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Vivir en Doñana, todo un privilegio. Antonio Contreras González

Los años en los que mi vida estuvo relacionada con el P.N. de Doñana transcurrieron entre la Reserva Biológica de Doñana, en el Parque Nacional, y la Estación Biológica de Doñana en Sevilla, situada entonces en Heliópolis, en la calle Paraguay N°1.

Vivir en Doñana, todo un privilegio

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Antonio Contreras González

Os preguntaréis qué tiene que ver Doñana con Lora del Rio, pues los que me conocéis lo tendréis muy claro y a los que no, os lo voy a explicar brevemente.

En Sevilla, en la Estación Biológica de Doñana, en la sala de preparaciones, lugar donde se preparaban los animales para el museo que, dicho sea de paso, es una de las mejores colecciones de fauna de España, aunque no esté abierta al público, solo a investigadores.

En esta sala tenía colocado un cuadro de Lora para que todo el mundo lo viera. Siempre preguntaban, quién es el loreño que trabaja aquí.

En el Coto, en la habitación donde nos reuníamos en el Palacio, también tenía colocada una foto de nuestro pueblo, lógicamente, el nombre de Lora estaba muchos días en la boca de todos.

Yo siempre les contaba a mis compañeros biólogos, guardas, etc., qué pájaros teníamos en Lora y dónde se encontraban.

En el Coto coincidí con Félix Rodríguez de la Fuente, era toda una gozada escucharlo por las noches, cuando nos contaba sus aventuras y sus proyectos. Recuerdo un día estar Félix mirando los cuadros, mapas y fotos del parque que había colocado en las

paredes, supongo que el que había de Lora también pasaría por delante de su retina.

Doñana es todo un paraíso al alcance de pocos, también hay que decir que es posible visitar Doñana y no ver nada. Hay días, cuando el viento viene del mar abierto, que se empapan de lluvia y se hace temporal, y Doñana, vacía de pájaros y bichos, no parece gran cosa.

No hay que equivocarse, Doñana es distinta, y ha dejado ya una huella tan profunda que parece imborrable. Casi nada hay que se haga o escriba sobre conservación de la Naturaleza en España que no le deba poco o mucho a Doñana.

La primera relación faunística de Doñana es una lista de las aves que existían en las pajareras, se encuentra en el archivo de los Duques de Medina Sidonia y data de 1587.

La primera mención de Doñana en un texto zoológico impreso es de Antonio Machado, 1854: "Catálogo de las aves observadas en algunas provincias de Andalucía”.

El emblema de Doñana, representado en las publicaciones de la Estación Biológica y en una bonita estatua de bronce junto a la pista de entrada, es el lince ibérico.

La elección del lince era casi obligada. Es el más bonito, fuerte y escurridizo de nuestros carnívoros.

La imagen más popular de Doñana, aparecida incluso en sellos de correos, es la de los grandes alcornoques del borde de la marisma, cubiertos de nidos enormes en los que anidan garzas reales y espátulas.

En nidos más pequeños y menos duraderos, ocupando alcornoques o brezal, anidan también las garcillas y algunos años, también los martinetes. Hay tantas, que en un año bueno llegan a criar en la Pajarera de Doñana cerca de 7.000 parejas, y cuando los pollos vuelan, pueden reunirse hasta 30 o 40 mil aves, cifra absolutamente impresionante y que da idea de la enorme riqueza de la marisma, sin parangón posible en Europa.

Cuando trabajaba en Doñana éramos todos muy jóvenes, yo dejé Doñana y me marché en busca de otra aventura muy distinta. Mis compañeros son hoy grandes investigadores y grandes personajes dentro del mundo de la conservación de la Naturaleza.

Siempre recordaré mi primer día de trabajo en la Estación Biológica, llegué y me encontré a Miguel Delibes hijo, estaba tomando datos sobre medidas, peso, etc. a unas ratas de agua. Recuerdo que había un bidón lleno de estos animales, estaban conservados en formol. Me dijo: “Sigue tú y cuando termines me avisas”. Mientras estuve en Doñana, tuve una muy buena relación con Miguel. Más tarde fue Director de la Estación Biológica.

Me contó que estuvo en Lora para ver a Sandoval, le encargó que le guardara los animales que le traían y no embalsamaba, para estudiarlos después. Al decirme que eran águilas reales, a nosotros nos pareció que era una especie que bien merecía un viaje a Lora para recogerlas. Tomamos el todoterreno y nos presentamos en su casa. Al verlas no dijimos nada, pero las águilas reales se habían convertido en ratoneros, una especie muy común y muy frecuente. Las metimos en el coche y de vuelta para atrás. Lógicamente la confusión era aceptable. Otra anécdota que recuerdo con mucho cariño fue cuando recibí una llamada de Antonio José Caro, procurador de los tribunales, loreño y que muchos loreños conocieron. Me decía que en el cuartel de la Guardia Civil había entregado un águila culebrera con un golpe, que podríamos llevarla a Doñana para su recuperación. Llamé al Director y no puso ninguna objeción a que lo llevara al Parque y así poder enseñárselo.

Cierto día, recibí una llamada de D. Antonio Trigo, me comunicaba que tenía en su casa tres águilas reales, él sabía que yo estaba en Doñana. Si nos parecía bien podíamos pasar a recogerlas y llevárnosla a Doñana. Para terminar, deciros que estoy muy orgulloso de haber llevado el nombre de Lora a este impresionante lugar. Doñana merece ser conservado para las generaciones venideras. Es un tesoro ecológico único e irrepetible.

Me dio un permiso para poder entrar en la Reserva con él y con el águila.

Nos acompañó su hijo Lorenzo, pusimos rumbo al Coto pasando un día con ellos lleno de emociones.