Ruta del islam Huesca, Alcalá de Gurrea y la Serreta de Tramaced

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Ruta del islam Es mucha la impronta dejada por al-ร ndalus en tierras oscenses, principalmente, en la mitad meridional del territorio, pero poco visibles los restos. Esta Ruta del islam desvela algunos de ellos, integrados en cascos urbanos o en unos paisajes que transitan entre la Hoya de Huesca y Los Monegros, en forma de sorprendentes yacimientos arqueolรณgicos.

Huesca, Alcalรก de Gurrea y la Serreta de Tramaced I PASEOS POR LA HISTORIA I


Ruta del islam Huesca, Alcalรก de Gurrea y la Serreta de Tramaced


Ruta del islam. Huesca, Alcalá de Gurrea y la Serreta de Tramaced Coordinación: equipo de redacción de Prames Textos: María Pilar Giménez y Prames Fotografías: Fernando Alvira: portada, 18, 29 Archivo Prames: 8, 9, 10 (ar. y ab.), 11, 12 (ab.), 13 (ar.), 14, 15 (ar.), 20-21, 22, 24 (ab.), 25, 28 (ar.), 31 (ar.), 32, 33 (ab.), 34 (c. y ab.), 37 (ab.), 39 (ab.), 40, 41, 42 (ar.), 45, 46, 47 (ar.); Javier Romeo: 5, 7, 10 (c.), 12 (ar.), 13 (ab.), 15 (ab.), 16-17, 17, 19, 24 (ar.), 26-27, 30, 31 (ab.), 34 (ar.), 35, 36 (ar. dcha. y ab.), 37 (ar.), 38-39, 39 (ar. y c.), 42 (ab.), 43, 44, 47 (ab.) Antonio García Omedes: 27 (ar.), 28 (ar.), 33 (c) Diseño, maquetación y tratamiento de imágenes: equipo gráfico de Prames Edita: Prames • Camino de los Molinos, 32 • 50015 Zaragoza www.prames.com ISBN: 978-84-8321-455-8 DL: Z 1362-2015 Imprime: INO Reproducciones

Foto portada Tiraz de Colls

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ÍNDICE Prólogo 5

La ruta 19

Introducción 6

Huesca 20

La sociedad 7

La Atalaya de Tormos 31

Las fuentes 8

Alcalá de Gurrea 34

El distrito de Wasqa 9

Piracés 35

El agua, fuente de vida 10

Las Sillas de Marcén 38

La arquitectura militar islámica 11

La Iglesieta de Usón 40

Sistema constructivo 12

Castillo de Gabarda 42

El legado cultural 14

Alberuel de Tubo 43 Castillo de Tubo 45 Datos de interés 47

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I PRÓLOGO I

Esta Ruta del islam es uno más de los volúmenes de la colección Paseos por la historia, que la Diputación Provincial de Huesca lleva impulsando desde hace un tiempo con la voluntad de dar a conocer el pasado oscense a través de los paisajes y los encuadres del presente. En este caso, los hitos de esta Huesca musulmana y andalusí remiten a un territorio fecundo, en poblaciones y cultivos, y guerrero, con castillos enriscados frente al enemigo cristiano, más al norte. Al fin y al cabo, la Marca Superior de al-Ándalus, a la que estas tierras pertenecieron, fue una amplia zona de frontera fundamental en la historia de Aragón. Los restos son poco evidentes, de ahí el esfuerzo de la Diputación Provincial por darlos a conocer. Pero su visita recompensa con creces, por la belleza de los enclaves o por las incógnitas que estos todavía guardan en su seno, como tesoros que esperan a ser desvelados no solo por investigadores y especialistas, sino también por ojos admirados ante lo que significan estos vestigios. El libro, aunque lleva el subtítulo de Huesca, Alcalá de Gurrea y la Serreta de Tramaced, como una referencia al hilo conductor de la ruta, también hace mención a otros muchos lugares de la provincia de Huesca, invitando a visitar cada uno de ellos para ampliar la visión panorámica sobre esta parte de nuestra historia. Con ellos, también cabe situar como se merecen todos aquellos topónimos procedentes del árabe que recorren nuestra geografía, quizá uno de los legados culturales más explícitos del pasado musulmán en buena parte del Alto Aragón. Todo este conjunto es una muestra más de nuestra riqueza cultural y patrimonial.

Miguel Gracia Ferrer Presidente de la Diputación de Huesca

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I RUTA DEL ISLAM I

Introducción En la primavera del año 714 la expansión del islam alcanzó el valle del Ebro, ocupación prolongada durante cuatro siglos hasta su reconquista por parte de los cristianos. Este nuevo espacio de dominio musulmán, conocido también como la Marca Superior de al-Ándalus, ejerció un destacado papel defensivo frente al reino franco y la Marca Hispánica que incluía el reino de Pamplona y los condados aragoneses y catalanes en tierras pirenaicas.

Jaca

I REINO DE ARAGÓN I Ayerbe Huesca

Ejea Tarazona Borja

Barbastro

I MARCA SUPERIOR I DE AL-ÁNDALUS (SS. VII-X)

Monzón

Zuera

Zaragoza I REINO DE ZARAGOZA I Fraga Fuentes Mequinenza Muel de Ebro

Ricla Ateca Alhama

Calatayud Maluenda

Caspe

Daroca Calamocha

Alcañiz Calanda

I REINO DE ALBARRACÍN I

Albarracín

Teruel

Con capital en Saraqusta (Zaragoza), la Marca Superior de Ciudades existentes a la llegada de los musulmanes en 714 al-Ándalus estuvo gobernada por Ciudades fundadas por los musulmanes en el siglo IX un wali o jefe designado en Ciudades fundadas por los musulmanes en el siglo X Córdoba del que dependían los Otros centros urbanos relevantes dirigentes de los distintos Frontera entre cristianos y musulmanes en la distritos del territorio, sumando segunda mitad del siglo XI al de Zaragoza los de Tudela, Fuente Atlas de Historia de Aragón. IFC Barbastro, Huesca, Calatayud, Tortosa, Lérida y Tarragona. Esta organización permaneció estable y un tanto independiente del emirato, luego califato de Córdoba, hasta su disolución en 1031 y la implantación de los reinos de taifas. Los omeyas no obstante, tuvieron que aplastar algunas rebeliones de aquellos gobernantes, aunque fueron mucho mayores las rivalidades que afectaron a las distintas dinastías locales. En Huesca a finales del siglo IX su gobernador, Muhamad al-Tawil, pugnó contra el caudillo de Tarazona y de Tudela, Muhammad ibn Lubb, por el dominio de Barbitaniya, interviniendo el emir a favor del segundo, perteneciente al linaje de los Banu Qasi. En 915 varios miembros de la familia Banu Sabrit se mataron entre sí y un siglo después el gobernador, Lubb Banu Hud, se enfrentó a sus hermanos, gobernadores de Lérida, Tudela y Calatayud.

