Directo Bogotá #74

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" " Vestuario: Gabriela Sacconi, artista textil colombiana. Modelo: Margareth Arias, bailarina y artista escénica. Fotos: Valentina Alfonso.

Más tela para la obra

Fotoensayo


Edición

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Diciembre 2021

Directo Bogotá

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Editorial

En escena 03

Bogotá en tablas

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García Márquez en escena

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En la lente de Felipe Aljure

Revista escrita por los estudiantes de la carrera de Comunicación Social Fundada en 2002

Director Julián Isaza Asistente editorial Laura Duarte Sandoval Reporteros en esta edición Daniela Becerra, María Alejandra Juliao Castillo, Natalia Ortega Rodríguez, Andrés David Parada, Thiago Mateo Lucero Moncayo, Laura Duarte Sandoval, Valentina Alfonso Guarín, Nicolle Valentina Vargas Polo, María José Castillo Revelo Portada y contraportada Zulay Riascos, integrante de Cimarrón Producciones Fotos de Laura Duarte Sandoval laura_duarte@javeriana.edu.co Fotoensayo Valentina Alfonso Guarín @valentinalfonsog_ph Caricatura David Puerta @puertacaricatura Diseño y diagramación Angélica Ospina soyangelicaospina@gmail.com Corrección de estilo Gustavo Patiño correctordeestilo@gmail.com

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Influencer, una serie web sobre la manipulación en redes

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El legado en una carroza

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Cuerpo, sensualidad y resistencia

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Las mujeres afro hacen cine

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Vestidos para la obra

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El artesano indomable

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La radionovela del siglo XXI

Decana de la Facultad Marisol Cano Busquets Director de la Carrera de Comunicación Social Carlos Eduardo Cortés Sánchez Directora del Departamento de Comunicación Andrea Cadelo Informes y distribución Transversal 4ª No. 42-00, piso 6 Teléfono: 3 20 83 20, ext 4587 Escríbanos a: directobogota@gmail.com Consulte nuestro archivo digital en la página: www.issuu.com/directobogota Visite nuestra plataforma digital: www.directobogota.com

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“El cine hace posible que uno pueda entender al otro”: Laura Mora

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Teatro a ciegas y con aroma a café

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Caricatura


EDITORIAL

¡QUE COMIENCE LA FUNCIÓN!

Julián Isaza Director

Después de mucho tiempo de restricciones, la posibilidad de asistir a un teatro o a una sala de cine, desde hace unos pocos meses, es hoy una realidad. Y esa realidad, al menos en lo personal, es una de las noticias recientes más felices. Las artes escénicas son, como las demás artes, felicidad y reflexión; pero también son la oportunidad para sumergirse en otras vidas, en otros mundos; son una invitación a la empatía, a la ensoñación, a la mirada crítica de lo que sucede, a la denuncia. A eso que de alguna manera también nos identifica como especie: contar historias. Sin embargo, durante un largo tiempo tanto los teatros como los cines estuvieron restringidos y enfrentaron uno de los retos más grandes de su historia al perder su público. Y aunque durante los días más aciagos hicieron gala de su inventiva y algunos lograron adaptarse a las condiciones que impuso la pandemia —con la transmisión de sus obras por vías digitales o mediante las plataformas de streaming para los estrenos cinematográficos—, lo cierto es que la situación fue crítica y golpeó fuertemente a todos estos artistas. Pero hoy esa situación está cambiando. Poco a poco regresan a sus escenarios naturales y el público ha respondido. Las salas se pueblan de personas que anhelaban la experiencia de ver una obra, de ver una película en la pantalla grande, de participar en esa comunión de extraños alrededor de una historia. Por eso, esta edición la dedicamos a este tema, que en realidad son muchos temas. A la producción escénica y a las personas que la hacen posible: actores, directores, vestuaristas,

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artesanos y artistas. En esta revista queremos reconocer esa pluralidad y ese trabajo, que no son otra cosa que crear —e imaginar— y volver visible lo que muchas veces no se ve. En este número tuvimos el gusto de entrevistar a uno de los grandes directores del cine nacional, como es Felipe Aljure; también pudimos conversar con artistas como Sandra Suárez, quien a través del pole dance propone una obra distinta y una reflexión sobre el cuerpo. Así mismo, hablamos con las mujeres de Cimarrón Producciones, quienes con su productora apuestan por historias con enfoque étnico, social y ambiental. Contamos las historias de series innovadoras, como Influencer, que aborda un tema de candente actualidad: la manipulación en redes sociales. Igualmente, conocimos el trabajo de tres diseñadoras que se encargan de un aspecto fundamental para toda obra: el vestuario. A la vez, quisimos abordar el tema desde otras aristas y, por eso, preparamos un reportaje sobre la radionovela 10 Versiones, en la que actores y reconocidos escritores se unen para contar historias en un formato que está en peligro de desaparecer. Además, incluimos las historias de los artesanos que con su trabajo le inyectan vida a las festividades, como Carlos Riberth, con sus fabulosas carrozas en el Carnaval de Negros y Blancos, en Pasto, y José Llanos, con sus coloridas máscaras en el Carnaval de Barranquilla. Como siempre, nuestra invitación: pasen, vean y lean. Esta edición está llena de historias, de escenas y de escenarios. ¡Que comience la función!


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Bogotá en tablas Recorrimos cuatro teatros en la ciudad que nos mostraron que el arte de las tablas está más vivo que nunca. También averiguamos cuál es la magia que caracteriza a cada uno de ellos y por qué los deberían incluir en su lista de planes en Bogotá. Texto y fotos: Daniela Becerra daniela_becerra@javeriana.edu.co

Cartel publicitario de la obra Camilo junto con fotografías de la puesta en escena.

Teatro La Candelaria Calle 12 N.° 2-59 Este es el más antiguo de esta ruta. Fue fundado en 1966 por un grupo de artistas independientes de la Universidad Nacional de Colombia y se ha convertido en uno de los referentes del teatro independiente del país. Comenzó en la calle 20 con carrera 13, con el nombre de Casa de la Cultura, pero dos años después llegó al barrio La Candelaria, donde aún permanece. En una casa tradicional del centro histórico de Bogotá, un portón grande y antiguo es la bienvenida a un espacio que parece congelado en el tiempo; en su interior se encuentra un pequeño jardín con una fuente en el centro, típico estilo de las casas coloniales. A su alrededor hay pasillos con fotos que narran un poco de la historia del lugar. Un restaurante antecede la sala de teatro y es el lugar perfecto para una conversación previa a la obra. Adentrándose en la casa, se encuentra la sala donde hasta doscientas personas

Calle San Miguel del Príncipe.


En escena

podrán asistir a las obras. El piso es de madera negra y la tarima tiene unos catorce metros de ancho por ocho metros de fondo. En este lugar se han presentado obras consideradas hitos del teatro colombiano y latinoamericano, como El Quijote, Si el río hablara y Guadalupe años sin cuenta. Esta última, que fue auspiciada en 1999 por las Naciones Unidas en Colombia, estará nuevamente en temporada en diciembre del 2021, en ella se cuenta, a partir del asesinato de Guadalupe Salcedo, la historia de las guerrillas del llano, el bipartidismo, los crímenes en medio de la violencia y el papel de los medios y de la Iglesia en el conflicto en la época. Lo que ha hecho especial al Teatro La Candelaria ha sido su constante interés en el trabajo de investigación del teatro y del contexto social, lo cual lo ha llevado a especializarse en la creación de obras de dramaturgia nacional. Toda una apuesta que enorgullecía a Santiago García, uno de sus fundadores, fallecido en el 2020, pues en más de cincuenta años de recorrido, el teatro La Candelaria se convirtió en parte de la historia del arte y la cultura de Colombia.

Arriba: Puesta en escena de la obra Lo inconfesable en el Teatro Libre. Abajo: En las paredes del Teatro Libre se cuenta la historia del lugar.

Teatro Libre Calle 12B N.° 2-44 Calle 62 N.° 9A-65 A tan solo una cuadra de distancia del Teatro La Candelaria se encuentra una de las dos sedes del Teatro Libre, fundado en 1973 por un grupo de artistas de la Universidad de los Andes y de la Universidad Nacional, en cabeza de Ricardo Camacho, quien estudió filosofía, pero ha dedicado la mayor parte de su vida a las artes escénicas y a quien, en 2019, Idartes le concedió el Premio a la trayectoria en Arte Dramático Ciudad de Bogotá, por su carrera como creador, investigador y educador, así como por su contribución al enriquecimiento del campo del arte dramático. Actualmente el Teatro Libre tiene dos espacios en dos localidades tradicionales de Bogotá: La Candelaria y Chapinero. El toque especial de este teatro es que no solo se ha dedicado a producir obras teatrales, sino también artistas. En convenio con la Universidad Central de Bogotá, el Teatro Libre apoya el desarrollo del programa universitario de Arte Dramático. María José Delgado, egresada de dicha carrera y quien ahora hace parte del Teatro Libre como actriz y coordinadora de logística, cuenta que su experiencia educativa fue muy enriquecedora: “Nuestros maestros son los mismos actores del grupo del Teatro Libre; ese es un plus porque los maestros nos enseñan cosas, pero luego los vemos en una obra y podemos ver cómo se hace realidad

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En escena

todo lo que nos enseñaron. Es maravilloso que personas del medio nos formen”. El Teatro Libre se ha caracterizado por su interés en el teatro popular, en la búsqueda de que el arte se pueda convertir en una herramienta de transformación social. Y uno de sus objetivos es que la cultura, y especialmente el teatro, sean un punto de encuentro de todos, no solo para las élites intelectuales. Para mantener la sala viva y plural han buscado incorporar coproducciones de diversas compañías. Así, en la cartelera se pueden encontrar obras como los clásicos de Shakespeare, pero también clown, teatro de circo, cuenteros e, incluso, conciertos de jazz. El amor por el teatro clásico y la apertura a nuevas técnicas y artistas hacen de este un espacio dinámico, abierto y en constante transformación. Durante la pandemia, como alternativa para seguir generando arte desde el encierro, surgió la idea de hacer radioteatro. Se inició con la obra Hamlet, en convenio con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, a través de una iniciativa llamada Escenario Radial, que buscaba revivir mediante el radioteatro grandes clásicos de la dramaturgia. En total son cinco obras de Shakespeare, Gógol, Chéjov, Choderlos de Laclos y Maquiavelo, que se pueden disfrutar en la plataforma del Teatro Mayor. La acogida de tales obras fue tan buena que, al momento de poder volver a las salas de teatro, se decidió llevar la obra a lo presencial, como sucedió con la adaptación de la obra El inspector, de Nikolái Gógol, la cual estuvo en temporada en septiembre de este año.

Al momento de elegir el nombre, los hermanos consideraron que la libélula reunía lo que querían representar, al ser un animal con metamorfosis y más de 320 millones de años de antigüedad, simbolizaba permanencia en el tiempo, pero en una constante evolución. Además, la libélula les representa libertad, concepto que para ellos es fundamental: “Separar el arte de la libertad es partir en dos el corazón”, afirma César. Por otro lado, la libélula es dorada en honor de las comunidades indígenas, para las cuales el oro era sagrado. Pero lo que hace especial a la casa de la Libélula Dorada es que allí mismo nace la magia de los títeres y no muere, porque se queda en los recuerdos de aquellos que los visitan. En el primer piso de la casa se ubica la zona administrativa y el escenario en el que todos los títeres salen a la luz. En el segundo piso se encuentra la “sala de partos”, como César la llama, ya que allí toma vida cada uno de los títeres, desde el surgimiento de la idea, el desarrollo de su personalidad y vestuario, hasta la construcción de su estructura interna y externa.

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César Álvarez sostiene uno de los títeres que estrenará en su próxima obra.

La Libélula Dorada Carrera 19 N.° 51-69 El teatro La Libélula Dorada nació en 1976, cuando dos jóvenes hermanos apasionados por el teatro, César e Iván Álvarez, decidieron abrirles un espacio a los títeres en Bogotá y crearon este lugar que, 45 años después, sigue siendo un espacio en el que niños, jóvenes y adultos pueden perderse en el encanto de sus obras.

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Mediante las marionetas, los hermanos buscan que el arte pueda ser crítico y contestatario, pero también divertido, creativo y educativo. La Libélula Dorada acaba de estrenar la obra Gaspar, el señor de las nubes, que cuenta la historia de un oso de anteojos que fue sacado de su hábitat y vendido al circo. Quince personas han trabajado durante más de un año y medio para sacar adelante esta producción que contará con cuarenta títeres. Con la técnica de títeres de varilla, con rostros de látex y vestuario de tela, los personajes enseñarán sobre el respeto al medio ambiente y a los animales.

De los cuatro teatros, La Maldita Vanidad es el más joven. La compañía fue fundada en el 2009 y se ha caracterizado por lenguajes modernos e innovadores, uso del hiperrealismo, espacios no convencionales, integración del espectador en la obra, improvisación y crítica social. Su nombre hace alusión a una crítica y advertencia al ego y la vanidad de los artistas. Jorge Hugo Marín, director y cofundador de La Maldita Vanidad, comenta que el proyecto nació en su casa, donde presentaba una obra escrita y dirigida por él. Durante los primeros cuatro años, la compañía estuvo interviniendo

Fachada del Teatro La Maldita Vanidad. En su primer piso cuenta también con un café.

diferentes espacios alrededor de Bogotá con sus obras, hasta que en el 2013, con el estreno de la obra Morir de amor, buscaron un espa-

La Maldita Vanidad

cio específico en el barrio Palermo y, aunque

Carrera 19 N.° 45A-17

pensaron que sería para los seis meses que duraría la temporada de la obra, aquella casa que eligieron sigue siendo el lugar de encuentro de la cultura y la juventud. Este teatro busca ser un espacio donde artistas locales puedan exhibir sus creaciones. Por ejemplo, en septiembre del 2021 se estrenó la obra Volver, de David Moncada, quien se ha especializado en técnica de improvisación y en dirección teatral y es cofundador de la compañía colombiana Improvisual Project. La obra de improvisación teatral busca que cada presentación sea diferente, alrededor de una historia inspirada en el deseo de volver a conectar con las personas después de la pandemia. Mediante este estilo teatral espontáneo, se busca un reencuentro memorable entre el teatro y su público, en el que se destacan el hecho de vivir en el presente y la conexión con los demás. Otra iniciativa particular en La Maldita Vanidad es el nacimiento de Martes de Cortos, una franja de exhibición audiovisual en la que, mediante una convocatoria abierta, se seleccionaron 27 cortometrajes nacionales, los cuales se están presentando desde el 19 de octubre hasta el 14 de diciembre. El debate entre los creadores y los espectadores es parte crucial de la dinámica; aunque el aforo es limitado, la entrada es libre.

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García Márquez

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La puesta en escena de la más reciente versión de El coronel no tiene quien le escriba, adaptada por Verónica y Jorge Alí Triana para el Teatro Colón, vuelve a poner en foco de discusión la complejidad de poner las letras de Gabo fuera de sus páginas y lo que es esencial para crear un buen montaje: la síntesis y el enfoque en el drama humano.

Texto: María Alejandra Juliao Castillo maria.juliaoc@javeriana.edu.co Fotos: Cortesía Teatro Colón

El coronel y su esposa en escena.

La exuberancia de las obras de Gabriel García Márquez ha atrapado a incontables artistas, que se han puesto en la tarea de adaptar al Nobel en varios escenarios. Sin embargo, de inmediato surgen los retos, por la dificultad que implica poner su prosa detallada en las acciones de los personajes, quienes, a diferencia de lo que sucede en los libros, en el teatro no pueden declarar sus pensamientos en un monólogo sin acción o cubrir largas y minuciosas descripciones. Según dramaturgos, directores, actores y literatos cercanos a las letras de Gabo, se necesita conocer profundamente sus obras para tener una síntesis perfecta, a la que no le sobre ni le falte nada; saber que no todas sus novelas son adaptables y tomar cierta distancia de la literalidad del legendario escritor para usar los recursos específicos de las artes escénicas. Al cumplirse 60 años de la publicación de El coronel no tiene quien le escriba (1961), una de las novelas de García Márquez que más se ha adaptado al teatro, el director Jorge Alí Triana y la dramaturga Verónica Triana —padre e hija—, le propusieron al Teatro Colón celebrar sus 129 años con la


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Jorge Alí Triana es el director de esta adaptación y de la versión que se hizo en 2017 para el Teatro Repertorio Español de Nueva York.

puesta en escena de esa novela. Conocedores de la obra afirman que es uno de los textos de Gabo predilectos de los dramaturgos para poner sobre las tablas, quizá por su cantidad importante de diálogos y escenas detalladas, pues pareciera que fue escrita en clave cinematográfica o teatral. No obstante, que se le considere uno de los libros favoritos del Nobel de literatura para los escenarios, no quiere decir que sea sencillo de adaptar y mucho menos se garantiza que sea un éxito. Esta es la segunda ocasión en que los Triana ponen al coronel de Gabo en tablas. Al respecto, Verónica Triana dice: “Nosotros ya habíamos hecho la adaptación para el teatro Repertorio Español en Nueva York, en 2017, pero siempre habíamos quedado con las ganas de tener el espectáculo en Colombia”. Y luego añade: “El coronel es una de estas obras que, al centrarse en el drama de esta pareja matrimonial y al estar tan afianzada a la realidad, permite que su traducción al lenguaje dramático sea más fácil que otra obra como Cien años de soledad, donde hay muchos más elementos que son sugestivos y en los que cada lector se imagina la escena como quiere”.

