vanemerak. Me dijo: “Me traés suerte. Vení siempre”. Desde ahí, cada vez que me veía me decía “hola, Mario”, y yo me derretía. Con el tiempo nos hicimos amigos, incluso jugábamos con la camiseta del otro. La última vez que lo vi fue cuando vino a Colombia a un partido por la paz en el 2015. Diego es bandera a nivel

Mario Vanemerak en la Selección Argentina a inicios de la década de los ochenta.

mundial, es todo para los argentinos. Ni Messi ni Ronaldo son mejores que Maradona, él está por encima de cualquiera.

DB: ¿Cómo inició su relación con Millonarios? MV: Antes de venirme a Millonarios tuve propuestas de América de Cali, Junior y Santa Fe. Sin embargo, cuando estaba a punto de aceptar entrar a ese último, apareció Guillermo Gómez, que era el vicepresidente de Millos y viajaba a Argentina a contratar jugadores. Estaban buscando un 8 y les gustó cómo jugaba yo en Vélez. Me compraron en 500.000 dólares en 1987. Hice contrato solo de dos años porque estaba casado y tenía un hijo de dos años. Estaba muy motivado por venir a Colombia debido a la diferencia económica: aquí había mucho dinero para el fútbol. Busqué la posición económica para mí y mi familia, y no erré. Me fue muy bien como jugador, por lo ágil, disciplinado y concentrado que estaba en los partidos y en todo lo que pasaba con el equipo.

DB: ¿Y como técnico? MV: En 2007 me ofrecen dirigir a Millonarios y me quedo diez meses en eso. Ser director técnico es pasión, así como ser futbolista, pero aquí hay que pensar en todo lo que compone al equipo, uno es el capitán del barco. En ese

Hace 23 años fue la última participación de Mario Vanemerak como jugador profesional ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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El argentino, radicado en Colombia, hoy tiene 58 años y es un referente del fútbol nacional ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Mario Vanemerak debutó en Millonarios en 1987.

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momento Millos estaba muy mal tanto en resultados como en lo económico, incluso ni los hinchas los querían porque solo asistían 1.500 personas al Campín. Empecé por contarles a los jugadores lo que era y representaba Millonarios a nivel nacional e internacional. No es un equipo cualquiera, es que hasta le ganamos al Real Madrid. Con mi llegada, Millos empezó a sonar internacionalmente, las taquillas eran de 40.000 personas y poco a poco el equipo iba repuntando en partidos y campeonatos. La parte mala fue que a mí me trajeron para librarse de responsabilidades. Los directivos pensaron: “A este tipo lo quieren y jugó bien, traigámoslo para que arregle este rollo porque si nos va mal, lo van a putear a él, no a nosotros”. Tuve muchos

problemas con ellos, porque cuando vieron los avances querían tener el control por completo otra vez, pero mientras Mario Vanemerak esté, se hace lo que yo diga. Me echaron porque no quería trabajar bajo su lógica y por un problema de disciplina en el que me expulsaron de un clásico. Me utilizaron: una vez el equipo estuvo arriba, tenía plata, posicionamiento y patrocinadores, ya habían conseguido lo que querían. La gente sabe que yo me entregué a Millos y lo saqué adelante.

DB: ¿Qué hace Mario Vanemerak ahora? MV: Ahora vivo más relajado, pero igual de entregado al fútbol que siempre. Me levanto a las cinco de la mañana de lunes a sábado para llegar a la calle 222 con autopista Norte


¡Gol!

a entrenar a un equipo que se llama La Quinta Sport, el cual está compitiendo en el torneo para clasificar a la categoría C. Tomo mucho café a lo largo de día. También soy entrenador personalizado de muchachos de 13 a 16 años que quieren jugar aquí o irse a Argentina a jugar, y yo los conecto. Disfruto dar charlas a empresas para que sirvan de motivación; por ejemplo, en algunas ocasiones he ido a Adidas a empujar hacia adelante a los empleados.

DB: ¿Cuál es su mayor éxito y fracaso en el fútbol? MV: No siento que nada de lo que he hecho haya sido un fracaso, pero quizás la mayor amargura fue no haber ido al Mundial de México en 1986, porque Argentina ya ha sido campeón del mundo dos veces y yo quería quedar

dentro de esos 48 jugadores que han quedado en la historia. La segunda frustración fue con Millonarios, al no ganar la Copa Libertadores que nos robó Nacional. De cosas que me dejen satisfecho hay un montón. Primero, mi desempeño como jugador y la carrera que hice. Sin embargo, lo segundo es lo que más me llena: todo lo que hice por Millonarios, por eso los hinchas me aman, porque la gente sabe lo que hice como futbolista y como técnico. Me alegra saber que el equipo volvió a ser grande al ganarle a rivales fuertes como Nacional. Volvieron a saber que son capaces de reventar estadios y a estar unidos como hinchada. Yo soy una parte importante de Millonarios, me considero un ídolo y un grande. Siempre salgo adelante, no me conformo si estoy arriba. Siempre pienso que todos los días hay que darle adelante y duro, al balón y a la vida.

Vanemerak marcó una época como director técnico de Millonarios. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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¡Gol! 12

Tres momentos de la historia mundial No existe otro evento deportivo que paralice el planeta como la Copa Mundial de Fútbol: 32 selecciones, con los mejores futbolistas, apostando por la gloria. Aunque desde 1930 los mundiales nos han permitido conocer historias memorables dentro de las canchas, también más allá del rectángulo quedaron dibujados momentos dramáticos e inolvidables que reflejaban lo que sucedía en el planeta. Episodios de paz, guerra y política que no pasaron inadvertidos mientras la bola rodaba. Aquí seleccionamos tres de esos momentos en los que el fútbol fue más que fútbol.

Texto: Sebastián Cote Ilustraciones: Laura Tavera @ltg_ar.t.ch Las flores blancas iraníes En 1998, en el Mundial de Francia, se vivió quizás el más noble acto entre dos selecciones. Todo empezó en el Estadio Vélodrome, de Marsella, cuando los directivos de la FIFA y personalidades del fútbol iniciaron el sorteo de selecciones para la fase de grupos de la Copa Mundial. Todo transcurría con normalidad hasta que la suerte —o la mala suerte— se presentó en la conformación del grupo F, cuyos animadores eran Alemania, Estados Unidos y la hoy extinta República Federal de Yugoslavia. El entonces secretario de la FIFA, Joseph Blatter —actualmente suspendido por ocho años debido a actos de corrupción—, anunció el cierre del grupo F con la inclusión de Irán, todo mientras la bandera del país asiático hondeaba en la pantalla digital puesta en el estadio. “Fue abrumador”, confesó Steve Sampson, entonces entrena-


¡Gol!

dor estadounidense, en una entrevista con Fox Sports. Iraníes y estadounidenses habían roto relaciones diplomáticas desde 1979 y las tensiones entre ambos países se venían acrecentando como una bola de nieve en bajada. Todo comenzó con la Revolución Iraní de 1979, un fenómeno que cambió para siempre la historia de este país del Medio Oriente. Irán había vivido un proceso de “occidentalización” durante décadas, producto de las buenas relaciones del sah (rey) Mohammad Reza Pahleví con Gran Bretaña y Estados Unidos. Sin embargo, el pueblo iraní apenas recibía migajas de las millonarias exportaciones petroleras de su gobierno, que evitó la nacionalización del recurso natural mediante un golpe de estado en 1953. A finales de la década de los setenta, la situación fue insoportable para los habitantes de Irán, donde cuatro de cada diez personas no tenían hogar propio. Además, el sah respondió a las movilizaciones sociales con represión y forzando al exilio del máximo líder de oposición: el ayatolá Jomeini, que era el líder religioso de la rama chiita del islam. Cuando las protestas se hicieron multitudinarias, el sah huyó a Estados Unidos junto con su familia. Con el sah exiliado y una sociedad sedienta de reformas estructurales, el ayatolá Jomeini regresó a Irán con la promesa de ser la fuerza de cambio. En menos de dos meses se creó la República Islámica de Irán, con la sharia —ley divina— para regir la vida social y política del país. Con esto, las autoridades religiosas se tomaron el gobierno, basándose en el Corán como método de conducta. En poco tiempo las mujeres fueron obligadas a usar velo completo, se prohibió el consumo de cerdo y alcohol y se empleó a los Guardianes de la Revolución para vigilar el cambio. Con el transcurrir de los años, la población femenina fue la gran perjudicada por las nuevas reformas. Las prohibiciones hacia ellas han sido extremas. Uno de los casos más dicientes es el de una mujer iraní que se prendió fuego el 10 de septiembre de 2019, desesperada porque le negaron la entrada a un partido de fútbol. Un mes después, entre júbilo y esperanza, el gobierno Iraní permitió la asistencia de mujeres a los estadios.

Ahora bien, la Revolución Iraní llegó a magnitudes radicales cuando 52 diplomáticos estadounidenses fueron tomados como rehenes en su embajada en Teherán, a finales de 1979. Más de 500 estudiantes, inspirados en los discursos antiestadounidenses de Jomeini, cercaron el edificio durante más de un año. El objetivo del secuestro fue pedir en extradición al antiguo sah Mohamed Reza Pahleví, a quien querían hacerle pagar por tantos años de desigualdad. “Los 52 rehenes —diplomáticos, marines, seguramente algunos agentes de la CIA, agregados militares y funcionarios— habían sido exhibidos casi a diario en un desfile patético, los ojos vendados, las manos atadas”, aseguró el periodista argentino Alberto Amato, corresponsal durante la crisis. Amato rememora, además, que la figura internacional de Maradona funcionó como “salvoconducto” en Irán, pues hablar de “el Diego”, hoy fallecido, reducía la hostilidad de los radicales con la prensa argentina. Cuando murió Reza Pahleví, en 1980, el gobierno de Estados Unidos negoció con Irán la liberación de los secuestrados a cambio de la no intervención en asuntos internos iraníes. A principios de 1981, los rehenes fueron enviados a la República Federal Alemana y, luego, fueron recibidos como héroes en Washington, casi como si fueran actores de Hollywood. De hecho, Ben Affleck se inspiraría en esa “Crisis de los Rehenes” para dirigir y protagonizar su cinta Argo, ganadora del premio Oscar a la mejor película de 2013. La enemistad entre Irán y Estados Unidos había tocado los niveles sociales más importantes desde 1979, y el fútbol entraría en esta disputa en el Mundial de Francia 1998. Desde luego, ya “el fútbol es como la vida misma” —de acuerdo con el viejo adagio del balompié—, no había forma de que escapara. La película de suspenso esta vez resultó ser Irán vs. Estados Unidos, por la segunda fecha del grupo F, el 21 de junio de 1998. La expectativa estaba en su punto máximo, pues se trataba de un duelo con jugosos tintes políticos y, por si fuera poco, el perdedor quedaría eliminado del Mundial. Al contrario de las especulaciones, la selección de Irán deleitó a los espectadores con uno

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El emperador Akihito renunció a asistir a la inauguración del Mundial Corea-Japón 2002, quizás presagiando una oleada de protestas en contra de lo que representaba ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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de los gestos más sublimes de la historia del fútbol: cada uno de los jugadores del seleccionado asiático saltó al campo con un ramo de flores blancas, entregados a los once compañeros de profesión estadounidenses. Las cámaras se quedaron con ese acto de paz, nunca visto en las quince copas mundiales anteriores, ni en las cinco posteriores. Después de entonar los himnos correspondientes, ambos equipos se mezclaron en abrazos y posaron para la foto oficial del partido. Atrás quedaron las discusiones políticas de los noticieros y la propaganda de guerra de cada bando. Las tensiones internacionales se dejaron a kilómetros de distancia, como lo hubiera querido el mismísimo Jules Rimet, quien en 1930 creó el certamen con el propósito de unir a las naciones una vez finalizada la cruda Primera Guerra Mundial. Luego, en el partido, el seleccionado de Irán dejó la amabilidad de la fase previa, pues venció a los estadounidenses por 2 a 1 y los envió directo a casa, cuando todavía restaba un partido de la fase de grupos. Tras la victoria iraní sobre Estados Unidos, los asiáticos se midieron contra Alemania en el Stade de la Mosson, en Montpellier. La selección de Irán perdió 2 a 0 y se despidió del Mundial de Francia 1998 al no superar la fase de grupos. Sin embargo, dejó un claro mensaje: los problemas se dejan fuera del campo de fútbol. Como lo diría Maradona: “La pelota no se mancha”.

La gambeta del emperador Akihito El 31 de mayo del 2002 se inauguró la Copa Mundial de Corea-Japón, ante la mirada de 72.000 espectadores en las gradas. Docenas de artistas asiáticos, vestidos con trajes típicos orientales, como kimonos y hanboks, iniciaron la competencia con una ceremonia compuesta por desfiles y música autóctona. Mientras las banderas de los organizadores eran transportadas al centro del campo del Seúl World Cup Stadium (en Corea del Sur), los kotos —una especie de arpa—, samisenes —un tipo de banyo— y demás instrumentos musicales asiáticos armonizaban el preludio del Mundial. El emperador Akihito de Japón había sido

invitado, junto con el príncipe heredero, Naruhito, a pasar una larga estancia en Corea del Sur, cuyo objetivo sería asistir a la ceremonia de apertura del Mundial. Sin embargo, el emperador se negó a ir junto a su heredero, y en su lugar envió al príncipe Norihito de Takamado, quien fue el primer miembro de la familia real japonesa en viajar a Corea del Sur desde 1945. Sí, durante más de cinco décadas. El desplante del emperador Akihito fue tomado como un resquebrajo diplomático que expuso la relación poco amistosa que ambos países vivían medio siglo después. El emperador fue el príncipe heredero de Hirohito, el mismísimo gobernante japonés que invadió la península coreana, la costa pacífica china y los grupos insulares cercanos a su territorio durante la Segunda Guerra Mundial. Aquel imperio de Hirohito es repudiado en Asia por intentar hacerse con todo el continente a las malas y por crímenes de guerra impresionantes. Tal es el caso de “las damas de consuelo”, una estrategia en la cual las mujeres coreanas eran obligadas a prostituirse para el ejército japonés. Cuando el padre del emperador Akihito se rindió en la Segunda Guerra Mundial, el país fue obligado a reformar su constitución política. El estatuto actual, también llamado Constitución de la Paz, contiene un pasaje interesante en su artículo 9: “[…] el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales”. Demoledor, en el papel. Si bien Japón renunció a las guerras, los actos de perdón han sido escasos por parte de sus dirigentes; de hecho, aún existen centros religiosos donde se les rinde culto a criminales de guerra. Es el caso del santuario Yasakuni, en Tokio, lugar de veneración de Hideki Tōjō —entre otros—, ministro de Guerra que autorizó la invasión a Manchuria, en China, y el ataque a Pearl Harbor, en Estados Unidos. El emperador Akihito renunció a asistir a la inauguración del Mundial Corea-Japón 2002, quizás presagiando una oleada de protestas en contra de lo que representaba.


¡Gol!

No solo era el hijo de un déspota reconocido en la región —con escaza vergüenza por las andanzas de su padre—, sino que, además, el comité organizador de su país no se había portado muy bien con los coreanos. Primero, los japoneses intentaron vender entradas con el título de “Mundial de Japón-Corea 2002”, lo cual fue rechazado por la FIFA ante las arengas del comité coreano.

Los japoneses, al parecer, quisieron poner en segundo plano el nombre de sus colegas y vecinos. Luego, los nipones hicieron caso omiso a los reclamos sobre Kaz, una de las tres mascotas del Mundial, que era un extraterrestre y se llamaba igual que el jugador japonés Kazuyuki. Al final, tras un inicio turbulento desde el punto de vista político, la Selección de Japón firmó la mejor presentación de su historia en los

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En 1982, el presidente Belisario Betancur notificó al pueblo colombiano una noticia desalentadora: “El Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia" ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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mundiales, tras finalizar vencedora del grupo H y clasificar a los octavos de final. Allí los nipones fueron vencidos por la sorprendente Turquía, la cual saboreó el premio del tercer puesto. La Selección de Corea del Sur, por su parte, también realizó el mejor mundial de su historia tras quedarse con el cuarto puesto. Sin embargo, fue sancionada por la prensa tras un rendimiento potenciado por decisiones arbitrales. En octavos de final, Corea del Sur venció a Italia en tiempo suplementario, en un partido desbalanceado por el árbitro ecuatoriano Byron Moreno. El juez expulsó al italiano Totti tras entender que había simulado un penalti que sí existió —de hecho, era más grande que toda Asia—. A propósito, Moreno no solo era un delincuente dentro de la cancha: en 2010, el exárbitro fue detenido en Nueva York cuando intentaba ocultar heroína en su ropa interior. Luego, en cuartos de final del Mundial, los coreanos vencieron a España por penales, ayudados por el árbitro egipcio Gamal Al Ghandour, quien le anuló dos goles lícitos al conjunto europeo en tiempo regular. El diario español Marca publicó el titular “Da asco” en su portada del día siguiente.