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La amenaza cristiana fluctuó durante mucho tiempo entre los ataques y los pactos, muchos de ellos para apoyar las luchas fratricidas de las familias regentes en los diferentes distritos, situación que favoreció al avance cristiano. En un primer momento destacaron los intentos de Carlomagno y su hijo Luis de Aquitana por hacerse con la Marca Superior, viéndose acelerado el proceso a mitad del siglo XI, a partir de una serie de alianzas matrimoniales entre casas condales francesas y una bula papal de Alejandro II que perdonaba los pecados a aquellos que apoyaran la lucha contra el islam en los territorios de Navarra y Aragón. En 1064 Barbastro, destacado núcleo comercial, centro de estudios islámicos y fortaleza principal en el acceso al valle del Ebro, fue tomada por el monarca aragonés Sancho Ramírez. Aunque recuperada un año después, la caída de la ciudad sirvió de impulso a una ofensiva en distintos frentes que llevó a la pérdida para el islam de las plazas de Graus y Ayerbe (1083), Secastilla (1084), Estada (1087), Monzón (1089, perdida después) y, temporalmente, Zaidín (1092). Pedro I, sucesor de Sancho Ramírez, alcanzó Huesca en 1096 y Barbastro en 1100. Zaragoza resistió con ayuda de los almorávides dieciocho años más, hasta la llegada de Alfonso I, a quien se debe la ocupación de Tudela, Tarazona y Borja (1119), y Calatayud y Daroca (1120). El conde de Barcelona y príncipe de Aragón, Ramón Berenguer IV, conquistará definitivamente Mequinenza, Fraga (1149) y Alcañiz (1157), terminando así el dominio musulmán en el valle del Ebro.

La sociedad Los árabes fueron la élite que solía ocupar los altos puestos del gobierno local, población musulmana mucho más numerosa en la Marca Superior que las tribus bereberes, cuya presencia se delata en ciertos lugares por la toponimia. Sin embargo, el grueso de población lo componían los muladíes, cristianos que optaron por abrazar el islam, lo que les permitía mantener propiedades y privilegios. Los primeros en convertirse fueron las dinastías locales gobernantes, como los Banu Qasi del valle medio del Ebro, apoyando de esta manera la ocupación islámica. Fue a partir del siglo XI, con la aparición de los reinos de taifas, cuando el poder pasó a ser ostentado por familias árabes. No obstante, la población no fue obligada a convertirse al islam, conviviendo sus fieles con mozárabes y judíos, considerados como dimmíes, a los que se permitía mantener su culto y se les protegía a cambio del pago de capitulaciones. Escena de la Morisma de Aínsa

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Las fuentes El conocimiento del periodo de ocupación islámica de Aragón y sus nuevas circunstancias políticas, religiosas, sociales, económicas y culturales, es posible gracias a cronistas árabes como el Moro Rasis -así conocido por los cristianos, se llamaba Ahmad ibn Muhammad al-Razi-, Ibn Hayyan o al-Udri. Cronistas que alabaron la riqueza de los terrenos y de las huertas de la Marca Superior de al-Ándalus, dotadas de sistemas de riegos avanzados. Entre las tierras conquistadas ensalzan las de Monegros, espacio designado en las fuentes como Yabal al-Asswad o Munt Nagr, y elogiado por su extensión, tanto que «un jinete bien pertrechado tarda al menos tres días en cruzar, y un convoy seis jornadas».

Las ciudades Las ciudades o madinas, adquirieron gran protagonismo bajo domino islámico, algunas, como Albarracín, Barbastro, Calatayud, Daroca y Fraga, nacieron como tales entonces. También se revitalizaron los antiguos centros de población iberromanos, en su mayor parte muy despoblados. Los musulmanes pusieron gran empeño en levantar ciudades y campamentos militares para albergar población estable y dotarse de un ejército capaz de frenar la amenaza cristiana. Estuvieron especialmente interesados en ocupar zonas de llanura fértiles, en lugares estratégicamente situados para controlar las vías de comunicación, tanto los caminos como los ríos. El núcleo de la ciudad lo formaba la al-sudda o zuda, donde residía el gobernador. Amparada por su propia muralla, solía ubicarse en el lugar más elevado de la población y en torno a ella se tejía el entramado urbano con su mezquita, sus baños y tiendas. Este ámbito era protegido por murallas con accesos abiertos a los distintos puntos cardinales y un tercer recinto defensivo salvaguardaba los arrabales, donde se iban instalando los artesanos, también, según su desarrollo, dotados de infraestructuras propias, como mezquitas, baños, etc.

Alfabeto árabe en escápula de oveja. Museo de Huesca 8


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El distrito de Wasqa Buena parte del territorio oscense pertenecía al distrito de Huesca (Wasqa), ciudad de la que los cronistas destacan la solidez de sus murallas, sus ricas huertas y fértiles jardines o la hermosura de sus edificios. El centro de la capital debió extenderse entre el Museo de Huesca, el Colegio Universitario y la plaza de la Universidad. Cerca de la zuda se situaba la alcaicería o mercado dedicado a la transacción de productos de valor y la mezquita aljama se ubicaría alrededor del solar de la catedral. Huesca contó con arrabales desde el siglo X, principalmente extendidos hacia el sur: Almeriz, Angáscara, Algarbi, Morillón, La Mesa, Haratalcomez, Algorri o Benahon, protegidos por un nuevo muro, posiblemente de tierra. Todos estos barrios contaban con mezquita, baños, mercados o cementerios, siendo los principales oficios artesanos los de herreros, ballesteros, alfareros y teñidores. Las capitales del distrito estaban protegidas por una serie de fortalezas o husun, ubicadas en lugares estratégicos protegiendo las vías de comunicación, siendo las principales de Huesca las de Piracés, Bolea, Antillón, Labata, Gabarda, Lizana y el castillo de Sen y Man, entonces conocida como la fortaleza de Tan wa Man. También recogen las fuentes el castillo de Nuba, no identificado, pero que podría relacionarse con el de Alberuela de Tubo. Poblaciones menores o almunias eran socorridas también por recintos amurallados o defensas naturales. Otros castillos no específicamente en frontera, sirvieron además de centros de control administrativo y fiscal de cada distrito además formar parte de una red óptica. También algunas explotaciones agrícolas o alquerías contaron con torres defensivas. Entre estos asentamientos, Monegros cuenta con un yacimiento excepcional, la alquería de Las Sillas o Las Cías, en Marcén, situada en un cerro amesetado sobre el valle del río Flumen y habitada entre los siglos X y XI. Un modelo de hábitat rural islámico fortificado y de ocupación estable.

Otros distritos oscenses El solar oscense se distribuía en otros dos distritos: la zona norte formaba parte de Barbitaniya, cuyas ciudades principales eran Boltaña y Barbastro, la primera conquistada por los cristianos en fecha temprana. Entre sus castillos destacaban los de Alquézar, Graus, Entenza, Muñones, Olvena y Castejón del Puente, además la alquería de Selgua. Las tierras situadas más al este se incluyeron en el distrito de Lérida, y con ellas, las fortalezas de Monzón, Mequinenza, Fraga, Alcolea de Cinca, Tamarite de Litera, Albelda, Calasanz y Estopiñán.

Yacimiento musulmán de La Masadera

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El agua, fuente de vida En la cultura musulmana el agua adquirió gran significación, en ella estaba el origen de todos los seres, y con función purificadora se incorporaba a los ritos religiosos, siendo obligatorias para todo creyente las abluciones previas al rezo. Es por ello que las mezquitas y muchas casas contaban Pozo fuente en Piracés con pozos o un aljibe en el centro del patio. No es casual la ocupación y creación de ciudades junto a cursos fluviales de importancia, como la capital de la Marca Superior situada a orillas del Ebro y otras junto a ríos destacados como el Gállego, el Cinca o el Alcanadre. Conocido es también que los musulmanes incorporaron regadíos, obras e ingenios hidráulicos en todo el territorio ocupado: grandes acequias, azudes, norias y molinos, además de jardines con sus canales, fuentes y albercas. La ley islámica regía el sistema hidráulico andalusí y regulaba los turnos de riego o la resolución de conflictos, normas que continuaron vigentes en la tradición cristiana aragonesa. Voces como acequia, alberca, aljibe o almenara, entre otras, recuerdan su procedencia árabe y el valor que en esa cultura tuvieron.

