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A casi dos años del TLC MercosurSingapur: diagnóstico y oportunidades futuras
Lic. Juan Cruz GONZÁLEZ
Licenciado en Ciencia Política Maestrando en Relaciones Económicas Internacionales Asesor y Analista Internacional.
En diciembre de 2023, el Mercosur y Singapur firmaron su primer Acuerdo de Libre Comercio. Se trata del primer acuerdo de este tipo entre el bloque austral y un miembro de ASEAN. No se trata solo de un tratado comercial, es un gesto político y estratégico que busca tender un puente entre América del Sur y el Sudeste de Asia, una de las regiones de mayor dinamismo económico del planeta. Singapur es un país casi sin recursos naturales (prácticamente una CiudadEstado) pero con una inteligencia institucional y tecnológica notable; miembro fundador de la ASEAN ypuerta de entrada a un mercado de más de seiscientos millones de consumidores.
Para el Mercosur, y particularmente para la Argentina, este acuerdo representa la posibilidad concreta de diversificar exportaciones, ganar presencia en cadenas globales de valor y ampliar el horizonte más allá de los destinos tradicionales.
El acuerdo, conocido como MCSFTA (Mercosur-Singapore Free Trade Agreement), fue firmado tras siete años de negociaciones y contempla la eliminación inmediata de los aranceles por parte de Singapur y una reducción gradual del 95% de las posiciones arancelarias por parte del Mercosur. Incluye además capítulos sobre comercio de servicios, compras públicas, inversiones, comercio electrónico y pequeñas y medianas empresas.
Sin embargo, casi dos años después de su firma, el instrumento aún no ha entrado en vigor.
Cada país miembro debe completar sus procesos internos de ratificación: Paraguay fue el primero en hacerlo hace solo un mes, mientras que los demás aún avanzan en sus respectivas instancias legislativas. Aunque el comercio todavía no se ha visto transformado por la aplicación efectiva del tratado, su mera existencia empieza a generar expectativas entre empresarios, cámaras de comercio y organismos de promoción de exportaciones.
Hoy el intercambio comercial entre Singapur y el Mercosur ronda los 8.000 millones de dólares anuales, una cifra modesta si se la compara con el potencial económico de ambos bloques. Para la Argentina, el comercio con el país asiático es todavía marginal: en 2024 las exportaciones alcanzaron apenas los 120 millones de dólares, compuestas principalmente por productos agroalimentarios, pescado, suero de leche y vino.
No obstante, el acuerdo abre una posibilidad de reposicionar la oferta exportable argentina hacia bienes manufacturados y servicios de mayor valor agregado, capaces de insertarse en cadenas de producción sofisticadas o de abastecer a un mercado con alto poder adquisitivo y estándares de calidad exigentes.
Singapur es un nodo logístico y financiero global, estratégicamente emplazado en el mar meridional de China. Todo producto que logra posicionarse en su mercado es pasible de ganar visibilidad e insertarse en los mercados vecinos de Malasia, Tailandia, Vietnam o Indonesia. Es por eso que, pensar en Singapur es pensar en ASEAN.
Argentina puede proyectar hacia allí la exportación de bienes de mediana y alta tecnología que hoy tienen escaso acceso a mercados asiáticos: maquinaria agrícola, insumos para la agroindustria, equipamiento médico, autopartes, productos metalmecánicos, software aplicado a la manufactura y alimentos procesados con valor agregado. En todos estos rubros el país posee capacidades instaladas, tradición productiva y un diferencial de calidad que podría encontrar demanda en un consumidor asiático que busca diversidad, diseño y, cada vez más, eco-trazabilidad.

En este sentido se debe destacar la existencia de oportunidades poco visibles pero muy prometedoras. Singapur impulsa políticas de seguridad alimentaria (como el Singapore Green Plan 2030 ), sostenibilidad y desarrollo de tecnologías verdes, en donde se destaca la búsqueda de proteínas alternativas de cultivo en espacio reducido.
La Argentina puede integrarse a esas agendas exportando biotecnología, insumos para agricultura sustentable, proteínas alternativas o soluciones tecnológicas para la gestión ambiental. A su vez, los capítulos de servicios y comercio digital incluidos en el acuerdo abren espacio para la exportación de software, consultoría y servicios creativos, sectores donde el país ha demostrado competitividad global.
El desafío es claro. Es necesario transformar la potencialidad en un plan estratégico comercial tangible y viable. Para aprovechar la potencia total del acuerdo, se requerirá de coordinación público-privada, diplomacia económica activa y políticas de promoción de exportaciones que acompañen a las PyMEs en su inserción internacional. La Argentina debe anticiparse mediante el estudio de los nichos del mercado singapurense, participar activamente en ferias regionales, adaptar productos a normas y certificaciones locales (como los Singapore Standards), generar alianzas logísticas y posicionarse tácticamente como un socio confiable, antes de que el tratado comience a regir plenamente.
A casi dos años de su firma, el acuerdo MERCOSUR - Singapur es más que un instrumento jurídico; es una señal de apertura hacia un nuevo eje de relaciones económicas y una llave fundamental para ingresar a uno de los bloques con mayor potencial futuro.
Singapur ofrece una puerta para ingresar al espacio ASEAN y desde allí expandir la presencia comercial argentina en un mercado que ya representa casi el 10% del PBI mundial.
Si algo nos enseña la historia reciente, es que los países que logran insertarse tempranamente en las cadenas globales de valor (particularmente en las asiáticas debido a su velocidad de crecimiento y dinamismo) multiplican sus oportunidades de desarrollo.
Argentina posee lo necesario: la industria, el talento profesional y la capacidad exportadora suficiente para que este acuerdo sea el punto de partida para lograr diversificar su vínculo con el Pacífico.