Cuando Colombia renunció al Mundial La editorial italiana Panini consiguió los derechos del álbum oficial del Mundial en 1970 y, desde entonces, entretiene a coleccionistas que no descansan hasta completarlo. Los más aficionados archivan los libritos en su biblioteca, guardando como un tesoro centenares de láminas de leyendas del fútbol… ¿Quién no se muere por un Messi o un Cristiano Ronaldo sacados directamente del empaque? Esta futbolpedia se renueva cada cuatro años y lleva como título el nombre de cada país organizador del Mundial. Ahora bien, el álbum de 1986 tiene una historia aparte, pues en principio estaba destinado para Colombia, pero al final México quedó grabado en las páginas. El gobierno colombiano rechazó organizar el mundial de 1986, el único país sede que se ha retirado en la historia del certamen. ¡Qué mala suerte! Todo empezó con Alfonso Senior Quevedo, un bigotón barranquillero de traje y corbata que fue un dirigente deportivo de verdad durante el

tiempo en el que estuvo activo. Senior fue fundador del fútbol colombiano, leyenda viviente del Club Deportivo Los Millonarios de Bogotá y hacedor de milagros futbolísticos nunca antes vistos en Colombia. Durante sus mejores años, Alfonso Senior presidió un club de barrio —Deportivo Municipal— que terminó goleando, una década después, al mismísimo Real Madrid en España. Se trataba del mítico “ballet azul” de Millonarios. El equipo era comandado por uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol: Alfredo Di Stéfano, quien fue reclutado por el equipo blanco tras la goleada en territorio ibérico. La Saeta Rubia, como fue apodado Di Stéfano, había sido atraído por Senior para jugar en Millonarios cuando estalló la huelga de futbolistas de 1948 en Argentina. El mismo año de esa huelga, Senior creó, junto al entonces presidente del América de Cali, Humberto Salcedo, la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor), la institución que ha regulado el fútbol profesional del país cafetero. Una vez creada la Dimayor, se disputó el primer campeonato de primera división en Colombia, con diez equipos de diferentes regiones del país. Aunque solo los colombianos reconocen tal competencia, aquella “liga pirata” —llamada así porque los jugadores traídos de Argentina estaban inscritos en sus anteriores clubes— fue permitida por la FIFA hasta 1951. Debido a su buena labor como dirigente deportivo en Millonarios, Alfonso Senior tomó las riendas de la Federación Colombiana de Fútbol en 1964. Luego, en 1970, fue nombrado miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, puesto en el cual logró lo inimaginable para un país del tercer mundo: la Copa Mundial de Fútbol Colombia 1986. Sí, el evento deportivo más importante del planeta en un país donde uno de cada cinco adultos era analfabeta. El dirigente barranquillero puso sus esperanzas en Colombia para un proyecto a largo plazo; sin embargo, su misma nación se negó a devolverle tal favor. En 1982, en un anunció más que sorprendente, el entonces presidente Belisario Betancur comunicó al pueblo colombiano una noticia desalentadora: “El Mundial de Fútbol de 1986


¡Gol!

no se hará en Colombia, previa consulta democrática sobre cuáles son nuestras necesidades reales. En este caso no se cumplió la regla de oro: el Mundial debería servir a Colombia, y no Colombia al servicio de la multinacional del Mundial. Aquí tenemos muchas otras cosas que hacer y no hay ni siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y de sus socios. García Márquez —Premio Nobel de Literatura 1982— nos compensa totalmente lo que perdamos de vitrina con el Mundial de Fútbol”, sentenció el dirigente ante millones de compatriotas que siguieron su transmisión por la televisión pública.

tizan países del primer mundo, o la misma Qatar, organizadora en este 2022, elegida con graves indicios de petrodólares de por medio. *Estos textos pertenecen al trabajo de grado “Disparos a gol: crónicas documentales de política y mundiales de fútbol FIFA”, el cual fue destacado como meritorio por la Pontificia Universidad Javeriana. El documento narra más de un centenar de episodios en los cuales las maniobras políticas y realidades socioculturales dominaron la pelota.

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Así, el Gobierno de Colombia se arriesgó al descontento popular, sustentándose en una mejor administración del presupuesto nacional. Y en cierta medida el expresidente Betancur tenía razón, pues las exigencias de la FIFA eran más que optimistas. Primero, el máximo ente del fútbol pidió que todas las sedes estuvieran conectadas por una red ferroviaria, lo que resultaba un reto enorme en una de las topografías más desiguales de la región. Segundo, se exigió la presentación de 18 estadios de primer nivel, entre los cuales dos deberían tener capacidad para 80.000 hinchas. Ese proyecto, cuatro décadas después, aún no se cumple y está muy lejos de alcanzarse en un país donde el 40 % de los ciudadanos son pobres, según el DANE. Tercero, la FIFA pidió, entre otras exigencias lejanas de las posibilidades colombianas, una robusta e innecesaria flota de limosinas para el transporte particular de los altos dirigentes. Una pleitesía en la que, por el contrario, sí somos juiciosos. Ante la renuncia de Colombia para organizar el Mundial, México se responsabilizó de celebrar su segunda Copa del Mundo en 1986. Un año antes, un potente terremoto destruyó el corazón de México. Lo mismo le pasó a Chile, curiosamente, dos años antes de organizar su mundial en 1962. A Colombia, por su parte, la sacudió la imposibilidad de cumplir las expectativas de unos opulentos dirigentes y su propia incapacidad de ofrecer un espectáculo como los que garan-

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¡Gol! 18

Fútbol 5

por toda la ciudad En Bogotá, las canchas de fútbol 5 son una oportunidad para que los amantes del deporte se desconecten del ruido y de la rutina. Recorrimos seis de ellas y les contamos qué ofrecen para que usted y sus amigos se tomen un respiro deportivo. Texto y fotos: Isabela Lozano y Paula Lovera Isabela.lozano@javeriana.edu.co y loverapaula@javeriana.edu.co Jorge Rodríguez, uno de los socios de las canchas Los Galácticos.

Canchas Los Galácticos Calle 127 # 58-14, Bulevar Niza Estas canchas están ubicadas en la terraza del centro comercial Bulevar Niza desde hace seis años. Jorge Rodríguez, uno de los socios y actual administrador, dice que son “pioneros en el tema de tener canchas de fútbol en las terrazas de los centros comerciales, ya que hace 30 años no se pensaba en un uso adicional de estos espacios”. No fue sino pasar la propuesta para que empezara a andar este negocio que se inició con el propósito de convertirse en un lugar donde se integran distintas ideas de entretenimiento. Por esa razón, no solo ofrecen las canchas de fútbol 5 y 6, sino que también está el fútbol burbuja (donde las personas juegan metidas, literalmente, en una burbuja de plástico), entrenamientos, torneos, tienda deportiva, celebraciones empresariales y fiestas de cumpleaños. Las canchas de Los Galácticos son una muy buena opción para pasar un rato agradable con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo, porque su visión empresarial acoge a todos los que quieran divertirse, aún si no saben mucho sobre fútbol. Los precios por hora están aproximadamente en 105.000 pesos; el fútbol en burbuja cuesta 180.000 pesos y los entrenamientos y torneos ponen sus propias tarifas. Funcionan de domingo a domingo desde las 6:00 a. m. hasta las 11:00 p. m. Además, tienen espacio de cafetería, algunos juegos de máquinas, convenio con Jeno’s Pizza, parqueadero, internet, baños y camerinos. Personas jugando fútbol burbuja.

Foto: Camilo Rozo


¡Gol!

Kick 5 Carrera 7 # 50-20, Chapinero

Kevin Basto, administrador de Soccer 147.

Soccer 147 Calle 147 # 72-35, Colina Campestre Soccer 147 se ubica en la localidad de Suba, diagonal al centro comercial Parque La Colina. El negocio empezó hace más de diez años con una sola cancha de fútbol 5, pero con el tiempo fueron expandiendo el espacio hasta construir cuatro más de ellas y, posteriormente, una de fútbol 7 y otra de fútbol 8. Kevin Basto, quien está a cargo del lugar, cuenta que “empezó como un negocio para crear un centro deportivo amplio en la localidad y hoy en día tiene una gran afluencia de jugadores, aficionados y escuelas de fútbol, como lo son Club Caterpillar Motor, JDiez FC y Élite FC”. Este lugar se diferencia por su espacio amplio y cubierto, pero también por la flexibilidad que maneja con sus clientes. Los encargados de las canchas saben que vivimos en una ciudad impredecible, donde los trancones y los imprevistos pueden jugar en contra de nuestro tiempo. Por eso, los asistentes pueden acordar mover un poco el horario o la cancha reservada con más confianza. Eso sí, dependiendo de los espacios y horas que tengan libres dentro de sus reservas.

En el corazón de Chapinero se encuentra Kick 5, un espacio desconectado del ruido de la ciudad que ofrece un espacio para el deporte, la recreación y la relajación en un entorno diferente. Este lugar alberga dos canchas de fútbol 5, las cuales se abrieron al público en el 2005. Myriam, una de las administradoras, cuenta: “Antes existía una pared para escalar, pero Andrés Olarte, el dueño de Kick 5, quiso aprovechar mejor el espacio por la gran demanda que hay en esta zona de la ciudad”. Las canchas tienen un precio que va desde 60.000 hasta 170.000 pesos por hora. Esto depende del día y el horario en el que se haga la reserva, ya que en hora pico (de 6:00 p. m. a 9:00 p. m.) sube el precio. Para los jugadores, el lugar cuenta con camerinos amplios, casilleros, cafetería y parqueadero. Sin embargo, también hay un espacio en el segundo piso que cuenta con mesas de ping-pong, bolirrana, pista para bailar y barra de comida y bebidas. Por último, Kick 5 alquila sus canchas para los entrenamientos de escuelas deportivas, eventos culturales, grabaciones y celebraciones especiales.

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Jugadores en la cancha de fútbol 5 en Soccer 147.

Las canchas de Soccer 147 tienen distintos rangos de precio. El más asequible cuesta 50.000 pesos, entre las 8:00 a. m. y las 5:00 p. m., de lunes a viernes; el más costoso, que es de fútbol 8, cuesta 180.000 pesos de lunes a viernes, entre las 6:00 a. m. y las 10:00 p. m. Cabe aclarar que tienen servicio de lunes a lunes y el precio está sujeto a la disponibilidad, hora y día. Las zonas de juego, además, cuentan con espacios entre las canchas para que los acompañantes se sientan cómodos, como la cafetería y las mesas, donde comer o beber algo, mientras ven los partidos.

19


¡Gol!

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Cancha de La Futbolera.

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La Futbolera

Spot 5

Calle 63 # 35-44, Nuevo Campín

Calle 140 # 12-54, Cedritos

Ivanna Carrero es una joven venezolana de 26 años que desde hace cuatro años y medio es la administradora de La Futbolera en Bogotá. Al ser experta en atención al cliente, sabe perfectamente cómo tratar a los consumidores de este lugar y dar un buen servicio a cualquier persona que desee hacer uso de las instalaciones.

Spot 5 lleva más de diez años en la ciudad de Bogotá. Este local se encuentra arriba del gimnasio Smartfit de la calle 140 con carrera 12 y el horario entre semana es de 7:00 a. m. a 11:00 p. m., pero si el cliente desea jugar por las madrugadas o tarde en la noche, Carlos Quintero, el administrador del lugar, abre las puertas cuando los clientes se lo pidan.

En La Futbolera hay canchas de fútbol 5, 7 y 10. De lunes a jueves, el horario va de 2:00 p. m. a 11:00 p. m., pero, como comenta Ivanna, “eso no quiere decir que si nos piden una cancha a las 12 de la noche vamos a decir que no. Todo depende de lo que pidan los clientes”. Así que los horarios suelen ser flexibles, incluso para quienes deseen hacer uso de ellas hasta altas horas de la noche. Los fines de semana, los servicios van desde las 7:00 a. m. hasta las 10:00 p. m. De lunes a viernes, antes de las 6 de la tarde, el juego sale en 119.000 pesos la hora en todas las canchas, y a partir de las 7:00 p. m., en 210.000 pesos. Los sábados y domingos tiene un costo de 169.000 pesos. Esta instalación no solo tiene canchas de fútbol, sino que también cuenta con una bolera de 8 carriles y diferentes máquinas de videojuegos, donde pueden ir familiares y amigos a pasar una tarde agradable y disfrutar tiempo de calidad. También tiene un bar para pedir comidas, bebidas y diferentes zonas interactivas donde la gente se reúne a pasar el rato.

Los precios de las canchas varían según el horario. Pueden costar desde 80.000 hasta 200.000 pesos entre las 4:00 p. m y las 7:00 p. m., y 170.000 pesos de 5:00 p. m. a 7:00 p. m. A partir de las 6:00 p. m. y hasta 11:00 p. m. el alquiler de las canchas tiene un valor de 200.000 pesos. Los fines de semana y festivos hay que pagar 150.000 pesos en cualquier horario. Jugadores en la cancha principal de Spot


¡Gol!

Movistar Arena Diagonal 61C # 26-36, El Campín El Movistar Arena es un centro de eventos de entretenimiento para conciertos, pero Luis Guillermo Quintero, gerente general de esta instalación, dice que aparte de ser un centro de entretenimiento y cultura, también es un espacio para la comunidad, donde se puede hacer deporte y entretenerse fuera del recinto. Por esa razón, se dedicó un espacio para las cuatro canchas de fútbol 5 con las que cuenta el coliseo y también para otro tipo de deportes, como atletismo, y parques para adultos y niños. El fútbol 5 opera los siete días de la semana y lo

maneja directamente el Distrito; por lo tanto, es gratis para cualquier persona que desee hacer uso de las canchas. Para su reserva se debe contactar al Instituto Distrital de Recreación y Deporte y, de acuerdo con su agenda, hay diferentes horarios y disponibilidad.

Las canchas del Movistar Arena quedan en el costado norte. Foto: Luis Guillermo Quintero.

Las instalaciones de fútbol se inauguraron en octubre del 2018 y vienen funcionando desde esa época, excepto cuando la ciudad entró en cuarentena y se vieron obligados a cerrar. Ahora el Movistar Arena busca que su espacio se utilice al 100 % y que la comunidad pueda disfrutar de estas instalaciones para motivar el deporte.

21


¡Gol! 22

El dulce sabor de un estadio Asistir al Estadio Nemesio Camacho El Campín no es un compromiso de solo 90 minutos. Va más allá de eso. Es un ritual. Lo que comienza como un simple plan de ver a 22 hombres corriendo detrás de una pelota, se convierte en una fiesta capitalina y, en este caso, muy azul.

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Texto y fotos: Paula Rocío Rodríguez Sánchez pr.rodriguez@javeriana.edu.co

Comandos Azules es la barra hermana de Blue Rain. Foto: Santiago Arias - Cita de Honor

Bogotá se viste de azul. Es el día de la madre, pero Millonarios se juega el liderato del campeonato —nada más ni nada menos que contra Tolima—. Eso amerita ir al Campín y repetir el ritual de una pasión que nos une a mi papá y a mí: el fútbol. El partido comienza a las 6:10 p. m., pero el espectáculo empieza desde antes. Son las 3:00 p. m., las puertas están abiertas. Hace calor en Bogotá —supongo que estamos a unos 22 °C—. El sol brilla con fuerza, pero, como se dice en Colombia, “es sol de lluvia”. Mientras camino desde el parqueadero al Campín, junto a mi papá, me abordan varios hombres ofreciéndome impermeables. “Le dejo dos en 5.000. Son de los grandes”, dice un señor con gorra azul, al


¡Gol!

que finalmente decido comprarle. Por supuesto, más adelante otro señor me los dejaba más baratos.

mercancía. No se queda quieta ni un segundo. Me comenta que en un día vende 500.000 pesos, de los cuales, gana 100.000.

Al partido MillonariosTolima asistieron 23.100 espectadores.

Vamos por toda la carrera 30 hasta llegar a la puerta por donde Millonarios hará su entrada. La empresa Open Group es la encargada de la logística en el partido. Me acerco a uno de sus funcionarios y le pregunto si sabe a qué hora llegará el equipo. Con un tono de formalidad, me responde: “Se estima que a las cuatro”. Tengo, aproximadamente, una hora para hacer nada.

Olga, y el señor de los impermeables, y también el hombre que compra y vende boletas, y la señora de las manillas y el de los de los perros calientes (a 3.000 pesos en combo) integran el selecto grupo de personas que hacen del Campín una experiencia única.