La dramaturga y el director se enfocaron en las motivaciones de los personajes, elemento que García Márquez trazó a lo largo de toda la novela. Eso, dicen los artistas, les permitió tener un norte claro en la adaptación. Además, Verónica se refirió a las cualidades del teatro que, a diferencia del cine, permiten adecuar mejor el libro. “En el teatro la palabra tiene mucho más valor, se siente la novela y la pluma de Gabo. El teatro permite que el público escuche los diálogos mucho más atentamente y con menos distracciones visuales que en el cine. Algo importante en esta obra que está centrada en los personajes y no tanto en los artificios escenográficos o musicales”, concluye Verónica. La historia de otras adaptaciones y la experiencia de conocedores de la obra de García Márquez sentencian lo mismo: pareciera que los esfuerzos deben concentrarse en disminuir todo lo extravagante, en dejar la puesta en escena lo más pura posible para que el espectador vibre con el drama humano. Así lo confirma Germán Jaramillo, actor colombiano que interpretó al coronel en esta ocasión y en la adaptación de los Triana de 2017 en Nueva York: “Recuerdo haber visto una puesta en escena de El coronel no tiene quien le escriba hecha por el grupo venezolano de teatro Rajatabla en los noventa, y tengo vagos recuerdos del montaje. Estoy seguro de que la escenografía era muy bonita y espectacular, hasta llovía en el escenario, era una cosa exótica. Pero no recuerdo una interpretación conmovedora de los personajes”. Y agrega sobre el reciente montaje en el Teatro Colón que “fue diferente, porque los dramaturgos lograron mantener fidelidad al texto para recrearlo completamente desde un punto de vista teatral, desde los personajes como eje, cuerpo y alma del espectáculo”. Ahora bien, una de las complejidades de adaptar a García Márquez, incluso para El coronel no tiene quien le escriba, es lo que expresa la magíster en literatura Stella Angarita: “Los montajes que han hecho de Gabo son extraños, porque el lenguaje en el que los llevan a cabo no termina de fluir con respecto al texto literario. De alguna manera sienten el deber de soltar parrafadas del libro original y entonces

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el lenguaje del montaje se pierde”. Por eso, la prodigalidad narrativa de Gabo es un arma de doble filo: es exquisitez en cada palabra, pero si un personaje en escena declama páginas enteras de descripciones y detalles, los espectadores se encuentran con una adaptación confusa y hasta decepcionante. Esto ha sucedido también con adaptaciones al cine, como es el caso de El amor en los tiempos del cólera (2007), que según la crítica no funcionó por la reducción del realismo mágico al clásico romance histórico, más real que mágico. Aunque el director Mike Newell dejó intactas las escenas más importantes, la hibridación de este género no fue exitosa. Otro caso similar es el de la adaptación de Del amor y otros demonios (2011), de la cineasta Hilda Hidalgo, cuestionada por la crítica por desperdiciar el paisaje social de Cartagena, al hacer la producción en un sitio apartado. Pero también por la falta de concordancia en los acentos de los personajes, que no son los del Caribe colombiano, aunque la historia se desarrolla en esta región. El colombiano Conrado Zuluaga, exdirector editorial de Panamericana y estudioso de las obras de García Márquez, cofundador y codirector del Proyecto Gabriel García Márquez de la Universidad de Colorado, dice que “la literatura y las artes escénicas son lenguajes diferentes y emplean recursos distintos que tienen características, propiedades y posibilidades que se comparten a medias o no se comparten. Para mí el problema fundamental ha radicado en que, seducidos por la exuberancia de la prosa de Gabo, se vuelcan a una adaptación literal y eso es imposible. Cómo traduce uno ‘y sintió el aire bombeado por un corazón que no era el suyo’… Eso no se puede poner en escenarios. Yo creo que lo que se debe hacer es leer el texto original, guardarlo y olvidarse de él un tiempo. Luego, con lo que queda por siempre en la cabeza, hacer la adaptación. Es finalmente buscar los recursos propios del teatro o del cine para mostrar el drama humano”.

de espacios y personajes que no tiene la literatura, por lo que hay cosas que contamos de manera más resumida. Luego, desde el montaje, Jorge Alí y los actores hicieron otra lectura, encontraron nuevas ideas y se enfrentaron con otros problemas”. Fue una construcción colaborativa en la que añadieron información importante y así las descripciones, lo que pensaba el coronel, lo que veía o las narraciones extensas que consideraban esenciales para situar mejor al espectador, las ponían en boca de los personajes. Un ejemplo de esto es que los pensamientos íntimos del coronel, narrados en tercera persona en la novela, se llevaron a la adaptación como monólogos que sostenía el personaje, en primera persona, con su amado gallo, que se convirtió en su confidente, en el reflejo de Agustín, el hijo asesinado de la pareja. En ese sentido, Verónica, quien también trabajó para los libretos de la adaptación a serie de Noticia de un secuestro para Amazon —que aún no tiene fecha de estreno—, admite: “De alguna manera ahí sí nos distanciamos un poco de la obra original, porque el lenguaje dramático tiene diferentes necesidades que

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Laura García fue escogida por García Márquez en 1994 para interpretar a Graciela en Diatriba de amor contra un hombre sentado. Desde entonces ha encarnado a varios personajes del Nobel en diferentes adaptaciones.

Precisamente, esa fue la apuesta de Verónica en la adaptación para el Teatro Colón: “Leí la novela, extraje los elementos más importantes pensando en que en el teatro hay una síntesis

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Escena dramática de la esposa del coronel frente al retrato de Agustín, el hijo de la pareja, asesinado por llevar un pasquín político antirrégimen. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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el lenguaje literario”. Sin embargo, los textos precisos de Gabo pueden encontrar los puntos en que los dos artes comulgan y así lo señala el director de la obra, Jorge Alí: “La obra —El coronel no tiene quien le escriba— es tan completa y precisa, que el mismo Gabo decía que era su obra maestra. Al teatro le conviene mucho el uso de textos tan concisos como los que escribe García Márquez, como esculpiendo con piedra… En tres parlamentos nos enteramos de un contexto completo”. El director también afirma que la clave para no replicar la lectura de la novela en una tarima está en lo que une a la narrativa con la actuación: los verbos. “En lo escrito uno puede extenderse describiendo un traje o un monólogo interno de un personaje, pero en el teatro lo que se busca son aquellas palabras que muestran la acción, que posteriormente motivan el conflicto y que terminan en drama. Incluso el esperar del coronel, que parece que no produce nada, en realidad motiva todo el conflicto, la cadencia. Pero, por lo mismo, no toda obra literaria es adaptable, porque no todas se pueden llevar al acto si pertenecen más a lo descriptivo”, asegura Jorge Alí.

Por esa razón, los textos de García Márquez preferidos para estos fines son los de estilo periodístico o los que no están marcados por los elementos más fantásticos de la obra del Nobel, pues otros grados de complejidad se avecinan cuando se trata del realismo mágico. Miguel Diago es artista escénico y participó en la dirección de En este pueblo no hay ladrones, un cuento de Gabo, para el Teatro Libre en 2016. Aunque este texto ya había sido adaptado al cine mexicano en 1965 por el director Alberto Isaac, apostarle al teatro fue algo muy diferente. La gran ventaja fue que el cuento tiene muchos diálogos y “una historia alejada del mundo del realismo mágico, que muestra una cara más cruda: la de la violencia del país, que desafortunadamente es familiar para los espectadores”, dice Miguel y, luego, continúa: “Cuando los dramaturgos pasaron la propuesta escrita, la leímos y al ensayarla nos dimos cuenta de que había una cantidad de problemas de espacio y de tiempos de la historia. En el cuento se siente que pasan semanas desesperantes, nosotros queríamos producir ese estado de sopor, pero cuando veíamos eso en escena era tedioso y nos dimos cuenta de


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que debíamos aprovechar los elementos de la acción dramática: qué querían los personajes, frente a qué obstáculos estaban y cómo se iban desarrollando los sucesos. Eso nos llevó a hacer el montaje solo en la casa de Dámaso —el personaje principal— y dentro de la casa se cuenta lo que sucede afuera. Las escenas se sustentaban principalmente en los diálogos de Dámaso y Ana, su mujer”. En la búsqueda de soluciones para construir el puente entre el libro y las tablas, los directores rindieron homenaje al cine mexicano de los años cincuenta y, por eso, proyectaron sobre el escenario, en blanco y negro, otros lugares importantes en los que se desarrollaba el cuento, al igual que apariciones e interacciones de los demás personajes. “También replicamos sonidos que evocan el calor, como la hierba seca que cruje, los grillos en la noche o pájaros en la mañana. El diseño de la iluminación fue pensado para generar esa sensación de calor”, apunta Miguel. Ese tipo de recursos se han usado antes. En la adaptación de El coronel no tiene quien le escriba de los Triana, para el Teatro Repertorio Español de Nueva York, proyectaron en una

pantalla la traducción al inglés de lo que decían los personajes en escena. Aunque el público pudo perderse en los giros lingüísticos o las expresiones intraducibles de García Márquez, lo que realmente diferenció la adaptación de Nueva York a la del Colón fue el significado de la obra para los neoyorkinos y para los bogotanos. Al respecto, Germán Jaramillo, quien actuó en las dos ocasiones como el coronel, señala: “El teatro es un hecho colectivo no solo entre actores, sino con el público. Uno siente vibraciones diferentes, la atención de los espectadores a los detalles, esa tensión siempre es distinta. En este caso, la diferencia es que en Nueva York la adaptación tenía un valor literario, era la satisfacción de ver dramatizadas las palabras del Nobel de literatura, de acercarse a un mundo exótico y caribeño. Pero se perdía toda la parte del contenido político de la obra; es decir, de la época en la que se desenvuelve. La lectura de la historia de Colombia les conmovía y funcionaba, pero les era ajena. En cambio, la dictadura, el estado de represión, la violencia entre partidos, los asesinatos de opositores al régimen, el toque de queda, el clima de miedo que subyace políticamente en toda la narración

En la reciente adaptación también hicieron parte del reparto actores como Laura García, Germán Jaramillo, Santiago Moure, Jhon Alex Toro, Luis Hurtado, Christian Ballesteros, Víctor Navarro y Diego Sarmiento. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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El gallo fue uno de los personajes más importantes en el escenario del Teatro Colón.

de García Márquez, eso en el montaje de Colombia adquirió una dimensión completamente distinta. Los espectadores estaban viendo la historia de su país, la reconocieron”. Ese cambio de escenario también motivó que en la adaptación del Teatro Colón incluyeran alguna frase o escena adicional a las planteadas para el Teatro Repertorio Español, pues había un profundo significado para los espectadores colombianos que tal vez era prescindible en la tarima de Nueva York. Laura García es la actriz colombiana que encarna a la esposa del coronel en el Teatro Colón y que en 1991 fue escogida por Gabriel García Márquez para interpretar a Graciela en Diatriba de amor contra un hombre sentado, única obra escrita por el Nobel para las tablas y que se hizo en Colombia en 1994. El monólogo fue escrito en 1987 para Graciela Dufau, actriz argentina que presentó la obra de Gabo en 1988, pero, según el director a cargo de la versión colombiana, Ricardo Camacho, García Márquez pareció no quedar satisfecho con la actuación de Dufau y por eso puso su atención en Laura.

Desde entonces, Laura García ha interpretado a varios personajes del universo de García Márquez. Con su experiencia como lectora de las novelas, espectadora y actriz de las adaptaciones del Nobel, dice: “Gabo es universal, pero hay una esencia, un conocimiento cultural y geográfico que solo tenemos las personas de Colombia, eso puede darles ese plus a las obras de García Márquez. Cuando se han hecho películas de sus textos, salvo algunas honradas excepciones, no han funcionado porque han escogido un reparto internacional, no conserva la esencia garciamarquiana, la forma de hablar, los gestos, el humor de acá que solo entendemos acá”. Además de la importancia de conocer la esencia de los textos, la actriz, quien también encarnó a la abuela desalmada en una adaptación de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (2011), también resalta que el éxito está en la síntesis perfecta, dice que no le puede faltar ni sobrar nada, pero sobre todo que ninguna palabra, artículo o preposición puede ser diferente. “La escritura de Gabo tiene una musicalidad perfecta, él ponía la palabra que tenía que ser… ¿para qué cambiarlo?”, opina Laura. Desde 2019 se prepara la adaptación de Cien años de soledad, una novela que ha sido difícil de adaptar a la pantalla, pero a la que Netflix quiere apostarle para convertirla en una serie. En ese sentido, en el marco del Octavo Festival Gabo del año pasado, Rodrigo García Barcha, hijo del escritor, dijo que la serie duraría lo necesario, que se haría en español, se grabaría en Colombia y con actores latinoamericanos, de ser posible. También afirmó que las adaptaciones “solo funcionan si el director tiene una visión universal de lo que está haciendo. […] Hay que tomar ciertas libertades, cuando se abordan adaptaciones con demasiado miedo o respeto es cuando menos buenos resultados hay”. Las adaptaciones de García Márquez son incontables, algunas mejores que otras, pero todas asumiendo el reto de traducir la excelencia del Nobel a una experiencia dramática. La síntesis correcta de sus obras, saber cuándo separarse de ellas, sus palabras precisas y los recursos específicos de las artes escénicas son esenciales para esta tarea.

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En la lente de

Felipe Aljure ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Director, guionista, empresario cinematográfico, impulsor de la Ley de Cine y director actual del FICCI: Felipe Aljure es uno de los pilares del cine del país. En sus canas vive de manera latente una parte importante de la historia del séptimo arte colombiano. Texto: Natalia Ortega Rodríguez nortegar@javeriana.edu.co Fotos: Arturo Rodríguez

Felipe Aljure nació en 1957 en Girardot (Cundinamarca).

Cuando Felipe Aljure se para detrás de una cámara para dirigir alguna película, lo desaforado coquetea con la realidad, y las imágenes se vuelven tan intensas como las historias que escribe. No es amigo de la lente tradicional de 50 milímetros, a la que considera aburrida y plana, ni tampoco de las historias rurales que cargan con la monotonía del cine colombiano. Al director y guionista girardoteño lo seducen los relatos urbanos, los planos con grandes angulares y el humor negro; lo atípico, lo atrevido. Así fue como La gente de La Universal (1993), su ópera prima, llegó a ser considerada por muchos la mejor película de la historia del cine colombiano. Aljure nació y creció entre la música del piano de su madre y la afición de su padre por las cámaras, pero escogió la segunda porque para la primera no sirvió. En su juventud fue a estudiar Art and Technique of Film Making en el Film School de Londres, donde se permeó de esos nuevos aires estéticos y narrativos que también se hicieron patentes en películas como El colombian dream (2006) o


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La ópera prima de Felipe Aljure es La gente de La Universal, un largometraje que algunos consideran el mejor de la historia del cine colombiano.

Tres escapularios (2018), aunque hay que decir que la última no tiene la comedia negra que había caricaturizado la realidad en sus anteriores largometrajes. Es mucho más seria y con una visión más profunda de la realidad nacional.

Conversamos con el director y escritor de historias atrevidas y provocadoras, quien desde Cartagena, con una camisa rosada, el pelo recogido en una coleta y un aire acondicionado de fondo, nos habló un poco sobre ese mundo en el que escogió vivir.

Pero los aportes de Felipe Aljure van más allá de la creación cinematográfica. Tiene su propia productora, Cinempresa. Fue uno de los protagonistas de la consolidación de la Ley de Cine, esa misma que ha impulsado la producción audiovisual del país y que ha simplificado la vida de los nuevos creadores. Se convirtió en el primer director de la Dirección Cinematográfica del Ministerio de Cultura y llegó, en 2018, a la dirección artística del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) para hacer del evento uno más inclusivo, con la apertura de nuevos espacios que les dieran voz a todas las formas de expresión.

Directo Bogotá (DB): ¿En algún momento se ha cansado de hacer cine? Felipe Aljure (FA): Eso no ha pasado ni pasará. Uno escoge la mentira en la vida para despejar esas preguntas fundamentales que no tienen respuesta: de dónde venimos, a dónde vamos, qué hay antes de la vida y qué hay después de la muerte. Uno elige la mentira para entretenerse y también como una forma de expresión. Entonces, mientras uno viva debe ser coherente con eso que ha escogido y debe tratarlo con pasión, convicción y entrega; de modo que la vida, por lo menos dentro del conocimiento que tenemos a la fecha, valga la pena y sea una vida plena e intensa. DB: Estudió cine en Londres. ¿Alguna vez pensó en quedarse allá, o siempre quiso hacer cine en Colombia? FA: Me encanta Londres, y los que nos graduamos de esa escuela de cine teníamos unas ventajas para incorporarnos a la industria cinematográfica en Inglaterra. También me casé en Londres con una holandesa, así que desde el punto de vista migratorio también tenía unas muy buenas posibilidades de quedarme. Sin embargo, emocional, conceptual y mentalmente, las historias que siempre me han movido, y que me siguen moviendo, son de estos lados del planeta. Tenía esa sensación —aun después de haber vivido nueve años allá—: era importante estar acá, regresar, reencontrarse con los orígenes, las raíces, los amigos, las poblaciones, las ciudades, las realidades. DB: ¿Entonces Colombia es la inspiración para escribir sus guiones, o de dónde surgen las tramas de sus películas? FA: La construcción cinematográfica, y la de todas las formas de expresión que suman y construyen el aparato de representación de una cultura o del ser humano, surge de esa interacción entre observar y crear. No es que uno se siente y escriba una obra que

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sucedió en ese instante o en ese mes; uno lleva escribiendo toda la vida anterior al momento en que lo hace. Es una decantación de todas sus observaciones y luego, de alguna manera, logra verterlo en esa forma de expresión que ha escogido. Yo nací en Colombia y me fui unos años a estudiar en Inglaterra y, luego, por los rodajes, he vivido en muchas partes, pero ese vínculo con el país es muy fuerte y, por supuesto, inspira de alguna forma los intereses que lo llevan a uno a hacer una película. DB: ¿Hay algo que añore de la forma de hacer cine de antes? FA: Me quedo con la de ahora: es mucho más divertida, mucho más fácil. Es una manera más democrática y accesible, más directa. La tecnología está al servicio de la creación. Cuando hicimos Tres escapularios (2018), la disminución en la cantidad de equipo, tiempos de montaje, aparatos y parafernalia permitió un diálogo mucho más directo y creativo con todo el grupo. Nos podíamos concentrar mucho más tiempo en lo que es crear unas imágenes para contar una historia. Lo que pasa es que lo otro está teñido de unos aires nostálgicos. DB: Usted es uno de los promotores de la Ley del Cine. Con los beneficios que ha traído, ¿cree que en Colombia se puede vivir de hacer cine? FA: He vivido momentos diferentes con cada largometraje que he hecho. Por ejemplo, cuando hicimos La gente de La Universal (1993) quedamos debiendo mucha plata. Por fortuna, la película hizo una taquilla importante y pudimos pagar todas las deudas. Luego, en El colombian dream (2006), la mitad de la creación de la película estuvo acompañada por una ley de cine regulada y por el Ministerio de Cultura. Eso nos permitió recibir unas pequeñas ayudas del Estado, que de todas maneras fueron mínimas. En Tres escapularios (2018) ya nos acogimos plenamente a las ventajas culturales de las leyes y del programa de estímulos. Nos ganamos en una de esas convocatorias, inyectadas por Proimágenes, 700 millones con los que logramos hacer

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Desde el 2018 Felipe Aljure asumió la dirección del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI).

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la película en su totalidad. Por supuesto, la tecnología también tuvo que ver. Antes, las películas se hacían con equipos costosos. Así que no sé cuál sea la respuesta a si uno puede vivir o no con esto, pero lo que sí puedo decir es que esos esquemas que se desarrollaron y ese mapa de apoyos institucionales ha facilitado el desarrollo de películas. DB: La estética de sus películas es muy distinta a la tradicional del cine colombiano. ¿Tiene algún referente?

El colombian dream se grabó en la tierra natal de Felipe, Girardot.

FA: En Londres veía mucho cine, muy variado, venido de muchas latitudes. Pero también hay inquietudes personales y el ánimo de mirar el arte, la vida en general. Además, el mismo texto muchas veces pide las imágenes. Lo que quiero decir es que uno no llega con todo hecho, sino que son procesos, conversaciones, diálogos, búsquedas que se van dando y se va decantando en eso. Cada proceso creativo, cada texto, grupo humano y momento de la historia del país van generando diálogos, inquietudes y necesidades que llevan a tomar esas decisiones que acaban siendo decisiones estéticas. DB: ¿En este momento está trabajando en algún proyecto de cine? FA: Trabajo con el Festival de Cine acá en Cartagena y por estos lados también se están desarrollando diálogos con algunos servicios de producción, a través de Cinempresa, mi productora. Mientras tanto, en los ratos libres, que son pocos, logro escribir el guion de mi siguiente proyecto: Tinnitus. D.B: ¿Tinnitus?

Tres escapularios, el último largometraje de Aljure, ganó el premio a mejor película de ficción en el Festival de Cine Colombiano de Nueva York.

