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¿Quién ganó las elecciones?

Richard Leslie RAMSAY

Editor | Director

El lunes, posterior al domingo eleccionario, empezaron a aparecer como hongos después de la lluvia, los opinadores, los fríos que buscan el calor de los ganadores, los que quieren atribuirse alguna cuota ganadora en la contienda electoral. Enfrente, los políticos decepcionados y los periodistas ensobrados que daban por hecho que el oficialismo perdería en forma catastrófica, montados en lo sucedido días anteriores gastaban a cuenta. Algunos hasta habían dado seña para cambiar la casa o el auto.

¿Quien ganó realmente? ¿Milei, Karina, Santiago Caputo, los Menem, o los candidatos elegidos a dedo en medio de una total oscuridad? No, ganó un candidato que no estaba en ninguna lista. Ganó EL MIEDO. Quienes habían votado en contra, y quienes no fueron en las elecciones pasadas a votar, de golpe se dieron cuenta que debido a su equivocada actitud el peronismo kirchnerista podía volver triunfante. Entonces un candidato emergió, aclaró las mentes, y sin pensar mucho decidió su voto: votaron por el MIEDO.

Y el MIEDO ganó, pintando de violeta el mapa. Gracias al MIEDO, la realidad nacional empezó a tener un vuelco. Los resultados electorales dieron pie u obligaron a modificar conductas y criterios. Todo indicaba quienes estaban vaciando los cajones del escritorio, se quedarían. Los débiles se fortalecieron y los que se suponían fuertes e invencibles en 24 horas se cayeron del árbol como un piano.

¿Esto significaría que las políticas del gobierno están todas bien y fueron aprobadas? En absoluto. Esto lo obligará a repensar los próximos dos años. A cambiar algunas conductas y lograr consensos para consolidar lo conseguido. Por otra parte, conquistar aprobaciones de aquellos que están en desacuerdo por las formas, y no por los contenidos de lo que se pretende conseguir.

Las elecciones entiendo fueron una bisagra para muchos sectores, entre ellos la justicia. Muchos jueces que se sentían hasta el sábado invulnerables, hoy deben estar pensando si no es hora ser menos militantes y empezar a tener un poco de miedo y trabajar para lo que fueron designados. Cristina Fernández viuda de Kirchner, la prisionera balconera con pulsera en su tobillo (que no es de Louis Vuiton precisamente), que se sentía poderosa con gente a sus pies lamiendo sus botas, empieza a sentir que sus supuestos súbditos empiezan a tomar distancia saludable, toda vez que la política genera aliados pero no amigos. Te pueden acompañar al cementerio pero no entran. En un día, el líder se puede tornar en la mancha venenosa. El presidente con el resultado que le otorgó las elecciones, tiene la oportunidad de profundizar los cambios y empezar a trabajar en los que tiene que hacer, que hasta el sábado anterior al acto eleccionario dudaba si podría llevarlo a cabo. Pero que este triunfo en las urnas (que no se torne en triunfalismo) le brinda al presidente la oportunidad de acelerar, frenar o tomar la curva más despacio, con cuidado, porqué quién ganó no fue él, fue el Miedo. El miedo puede ser algo permanente o transitorio. Depende de los próximos dos años, si puede capitalizar bien los votos de esa masa, que lo resiste hoy, en votantes a favor en el 2027.

Muchas cosas fueron cambiadas para bien, otras quedaron en el limbo, y otras dejaron mucha gente lastimada. Este fortalecimiento pone a Milei y su equipo frente a dos años para producir los cambios que le aseguren los resultados para seguir, por cuatro años más, en su labor para cambiar a la anquilosada argentina, pobre y mendicante, en un país en vías de ser Nación nuevamente.

Que las fuerzas del cielo le ayuden. richardleslieramsay@gmail.com

Opinión

Marcela CRISTINI

Economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

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