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Nos dirigimos hacia el norte, en silencio, y llegamos al puesto de Olga Carrillo. Ella lleva más de 40 años vendiendo camisetas, bufandas, gorras, vuvuzelas, escudos y otros productos que un hincha siempre carga. Coincidentemente, también es de Millonarios. —Yo pertenecía a la barra Gol Azul —confiesa entre risas. Viste una sudadera azul oscuro, camiseta fucsia de manga larga y una blusa con diseño floral. En su cintura cuelga un canguro, y una toalla rosada abraza su cuello. “A la orden las camisetas, las bufandas”, repite constantemente a los hinchas azules que se acercan a su puesto, mientras termina de organizar la

*** Son las 4:07 p. m. y Millonarios está por llegar. A unos 300 metros veo un enorme bus azul oscuro, tiene vidrios negros polarizados y lleva impreso, a cada lado, el escudo del equipo y el nombre “Millonarios FC”. Avanza lentamente hasta la puerta sobre la carrera 30 y se detiene. Hay alrededor de 50 personas esperando a los jugadores, sin contar a la multitud parada en el puente peatonal: adultos, niños tocando vuvuzelas y parejas dándose besos o tomando cerveza. Los camarógrafos enfocan sus equipos hacia la puerta del bus y los jugadores, después de Alberto Gamero, técnico actual del equipo, comienzan a descender uno a uno: Álvaro Montero, Andrés Llinás, Juan Pablo Vargas, Ómar Bertel, Ricardo Rosales, Larry Vásquez, Juan

A mi mamá le encanta que mi papá y yo estemos unidos por una pasión: el fútbol ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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¡Gol!

Pereira, Daniel Ruiz, Richard Celis, Andrés Gómez y Diego Herazo, el 11 titular para esa tarde. Todos tienen sonrisas nerviosas. Una valla y un policía son lo único que me separa de ellos. Mi garganta no da más, pero verlos pasar me llena de emoción y vale la pena gritar: “¡Dale, Montero!”, “¡Llinás, Llinás!”, “¡Vamos, amuleto!”. Ellos, con sus audífonos puestos, nos saludan y entran rápido por un pasillo por el que se pierden. Ya son las 4:48 p. m. y tengo que correr si quiero comer algo antes de entrar al estadio. *** El puesto de María es uno de los 11 módulos de comidas que hay en la plazoleta.

Caminamos alrededor del Club de Tenis El Campín para llegar a la pequeña plazoleta de comida, ubicada detrás del estadio: el Palacio del Colesterol, el mismo que reabrió sus puertas el 3 de abril de 2022 —las había cerrado en 2020, por la pandemia—. Seré sincera: nunca he entrado, pero sé que estas mesas, sillas y paredes están impregnadas de historia y familia. Su entrada está decorada con grafitis del equipo Embajador. —Acá veníamos mucho con mi padre —dice mi papá, con nostalgia en su voz.

Olga también vende mercancía de Santa Fe, Tolima y Cali.

Las arepas de María están rellenas de bocadillo y queso.

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Nos dirigimos al puesto de María Torres, dueña de un negocio de 60 años de antigüedad. Es el primero de derecha a izquierda y no tiene nombre. Le digo a mi papá que pidamos una porción de papas criollas y plátano dulce, pero me dice que no. Él prefiere pedir arepas dulces, y quién soy yo para contradecirlo. Al fin y al cabo, él sabe más que yo de este tema. Mientras él pide una gaseosa y dos arepas, María me comenta que al Palacio del Colesterol “lo van a volver a cerrar; Blanca Durán [directora del Instituto Distrital de Recreación y Deportes] nos dijo que el contrato se acaba en diciembre. Pero esto no lo pueden cerrar, es patrimonio cultural y, además, le estoy pagando unas cuotas de estudio a mi nieto”. Mientras me dice eso, sus ojos se tornan rojos de la rabia. María tiene 85 años. Es de las bogotanas que todavía visten faldas largas y medias veladas gruesas. A pesar de su edad, es ágil de cuerpo y mente. En su cabeza hace rápido las sumas de las cuentas de los clientes. Una picada y dos cervezas grandes: 13.500 pesos. Este lugar


¡Gol!

es una institución, pues con fritanga, gallina, chicharrón, yuca, papa, chorizo y otros fritos, el Palacio ha alimentado, desde 1962, a los hinchas del buen fútbol. Son las 5:40 p. m. Ya es hora de entrar al estadio. *** Después de tres filtros de seguridad, logro, junto a mi papá, pisar las graderías del Campín. Todo está mojado por la lluvia de hace un rato. Llego a mi asiento en oriental preferencial alta. Allí es desde donde se amarran las banderas de las barras. En la pantalla norte del estadio anuncian la nómina de jugadores y, mientras lo hacen, los cantos se empiezan a escuchar. La barra Comandos Azules canta Me enamoré: “Yo era pequeño, me acuerdo bien / vi a Millonarios y me enamoré / desde ese día, todos los días / yo lo vengo a ver”. No hay un solo partido en el que no se cante esta letra. Es imposible no sentirme conmovida al escucharla. Pero los cantos no son los únicos que conmueven. Nosotros —los hinchas azules— cantamos el Himno de Bogotá con todo el respeto que se merece. En los actos de protocolo nos ponemos de pie, levantamos el brazo derecho bien alto, saludando a la bandera, y cantamos fuerte. En ese momento accionan los extintores de color azul y los hinchas nos vestimos del polvo que proviene de ellos. Estoy a cinco filas de los tambores y de las vuvuzelas; el piso tiembla, me balanceo y suena el pitazo inicial.

anaranjado que cae hoy en Bogotá. Puedo ver el partido sentada, pero, si quiero, puedo levantarme, brincar y agitar mis brazos mientras entono los coros. Durante los primeros 45 minutos no paro de escuchar groserías hacia los árbitros y hacia los mismos embajadores. A lo lejos, en el banco de Millonarios, veo a Gamero desesperado. No alcanzo a detallar sus facciones, pero seguro está peleando. Tolima anota un gol en el minuto 9, pero la jugada es anulada por fuera de juego. Y los intentos de

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Ir al Campín es un destino inevitable ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Paula Rodríguez y su padre en la tribuna y cumpliendo la cita con Millonarios.

*** Desde hace cinco años, Millonarios no le gana un partido a Tolima. El equipo vinotinto se ha convertido en un fantasma difícil de vencer. Pero tal vez hoy sea diferente. Y quizás el empuje que necesitan los jugadores esté en el apoyo de su gente. Blue Rain y Comandos Azules son las dos barras bravas más importantes dentro de los hinchas del conjunto capitalino. Ambas se fundaron en 1992. En los 90 minutos de juego, e incluso desde antes, no paran de saltar. Cantan y tocan los tambores. Se quitan las camisetas y agitan sus banderas. Me parece que la mejor tribuna de todas es la oriental. Desde acá, se aprecia el atardecer

El himno de Bogotá se entona con orgullo porque reafirma la identidad capitalina. Foto: Santiago Arias - Cita de Honor

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¡Gol!

El fútbol colombiano se manifiesta en los alrededores del Campín. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Paula asiste al Campín desde hace siete años ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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gol de Herazo, Gómez y Ruiz no satisfacen. Así acaba el primer tiempo: 0-0. *** El medio tiempo es “chévere”. Hay un show de luces que, para mí, nunca tiene ritmo. Al lado de mi papá, un señor sube con una caja de lechona y se chupa los dedos mientras come. Me produce risa, porque la lechona es un plato típico del Tolima. Hay un grupo de tres amigos sentados frente a mí. Están hablando sobre la Champions, el Real Madrid y los jugadores colombianos en Europa. Lo hacen parados, con un pie encima de la silletería. Como música ambiente suena Te quiero comer la boca, de La Mosca Tsé-Tsé. Mientras espero a que pasen los minutos, caigo en la cuenta de que a esta localidad no dejan subir a los vendedores de los famosos palitos de queso. Es una lástima. Cuando voy a oriental baja, los compro, son buenos. La gente se sienta de nuevo en sus sillas, pero le digo a mi papá que nos tomemos una selfie, rápido. Atrás suenan juegos pirotécnicos, el segundo tiempo ha comenzado. *** No dejo de mover las piernas, puede ser ansiedad o frío —estamos a 16 °C—. A cinco personas hacia mi derecha, ubico a una mujer sobre los 50 años. No deja de gritar, parece que estuviera pariendo. En el segundo tiempo no pasa mayor cosa. Millonarios tiene más intenciones de llevarse el partido, pero nada le sale bien. Sobre el minuto 82, anuncian el orden que debemos seguir al momento de salir del Campín. No todos lo acatamos.

El partido finaliza 0-0. Admito que estoy decepcionada, porque quería celebrar y gritar goles. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere. Mientras bajo las escaleras de la tribuna, un hincha se mete corriendo a la cancha con una bandera grande. Alcanza a llegar hasta un jugador de Millonarios, no sé cuál, no logro diferenciarlo, pero la Policía lo derriba. No creo que los medios de comunicación lo hayan mostrado. *** Corro de la mano de mi papá hacia el parqueadero. Si uno no llega rápido a sacar el carro, puede demorarse media hora tratando de salir, por eso nos apuramos. Cuando llegamos, nos damos cuenta de que hay un carro trancándonos. Tenemos que esperar al dueño de ese Spark. Repito: las cosas no siempre salen como uno quiere. El conductor se demora 20 minutos en llegar. Durante ese tiempo, hablo con mi papá sobre el partido, que definitivamente no fue el mejor de Millonarios durante la liga. Finalmente, salimos. Cogemos la carrera 30 hacia el norte y nos esperan 27 minutos de camino hasta la casa. *** Estoy ansiosa por volver. No sé cuándo será. Normalmente es una decisión que tomo de manera sorpresiva. Pero quiero regresar, porque cada vez que vengo aprendo algo nuevo. Esta vez aprendí que cuando el señor de la vuvuzela toca un ritmo diferente, es porque el canto se va a acabar. Me gusta venir porque en cada partido conozco a gente nueva, como hoy Olga y María. Definitivamente, volveré porque ir al Campín es un destino inevitable. Volveré porque es una pasión.


¡Gol! 27

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Monguí,

la capital colombiana del

del balón

Desde la década de 1930, el municipio de Monguí ha ganado reconocimiento por ser el epicentro de la fabricación de balones en el país. Lo que inició como una tradición a punta de aguja y cortes de cuero, es hoy un modernizado mercado deportivo que busca elevar la artesanía colombiana, así como llevarla a distintas partes del mundo. Texto y fotos: Carolina López Mantilla lopezmcarolina@javeriana.edu.co La entrada de Arcueros, unas de las tiendas de balones más grandes de Monguí.

Entre las montañas boyacenses, a 97 kilómetros de Tunja, se encuentra Monguí, un municipio conocido por sus casas blancas, sus puentes y sus carreteras de piedra, pero, más aún, recordado por algo en particular: la elaboración de balones. Hoy, esta actividad es uno de los pilares económicos de los residentes del municipio y, por lo tanto, su identidad se encuentra permeada por esta práctica. Según la Gobernación de Boyacá, son cerca de 20 fábricas las que se dedican a la elaboración de balones, y gran parte de estas empresas existen gracias a la tradición, pues son negocios familiares que persisten por la enseñanza de la técnica a través de


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Estatua en honor de las mujeres dedicadas a la fabricación de balones.

generaciones. Según Artesanías de Colombia, sociedad dedicada al acompañamiento de artesanos y a la venta de sus productos, la tradición comenzó en 1934, con el regreso del talabartero Froilán Ladino a su pueblo, después de prestar servicio militar en el Amazonas tras la guerra contra el Perú.

das. Sin embargo, una estatua de piedra que emerge de la plaza sirve de símbolo unificador: en ella se retrata una mujer campesina que se dedica a coser balones, una imagen que recoge lo que es Monguí. Al lado opuesto de aquella figura, se encuentra una de las fábricas de balones más famosas del municipio, Arcueros.

Durante su paso por Manaos, Ladino conoció a expertos talabarteros que le enseñaron la técnica de fabricación de balones de cuero. Así, al volver a Monguí se unió con su hermano para crear su propia curtiembre. Una vez allí, decidió enseñar las técnicas a doce campesinos del municipio y, desde entonces, los saberes se han expandido por todo el pueblo.

La entrada de la tienda es un pasillo de unos 20 metros, cuyas paredes se encuentran llenas de balones de fútbol, baloncesto y voleibol; de diferentes tamaños y colores; de referencias económicas o profesionales. Además, algunos están decorados con figuras infantiles o rostros de míticas estrellas del deporte. Una vez atravesada la entrada, me ubico en el centro de la tienda, que expande la visión inicial: ahora hay alcancías con formas de balón, réplicas de balones utilizados en mundiales pasados, carteles y un gran letrero que dice “100 % colombiano”.

El proceso de fabricación Desde el centro de la plaza, se puede apreciar con detalle el pueblo: su arquitectura colonial parece contraria a los llamativos colores de los balones que cuelgan en las puertas de las tien-

Una vez allí, me encuentro con Mayerli Neito, hija del dueño, Segundo Neito. Mayerli, una mujer joven de pelo negro y gafas, me cuenta que Arcueros existe desde hace diez años, y desde su fundación se han comprometido a confeccionar balones de la mejor calidad. Ellos, además de vender en su tienda física, han logrado exportar sus productos a México, Perú y Ecuador. La empresa familiar tiene cerca de 1.500 referencias de balones y elaboran al día entre 300 y 500 balones tipo 5, de el mayor tamaño, y de los balones pequeños hacen entre 800 y 1.000, cuando se dobla turno. Como muchas de las fábricas del municipio, el proceso de fabricación comenzó a mano, haciendo balones de forma artesanal. Sin embargo, Arcueros ha evolucionado hacia la implementación de máquinas que facilitan el trabajo y mejoran la calidad de los productos. Al costado izquierdo de la tienda se encuentra la fábrica; un gran taller con diferentes estaciones que marcan los distintos momentos de la fabricación. Mayerli me conduce hacia la primera estación, donde hay una máquina que crea la forma del balón. “Muchas de las máquinas que vas a ver son hechas por nosotros”, dice Mayerli. La primera máquina enrolla varias capas de hilaza sobre un neumático esférico que sirve de base. “Tanto los balones grandes, como los pequeños, e

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¡Gol!

incluso los llaveros, tienen este procedimiento”, señala Mayerli. Cuando finaliza el proceso, sigue la aplicación del pegante, una masilla compuesta a base de látex y otros químicos que varían según la fábrica, y que emiten un fuerte olor. En esta estación se encuentra María, una mujer de mediana edad que, con tapabocas y guantes, esparce aquel viscoso líquido azul sobre la hilaza. “Este procedimiento es uno de los más demorados, pues estamos en un municipio frío, así que la etapa de secado puede tardar de uno a dos días, de acuerdo con las capas que lleve”, explica Mayerli. Cuando María termina de poner el pegante, procede a colgar los balones para secarlos, pero estos se deben separar según el número de capas, pues la calidad del producto depende de la cantidad de masilla que se emplea. Arcueros fabrica balones económicos, que solo tienen una capa, y los de mayor calidad, de dos capas de masilla. “En general, la calidad de un balón depende del número de procesos que se le apliquen o de qué tanto del proceso se haga en cada etapa”, explica Mayerli. Después de que el pegamento se seca, es el momento de adherir las láminas que conforman la capa exterior del balón. Estas han sido previamente estampadas con los diseños deseados y se deben cortar en pequeñas figuras, lo que también se hace por medio de maquinaria. Para llegar a donde se hace este proceso, se debe recorrer todo el taller, pues es en el lado opuesto donde se encuentra la mayor cantidad de personas. Una vez allí, solo hay mujeres sentadas alrededor de una mesa. “Este proceso se realiza de forma manual, y se trabaja tanto acá, como en casa”, dice Mayerli mientras las señala. Este es el espacio del taller que tiene mejor iluminación y entrada de aire. Da la impresión, incluso, de que es un lugar de reunión, pues las trabajadoras cotillean mientras estampan los balones. Colocadas las láminas exteriores, los balones deben pasar por el proceso de vulcanización; es decir, deben introducirse en una máquina que contiene unos moldes en los que son sometidos a frío y calor. “Ninguna otra fábrica las tiene”, afirma. Con esto, dice Mayerli, se

puede asegurar que los balones queden lisos, las láminas no se salgan y, con ello, brindar una mayor calidad. Una vez terminados estos procesos, los balones son etiquetados y están listos para la venta. Ahora Mayerli, de regreso a la tienda, cuenta un poco sobre su historia familiar. La primera persona que aprendió sobre la elaboración de balones fue su abuelo, pues ella afirma que “es inevitable estar en un pueblo de balones y no aprender un poco del proceso”. Pero no fue hasta hace diez años cuando su padre decidió abrir la fábrica y enfocar el negocio familiar hacia esta labor. Cada miembro de su núcleo familiar ha estudiado algo en pro de la empresa: ella es abogada y gestiona todo lo legal; su padre es ingeniero y elabora parte de la maquinaria; su hermano, que es arquitecto, hace los diseños; y su hermana mayor, administradora de empresas, se encarga de todo lo relativo a la publicidad.