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FA: El tinnitus es un pito en la oreja al que le dicen acúfeno cuando quieren que suene elegante. Aquí cuando estamos hablando, tengo un pito en la oreja, pero uno aprende a poner la conciencia en otro nivel, si se quiere. Entonces, uno borra el pito dentro de lo que se puede y se concentra en otra línea. Eso le da también ventajas en la vida. Uno a veces oye unos ruidos conceptuales y también aprende a enfocarse en las cosas que tiene la convicción de que son de fondo y a impedir que lo distraigan cosas que pueden ser más humo que sustancia.


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DB: ¿Qué le ha aportado usted al Festival de Cine de Cartagena como director? FA: Existe la falsa percepción de que un festival de cine sofisticado tiene que ser exclusivo, entonces nosotros nos movimos a un festival de cine muy sofisticado, pero inclusivo. Por ejemplo, no había un escenario para que resonaran las voces del cine indígena y afro, así que abrimos un programa para ello. También queríamos reivindicar el carácter Caribe de Cartagena, entonces hicimos una convocatoria que se llama “Hace calor” en la que todos los países que tengan costa hacia el mar Caribe pueden participar. En esa sección también abrimos “Tierra adentro”, una categoría para todas las periferias geográficas y sociales, que tenían una queja reiterada sobre por qué los ponían a competir con cinematografías de capitales o sitios que tenían más facilidades. Pero eso no quiere decir que les cerramos las puertas a otros tipos de cine, porque aquí cabe todo. Entonces, tenemos espacios para largometrajes de ficción y documentales colombianos, iberoamericanos y del resto del mundo. Hay secciones abiertas para todas las expresiones humanas sin importar razas, credos ni inclinaciones ideológicas. DB: ¿Qué piensa del cine colombiano que se está haciendo hoy? FA: Es un cine que obedece a su momento adolescente, porque está en la búsqueda de su apariencia y de su voz interior. Por supuesto, miramos hacia los festivales de una manera vanidosa y queremos hacer cine que parezca de otros lados, pero yo creo que es un proceso válido que han hecho muchas generaciones, solo que este momento del cine es único porque siempre se abortaba en el nacimiento o tenía una breve infancia y moría. En este hemos tenido la suerte de que haya llegado a la adolescencia y ahí tenemos una reflexión para hacer —por supuesto, me incluyo—, acerca de lo que hay que corregir para recuperar el diálogo con el país y con el público. Claramente, estamos haciendo un cine sobre la base de los mensajes que mandan las directrices y autoridades nacionales, en la creencia de que la importancia de hacer cine es ir a los festivales, pero un país necesita el cine para un propósito cultural, de reflexión, de transformación, de reflejo de individualidades, de diálogos con colectivos, con sus propios países.

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Felipe estudió Art and Technique of Film Making en el International Film School de Londres, Inglaterra.

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Influencer,

una serie web sobre la manipulación en redes Influencer es una serie web colombiana de diez capítulos dirigida por Andrés Arias García y producida por Angélica Garzón, sobre la manipulación de la opinión y el manejo de la información a través de las redes sociales. El thriller cuenta con un reparto conformado por Germán De Greiff, Marcela Carvajal y Natasha Klauss, entre otros actores, y fue ganador del incentivo “Abre Cámara 2020” del MinTIC. Ahora busca la producción de una segunda temporada. Texto: Andrés David Parada andresparadaa@javeriana.edu.co Fotos: Jairo Garzón

Aunque le cueste la vida, Jerónimo Abril (Germán De Greiff) descarga la información que pondrá en evidencia la manipulación de datos cometida por Novalogyc, una agencia digital para la que trabaja como community manager, mientras que su jefe, María Adelaida (Marcela Carvajal), sube a las oficinas con dos agentes encargados de eliminar el contenido incriminatorio. Jerónimo busca cómo escapar con la información y, desesperado, trata de huir por la cornisa del piso doce de la empresa. Así comienza Influencer, una serie web colombiana producida por Origen Laboratorio Audiovisual y dirigida por Andrés Arias, que se estrenó en septiembre del 2021 por varios canales de televisión pública, como Señal Colombia, Telecafé, Canal13, Teleislas, Canal Institucional TV y Telepacífico. A grandes rasgos, cuenta la historia de Jerónimo, un muchacho de origen campesino que viaja a Bogotá para estudiar comunicación social. Con el fin de pagar sus estudios, busca trabajo como community manager en la agencia Novalogyc, donde realiza una exitosa campaña a través de redes sociales que termina siendo un mecanismo para manipular la agenda política y la opinión pública. Esta es la historia que ofrece Andrés Arias, director de la serie, periodista y creador audiovisual, quien se ha destacado por dirigir contenidos documentales para canales nacionales como Canal 13, Citytv y Señal Colombia. Desde un ejercicio de escritura creativa y su experiencia personal con el manejo de redes sociales, se fue construyendo la idea que daría origen a la


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serie: el papel y los peligros de la información y los datos en internet. “Me doy cuenta de que las redes sociales están siendo usadas por los ciudadanos de muchas maneras, pero la gran mayoría de ellos las utiliza con ingenuidad”, así resume Andrés su propuesta audiovisual, que fue posible gracias al trabajo coordinado entre director, guionistas y productores. Por eso, si bien ya estaba el concepto, a Andrés le hacía falta ayuda en el guion para poder estructurar la serie y profundizar en la construcción de sus personajes. Es así como la idea de él logra hacerse realidad con la ayuda inicial de sus dos guionistas: Sandra Molano y Tatiana Andrade. Sandra, antigua productora de Señal Colombia, es directora independiente y reconocida por producciones documentales como Defensora pública (2013) y Mediador, entre todos los fuegos (2018). Tatiana es profesional en estudios literarios con maestría en guion, escritora y guionista en la franja de #Contectados, de Canal Capital.

Influencer es intrigante, y esto se debe, en parte, a que se aleja de la forma tradicional de contar historias, gracias a su ritmo y a su juego con los tiempos. “Esta serie es muy interesante, porque cada capítulo arranca en el presente y termina en el presente, lo que se cuenta en el medio es el pasado”, cuenta Sandra. Efectivamente, Influencer plantea al inicio de cada capítulo la persecución que sufre Jerónimo mientras escapa con los datos que evidenciarán la manipulación de la empresa. Luego va al pasado y muestra cómo llegó a esa situación y concluye nuevamente con él en el presente. En términos de personajes, el reto fue dejar que ellos hablaran por sí mismos para que el relato no se sintiera forzado. Era necesario que la serie y los personajes se desarrollaran en un mundo bien conocido por todos los que tomaron parte en la serie, para que así fuera verosímil. Por eso, para hablar sobre la manipulación de la información a través de los medios digitales y las redes sociales, era importante tener un mayor conocimiento sobre estos temas, tanto desde la investigación como desde la experiencia. “Me metí a Instagram para ver cómo era la interfaz, y también a Tinder, aunque tengo

pareja. Lo hice porque sentí que era totalmente ignorante en una plataforma que todo el mundo maneja”, menciona Sandra sobre los retos de escribir para personajes inmersos en las lógicas digitales. Inicialmente, el proyecto dirigido por Andrés Arias fue una propuesta enviada a la convocatoria “Abre Cámara 2020” del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC), en la categoría específica de serie web. Y ese formato —la serie web— tiene sus propias condiciones: son producciones audiovisuales generalmente cortas, cuentan con más de tres capítulos, pueden tener varias temporadas y pueden ser transmitidas a través de internet. Para sorpresa de muchos involucrados en la producción de Influencer, el proyecto ganó la convocatoria frente a otras 900 iniciativas participantes. Hubo mucho escepticismo cuando se presentaron a la convocatoria, más aún por la temática de redes sociales y medios digitales, temas poco explorados en el contenido audiovisual colombiano. Pese a esto, lograron ganar uno de los estímulos de 360 millones de pesos disponibles para su producción. Por el formato, también fue un reto condensar todo el contenido en solo diez capítulos, cada uno de 12 a 17 minutos. La narrativa en las series web debe ser más ágil, porque, literalmente, no hay tiempo para una mayor extensión. Incluso, fue necesario planear esto desde la misma escritura del guion, pues “tocaba estar pendiente del número de páginas del documento: una página por minuto para cada

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Influencer

ganó la convocatoria Abre Cámara 2020 de MinTIC. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Rodaje de Influencer con Germán De Greiff como Jerónimo, protagonista de esta serie web.

capítulo”, menciona Angélica Garzón, productora de la serie y comunicadora social destacada por la producción de la franja infantil para Citytv, así como de documentales como De Bogotá en las canchas (2009) y Amor del 48 (2018). Ahora, así como la extensión de la serie dependió de los tiempos debido al formato, su producción también se sujetó al plazo por la convocatoria del MinTIC. “Terminamos haciendo todo este trabajo en tres meses, cuando series como esta demandan mucho más tiempo, al menos seis meses”, menciona su director, que tuvo a su disposición un equipo de treinta personas. Con pocas semanas para hacer todas las grabaciones, el manejo del tiempo y la eficiencia eran fundamentales en la logística de la producción. Allí, la pandemia en Colombia fue tanto retadora en el proceso de gestión, como aliada. Con el Covid-19, aún como un riesgo, los protocolos y el uso de ciertos implementos fueron fundamentales a la hora de leer, ensayar o grabar. Como afirman Andrés y Angélica, los sets de grabación contaban con un sistema riguroso en el cual todo el equipo llegaba en transporte dado por la producción, se les proporcionaban dos tapabocas nuevos

y se mantenía la distancia entre las personas. Tal era la rigurosidad que ni siquiera podían hablar o acercarse unos a otros durante los descansos de grabación. Por otro lado, la pandemia fue una aliada silenciosa para Influencer, pues a la hora de conseguir locaciones tuvieron la ventaja de encontrar espacios vacíos para grabar sin interrupciones. Por ejemplo, lograron ocupar una oficina durante nueve días seguidos y tuvieron la Biblioteca Virgilio Barco vacía, posibilidades que en otras circunstancias no se hubieran dado y mucho menos con las limitaciones económicas que tenían, pese al estímulo. Sumado a lo anterior, la disposición de los diferentes miembros del equipo y del elenco permitió que la serie pudiera ser producida sin contratiempos. Fue un equipo que, como lo menciona Angélica, estaba ahí porque sabía que había una historia que valía la pena contar. Ello permitió que, a pesar de las limitaciones económicas, se encontraran los lugares, los equipos de grabación necesarios y los actores indicados. Andrés y Angélica resaltan el entusiasmo y el compromiso de los actores en los días de rodaje, al ver el potencial que tenía la serie. En cuanto a la actuación, destaca el protagonista de la serie, Germán De Greiff, un joven actor que ya ha tenido pequeños papeles en series como Narcos (2015) de Netflix, y que consiguió uno de sus primeros protagónicos con Influencer, al lado de actrices más experimentadas, como Marcela Carvajal y Natasha Klauss. Ya pasado el estreno de Influencer, queda esperar hacia cuáles plataformas va a migrar. Si bien tuvo una recepción limitada a través de la televisión pública, este es solo el comienzo. La serie ha sido seleccionada en eventos como Television Feedback: Screenplay & Web Series Festival y Baltimore Next Media Webfest 2021. La idea de los involucrados en la producción de Influencer es poder dar a conocer la obra y recibir ingresos por ella. Afortunadamente para los creadores, la convocatoria les permite mantener los derechos patrimoniales de la serie. Así que solo hace falta un segundo estreno y una invitación al público de las plataformas digitales para recibir los ingresos necesarios que hagan posible una segunda temporada.

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El legado en

una carroza

Carlos Riberth es uno de los artesanos más importantes de Nariño. Su trabajo como escultor y creador de vistosas carrozas para el Carnaval de Negros y Blancos ha sido reconocido no solo en su tierra, sino en varios países. Él, desde su arte, mantiene vivo un legado cultural y el pasado de un pueblo rebelde.

Texto: Thiago Mateo Lucero Moncayo t_lucero@javeriana.edu.co Fotos: Javier Vallejo Díaz

Simón Bolívar está representado como un demonio: el héroe como el peor de los villanos. Tiene garras, cuernos y alas de murciélago. No está feliz. Descarga toda su ira y su sed de sangre contra Pasto, el pueblo que nunca estuvo de acuerdo en independizarse, el pueblo que obligó a Antonio Nariño a refugiarse en un bosque durante tres días. Carlos Riberth es el autor de esta carroza, ganadora del Carnaval de Negros y Blancos del 2018, la cual lleva el nombre de una calle muy famosa de Pasto: “El Colorado”. La obra representa los fatídicos hechos ocurridos en la “Navidad Negra” de 1822 en el sur de Colombia. “Esa es la esencia del carnaval”, dice Carlos refiriéndose a la protesta y a la insolencia de los nariñenses al tratar de asesinos a aquellos que en los libros de historia no se merecen menos que el cielo. El maestro Carlos Riberth Insuasty nació hace cincuenta años en Yacuanquer, un pequeño pueblo situado a unos treinta minutos

Carlos Riberth moldeando una figura para una de sus enormes carrozas.


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Carlos trabaja cada detalle. En la imagen, esculpe un demonio en arcilla, una figura representativa del Carnaval de Negros y Blancos.

de la capital de Nariño. Fue ahí donde cursó sus estudios hasta noveno grado en el colegio Santo Tomás de Aquino. Viajó a Pasto a continuar su bachillerato en el colegio San Felipe Neri y desde ese entonces sorprendía a las personas que lo rodeaban con las caricaturas que dibujaba. Sus estudios culminaron en la Universidad de Nariño, en la carrera de Artes Visuales, donde se destacó como uno de los mejores estudiantes. Su primera participación en un carnaval fue en su pueblo, con “La Olla Infernal del Carnaval” en enero de 2004. Hoy Carlos es uno de los maestros más importantes; tanto así, que ha ganado el primer puesto varias veces, con las carrozas: “El Carnaval, Toda una Metamorfosis”, en 2007; “Solo en Nariño”, en 2011; “Los Genios No Deben Morir”, en 2012; “Entre el Cielo y el Suelo”, en 2014; y “El Colorado”, en 2018. Javier Vallejo, docente e investigador cultural de la Universidad de Nariño, dice que Carlos Riberth “es de los últimos maestros verdaderos del Carnaval de Negros y Blancos”.

A la hora de referirse a su trabajo, Carlos se muestra seguro cuando dice que lo que más lleva tiempo es la idea, pensar muy bien qué quiere contar esta vez. Solo tiene una oportunidad al año para mostrar sus pensamientos, las cosas que le gustan y las que no, con lo que sueña, el legado que quiere dejar. Por ello, la investigación de los temas es larga y concienzuda. Quiere demostrar de qué es capaz como artesano nariñense. “Antes de empezar a construir, a uno le dan un tiempo para sustentar el proyecto ante unos jueces. A los demás les sobra tiempo, mientras que a mí me falta”, dice indignado por el hecho de que muchas carrozas se están haciendo por ganar ciertos incentivos económicos, más que por ser parte de la cultura nariñense. Financiados hasta por partidos políticos, algunos artesanos quedan maniatados a la hora de decidir el tema con el que van a concursar ese año. El reconocido artesano Hernando Zambrano, al que Carlos admira, recuerda que antes “el Carnaval era una mezcla de emociones incontrolables que salían de lo más profundo del cuerpo de los asistentes”. Carlos Riberth da a entender, cada vez que habla acerca de su labor como artesano y maestro del Carnaval de Negros y Blancos, que “de esto no se vive”. Le ha dedicado toda su vida al arte, y como cualquier otro purista, está preocupado por no tener la certeza de a dónde irá a parar una tradición casi tan vieja como la ciudad. Y afirma que poco a poco se va perdiendo la rebeldía que caracteriza a los nariñenses. Su esposa, Claudia, asegura que el Carnaval le ha dado de todo menos dinero. El hecho de trabajar a pérdidas es algo que solo lo hacen cierto tipo de personas. “Pasión” es la palabra que Claudia más repite cuando se encuentra hablando de su esposo. “A pesar de que la parte económica no le retribuye todo el trabajo que él imprime a sus creaciones, él no lo hace por el dinero ni por competir. Lo único que importa es superar lo que hizo en su anterior participación, sea cual sea el motivo de la carroza”. Su arte le ha servido para ser invitado como participante y como maestro a muchos certámenes

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internacionales y nacionales. Por ejemplo, ha participado como artesano incontables veces en el Reinado Nacional en Cartagena, en el Carnaval de Barranquilla y en la Feria de las Flores en Medellín. Lo han llevado a construir e impartir clases acerca de su trabajo. También ha viajado a Bolivia y México, así como a Italia, España y otros países de Europa, para participar con sus creaciones. De los festivales colombianos dice que se encuentran muy comercializados y que cada vez más pierden su esencia. Con un poco de tristeza e impotencia menciona que otros países gestionan mejor su legado cultural, sobre todo México. Y recuerda que cuando lo invitaron a Guaymas, pequeña ciudad mexicana, su tarea consistió en dictar un taller a 25 diseñadores sobre técnicas, composición, pintura y escultura. Los conocimientos de Carlos los dejaron tan impresionados que los organizadores del Carnaval Internacional de Guaymas le encargaron construir las dos carrozas en las que desfilaron la madrina del evento y la reina del certamen.

conforman la carroza no están en su sitio, este Bolívar ya no es tan imponente. Ahí se va a quedar hasta que el alcalde de Yacuanquer cumpla con su promesa de erigirla en un parque público del pueblo. Según su autor, esto serviría para que los niños aprendieran la verdadera historia de su tierra, algo que los colegios ya no se preocupan en enseñar. Ahora, y debido a la pandemia, ha estado inactivo en cuanto a grandes participaciones, pero Carlos nunca para de crear. Ha trabajado con gobiernos locales diseñando monumentos que ayudan a resaltar la idiosincrasia del pueblo nariñense. Sin embargo, desde los trabajos más pequeños, hasta los más grandes, como sus muchas carrozas, denotan el detalle y la pasión que él les imprime. Entre el reconocimiento de ser uno de los artesanos más importantes del país y la lucha diaria para no abandonar esta labor, Carlos le sigue apostando a un trabajo que se ha convertido en su vida.

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Carlos trabajando con icopor, material que permitió darle mayor tamaño a las carrozas por su poco peso.

Su taller, ubicado en su pueblo natal, parece una casa común y corriente por fuera, pero por dentro guarda todas las obras de arte que Carlos ha creado, además de las maquetas pensadas para concursar en los próximos carnavales. Los colores del Carnaval están presentes en los lugares a los que él va. Hacen parte de su ser. La oficina donde trabaja está llena de bocetos y maquetas, obras terminadas y algunas a medio camino. Es fácil encontrar diablos en las estanterías que rodean su mesa de dibujo, pues son figuras recurrentes en las fiestas pastusas. “No representan nada para mí, solo que su carga mitológica es tan grande que es imposible no usar ese recurso”, explica. Respecto a su última obra ganadora, Bolívar sigue enojado y su mano derecha sigue extendida. En sus ojos aún se percibe el enojo. Pero da menos miedo y hasta provoca lástima. La parte baja de la habitación está rodeada por lo que era la base del carromato. Allí hay varios balcones de casas coloniales y paisanos que se defienden del ataque comandado por el general Antonio José de Sucre. Carlos tiene el poder de darle vida y quitársela, y cuando todas las partes que

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Cuerpo, sensualidad y resistencia Sandra Suárez ha dedicado más de la mitad de sus 36 años de vida a las artes escénicas. Fue patinadora artística y bailarina de salsa, pero hace cuatro años encontró en el pole dance su verdadera pasión. Desde ese momento, el cuerpo de Sandra se ha convertido en un discurso político. Texto: Natalia Ortega Rodríguez nortegar@javeriana.edu.co Fotos: Natalia Ortega y @almendraphotoart

Sandra en el proceso de maquillarse para su solo Lo que está roto. Foto: @almendraphotoart.

