IR A DIOS

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IR A DIOS AUTOR: Dr. César Augusto Dávila Gavilanes. TRABAJO RECOPILATORIO

Portada: Fotografía del Tungurahua vista desde el cantón Patate

Libro digitalizado para su difusión.

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ÍNDICE PRÓLOGO DEDICATORIA SALMO CÓSMICO ENSEÑANZAS MÍSTICO-FILOSÓFICAS EL REGRESO A DIOS LOS NIÑOS EL GRAN DRAMA CÓSMICO BAJO LA MIRADA DE ÉL LA COMPRENSIÓN DE LOS MISTERIOS DE DIOS EL HOGAR COMUNIDAD DE AMOR Y DE SERVICIO PARA CONOCER LA DIVINA ESENCIA DEL PADRE TODO DISPUESTO PARA DARNOS EJEMPLO NO DESCUIDAR LO MÁS IMPORTANTE: DIOS HACER UN ALTO EN EL CAMINO HUNDÁMONOS EN DIOS TODO ESTÁ UNIDO A DIOS LOS GOCES DEL ESPÍRITU EL PADRE NUESTRO EN LA MEDITACIÓN EL FIN DE LOS TIEMPOS ¿PARA QUÉ ESTAMOS AQUÍ? EN ÉL VIVIMOS, EN ÉL NOS MOVEMOS, EN ÉL EXISTIMOS LOS SEUDO-MAESTROS EL SANTO HERMANO MIGUEL COMO PREPARARNOS A LA PASCUA DE RESURRECCIÓN EL VERDADERO AMOR SAGRADA EUCARISTÍA CRISTO VINO PARA TODOS MIRAD LAS AVES DEL CIELO DISCERNIMIENTO VOSOTROS SOIS MI CORONA, MI GLORIA Y MI RECOMPENSA SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS NUESTRO REINO VERDADERO SANTUARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA EL VERBO ENCARNÓ RAZÓN DE LA NAVIDAD AYUNO Y ORACIÓN DE JESÚS, EN EL DESIERTO CRISTO CÓSMICO Y CRISTO HISTÓRICO -iv-

VII IX XI 1 1 3 4 6 8 9 10 11 12 13 14 15 16 20 24 26 27 31 34 35 36 40 40 42 43 45 48 50 54 56 57 62


LA ACCIÓN Y EL TRABAJO EN EL MUNDO ¿ÉL, UN BUSCADOR DE ERRORES? SANTA MISA VOTO DE ORACION LA ENCARNACIÓN DE ESE YO DIVINO SER COMO NIÑOS PARA IR A DIOS EL VERDADERO ALIMENTO ESPIRITUAL DÓNDE ESTÁ LA PAZ QUE BUSCAMOS LA DIVINIDAD DE CRISTO LA ORACIÓN VERDADERA TODOS PRESENTES EN LA MENTE DIVINA DIOS ESTÁ EN NOSOTROS TENER NUESTRO PROPIO SANTUARIO LA PATERNIDAD ESPIRITUAL EL MISTERIO DE UN DIOS TRINO EL DOLOR HUMANO LA PALABRA DE DIOS ES VIDA Y ESPÍRITU LE CRUCIFICARON ÉL, IMÁN DE TODA LA HUMANIDAD CRISTO APARECE COMO UN HOMBRE ENTRE LOS HOMBRES LA DIVINIDAD DE CRISTO ÉL SE MANIFIESTA A LOS SENCILLOS DIÁLOGANDO CON JESÚS DIALOGANDO CON LAS PIEDRAS LA CONSAGRACIÓN EL ESPIRITU SANTO EL VALOR DEL TRABAJO EL SUEÑO DE JOSÉ UN DÍA DE TRIUNFO NECESITAMOS DE UNA EXPERIENCIA DE DIOS LUGARES SAGRADOS LA FE DE PEDRO ASI NACIÓ JESÚS EL LENGUAJE DE LA ORACIÓN SERMON DEL MONTE CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARIA MARIA EJEMPLO DE ORACIÓN MARÍA, MANIFESTACIÓN DIVINA -v-

64 70 73 74 75 77 81 82 83 84 85 85 86 87 89 91 94 95 96 98 99 101 102 109 112 115 117 120 121 129 130 132 135 138 139 145 150 151


EN EL LXXV ANIVERSARIO DE UN MILAGRO DESDE EL ARCANO DEL SILENCIO EXPOSICIÓN EN EL CONGRESO MUNDIAL DE RELIGIONES ABRAZO ESPIRITUAL ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE EN EL ORDEN MATERIAL CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE EN EL ORDEN FILOSÓFICO Y RELIGIOSO