En la fabricación de balones se mezcla lo artesanal con la tecnificación industrial. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Arriba: María en la segunda etapa de fabricación. Abajo: Trabajadoras de Proto, en una de las últimas etapas de producción.

Al preguntarle a Mayerli por qué decidieron hacer balones, dice que “la razón principal es generar empleo y brindar un producto colombiano que llame la atención con una calidad garantizada”. A pesar del reconocimiento local y nacional de sus balones, Mayerli asegura que siempre es difícil competir con algunos balones importados de China, productos que son mucho más baratos en comparación con los nacionales. “La persona puede conseguir productos más baratos si los encarga de China, que se demorarán un poco más, pero nosotros le apuntamos a la durabilidad, a que resista, que aguante”, dice.

Balones Proto y la Selección Al salir de la tienda está, de nuevo, la plaza principal. No hay nadie. Monguí es uno de los 17 destinos que componen la Red Turística de Pueblos Patrimonio de Colombia, y muchas de sus actividades están disponibles solo los fines de semana. Hoy, un lunes, a las diez de la mañana, ni la iglesia está abierta. De hecho, varios cafés, restaurantes e, incluso, tiendas de balones tienen sus puertas cerradas. Bajando por la plaza hacia el puente real de Calicanto, está una nueva fábrica, Balones Proto. Según la administradora, Paola Valderrama, este es otro negocio familiar, que comenzó su suegro, una de las primeras personas en aprender el quehacer en Monguí; por ello, la fábrica tiene ya más de 50 años. Este taller es un poco más pequeño que el anterior y todas las personas trabajan en un solo espacio. Se puede ver desde la calle cómo los balones cuelgan mientras se seca un pegante naranja que desprende un fuerte olor a amoniaco. “Nosotros ya no lo olemos, estamos acostumbrados”, cuenta Paola entre risas, y procede a asegurar que el químico no es tóxico. En Proto producen entre 150 y 200 balones al día y trabajan unas diez personas. Ellos venden a tiendas grandes o “cacharrerías” de todo el país y a veces a empresas grandes, como Coca-Cola, Totto y Bancolombia, pero solo en ocasiones especiales: “Hay empresas que hacen pedidos grandes cuando la selección Colombia pasa, por ejemplo, al mundial de fútbol”. Así, una empresa como Coca-Cola hace pedidos grandes para sus propias campañas y vende balones con fines publicitarios. “Cuando a la Selección le va bien, a ellos les va bien, y a nosotros también”. Ahora que el Mundial se acerca y no estará presente el equipo nacional, no tendrán el mismo número de pedidos: “Al no subir Colombia, esto ya no será tan alto; a nosotros sí nos afecta”.

Las mujeres detrás del balón No es un secreto que el fútbol es un deporte dominado por los hombres, pero en Monguí son las mujeres quienes conforman la mayor parte de la fuerza laboral en la producción

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¡Gol!

de balones. Tras visitar algunas tiendas y las fábricas Proto y Arcueros, es claro que son las mujeres las que encabezan la fabricación, y si hay hombres, estos se encuentran manipulando las máquinas. En la última tienda, parece no haber nadie. Al saludar, de atrás sale Juana Bonilla, una mujer de mediana edad, pelo corto y camisa blanca que cuenta que ella no es la dueña de la fábrica, sino una de las tantas mujeres empleadas para estar al frente de la tienda y donde todas se dedican, especialmente, a poner las láminas sobre el pegamento. Mientras habla, saca uno de los balones y empieza su trabajo. “Lo hago porque es lo que tengo que hacer, para que mis hijas no tengan que pasar lo mismo”. Juana es madre soltera y lleva cerca de tres años trabajando en la industria de los balones. “Aprendí a hacer esto mirando”, dice. Su hija

mayor es policía, la menor está en el colegio, y Juana no quiere que ellas se dediquen a lo mismo. “Es duro, sobre todo porque las manos me quedan doliendo”, afirma mientras utiliza su herramienta. Juana adora los animales y habría preferido ser veterinaria, pero por razones económicas eso no fue posible. Hoy se dedica a esto porque en el municipio no hay muchas otras oportunidades laborales y necesita el dinero para mantener a su familia y sus mascotas. Tras hablar con Juana, llega la hora de salir del municipio. En la plaza principal, la imagen lejana de aquella estatua empieza a cobrar mayor sentido: la Cosedora de balones es retratada porque ella es el corazón económico de Monguí y hoy, aunque la aguja no se use como antes, son sus hijas quienes se encargan de mantener viva la tradición.

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Juana Bonilla alza, orgullosa, un balón terminado.

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Las leonas rugen Las barras de los equipos de fútbol han sido un campo dominado por los hombres, un espacio en el que la virilidad brota a flor de piel. Sin embargo, el Comité Femenino de La Guardia Albi-Roja Sur (LGARS) le hace resistencia a la idea de que este deporte es cosa de machos y demuestra que las “leonas” son las reinas de las manadas.

Texto: Luziana Villarraga luziana-villarraga@javeriana.edu.co Fotos: Juan David Lozano (@jd.loz)

Jugadoras del CISF.

Es 21 de marzo y los hinchas del club Independiente Santa Fe se preparan para dedicar buena parte de su noche de lunes festivo a apoyar a su “Expreso querido” que compite contra el Atlético Bucaramanga. Las últimas dos veces que los leones jugaron contra este rival —en agosto y septiembre del año pasado—, salieron campeones. Hoy anhelan que la victoria se repita. En las gradas del Campín, que poco a poco empiezan a llenarse, suenan canciones de Caifanes y de Soda Stereo. Hay trapos rojos y telas con nombres de barrios, como Pío XII, Perdomo, Suba y Roma. Estos pertenecen a La Guardia Albi-Roja Sur, la hinchada acérrima de Santa Fe. El partido empieza a la par que suenan trompetas, platillos, cornetas y gritos de los hinchas de Santafé que


¡Gol!

alientan a los jugadores a partir de canciones. En el minuto 25, Wilson Morelo hace el primero de los tres goles que los hacen victoriosos ese día. El estadio se enciende de dicha. Las mujeres cantan y alientan a los jugadores sin perder de vista el movimiento del balón, mientras que los hombres se exaltan tanto que parece que de este partido dependiera su vida. La hinchada roja salta y canta más fuerte los corrillos que repiten una y otra vez: “¡Dale, león! Yo te quiero, daría la vida por verte campeón”. Una semana después, estoy a las afueras del Campín esperando a Tatiana Ramírez, una de las seis líderes del Comité Femenino de LGARS, para entrar junto a ella y el resto de su grupo a un partido del equipo femenino de Santa Fe contra Cortuluá. Una hora antes del juego, somos apenas trece mujeres en la fila para ingresar. Tatiana está atascada en un trancón, así que decido preguntar a alguna de ellas si ya llegaron otras líderes. Justo una de las mujeres que más llaman la atención —por ser la de mayor edad (60 años) con respecto a las demás, que están sobre los 20 y los 30—, es quien me responde. Tiene cabello negro y largo recogido en una trenza, es trigueña y va vestida de pies a cabeza de blanco y rojo. Es de estatura mediana y tiene el ceño fruncido, rasgo que la hace ver más seria e imponente. Blanca Bautista, conocida como “la Tía” en las barras de Santa Fe, cuenta que desde los cinco años frecuenta el Campín. Heredó la sangre cardenal de sus papás. No le importa atravesar la ciudad desde Bosa para ir al estadio y gastar buena parte de su tiempo libre en alentar a su equipo del alma. —Creamos el Comité hace dos años porque queremos igualdad con los hombres. Buscamos que las mujeres sean más reconocidas; ellos aún no lo hacen del todo. Me cuenta que el proyecto de las leonas nació por iniciativa de las líderes actuales, y me nombra algunos de sus apodos: Natalia “la Flaca”, Pepa, Jennifer y Tatiana. A esta última le dicen “la Ratica”, y es por quien estoy aquí. —Yo soy como la mamá de todas. Les marco mis pasos para que ellas sigan esa teoría mía

de que a Santa Fe se le apoya en las buenas y en las malas. El Comité Femenino de LGARS se reúne cada mes para organizar cómo recibirán al equipo en el estadio, definir las funciones de cada una y los elementos que deben llevar. Blanca enfatiza en la diferencia que debe haber entre las frases de los trapos, pues las de ellas deben tener enfoque femenino y alentar siempre a las jugadoras: “¡Vamos, leonas!”, “Leonas en Guardia”, “8M” (por la conmemoración del Día de la Mujer) y la exaltación de apellidos de algunas las futbolistas más destacadas, entre los que sobresale “Celis”, por la delantera Diana Celis.

—Los líderes de parches como La Banda del León, Los Cuchos o La Academia nos respetan, nos dan nuestro lugar. Ahora las mujeres también participamos en la parte de música y animación del partido —afirma Blanca. Su rostro se pone serio y agrega—: Si no hubiera machismo, los hombres estarían aquí. Solo vienen cuando juega el masculino, a los partidos de las ‘niñas’ no van”. Es cierto. No parece el ambiente típico de euforia y celebración horas antes de que un equipo de fútbol profesional juegue. Los hombres que empiezan a llegar son apenas tres: uno va con dos niños con la camiseta de Santa Fe y el otro es la pareja de una integrante del Comité. La cifra no varía durante el juego. Todo es diferente, incluso en la presencia de las autoridades: los policías son apenas tres pares, se ven relajados, hacen chistes y hablan con las mujeres del grupo. En cambio, en los

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Bandera "¡Vamos Leonas!".

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La barra está compuesta por mujeres desde los 20 años hasta los 60. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Bandera “Comité Femenino”.

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partidos de hombres siempre son adustos y minuciosos en la requisa. Blanca se ofusca cuando habla de que los partidos femeninos son a puerta cerrada, por lo que la asistencia está dividida en dos: ellas y las familias de las jugadoras. No hay público general y tampoco se pretende que haya. Llega un bus grande, parecido a una flota intermunicipal, solo que este lleva a las jugadoras de Santa Fe. El vehículo es completamente rojo con franjas blancas, tiene el escudo cerca de las llantas traseras y lleva inscrito “Independiente Santa Fe” en el frente y los laterales. Se aproxima al acceso del estadio. Camila Mendivelso tiene 20 años. Es una de las dos mujeres que Blanca me señaló. Es de baja estatura, tez muy blanca adornada con pecas, rasgos muy finos, una sonrisa diáfana que llama la atención por las ligas azules de sus brackets y lleva una trenza. Esta estudiante de mercadeo y publicidad, es una de las únicas dos mujeres que hacen parte de Sonido Cardenal, lo que ella define como “la murga de LGARS”, una agrupación musical de tipo popular que ameniza la fiesta que se forma en las tribunas del estadio. Ella hace la percusión desde hace tres años; su compañera (que no está presente) participa en los vientos.

Para Camila, el hecho de que ahora las mujeres de Santa Fe puedan tocar instrumentos en la murga es “un proceso de ampliación para hacer más visibles a las mujeres, pero el trabajo que hago aporta tanto al equipo masculino como al femenino. ¿Por qué? Porque si solo apoyáramos a las chicas, estaríamos siendo contradictorias en términos de igualdad de género”. La charla es interrumpida por un hombre que se acerca con una máquina a limpiar con hidrógeno los trapos que ingresan al estadio. Camila me cuenta que este proceso se volvió regla después de pandemia, ya que antes solo lo hacían de vez en cuando. Les lleva una hora poner las banderas y demás artículos de decoración, y media hora o 40 minutos quitarlos. Recibo un mensaje de voz de Tatiana en el que me dice que llega en 20 minutos y que es mejor que vaya ingresando. Eso hago. La requisa no tarda nada. El estadio está solo. De los más de 36.000 asistentes que puede llegar a alojar, hoy apenas llegamos 50 personas. Antes de ubicarme en la tribuna, me encuentro con María Alejandra Rojas, la jefe de prensa de Santa Fe. Con una voz dulce, pero un ritmo un tanto acelerado me explica el porqué de los partidos femeninos a puerta cerrada, y confirma lo que ya se sabe: el fútbol de mujeres no da el


¡Gol!

mismo retorno que da el de hombres, “por lo que se gasta más habilitando el Campín para visitantes que lo que se va a recuperar”.

cada vez más fuerte en un intento de llenar el vacío del estadio, de hacer sentir que llegaron las leonas.

Las leonas juegan cada tres días: un partido de visitante y otro de local. Rojas recalca el corto tiempo en el calendario que se da para la Liga de Fútbol Femenino: de febrero a junio; mientras que el de hombres es todo el año. Esto afecta la visibilidad del equipo de las mujeres, ya que solo pueden demostrar en cuatro meses su talento, mientras que los equipos masculinos tienen todo el año; por lo tanto, las oportunidades de competencia y de ascender profesionalmente se reducen para ellas.

Mientras, me siento y tomo fotos del estadio y de ellas. Luego empieza a vibrar el bolsillo delantero de mi jean: la Ratica me está llamando.

—Tuvimos dos partidos a puerta abierta. Uno fue previo a un masculino y nada más vinieron 6.000 personas. Lo más bajo que se tiene de aforo es entre 7.000 y 8.000 asistentes en partidos masculinos; ellas ni siquiera llegan a esa cifra. ¿Ves a lo que me refiero? —explica María Alejandra. Los sonidos de trompetas empiezan a sonar apenas las jugadoras entran a la cancha a trotar y a hacer todo tipo de ejercicios de calentamiento. Las voces de las mujeres que vienen a ver a estas otras mujeres empiezan a sonar

—Qué pena contigo lo tarde. Me encargaron comprar una pita y tuve que correr. Ya entré, ¿cómo estás vestida? La tranquilizo y le digo que es fácil reconocerme: no estoy de rojo ni de blanco. Ella se ríe y en menos de dos minutos llega con otras tres mujeres, que hacen que las demás sonrían, celebren y corran con sus astas, bombas, banderas y trapos. Una de ellas es Tatiana. Es delgada y mide aproximadamente 1,60. Lleva una camiseta rosada fosforecerte en la que está el escudo de Santa Fe en un costado. Usa gafas de marco semirredondo y transparente, lleva capul y una cola de caballo que sostiene su pelo negro y lacio. Entrecierra los ojos constantemente porque es muy risueña y se le forman hoyuelos al reírse. Su boca resalta casi como su camiseta: tiene un labial morado y dos piercings en el labio inferior.

Mujeres del Comité alentando a su equipo. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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¡Gol!

Blanca Bautista, "La tía". ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Creamos el Comité hace dos años porque queremos igualdad con los hombres Blanca Bautista. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

36

—El Comité se creó por la necesidad de articular experiencias, saberes y aportes de todas las mujeres de la barra, para así contribuir a la imagen y proyección de esta parte de la hinchada en el sentido social. Por eso, mi rol se enfoca en ayudar a que esos procesos sean exitosos. Yo ayudo a gestionar la fiesta en el estadio, tanto en partidos femeninos como masculinos. —¿Eres la que arma el desorden? —pregunto. —¡Esa misma! —contesta ella con una carcajada. Tatiana salta, baila, canta y usa una corneta mientras mece con fuerza una bandera de Santa Fe que dice: “Amor eterno, mi dulce condena”. Junto a las demás grita algunos cánticos. Parecen más efusivas cuando ven a su mismo género jugar. Entre todas se apoyan por si falta algo de decoración, y cuando llega una integrante a la tribuna, la saludan afectuosamente y la integran a la fiesta que se mantiene constante en los 90 minutos de partido. Además de dedicarse en cuerpo y alma al “Expreso”, Tatiana usa sus habilidades de diseñadora gráfica para crear ropa y demás artículos de decoración que puedan ser útiles y representen a las albirrojas. Incluso tiene una tienda de ropa que se llama Herederas Bogotá, en las que fabrica camisetas y pocillos con diseños personalizados para las leonas. Señala a las otras asistentes y concluye feliz que la mayoría de ellas están usando artículos de su marca.