No piensa en nada, no puede hacerlo; si lo hace, se puede caer. Sandra Suárez está sujeta al tubo de pole, pero su cabeza abandonó el mundo hace un rato. Con las manos juntas sobre la barra sostiene el peso de su cuerpo, mientras sus piernas, en direcciones opuestas, forman una línea vertical y todo su torso queda en una horizontal perfecta. De repente, pierde la horizontalidad, separa las manos, engancha la pierna izquierda en el tubo y suelta una carcajada, como si estar ahí no le exigiera ningún esfuerzo. Pero su cara la delata. Está completamente roja y sus venas, antes invisibles, se hinchan. Es la sangre que se le acumula en la cabeza. Se baja del tubo, toma su celular y se sienta al frente de su computador, donde al otro lado de la pantalla aparece una mujer de pelo rubio y corto: es Belén Serra, su entrenadora argentina desde hace un año y medio. “Yo vi lo que tenía que hacer esta mañana y me asusté. Pensé: ‘La Belu —como llama a su entrenadora— está matando todas mis debilidades juntas’”, dice Sandra, mientras mira el video que acaba de grabar sobre la rutina. Aunque tiene tapabocas, se nota que sonríe; se nota que, aunque no está perfecto, le gusta lo que ve; se nota que el pole la hace feliz.


En escena

Hace cuatro días, en su oficina de directora administrativa del Teatro Petra, le pregunté: —¿Qué es lo que más te gusta de lo que haces? —La sensación de paz y de tranquilidad. Yo soy una persona muy ansiosa. Mientras estoy hablando contigo estoy pensando en 80 cosas más. Todo eso se frena cuando estoy en el pole; solo estoy yo con mi elemento y me desconecto completamente de todo. Hay una cosa que se llama mindfulness, que es estar en el aquí, en el ahora, eso es el pole para mí. Sandra tiene 36 años y hace más de 25 es bailarina de salsa. Estudió derecho, pero en realidad eso nunca le gustó. Al mundo del pole llegó hace 4 años. Estaba cansada de montarse en un escenario solo para competencias de baile. Quería hacer de su arte algo que ella considera más poderoso. “Un día, Andrea Gómez, una amiga en redes sociales, me escribió y me dijo: ‘oye, yo creo que tú disfrutarías mucho haciendo pole’. Me consiguió academia, me consiguió dos clases gratis y me recomendó con los profesores. Apenas toqué el pole dije ‘esto es lo que yo quiero hacer’”. Se enamoró. Su primera entrenadora, Ana Hernández, bailarina e instructora de pole dance hace 7 años, recuerda el momento en el que la vio por primera vez en un tubo. “Parecía que Sandra hubiera nacido para hacer pole. Creo que se lo dije en una de las primeras clases y le pedí que por favor no dejara de asistir. Siempre me acuerdo de Sandra como una persona muy fuerte y resistente, porque hacer pole duele, pero la verdad es que yo no recuerdo haber escuchado quejas por parte de ella. Siempre fue muy bonito verla en el tubo”. *** Un tobillo roto y un alma igual de fragmentada; tiempo para pensar, que antes no existía; confianza en el poder del cuerpo, que de vez en cuando necesita ser recordada; el panorama de un país que en medio de una ola de manifestaciones parece estar más fracturado que nunca. Así, entre las peripecias de la vida, nació “Lo que está roto”, el primer solo de pole y danza del país, creado por Sandra

Sandra comenzó a practicar pole dance hace cuatro años. Foto: @almendraphotoart.

Con su primer solo, Lo que está roto, Sandra logró llenar diez funciones completas.

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En escena

Suárez. Se trata de una obra inspirada en la técnica japonesa kintsugi, en la cual las piezas de porcelana que se rompen no se tiran, sino que se reparan con oro. Sandra encontró allí una metáfora de Colombia: un pueblo que se ha acostumbrado a ver la luz entre sus grietas para reconstruirse una y otra vez. Eso fue lo que quiso mostrar. —¿Qué tan importante fue el dolor en la creación de “Lo que está roto”? —pregunto. —Se me partió el pie. No fue precisamente una falla en la ejecución, sino un accidente. Estaba haciendo un mortal desde bien arriba del tubo, caí, el peso siguió adelante y se me torció el pie, dio toda la vuelta. Ahí fue donde nació la obra, porque yo duré tres meses quieta, no podía moverme, tenían que ayudarme. Para mí fue dramático, yo nunca me había roto nada ni me imaginé que me iba a pasar —responde Sandra, mientras tuerce los ojos y mueve su cabeza de lado a lado en dirección horizontal, como burlándose de sí misma. —¿Y cómo fue el proceso para materializar la idea? —Yo había estado muy reacia a montar algo así. Sufrí un dolor emocional muy grande y tuve una conversación con Octavio Velázquez, el director del Festival Internacional de Teatro de Manizales. Le dije: “Creo que ya soy capaz de montarme en el tubo y aguantar 15 minutos seguidos. Llévame a ser telonera en el Festival. Estoy creando algo”. Octavio me miró y me preguntó: “¿Tú no crees que ya has hecho suficientes cosas pequeñas? Ya es hora de que hagas algo propio”.

El solo Lo que está roto combinó la disciplina del pole dance con la dramaturgia del teatro. Foto: @almendraphotoart.

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Era la señal que Sandra estaba esperando. No lo pensó más. Les presentó la idea a los del Teatro Petra: “Miren, esta es la propuesta, esto es lo que yo quiero hacer. Esto es ‘Lo que está roto’”. No tuvo que esforzarse en persuadirlos. Lo que había creado hablaba por sí mismo. Entonces, ella se convenció de que era capaz de llenar una función completa. Logró llenar diez. Los 800 asistentes se enfrentaron a un cuerpo que, bajo una luz que solo lo tocaba a él, se volvió poesía y resistencia. Mientras tanto, se sumergían en el sonido de las calles durante las manifestaciones sociales que vivió el país


En escena

en los últimos dos años, junto a una canción original del artista colombiano Alvinsch. En algún momento del performance, con un movimiento fugaz, casi imperceptible, Sandra se deslizó por el tubo de un poco más de cuatro metros, y a unos diez centímetros de tocar la superficie se detuvo, así, sin más, y su cuerpo quedó suspendido en posición fetal. Es como si ahí estuviera una parte de esa metáfora del país que quería representar. Vivimos al borde del abismo, caemos en picada, pero siempre —o eso parece— resistimos, para volver a empezar. *** Cuenta la mitología sumeria que Innana, la diosa del amor, se quitaba las prendas de vestir para encontrar a su amante, Dumuzi. Esa historia eternizada en papel y tinta, en la que la sensualidad se tomó el cuerpo de la mujer, se trasladaría a los clubes nocturnos de la Europa occidental en los años veinte. A través del striptease y el baile alrededor del tubo, las trabajadoras sexuales encontraron una forma eficaz de atraer a los hombres. Sin embargo, la manera de hacer pole dance fue cambiando con el tiempo. La primera en sacar esta práctica de los clubes y crear su propia escuela —en 1994— fue la canadiense Fawnia Dietrich. Y si bien Sandra Suárez solo empezó a practicarlo hace cuatro años, en poco tiempo se ha convertido en una de las pioneras del pole dance articulado al teatro en Colombia. “Es una mujer muy fuerte, dedicada y entregada. Es de admirar todo lo que ha logrado”, dice Paola Morales, asistente de Sandra desde hace un año. En uno de los tantos videos de su Instagram, Sandra aparece coqueteándole al tubo de pole. Hecha pura sensualidad y con la precisión que solo puede tener una bailarina, danza con cada centímetro de su cuerpo al ritmo de la canción Déjese querer, de Río Cerón. Sus manos se aferran a la barra de metal y sus pies se despiden de la tierra. Suspendida en el aire, envuelve a su compañero —el tubo— con las piernas, deja caer todo su torso y abre los brazos. Parece que en su piel habitara un ave a punto de emprender el vuelo.

Durante el calentamiento, Sandra entrena con una banda de resistencia. Foto: Natalia Ortega.

Sandra tiene su propia empresa, Local, dedicada a promover el talento nacional.

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En escena

*** “Nos cogió el día”, es lo primero que dice Sandra al cruzar la puerta del Vertical Club junto a su perro y su amigo, Esteban Ardila. Son las 9:48 a. m. de un domingo. Sandra llegó 18 minutos más tarde de lo que tenía cronometrado. Ahora tiene el tiempo justo para calentar antes de empezar su clase de pole; quizá le haga falta. Se quita los zapatos, cambia su sudadera gris por un set azul de licra ajustado a su figura —que deja visibles los tatuajes que adornan su cuerpo—, recoge su pelo turquesa intenso en una cola de caballo y empieza a prepararse para el entrenamiento. Hace un ejercicio tras otro, no puede parar: abdominales, flexiones de pecho, estiramientos. Es como si alguien la afanara, pero no hay nadie, es el tic tac inaudible del tiempo que vive en su conciencia. Mientras su pecho se expande y se contrae, Sandra se detiene un instante, se arrodilla en el piso y abre el computador. Espera a que su entrenadora aparezca al otro lado de la pantalla desde Argentina. Aunque en Vertical Club, una de las academias donde Sandra se formó y ahora también es instructora, se dictan clases presenciales, la distancia la ha obligado a entrenar con cámara y audífonos. Sandra entrena unas quince horas a la semana, y aunque el descanso le coquetea, no logra conquistarla, porque la exigencia de dirigir y administrar un teatro y hacer pole la obliga a aferrarse a la disciplina. Para ella es un ciclo: “el pole me volvió súper disciplinada y organizada con mi tiempo, porque también tiene que ver con las ganas de tener tiempo para hacer pole. Necesito sacar todo adelante para irme a entrenar sin pensar en nada más”. “Es totalmente disciplinada en lo que hace. Entonces, la forma de pasar tiempo con ella es acompañándola en sus espacios, porque la agenda es muy apretada entre el teatro y el pole. Ella en serio no tiene tiempo”, dice Esteban, amigo de Sandra desde hace diez años quien, sentado en la parte de atrás del estudio, la ve entrenar. Sandra ha logrado llenar todas las funciones con esta puesta en escena que propone una reflexión sobre el cuerpo y la resistencia. Foto: @almendraphotoart.

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*** Cinco mujeres están paradas frente a un espejo que cubre toda la pared, vestidas con licras


En escena

cortas que solo las cubren hasta los glúteos y tops que dejan al desnudo el abdomen. La luz entra con vehemencia por las ventanas traseras de la habitación y les acaricia la piel. No tienen más remedio que enfrentarse a sus cuerpos y hacer una tregua con ellos. Así se ve la escena de un entrenamiento de pole en Vertical Club. Ya Sandra me había advertido sobre el poder que tiene el pole para lograr que una mujer vuelva, o empiece, a aceptar su cuerpo. A ella le pasó. Dejó de escuchar las voces aturdidoras que desde los doce años la sentenciaron a someterse a dietas, bajo la idea de que “una mujer debe ser delgada”, y empezó a fijarse en lo grandioso que es su cuerpo al lograr todo lo que ella hace. —El cuerpo y la sensualidad son un discurso político de por sí, porque a la gente le incomoda mucho ver mujeres haciendo lo que quieren, sobre todo, cuando no es para su beneficio. En el caso de los hombres, cuando no reciben placer por medio de las mujeres empiezan a sentirse muy ofendidos alrededor de eso, entonces eso ya es político, eso ya es resistencia. Yo soy una mujer de 36 años que tiene el cuerpo de una mujer de su edad y a mí me parece que eso es un discurso político maravilloso, porque por el simple hecho de existir, uno ya está diciendo cosas. —¿Y a ti te gusta incomodar? —No es que me guste, es que me sale facilísimo —asegura Sandra, mientras sus cejas se levantan como si trataran de encontrarse con el azul de su pelo y un acordeón se le forma en la frente. Hace unas semanas, Sandra fue al banco a abrir una cuenta de su empresa, Local, dedicada a promover el talento nacional de artistas aéreos, a través de eventos online en los que todos los que se presentan ganan en partes iguales. El señor que la atendió estaba desconcertado; no entendía nada. Entre miradas que denotaban extrañeza y como si se tratara de una metralleta le lanzó una pregunta tras otra: “¿Está segura de que quiere abrir una cuenta empresarial? ¿Cuál es su empresa? ¿Perdón? ¿Y eso sí está bien conformado? ¿Qué es lo que hacen exactamente?”.

Después de su fractura de tobillo, fue necesario pasar por un proceso de recuperación que paradójicamente le ayudó a descubrir nuevas ideas para su obra. Foto: Natalia Ortega.

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Chico, el perro de Sandra, la acompaña a todos lados. Foto: Natalia Ortega. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Acostumbrada a este tipo de comentarios, Suárez le respondió: “Ponle tú, es como un circo”. No tuvo más opción que escribirle a su contador y pedirle que le mandara documentos para demostrar lo evidente: de las artes escénicas se puede hacer una empresa. “El señor me preguntó: ‘¿Cómo? ¿Tienes contador?’. Y yo le dije, ‘Sí, contador y abogado’. Le vieras la cara. Entendió que esto sí puede ser un negocio”, cuenta Sandra, con una sonrisa que poco a poco se convierte en carcajada. Y no, no es de felicidad, es que en lo absurdo a veces también encontramos eso que hace que los labios se arqueen hacia arriba para recordar que no estamos tan rotos. *** Quien se fije en la fluidez de Sandra cuando su cuerpo se encuentra con un tubo de pole dirá que es arte. Otros observarán la fuerza con la que se aferra a la barra metálica y se convencerán de que se trata de un deporte. Pero, sinceramente, a ella nunca le ha interesado ser reducida a ninguna de esas dos categorías. Siente que en esa distinción niega a las trabajadoras sexuales y, por lo tanto, los orígenes de eso que tanto ama hacer. “Hay un movimiento dentro del pole que busca diferenciarse de lo que hacen las trabajadoras

sexuales, diciendo: ‘soy deportista, soy artista, no tengo nada que ver con esas mujeres’. Yo no hago parte de ese grupo, porque no puedo creerme mejor que nadie por hacer cierto tipo de pole, ni puedo negar una de las fuentes más importantes de lo que practico. Sin las trabajadoras sexuales, no existiría el pole como existe hoy. Decir: ‘Yo no me acuesto con hombres, yo no bailo en bares’ es una forma de discriminación. En ese tipo de afirmaciones hay un matiz de violencia muy grande, porque hay un montón de mujeres que están sufriendo la violencia que uno no sufre en el estudio. Cada vez que me dicen: ‘Pero es que lo que tú haces sí es arte’, yo pienso: ‘¿Quién está diciendo que yo quiero hacer esa diferenciación?’”. Mientras habla, Sandra va elevando el volumen de su voz poco a poco. Es como si la inconformidad se manifestara de esa manera en su cuerpo. Sandra habita en la piel de esas mujeres cuando se pone tacones, cuando se viste con ropa ajustada y corta, cuando baila de manera sensual, cuando su cuerpo se siente libre de sentir y ser todo lo que quiere sin temor a nada. Y tal vez cuando está en el tubo no las piensa, porque finalmente allí renuncia a todo. Pero cuando sus pies tocan la tierra y su cabeza vuelve de nuevo a este mundo, Sandra Suárez las recuerda.


En escena 31

Las mujeres afro

hacen cine

Cimarrón Producciones es una productora cinematográfica con enfoque étnico, social y ambiental. Está conformada por cinco mujeres negras y una mujer mestiza, quienes por medio de las narrativas de cine afro resisten frente a las violencias de raza y de género. Definen su trabajo como cine orgánico afrodiaspórico (COA) y generan una iniciativa de cine autogestionado que visibiliza el cine hecho por mujeres negras y los trabajos desde el territorio y la comunidad.

Texto: Laura Duarte Sandoval laura_duarte@javeriana.edu.co Fotos: Archivo particular

“Narrativas negras: escena uno, toma uno, plano uno. Cimarrón Producciones ¡Acción!”. Es la primera vez que las mujeres de Cimarrón Producciones se sientan a hablar frente a una cámara y, además, de un tema tan duro y doloroso como el racismo. En esta ocasión han decidido ser las protagonistas de su propio documental, se graban y se escuchan entre ellas mientras hacen un proceso de autosanación y catarsis. Ellas siempre están detrás: dirigiendo, gestionando, produciendo y contando historias de mujeres como ellas, mujeres negras, de cabello afro, de ojos negros, labios grandes y con una historia común y ancestral. A ellas no les importa cargar al hombro una cámara de casi diez kilos, trasladar equipos a pie o grabar a altas temperaturas mientras corre el sudor por su rostro. Mientras rompen cualquier estereotipo de género, saben que eso es lo necesario para contar su historia, pues nadie lo haría mejor que Arrriba: Karen González, Maio Rivas, Zulay Riascos, Heny Cuesta. Abajo: Dari Cuesta y Laura Asprilla. Foto: Cortesía Cimarrón Producciones.


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Heny Cuesta es la directora y fundadora de Cimarrón Producciones. Foto: Cortesía Cimarrón Producciones.

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ellas mismas. Solo ellas sabrían enfocar con su lente, evitando la discriminación y los lugares comunes, la historia de la mujer afro.

mujeres afro y lo han hecho por medio de la dirección y producción de proyectos documentales y series web.

En A mí también me pasó (2021), su último proyecto documental, cuentan sus vivencias y sus experiencias más fuertes. En un plano medio, en blanco y negro, cada una comparte los actos de discriminación que han presenciado a lo largo de su vida. Son experiencias que empezaron en su infancia y que han presenciado simplemente por su color de piel, por su forma de hablar y por su cultura; es decir, por ser ellas mismas.

Actualmente, cuentan con dos series documentales: Guardianas (2020), que hasta el momento lleva dos temporadas y que ganó una convocatoria del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), y A mí también me pasó (2021), con la que están preparando otras dos temporadas: una con experiencias de hombres y otra con los testimonios de niños y niñas afro. Además, produjeron la miniserie de ficción Permiso de ausencia (2021), que fue ganadora en la convocatoria internacional Black Women Disrupt the Web 2021.