Hacia el más allá Con la llegada de los musulmanes, ritos de culto a los muertos como sacrificios u ofrendas fueron eliminados, manteniéndose otros como la limpieza de los difuntos, la utilización del sudario, así como los enterramientos. En las tumbas, sin lápidas que las diferenciaran y sin ajuares, los cuerpos eran colocados sobre su lateral derecho, con el rostro orientado hacia La Meca. Se conocen los nombres de dos cementerios o almacabras de Huesca:

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Tumba medieval en Tramaced

Almecora y Almecoriella, situados extramuros de la ciudad sobre fosales anteriores.


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La arquitectura militar islámica Incluye los recintos amurallados de la ciudad, las alcazabas y grandes castillos o husum (hisn, en singular), y por último las torres vigía o burg. En el ámbito del distrito de Huesca la muralla de la ciudad representa al primer grupo; como hisn, destaca la fortaleza de Alberuela de Tubo que, aprovechando las condiciones óptimas de un cerro, fue circundado por muros de sillería. Otros castillos de menor tamaño compartieron una ubicación similar, con un cerro testigo o cima amesetada que solo precisaba de ciertas estructuras de madera y tierra apisonada junto a estancias excavadas en la roca, entre ellos los castillos de la Peña de Mediodía de Piracés, Gabarda y Lizana. Por último, modelos de torre vigía fueron la torre de San Mitiel en Loscorrales, la de Tormos y La Iglesieta en Usón, que funcionaba como guarda del castillo de Gabarda, además de servir de defensa a un asentamiento rural.

Arriba Aspillera en La Iglesieta Abajo Recinto defensivo de Los Zafranales de Fraga

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Sistema constructivo Uno de los elementos que mejor diferencian los restos constructivos islámicos de piedra es el tipo de aparejo y su disposición. En el somontano oscense utilizaron fundamentalmente el sillar dispuesto a tizón, como es bien apreciable en los castillos de La Iglesieta de Usón, de la Peña de Mediodía y la Torreta de Tartafaya de Piracés, y en la mitad inferior de la torre de Tormos. El aparejo únicamente a soga no fue habitual en la Marca Superior de al-Ándalus, aunque sí combinado con los sillares a tizón. Estos tipos de aparejo suelen incorporar un tallado que otorga a los sillares un aspecto almohadillado, bien leve, bien más pronunciado y cuidado, como en la muralla de Huesca. Comparativamente, se pude establecer una relación entre los sistemas constructivos, así, los paramentos hallados de la muralla islámica de Huesca son muy similares a otros restos de la zona de la Serreta de Tramaced, entre ellos, las fortalezas de La Iglesieta de Usón, la primera etapa constructiva del castillo de Alberuela de Tubo y los recintos de Piracés. Al uso de la piedra, se suma el del tapial, ejemplificado en fortalezas del Alto Aragón oriental, como el castillo de Tamarite de Litera, El Pilaret de Santa Quiteria de Fraga o la Torraza de Binaced.

Derecha Detalle de la muralla en yeso de Alcalá de Gurrea Página derecha Embocaduras de los silos subterráneos en

Las Sillas de Marcén 12

Sillares exteriores en La Iglesieta de Usón

El Pilaret de Santa Quiteria combina tapial y mampostería


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Es característico de las fortalezas islámicas en Aragón un escalonamiento, realizado como refuerzo y ubicado generalmente en la base, aunque también se da en construcciones cristianas. Se aprecia en los castillos de Bolea, Gabarda, Montearagón, San Mitiel, Sen (pero podría ser cristiano), torre de Tartafaya de Piracés, La Iglesieta de Usón y también en la muralla de Huesca. En La Iglesieta y en la torre de El Pilaret de Fraga había además un foso excavado en la roca para salvar la fortaleza. Otros elementos propios de las construcciones defensivas son los aljibes, muy sencillos en Lizana, Piracés, Gabarda y La Iglesieta. 13


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El legado cultural La presencia de población musulmana en las tierras del Ebro durante cuatro siglos generó una herencia cultural de incalculable valor. La erudición islámica en los ámbitos de las ciencias, las artes, la literatura... y su refinamiento, ejercieron gran atracción entre los propios cristianos, que adqurían objetos creados por sus artesanos, en especial cerámica y tejidos. En términos arquitectónicos, el ejemplo artístico a destacar en la Marca Superior de al-Ándalus es el palacio de la Aljafería de Zaragoza. La riqueza de sus restos nos permiten imaginar la belleza de otros edificios como mezquitas o baños de los que lamentablemente apenas hay testimonios. De la mezquita aljama de Huesca solo resta una puerta en arco de herradura de acceso a lo que fuera posiblemente su alminar, aunque se puede esbozar cómo pudo ser la decoración de este edificio por una serie de paneles que ornan el púlpito mudéjar de la sala de las Limosnas, conservado en el claustro de la catedral. Estos paneles reproducen originales islámicos tallados entre los siglos IX y X, probablemente en la propia mezquita de Huesca. En la ciudad no hay restos de los baños públicos, siendo los de Barbastro, ubicados en un solar de propiedad particular, próximo a la iglesia de San Francisco, los principales conservados en la Marca Superior. Ataifor islámico, siglos X-XI, procedente de la iglesia de San Juan de Barbastro. Museo de Huesca

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La cerámica La cerámica y las artes suntuarias musulmanas supusieron un aporte creativo extraordinario en territorio hispano que tuvo gran desarrollo en la tradición mudéjar. Respecto a la cerámica, trajo consigo la introducción de técnicas orientales vigentes en el siglo X, añadiendo óxidos de manganeso y de cobre a superficies engobadas de color blanco. Otra técnica habitual fue la cuerda seca, con colores conseguidos mediante óxidos metálicos separados con líneas gruesas de manganeso. En cuanto al vidriado, siguió sobre todo la tradición iraní, siendo la técnica más llamativa la de reflejo metálico, que precisa de tres cocciones. Estos procedimientos se aplicaron a vajillas, cerámicas decorativas y revestimientos arquitectónicos, así como a alicatados, procedentes en su mayoría de los alfares del sur. Los temas ornamentales principales fueron las estilizaciones vegetales, los lazos y la epigrafía, destacando los tonos verdes y negruzcos. Los talleres alcanzaron su mayor profusión a partir del siglo XI, durante los reinos de taifas. La llegada de almorávides y luego de almohades contrapuso un menor interés en la decoración de las piezas a la introducción de gran variedad de formas.

En la provincia de Huesca destacan los hallazgos cerámicos del solar del Círculo Católico, los de la Diputación Provincial y los de la calle Santiago, con vajillas, piezas de almacenaje y otras como ataifores, jofainas, jarras, candiles y redomas, elaboradas en distintas técnicas. También hay que resaltar el conjunto cerámico del castillo de Alberuela de Tubo y los yacimientos de Las Sillas, en Marcén, y Los Zafranales, en Fraga.

Arriba

Fragmento cerámico hallado en el castillo de Gabarda Abajo

Pieza cerámica musulmana. Museo de Huesca

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Los tejidos Los musulmanes introdujeron la seda según la tradición oriental, reproduciéndose labores decorativas de Damasco y de Bagdad. Con la llegada de tejedores de Egipto, Irán y Bizancio comenzaron a producirse sedas en al-Ándalus y en época califal sus talleres compitieron con los orientales.

