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La coronación de Carlos multitudinaria del nacionalismo

La coronación de Carlos III, el pasado 6 de mayo, fue una explosión de nacionalismo británico, que no se veía en Londres hace tiempo y se podría comparar a julio de 1966, cuando Inglaterra ganó su primer y único Mundial de Fútbol o cuando derrotaron a Argentina en la guerra de Malvinas, en 1982.

En 1966, los hinchas acamparon en los alrededores del histórico coloso de Wembley, como ahora lo hicieron los londineses que, desde cuatro días antes de la ceremonia, se posicionaron en los dos lados del The Mall, la amplia avenida que cruza el Saint James Park, el arbolado jardín que une el palacio real de Buckingham con la céntrica Plaza de Trafalgar.

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Todo este extenso tramo, y sus alrededores, como se hiciera en 1982 para ver desfilar a las tropas que combatieron en Malvinas, fueron tomados con días de antipación por londinenses y británicos en general, con el fin de presenciar por unos minutos el paso de la carroza dorada que transportó, ida y vuelta, al Carlos III y su esposa, la hoy reina Camila.

El cambiante clima de Londres, hizo que el día estuviera nublado y con una llovizna intermitente, pero en ningún momento amilanó a las multitudes que se volcaron a las calles adyacentres a la Abadía de Westminster y a la ruta de carroza real, a la que precedió un vistoso desfile militar de ida y vuelta.

El fervor de los británicos por su corona, sin embargo, no estuvo rodeado del encanto y la expectativa que si vivió hace 70 años, el 12 de junio de 1953, cuando la jovencita Isabel II fue coronada en la misma abadía y con el mismo ceremonial que se repite más

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