Heny y Dari Cuesta —hermanas—, Zulay Riascos, Karen González, Laura Asprilla y Maio Rivas integran este proyecto. Son un equipo de seis mujeres unidas por el cine y la producción audiovisual, pero además por el activismo por los derechos de las comunidades afrodiaspóricas y de las mujeres. Todas son mujeres negras, excepto Karen, quien pese a que es mestiza, se para frente a la lucha antirracista y las acompaña en todo este proceso también feminista. Se dedican a narrar historias de

Asimismo, están trabajando con la Comisión de la Verdad en un documental llamado Voces del conflicto, sobre la historia de catorce mujeres negras que han vivido el conflicto armado en sus cuerpos. Para este último proyecto viajaron por Cartagena, Guapi, Palenque, entre otros territorios, grabando estos fuertes testimonios de guerra y violencia de género. ***


En escena

Cimarrón Producciones nació en Bogotá, en 2015, por iniciativa de Heny Cuesta, cineasta afrocolombiana y gestora social. Surgió como una propuesta de cine independiente y alternativo para crear producciones realizadas por mujeres negras. En ese entonces, ella, junto con su hermana Dari, trabajaban en el Movimiento Nacional Cimarrón, una organización por los derechos afrocolombianos, y fue allí donde ella empezó a ser más consciente de las violencias y opresiones por las que estaba atravesada. Mientras Heny estudiaba Dirección y Producción de Cine y Televisión en la Universidad Manuela Beltrán y se encargaba de la organización de movilizaciones sociales, como la del Día de la Afrocolombianidad, sintió la necesidad de narrar las historias de su gente y surgió en ella la idea de crear una productora con enfoque de género, étnico, social y ambiental. “Nunca veía algo que dignificara mi imagen en la televisión, me generaba mucha incomodidad porque el racismo estaba muy naturalizado. Crecí entre Cali y el Chocó, donde veía mucha riqueza y a unas mujeres muy fuertes, pero eso nunca lo encontraba en la pantalla, lo negro era pintando como lo más feo y detestable que podrías encontrar”, recuerda Heny. Fue una apuesta muy arriesgada, conocía muy bien las desventajas y las barreras a las que debía enfrentarse por ser una mujer negra, sin suficientes recursos económicos y con poco apoyo. Ante los ojos de muchos, y de su hermana Dari, era una locura. “Fue muy loco escuchar hace unos seis años algo así. Lo social no vende y lo étnico menos, era sentir esa barrera de cállate, eso no va a servir”, menciona Dari. Pese a los comentarios y a todas las barreras, Heny empezó con un trabajo de base; es decir, conectando con comunidades, con más mujeres que tenían sus mismas inquietudes y con alianzas estratégicas. En ese proceso se dio cuenta de que lo que ella pensaba no era individual, sino un sentimiento colectivo. Heny hoy tiene 34 años, es una mujer alegre —eso es lo que evidencia su sonrisa—. En ella resaltan sus largas trenzas color marrón, esas mismas que usaban sus ancestras para guardar semillas al escapar de la esclavitud, y dos piercings dorados que cuelgan de su nariz en

Dari Cuesta es comunicadora social, columnista y tallerista. Foto: Cortesía Cimarrón Producciones. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

forma de aros. Dari tiene 28 años, deja libre su cabello afro y a veces lo acompaña con un turbante, que más que un adorno es un símbolo de resistencia. Practica la medicina ancestral, heredada de su abuela, que fue partera, por eso su casa parece un pequeño bosque tropical ocupado en cada rincón por plantas y hierbas medicinales. Con ellas alivia los dolores de su familia al sabor de la tomaseca y las botellas curadas, bebidas curativas y tradicionales del Pacífico colombiano. Heny y Dari son de familia chocoana, nacieron en Cali y llegaron a Bogotá en 2003, junto con su hermano, Niesser, quien las apoya en sonido y en posproducción, con la musicalización de las obras. Aunque se asentaron desde pequeñas en la capital, siguen contando las historias de su territorio. “¿A qué huele el Chocó? Me huele a borojó, a chontaduro, a humedad, pero una humedad que trae calidez. Te hace sentir que estás en casa, sientes que te está contando historias sin necesidad de hablar. Historias de sus calles y de su gente”, dice Dari.

La serie documental Guardianas (2020), ganó una convocatoria del Instituto Distrital de las Artes (Idartes) ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

33


En escena

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A Zulay Riascos le apasiona la literatura. Ella es profesional en dirección y producción de cine y televisión. Foto: Laura Duarte.

Estas historias las han contado de la mano de mujeres lideresas y comunidades, por eso han aplicado el concepto de cine orgánico afrodiaspórico (COA), una forma de hacer cine que explora formas colectivas de producción y de rodaje. Esto lo hacen mediante encuentros, conversatorios y talleres, ofreciendo estos espacios a personas que quieren prepararse en el cine, la comunicación o el teatro. Asimismo, esta propuesta les permite dar a conocer el cine producido por otras personas de la comunidad en encuentros y festivales. Desde 2018 están trabajando en esta alternativa y para 2021 están organizando el Primer Encuentro de Mujeres Afro en Escena y la Muestra Afro de la Cinemateca Distrital de Bogotá.

En Cimarrón Producciones todas brillan y se alegran cuando una crece. Son mujeres que vienen del cine, de la producción audiovisual y de la comunicación social, y pese a que están unidas en la productora, llevan simultáneamente sus propios proyectos. Se refieren a sí mismas como una iniciativa colectiva, ninguna opaca a la otra. Es más, aunque Heny tiene casi siempre el papel de directora, se rotan las funciones y todas están en constante aprendizaje. “Nosotras hacemos un trabajo totalmente en equipo, donde muchas veces cambiamos de roles. Entonces, si alguna ya ha estado en producción o en producción de campo, cambia y hace dirección de arte o realización. Nosotras nos vamos turnando”, asegura Dari.

***

Ese es el caso de Zulay Riascos, quien hace parte de Cimarrón desde hace más de cuatro años y fue apoyada por ellas en la producción de Permiso de ausencia, una miniserie web en la que se ocupó de la dirección y el guion. Este fue el primer trabajo de ficción de la productora, ya que casi todas sus producciones son documentales. Cuenta la historia de Soraya, una arqueóloga bogotana que desconoce su historia afro y que logra descubrir sus raíces y dialogar con sus ancestros mediante el estudio de restos orgánicos que le hablan de un doloroso pasado de esclavitud. Zulay, al igual que Heny, es cineasta, ambas se conocieron en la Universidad. Ellas dos eran de las pocas, si no las únicas, mujeres negras que estudiaban esa carrera y eso, en definitiva, las unió. “Cuando encontramos a alguien parecido, alguien similar a ti, quizás en medio de tanta diferencia, uno intenta unirse. En nuestro caso, eso casi siempre se replica en todos los espacios académicos”, señala Zu, como la llaman con cariño sus compañeras. Ambas tenían la misma pasión de visibilizar a mujeres como ellas y de aumentar la participación de las mujeres no solo en la pantalla, sino detrás de esta. Zu tiene 27 años, ha vivido casi toda su vida en Bogotá, pues llegó a sus seis años de Medellín. A pesar de que siempre vivió en medio de ambientes urbanos, se crio con las memorias y la cultura de Buenaventura y de Santander de Quilichao, de donde son originarios sus padres. No obstante, a veces siente que no es de allá,

34


En escena

ni de acá: no se identifica con muchas de las personas en Bogotá, pero ya no habla como las personas de Buenaventura. "Se me va la cuenta de cuántas veces me han preguntado de dónde soy, como si una persona negra no pudiera ser de Bogotá. Que si bien no soy completamente de aquí, pues también es como reafirmar constantemente que eso es raro", dice Zu. Ella creció en los años 2000, y para ella, como para la mayoría en Cimarrón, fue difícil encontrar referentes de mujeres negras en el cine. No obstante, se aferró a la cultura pop de esa época y a referentes afro estadounidenses, como las cantantes Alicia Keys, Erykah Badu y Lauryn Hill. Asimismo, recuerda que en la pantalla, en lo único que se sentía representada era en Es tan Raven (2003), de Disney Channel, una serie de comedia juvenil sobre una adolescente afro que tenía poderes psíquicos y podía ver el futuro. Para Zulay, “somos seres audiovisuales por naturaleza. Desde pequeños la forma de comunicarnos y de entender el mundo es a través de la imagen y el sonido”. Recuerda que

hace poco estaba viendo, junto con su sobrino, Karate Kid (2010), protagonizada por Jaden Smith; después de eso, el niño le dijo a su padre que quería aprender taekwondo y que, además, quería tener el pelo como el protagonista de la película. Por eso, para ella la representación es tan importante, especialmente para los niños y niñas, que en el mundo audiovisual también van construyendo su identidad. Eso es lo que intentan en Cimarrón Producciones. Para ellas es muy importante contar historias de mujeres que se salen de los papeles tradicionales y que evaden las fórmulas ya usadas en el cine para representar a la mujer afro. Para Heny, hay dos formas de contarlas: “Primero, las mujeres negras dentro de una producción nunca pueden ser amadas, siempre son lo feo. Segundo, si una persona afro es protagonista, debes hablar necesariamente de las problemáticas de las comunidades”. Por otro lado, para Dari, la mujer negra casi siempre es sexualizada: “Es la mujer de senos grandes, de cola grande. Representa el deseo carnal del hombre. Ellos saben que para vender tienen que mostrar y ahí sí sirve la inclusión de una mujer”.

Uno de sus poyectos recientes fue la miniserie de ficción Permiso de ausencia, que produjeron en este año. Foto: David Pulido. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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En escena

Según el Movimiento de Mujeres del Sector Audiovisual de Colombia, en los últimos 60 años solo el 13 % de las producciones han tenido mujeres que desempeñen la función de dirección. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Esta lucha por ser dignificadas en lo audiovisual la han emprendido muchas mujeres en Colombia y en el mundo. Según la investigación Línea base sobre la participación de la mujer en el cine colombiano (1960-2018) (2021), del Movimiento de Mujeres del Sector Audiovisual de Colombia (MUSA), en los últimos 60 años, solo el 13 % de las mujeres han desempeñado la función de dirección en producciones; por el contrario, los hombres representan el 87 %. Ahora, según esa misma investigación, la mayoría de estas mujeres han sido blancas o mestizas y las mujeres afro son pocas y en su gran mayoría aparecen en la historia hasta la década de los 2000. Este panorama también se repite para los cargos actorales, donde las chicas de Cimarrón Producciones han escuchado esas historias de primera mano. Guardianas es una serie documental que dialoga con lideresas afro en Bogotá. Es un proyecto que empezaron a trabajar en 2020, justo en medio de la pandemia, y ya va por su segunda temporada, que se estrenó en marzo de 2021. Aquí conversaron con Bárbara Perea, la reconocida actriz afro que ha hecho parte de varias producciones de Caracol Televisión,

El equipo de Cimarrón Producciones en el rodaje de Permiso de Ausencia. Foto: David Pulido.

como en Bolívar (2019), interpretando a Hipólita Bolívar o en La selección (2013) como Marcelina, la mamá de Faustino Asprilla (Omar Murillo). Para Dari, la historia de Bárbara habla de la resiliencia y de las luchas de las mujeres afro en la pantalla. “Ella cuenta cómo aun siendo la mejor, debía ganar el respeto por lo que hacía. En las audiciones le decían ‘lo haces muy bien’ y ella se preguntaba qué papel le iban a dar, pero siempre le daban el papel de la empleada. A ella le dolía en el alma que sabiendo que era tan buena, las puertas se le cerraban por su físico. Pero no le importaba e interpretaba su papel de forma excelente, pues estaba convencida de que estaba abriendo camino para otra generación de actrices negras”, recuerda Dari de esa entrevista con Bárbara. Como lo hace Bárbara, ellas quieren construir ese camino para más mujeres productoras y, además, visibilizar lo que hacen otras en sus comunidades. Por ello, sus historias las narran a través del lente del afrofuturismo, que no es una mirada exclusiva desde la ciencia ficción, aunque a veces puede incluir algunos elementos de este género, sino que se trata de explorar futuros posibles en los que se cambien estos contextos de racismo. En el afrofuturismo, como estética literaria y cinematográfica, se permite entender un pasado de esclavitud y de discriminación para recrear las experiencias de las personas negras en el futuro. Eso fue lo que hicieron con Permiso de ausencia, pues le dieron un papel poco común a una mujer afro que, además, reconstruye su historia a través del pasado que descubre en los restos arqueológicos. Es así como ellas buscan aportar e intentar cambiar la situación de racismo estructural y cultural que viven muchas personas afro. Saben que tienen privilegios que han conseguido por sí mismas, como la posibilidad de estudiar, de liderar y de sostener una cámara. Por ello, siempre intentan devolver todo a la comunidad, es como una propuesta de cine en movimiento, en la que aprenden los saberes de quienes les cuentan sus historias y ellas entregan talleres, conocimiento y un producto cinematográfico que circula libremente a través de sus plataformas digitales.


En escena 37

Vestidos para la obra A Gabriela Sacconi, Andrea Atuesta y Milena Forero las unen la moda y los escenarios. Las tres, por medio de sus creaciones y diseños de vestuario para el mundo de las artes escénicas, han construido una manera de comunicar a través de la tela y de dar vida a distintas épocas, personajes y obras. Texto: Valentina Alfonso Guarín alfonso.valentina@javeriana.edu.co Fotos: Archivo particular

En el cine, la televisión y el teatro hay una alianza entre la ropa y las puestas en escena. Por eso, en el diseño de vestuario nada se escoge en vano: la paleta de colores, las telas, los diseños y las prendas están siempre pensadas para generar un diálogo permanente entre la obra y el público. Es decir, para permitir la verosimilitud o la ensoñación que el director se propone con su historia. En ese sentido, el trabajo de los diseñadores es vital, pues tiene un impacto definitivo que no es solo estético, sino que crea atmósferas, épocas e, incluso, es vital para dibujar el carácter mismo de los personajes. Y eso bien lo sabe la industria del teatro y el cine, que reconoce la labor de esos otros artistas que no salen a escena, aunque sí lo hacen sus creaciones. Por eso, en los festivales y las premiaciones los tienen siempre en cuenta, como sucede con galardones tan codiciados como los Oscar, que desde 1948 crearon una categoría específica para premiarlos.

Andrea Atuesta con sus bocetos.

Gabriela Sacconi en su taller al norte de Bogotá. Foto: Valentina Alfonso.

Milena Forero es la directora general de Teatro del Juguete, una compañía de producción escénica.


En escena

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Margareth Arias, bailarina y artista escénica, quien hizo parte de la bienal de teatro de La Maldita Vanidad. Foto: Valentina Alfonso.

Gabriela Sacconi, Andrea Atuesta y Milena Forero son tres colombianas que se han dedicado en cuerpo y alma a este oficio, en el que los materiales, las formas y los diseños se conjugan para producir no solo una prenda, sino también significado, donde la tela también cuenta una historia.

Pintado a mano, ¡y al escenario! Gabriela Sacconi, diseñadora colombiana de 25 años, estudió en la Escuela de Arte de Chicago (SAIC) y fue practicante en Nueva York de la diseñadora española Alejandra Alonso, donde trabajó durante un año. Posteriormente, comenzó a trabajar en la pigmentación natural de telas, para crear las piezas que hoy la distinguen de otros diseñadores. Sin embargo, el mundo de la moda no es el único en el que se mueve Gabriela, pues también ha tenido la oportunidad de diseñar el vestuario de dos montajes que se desarrolla-

ron en Bogotá. Uno de ellos fue en la bienal de teatro de La Maldita Vanidad —que tuvo lugar este año—. Durante este circuito teatral se convocaron cinco directores para que crearan propuestas performativas en homenaje a Agatha Christie, escritora y dramaturga británica. Y Gabriela terminó diseñando el vestuario para la obra Once Días, una puesta en escena dirigida por Juanita Delgado, que narra la misteriosa desaparición de la escritora en 1926. El reto de esta joven diseñadora fue confeccionar un vestido de diez metros, para el que utilizó palos de bambú y tela viscosa con tacto de seda, que permitieron que la tela se moviera a la par con una bailarina de 1,60 metros de estatura. “La idea inicial era hacer solo un vestido, pero terminamos haciendo un prototipo que la bailarina se llevó a su casa para acostumbrarse al peso y a la cantidad de tela; ella ensayó con este prototipo mes y medio, y con él comenzó a hacer un diccionario de movimientos; es decir, ella hizo la coreografía a partir del vestido y no viceversa, como suele ser”, cuenta Sacconi. Pero así como cada personaje e historia son únicos, el diseño de vestuario también se construye uno por uno. Por eso, el proceso creativo de Sacconi para Acto de fuga (2020), una puesta en escena dirigida por Santiago Navas, también fue distinto y, en este caso, se sentó con cada bailarín y cada músico para que le contaran uno a uno sobre su personaje o sobre su papel dentro del acto. Los trajes de Acto de fuga se hicieron en tejido de punto en viscosa, una fibra suave que permite flexibilidad, cualidad necesaria para que los bailarines pudieran desarrollar el performance. Fueron pintados a mano, sello indiscutible de esta diseñadora, y con una paleta de colores en la que estuviera presente la tensión política que se vivió con el bipartidismo en Colombia, base histórica y temporal del desarrollo de la obra. El rojo, del Partido Liberal, y el azul, del Partido Conservador, fueron los colores que guiaron el resto de decisiones estéticas sobre el color, y las relaciones que tenían los personajes guiaban la elección de colores para cada uno de los artistas.

38


En escena

Comodidad para la acción Entender la relación entre personaje y vestuario es clave para el proceso de producción y ejecución de cualquier puesta en escena. Así lo afirma Andrea Atuesta, bailarina de profesión que, de forma paralela, lleva catorce años cosiendo a partir de los conocimientos de su mamá, que es costurera. “Yo no tenía conocimiento de diseño, entonces lo que yo hacía, porque era muy jovencita, era comprarme muchas telas y me inventaba cómo podría llegar a hacer alguna prenda en especial que yo quisiera”, cuenta Atuesta. Con el paso de los años comenzó a aprender a hacer los patrones, cómo agarrar la tela, cómo hacer que queden rectas las costuras; todo de manera empírica. Así, con el tiempo, decidió apostarle al diseño de ropa hecha y pensada para los bailarines, con telas que permitan el movimiento libre del cuerpo y también le aporten estética al momento de estar en tarima. “Yo me he acercado de distintas formas al arte, siendo bailarina me di cuenta de que podía hacer ropa para danza que fuera cómoda y le quedara bien a todo el mundo”, afirma. Atuesta comenzó a crear prendas para obras de su universidad —la Javeriana, en Bogotá—, donde tenía que diseñar vestuario para 10 o 20 personas. De esta forma, empezó a conocer el mundo del diseño de vestuario para puestas en escena. Más tarde, y de forma más profesional, diseñó el vestuario para un musimetraje llamado Aldea Mundial, de Biomigrant, para el cual confeccionó trusas y faldas pensadas en el bullerengue y en ritmos tradicionales latinoamericanos. Esta diseñadora también trabajó en una obra de Juanita Delgado, codirigida por Santiago Botero, llamada Ensayos para aprender a volar, en 2018. “Era una obra compuesta por alrededor de 17 personas entre músicos, bailarines y actores. Lo interesante aquí era ver qué hacía cada persona, por lo que se trataba de un ensamble interdisciplinar. Por ejemplo, había una chica que hacía telas aéreas, entonces había que ver cuáles eran las especificaciones de cada persona”, dice Atuesta. Adicionalmente, no fue solo la diseñadora, también actuó como bailarina, lo que le permitió entender más a fondo los requerimientos precisos de cada vestuario.

En este caso, para el proceso de creación se pensó primero en los papeles para, desde de ahí, diseñar las prendas. Alrededor de un mes duró el proceso de diseño, del que Atuesta se encargó en su totalidad, desde los bocetos y la selección de telas, hasta la confección, las pruebas y la entrega final. “El vestuario puede describir al personaje, el lugar donde se encuentra y un poquito de su vida, pero también el vestuario puede hacer más difícil o más fácil el performance del artista escénico”, concluye Atuesta.

Vestidos para actores y títeres A Milena Forero, directora y actriz bogotana de 42 años, el diseño le llegó a su vida relativamente tarde. Fue después de haberse graduado como actriz del Teatro Libre que inició, a los 29 años, su segunda carrera como licenciada en diseño de espectáculos en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, Argentina. Allí se especializó en dirección de arte con énfasis en escenografía. “Allá también vi diseño de vestuario y me pareció mucho más interesante ver el diseño para la escena como una coherencia de lenguajes entre la escenografía y el vestuario”, afirma.