—El machismo ha bajado mucho y hemos actuado en articulación con ellos mediante el apoyo al equipo, donde sea y cuando sea, con la creación de los himnos de la hinchada, el recibimiento a jugadores y jugadoras y el fomento del ambiente de fiesta cuando comienzan los partidos. Además, hacemos dobletes en los juegos con los hombres: hay alternancia, compartimos tiempos y espacios y, de esta forma, no nos pisamos. Ellos, como hinchas, tienen su momento de lucirse, y nosotras también. Todos sentimos los dos colores: el blanco y el rojo. ¿Por qué habría que destruir en vez de construir si nos mueve lo mismo? —dice la Ratica. Definitivamente, en el Comité está más marcada la idea de romper con las brechas de género, de ser pares con los hombres. Sin embargo, tal parece que algunos santafereños no creen en esta premisa y por eso no apoyan a las leonas de la misma forma que a los leones. Quizá por eso hoy solo hay tres de ellos. La Tía llega a saludar a su Ratica efusivamente y se sienta junto a nosotras. Me preguntan si también soy hincha. Soy honesta y acepto que hay poco fútbol en mi vida, pero se emociona al escuchar que toda mi familia materna es de sangre cardenal, como ellas. Blanca se ríe y dice: “Muchachas, ¡tenemos carne fresca!”. Y al final del 3-0 victorioso de las leonas me insiste que son y serán “campeonas para la eternidad”.


¡Gol! 37

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El coleccionista

de Millos

En una casa ubicada en la localidad de Los Mártires, en el suroriente de Bogotá, vive Miguel Leonardo Sánchez, “el coleccionista de Millos”, quien ostenta la colección más grande de artículos del equipo de fútbol capitalino y espera ganar un récord Guinness para dar a conocer este tesoro futbolero. Texto y fotos: Mariana Parada paradamariana@javeriana.edu.co Tiene 814 camisetas y sacos del equipo y espera obtener el récord Guinness por la mayor colección del mundo de camisetas de un mismo equipo de fútbol.

Cuando Miguel Leonardo Sánchez sonríe, lo hace con la mirada. Los ojos le brillan al hablar de la camiseta azul celeste usada por Raúl Pini entre 1951 y 1952, la época dorada de Millonarios, cuando fue catalogado como el mejor club del mundo por jugadores como Di Stefano o Pedernera, cuando el albiazul goleó al Real Madrid. Ese tesoro azul reposa allí, atrapado en un cristal y un marco gigante, que cuelga en la parte trasera de la estancia, en un rincón de su casa. Adquirió esta reliquia del fútbol en una subasta —como ha adquirido la mayoría de los artículos de su colección— por la ‘modesta’ suma de 11 millones de pesos, en mayo de 2020. ***


¡Gol!

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Arriba: Colecciona otros artículos, como boletas, invitaciones, medallas, balones, cartas y fotografías. Abajo: La mayoría de los elementos coleccionados han sido adquiridos en subastas.

Leonardo, comerciante de artículos religiosos y chinos, trabaja en el centro de Bogotá desde hace 25 años. También le gusta recopilar videojuegos y carritos a escala, aunque no más que lo que disfruta coleccionar artículos de Millonarios. Cuando llega a su casa, todas las noches, visita su museo y mientras me cuenta esa rutina, Leo se siente liviano, cómodo. Da la impresión de que se está refiriendo a un refugio. Y es que esta pasión ha sido para él más que un pasatiempo o una afición. Durante los primeros meses de la pandemia, Leonardo tuvo la idea de rifar algunos de los artículos repetidos de su colección para recolectar dinero y apoyar a familias de escasos recursos. La primera vez, rifó una camiseta, unas medallas, un libro y un balón. Con los casi 6 millones de pesos que recolectó le dio apoyo a 100 familias y continuó con esta iniciativa de la mano de grupos de

aficionados de Millos, con los que ha realizado colaboraciones mediante redes sociales para dar a conocer los sorteos. *** El reloj marca las 6:45 de la tarde y Leonardo está esperando en la reja del patio frontal de su casa, ubicada en la localidad de Los Mártires, en el suroriente de Bogotá. Lleva puesta una chaqueta azul de Millonarios. Una de las muchas que colecciona. Su casa es de las antiguas, y adentro está decorada con las clásicas porcelanas Capo Di Monti de ángeles y ancianos. Junto a la entrada, en la sala, un televisor muestra el marcador 1-0 del partido de Colombia contra Venezuela. Para este momento ya se habla de la eliminación de la selección colombiana para el Mundial de Qatar 2022. A Leo no le importa mucho, hace algún comentario sobre eso y sigue caminando por un corredor que lleva a la cocina. Al fondo hay una puerta de madera que parece la entrada de una despensa. No lo es: es la entrada a la habitación que guarda la colección más grande de artículos del equipo embajador. —Este es —dice, con una sencillez que habla por él. Recorre el lugar en silencio, mirando, absorto —como si fuera la primera vez— cada una de las cosas que resguarda este cuarto que ahora se le queda pequeño. Para Leo, su museo no es solo una colección, representa su amor más grande y fue la mejor forma que encontró para salir de uno de los momentos más desafiantes de su vida: una decepción amorosa que tuvo hace ya una década. Ahora Leo, que vive con sus padres y su hermano en una casa que no parece resguardar un tesoro de tal magnitud, tiene un nuevo amor, uno que reemplazó a ese que algún día lo devastó: Millonarios. Y su forma de demostrar su fidelidad es coleccionando. —¡Uy, fue duro! —recuerda su rompimiento amoroso—. En el momento en que estaba recogiendo mi ropa, vi mis ocho camiseticas y me pareció súper, y comencé desde ahí a comprar y comprar.

38


¡Gol!

Empezó con esas ocho camisetas sin saber que serían las primeras de 814 que actualmente tiene y con las cuales busca el récord Guinness por la mayor colección del mundo de camisetas de un mismo equipo de fútbol. Este reconocimiento lo ostenta, desde 2018, Daniel Goldfarb, un argentino de 39 años que lo recibió por sus 402 camisetas de River Plate. “El coleccionista de Millos”, como dice su tapete verde con el diseño de una cancha de fútbol, tiene, además de las camisetas, un sinfín de artículos de Millonarios. Cerca de 3.000 fotos de jugadores y de encuentros deportivos, algunas conservadas en álbumes y otras exhibidas en las repisas; 70 balones, muchos de ellos firmados; 28 medallas de un Millonarios que para Leo ya no se parece al de ahora, porque “no se entregan por la camiseta y ahora cualquiera puede ser de Millonarios” y 35 placas que brillan en el costado derecho del “pequeño museo”, como le gusta llamarlo. —Cuando Nacional felicitaba a Papá —me dice Leonardo con un gesto de burla, mientras sostiene una bandeja de plata grabada con la leyenda de un torneo de 1979, haciendo referencia a la victoria del albiazul frente al equipo paisa. Junto a su máquina arcade de Pac Man personalizada con el escudo de Millonarios —por supuesto—, tiene todo tipo de recordatorios: pocillos, libros, sombreros, gorras, pines, revistas, banderines, latas de cerveza y botellas de aguardiente con ediciones limitadas conmemorativas del equipo. *** Cuando le pregunto si la invitación a las bodas de plata del equipo azul —que se sostiene sobre el estuche de una medalla— la obtuvo en una subasta, asiente con la cabeza y parece recordar algo de golpe. Entonces se sienta en el piso como un niño con sus canicas y me enseña una colección de boletas que ha conseguido en subastas por internet. Luego recuerda con entusiasmo la colección de periódicos que conserva entre bolsas herméticas y acetatos. Revisando los archivos de prensa, encuentra un artículo titulado ‘De Municipalistas a Millonarios’, del periódico El Tiempo. En 1939, Millonarios todavía se llamaba Deportivo Muni-

cipal y jugaba de blanco y negro. Pero para esa época hubo una revuelta en Argentina porque a los jugadores no se les pagaba el salario, así que muchos de ellos empezaron a migrar hacia nuevos clubes, como el Municipal. Entonces, Luis Camacho Montoya, cronista deportivo del momento declaró que los Municipalistas eran “millonarios”, pues en sus palabras, “los argentinos son muy exigentes” y, asegurando que iban a cobrar mucho dinero, ironizó la situación escribiendo en su columna “los Municipalistas son ahora millonarios”. El chistecito le causó algo más que gracia a don Alfonso Senior, fundador del entonces Municipal y decidió, junto con los directivos, rebautizar al equipo con el nombre de “Los Millonarios” el 13 de agosto de 1939, aunque su registro oficial es del 18 de junio de 1946.

Arriba: Las placas son parte fundamental de la historia que cuenta la colección. Abajo: Millonarios es el nombre con el cual fue rebautizado el equipo Deportivo Municipal. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

39


¡Gol!

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Arriba: Leonardo compró la camiseta de Raúl Pini en una subasta y es el artículo mejor valorado de su colección. Abajo: Invitación a las bodas de plata de Millonarios.

En medio de postales y artículos de prensa, Leo habla de su ídolo, Arnoldo Iguarán, también conocido como “el Guajiro”, y de su admiración por jugadores como él, “a los que de verdad les importaba Millonarios”. Leo es un hombre de pocas palabras, pero le encanta hablar de Millonarios. Se lleva las manos a la cara cada vez que recuerda una victoria del equipo de sus amores y habla con cariño de sus épocas en los Comandos Azules. —En ese tiempo las barras de Millonarios eran sanas, no se mataban entre hinchadas y uno pertenecía por amor al equipo —cuenta mientras mira fijamente una placa otorgada en Miami al azul en la copa Marlboro del 88—, pero eso ahora es puro negocio, ya no es por amor al fútbol. —¿Y por qué se salió de los Comandos?

—Por un man que me quería buscar problema porque la novia me estaba echando el ojo — dice, como quien no quiere la cosa. *** En el museo tiene un proyector que usa para ver los partidos, que casi siempre ve solo, aunque a veces deja que su papá lo acompañe. Aquí, según dice, se relaja y se olvida de los problemas. Es un hincha un tanto melancólico, le gusta recordar las hazañas del Millonarios de la época dorada, del que se enamoró más o menos a los siete años en un partido contra el Deportivo Cali que fue a ver al Campín con sus hermanos y su papá en el 87 o el 88, no recuerda exactamente. —Mi familia se divide entre hinchas de Millonarios y de Santa Fe. A mí me tocó el buen gusto, soy de Millos —dice con una seriedad que me hace dudar si lo que acaba de hacer es un chiste o no. Habla de sus camisetas Comcel y Saeta, dice que su equipo tiene un larga historia y que fue catalogado por los especialistas y la prensa como el mejor equipo del mundo. Haciendo referencia a esos tiempos, recita una frase como aprendida de memoria y con una melancolía que se transforma en orgullo: “Siendo referente en los años 50 como el Ballet Azul”. —Mi primera camisa me la compré en el 99 con mi primer sueldo —me cuenta el coleccionista, mientras mira su camiseta tipo polo azul que enseña, en letras grandes, el nombre de una marca de cerveza que ya no existe. En ese año Millonarios obtuvo su mayor invicto: 29 fechas. Leonardo sigue sacando del montón de camisetas algunas que no son reliquias, sino el recuerdo de dos de las alegrías más recientes que el albiazul le dio a su hinchada. Por ejemplo, las que se usaron en 2012, cuando el equipo ganó su estrella 14 tras 24 años sin coronarse como campeón y, cómo no, las de la estrella 15, cuando los embajadores le ganaron a su eterno rival de patio, el Independiente Santa Fe, con un “golazo” —como dice Leonardo— de Henry Rojas en el minuto 85. De este último triunfo tiene, además, uno de los balones con los que se jugó la final, firmado por Rojas y la medalla otorgada por el triunfo.

40


¡Gol!

Terminado el recorrido, con toda la fascinación que puede sentir alguien que no ha experimentado en carne propia la pasión del fútbol y viendo a un hombre que se siente salvado por un equipo, Leo me dice que su amor por Millonarios se ve reflejado más que en su colección, en su lealtad por los colores de la camiseta y no por los clásicos y títulos: —Yo nací cuando Millonarios ya tenía 11 títulos. Mi amor es de pertenencia, de sentido propio por mi equipo. Y le brillan los ojos para decir que lo mejor que ha vivido es estar en el estadio, ver un gol del Embajador, celebrarlo “a rabiar”. Habla rápido, se exalta y no encuentra palabras adecuadas —o suficientes— para explicarme el sentimiento que le produce su amor más grande. Leonardo sabe la historia y el papel que ocupa cada objeto del museo, dice que es importante que él mismo pueda contar cómo los adquirió uno por uno para transmitir y resignificar la

historia que cuentan; allí está el encanto de su tesoro más preciado. *** Visto de frente y junto a la estantería que ha adornado con detalles en cada milímetro, Leonardo Sánchez parece pequeño, tal vez por lo imponente de todas sus pertenencias juntas. Habla del sueño de poder ponerlas en un museo de verdad y del apoyo que necesita para lograrlo; luego, esa ilusión se torna en algo parecido a la frustración y con un dejo de disgusto dice que alguien debe recordarles a los jugadores y directivos del equipo que a Millonarios hay que valorarlo como ese que alguna vez fue catalogado “el mejor del mundo”. Pero mientras eso ocurre y logra abrir su museo, Leo, “el coleccionista de Millos”, sigue visitando los recuerdos de su amor cada noche, en ese cuarto al fondo de la cocina. Un lugar que, con una extraña fascinación, alberga toda la historia de Millonarios.

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Leonardo busca el récord Guinness por la mayor colección del mundo de camisetas de un mismo equipo de fútbol ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Actualmente tiene 70 balones.

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¡Gol! 42

En el sur de Bogotá está

el templo del balón Entre las carreras 21 y 24 con calle 26 sur, en Bogotá, se juega el torneo de fútbol aficionado más importante de la capital: el octagonal del Olaya Herrera, también conocido como Copa Amistad del Sur. Más allá de ser un encuentro entre equipos, encarna la memoria y la pasión de generaciones de hinchas del buen fútbol. •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••

Texto y fotos: Paula Rocío Rodríguez Sánchez pr.rodriguez@javeriana.edu.co

El Estadio Olaya Herrera se llenaba —y se sigue llenando— con aficionados, vendedores y familias que venían a disfrutar el espectáculo deportivo. Foto: Enrique Prada

Sobre las doce y media de la tarde del domingo 16 de enero de 2022, los tambores y los bombos no paran de sonar en las tribunas del Olaya Herrera: Caterpillar Motor y Nacional de Eléctricos (Naleléctricos) se disputan la final del octagonal del Olaya Herrera. Es el minuto 82 del partido y Felipe Rodríguez, jugador de Naleléctricos, se prepara para cobrar un tiro libre. Viste camiseta y pantaloneta negras y un par de medias blancas que se sube hasta las rodillas. Se ubica frente a la pelota, da cuatro pasos hacia atrás, sacude sus manos y piernas y lanza un potente disparo con su pierna derecha, hacia el ángulo superior derecho del arco de Caterpillar Motor. Gol. Es la tercera anotación de Naleléctricos, que consigue un nuevo título. Es el último —y victorioso— gol de la versión 62 del torneo. En 1959, Genaro Díaz y Rafael Morales —vecinos de los barrios Olaya Herrera y Centenario— crearon un certamen amistoso con el objetivo de ponerle fin a la rivalidad entre los dos barrios, alejar a los jóvenes del vicio e incentivar la sana competencia. En la primera edición participaron Sastrería Navarrete, Sastrería Progreso (equipos provenientes de los negocios locales), Club Deportivo Olaya y Sporting Zaid. Ahora, 63 años después, son ocho equipos los que se disputan anualmente el título del torneo: Nacional de Eléctricos, Club Olaya Herrera, Centenario, Maracaneiros, Monserrate, Caterpillar Motor, Nottingham y Alianza Sur F. C. El torneo se juega en diciembre y enero, y eso significa hacer sacrificios. “El octagonal es un compromiso tremendo: por la época en que se juega debes cohibirte de viajes y celebraciones decembrinas, pero también es un honor y un privilegio saber que te ven de todas partes del país”, comenta Moris


¡Gol!

Guzmán, capitán de Nacional de Eléctricos, actual campeón del torneo.

Las glorias pasadas Mientras Jimmy Parra —organizador actual del octagonal— camina por los alrededores del Estadio Olaya Herrera, recuerda lo bonito que fue debutar en el año 1982, en el “peladero”, como él llama a la cancha. “Eso es fabuloso, pero de todas maneras se sienten nervios y ansiedad por tanto jugador profesional que venía en esa época”. Delio “Maravilla” Gamboa, Jhon Mario Ramírez, Gerardo Bedoya, Andrés Chitiva y Rafael Robayo son algunas estrellas que pisaron ese estadio cuando jugaban con los equipos locales. Sin embargo, el más recordado fue Dragoslav Šekularac, el famoso “Pelé Blanco”, jugador yugoslavo reconocido no solo por sus habilidades para los regates y los pases, sino por su agradable personalidad. Él jugó en el torneo del Olaya en 1972, cuando el dirigente Daniel Torres, del club Fotorres, lo vinculó a su nómina.

y del público, como afirma el periodista Jorge Peña, quien es más conocido como “el Fiscal del fútbol aficionado”, apodo que le puso el periodista Miguel Chavarro en 1980, debido al apoyo y la vigilancia que como comunicador le brindaba al fútbol aficionado. Pero antes de ir por unas cervezas, como no existían los camerinos, los vecinos les prestaban a los equipos de fútbol habitaciones en las casas cercanas a la cancha para que los jugadores se cambiaran allá. Y en esas mismas casas, cuando no existían las tribunas, la gente se aglutinaba en las terrazas que daban hacia el estadio y se subía a los árboles para deleitarse con el fútbol del Olaya, mientras que otros simplemente se sentaban en el piso.