Abajo

Detalle decorativo del sudario de San Ramón, siglo X-XI. Roda de Isábena

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El tiraz de Colls, conservado en el Museo de Huesca, es la pieza más relevante hallada en territorio de la Marca Superior Hispánica. En ámbito aragonés es inexcusable citar también la excatedral de San Vicente de Roda de Isábena, referente en calidad y número de tejidos musulmanes. Excepcional es el conocido como terno de San Valero (siglo XIII), compuesto por capa, dos dalmáticas y una casulla. Bordado en oro y seda, se expone en diversas instituciones, entre ellas el Museo Textil y de Indumentaria de Barcelona, hoy conocido como Museu del


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Disseny. Al terno hay que sumar los tejidos que componen las mitras de San Valero y San Ramón (siglos X-XII) y otros lienzos hallados en el sepulcro de este último santo, entre ellos, una casulla tejida en ligamento de sarga, una tira elaborada en ligamento de tafetán, un fragmento de casulla y una estola, algunas con inscripciones cúficas, además de dos sudarios de grandes dimensiones (siglos X-XI).

Toponimia Otro legado de la cultura musulmana es el idioma, presente en la toponimia de la geografía oscense y que indica la profunda arabización del territorio. Como ejemplo, recordemos poblaciones como Albalate, Albelda, Alberuela, Alcalá, Alcolea, Almudévar, Alquéza o Binéfar, y los ríos Alcanadre y Guatizalema.

Arriba

Sudario de San Ramón. Roda de Isábena 17


I MAPA DE LA RUTA I

a Ayerbe

Detalle del tiraz de Colls

Bolea

Nueno

Esquedas

Atalaya de Tormos

a Barbastro

Siétamo

Huesca Monflorite

Tormos

Alcalá del Obispo Alcalá de Gurrea

Almudévar Sangarrén

Peña de Mediodía

Piracés Tardienta

Tramaced Fraella

Grañén

Las Sillas

Marcén

La Gabarda

Usón La Iglesieta

Alberuela de Tubo Sodeto Robres

Castillo de Tubo

San Lorenzo

Poleñino

a Zaragoza

Lalueza Alcubierre Leciñena

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a Lanaja

a Sariñena


LA RUTA

Alberuela de Tubo


I RUTA DEL ISLAM I

Huesca (…) es una ciudad grande y muy hermosa, de fundación antigua, que tiene muy bellos edificios. Está situada en la tercera sección de la división de Constantino e incluye muchas mezquitas, cuyo número es superior a sesenta. Está cerca del río Bansah que tiene un caudal bajo. Dos canales atraviesan la ciudad de Huesca, allí por donde está rodeada por el segundo recinto, y estos alimentan dos baños. El agua que sale de la ciudad riega la llanura que se extiende hacia el sur y que le abastece de frutos en abundancia (…). Esta era la Huesca musulmana que describe el cronista almeriense al-Udrí (1003-1085). Wasqa, Waska o, incluso, ‘Asiqa son los nombres que recogen los textos árabes para referirse a la que ya era una gran ciudad desde la antigüedad, la Bolskan ibérica y Osca romana, una de las grandes aliadas de Sertorio en su lucha contra el Senado de Roma y su gran oponente, Pompeyo. La ciudad fue conquistada por los musulmanes en el año 714, tras siete años de resistencia –tal vez muchos–, y hacia finales de dicha centuria ya se habría erigido una fortaleza en la parte más alta, seguramente sobre una fortificación anterior –la al-qasaba al-qadima que menciona al-Udrí de los tiempos de la conquista–. La zuda musulmana (al-sudda), la fortalezaresidencia del amil o walí (gobernador) de la ciudad, ocuparía el solar que hoy corresponde al Museo de Huesca, la plaza de la Universidad y el Colegio Universitario, y contaría con su propia mezquita u oratorio, siendo una de las zudas más antiguas que mencionan las fuentes árabes, junto a la de Barbastro. En ella estuvo preso Bahlul ibn Marzuq (?-802). El cronista al-Udrí cuenta cómo una esclava de ibn Salama, señor de Huesca, se prendó de Bahlul y ambos escaparon con las riquezas de aquel. Puesto en rebeldía frente al poder emiral de Córdoba, Bahlul conquistó los dominios de los Banu Salama en Huesca y Barbitaniya, y también Zaragoza. Pero asimismo, impidió la conquista de Huesca por parte de Luis de Aquitania, hijo y sucesor de Carlomagno –de hecho, fracasaron los diversos intentos por integrar Huesca en la Marca Hispánica carolingia llevados a cabo entre 797 y 812–.

En estas páginas

Detalle de las murallas de Huesca

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La muralla El mismo al-Udrí también ofrece un importante dato acerca del principal resto constructivo de esta época en el Alto Aragón, como es la muralla de Huesca. ‘Amrus continuó su gobierno en Huesca, y recibió del imán (emir) Muhammad la orden por escrito de amurallar la ciudad, en el año 261 [874-875]. Comenzó, pues, la edificación y por eso está la inscripción que hay en la puerta llamada Bab Lubbun, que reza: Esta [puerta] es parte de la obra construida por ‘Amrus ibn ‘Umar, ‘amil del imán Muhammad, Dios le guarde por su fidelidad. Murió ‘Amrus en Huesca, el miércoles entre las dos [últimas] oraciones canónicas, en el mes de rayab, a 11 días de abril del año 262 [875]. Frente a las traducciones más extendidas de este pasaje, Juan Souto propone, en parte, otra lectura del texto referido a la inscripción de la puerta, donde lee: «Esto es parte de lo que reconstruyó Xafif el constructor dirigido por ‘Amrus b. ‘Umar, ‘amil del imán Muhammada b. ‘Abdarrahman, Dios le guarde por su fidelidad». Como vemos, Souto opina que ‘Amrus se encargó de la reconstrucción de unas murallas que ya existían e introduce la participación de un maestro de obras, un tal Xafif, seguramente un muladí con un nombre que sería un apodo, el Ligero, el Listo o algo similar. Tal vez eso explicaría parte de las incógnitas de un monumento que en ocasiones corta y se superpone a la muralla ibero-romana y que, debido a sus múltiples arreglos, añadidos y reformas, y a sus mutilaciones, resulta difícil de interpretar. Dentro de esta complejidad, quien mejor ha compilado una visión de la misma es el estudioso Adolfo Castán, para quien el aparejo utilizado en diferentes partes de la muralla responde a técnicas constructivas musulmanas. En cualquier caso, sería ‘Amrus el responsable de las obras, una vez fue nombrado gobernador de Huesca por el emir Muhammad I en agradecimiento por la ayuda prestada para sofocar una importante rebelión en la zona. Estamos, por tanto, ante

Muralla y torreón del Amparo 22


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unos restos cuya datación, en lo fundamental, está aceptada y que va a servir de referencia para otros yacimientos. En este sentido, también se admite, no sin alguna reserva, que esta nueva cerca es concéntrica a la ibero-romana y que se sitúa en una cota inferior, discurriendo a lo largo de las calles Joaquín Costa, Cosos y Trasmuro. Los tramos de las calles Joaquín Costa y Trasmuro son los más visibles de una muralla de casi 2000 m lineales, a la que habría que añadir un muro de tierra, envolviendo los arrabales situados extramuros, y diferentes albacaras y torres. Esta muralla estaría flanqueada por unas 82 torres, separadas por lienzos de unos 22 o 23 m y que en su mayoría serían cuadrangulares (la poligonal de Santo Domingo se ha interpretado como una torre albarrana, es decir, adelantada al cerco amurallado, por lo que sería una de las más antiguas dentro de esta tipología tan característica de la arquitectura militar islámica; y hay un resto de torre de flanqueo semicircular que para algunos autores es islámica, mientras que para otros es cristiana). La torre del Amparo, la más destaca de las murallas actuales, aunque pueda tener un origen en la muralla islámica, es fruto de una reforma bajomedieval (siglos XIV-XV). Río Isu ela