Vestuario para el musimetraje Aldea Mundial (2018). ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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En 2017, Milena Forero y su esposo, Carlos Velásquez, crearon oficialmente la compañía Producción Escénica Teatro del Juguete.

A los 33 años comenzó su trabajo como directora de arte para poder integrar la escenografía y el vestuario en cada obra: “Por lo general, para las obras contratan a un escenógrafo y a un vestuarista, por eso comencé a preferir los proyectos en los cuales tenía la decisión total del diseño”, comenta Forero. A Milena la vida le presentó, en el 2014, al que actualmente es su esposo y, sin saberlo, se volvería también su socio: Carlos Velásquez, maestro en artes escénicas de la Academia Superior de Artes de Bogotá, quien también es animador de objetos, actor y titiritero desde hace más de 20 años. Así fue como una directora de arte y un titiritero se encontraron para materializar la idea de un espacio que uniera el teatro de actores con el teatro de objetos. En 2017, gracias a la ayuda del Teatro Colón, se creó oficialmente la compañía Producción Escénica Teatro del Juguete. En este proyecto,

Forero desempeña el papel de directora general y está a la cabeza del apoyo en dirección y producción de arte para otras compañías de teatro. Entre los servicios que ofrecen también están la creación de utilería, títeres, vestuario y escenografía para diversas obras y proyectos audiovisuales. Adicionalmente, desarrollan sus propias puestas en escena, en las que exploran distintos lenguajes y formas de creación. Forero decidió dedicar su vida al diseño, porque, según ella, “el diseño es proyección de lo que imaginamos de todo el mundo que rodea un personaje. El vestuario es sumamente importante, es el elemento que permite que el actor encuentre características y acciones que lo acerquen al personaje que deben interpretar”. Sin embargo, agrega: “Yo diseño, pero no realizo, eso lo respeto. La confección de vestuario es otro campo, el cual se subdivide en personas especialistas en realización de vestuarios de época, de sombreros, de zapatos, de corsé y así sucesivamente. Cada quién maneja lo que sabe”. Con su trabajo ha participado en distintas obras, como Radio Memoria, una puesta en escena sobre dos adolescentes en medio de una guerra civil en España. En este caso, el trabajo de Forero fue diseñar unas prendas que dialogaran con la escenografía de un barco en alta mar, donde los niños permanecen por varios días. Para La esperanza, obra que se presentó en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, fue una puesta en escena que, al combinar la danza contemporánea, el teatro y algunas técnicas de circo, requirió un diseño de vestuario que permitiera el libre movimiento del cuerpo de los actores y bailarines involucrados. Y la más reciente es una obra de teatro de títeres que se estrena en diciembre, llamada La lucha de los Mockarts, que ha sido todo un reto, pues es un reality que sucede en el Renacimiento. Para esta obra diseñó el vestuario de pintores como Donatello, Miguel Ángel y Sofonisba, entre otros. De esta forma, tuvo que imaginarse un vestuario que dialogara con esa época, pero también con la contemporánea y que, además, transmitiera su personalidad a través del color, la forma y las texturas. En esta ocasión, utilizó el chifón y otras telas como la organza y la tafeta, junto a los encajes tejidos y bordados.

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En escena 41

El artesano

indomable

José Llanos es un artesano galapense que, mediante la tenacidad y el don que tiene para crear con sus manos, impuso tendencias con sus máscaras en el Carnaval de Barranquilla, dejando un legado para su familia y para la historia del festival. Texto y fotos: Nicolle Valentina Vargas Polo vargasp-nicolle@javeriana.edu.co José Llanos exhibe la primera máscara que hizo hace más de 50 años.

Las cabezas de un león, de una cebra, de un tigre y de un gorila incrustadas en las paredes blancas de aquella casa ubicada en Galapa, Atlántico, capturan la atención de los transeúntes, obligándolos a detenerse y admirar los detalles y colores de esas máscaras. La puerta del garaje se abre y aparece un anciano esbelto, con cabello plateado peinado a medio lado y de piel cobriza. Detrás de él, agitando la cola, está un perro de raza golden retriever, de aspecto cansado, aparentemente por la edad. “José Francisco Llanos Ojeda, mucho gusto”, saluda el hombre con acento costeño mientras abre la reja que rodea su casa y estira la mano para saludar. El interior del garaje es la entrada a la Narnia de los artistas del Carnaval, una puerta pequeña que esconde un amplio salón decorado con máscaras de tamaños mesozoicos, con los rostros de los animales más llamativos de África, que en la parte posterior conecta con el taller donde les da vida a sus obras. Los aromas de la pintura acrílica y de la madera recién cortada se van haciendo más perceptibles a medida que se avanza por entre la fauna que cuelga en las paredes del sitio. Sentando en un antiguo sillón café, con más de una docena de excéntricos tocados con caras de gorilas en el respaldo, cientos de recortes de periódicos pegados en el fondo y muchos cuadros con reconocimientos a su nombre, José, un artesano empírico de 77 años de edad, oriundo de Galapa, cuenta que lo suyo no viene de tradición, porque en la historia de su familia fue el primero en interesarse por este oficio que desde niño le llamó la atención. “Cuando iba en camino para el colegio, en época de precarnavales, los ojos se me iban intentando mirar, entre los espacios de las cercas de los patios, a los artesanos vecinos que estaban haciendo las máscaras. Un día tomé valor y les pregunté sobre los materiales que se necesitaban para hacerlas. Me dijeron que eran el barro y la madera”. El cacareo de los gallos acompaña su relato y el imperceptible deslizamiento de


En escena

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José Llanos moldeando una máscara con arcilla.

su tapabocas alusivo al Carnaval de Barranquilla, deja en evidencia el bigote blanco con visos negros que le da una nueva imagen a su rostro. José cambia de postura en el sillón y continúa: “Cuando me dijeron que esos eran los materiales, me decidí por el barro para empezar a hacer mis máscaras, porque era fácil de conseguir, solo tenía que bajar al arroyo y recogerlo. Recuerdo que cuando empecé en esto tenía 10 años”. *** El Carnaval de Barranquilla es una fiesta tradicional colombiana que se caracteriza por la llamativa y mágica puesta en escena de las diferentes culturas e identidades de los pueblos de la región Caribe. La colorida celebración tiene una duración oficial de cuatros días, que inician el sábado de Carnaval y finalizan el martes, con la muerte de Joselito, un personaje símbolo de esta festividad por su entrega total a la parranda y al jolgorio, y cuya muerte,

aparentemente, por los excesos, representa la culminación de las fiestas. Durante estos días, se celebran múltiples eventos de manera simultánea y cada uno ofrece una muestra cultural emblemática diferente. Los trajes, bailes folclóricos y las máscaras son elementos primordiales en la celebración de estas fiestas, ya que, más allá de ser empleados para el entretenimiento de los espectadores, representan la vasta herencia cultural, resultado de la colonización de América. Las máscaras, en particular, tienen un significado trascendente, según lo comentado por el sociólogo Aser Vega en un conversatorio celebrado en julio de 2019 en la Universidad del Norte en Barranquilla: “Estas máscaras son la expresión del mestizaje en esta región, allí yacen rasgos de la tradición europea, africana e indígena”. Su valor como testimonio único de tradición es uno de los aspectos que influyó en la decisión de la UNESCO para, en 2003, declarar al Carnaval de Barranquilla una Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. *** Al fondo del garaje se encuentra el patio, un espacio con zonas al aire libre adecuado para funcionar como taller. Las máscaras sin terminar se encuentran por doquier, entre los múltiples ambientes donde se identifican los pasos del proceso por los que tiene que pasar una artesanía de este nivel: modelado, secado, empapelado y acabado. Tomando una olla de hierro con una mezcla espesa de color blanquecino, José Llanos se ubica frente a un brillante molde de arcilla con forma de zorro y se dispone a hacer una demostración del proceso creativo de fabricación de una máscara. Con una cuchara de palo revuelve la sustancia, y comienza a aplicarla en la zona del hocico del animal con delicados brochazos. “Esto que estoy aplicando es engrudo de almidón de yuca, un pegante tradicional que se prepara cocinando yuca rallada en agua hasta que toma una consistencia gelatinosa”. Luego, toma del piso un trozo del saco de papel donde se empaca la harina y lo rasga en retazos pequeños, ubica los trozos de papel en la zona previamente tratada y con la yema de

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En escena

El proceso es largo y dispendioso, pero el artesano ha ideado nuevas técnicas que le permiten avanzar más rápido.

los dedos realiza firmes movimientos circulares para que el material embadurnado tome la figura del molde. Una vez cubierta toda la pieza, la pone a secar al sol durante una hora y, después de endurecida, realiza nuevamente el procedimiento inicial. El objetivo es que la pieza tenga un grosor adecuado para su uso. “Hoy en día, yo tengo moldes, no solo de arcilla, sino de resina, madera y yeso, todos reutilizables. Anteriormente, los moldes de las máscaras de papel eran solo de barro, que es lo mismo que la arcilla, y como en esa época no existía la cera desmoldante, al momento de realizar el desmolde de la máscara, la figura de barro se destruía. Por eso, cuando me encargaban cincuenta máscaras de tigres, tenía que hacer cincuenta patrones en barro. Para evitar eso, me puse a pensar en formas que impidieran que las figuras base fueran de un solo uso. Hice mil intentos con grasa de animal y mantequilla para que a la hora del desmolde no tuviera que destruir el original. Sin embargo, cuando quería volver a usar los moldes en el siguiente carnaval, me encontraba con que las cucarachas se los habían comido”. Como artesano empírico, José cuenta que vivió muchas frustraciones y que todo su proceso se convirtió en un casi que interminable método de ensayo y error. Pese a eso, adquirió las destrezas en el manejo del barro y comenzó a

innovar en las formas y técnicas para la creación de máscaras. “En un inicio, los artesanos del pueblo hacían máscaras que imitaban la cara de los animales que veían en el campo, o sea, el burro, el perro, el pájaro, el toro y la del diablo. Yo fui quien trajo los animales de África a las máscaras de Galapa y me inspiré en los programas que veía en la televisión. Así fue como empecé a hacer las figuras de los gorilas, el león y la pantera”, señala, mientras baja de la pared la primera máscara que hizo: un tigre de expresión poco realista por su rasgos humanizados, con bigotes y pestañas largas de crin de caballo. *** El objetivo principal de las máscaras es el de esconder a la persona que las usa. En este sentido, el profesor en educación artística y técnico en esculturas de artes y tradiciones, Keith Paul Polo-Ibarra, sostiene que la principal función de la máscara es la de ocultar el rostro del portador y asociarlo más a la conducta desinhibida del animal representado. Él añade que “esa tradición proviene de la antigua Grecia, de la época en la que los hypokrisis o actores empleaban las máscaras para transmitir al espectador la fuerza y las propiedades de los demonios y animales por ellas representados”.

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En escena

En su taller hay cientos de máscaras que hablan de toda una vida dedicada a este arte. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Por su parte, el artesano José Llanos sostiene que las máscaras siempre fueron utilizadas para ocultar la identidad de las personas con orientaciones sexuales diferentes, que aprovechaban los carnavales para usarlas y dejar que fluyera su personalidad sin temor a ser juzgados. Asimismo, en su larga trayectoria como artesano, José ha recibido visitas de personas de África en su taller, que le han enseñado que las máscaras zoomorfas también son usadas en esas comunidades con el objetivo de ahuyentar a los animales salvajes que merodean por las aldeas. En este orden de ideas, el licenciado y experto en prehistoria Ladislao Castro, asegura en su artículo titulado “Arqueología cognitiva y máscaras prehistóricas”, publicado en 2014, que las máscaras han sido “tradicionalmente usadas de forma ritual para modificar con algún propósito el estado ordinario de conciencia”, y agrega que, cuando son utilizadas, las máscaras pueden hablar y ser escuchadas, así como ver y ser vistas, dando lugar así a uno de los principales usos de las mismas en el teatro y las ceremonias: “Las máscaras participan

del juego y la representación, de la palabra y la narración, de la memoria y del misterio, del drama y la comedia”. *** José se acerca a una mesa que recibe la luz del sol y, señalando una máscara que está en la etapa que precede a la pintura, asevera que todas sus creaciones son orgánicas: la arcilla se produce de manera natural, el papel con el que forra los moldes es reciclado, el pegante está hecho a base de yuca y el horno que usa para secar las diferentes capas de la máscara es el sol. “Las máscaras han evolucionado mucho. Antes trabaja con tres colores básicos que eran los que se conseguían de la naturaleza: el blanco, el negro y el rojo. Con esos colores tenía que ingeniármelas para hacer los patrones y diseños del animal que estaba representando. Todo lo que yo hago es con las manos, no uso ningún tipo de máquina. Pero mis hijos, sí. Ellos no son artesanos como yo, ellos son artistas, porque fueron a la universidad y aprendieron a usarlas”, comenta.


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Ahora se acerca al espacio donde almacena la arcilla, toma una de las bolas envueltas en bolsas de plástico y, mientras la presiona con sus pulgares, comenta que esa es la técnica que emplean para identificar si el barro está listo para ser moldeado: si la huella queda marcada, significa que está lista para ser usada. José Llanos ganó gran popularidad en el medio por la innovación en sus máscaras zoomorfas africanas y su técnica en el modelado y acabado de las artesanías. Así fue como la directora del Carnaval de Barranquilla S.A.S. lo contactó para que dictara cursos en colegios y universidades sobre las máscaras y su creación. Y, debido a la gran acogida que recibieron sus creaciones en el Carnaval de Barranquilla, en 1975 creó la comparsa Selva africana, ganadora de 19 Congos de Oro, distinción que se otorga al finalizar cada Carnaval a las mejores comparsas. Este grupo de danza folclórica tiene como tema principal de su coreografía la lucha entre las tribus africanas y los animales salvajes por la supervivencia. “Cuando mis máscaras llegaron al Carnaval de Barranquilla fueron un boom. Recuerdo que en una de las presentaciones de mi comparsa en el desfile de la Batalla de Flores, la encargada de la organización me dijo que no podía usar mi música, sino que tenía que usar la que ellos me estaban dando. Me molesté, les dije que así

no me iba a presentar y me llevé a los muchachos al desfile de la 17” —un evento secundario que ocurre al mismo tiempo que la Batalla de Flores—. “Al día siguiente, mi comparsa estaba en la primera plana del periódico, por encima de las que se presentaron en el desfile oficial”. El artesano ha sido condecorado en múltiples ocasiones por el Carnaval de Barranquilla S.A.S., la Gobernación del Atlántico y la Alcaldía Distrital de Barranquilla. Asimismo, ha sido invitado como jurado en concursos internacionales y a exponer sus obras en Portugal, Cuba, México y Panamá, así como en Río de Janeiro, lo que le ha permitido adquirir nuevos conocimientos y compartir los suyos. En 2013 se convirtió en el primer artesano en ser Rey Momo del Carnaval de Barranquilla. Durante su reinado promovió la cultura galapera de la artesanía de máscaras, reforzando la reputación del municipio como comunidad pionera de este arte. Hoy en día, es una tradición que todas las reinas del carnaval lleguen a su taller en Galapa e icen la bandera de su comparsa. “Por eso digo que el que persevera, alcanza. ¿Quién se iba a imaginar que de una bola de barro iba a salir todo lo que conseguí? Yo vine a esta vida a dejar huella, mi objetivo era dejar un legado y creo que lo he logrado, mis saberes los he compartido con todos”.

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Izquierda: Homenaje de Bavaria a José Llanos. Derecha: José Llanos y África, su perra, en el taller.

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La radionovela

del siglo XXI

10 Versiones le apuesta a la magia de la radio de antaño para contar diez historias diferentes, escritas por reconocidos novelistas colombianos, a partir de una misma trama. Conversamos con productores, actores y escritores sobre cómo fue hacer esta radionovela. Texto: María Alejandra Juliao Castillo maria.juliaoc@javeriana.edu.co Fotos: Archivo Particular

La primera temporada de 10 Versiones surge de la intención de RTVCPlay de fortalecer su contenido de pódcast de ficción, pero también de hacer un homenaje a la radionovela, un género popular en Colombia durante los años cincuenta y setenta del siglo pasado. Vincular a novelistas colombianos de renombre — como Margarita Posada, Alonso Sánchez Baute, Gloria Susana Esquivel y Santiago Gamboa— para contar distintas versiones de una misma trama a partir de diálogos, ambientación de escenas y acotaciones (notas descriptivas al margen de un guion que puntualizan los movimientos y acciones de los personajes en escena) demuestra que, aunque todo esté dicho, el enfoque y la perspectiva cambian el cuento. La magia detrás de los episodios que se lanzaron en agosto de este año en la plataforma de RTVCPlay es la sinergia entre productores, sonidistas, escritores y actores. Un trabajo en equipo que se puede escuchar desde la introducción de los episodios. Al inicio de cada una de las diez versiones suenan tres notas distintas de piano que evocan misterio y suspenso. De repente, se escucha un saludo amigable con la voz de la escritora y periodista bogotana Margarita Posada, quien coordinó el proyecto con los demás autores y creó el nudo de la situación j unto a Juan Baquero, director de contenidos de RTVCPlay. Entonces, mientras la novelista presenta el pódcast, el piano suena más alegre. Finalmente, Margarita dice: “Cada uno de estos escritores ha tenido que partir del mismo nudo narrativo: un hombre exitoso, que trabaja en una firma con dudosa reputación por malversación de fondos en grandes proyectos, aparece muerto, aparentemente por suicidio. La autopsia indica que hay rastros de alcohol y barbitúricos en su sangre. Al inspector de policía que le delegan la investigación no lo convence lo del suicidio, por lo que se da a la tarea de indagar lo sucedido con las personas más cercanas al occiso: su abnegada esposa, su amante en secreto y su mejor amigo, que es gay. ¿Quieren saber qué pasa por


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la cabeza de cada escritor al proponerle este problemita? Acompáñenos entonces a escuchar 10 Versiones, un pódcast hecho a la vieja usanza de las radionovelas, donde la misma historia toma nombres, hechos, lugares y rumbos muy diferentes”. Esa fue siempre la intención: que con cuatro personajes y una situación detonante, cada novelista siguiera el hilo a su manera. “Queríamos que esos capítulos representaran la forma única que tiene cada escritor para narrar desde los estilos literarios que representan”, dice Juliana García, una de las productoras de RTVCPlay encargadas de este pódcast. Por eso mismo, García habla de la diversidad de plumas que hicieron parte de esta temporada, pues los autores escogidos son de distintos géneros, edades y territorios.

Daniel Medina, productor e ingeniero de sonido a cargo de 10 Versiones en Mezuena, explica: “La parte más complicada es que todo está en la mente del oyente. Una vez se tiene un guion atractivo, que lo enganche, debemos ayudarle a recrear el momento, el lugar donde todo está sucediendo, si es de día o de noche, si los personajes están dentro de una casa o afuera…”. A pesar de lo retador que puede ser estimular la imaginación de la audiencia, la combinación de la tecnología actual y el foley tradicional les

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La novelista Margarita Posada escribió uno de los episodios de 10 Versiones y trabajó en la coordinación del pódcast.

