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no hay alimentos ni buenos ni malos
from Revista Al Gusto
Uno de cada cinco españoles declara haber llevado a cabo algún tipo de dieta en los últimos 12 meses. Por supuesto, las mujeres son el doble que los hombres, según el III Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon. Sin embargo, muy poca gente es consciente de que este patrón tan ampliamente aceptado responde a algo llamado «cultura de la dieta» que, tal y como describe a S Moda la psicóloga María Caro, de Anma Psicología, especializada -entre otros- en el tratamiento de trastornos alimenticios en adolescentes y adultos,“es un movimiento social y un conjunto de creencias que hay en torno a que los cuerpos delgados son los que gozan de buena salud y los deseables”. Pero lo más peligroso de la cultura de la dieta no es la generalización que asocia salud y felicidad con delgadez -la OMS define el peso ideal con un índice de masa corporal que puede variar entre 18,5 y 24,9, y definitivamente esos valores no se encuentran en lo que según el imaginario colectivo asociamos con «delgadez», que suele ser mucho menor-, sino sobre todo una omnipresencia y dictadura a lo largo de décadas que ha dejado un poso casi imposible de limpiar. “Nos han vendido tanto el ‘estar guapo’ como modelo de éxito, que ‘estar guapo’ se asocia a ser feliz. Acabamos buscando el ‘cuerpo perfecto’ porque creemos que con él nos sentiremos mucho más felices y exitosos”, añade Caro. El debate sobre lo errado de esta cultura se ha abierto en los últimos años gracias, por ejemplo, a personas como la influencer y empresaria Marina Llorca, quien ha dedicado parte de su carrera a difundir los problemas que pueden generar a las mujeres todas estas asunciones equivocadas sobre el peso y que ha publicado recientemente.
una niña muy madura, pero es que además, físicamente, no tenía un cuerpo de niña. Sufrí bullying en el colegio y un chico se dedicó a meterse conmigo y a llamarme ‘gorda’. Si yo ya partía con inseguridades, esto fue el detonante final. En aquel momento para sentirme mejor, con 15 ó 16 años, me obsesioné con perder peso. Porque ese chico decía que estaba muy gorda y que nadie me iba a querer así. Me obsesioné con que, si estaba más delgada, la gente me iba a querer e iba a ser deseable. Entonces empecé a hacer dietas”.
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La cultura de la dieta reinaba en la mente de Marina pero también en la de sus compañeros; aunque solo a ella le pasó factura: “Fui a un dietista con la mentalidad de ‘quiero perder peso’. Mi objetivo era únicamente físico y solo quería ser delgada. Me daba igual la salud. Quería que los chicos se fijaran en mí igual que en mis amigas y poderme poner bikini como ellas. Hice muchísimas dietas, no solo las que me mandaba el dietista, sino muchas que veía incluso en revistas. Fue lo que me llevó a sufrir un TCA y llegué a hacer locuras como alimentarme solo de líquidos. Solo para ser aceptada por los demás. No era solo una rutina, se había convertido en una forma de vida. Vivía contando calorías, era un estrés y una ansiedad brutal”, cuenta a S Moda.
Una niña muy madura, pero es que además, físicamente, no tenía un cuerpo de niña. Sufrí bullying en el colegio y un chico se dedicó a meterse conmigo y a llamarme ‘gorda’. Si yo ya partía con inseguridades, esto fue el detonante final. En aquel momento para sentirme mejor, con 15 ó 16 años, me obsesioné con perder peso