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Dragoslav Šekularac ayuda a poner la malla de un arco en el Olaya Herrera. Foto publicada originalmente en El Espectador.

En los años setenta la esencia de este torneo estaba en tres factores: el arbitraje, los balones y los jugadores. Los árbitros que pitaban en el Olaya Herrera salían directamente del Campín y los balones eran de marca. Pero lo más importante eran los jugadores, que brindaban un buen espectáculo, iban bien vestidos, con guayos de taches de puntilla. “Lo que diferencia a los jugadores de antes es que eran musculosos, su esencia era el ser atléticos”, dice Enrique Prada, el popular “Pradita”, fotógrafo que fecha tras fecha y año tras año asiste al octagonal. Aunque los jugadores siguen desarrollando músculo, ahora se esfuerzan más en mejorar su capacidad de resistencia. Pero más allá de su capacidad atlética, “cuando se acababan los partidos, los jugadores se iban a las tiendas, se sentaban, ponían sus guayeras encima de sus piernas y empezaban a tomar cerveza”, recuerda Pradita, quien comenzó hace más de 40 años a vender sus fotos en las tribunas del Olaya Herrera, a 2 pesos cada una, y así pagó su actual casa, ubicada en la localidad de San Cristóbal. Y es que la comida y la cerveza son factores característicos del barrio Olaya Herrera, de los jugadores

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Arriba: Consuelo cocina desde el viernes para tener todo preparado el sábado, día de los partidos. Abajo: Jimmy Parra es el orgulloso presidente del club Olaya Herrera, equipo cofundado por su abuelo y su padre.

Sin embargo, los partidos no eran lo único con lo que el público disfrutaba: las premiaciones también eran un espectáculo. Antes los premios eran trofeos gigantes, de 2 metros de altura para el campeón, 1,50 metros para el subcampeón y de 80 centímetros para el tercero. Y después de la premiación sí que se festejaba, con “botellas de whisky como un berraco”, comenta Pradita entre risas. El torneo también formó familia y dejó amigos para toda la vida. Sentado en la sala de su humilde casa, Pradita explica que no necesita morir con plata porque ya triunfó siendo fotógrafo del Olaya Herrera. Piensa que gana salud porque se encuentra con todos sus amigos y eso significa “alegría, entusiasmo y compañía, algo que no tengo en mi actual barrio (Veinte de Julio), donde nadie sabe de fútbol”.

Los jugadores no son los únicos protagonistas “Los jugadores acá son muy dados a la gente, son muy sencillos y humildes”, cuenta Consuelo mientras pica un chunchullo en su carpa, ubicada al frente de la entrada del Olaya Herrera. En “El Palacio del Colesterol del Olaya”, como se conoce el negocio de Consuelo, los jugadores llegan a disfrutar del “tercer tiempo”. Lleva más de 40 años vendiendo mazorca, empanadas, bofe, rellena, chorizo, plátano y papa criolla, acompañantes que no pueden faltar en los torneos de aficionados. Entre semana, Consuelo dedica su tiempo a cuidar de sus tres nietos. Yeimy, mamá de uno de ellos —y nuera de Consuelo—, le ayuda en el negocio y vive agradecida por haber dado con ella. “Ella es solo paz y amor, tiene un corazón muy grande. Definitivamente, Dios me bendijo con una suegra muy buena gente”, dice Yeimy, con un tono nostálgico. Todos los fines de semana, Fredy, el taxista, le hace la carrera a Consuelo y a Yeimy desde Bosa hasta el Olaya. Ida y vuelta por 50.000 pesos. Lo conocieron porque vivían en el mismo barrio, en Alquería. Desde las seis de la mañana, hasta las cinco de la tarde, Consuelo y Yeimy trabajan sin parar en El Palacio del Colesterol del Olaya. Este negocio, además de caracterizarse por ser un punto de encuentro entre los jugadores y las familias, también es reconocido por servirles a los habitantes de calle. “Acá uno se integra con la gente, uno conoce muchas personas, pero no es solo eso ni el dinero. También uno le sirve a la comunidad, por lo menos acá uno les da comida a los indigentes. Acá pueden pasar diez o quince, y les doy así sea de a una papa; eso me hace muy feliz: poder servir”, comenta Consuelo, a la vez que le pasa a un señor una canasta de picada. Además del puesto de Consuelo, hay una gran oferta culinaria a los alrededores del estadio. Se aprecian seis casetas verdes en las que se pueden encontrar empanadas, raspados, helados, gaseosas, gelatinas, galguerías y otras delicias. Por su parte, Jimmy Parra camina por la tribuna del Olaya Herrera con el júbilo de quien

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ha construido algo memorable. Aquí está su memoria y las personas que le han metido corazón al torneo año tras año. “Yo me siento muy halagado de que tanta gente me conozca y me distinga: Jimmy pa’ca, Jimmy pa’llá. Eso me eleva el ego sanamente, pero sé que es porque algo he hecho bien”, dice Parra, con el pecho inflado. A esa buena organización que Parra ha logrado, se debe la presencia del público, que se convierte en el jugador número 12, en el otro protagonista del torneo. Sin hinchas no hay fútbol, porque son ellos los que levantan el ánimo de los jugadores. Así lo resume el jugador Moris Guzmán: “Para mí, la gente que asiste al estadio es lo más importante del torneo, porque es el ingrediente que hace atractivo jugarlo, pues te sientes jugando un partido profesional. Ellos siempre serán la motivación para brindar el mejor espectáculo, algo que para ellos valga la pena haber asistido”.

Una tradición que se transforma Ahora, cuando la gente llega al estadio y las familias se reúnen, es una satisfacción para Jimmy Parra, quien trabaja durante diez meses —desde febrero hasta noviembre— cada año para organizar el torneo. Él tiene que conseguir un patrocinador cada año y el dinero para poder llevar a cabo el octagonal. Debe pagar 15 millones de pesos por el alquiler del escenario que, desde que le pertenece al Instituto Distrital de Recreación y Deporte, es considerado espacio público. Además, en aspectos de logística, como la publicidad, la policía y los bomberos, gasta más de 30 millones de pesos. “Un año me tocó endeudarme con 30 millones, me tocó sacar de mi bolsillo y que mis hijos me ayudaran, pero se hace con amor porque es la familia, porque le tengo mucho amor al torneo”, dice Parra y un tono nostálgico inunda su voz. Los premios en cheques son ahora los atractivos del torneo, pues al campeón se le dan 20 millones de pesos, más el trofeo; un millón de pesos al mejor jugador, a la valla menos vencida, al juego limpio y a otros logros, junto a sus respectivas medallas. Parra optó por empezar a dar plata como parte del reconoci-

miento a los ganadores, para que los futbolistas se motivaran al momento de jugar, debido a la alta competencia que estaba surgiendo en la capital con otros torneos de aficionados en Fontibón y Engativá. Tan solo en la última premiación se gastaron 32 millones de pesos. Y, aun así, se necesitan más patrocinadores y dinero, pues “la premiación no está a la altura de la magnitud del torneo”, opina Guzmán. Aunque en el 2007, cuando el IDRD nombró al octagonal Olaya Herrera un “evento de interés cultural” —el primer torneo de aficionados con esa distinción—, Jimmy pensó que podrían obtener ayudas económicas, pero no fue así. Los apoyaron con patrocinadores, pero solo durante los primeros años, debido a que el torneo es un evento privado, pues siempre ha sido organizado por el Club Olaya Herrera.

Arriba: Foto del equipo Centenario, en el que jugó el 'Pibe' Valderrama. Foto: Enrique Prada Abajo: Esta cancha ha visto a algunos de los mejores jugadores del fútbol nacional. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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No obstante, el apoyo del Distrito no ha sido la única manera del torneo de obtener reconocimiento. Jorge Peña, “el Fiscal”, quien dirige desde hace 25 años el periódico local Fútbol aficionado y en él plasma el amor y la pasión por las canchas, ha tenido la oportunidad de ver surgir a estrellas en este fútbol de potrero, como Radamel Enrique García, William Mosquera y Jhon Mario Ramírez. El periódico se ha ganado el corazón de los hinchas del fútbol aficionado en la capital del país, debido a su credibilidad, que es algo que “un periodista nunca puede perder”, como dice el Fiscal, quien estudió en el Colegio Superior de Telecomunicaciones. 'Pradita'empezó empíricamente en el mundo de la fotografía.

Pese a que se continúa con la tradición, hubo cambios y no solo en los jugadores, sino también en la falta de proyección que ahora se siente para ellos. “Antes los jóvenes que pasaban por el Olaya Herrera salían directo a los equipos nacionales e incluso a Europa, como Andrés Chitiva, que jugó ahí y terminó siendo una figura en Millonarios, pero ya no, ya no salen”, se lamenta el Fiscal.

Memorias que perdurarán Los recuerdos de ese torneo, además de quedar plasmados en periódicos y en fotos, viven en la memoria de los vecinos de los barrios Centenario y Olaya Herrera, que poco a poco han fallecido o se han mudado, llevándose consigo los recuerdos y la oportunidad de convertirse en los sucesores de Parra. “Desde que tenga salud y si mi Dios me lo permite, seguiré al mando del octagonal y del club Olaya Herrera, porque ahorita no hay a quién dejarle esto”, dice Parra. Y es que liderar el torneo es una tarea ardua, pero a la vez un privilegio y honor para cualquier aficionado del fútbol en Bogotá, pues este se ha convertido en algo más que un torneo barrial, algo más que simples partidos: un patrimonio de memorias e historias de la capital.

Antes de existir las tribunas, la gente se sentaba en las terrazas de las construcciones aledañas. Foto publicada originalmente en El Espectador.

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Gabriela Huertas,

la jugadora que vive para el fútbol

La pasión por el fútbol nació en Gabriela Huertas cuando tenía ocho años, como una forma de canalizar toda esa energía que tenía. Esa personalidad inquieta la ha llevado a ser mediocampista del Santa Fe desde el 2016, jugar en la Copa América del 2018, debutar en la Copa Libertadores del 2021 y ser convocada varias veces por el equipo nacional femenino para torneos internacionales. •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••

Texto: Mariapaz García Herrera mariapaz_garciah@javeriana.edu.co Fotos: Santiago Villegas Martínez

Gabriela Huertas está un poco apresurada. Tiene que ir a entrenar, al menos eso indican su balaca fucsia y su saco gris que lleva el logo de Adidas. Me saluda con una gran sonrisa y con una voz seria y firme. Agarra su pelo negro —amarrado en una cola de caballo—, se acomoda apoyándose en una pared blanca y mueve su celular para que la videollamada no se caiga. De repente, retoma la seriedad, la sonrisa ya no está, y se convierte en la jugadora profesional que ha sido desde su preadolescencia, sin importar que se encuentre fuera de la cancha. Cuenta que nació en Moniquirá, Boyacá, y que su gusto por este deporte afloró mientras estaba en la escuela de fútbol del municipio, a sus trece años. Allí, se dio cuenta de que quería tomárselo en serio, pues su hobbie se volvió su vida; tanto así, que en el 2016 empezó a jugar en el Santa Fe. Hoy, a sus 30 años, es graduada en finanzas en una universidad de los Estados Unidos, gracias a una beca, y estudia Tecnología en Dirección Técnica en la Universidad Sergio Arboleda, premio que les dieron a “las leonas” en el 2017. De vez en cuando, la mediocampista siente el peso que tiene dentro del mundo del deporte, y más siendo mujer, pues, al fin y al cabo, considera que es el ejemplo para muchas personas. Sin embargo, no deja que la presión la consuma: tiene claro que el fútbol es un juego en el que hay que disfrutar cada victoria y cada pérdida. En la actualidad, cuenta con más de 5000 seguidores en Instagram y 2000 en Twitter, donde muestra lo orgullosa que se siente de ser una leona y de los triunfos grupales de su equipo. Hablamos con Huertas, quien —además de haberse coronado junto con su equipo tras


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Huertas tiene 30 años y es una de las figuras de Santa Fe ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

ganar la Liga Profesional Femenina de Fútbol de Colombia en el 2017 y el 2020— está segura de que quiere vivir del fútbol, sin importar si está dentro o fuera de la cancha, pues ese mundo le abrió las puertas a muchas oportunidades. Por eso afirma que sin el Santa Fe no sería la profesional que es ahora. Directo Bogotá (DB): ¿Qué la motivó a jugar fútbol? Gabriela Huertas (GH): Al inicio, cuando comencé, lo veía más de forma recreativa, como una actividad extracurricular. Yo era una niña que tenía mucha energía, a la que le gustaban mucho los deportes y, pues, siendo el fútbol un deporte tan popular, quise empezar a disfrutar el juego porque quería estar con mi hermano y con mis amigos. DB: ¿Se sintió desmotivada tras ver que había más hombres que mujeres en ese mundo? GH: Cuando uno es niño, es muy cerrado a esas cosas, no entiende esa perspectiva social, pues ve más el deporte como un juego, y eso es lo que me gusta hacer y lo disfruto. Digamos que yo tuve la suerte de jugar inicialmente con hombres. Nunca me trataron como una niña que juega con hombres, sino como un deportista más.

DB: ¿Por qué decidió regresar al Santa Fe? GH: Cuando se terminó la liga del 2021, dije: “Aquí termina mi contrato, y si salen otras oportunidades, pues las voy a tomar”. Me desvinculé del club porque terminó la liga y me salieron unas ofertas del exterior, las cuales acepté porque todavía no había una fecha de torneo de la liga del 2022 para jugar con el Santa Fe. Sin embargo, no sabía cuándo iniciaba mi contrato en el exterior ni cómo era. No pude conseguir el papeleo a tiempo para el momento de inscripción y tenía un acuerdo firmado con otro club, el cual también se cayó. Entonces, Santa Fe me abrió las puertas otra vez y decidí volver. DB: ¿Qué destaca en Santa Fe frente a otros equipos de fútbol? GH: Yo no puedo hablar de los otros equipos porque nunca he estado en uno de ellos, puedo hablar del club al que pertenezco y que considero bueno porque a las mujeres siempre nos han tratado con profesionalismo diario: nos han pagado a tiempo y hacen los contratos con todas las prestaciones de ley. En cuanto a implementos, puedo decir que hay muy buenos campos y balones, además de un cuerpo técnico completo. Creo que esas son cosas que hay que valorar. DB: ¿Cuándo supo que quería vivir del fútbol? GH: Eso es algo muy curioso. Digamos que yo al inicio nunca soñé con eso, nunca soñé con ser una jugadora profesional porque ello no existía. En Colombia no había una liga profesional, el fútbol femenino no era tan común entonces. En ese momento, el logro más alto era llegar a la Selección Colombia, entonces yo dije: “Allá es donde quiero estar”. Con el pasar del tiempo y conseguir estar en diversas selecciones de Bogotá y Colombia, se fortaleció el sueño y ahí es donde me di cuenta de que de esto, quizá, podía vivir. DB: ¿Qué sintió debutar en la Copa Libertadores? GH: A nivel de clubes, siempre está ese anhelo de ganar un título internacional, siempre con esas ilusiones que uno tiene del primer parti-

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do, de conseguir una victoria o de obtener tres puntos para ganar. Entonces, solo el hecho de clasificar ya es un mérito y conseguir ese título internacional sería lo ideal. DB: ¿Qué es lo mejor del mundo del fútbol femenino? GH: El hecho de estar rodeado de tantas personas, conocer gente y lo que se aprende, no solamente sobre el deporte, sino también de cultura en general, esas cosas son de valorar. También uno poder ser, quizá, el ejemplo o el modelo de muchas otras personas; son todas esas cosas que envuelven el deporte las que me gustan. DB: ¿Y lo peor? GH: Los obstáculos que se le presentan. Todos sabemos que el deporte es salud, pero el deporte de alto rendimiento, yo diría, no es salud. Uno siempre está expuesto a lesiones muy graves, pero es el pequeño esfuerzo que uno tiene que hacer por vivir de lo que le gusta. Muchas personas dicen que quizá uno en esta profesión se tiene que sacrificar mucho o, tal vez, abandonar el tiempo con sus amigos y familia; sin embargo, yo digo que cuando uno hace lo que le gusta hay que esforzarse un poco. No hay parte mala, sino ese poquito más de esfuerzo para conseguir lo que uno quiere. DB: ¿Por qué cree que la gente asiste poco a los partidos de fútbol femenino en comparación con los masculinos? GH: En primer lugar, en Colombia el fútbol masculino lleva muchísimos más años comparado con el femenino, entonces eso lo hace mucho más popular. En segundo lugar, mucha gente aún no tiene el conocimiento, digamos, de cuándo son los partidos, de qué torneo se está jugando. Todavía falta mucho ese mercadeo y esa publicidad para el fútbol femenino; sin embargo, ha venido mejorando. DB: ¿Cuáles son sus planes? GH: A corto plazo, con el club, poder clasificar otra vez a un torneo internacional, pues hay que conseguir una liga más. Yo creo que eso está en los objetivos a corto plazo de todas las jugadoras. A mediano y largo plazo, un título internacional, pues ahorita se viene la Copa

América, también clasificar al Mundial o a los Juegos Olímpicos, que es lo que hace parte de ese ciclo deportivo. DB: Y en cuanto a su vida personal, ¿qué planes tiene? GH: Siempre me veo rodeada por el deporte, quizá en un futuro, cuando ya no practique más y decida dar un paso al costado, esos planes que tengo se centrarían en cómo aportar al deporte, y si es al fútbol femenino, muchísimo mejor. DB: ¿Qué les diría a las niñas y jóvenes que se quieren dedicar a esto? GH: Les diría que se lo disfruten mucho, que no olviden que el fútbol sigue siendo un juego para disfrutar, en el que uno se tiene que alegrar y divertir. Además, que se sigan preparando, porque uno siempre espera que le llegue la oportunidad, pero hay que estar siempre listos y preparados para aprovechar en el momento que llegue, pues este es un camino muy largo con muchas vías; por ende, tiene muchos obstáculos que no serán fáciles.