Puerta Sircata

Mezquita

Joaquín Co sta

ón arag onte da M Ron

Baños Almecora Alcaicería

La Zuda

Puerta Montearagón

lto oA Cos

Plano de

Coso Bajo

Puerta Remian

Huesca

musulmana Fuente: Carlos Esco y Philippe Sénac

Puerta Alquibla 23


I RUTA DEL ISLAM I

El número de torres fue algo mayor según autores antiguos. El Códice Calixtino (siglo XII) recoge dos cifras: en el libro De miraculi sancti Jacobi habla de 90, mientras que en L’Historia Karoli Magni el Rotholandi se dice que son 99, una cifra legendaria para el islam –100 son los nombres de Dios, de los que únicamente 99 pueden ser pronunciados por el hombre, ya que el último solo conoce el camello–. Fray Diego de Aynsa, autor de Excelencias, grandezas y cosas memorables de la antiquísima ciudad de Huesca (1619), comenta que el rey Sancho Ramírez fue herido de muerte desde la octava torre a contar desde San Miguel. Cuatro eran las puertas principales que se abrían en este imponente cerco: San Miguel o Sircata, al norte; Remián, al oeste; Alquibla, al sur; y Montearagón o la Porteta, al este, la única que, aunque transformada, ha permanecido como portal. Puertas menores serían las Nueva, Fortis o de San Francisco, Alpargán y Santo Domingo, a lo que se añadirían diversos postigos. En esta página La Porteta de Huesca (arriba) y detalle de la muralla con diferentes aparejos (abajo) Página derecha El nuevo paseo habilitado sobre la muralla (izquierda) y un tramo en el Trasmuro,

tras su remodelación (derecha). Muralla en el Trasmuro (abajo)

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Morfológicamente, la obra musulmana se caracteriza, a grandes rasgos, por el uso de sillares colocados tanto a tizón (con su lado largo hacia el interior del muro, enseñando uno de sus frentes menores), como a soga (enseñando su lado largo) y a soga y tizón, que en determinados puntos podrían corresponder a fases diferentes dentro del periodo musulmán. En general, asientan a hueso o con una fina argamasa. El aparejo atizonado es de uso extendido en la arquitectura islámica y suele venir acompañado de un almohadillado en la cara visible del sillar, que también se la localizado en algunas zonas de la muralla de Huesca (calle Costa o Coso Alto, nº 56). Estos tizones, cuyos módulos oscilan desde los 30/45 de longitud a 33/44 de altura (según los datos que aporta Castán), ocupan las hiladas inferiores de la muralla y, en general, aparecen muy desgastados. Sobre esta construcción se superpusieron arreglos y reformas tanto musulmanas como cristianas, incluidas las más recientes. Por otro lado, el muro se levantó directamente sobre la arenisca, allí donde afloraba, o se construyeron zarpas (asientos ataludados y en gradas) cuando se construía sobre salagón, que en ciertos casos afectaron a defensas más antiguas, todo lo cual abre numerosas incógnitas a la interpretación del resto islámico más importante del Alto Aragón.

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Castillos de Sen y Man y de Montearagón Desde los nuevos miradores acondicionados sobre la muralla de Huesca, se abre la vista hacia lo que fue la línea de frontera entre el mundo cristiano y al-Ándalus, formada por las Sierras Exteriores. Al norte, el paisaje aparece dominado por el emblemático Salto de Roldán, conformado por las peñas de Sen o San Miguel y Man, donde se situó la fortaleza islámica Tan wa Man, que fue tomada por una expedición navarra en tiempos de García Sánchez I en 940, para perderla poco después. Persisten allí los restos de una torre, musulmana para unos y cristiana para otros, a la que se suma la iglesia castrense de factura románica. Otra de las atalayas que se elevan sobre la Hoya de Huesca, vigilante sobre la propia capital, es el castillo de Montearagón, también visible desde las murallas de Huesca. En estas páginas

Castillo de Montearagón

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Pese a que en líneas generales se acepta su construcción a cargo del monarca Sancho Ramírez, una zarpa en el muro norte podría indicar una fábrica musulmana precedente. Una vez tomado por el rey aragonés, éste construiría el castillo desde el que prepararía la conquista de Huesca, que finalmente logró su hijo Pedro I en 1096, tras la victoria aragonesa en los llanos de Alcoraz. Restos de la fortaleza de Sen

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Mezquitas Como señalaba al-Udrí, las mezquitas eran numerosas en Huesca. La documentación de época de Pedro I cita una mezquita pintata (pintada), de ubicación desconocida, aunque Antonio Naval ofrece la hipótesis de que fuese sustituida en época bajomedieval por la iglesia de la Magdalena, popularmente conocida como la Malena, que hoy muestra sus ruinas al final de la calle Pedro IV. Una serie de oliveras relacionadas con la mezquita y que son donadas a la iglesia de la Magdalena y una serie de particularidades de la misma, como es su acceso por el lado donde se situaba el altar mayor, han llevado a este autor hasta esta interesante formulación. Sí se sabe, en cambio, que la mezquita aljama acabó siendo sustituida por la catedral gótica, levantada en el siglo XIII. Para Jaime I resultaba indecoroso que se siguiese celebrando culto cristiano en una mezquita, más si cabe cuando iba a ser consagrado obispo su sobrino Jaime Sarroca, por lo que propuso la construcción del nuevo templo cristiano en 1273, aunque las obras no comenzarían hasta finales de la centuria y se alargarían en el tiempo. Hasta entonces, solo la pequeña iglesia cristiana de Santa María se había levantado anexa a la antigua mezquita, como contrapunto de los nuevos tiempos cristianos; también este edificio sería absorbido por el conjunto catedralicio. En el Libro de Aniversarios de 1453 aún se hace referencia al uso del antiguo alminar, el campanal viello, o la torre viella del campanal, como campanario cristiano, hasta que fue sustituido por el actual en 1422. Todavía resta, al norte del claustro de la catedral, lo que debió de ser el arco de acceso a este alminar. Arriba

Arco musulmán integrado en la catedral de Huesca Derecha

Ruinas de la iglesia de la Magdalena

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Detalle del tiraz de Colls

Museo de Huesca El Museo de Huesca expone piezas destacadas del mundo musulmán halladas en el solar de la provincia. El tiraz de Colls es la pieza principal, una magnífica tela que fue hallada en el ara de altar de la iglesia parroquial de Colls, en Puente de Montañana, como envoltorio de una teca de consagración. Elaborada en el siglo XI, en época califal, se trata de un tejido liso con ligazón de tafetán y decoración en técnica de tapiz, dispuesta en tres franjas horizontales. La central presenta rombos ornados con flores de cuatro pétalos, a excepción de uno de ellos con un pavón. Enmarcando esta franja, hay dos inscripciones en caracteres cúficos en los que se lee la invocación «en el nombre de Dios Clemente». Puede corresponder a un fragmento de un estandarte y es similar al almaizar o tiraz de Hisam II. También ha sido relacionado con tejidos abasíes y con un bordado expuesto en el Cleveland Museum of Art. Junto al tizaz de Colls se muestran en varias vitrinas restos cerámicos de diversos yacimientos arqueológicos de época islámica. En representación de Los Zafranales de Fraga hay una selección de piezas cerámicas de agua con cántaros, jarras, redomas, además de una gran tinaja de almacenaje. También hay piezas de cocina, entre ellas, ollas y orzas, además de un conjunto de vajilla con ataifores (platos), escudillas, vasos y jarritas. Otras cerámicas mostradas proceden del yacimiento de Las Sillas de Marcén y de Alberuela de Tubo. Los distintos ejemplares representan diversas técnicas, entre ellas la cuerda seca o el reflejo metálico. 29


