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La Iconografía de San Sebastián:El culto a San Sebastián en la actualidad

El culto a San Sebastián en la actualidad Miguel Castillo Guerrero

El mes de enero es la época del año que suele dedicarse a recordar a San Sebastián, nuestro Santo Patrono, venerado en toda Europa, entre otros motivos, por ser el protector contra la enfermedad de la peste y otras pandemias que de tiempo en tiempo se ciernen sobre nosotros. Por ello, en numerosas localidades de nuestra geografía se celebran antiguas y coloristas fiestas y cultos en honor de este mártir cristiano coincidiendo con el recordatorio de la fecha de su martirio, el día 20 de este mes. Lamentablemente, habría también que señalar el hecho de que en Lora estas celebraciones están siendo irremediablemente arrinconadas por los modernos tiempos no propicios para mantener esta antigua y piadosa tradición local.

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A lo largo de varias semanas del mes de febrero tuvimos la oportunidad, una vez más, de viajar a las bellísimas Islas Baleares, y hemos vuelto a apreciar cómo allí, prácticamente en todo el archipiélago, se mantiene el culto a San Sebastián, iniciado hace siglos cuando estas islas fueron azotadas por la epidemia de la peste. Y la comparación de esta situación baleárica con la de nuestro pueblo en torno a un culto ancestral común me ha llevado a hacer este pequeño comentario.

Ha ocurrido, además, que a comienzos de marzo, cuando habitualmente se suelen realizar las colaboraciones para esta Revista de Feria, nos ha invadido una nueva pandemia, esta vez no de peste sino de algo más desconocido como es el

Coronavirus, llegado de lejos pero que ha dejado a parte de nuestro Mundo en un estado de postración y abatimiento como no lo habíamos conocido en toda nuestra larga vida. El aislamiento familiar impuesto, y el Estado de Alarma proclamado, nos han hecho pasar semanas de recogimiento y temores, junto a mucho tiempo libre, que nos han posibilitado evocar épocas pasadas. Incluso pudimos observar, especialmente en las redes sociales, una especie de evocación protectora nueva a este Santo. ¡Hemos sentido cómo renacía la antigua invocación a San Sebastián!

Y sin saber exactamente el porqué, recordamos al italiano Giovanni Boccaccio que a mediados del siglo XIV, coincidiendo con la aparición de una de las más grandes epidemias de peste negra que sufrió Europa, escribió El Decamerón, libro que en una narración engarza una serie de cuentos relacionados con el amor, la inteligencia humana y la fortuna. Su argumento es simple: un grupo de jóvenes de ambos sexos se aíslan en una mansión campestre en la Toscana para librarse de la peste. Y, para entretenerse, los personajes recurren a contar relatos de diversa índole.

Nuestro relato, mientras dura la cuarentena por el Covid-19, va a consistir en narrar algunos aspectos y curiosidades que sobre el culto y la iconografía de San Sebastián nos hemos encontrado en el recorrido llevado a cabo por varias de estas islas. Y este itinerario no cabe duda de que debe iniciarse por el edificio más imponente de Mallorca, y que no es otro que la Catedral de Palma. Se trata de una construcción gótica, llevada a cabo sobre la vieja mezquita morisca, y que a su vez se había levantado sobre templos anteriores de origen romano, que inició el rey Jaime I de Aragón en 1229, poco tiempo después de la reconquista cristiana de las islas. Esta catedral, con 121 metros de larga, 40 metros de anchura y 44 metros de alta, es de las más grandes del mundo, destacando que por la altura de su nave central es la segunda de Europa. El conjunto fue restaurado a comienzos del siglo XX por el gran arquitecto Antonio Gaudí que dejó su impronta modernista en algunas partes del edificio. Y otro artista que también ha puesto su “granito de arena” moderno ha sido el pintor mallorquín próximo a la corriente neoexpresionista, Miquel Barceló, que entre los años 2001 y 2006 realizó un mural cerámico policromado, de 300 metros cuadrados, que representa el milagro de la multiplicación de los panes y los peces según la narración del Evangelio de San Juan, y que ha sido colocado en la Capilla del Santísimo, en el ábside lateral derecho del templo, siendo también el autor de cinco vitrales de 12 metros de altura que contribuyen a la espléndida luminosidad de esta catedral.