Gabriela Huertas ganó, junto con su equipo, la la Liga Profesional Femenina de Fútbol de Colombia en los años 2017 y 2020 ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Álbum Panini: la memoria de un deporte que sacude el mundo

La editorial italiana pronto lanzará el nuevo álbum de la Copa Mundo. Y ello quiere decir que tanto niños como adultos disfrutarán coleccionando las láminas y llenando sus páginas. Una tradición coleccionista que se remonta a 1970 y que se ha convertido en una pasión para todos aquellos que disfrutan este deporte. Texto y fotografías: Paula Tavera González p_tavera@javeriana.edu.co

La historia de esta tradición se inicia alrededor de 1945, en un pequeño kiosco ubicado en la ciudad de Módena, Italia. El negocio le pertenecía una familia de apellido Panini que, con el paso de los años, se dedicó exclusivamente a la prensa deportiva. En 1954, Guiseppe y Benito Panini crearon la Agencia de Distribución de Periódicos Hermanos Panini y, en 1961, fundaron la editorial Grupo Panini. En ese mismo año se lanzó el primer álbum del campeonato italiano de fútbol, cuya portada mostraba al sueco Nils Liedholm, uno de los jugadores más representativos del AC Milan, y el rostro de Bruno Bolchi, el jugador del Inter de Milán que, además de ser buen defensa, fue el primer hombre en convertirse en una lámina de fútbol. Sin embargo, el primer álbum oficial de la Copa del Mundo llegó en 1970, con motivo de la celebración del torneo en México. En ese momento, la editorial italiana consiguió los derechos para comercializar los álbumes de las Copas del Mundo de la FIFA, lo que le permitió vender cromos de los estadios y de los jugadores, así como los emblemas de las selecciones participantes. Desde aquel momento y hasta la actualidad la compañía ha sido la encar-


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gada de imprimir y distribuir los álbumes de todos los mundiales. De este modo, los coleccionistas pueden conocer a los jugadores más cotizados, los estadios y la representación de cada país que disputa la copa dorada. El número de estampillas varía según los equipos clasificados, en el inicio fueron 200 láminas y, hoy puede oscilar entre 420 y 500 debido al aumento en el número de secciones. Estos álbumes han marcado la vida de millones y son deseados no solo por la fiebre mundialista, sino por la historia que llevan. Así lo confirma Mauricio Andrade, de 20 años, estudiante de Comunicación Social: “Miro el álbum de México 1986 y digo ‘el rostro de Maradona’, porque a pesar de que no lo viví, recuerdo las imágenes en la final contra Alemania con un marcador de 3-2, dejando al equipo suramericano de campeón. Luego veo Sudáfrica 2010 y, al encontrarme con la lámina del español Andrés Iniesta, se me viene el gol que hizo contra Países Bajos en la final”.

Miguel comenzó su colección a los 14 años con España 82 y espera que se mantenga como tradición familiar para sus dos hijos.

Andrade es un fiel seguidor del fútbol y admira profundamente la historia de este deporte, no solo en sus registros audiovisuales y la emoción que suscita en la cancha, sino que también aprecia el trabajo de la editorial Panini, que para él logra enmarcar la alegría, el anhelo y el gozo de las personas alrededor de un deporte. Su colección se inició con el Mundial de Sudáfrica en 2010. “Desde que soy muy pequeño me gusta mucho este deporte y, para los mundiales, Panini es un complemento fenomenal, porque con el álbum podré decir en muchos años: ‘este jugador hizo este gol importante’”. Su padre, Juan Carlos Andrade, también es un coleccionista desde el Mundial de México 86. Para él, esta actividad surge no solo por su afición por el fútbol, sino por el color y diseño de los uniformes, en especial las camisetas. Para Juan Carlos, los detalles de cada edición son únicos, pues hay una evolución en el diseño, desde la calidad en la fotografía, el estilo de los recuadros, los logos y la mascota o figura insignia y la portada. Sin embargo, para él son los escudos los que más captan su atención por su brillo y por la dificultad para conseguirlos. Aunque precisa que le ha costado mucho “encontrar jugadores

Para Miguel Cantillo, completar cada uno de los álbumes del mundial es la alegría y satisfacción de un momento que puede capturarse por siempre.

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como Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y James Rodríguez. Esa ha sido mi espinita”. De hecho, esas láminas que son más difíciles de conseguir son, precisamente, las más caras. Invertir en el álbum puede costar alrededor de 200.000 pesos, empezando con la compra de una caja de láminas, que vale entre 150.000 y 170.000 pesos. Pero a eso hay que añadir unos sobres extra o láminas separadas que pueden costar desde 500 hasta 5.000 pesos, dependiendo de la dificultad para encontrarlas. Su punto de intercambio en Bogotá es en los kioscos ubicados en la carrera 11 con calle 96.

Mauricio con los álbumes de Alemania 2006 y Estados Unidos 94.

La unión y afición de padre e hijo por el fútbol se plasma en mantener esta tradición que, para ellos, hace más interesante el momento de sentarse a ver un mundial, pues permite que permanezca de manera clara en sus memorias. “Italia 1990 es el que más destaco, porque fue el primer álbum donde apareció la selección Colombia y qué felicidad ver a los compatriotas de uno en un álbum de esa talla”, menciona Juan Carlos. Por su parte, Mauricio se queda con el de México 1986: “Es una reliquia ver la lámina de Maradona en ese mítico 86, con la reconocida ‘mano de Dios’. Además los argentinos fueron campeones. Es el primer álbum que está en la biblioteca de mi casa”. Pero no para todos los coleccionistas se trata de una tradición compartida. Miguel Cantillo, ingeniero de sistemas bogotano, es coleccionista desde sus 14 años e inició con el Mundial de España 82. Destaca a Brasil como su equipo predilecto de la contienda, a pesar de que la selección italiana se llevó la copa en la final contra Alemania. Para él, iniciar esta colección significó esfuerzo: “Mi papá nunca fue futbolero, entonces empecé solo con mi mesada del colegio. Me iba a la tienda del barrio a preguntar por las láminas y compraba unas pocas. Después hacía el intercambio con la gente de la cuadra y en el colegio. Mis hermanos se fueron pegando a este gusto que no para”.

Rusia 2018 fue el álbum que Juan José Cantillo completó en compañía de su papá, y destaca la alegría que le suscita la participación de Colombia hasta octavos de final.

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La edición de 1982 fue la primera con láminas autoadhesivas. “Me ahorraba la tarea de gastar el pegante de la casa y mantener las manos pegajosas. Nos hicieron la vida más sencilla y esa evolución sigue creciendo cada cuatro


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años”, recuerda Cantillo. Además, dice que uno de los primeros detalles que ve en cada álbum es la figura insignia o la mascota creada para el campeonato. Para Miguel, la Universidad Piloto, donde además estudió, se convirtió en otro de sus puntos principales de intercambio. “En época del Mundial nadie detiene las ganas de llegar a la universidad y encontrarse con los amigos y estudiantes para poder hacer el trueque de láminas. Es más, uno termina conociendo más personas con esto y, quién quita, al final se pueden volver tus amigos”. Quizá por eso, por esa condición de acercar a los amantes del fútbol y contagiar a las demás personas, con el tiempo algunos amigos y familiares de Miguel se han sumado a este pasatiempo. Por ejemplo, su esposa y sus dos hijos. “Yo no sé si mis hijos vayan a continuar con esta tarea, pero siento que cada vez nos integramos más como familia en estas épocas de emoción, ya que cada uno busca la manera de completar el álbum con el intercambio en el trabajo, la universidad y el colegio”. La colección de Miguel Cantillo permanece en su biblioteca como un tesoro. Destaca que el precio de un álbum como España 82 puede ir de 400.000 a 500.000 pesos, por su historia, pero no lo vendería debido al inmenso cariño que le tiene por ser su primer álbum. “Creo que los álbumes Panini son muy codiciados porque solo salen cada cuatro años y están los mejores equipos del mundo”. Con ese mismo cuidado, Jesús Tavera conserva la colección de Panini que inició a los ocho años con México 70, cuando vivía en Güepsa, un municipio de Santander. En ese entonces, comprar las láminas era complicado, pues solo podía hacerlo en una tienda del parque principal o tenía que desplazarse a otros municipios; incluso, debía ir directamente a la ciudad más cercana, Bucaramanga. Años más tarde, su punto de compra e intercambio de láminas fue el centro de Bogotá, cuando trabajaba en una empresa de sistemas. “Cuando empezaba todo el tema del mundial, la gente paraba el trabajo para reunirse a tomar tinto y hacer pollas por los equipos que

jugaban ese día o lo largo de la semana. Uno cogía un papelito y un lápiz y se iba en la hora del almuerzo hasta la calle 19 con carrera séptima. Ahí era el punto de intercambio de láminas y compra de tarjetones para registrar los marcadores de los partidos”. Sin pensarlo mucho, dice que su álbum predilecto es el de Italia 90, pues después de la Copa Mundo de Chile, en 1962, fue cuando Colombia volvió a participar en un mundial. “No hay mejor momento en ese Mundial que la emoción del gol de Freddy Rincón en la disputa Colombia-Alemania. La gente enloqueció, y yo también”, cuenta mientras ríe.

Para Juan Carlos Andrade, la colección inició con el Mundial de México en 1986, pero destaca el de Italia 1990 por la “felicidad de ver a los compatriotas de uno en un álbum de esa talla”. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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En Italia 90 se recuerda el gol de Freddy Rincón contra la selección alemana.

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Jesús Tavera dice que siempre lo sorprende la fotografía y el diseño de los álbumes, y en ello coincide con Sebastián Tovar, un publicista de 24 años de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, quien asegura: “Para mí es importante cómo se maneja el diseño de cada portada, cada lámina, cada encuadre, título y demás detalles, pues antes de comprar la primera caja de láminas, me fijo mucho en cada color, forma y fotografía”, explica. Sebastián empezó su colección como un tema familiar y fue algo que estuvo presente desde que era niño. Recuerda con cariño el álbum de Alemania 2006 por ser el primero que completó con su familia. Años después, completó el de Brasil 2014 prácticamente solo. “Desde que trabajo, me toca comprar mi propia caja y luego reunirme con mi familia y amigos”, dice. Para ello invierte un promedio de 200.000 a 250.000 pesos, con el fin de completarlo antes de que comience la Copa del Mundo. A diferencia de los Andrade, él opina que no son los jugadores más cotizados los más difí-

ciles de conseguir, sino que “son los estadios e incluso los jugadores menos conocidos, pues las copias de ellos son menores. No puede faltar la dorada del logo de Panini, porque solo se consigue en las cajas”. Mantiene la colección en su biblioteca y no tiene un cuidado especial con los álbumes, a menos que los más viejos se descosan. “El álbum Panini se mantendrá como insignia de cada copa del mundo porque, primero, es una empresa que se sostiene desde la pasión de los hinchas y, segundo, a la gente le gusta coleccionar cosas, guardar memoria, y el álbum permite que un deporte tan popular pueda capturarse para siempre”. Los coleccionistas sienten cariño por cada edición y esperan el próximo álbum, Catar 2022, que saldrá a la venta hacia finales de agosto o principios de septiembre. Y con él comenzará de nuevo la fiebre. Con él, de nuevo, los apasionados de este deporte se reunirán a intercambiar las láminas y a llenar las páginas que quedarán en la historia.


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“Yo me muero por Millonarios, el llamado de la tribu es azul”: Jorge Cardona Jorge Cardona es un referente del periodismo nacional. Fue editor general de El Espectador, cubrió la fuente judicial por más de 30 años y hoy es profesor en la Universidad Javeriana. Pero también es un apasionado por el fútbol y de las personas que más saben de este deporte en Colombia. Conversamos con él acerca de esta pasión que ha llenado sus días desde que era un niño. Texto y fotos: Thiago Mateo Lucero Moncayo t_lucero@javeriana.edu.co

Jorge Cardona suele llegar a dictar clases con sus mejores galas: alguna camiseta que puede ser de su amado equipo, el Racing Club, de Argentina, o de alguna selección histórica, como la de Países Bajos. Mientras que en las manos sostiene sus infaltables libros, su cuaderno y su lapicero. Con este último anota en las hojas de su libreta todo el desarrollo de la clase, tal y como un comentarista que se preparó para la trasmisión de un partido. Si el tema principal del día es fútbol, que casi siempre lo es —la clase es sobre periodismo deportivo—, escribe todos los nombres de los futbolistas con sus edades, equipo actual y algún otro dato que pueda resultar relevante. “Yo nunca voy a una clase ni a un partido sin antes preparar todo lo que voy a decir. En el estadio no me sirve nada ver a los jugadores corriendo si no sé quiénes son”, dice Cardona. Lo inusual es que casi nunca ve lo que está escrito. Casi toda la cátedra está dictada desde su memoria. Ha estudiado la historia del fútbol mundial como ninguno, conoce desde la nómina del Santa Fe que ganó su primer campeonato de fútbol profesional colombiano en 1948, hasta la de la primera Selección Colombia que fue al mundial de Chile en 1962. Y, como él dice, en algunas ocasiones no basta con saberse las cosas de memoria y repetirlas sin parar, sino que es necesario entender el momento en el que sucedieron los hechos, conocer cuáles fueron las implicaciones de aquel partido, en qué circunstancias, por ejemplo, quedó campeón Uruguay en 1930, o cómo influyeron tanto las dictaduras en Italia y Argentina en las copas del mundo: todo esto sirve para entender el fútbol. “Yo todo lo he aprendido de este deporte; es la filosofía máxima para cualquier cosa de la vida. Mire, yo tengo algo claro: como las personas se comportan jugando fútbol, es como tratan a los demás en la vida real. En la mesa y en el juego se conoce al caballero”, dice. ***


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Jorge en el equipo de El Espectador abrazando a su hijo. Foto: cortesía de Jorge Cardona

Ahora, lejos del salón de clases, Jorge Cardona está en el Nemesio Camacho El Campín, estadio donde juegan sus partidos Millonarios y Santa Fe y el principal escenario deportivo de Bogotá. Va bien abrigado, por el inclemente frío de las noches capitalinas, con un gorro que le cubre hasta las orejas y una chaqueta grande. El clima no le permite lucir a plenitud la camiseta del cuadro azul, que esta vez enfrenta al Junior de Barranquilla. Desde la tribuna en la que tiene el abono, se prepara para el partido con una libreta y un lapicero. Anota los nombres de los jugadores y sus números. Durante el partido escribe cada acción que va pasando y se preocupa más por registrar lo que pasa que por vivirlo en el instante. Lo importante es que quede el recuerdo para el futuro. El partido transcurre sin mayores emociones. Un gol en el minuto 93, de Ricardo Celis, le da la victoria a Millonarios.