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El arte musulmán es rico también en labores de eboraria, aunque los únicos testimonios en la provincia de Huesca realizados en marfil son dos dados, uno hallado en el yacimiento de Las Sillas (Marcén). Respecto a labores de orfebrería solo contamos con una piedra de anillo de lapislázuli que incluye inscripciones en caracteres cúficos, joya que consta en la obra Arqueología Islámica en la Marca Superior como hallada en el yacimiento de San Mitiel (Ayerbe), pero que fue localizada en la ermita de Santa Lucía, de la misma localidad, según indica Adolfo Castán. La epigrafía árabe también está presente en un alfabeto tallado sobre una escápula de oveja, en un amuleto de plomo y en un fragmento de tinaja, en este caso como testimonio de una peregrinación a La Meca. En cuanto a numismática, en Huesca restan una centena de monedas islámicas de diferentes épocas. De época musulmana data asimismo un enterramiento infantil procedente del mencionado yacimiento de Los Zafranales, en Fraga. Se trata del cuerpo de un bebé localizado bajo el suelo de una casa y no en un cementerio, práctica habitual desde la antigüedad cuando los difuntos eran niños muy pequeños, tal vez relacionada con el carácter sagrado que en el hogar tenían las criaturas o el hecho de no ser todavía considerados miembros de pleno derecho para ser enterrados en la comunidad. La colocación del cuerpo, depositado sobre tierra, sigue la costumbre islámica, recostado sobre su lado izquierdo, con la cabeza apoyada en una pequeña piedra orientada hacia La Meca. Su posición fetal puede deberse a la creencia de que así volvería al seno materno.

Bolea Otra importante población musulmana de la Hoya de Huesca fue Bolea (Yuluyu), que poseyó una de las ocho fortalezas del distrito de Huesca que menciona al-Razí (junto a las de Piracés, Antillón, Labata, Gabarda, Lizana, Sen y Man y la no identificada de Nuba); también hermosas murallas, según al-Udrí, y una mezquita, según la documentación cristiana. Los restos de esta plaza fuerte son poco visibles. La huella principal corresponde a un muro de contención de la plataforma donde se asienta la hermosa colegiata del siglo XVI, donde aparece un zócalo escalonado y algunos sillares almohadillados, que podrían ser de origen musulmán. En el entorno próximo, también hubo castillos musulmanes en Puibolea, Chimillas y Anzano.

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La Atalaya de Tormos Nuestra ruta nos lleva a coger la carretera A-132 para tomar el desvío de la A-1207, en busca de la Atalaya de Tormos, en término de Alcalá de Gurrea y próxima a la colonia de Tormos, que nació al hilo de la construcción del embalse de la Sotonera. Frente a las aguas del embalse, en el extremo noroccidental de una meseta, se levanta la Atalaya. La pista que lleva hasta ella se toma desde una finca situada a la izquierda de la carretera –en la dirección que llevamos, sur–, a la vista del torreón; asimismo, podemos acceder remontando la ladera occidental del cerro, una subida pronunciada, pero asequible. Aunque durante un tiempo se interpretó como una construcción cristiana al servicio del cerco de Huesca, Fernando Galtier advirtió su filiación musulmana. Es una construcción de planta rectangular (unos 10 m x 6,50, según Antonio García Omedes), que ha perdido su paño meridional. El acceso se realiza por una puerta ligeramente elevada respecto del nivel del terreno original, con dintel monolítico de piedra sobre el que se dispone un arco de descarga que habría perdido su relleno. Al exterior, la obra muestra un trabajo de sillares dispuestos, en su mayoría, a tizón (algunos de los dispuestos a soga aparecen partidos para simular tizones), con la cara ligeramente almohadillada –realizada por rebaje perimetral muy preciso–. Toda ella se levanta sobre un zócalo con dos o tres retranqueos. Por el interior, hay un cambio de aparejo. Si bien se usa el sillar, también preferentemente dispuesto a tizón hasta cuatro hiladas sobre la puerta de entrada, encima se emplea una mezcla de sillarejo y mampuesto, con barro como aglutinante. Entre ambos muros, que tienen un espesor en torno a 1,5 m, se emplea un poco de argamasa. Asimismo, resta un madero de refuerzo en la esquina suroccidental. En esta página

Detallle del arco de descarga de la puerta de acceso y vista de La Atalaya

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Arriba Detalle de sillar almohadillado En estas páginas Vistas hacia el embalse

de La Sotonera

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Cuatro huecos de función desconocida horadan el muro al interior, también algunos mechinales y una aspillera en el muro norte. Algunos estudiosos llevan la construcción de esta torre al siglo XI o al filo del año 1000, mientras que para otros, poniendo en relación el almohadillado de los tizones con la muralla de Huesca y la torre de San Mitiel, la datan hacia fines del siglo IX o principios del X. El conjunto, pese a los grafitis, resulta magnífico; desde la Atalaya, la vista se extiende irremediablemente sobre la Sotonera, hacia tierras del Gállego.


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San Mitiel y otras torres El tipo de aparejo utilizado en la Atalaya de Tormos se puede poner en relación con otra torre óptica similar, cuyos restos pasaron a formar parte de un sencillo templo románico, conocido como San Mitiel. Se alza en un altozano al sur de Loscorrales y Fontellas, perteneciendo a Ayerbe, que también contó con un castillo islámico. La torre pasó a conformar la cabecera del templo, apreciándose en ella una fábrica diferente, a base de grandes sillares dispuestos a soga y tizón y con un ligero almohadillado en su frente. Su función era vigilar la vía de paso que desde tiempos romanos discurría a sus pies. En una zona situada entre las torres de Tormos y de San Mitiel, se levantan los restos de la torre de Rosel, que para algunos estudiosos (Cabañero, Cantos y Giménez) es el único ejemplo de torre circular exenta musulmana en el ámbito aragonés, mientras que Castán, aunque aprecia ciertas formas musulmanas, lo atribuye a una reutilización de material ya en época cristiana. Muy alejada de estas torres, a orillas del Alcanadre, en tierras de Peralta de Alcofea, se elevó otra atalaya cuadrangular, la Torreta de los Moros, realizada con grandes sillares dispuestos a soga y tizón y a tizón, de frente almohadillado. Persisten escasos restos.

Restos del templo de San Mitiel 33


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Alcalá de Gurrea Una torre tal vez similar a la Atalaya, conocida como el Torretón, se levantó en lo más alto de Alcalá de Gurrea hasta los años 1920-30, cuando fue demolida. Ocupó el altozano situado a occidente de la iglesia parroquial, horadado por bodegas. Apenas queda nada de ella –al menos, nada visible al lego en la materia–. La memoria de este castillo sí que ha sobrevivido en el propio topónimo de la localidad (Alcalá, al-qal’a, el castillo). Desde esa zona elevada, se obtienen excelentes panorámicas hacia el sector más septentrional de los llanos de la Violada, y hacia la Atalaya de Tormos.