Relicario de plata en forma de brazo en cuyo interior se conserva un trozo de hueso procedente de un brazo de San Sebastián. Fue traído a Palma desde la isla de Rodas a principios del siglo XVI

Epidemias de peste asolaron frecuentemente las islas a lo largo de los siglos XIII, XIV, XV, XVI y XVII, asociándolas sus habitantes a ideas religiosas o a castigos divinos por lo que había que encomendarse a los santos buscando protección celestial. San Sebastián, ya desde el año 680 en el que los romanos habían atribuido la eliminación de la terrible pestilencia que se cernía sobre la Ciudad Eterna a la milagrosa intervención del Santo, adquirió una extraordinaria fama como Santo Protector contra la pandemia. Y los mallorquines empezaron esta relación especial con este mártir. La epidemia de 1522 fue tan violenta que se creía que todos los habitantes de la isla perecerían, pero su cese repentino se creyó milagroso y se atribuyó a la presencia en la ciudad de una reliquia extraída del brazo de San Sebastián procedente de Rodas, y que fue donada a la Catedral. En conmemoración de este hecho se constituyó una Cofradía del Mártir para toda la isla, que se asentó en una renovada capilla dentro de la Catedral, y que contribuyó a aumentar la solemnidad de los cultos y fiestas al Santo. En 1634, finalmente, San Sebastián fue nombrado patrón de la ciudad, compartiendo este honor con Nuestra Señora de la Salud.

Original escultura de San Sebastián que llegó a Roma el año 1757 procedente de la Escuela Francesa de Roma, autor cuyo nombre se desconoce.

Ocupa el lugar central de la Capilla de San Sebastián de la Catedral una escultura del titular, sujeto a un tronco, únicamente por un brazo, con el resto del cuerpo caído hacia abajo. Esta imagen, que sustituyó a otra anterior destruida, llegó a Palma procedente de Roma el año 1757, siendo desconocido el nombre de su autor. En su interior, la Catedral también conserva una valiosa pintura sobre el Santo, obra del pintor burgalés Alonso de Sedano (siglo XV), y que puede admirarse junto al original relicario donde se conserva el hueso del brazo del mártir donado a la ciudad en el siglo XVI.

Huellas iconográficas de San Sebastián en Palma las encontramos en numerosas iglesias y conventos de la ciudad, como, por ejemplo, en la Parroquia de San Sebastián, en la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro o en el Convento de Santa Isabel. Habría que destacar, también, una pintura del gran Van Dyck dedicada al martirio de este Santo y que recientemente ha sido identificada como obra de este pintor flamenco, en la Casa Consistorial de Palma.

Y si nos alejamos de Palma, posiblemente el siguiente lugar en importancia artística de la isla lo encontramos en la ciudad de Sóller. Aquí la bellísima Iglesia de San Bartolomé, que data de los siglos XVI y XVII, es una joya arquitectónica que mezcla los estilos barroco, modernista, neogótico e incluso conserva vestigios de su primitiva planta románica. Es conocida como “Catedral de la Luz” gracias a sus 57 ventanales y sus 5 rosetones. Su interior guarda una magnífica escultura de San Sebastián, de autor desconocido.

Una de las ciudades más bonitas de la isla de Mallorca es la viejísima Alcudia que conserva buena parte de sus antiguas murallas. La llamada Puerta de San Sebastián de la muralla contiene una bonita hornacina donde se encuentra una escultura de este Santo. También lo encontramos en una de las capillas de la Iglesia Parroquial de Santiago, escultura ésta obra de Llorenç Ferrer.

Y la iconografía sebastiniana continúa en otras islas, especialmente en Menorca donde tanto en Mahón como en Ciutadella encontramos buenos ejemplos. Pero no queremos extendernos más en este comentario mientras seguimos observando la cuarentena de este extraño virus.