Jorge lo celebra con la tranquilidad de una persona que no esperaba menos del partido. Jorge recuerda con un poco de nostalgia las épocas en las que llegaba al estadio en un bus, que lo dejaba en la carrera 30 y desde allí hacía la fila al estadio junto con cientos de hinchas. “No había problema por diferencias de colores en las camisetas. El hincha de Nacional venía con su casaca y no pasaba nada”, recuerda. Después de los partidos, cuando las emociones dentro del terreno habían llegado a su fin, era el momento de sentarse en un andén a tomar cerveza con los amigos y a comentar el partido. Sin embargo, no siempre puede ir al estadio. Cuando esto ocurre, acompaña al Ballet Azul por televisión. Y hace mucho énfasis en que ve solo los partidos o con personas de mucha confianza, pues es un momento de mucha intimidad para él. “Eso lo tuve que hablar con mi mujer. A veces ella me dice que vayamos a algún sitio donde haya un televisor y yo le digo que no”. Para él, el fútbol es prioridad y compromiso. Por eso, con un tono jocoso, Jorge recuerda la ocasión en la que dejó a su esposa y a sus tres hijos en la vía que conecta a Bogotá y a Villavicencio por ver una final del campeonato de fútbol local: —Era la final que enfrentó al Tolima y al Cali, en el 2003. Estaba de viaje con mi esposa y mis tres hijos. Yo estaba pendiente del reloj por el partido, y resulta que entrando a Villavicencio nos varamos. Lo único que hice fue empezar a buscar mecánico, llevé el carro para allá, monté el carro en la grúa y los dejé a ellos ahí. Les dije que tenía que ver la final y me fui para Villavicencio. —¿Y no se enojaron con usted? —No, no. Mi mujer, Claudia, me conoce. Ellos saben que si hay partido, yo estoy en el partido. Vengo al estadio y mi cabeza está acá. Todos los planes familiares dependen de cuándo juega Millos. Luego de un rato, Jorge contará que su pasión no solo se limita a los equipos nacionales, sino que también tiene afectos por conjuntos de

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Jorge Cardona también es profesor de Periodismo Deportivo en la Universidad Javeriana. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Yo nunca voy a una clase ni a un partido sin antes preparar todo lo que voy a decir Jorge Cardona

otros países: “Yo me muero por Millonarios, pero también soy simpatizante del Racing Club”. Por eso ahora recuerda que en el mismo año en el que empezó a asistir al estadio, en 1967, el equipo argentino ganó la Copa Libertadores y la extinta Copa Intercontinental de Clubes. Y debido a las muchas revistas que llegaban a su casa en la época, y al furor del mundo al ver al “primer grande” coronarse con el doblete, Jorge se dejó conquistar por el azul celeste que llena el Cilindro de Avellaneda —el estadio de Racing—, cada fin de semana. De hecho, Jorge ha tenido muchas oportunidades de ir a ese estadio, porque sus dos hijos mayores estudiaron en Argentina. Cada vez que iba a visitarlos, el plan sagrado era ir al Cilindro. El partido del que tiene los recuerdos más gratos fue una goleada que Racing le propinó a Lanús con goles de Giovanni Moreno. “Un hincha de Racing me ayudó a

que Moreno me recibiera en el hotel. Charlamos quince minutos y me tomé la respectiva foto. Buen tipo, tranquilo y, sobre todo, gran jugador”, finaliza Cardona. Pero no le gusta un solo deporte, aunque eso parezca, porque, como dice, “hay deportes ahí afuera que están esperando periodistas”. A pesar de su amor declarado por Millonarios, equipo al que está abonado hace 55 años, sabe de ciclismo, boxeo, atletismo y demás disciplinas que, a veces, pasan inadvertidas para el espectador común. Así que recomienda a sus estudiantes de periodismo saber lo máximo posible, y entre más variados los temas, mucho mejor. Al fin y al cabo, el fútbol ya le gusta a todo el mundo y las pocas alegrías que trae no se comparan con las muchas tristezas que hay que sufrir siendo aficionado. “Yo vengo al estadio desde el 67 y

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También es es director técnico del equipo en el que juegan sus hijos. Foto: cortesía de Jorge Cardona

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solo he celebrado seis veces. Los títulos del 72, 78, 87, 88, que se jugó en Barranquilla, 2012 y 2017. Nada más. Un verdadero hincha sabe que son un mínimo de victorias por un máximo de persistencia, de dolor, de angustias. Tristezas, las que usted quiera”. Parece como si Jorge Cardona hubiera sido periodista deportivo durante toda su vida. Sin embargo, eso está lejos de la realidad. Comenta que cuando empezó en el periodismo no tuvo más elección que dedicarse a lo judicial. “A mí me llama el vicepresidente de Caracol Radio informándome que habían creado un programa deportivo y que estaba listo para mí, pero en ese momento estaba la arremetida contra la Unión Patriótica, la guerra de Pablo Escobar, el mundo del paramilitarismo. Yo estaba pisando la historia. Así fue como le dije que no al fútbol, pero sin dejarlo totalmente”. Juan Sebastián Jiménez, periodista que trabajó en el área judicial de El Espectador con Jorge, recuerda que en los consejos de redacción, cuando estos coincidían con algún partido, se hacían con los televisores prendidos y dejando

claro que lo importante era el fútbol. “Lo que yo más aprendí de Jorgito fue a hacer conexiones, eso es algo que a él le sirve mucho para recordar tanto en el área deportiva como en la judicial. No existen los hechos aislados, cuando uno entiende las razones y las consecuencias, no hay que acordarse de un hecho, sino de un camino”, dice Jiménez. Cardona trabaja de lunes a viernes, pero los fines de semana son sagrados para ver fútbol. Sus hijos se ríen de él porque prefiere ver un Cortuluá vs. Patriotas que un clásico español. “¡Qué puedo hacer yo, si es el fútbol colombiano lo que más me llama la atención!”, finaliza entre risas. Cada vez que va al estadio, lo hace como si fuera a su propia casa. Camina con tanta confianza por las tribunas, que parece que el escenario llevara su nombre. Y quizá esa familiaridad se deba a que ahí aprendió algunas de las lecciones más importantes de su vida. Es ahí donde aprendió que en la vida son más las derrotas que las victorias y que, a fin de cuentas, los momentos felices son las excepciones, pero son intensos y valen la pena.


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Historia de una pasión

Cristina Quintero es la capitana del equipo de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Javeriana.

Cristina Quintero tiene 21 años y es la capitana del equipo de fútbol de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana. Estudia comunicación social e historia, vende gomitas en la Universidad y casi siempre carga más maletas de las que debería. Conoció el balón desde muy pequeña y, aunque no alcanzó el sueño profesional, su pasión por el fútbol ha permanecido intacta. Texto y fotos: Camila Hurtado Álvarez hurtadoacamila@javeriana.edu.co

Son las nueve de la mañana de un martes en Bogotá. El sol capitalino se escabulle por entre las cortinas del salón 429 del edificio 52 de la Universidad Javeriana. Han pasado 45 minutos desde el inicio de la clase. Debajo del umbral de la puerta aparece la figura de una mujer joven, de cabellos rubios, ojos verdes y piel color marfil. Entra al salón de la manera más discreta posible, pero resulta inevitable hacer caso omiso a su presencia. La maleta negra que lleva sobre su espalda da la impresión de estar a punto de explotar y la tula azul con gris, que carga sobre su hombro izquierdo, la hacer ladearse sutilmente mientras atraviesa el salón. Sin embargo, muy distinta situación es aquella que tiene lugar en las canchas de fútbol de la Universidad. Ya no se le ve


¡Gol!

Rafael Muñoz es el actual entrenador del equipo de la Facultad y nombró como capitana a Cristina en el segundo semestre de 2021. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

El abuelo de Cristina, Sergio Alvarado, fue arquero de Millonarios y le enseñó la pasión por el juego ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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cargando maletas ni ladeándose al caminar. Todo lo contrario: su cuerpo parece más liviano y da la impresión de estar flotando cuando corre. Entre sus pies se posa un balón de fútbol que se mueve armónicamente de lado a lado; es como si ella y el esférico se volvieran un solo cuerpo. Cristina Quintero nació en Bogotá hace 21 años, estudia las carreras de comunicación social e historia, juega de volante creativa y es la capitana del equipo femenino de fútbol de la Facultad de Comunicación y Lenguaje. Hace un poco más de un año, su esfuerzo y dedicación le ganaron un puesto en la Selección Femenina de Fútbol de la Universidad Javeriana. La fascinación por el fútbol empezó desde la primera vez que los pies de Cristina se encontraron con un balón, cuando ella tenía cinco años. Su abuelo, Sergio Alvarado, quien fue arquero de Millonarios, les enseñó a ella y a sus dos hermanas mayores el amor por la cancha y el esférico. “Jugábamos partidos de fútbol las tres en las canchitas del conjunto en el que vivíamos, y el abuelo Beto nos enseñaba la técnica”, recuerda Cristina. Sin embargo, desde el mismo momento, Cristina debió enfrentarse a una realidad que la sigue

acompañando 16 años después: la de la inequidad y los estereotipos de género en el fútbol. “Uno se da cuenta de esas cosas muy rápido. Desde que yo empecé a jugar fútbol sentí esa barrera con los niños: no me pasaban el balón o, cuando me veían entrenando, me insinuaban que las niñas no podíamos ser tan buenas en el juego como los niños”, dice Cristina. Esa desigualdad y ese prejuicio parece ser un fenómeno del que nada se salva, ni el fútbol. Y ni siquiera las mejores jugadoras quedan exentas de jugar en un campo disparejo. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, la industria futbolística genera más de 500.000 millones de dólares cada año; a pesar de ello, según un informe de 2018 realizado por FIFPro —una organización internacional de futbolistas formada por 40 asociaciones nacionales con más 38.000 miembros, cuya misión es defender los derechos e intereses de los futbolistas profesionales ante las federaciones, clubes, empresas patrocinadoras y otros agentes del ámbito profesional—, cerca del 49 % de las jugadoras de fútbol profesional femenino no reciben un salario y el 87 % de ellas deberá finalizar su carrera deportiva antes de los 25 años debido a la baja o nula remuneración.


¡Gol!

En 2021, la FIFA le otorgó a Alexia Putellas, delantera y centrocampista del Fútbol Club Barcelona, el título de mejor jugadora del mundo. Robert Lewandowski, delantero del Bayern Munich, recibió el mismo galardón ese año en la categoría masculina. Mientras el futbolista polaco recibe 23 millones de euros al año, Putellas gana 150.000 euros en el mismo periodo, un salario 154 veces menor al de su homólogo masculino. A pesar de que Cristina no recuerda alguna confrontación directa con un hombre al respecto, sí asegura que a diario tiene que lidiar con los estigmas alrededor de una mujer futbolista: “A la gente le encanta ponerles etiquetas a las otras personas. Y es como si, a través de comentarios absurdos, intentaran demeritar el esfuerzo que uno hace. Por ejemplo, que las mujeres que jugamos fútbol somos demasiado masculinas o que los equipos femeninos son ‘fábricas de lesbianas’. La verdad es muy frustrante, pero uno aprende a lidiar con eso”. Cristina se presta para confusiones. Tiene dos perforaciones en la cara: una en la ceja derecha y otra en la nariz. Casi siempre lleva puesto un blue jean claro con rotos, tenis, camiseta y una chaqueta. Es probable que

cualquier desconocido que la vea, pase de largo sin sospechar que está ante una deportista de alto rendimiento que entrena seis de siete días de la semana, por lo menos durante dos horas seguidas. Además de los entrenamientos con la Selección Javeriana y el equipo de su facultad, Cristina va al gimnasio al menos tres veces por semana, pero también estudia y trabaja en un call center. “A veces siento que llevo una doble vida”, dice mientras una carcajada nerviosa se escapa. La verdad es que sí lo parece, pero sus entrenamientos y partidos definitivamente son prioridad para ella. “Esas dos horas son sagradas para mí, las tengo programadas en mi horario semanal, porque son una responsabilidad y un compromiso que yo asumo todos los días. Y me encanta”. Asdrúbal Arenas es el entrenador de la Selección Femenina de Fútbol de la Javeriana con 25 años de experiencia y hace dos años que dirige los entrenamientos de Cristina. Él asegura que Cristina “es una jugadora integral, porque tiene una pasión auténtica por el juego y eso la ha llevado a tener un desempeño de muy alta calidad y un sentido de responsabilidad importante. Hay aspectos de la técnica que hay

Cristina ha logrado entablar una relación de sororidad y apoyo con sus compañeras de equipo. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

A veces siento que llevo una doble vida Cristina Quintero ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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¡Gol!

Cristina entrena seis veces por semana.

que seguir mejorando, pero desde que haya compromiso, el resto se puede lograr”.

sus entrenamientos, y hasta hoy el fútbol sigue siendo su verdadera pasión.

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A la hora de jugar, Cristina es ambidextra: su patada es tan buena con la izquierda como con la derecha. Ella recuerda haber jugado así desde que estaba en el colegio: “Entré al equipo de fútbol del colegio como a los ocho años y entrenaba tan juiciosa, que empecé a subir de categoría hasta que me nombraron capitana cuando estaba en séptimo grado”.

Durante sus entrenamientos en la Universidad, no es raro verla entre risas rodeada de las otras jugadoras del equipo, con quienes comparte el mismo entusiasmo por el fútbol y ha construido una relación de sororidad dentro y fuera de la cancha. “Cuando entreno con las niñas de la Facultad, siento que todas estamos en sintonía. Intenté que los entrenos nos quedaran en un horario en el que todas pudiéramos estar para aprender a entendernos como un colectivo. Ellas todo el tiempo tienen muchas ganas de mejorar y están muy dispuestas a seguir aprendiendo”, dice Cristina.

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Sin embargo, cuando Cristina y sus hermanas empezaban a dar las primeras patadas al balón, sus papás, basquetbolistas ambos, quisieron que Cristina también lo fuera y, prácticamente, la obligaron a practicar ese deporte. No obstante, su abuelo Beto insistió en que las niñas jugaran fútbol. Y logró su cometido. Más adelante, en el 2017, tuvo la oportunidad de dedicarse de manera profesional al fútbol, cuando el Club Deportivo Santafé la invitó a entrenar allí, pero sus papás no le dieron el visto bueno, debido a que estaba estudiando. Entonces, ante la imposibilidad de desempeñar el deporte de forma profesional, decidió continuar sus estudios, pero sin suspender

Isabela Gaviria, compañera del equipo de la Facultad y también de la Selección Javeriana, juega de volante izquierda y asegura que Cristina siempre hace gol. “Las cualidades que más resaltan en ella como capitana son que siempre tiene mentalidad ganadora; intenta unir al equipo y organizarnos. No se rinde con facilidad y se preocupa mucho por el bienestar del equipo”.


¡Gol!

Cristina forjó su camino hacia la capitanía de la Facultad con esfuerzo y dedicación. Entró a la Universidad durante la pandemia, y en su afán por no quedarse sin hacer actividad física, se vinculó al equipo. Rafael Muñoz es el entrenador del equipo de Comunicación y al volver parcialmente a la presencialidad, se dio cuenta del juicio de Cristina. Por eso, durante el segundo semestre de 2021 la nombró capitana. Desde entonces, Cristina atesora muchos momentos que le recuerdan a diario los motivos por los que hace lo que hace. Pero hay un partido que recuerda con particular sentimiento: “El semestre pasado, en la final de las Olimpiadas contra Medicina, estábamos jugando con un equipo nuevo y sin cambios. Habíamos ganado todos los partidos de esa ronda, pero estábamos muy nerviosas y eso nos bloqueó el juego. Pero después todas nos dimos cuenta de que se trataba de disfrutarlo. Solo en ese momento nos ‘soltamos’ y empezamos a jugar como equipo. Quedamos 5-1”. Explorar las distintas posiciones en el campo de juego ha significado un reto, pues ella ha

jugado de volante de creación, volante lateral, delantera y defensa central. “Ha sido bueno porque uno aprende a jugar en todas las posiciones y eso también te deja conocer el campo mucho mejor, entender las jugadas y perder el miedo de lanzarse a hacer las cosas”. Además, aclara: “Siendo mujer futbolista, uno intenta cometer el menor número de errores posible porque con que cometas uno, ya te marcan por siempre”. Cristina Quintero tiene 21 años y casi siempre se le ve encartada y cargando más cosas de las que debería. Jamás falta a un entrenamiento y con frecuencia llega un poco tarde a sus clases. Conoció el balón desde muy pequeña y aunque el sueño de ser profesional se quedó en eso, su pasión por el fútbol ha permanecido intacta a pesar de los obstáculos. En el fútbol, como en la vida, unas veces se gana y otras se pierde, pero Cristina sigue comprometida con las mujeres de su equipo, alentándolas durante cada entrenamiento y partido para siempre dar lo mejor de sí, no solo en el deporte, sino también en la vida.

Los entrenamientos duran mínimo dos horas. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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CARICATURA ALEJANDRO DUARTE


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Fotoensayo Fotos de María Alejandra Marín Producción de Laura Valentina Calvo

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