Mejor se han conservado algunos paños de las antiguas murallas. Los más visibles se encuentran en la parte baja de la localidad (avenida de la Virgen de Astón y calle de San Jorge), formados a partir de grandes sillares de yeso dispuestos a tizón. Los hay también en otros puntos. Arriba Bodegas en el altozano del Torretón y tramo de la muralla de Alcalá de Gurrea

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Piracés Desde Alcalá de Gurrea, la ruta nos lleva hacia Almudévar, junto al canal de Monegros, población cuyo nombre derivaría del antropónimo personal al-Muzaffar y donde también se levantó una fortaleza musulmana –si bien los restos que se conservan son cristianos–, para continuar hacia Tardienta y Grañén. Nos internamos en un territorio que estuvo densamente poblado en época musulmana, en donde hallamos lo más representativo de este pasado islámico en la llamada Serreta de Tramaced, a caballo de las comarcas Hoya de Huesca y Los Monegros. Al norte de Grañén, tomamos el desvío que señala a Piracés, que ya vimos que alojó uno de esas ocho importantes fortalezas (hisn) del distrito oscense. Es el lugar que al-Udrí denomina Bitra Sily. Dominando la localidad, desde lo más alto, se alza la Peña del Mediodía, uno de los tres recintos que en su día formaron dicha plaza fuerte. Se trata de un estrecho tozal de arenisca, con cierta forma de barco, de unos 80 m de longitud y escarpes que llegan a los 25 m. En su cara norte se aprecian numerosos huecos correspondientes a los mechinales donde apoyaban las vigas que soportaban las diferentes estructuras de habitación. También se observa el hueco alargado de una chimenea. Es por todo ello uno de los pocos ejemplos de castillo lígneo (de madera) que hay en Aragón, de época emiral y fechable en los siglos IX-X. Se accede a la mesa superior por una escalera tallada y asegurada con pasamanos de soga en la actualidad; arriba se aprecian los cimientos tallados en la roca de varias estancias. En esta página Peña del Mediodía y

reconstrucción del castillo según dibujo de Juan José Borque Ramón (publicado en el Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, 1985)

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En esta página

Escaleras de acceso a la plataforma superior Plataforma superior con huellas de habitación Marcas de mechinales para apoyo de las vigas

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La plataforma ovoide donde se asienta la peña también estuvo fortificada, quedando algún resto de sillares atizonados; asimismo, hay restos de un aljibe que podría ser obra ya cristiana. Al oeste de la Peña del Mediodía, se eleva un montículo todavía más prominente, donde se ubicó un segundo recinto, el dominado por la torre de Tartafaya. Si se quiere acceder hasta ella, lo mejor es hacerlo por la ladera sur del cabezo. Por este lado se aprecian dos paños de muralla, a diferente cota, construidos con sillares


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En esta página

Vista aérea de Piracés Doble paño de muralla de Tartafaya

atizonados, con un ligero almohadillado, y, en el punto más alto, los escasos restos de una torreta cuadrangular sobre basamento escalonado, con similar aparejo, además de un aljibe o cisterna. El tercer sector defensivo del conjunto de Piracés fue el propio núcleo urbano, populoso en su día, que contó con mezquita aljama. En una de las calles situadas por encima de la parroquial, se puede ver lo que podría ser un paño de las murallas medievales. Piracés pasó a manos cristianas en 1103 y en la memoria ha quedado el conocido como el Pozo o pozo Árabe, una fuente excavada que, aunque nada de su estructura determine dicho origen, bien podría remontarse a época musulmana.

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Las Sillas de Marcén De Piracés podemos tomar la pista asfaltada que conduce a Tramaced, localidad que da nombre a la Serreta y que alojó un castillo, presumiblemente musulmán, en el gran peñasco que hay junto a la carretera. Continuamos en dirección a Fraella, otro lugar de antiguo poblamiento musulmán, para llegar a Marcén. Una vez aquí, por detrás de la iglesia, una pista acerca hasta los depósitos de agua y hasta una plataforma de arenisca donde se puede contemplar lo que fue una población musulmana. Se supera el escarpe –única defensa del lugar– mediante unas escaleras acondicionadas para la visita del yacimiento. Investigado principalmente por Philippe Sénac, Las Sillas o Las Cías es un asentamiento que ha aportado numerosos datos sobre la vida cotidiana en el ámbito rural de esta parte de la Marca Superior, siendo una fundación de época califal, habitada ininterrumpidamente desde la primera mitad del siglo X hasta principios del XI. Se diferencian dos sectores. El oriental aloja lo que pudo ser una mezquita u oratorio, indicado por el hallazgo de un arquito de herradura que señalaría la apertura del mihrab, el hueco al que se dirigen las oraciones, hacia el Este, instalado en el muro de la qibla. El espacio estaría compartimentado en dos naves separadas por columnas y tendría un patio y una residencia adyacentes, seguramente la del imán o persona encargada de dirigir la oración. 38


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En estas páginas

Restos de casas en el yacimiento de Las Sillas de Marcén Derecha

Casas parcialmente excavadas en la roca (arriba) Vista desde Las Sillas de los torrollones de La Gabarda (centro) Zona identificada como mezquita u oratorio (abajo)

Todo el sector occidental, el más extenso, se organiza a ambos lados de una calle principal. Lo ocupan viviendas, junto a talleres artesanos, de diferentes dimensiones, en las que se aprecian varios silos excavados en la roca arenisca. Algunas de estas viviendas también están parcialmente excavadas en la plataforma rocosa. Piezas cerámicas de almacenaje y cocina, pesas de telares, piedras de afilar y ruedas de molino son algunos de los hallazgos arqueológicos que ha deparado un lugar que Pedro I incorporó a sus dominios en 1102, desocupándose por esas fechas. 39


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La Iglesieta de Usón Desde Marcén, tomamos la pista asfaltada que se dirige hacia el embalse del Torrollón. Desde la zona de la presa, nos desviamos a la izquierda por la pista que indica la dirección a Usón, que también fue enclave musulmán. Por esta pista, a unos 1200 m, después de una cerrada curva a la derecha, al inicio de la contracurva, tomamos un desvío a la izquierda que en otro tanto nos deja a unos 100 m del yacimiento de La Iglesieta, también llamado por los especialistas Gabarda I. Precisamente, el torrollón de Gabarda, el que domina esta zona de formaciones turriculares, alojó el hisn del que dependería esta otra fortaleza auxiliar.

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Arriba Puerta de acceso Abajo Detalle del flanco occidental y de la torre

y el muro cortina, al norte


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Abajo

Interior del recinto (arriba) Cámaras excavadas en la roca (abajo)

Ocupa un afloramiento rocoso de arenisca, de forma triangular, que tiene el acceso por el norte, flanco que se protegió con un foso, una torre de planta rectangular y base en talud, y un muro cortina adosado a ella, donde se abre una saetera. Esta obra, realizada en sillares dispuestos a tizón, sin argamasa y almohadillados al exterior, hay que llevarla a los siglos IX-X. Dentro del recinto se ha localizado una cisterna cuadrangular excavada en el ángulo noroeste, así como canalillos de desagüe y recogida de aguas. El acceso original se abre por el lado suroccidental, al que sigue la escalera tallada en la roca, formando un pasillo acodado. En ese mismo lado se abren otros huecos de difícil interpretación al haber desaparecido las estructuras lígneas que completarían el fuerte. Esta fortaleza no solo tenía un carácter defensivo y de comunicación visual con otras de la zona, sino que también amparó un poblamiento. El lugar pasó a manos cristianas en 1103.

