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Dina Boluarte se afianza cargo pese a errores y críticas

Contra todos los pronósticos, y pese a la campaña sistemática de desprestigio a nivel nacional e internacional, todo apunta a que la presidenta Dima Boluarte se quedará hasta el 28 de Julio del 2026, cuando se complete el mandato para el cual fue electo el hoy encarcelado Pedro Castillo, a quien reemplazó desde el frustrado golpe de estado del 7 de diciembre pasado.

Boluarte acaba de superar una nueva crisis, esta vez con los altos mandos de las Fuerzas Armadas, luego de unas desafortunadas declaraciones en las que dijo que, si bien era la jefa suprema de las FF.AA. y la Policía Nacional, no tenía “comando” sobre ellas.

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En cristiano, Boluarte se quiso lavar las manos y echarle toda la responsabilidad, de los más de 40 muertos durante la represión de diciembre y de enero-febrero pasados, a los mandos militares y policiales, por los cuales fue duramente criticada desde todos los sectores.

La presidenta ya superó un primer intento de vacancia y su supervivencia, hasta el momento, está ligada a las bancadas del Congreso -de todas las tendencias-, que son reacias a adelantar las elecciones generales como era una de las exigencias de las violentas manifestaciones.

El Congreso concentra el desprecio del ciudadano común y apenas tiene un 10% de aprobación, pero mientras ellos no aprueben una modificación constitucional será imposible la convocatoria a nuevas elecciones. Para ello necesitan dos legislaturas consecutivas y recién se podría volver a tocar el tema en agosto al abrirse el nuevo periodo legislativo. Por esta vía, el adelanto de las elecciones no caminará y solo la renuncia de Boluarte podría acelerar to, ella y el Congreso han coincidido en sus expectativas de quedarse hasta el 2026, cuando nuevamente se anuncian protestas contra el gobierno.

Las manifestaciones de radicales izquierdistas, anarcos sociales y movimientos indígenas, violentas y destructivas, se han desacreditado ante una ciudadanía que está cansada de las crisis económica y busca reactivar sus ingresos, una opción enrarecida por las protestas.

En el frente internacional, a Boluarte también le ayudan los movimientos en contra que debe afrontar su principal crítico, el presidente colombiano Gustavo Petro, cuyas reformas se estrellan contra la realidad de la diversificada economía colombiana y de una población que teme seguir la suerte de Venezuela.

Otro crítico, el presidente mexicano Andrés López Obrador también ha bajado los decibeles, tal vez porque su mensaje en defensa del golpista Pedro Castillo resultaba repetitivo e inútil, mientras que la fiscalóa sigue las pesquisas para formalizar denuncia contra el breve exmandatario por crimen organizado y corrupción.

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