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PRÓLOGO Recurriremos, a las mismas palabras del Padre Dávila para que sean ellas las que prologuen su obra. “Mis queridos hermanos, nosotros tenemos que IR A DIOS, tenemos que buscarlo a ÉL. Yo creo que las presentes charlas por donde se mire, por cualquier lado, por cualquier ángulo, sí comenzamos por las lecturas más pequeñas o por las más grandes, SIEMPRE nos llevan a un término: ÉL (Dios). Yo me imagino así. Ese Dios Bendito: es como ese sol que nos alumbra todos los días. Pero ese sol no tiene la capacidad de penetrar en las rocas, tuviera esa capacidad sí fueran esos rayos –como lo que ha inventado el hombre- esos potentes rayos láser, pero necesitamos todavía otra clase de rayos, que penetren todas las sustancias, sin límite; entonces tendríamos, mis queridos estudiantes, una imagen aproximada de lo que es ÉL. Él es una fuente infinita de energía, fuente de luz. Pero Luz que penetra todos los rincones, Luz que penetra absolutamente todos los planos, absolutamente. Entonces nosotros, de donde quiera que miremos, de cualquier plano que miremos, en donde nos ubiquemos pues, desde allí podemos IR A ÉL y estas charlas pretenden inspirarnos para ello, desde esto podemos ubicarnos en Él con nuestra mente con nuestra fe, desde allí podemos contemplarle. Luego, decir como el profeta “Bendecid al Señor porque es bueno, porque es eterna Su misericordia”. P. César Dávila

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DEDICATORIA Este esfuerzo recopilatorio estรก dedicado a todos los estudiantes del Padre Dรกvila, los que fueron los que son y los que serรกn.

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SALMO CÓSMICO Quiero alabarte, Dios mío. Pero cómo encontrar una alabanza digna de Ti? Quiero cantarte, Dios mío. Pero cómo encontrar un canto que diga todo lo que Eres? Quiero amarte, Dios mío. Pero cómo encontrar un corazón que sea capaz de encerrarte? Quiero bañarme en Tu Luz! Pero cómo podrá mi pequeñez encerrar el brillo de Tu grandeza? Oh Bendito Dios! Eres el Dios del hombre a quien le diste el privilegio de conocerte, de amarte, de gustarte, de vivirte, de gozarte. Eres el Dios del judío, del mahometano, del hindú, del parsi, del semita, del mongol, del atlante, del lémur, del ario… Eres el Dios del justo, del pecador, del pobre, del rico, del católico, del protestante, del chico, del grande… Eres el Dios del Tabor que envolvió con Su luz a Tu Hijo Amado. Eres el Dios del salvaje que te adora en la jungla… Eres el Dios del científico que te descubre en el laboratorio. No eres el Dios guerrero que arma huestes homicidas que se solazan en la sangre derramada entre hijos y hermanos. No eres sólo el Dios trepidante y terrible del Sinaí en la teofanía de Tu gloria revelada al caudillo de Israel. No eres el Dios sólo de unos y no de otros… Eres el Dios cósmico. El Dios de todos, absolutamente de todos. Eres el mismo para todos, absolutamente de todos.

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Eres el mismo para el insignificante átomo que vibra en llamaradas de luz y para el Serafín que arde en insondable Amor en la gran pira de Tu divina esencia!… Eres el mismo para el santo que Te conoce, que Te busca y que Te ama y para el pecador que no siente la bendición de Tu presencia. Eres el mismo, absolutamente el mismo, para todos los seres sin excepción. Si no lo fueras, no serías Dios. Si no lo llenaras todo con Tu Bendita Presencia, qué podría llenar aquello que Tú no lo llenas?

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ENSEÑANZAS MÍSTICO-FILOSÓFICAS EL REGRESO A DIOS Es tiempo de un nuevo amanecer; es tiempo del regreso a Dios, desde el día de Pentecostés a través del Espíritu Santo se inició el regreso de la humanidad toda a Dios, dicen grandes místicos como Swami Abhishiktananda1. Y aún cuando haya muchas fuerzas negativas queriendo impedirlo nada podrá contra el inevitable torrente de Dios actuando sobre sus hijos en su inevitable reencuentro, es así, que han encarnado mahatmas, swamis, santos en todas las religiones con el fin de enseñar a sus hermanos “menores” digamoslo así, la forma de ÍR A Dios.

Sin embargo debemos estar atentos ya que existen negatividades que pueden causar más de un sufrimiento y dolor en este camino hacia el Padre.

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Swami Abhishiktananda (Henri Le Saux) (1910-1973) fue un monje francés, que llegó a la India en 1948 en busca de la vida contemplativa. Adoptó sannyasa de acuerdo con la tradición de la India y se convirtió en uno de los pioneros del diálogo entre hindúes y cristianos. -1-