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Castillo de Gabarda Al suroeste de La Iglesieta se localiza el torrollón de Gabarda. Con restos de habitación que se remontan a la Edad de Bronce, esta atalaya natural también alojó uno de los ocho castillos del distrito de Huesca que menciona al-Razí. Es preferible realizar el acceso desde el parque de aventura Gabarda, al que llegamos desde el embalse del Torrollón por la pista asfaltada que bordea el fantástico paisaje de torrollones de esta zona, hasta dar con el desvío señalizado. Una vez en las instalaciones del parque, una ruta marcada lleva hasta el pitón de arenisca. En la base de la roca, al norte y al oeste, hay restos de Arriba Muros de refuerzo en la base rocosa muros de refuerzo, que bien pudieran ser ya de Gabarda cristianos. El acceso a la plataforma cimera se Abajo Castillo de Gabarda, destacado entre practicó en origen por la pared septentrional, otros torrollones necesitando de alguna estructura que ha desaparecido. Hoy, una grieta permite una trepada no exenta de riesgo, por lo que no la recomendamos. En la meseta superior quedan huellas de viviendas, aljibes, depósitos…, todo ello excavado total o parcialmente en la roca. En el entorno también se halla algún resto cerámico musulmán.

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Ángulo nororiental del castillo

Alberuela de Tubo De vuelta a la ruta, el siguiente destino es el castillo de Alberuela de Tubo. La fortaleza de esta localidad se ubica sobre una plataforma de arenisca de forma triangular, que tiende a dibujar una media luna, dominando el caserío. Se puede acceder a ella por pista que deja junto al flanco norte o, siguiendo su acceso original, por unas escaleras que parten desde el pueblo y que giran en codo para dar con una puerta abierta bajo un arco del siglo XVI o XVII. La muralla debió rodear todo el perímetro de la plataforma, excepto seguramente la punta meridional, contando con algunos cubos de flanqueo, como los que se aprecian a ambos lados del acceso –seguramente macizos y ambos cuadrangulares en origen–, la torre que se levantó en el ángulo noroccidental y otro cubo localizado en el lado norte. En todo este muro, los investigadores han identificado varias fases. La más antigua corresponde a una fábrica de sillares dispuestos a tizón y trabados a hueso o con una fina capa de cal y arena; su cara externa luce un almohadillado semejante al de otras fortificaciones de finales del siglo IX y siglo X, como las de Huesca y Balaguer, tal vez nacidas dentro de una política emiral de defensa de la Marca Superior, llevada a cabo tardíamente respecto a la conquista de la Península. Otra fase, también musulmana, vendría señalada por sillares con almohadillado mucho más tosco, dispuestos a soga sobre el aparejo de la fase anterior, como se deja ver en el muro septentrional. Se apunta a una obra de reparación en los momentos previos a la conquista cristiana, hacia principios del siglo XII. Finalmente, habría una tercera fase correspondiente a la fase cristiana, tras la conquista del lugar, hacia 1102-1104. También hay reparaciones más tardías, como se observa en la puerta. 43


I RUTA DEL ISLAM I En esta página

Acceso al castillo y vista de la ermita de la Virgen del Castillo

El espacio interior de este importante hisn está protagonizado en la actualidad por la ermita de la Virgen del Castillo, un edificio del siglo XVI que puede reutilizar un basamento anterior. Asimismo, se han localizado un aljibe, varios silos y huellas de habitación. ¿Podría ser esta fortaleza o la de Tubo el castillo de Nuba, mencionado por al-Razí, pero no localizado?

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Castillo de Tubo Desde Alberuela de Tubo nos dirigimos al final de esta ruta en pos de los vestigios islámicos más representativos de la provincia de Huesca, al Castillo de Tubo, situado en tierras de San Lorenzo de Flumen. Una vez en la carretera hacia Sariñena (A-1223), tomamos la pista asfaltada que discurre junto a la acequia del Flumen, a la derecha; más adelante tomamos otra de tierra a la derecha y, poco después, un desvío a la izquierda, en dirección al tozal conocido como Castillo de Tubo, un potente torrollón aislado y con un bosquete de pinos a sus pies, hasta dar con las flechas que indican el acceso. A la vera de éste, en la cara norte del Castillo de Tubo, se encuentran las embocaduras de tres silos excavados en el suelo, habiendo algunos más en las inmediaciones. Su interior es en forma de tinaja y se cerraban con una losa de piedra, colocando carbón sobre los mismos para evitar un exceso de humedad. Un cartel informativo, al pie de la senda que asciende a la plataforma intermedia del tozal, informa de estos y otros aspectos. El lugar, habitado desde el Neolítico, alojó un castillo musulmán que pasaría a manos cristianas a principios del siglo XII, como el resto de poblaciones cercanas, citándose en una concordia entre el obispo de Huesca y el abad de Montearagón de 1104. Pocos restos quedan del mismo: una cisterna en la plataforma cimera –inaccesible, si no es escalando–, tallada en la roca y recubierta de bóveda de cañón, y un muro de refuerzo junto a la base de la roca, tal vez de época cristiana. En superficie aparece algún fragmento de cerámica de pasta gris. En cualquier caso, la visita merece la pena por lo impresionante de la roca y por las vistas que ofrece un mirador que invita a perder la vista hacia los Monegros más orientales y las primeras tierras del Somontano de Barbastro, en dirección al Cinca. En esta página

Roca inexpugnable del Castillo de Tubo

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Fortalezas de tapial Otro de los aparejos utilizado en las defensas musulmanas es el tapial. De ello, encontramos algunos ejemplos en el extremo oriental de la provincia de Huesca. Dos de ellos corresponden a restos de sendas torres: la del Pilaret de Santa Quiteria y la Torraza de Binaced. La primera, la más monumental, situada cerca de la carretera Fraga-Zaidín, presenta un zócalo de mampostería sobre el que se elevan los muros de tapial. En sus inmediaciones hay un poblado ibérico. En tierras de Fraga, hay que mencionar también el yacimiento defensivo de Los Zafranales, donde una guarnición de una docena de soldados defendería el perímetro de una ciudad de Fraga amenazada por la expansión aragonesa. La Torraza de Binaced, situada en la carretera que va de Albalate de Cinca a Esplús, tras una larga recta, a la izquierda, está mucho más deteriorada. Aquí, la cimentación es de sillares de piedra. Otro ejemplo de este modo constructivo lo hallamos en algún muro del castillo de Tamarite de Litera, una fortaleza de escasos restos si se tiene en cuenta a la importancia que alcanzó en la Edad Media. En esta página

La Torraza de Binaced

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Datos de interés Huesca

Roda de Isábena

Museo de Huesca Plaza Universidad, 1 • Tel. 974 22 05 86 http://museodehuesca.es

Museo de Roda de Isábena Catedral de Roda • Plaza Mayor s/n Tel. 974 544 535

Abizanda Museo de Creencias y Religiosidad Popular Tel. 974 300 372 (museo) Tel. 974 300 326 (ayuntamiento)

En esta página Exposición del Museo de Huesca Cuchillo con inscripciones en árabe y latín. Museo de Creencias y Religiosidad Popular de Abizanda

Para saber más Cabañero, B. Cantos, A. y Giménez Ferreruela, «Fortificaciones musulmanas de Aragón», en Actas de las II Jornadas de Castellología Aragonesa: fortificaciones del siglo IX al XX, pp. 17-92, Calatorao, 5-7 de noviembre de 2004, Asociación para la Recuperación de los Castillos de Aragón, Zaragoza, 2006. Castán, A., Torres y castillos del Alto Aragón, Publicaciones y Ediciones del Alto Aragón, Huesca, 2004. Esco, C. Giralt, J. y Sénac, Ph., Arqueología islámica en la Marca Superior de Al-Andalus, Diputación de Huesca, Huesca, 1988. Viguera Molíns, M. J., Aragón Musulmán, Mira Editores, Zaragoza, 1988.

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