Pero escribir libros no es lo mismo que hacer literatura para un formato sonoro. Todo lo que se puede contar con las herramientas de la descripción literal en papel, tiene que ponerse en la voz de los personajes y en las acotaciones teatrales para ambientar las escenas. “Escribir para audio es, sin duda, distinto. Hay un trabajo en equipo que no se tiene en la escritura literaria, y se pueden usar todas las herramientas de la dramaturgia. Con las acotaciones podíamos dar indicaciones muy puntuales para que los actores interpretaran a los personajes con cierta emoción, sin que se tuvieran que referir verbal o literalmente a tal sentimiento. Pero también juega un papel muy importante el equipo que hace el diseño sonoro”, señala Margarita. Tal como en las radionovelas, el éxito de 10 Versiones está en transportar al oyente a los escenarios de las historias. Mezuena Producciones, empresa de producción, diseño y mezcla de audio, estuvo a cargo de ese proceso de grabación y posproducción. Transformaron los textos en imágenes mentales para la audiencia con ayuda de la interpretación de los actores, la musicalización y los efectos del foley, que es una técnica utilizada en cine, televisión y animación para emular sonidos cotidianos al grabar con micrófonos especiales diversos objetos que se golpean o se mueven, por ejemplo, dos cocos que se chocan para producir el sonido del galope de un caballo.

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ha dado más herramientas a los productores. “Hoy en día contamos con bancos casi infinitos de efectos sonoros, gracias a la digitalización, pero igual usamos foley porque con él evocamos aquello que no se puede recrear con los bancos de sonido. Por ejemplo, si el personaje tiene una taza de café en sus manos, la pone sobre la mesa, posteriormente corre la silla y se pone de pie, todo eso hay que hacerlo con foley”, dice Daniel.

Mezuena Producciones estuvo a cargo del proceso de grabación y posproducción.

Ha pasado más de medio siglo del furor de las radionovelas, pero los artistas foley siguen realizando su trabajo de una manera parecida a como se hacía en ese entonces. Cuando hay una discusión en las escenas, toman objetos de metal y los golpean para simular forcejeos, pues se trata de engañar al cerebro haciéndole creer que algo está pasando, aunque ese algo no sea exactamente lo que sucede en cabina. Sin embargo, uno de los cambios más relevantes es que antes el foley se hacía en la misma cabina en la que los actores grababan las voces y al mismo tiempo en que se transmitía el programa en vivo. No existía la tecnología para que todas las partes que componen la radionovela se ensamblaran en la posproducción, como sucede en la actualidad. “Hacemos el set dentro de un estudio de grabación, donde tenemos todos los elementos que necesitamos para recrear sonidos. También están los diferentes micrófonos para captar tonos agudos o bajos y otros micrófonos en el piso para grabar pasos, todos conectados a una consola de grabación”, explica Daniel. “Sentarse a escuchar la historia completa y darles textura a las cosas que suceden para llevar a los oyentes a un espacio real, a una situación inmersiva, es muy interesante”, afirmó Luis García, el artista foley de este pódcast, en el lanzamiento del proyecto en la más reciente Feria Internacional del Libro de Bogotá. Diego Ramos, también productor de RTVCPlay para el pódcast, añade: “Que los actores lograran capturar, interpretar y transmitir la esencia de los personajes, que tienen rasgos y cualidades tan diferentes, fue uno de los factores más importantes”. Nathalia Gutiérrez, Jorge Rebollo, Andrea Martínez y Óscar Cuestas fueron los cuatro

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actores vocales que dieron vida a las diez historias. Nathalia fue siempre la amante; Jorge, el mejor amigo gay; Andrea, la esposa del difunto, y Óscar, el investigador del caso. Uno de los mayores retos fue que en cada versión sus personajes eran muy diferentes. La versatilidad que debían adoptar para hacer un personaje y, de repente, darle otra personalidad y situarlo en otra historia fue un gran desafío. “Se trataba de un control alt suprimir, hacer un reset y pasar al siguiente episodio; es parte del profesionalismo”, sentencia Jorge Rebollo, actor bogotano de potente voz que también trabaja en publicidad. Para la actriz y cantante capitalina Nathalia Gutiérrez, más conocida como Nara, el proceso no fue sencillo. Si bien ya había hecho doblajes y telenovelas como La venganza, La tormenta y El zorro, esta era su primera experiencia en radio. “La preocupación está en sonar natural sin que el oyente sienta que estoy leyendo, algo necesario cuando se respetan todas las pautas del escritor y se es completamente fiel al guion”, cuenta Nara.

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La actriz Natalia Gutiérrez se estrenó en el formato de la radionovela con su interpretación en 10 Versiones.

Por eso la preparación de cada actor es de suma importancia, porque para que la grabación se sienta natural y logre atrapar verdaderamente al oyente, es necesario entrar en el personaje, crearlo, estudiarlo y practicarlo. Andrea Martínez, quien estudió cine y educó la voz desde pequeña en medio de locutores, actores y cantantes que se convirtieron en sus colegas, expresa: “Necesito varios días para leer el texto y dejar que permee mis sentimientos, para que así se sienta genuino cuando yo lo lea. La clave está en la conexión con esa lectura, de tal forma que cuando tenga que grabar, pueda imprimir las emociones que recibí del escritor”. Una vez estudiados los guiones, que llegaron días o semanas antes de las grabaciones, los actores se reunieron con el director, quien cumplía la esencial labor de ser un puente entre lo que los escritores plasmaron en sus versiones y lo que los actores interpretarían. “Cuando nos reunimos con el director, preparamos a los personajes, les buscamos el mood adecuado, los matices y el punto de homogeneidad en la interpretación para lograr

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El actor vocal Jorge Rebollo en una de las grabaciones.

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conexión y que se escuche todo real”, recuerda Jorge Rebollo. Se podría pensar que cuando los actores vocales graban, en el estudio no hay movimientos, pero lo que sucede en la cabina es completa expresión corporal. “Me muevo y gesticulo mucho, eso ayuda demasiado a meterse dentro del personaje, porque expresar con el cuerpo se refleja en la voz. Realmente estamos actuando la escena”, cuenta Jorge. “Lo esencial es creérsela, encarnar el personaje, prestarle voz y cuerpo y entender lo que ese personaje está viviendo. Uno debe tener la capacidad de ser como un niño que se mete en el papel del superhéroe cuando juega; si no es así, las cosas quedan de boca para afuera, no se siente la escena y queda falso, falta naturalidad”, agrega Nara. Para estos actores, saber escuchar es la mejor forma de prepararse. En las calles o cafeterías están siempre atentos, toman como referentes a personajes públicos, sus familiares o amigos, pues al final todo se transforma en información auditiva que recogen del día a día y ponen en práctica cuando la necesitan. Lo mismo sucede

con los acentos, pues es un juego de imitación que ganan cuando logran pasar inadvertidos y camuflarse entre paisas, costeños o caleños. Además, realizan ejercicios que les son útiles para vocalizar mejor, calentar las cuerdas vocales y practicar la respiración diafragmática. La experiencia para la viuda, el mejor amigo, la amante y el inspector fue enriquecedora, aunque el hecho de haber grabado en plena pandemia fue un obstáculo. “No podía haber más de dos personas en el estudio, entonces a los otros dos actores los escuchábamos grabados o en videollamadas, lo cual hacía complejo lograr naturalidad y sincronía”, recuerda Nara. “En las radionovelas los actores están mirándose, los micrófonos están cerca y hay cierta interacción que posibilita reacciones más genuinas, cosa que era imposible por los protocolos de bioseguridad”, añade Jorge. Sin importar esos tropiezos, el resultado final es un seriado de diez historias muy diferentes y que atrapan al oyente. Por ejemplo, la historia de Margarita Posada se desarrolla en la reunión de un grupo de alcohólicos anónimos donde Ignacio está a


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punto de confesar un homicidio y, de repente, su amiga, Agustina, le habla de un modo pasivo-agresivo, recordándole cómo los amigos están siempre para apoyarse y se cubren las espaldas. Una escena de suspenso que confirma la sospecha del investigador del caso, quien, encubierto, hace parte de los asistentes a alcohólicos anónimos. “Yo no habría querido que el acento caleño de uno de mis personajes fuera tan exagerado, sino más neutral. Pero esas cosas pasan cuando la historia no es solo de uno como escritor, sino que es la creación de muchas otras personas, como directores y actores”, confiesa Margarita, y agrega: “Cada escritor mostró su universo: Gonzalo Mallarino, supercostumbrista; Santiago Gamboa se inclinó hacia la novela negra y el misterio; Juan Cárdenas hizo una historia con humor fino, y Alonso Sánchez, como yo, hizo algo muy intimista, voces en monólogos y la primera persona presente, como en sus novelas”. Alonso Sánchez Baute, escritor vallenato de obras como Al diablo la maldita primavera (2002), De dónde flores si no hay jardín (2015) o Leandro (2019), dice que el gran reto para él fue pasar de escribir literatura, a hacerlo para formato de pódcast. “Entonces lo que hice fue dar algunos datos de la historia y de los demás personajes desde la voz del inspector, y situar el lugar en el que sucedían los hechos. Eso dice mucho y se logró con la ambientación que relucía en el transcurso de la historia”, cuenta el autor. La atención de Alonso se enfocó en construir completamente al personaje principal. En este caso, a Eliseo Antonio, un ingeniero con delirios de grandeza y sed de reconocimiento que se suicidó o que fue asesinado después de escándalos de corrupción en su fallido viaducto que conectaría a Bogotá con el Pacífico. Nombres como Soraya Marcela, Faride y Brandon Antonio Figueras, inspirados en las antiguas telenovelas venezolanas, están en la lista de sospechosos del inspector, quien le cuenta al oyente lo que piensa mediante monólogos que tienen aún más color y misterio gracias el hablar pausado y profundo del actor vocal Óscar Cuestas. “Aquí es donde vale la pena que la pieza que escribe el novelista se llame guion, porque

está guiando a muchas personas para que todas pongan algo, porque sin los aportes de todo el equipo, la historia no sería verosímil”, concluye Margarita. Al final, es la unión del trabajo de más de 20 personas —entre productores de contenido, escritores, actores, sonidistas y productores del pódcast— lo que hace que la idea de 10 Versiones se convierta en algo tangible. La sincronía del proyecto la dieron las historias, las interpretaciones, el foley, la musicalización, los efectos y la masterización final del pódcast. Esa era, precisamente, la magia de las famosas y exitosas radionovelas que hace más de ochenta años llegaron a Colombia desde Cuba. Igual que 10 Versiones, nacían de una buena trama, y con los elementos sonoros llevaban a cada persona a imaginar cómo se veían Kalimán y Solín, o lo que eran las escenas de El derecho de nacer y los paisajes detectivescos de La ley contra el hampa, o la idealización de Arandú, el príncipe de la selva. Aunque la llegada de la televisión mermó el encanto de lo sonoro, sobre todo de estos dramatizados, la popularidad del pódcast ha vuelto a traer las radionovelas. Si bien se trata de una audiencia de nicho, el interés por producir y escuchar estos contenidos va en aumento. Por eso, RTVCPlay prepara la segunda temporada de 10 Versiones, con algunos escritores nuevos, otra trama inicial y otros actores, esta vez de teatro. Una apuesta que será muy interesante.

En agosto de este año se lanzó esta radionovela en la plataforma de RTVCPlay, en la que un grupo de escritores contó diez historias a partir de una misma trama. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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El cine hace posible que uno pueda entender al otro Laura Mora

Texto: María José Castillo Revelo ma.castillo@javeriana.edu.co

La directora y guionista Laura Mora. Foto: Juan Cristóbal Cobo.

Laura Mora es directora de cine y guionista hace más de diez años. A través de su lente se ha acercado de forma realista y sensible a la violencia en Colombia. Ha dirigido series, cortometrajes y comerciales, pero es en sus largometrajes donde aparece su voz de manera más intensa. Matar a Jesús (2017) es su primera gran película, que además ha sido galardonada en varios festivales internacionales. En este momento se encuentra trabajando en su segundo largometraje, Los reyes del mundo (2022), en el cual espera plasmar su mirada más profunda por medio de este arte.


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Laura Mora nació en Medellín en 1981. Y nacer en esa ciudad y en un país tan convulsionado como Colombia, fue lo que quizá terminó marcando su camino como cineasta, pues en el 2002 la tragedia la tocó profundamente cuando su padre fue asesinado por un sicario. Ese suceso no solo cambió su vida y la de su familia, sino que la impulsó a tomar la decisión de irse a vivir a Australia, donde trabajó y terminó estudiando dirección y producción de cine. Una noche, estando al otro lado del mundo, tuvo un sueño: estaba en un mirador desde donde se veía Medellín, sentada junto a un hombre joven, de la misma edad que ella. Él la miró y le dijo: “Me llamo Jesús y yo maté a su papá”. Ese sueño fue el que la motivo y la orientó para escribir el argumento central de la que sería su primera película, Matar a Jesús (2017), un largometraje dramático que cuenta la historia de Paula, una mujer que conoce al sicario que asesinó a su padre y que descubre que este hombre es una víctima más de la difícil situación del país. La película es un relato semiautobiográfico, que destaca por un casting

de actores naturales y locaciones reales, así como por la capacidad de dar vida a una historia de violencia que se acerca a la humanidad del fenómeno.

Los reyes del mundo (2022), su próximo proyecto, se terminó de rodar a mediados de septiembre y es su segundo largometraje. En esta película cuenta la historia de cinco jóvenes de Medellín que viven en condiciones vulnerables y que emprenden un viaje hacia el bajo Cauca en busca de una tierra que uno de ellos ha heredado. Actualmente, Laura lleva varias semanas en sala de edición y aún está por definirse el lugar de estreno de esta película que saldrá el próximo año. Sin embargo, estas dos películas no son los únicos trabajos de esta directora cuyo talento ya se reconoce tanto en el país como en el exterior, pues su hoja de vida muestra una trayectoria larga y prometedora. Empezó en Melbourne, donde dirigió sus primeros cortos, West (2006) y Brotherhood (2007); cuando regresó a Colombia, en el 2008, ganó el premio del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico

Matar a Jesús fue la primera película de esta directora. Foto: Héctor Álvarez. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Me parece importante el cine porque nos permite acercarnos a una mirada lo suficientemente sensible que va a permanecer en uno para siempre y que quizás hace que uno no vuelva a mirar las cosas de la misma manera ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Matar a Jesús fue una película con tintes autobiográficos y en la que participaron actores naturales. Foto: Héctor Álvarez.

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(FDC) para la producción del cortometraje Salomé (2011). En el 2013, también ganó el premio de Desarrollo de Guion del FDC con el largometraje Matar a Jesús, película con la cual ha ganado más de 25 premios nacionales e internacionales. Adicionalmente, ha trabajado como directora y codirectora en distintas producciones para televisión y en plataformas como Netflix, por ejemplo, en Pablo Escobar: el patrón del mal (2012), Frontera verde (2019) y El robo del siglo (2020). Directo Bogotá (DB): ¿Cómo describe su forma de hacer cine? Laura Mora (LM): No hay fórmulas y el problema es pensar que las hay. Yo no tengo una y soy bastante antiacadémica en ese sentido. No me considero tan guionista; es decir, tengo el crédito de guionista en mis películas, que son Matar a Jesús y en la que viene, Los reyes del mundo, pero comparto la escritura siempre con algún coguionista que invito a trabajar. Soy más directora que guionista, casi siempre tengo unas ideas que vienen del mundo de lo visual y de la abstracción, no tanto de la palabra. DB: ¿Cómo ha sido su proceso creativo? LM: No tengo una filmografía muy extensa, van a ser dos películas con Los reyes del mundo y son dos películas totalmente distintas que

vienen de procesos diferentes. Hago trabajos muy grandes en los que me concentro mucho en pensar y en nutrir el mundo del que quiero hablar y las ideas e interrogantes que quiero plantear. Leo y hablo mucho, la conversación para mí es una parte fundamental del proceso creativo. Escribo de forma bastante desordenada, no hago biografías de los personajes y no necesariamente escaleteo; es más una inmersión mía en el mundo que quiero construir. DB: ¿Cómo se consolida un estilo propio y se define una mirada auténtica como directora? LM: Siento que es importante que el estilo se vaya nutriendo y la mirada se vaya profundizando; es algo permanente. Es decir, espero no ser la misma hoy, a mis 40 años, que la que a sus 35 años hizo Matar a Jesús. Se trata también de unas obsesiones que tengo como ser humano y que creo que me van a acompañar toda la vida, que tienen que ver con la justicia, la violencia y la manera que tenemos de relacionarnos los seres humanos. Lo que yo espero es que cada vez mi mirada sea más compleja y que los años me den la posibilidad de hacer preguntas más profundas que vengan acompañadas de una forma también más profunda. Esa mirada afecta los aspectos formales, que es a lo que uno coloquialmente se refiere como el estilo.


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DB: ¿Cómo ha sido su experiencia de rodaje? LM: Para mí no hay un punto de encuentro entre lo que he rodado. Escobar, el patrón del mal fue el primer proyecto que hice para televisión; fue algo masivo: eran 60 capítulos, de los cuales dirigí más o menos 30, es un modelo de producción mucho más industrial de 10 meses de rodaje, donde no hay tiempo, y la base del cine es el tiempo. En la televisión hay que combatir contra ese tiempo. Son dos modelos totalmente diferentes en ese sentido y, para mí, la diferencia fundamental entre televisión y el cine es esa. Lo que hice para Netflix también es diferente, en Frontera verde dirigí cuatro capítulos, y en El robo del siglo, tres. Son experiencias muy distintas a Escobar, el patrón del mal, porque en esas producciones sí valoran un poco más el tiempo y la visión de uno como director y también son menos capítulos. Esas series siguen siendo un modelo mucho más industrial que un largometraje, pero son espacios muy valiosos que permiten tener experiencias de dirección muy interesantes.

donde nunca ha importado que yo sea mujer; eso me ha dado unas herramientas para enfrentar el mundo y el cine como un territorio predominantemente masculino. Creo que cuando ya estaba grande me di cuenta de que la mayoría de las películas que veía y que me encantaban eran dirigidas por hombres. Yo dirijo hace más de diez años de manera constante, he recorrido muchos sets y tengo que decir que es impresionante cómo ha ido cambiando la cantidad de mujeres que hay en cámara, dirección de fotografía, luces y dirección. A veces también me abruma que se hable del cine colombiano como un cine de hombres, porque ha habido más hombres directores, aunque la inmensa mayoría de las películas importantes en este país en los últimos años también las han hecho posibles las mujeres, que han sido las productoras o han ocupado otros cargos. Cuando se habla de “cine de hombres” se las ignora a ellas, y a mí eso me parece muy delicado, porque es casi como decir que sin mujeres directoras no vale la pena el papel de la mujer.

DB: ¿Ser mujer ha marcado de alguna forma el desarrollo de su ejercicio de dirección?

DB: ¿Qué piensa sobre el cine que se hace hoy en día?

LM: Es muy difícil esta pregunta porque mi respuesta siempre es muy desconcertante. Ha sido un privilegio para mí venir de un hogar

LM: Creo que hay diferencias en la mirada. Siento que la generación de hoy se pone en el centro de la narración; en ese sentido, me

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Lo que más me sirvió de Matar a Jesús es que fue un acto liberador frente a la muerte de mi papá, que era algo que llevaba atascado muchos años y un dolor del que yo tenía mucho por decir ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

La actriz Natasha Jaramillo en el Rodaje de Matar a Jesús. Foto: Héctor Álvarez.

