una en su sitio a saborear aquellas mondaduras de naranjas. Recuerdo que una vez al mes se nos vendía en el economato media libra de chocolate por persona, y nosotras hemos llegado a hacer unos sándwiches extrañísimos: por ejemplo, el día que nos daban el chocolate, lo comíamos mezclado con cáscara de naranja, y llegamos a sugestionamos de tal forma que yo cuando vine a casa les dije que lo probaran, porque aquello sabía a chocolate de almendras; mi familia lo hizo y por la cara que pusieron me di cuenta de que de almendras, nada. Éramos once, y si alguna reunía dinero, comprábamos una latita pequeña de pescadilla en aceite. Se cogía una ración pequeñísima de pan y la parte de pescadilla que te tocaba, una parte ínfima, la onceava parte, y la untabas muy untadita en el pan, y a saborearla. Era tal el hambre que teníamos que caímos en la cosa extrañísima de escribir recetas de cocina. Después de la comida, allí, en aquella sala de sesenta o más mujeres, siempre había una que sabía una receta típica de su país, y yo en un cuaderno tengo concretamente rosquillas segovianas, hojuelas andaluzas, en fin ... Aunque estoy muy acatarrada, te he cantado algunas de las canciones de la cárcel y te mando también algo que he conservado de la prisión de Chalet Orúe que hizo una compañera (esto me lo mandó por correo):
Pasacalles en Ventas en el año 39 Cuando cruzo mi Madrid por la Cibeles toda llena de alegría, en el pecho un gran manojo de claveles más rojos que la sangría. y las calles recorriendo muy airosa, han de decirme los hombres: "No se nota en tu carita, que es de rosa, la cárcel ni sus dolores". Mujeres de temple de acero risa de cascabeles, ojos de lucero, el sol de Madrid castizo, no tiene brillo ni color. Les faltan las presas de Ventas, que encerradas cumplen su sentencia, aroma de vivos colores, España, jardín de amores. Con el ansia que tenemos de alegría, de cariño y de consuelo, el mirar hacia la reja noche y día no calma nuestros anhelos. y es que somos golondrinas de parleras, el vuelo nos han cortado, y forjando en nuestra mente una quimera, los días vamos pasando.
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