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Laura Mora nació en Medellín y estudió dirección y producción de cine la universidad RMIT, en Melbourne, Australia. Foto: Julián Gaviria. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Todo es difícil al hacer una película, no hay un solo momento de sosiego ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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identifico más con autores de otras épocas, que ponían sus preocupaciones por el mundo como el centro de su obra, más que a sí mismos. Mis preocupaciones son más por el mundo y por las relaciones humanas, que obviamente pasan a través de mi mirada y ahí estoy yo, pero no me interesa ponerme a mí como el centro.

imagen y ser activo frente a eso, hacer interpretaciones propias. El arte nos ha enseñado que, finalmente, quien termina la obra o la determina es el espectador, la experiencia con él es vital porque el cine existe por la mirada del autor y la mirada del espectador.

DB: En otras entrevistas se ha referido al cine como una “meditación a través de la escena”, ¿qué papel tiene el espectador en esa meditación y cómo es su relación con él?

LM: El cine permite entender un poco más la complejidad del mundo, de la experiencia de estar vivo, de habitar y ser parte de la historia y del momento en el que estamos. Me parece importante el cine porque nos permite tener una mirada sensible del mundo que va a permanecer, hay instantes en una película que se quedan en uno para siempre y que quizás hacen que uno nunca vuelva a mirar las cosas de la misma manera. El cine hace posible que uno pueda entender al otro, así el otro sea lejano, y eso me parece casi milagroso.

LM: Al hacer cine uno está entablando una conversación a partir de las imágenes con el otro, y ese otro es un desconocido que va a la sala de cine y es a quien uno quiere hacer sentir cosas. Al dirigir, uno se puede dar el lujo de muchas cosas, menos de no hacer sentir nada al otro. Cuando digo “sentir” no es reír o llorar, es sentir la complejidad de la

DB: ¿Por qué eligió el cine como su lenguaje?


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DB: ¿Qué es lo más complejo de hacer una película propia? LM: La construcción de la imagen, de la idea y del guion es supercompleja, porque uno debe estar absolutamente vulnerable y expuesto. Por lo menos a mí me parece que si la idea no te deja dormir, vale la pena. También está la frustración, porque además tienes que aplicar a miles de fondos de los que dependes para hacer la película; muchos te los ganas, otros no, y tienes que resistir y creer que es importante lo que estás contando. Realmente, creo que todo es complicado al hacer una película, no hay un solo momento de sosiego. DB: ¿Qué fue lo que más la marcó de hacer Matar a Jesús y de la trayectoria que ha tenido hasta hoy la película? LM: Matar a Jesús ha sido el aprendizaje más grande que he tenido; además, fue un acto liberador frente a la muerte de mi papá, que era algo que llevaba atascado hacía muchos

años. Encontré que la forma narrativa permitía ponerle orden a un montón de cosas en mí que habían sido muy desordenadas, y a través de la película me permití hacer esa catarsis. Siento que luego de Matar a Jesús puedo relacionarme más libremente con las imágenes y con el cine, y eso solo pudo ser posible por haber hecho esta película. DB: ¿Qué películas colombianas recomendaría en este momento? LM: Las tres que tengo más frescas, Memoria (2021), de Apichatpong Weerasethakul, que me parece un peliculón; Las razones del lobo (2020), de Marta Hincapié, un documental que me pareció impresionante y que creo que todo el mundo debería ver, porque es muy iluminador y lúcido sobre nuestra historia. Y, por último, la película de Mercedes Gaviria, el documental Como el cielo después de llover (2020), que indaga un poco sobre su relación con Víctor Gaviria, su papá.

Laura Mora ha participado en distintos proyectos como Pablo Escobar: el patrón del mal (2012), Frontera verde (2019) y El robo del siglo (2020). Su próxima película se titula Los reyes del mundo y la terminó de grabar a mediados de septiembre. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Foto: Héctor Álvarez.

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Teatro a ciegas y con aroma a café

Teatro, música, literatura, café y una entrada al mundo de lo multisensorial es lo que ofrece Café a Ciegas. Una obra de teatro que no se puede ver, pero en la que se puede oler, sentir, escuchar y saborear, desarrollada por ciegos para cualquiera dispuesto a salir de su zona de confort y alimentar su empatía por medio del arte. Texto y fotos: Nicolle Valentina Vargas Polo vargasp-nicolle@javeriana.edu.co De izquierda a derecha, Claudia, José David, Tatiana, William, Jackie y Carlos.

“Gracias por renunciar a la luz y abrir las puertas de tu piel”, susurra una voz suave que te recibe al entrar en aquel salón oscuro mientras te toma de la mano. Son las cinco y veinte de la tarde y el frío de la capital comienza a ganar protagonismo en medio de la lluvia. El sitio donde se presenta la obra, una de las sedes de la Sociedad de Administradores de Empresas Javerianos, ubicada en el barrio La Castellana, en Bogotá, tiene las puertas abiertas para recibir a los espectadores. Un agradable aroma inunda el lugar; es de esos aromas que agudizan los sentidos, evocan momentos, transportan a lugares y, a la vez, hacen parte de la cotidianidad. Huele a café recién preparado, tan caliente que casi hace que se olvide el frío.


En escena

El aroma es acompañado por los susurros de las personas que, con la boleta amarilla en la mano, esperan en fila para entrar adonde se lleva a cabo la función. El nombre de este proyecto le da rienda suelta a la imaginación: Café a Ciegas. Y el único indicio de lo que puede suceder durante la presentación está grabado en aquel papel de color primario: “Disfruta de una experiencia única y pionera en Colombia. El teatro, la música, la literatura y un exquisito café te conducirán por los caminos insospechados de lo multisensorial y lo humano”. La fila comienza avanzar. La entrada al salón está cubierta por una tela negra y solo se puede ingresar de a uno en uno. En cuestión de segundos, todo está oscuro; el ceño, fruncido; el cuerpo, rígido. Caminar ya no resulta tan fluido cuando no hay luz. Después de un par de pasos suspicaces, se sueltan las manos y, por unos instantes, el sentimiento de desamparo se apodera del cuerpo. Ahora, por el sonido de sus palabras, se puede saber que el guía está delante. Pide que levantes la mano y la apoyes encima de su hombro. Una tarea un tanto compleja para quienes no están acostumbrados a ser despojados de la visión.

la falta de recursos pero aprovechando su experiencia en el mundo del teatro, en el 2018 reformuló la idea y constituyó a Café a Ciegas como una empresa que diseña, produce y comercializa experiencias multisensoriales. En este sentido, el emprendimiento organiza obras teatrales con diferentes temáticas, en las cuales busca estimular todos los sentidos, excepto uno: la visión. José David ha descubierto, con el paso de los años y después de varias investigaciones, que el aprendizaje a través de lo multisensorial les abre un nuevo mundo de posibilidades a las personas con y sin discapacidad. “A una persona ciega se le enseña cómo es una manzana haciendo que la toque, la corte, reconozca su olor, la coma y cuente las semillas. La experiencia de aprendizaje en este caso es más enriquecedora que solo mostrar la fruta y escribir su nombre en un papel”, sostiene José David. Lo anterior va en concordancia con lo propuesto por el neuropsicólogo Alexander Luria en su libro Sensación y percepción, publicado en 1984, en el cual asevera que las sensaciones “constituyen la fuente principal de

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William y Jackeline esperando que el café termine de filtrarse.

—Repite después de mí —continúa susurrando la voz mientras caminan—: Señora de las penumbras, que en mi piel moras, guíanos por los senderos de la justicia y danos el don de la renuncia para entender a los demás como a mí mismo. ***

Café a Ciegas: una experiencia que pone a prueba los sentidos, es el nombre de la obra dirigida por José David Díaz, un músico ciego de nacimiento que ha basado su carrera en defender los derechos culturales y artísticos de la población con discapacidad. José David tiene cuarenta años y cuenta que su ceguera lo ha llevado a vivir situaciones incómodas, desde la exclusión académica y la discriminación, hasta la dificultad para trabajar en Colombia. Partiendo de esas vivencias, José David decidió crear Café a Ciegas, una empresa que inicialmente iba a ir dirigida a la venta de café en un local atendido por personas con la misma discapacidad que él. Sin embargo, debido a

59


En escena

Café a Ciegas es una experiencia sensorial, en la que esta bebida se combina con música, literatura y teatro. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Juan Pablo en el piano y José David en el violín durante el ensayo.

nuestros conocimientos acerca del mundo exterior y de nuestro propio cuerpo. Son canales básicos por los que la información sobre los fenómenos del mundo exterior llega al cerebro y le da al hombre la posibilidad de orientarse en el medio circundante”. Así, al tener dentro de sus objetivos ofrecer un producto verdaderamente inclusivo, José David estructura la puesta en escena de tal manera que la estimulación estratégica de las sensaciones sea el centro de la obra, para que todos, sin importar si tienen alguna discapacidad, puedan disfrutar de la función teatral. *** Después de una torpe pero corta caminata con la mano aferrada al hombro del guía, se llega al asiento. Se puede sentir que hay una mesa en frente, las manos se vuelven curiosas y quieren tocarlo todo. Se estiran sobre la superficie en busca de algo que les parezca familiar. No hay nada. El silencio se apodera del espacio. Parece que el salón solo contuviera la soledad de la oscuridad. Luego, la voz de una mujer llamando a sus ovejas comienza a retumbar en las paredes del lugar, interrumpiendo aquel intento por agudizar los sentidos restantes.

A los gritos, risas y llantos del monólogo de la pastora los acompañan efectos producidos ahí mismo: se puede escuchar la lluvia dentro del lugar, la brisa que mueve las hojas de los árboles y los balidos de las ovejas al correr por todo el espacio. La forma en la que se perciben estos efectos sonoros mantiene a las personas a la expectativa. La localización del sonido se convierte en pieza clave para capturar la atención de los asistentes: en un instante parecen estar produciéndose justo a tu lado, y en otro los efectos parecen estar sonando en la esquina más recóndita del salón. La cabeza se mueve en busca de la fuente del sonido, al igual que lo hace un ciervo al reconocer que está siendo acechado por el cazador. Ahora el cuerpo se encuentra receloso, preparado para sentir hasta el más mínimo roce, pero no sabe que está a punto de experimentar las emociones por medio del pellejo. Nunca antes el dicho “a flor de piel” había tenido tanto sentido como ahora. El piano, el violín y la voz del tenor se toman la función. Las vibraciones de los instrumentos, junto con el sentimentalismo en la interpretación vocal del cantante, hacen que el entrecejo deje de estar fruncido y comience a relajarse. Al finalizar la tonada, aparece una voz masculina que se hace llamar Fernando Vidal Olmos: habla como un hombre medieval y su monólogo gira entorno a los problemas que adquirió por consumir café, una bebida de índole injuriosa para la religión en aquellos tiempos. Muchas voces comienzan a susurrar mientras se acercan y se alejan en repetidas ocasiones. La tristeza y la zozobra se sienten en las entrañas al enterarse, de primera mano, sobre la manera en la que un ciego percibe las injusticias y la discriminación, y la abrumadora pero inverosímil resiliencia con la que asumen cada una de las situaciones que la vida les pone. El aroma del café se ha intensificado de tal manera que es imposible que pase inadvertido. De repente, unas manos se apoyan en tus hombros. La piel se eriza. La ceguera se ha convertido en la protagonista y con una voz grave se nos da la bienvenida a la “Secta de los Ciegos”. ***

60


En escena

Café a Ciegas está conformado por veintiún integrantes, entre ellos, actores, músicos, publicistas, administradores, cantantes y técnicos, de los cuales catorce presentan diferentes discapacidades. Lo que motivó a José David a llevar a cabo su emprendimiento es la posibilidad de generar empleos para discapacitados y, de esta manera, contribuir a acabar con la creencia de que una condición de este tipo invalida las habilidades de una persona. Y pese a que no ha alcanzado por completo el objetivo final, en el camino él ha logrado beneficiar a muchas personas. La percepción de José David no está lejos de la realidad, pues, según el DANE, en noviembre del 2020, en Colombia hay casi tres millones de personas con, por lo menos, una discapacidad, y de esa cifra, el 62 % corresponde a personas con dificultad visual. En el mismo informe se afirma que, con base en las estadísticas, aquellos con discapacidades tienen dificultades en el acceso e inclusión laboral en comparación con aquellos que no tienen una condición de este tipo. Por su parte, según un artículo publicado en marzo del 2021 por el Instituto Nacional para

Ciegos, a pesar de que “las personas ciegas se encuentran cualificadas para trabajar y cuentan con las competencias y capacidades requeridas para desempeñarse laboralmente, son muy pocas las oportunidades profesionales que tienen, debido a los imaginarios del sector empresarial frente a la discapacidad visual”. *** Un día antes de la función, con el salón iluminado para poder apreciar las técnicas que aplican algunos de los integrantes de la obra en la preparación de la bebida protagónica del evento, Jackeline, ciega de nacimiento y con la piel blanca como el nácar por su albinismo, se dispone junto con William, también ciego, a preparar el café tal como si lo hicieran durante la presentación. Conocen perfectamente la ubicación de los elementos. Mientras el agua se calienta en el hervidor eléctrico, los baristas se dan a la tarea de organizar las herramientas necesarias para hacer café con el método chemex. —Este método para preparar café fue inventado por un químico alemán —explica William, mientras toca con la palma de su mano la olla para medir la temperatura—, y consiste en

Este proyecto está conformado por 21 integrantes, cuyo objetivo es ofrecer una reflexión sobre la discapacidad con un propósito inclusivo. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Método chemex de preparación del café.

61


En escena

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Jackeline toma su café.

verter el agua caliente en este filtro —señala un cono de papel, y Jackeline, a su lado y con una sonrisa de oreja a oreja, levanta el de ella cual modelo de comercial— que contiene nuestro café. Una vez el agua alcanza la temperatura ideal, sin decir ni una sola palabra, pero con una sincronización olímpica, comienzan a verterla con movimientos circulares en el filtro que está encima de un recipiente de vidrio. Ambos tienen la misma postura y se detienen al mismo tiempo. Acercan sus cabezas a los recipientes para escuchar el momento en el que las gotas dejan de caer y retoman la postura anterior para continuar vertiendo el líquido. Minutos más tarde el recipiente está lleno de café, y el salón, completamente aromatizado. Toman cada pocillo y lo acercan a su cabeza, mientras que con la otra mano sirven la preparación. Todos quedan llenos por igual y no se desperdicia una sola gota. Con delicadeza y destreza ubican los pocillos sobre la mesa. Al tiempo que disfruta su bebida caliente, Jackeline cuenta que Café a Ciegas le ha dado

vida: “Antes de llegar a Café a Ciegas me dedicaba a ser empleada de servicios generales y no tenía muchos estudios. Ahora terminé el bachillerato, he recibido capacitación en barismo con el profe Jon Dech, que es un barista profesional y entrenador certificado en las técnicas de la preparación del café, y he hecho cursos de manipulación de alimentos y atención al cliente”. Por su parte, William menciona que su ceguera se debe a una retinitis pigmentosa diagnosticada a los cinco años y que un par de años después lo dejó sin visión: “Antes de Café a Ciegas tuve cigarrerías y tiendas. Jamás me imaginé hacer parte de una obra de teatro, pero me gusta lo que hago en la función y me gusta ayudar a que las personas puedan vivir por un momento la experiencia que nosotros vivimos día a día”. El ensayo estuvo ambientado con música en vivo. Al fondo del salón, en la tarima, están Juan Pablo y José David Díaz tocando sus instrumentos con gran pericia: el piano y el violín, respectivamente. Juan Pablo perdió la visión a los tres meses de nacido por una retinopatía, una enfermedad que afecta los vasos sanguíneos de la retina, y a los quince años se inició en el mundo del piano: “Lo que más me gusta de esta experiencia es la respuesta de las personas cuando la función termina, es muy gratificante poder llevarlos a otros planos de la experiencia sensorial”. Pendientes de todos los detalles, pero sin revelar ningún indicio de lo que sucederá durante la puesta en escena, Tatiana Rodríguez, Mario Peña y Claudia Gutiérrez también se encuentran en el salón. Ellos son los actores de la obra. Tatiana, comunicadora social y periodista, perdió su visión del ojo izquierdo a los 18 años debido a un desprendimiento de retina y, en el 2015, quedó completamente ciega. Durante sus estudios notó las injusticias a las que son sometidas las personas con discapacidad y se propuso luchar contra ellas. Hace trece años creó la fundación Sirius Una Nueva Luz, a través de la cual realiza activismo social en pro de los derechos de las personas con discapacidad. Esta fundación hace parte de los patrocinadores de Café a Ciegas.

62


En escena

Jackeline y William retiran los filtros para servir el café.

Para Tatiana, ambos proyectos son su razón de vida: “Todo lo que hacemos, como el turismo incluyente, los derechos culturales y la capacitación para interactuar con personas con discapacidad, siempre va dirigido a cambiar el concepto de discapacidad, para que no sea vista desde la lástima y la mendicidad, sino desde la riqueza y todo lo que se puede explotar en los sentidos y en lo que es el ser humano”. *** La bienvenida a la ‘secta’ estuvo sucedida por las palabras de una voz masculina que informó a los asistentes que había llegado la hora de tomar el café. No obstante, en esta ocasión la bebida debía ser consumida de forma diferente. Tenía que tomarse de tal manera en la que se pudieran identificar ciertas características en cada sorbo de café: la acidez, el amargor, la dulzura, el cuerpo y el aroma, los mismos que asocian con la manera en que los ciegos perciben cada aspecto de la vida. De la nada, al estirar la mano, el pocillo está al alcance. Justo cuando la oscuridad comienza a hacerse familiar, los ojos se arrugan sin previo aviso por la luz encendida. Después de cincuenta minutos despojados de la visión, toma unos segundos acostumbrarse de nuevo a la luz. Los espectadores se miran unos a otros, como intentando procesar lo que acaban de vivir. Los aplausos llenan el lugar.

José David cuenta que creó el guion de la obra tomando como referencias las visiones literarias de la ceguera que han hecho autores como Ernesto Sábato, Charles Baudelaire y Jorge Luis Borges, quienes poetizan esta discapacidad y la describen mediante metáforas, unas veces como una bendición y otras como una pesadilla. Partiendo de ahí, José David incorpora las características, cualidades y beneficios del café para tener como resultado la historia de un personaje que se encuentra en un dilema por el café. Para José David Díaz, Café a Ciegas ha llegado donde está gracias a la gestión: “Todo lo que hemos conseguido ha sido a través de la autogestión, de ir y tocar puertas y vender la idea y conseguir en especie la mayoría de las cosas”. Hoy en día cuentan con once patrocinadores: Fundación Sirius Una Nueva Luz, Asociación Integrarte RD, Milenium Express, SAEJ, Coffee Studio, Think Café, SorCafé, GoPro, Editorial DADO, Escuela de Artes y Letras y el caficultor Fabio Rincón.

Café a Ciegas es una iniciativa que promueve la inclusión a partir de la posibilidad de ponerse en los zapatos de un ciego. Así también propone nuevas formas de apreciar el arte y catar el café, a la vez que cuestiona la forma en la que la sociedad percibe la ceguera e intenta combatir los prejuicios frente a esta discapacidad.

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CARICATURA

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" " Vestuario: Gabriela Sacconi, artista textil colombiana. Fotos: Valentina Alfonso.

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Fotoensayo



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