El tránsito más seguro es: el de la humildad y la oración en Cristo, pero esa oración de espíritu, esa oración de silencio que nosotros conocemos como meditación. Recordemos siempre el ejemplo de nuestro Bendito Maestro Swamiji2 Jesús, siempre humilde, siempre sabio, siempre prudente, pero no pensemos que prudencia es quedar bien con los demás, no, esa es prudencia para los hombres, prudencia es actuar de acuerdo a la voluntad de Dios con inteligencia con discernimiento que proviene de la sabiduría de su gracia la cual obtenemos por la meditación. Tomen en cuenta que la humildad depende de nosotros, de nuestro desapego. Quién tiene humildad verdadera es quién ha triunfado en todas sus batallas internas; lean la vida de San Francisco y mediten sobre este gran misterio. Ahora profundicemos en ¿cómo ir a Dios? ¿Cómo ir a Dios? Nosotros somos como una botellita pequeña, bien “corchadita” y echada al mar. El agua del mar la circunda, pero no entra en la botella porque está tiene un corcho. Quitemos el corcho y verán como el agua entra. Esa botella es nuestro yo, y lo que está afuera es ese yo divino y ese yo Divino tiene que llenar “mi yo” para que exista una sintonía. Y lo de destapar la botella lo hace la meditación. No encontrarán ustedes, busquen en donde busquen, lean lo que lean, hagan lo que hagan, nada que pueda suplir a la meditación. Y ningún libro, maestro o instructor podrá enseñarles nada que supla a la meditación. El mismo Dios no puede sacar el corcho de la botella y decir: “bueno ahora si voy a entrar”. Por qué? Porque Él es supremamente respetuoso de la libertad humana, de nuestro libre albedrío. 2

Swamiji Titulo honorifico hindú que significa dueño de sí mismo, la terminación –ji- hace referencia a afecto. -2-


Quien va entonces a sacar el corcho? Somos nosotros ¿cómo? Por la Meditación. Pero ¿Qué es meditar? Es hacer lo que hace la gallina: escavar, escavar dentro de nuestra propia conciencia hasta descubrir el gusanito, es decir el alimento substancioso: Dios. La gallina no descansa sino cuando ha encontrado la comida. LOS NIÑOS Muchas veces me he preguntado ¿cómo sería la sonrisa de Dios en este mundo? y la respuesta es: que sería diáfana, llena de luz, de sinceridad, de amor, de inocencia, de felicidad como es la de nuestros queridos niños. Si mis queridos estudiantes en la sonrisa de los niños se encuentra la sonrisa del mismo Dios, qué responsabilidad tan grande tienen: los padres de familia y toda la sociedad misma, el de hacer a sus hijos felices, velar por ellos por su cuidado, por su salud, por su progreso espiritual.

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Tengan mucho cuidado que un hijo no es un ser para darnos alguna satisfacción egoísta o para figurar un entorno familiar, no, un hijo es el centro de la familia y de las sociedades, es nuestra responsabilidad que sean personas felices, educadas, en el futuro útiles, espirituales y que evolucionen y ayuden a los planes de Dios. En Oriente se considera como uno de entre los tres pecados más terribles que puede haber el atentar contra los niños, el otro es atentar contra un santo, bueno, el otro trataremos en otra oportunidad más afín. Siempre seamos responsables y encomendemos a las manos de Dios siempre a estos queridos niños, recuerden que el mismo Cristo los quería que estén junto a Él –Dejad que los niños se acerquen a mí (llamaba la atención a sus discípulos)… acaso no saben que el Reino de los cielos es para quienes son como ellos?- decía el Maestro. Ante esto que es tan claro ¿acaso alguien necesita más explicación?... EL GRAN DRAMA CÓSMICO BAJO LA MIRADA DE ÉL Veo en mi mente, el desfilar de los mundos. Veo en mi mente la caravana incontable de seres inteligentes, como los vio un día Pablo de Tarso cuando contó las jerarquías celestiales, o como cuando iba contando Juan el número de elegidos de las doce tribus de Israel; y

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cuando ya no pudo contar más porque ya no habían números para contarlos ¿te parece? ¡ya no había números! ¡eran tantos, eran incontables! Veo que todo, absolutamente todo se mueve en medio de una Luz inaccesible a la mente humana. En esa Luz entra en escena el gran drama cósmico, el drama, la tramoya, el escenario, algunos personajes solamente, tanto actores como espectadores tienen masa vibratoria, desde la frecuencia más baja hasta la más sutil. Pero en el drama cósmico, querido estudiante, hay igualmente tramoya, escenario, actores y espectadores en que ya no hay vibración, o mejor, ya no hay vibración que registre instrumento manual alguno, sólo registra el gran instrumento de la mente; solo ella, mide las oleadas de ondas mentales que brotan de las demás mentes. En este drama cósmico hay tramoya, escenario, actores y espectadores cuyas vibraciones no registran otros instrumentos, más que el espíritu. Porque el hablar, el hablar de espíritu a espíritu no es posible describir con palabras: El hablar de Espíritu a espíritu sólo se traduce a través del espíritu. Pero lo maravilloso es, queridos estudiantes, que todo ese drama cósmico, no importa la tramoya, no importa la escena, no importa los personajes, no importa la escala vibratoria de cada escena, no importa el tiempo y el espacio en que se desarrolla, todo ese drama cósmico está bajo una sola dirección, bajo una sola mente, bajo una sola voluntad, bajo una sola mirada: la dirección, la mente, la voluntad, de la mirada de ÉL.

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LA COMPRENSIÓN DE LOS MISTERIOS DE DIOS La comprensión de los misterios de Dios solamente proceden de la gracia3 de Él mis queridos estudiantes, solamente de él, y, esta comprensión se da en la medida en que lo que los teólogos llaman “la gracia” actúa en nosotros.

Pero, cómo se da esta gracia? Cómo es que se da esta acción de Dios en nosotros? qué es lo que tenemos que hacer nosotros para que se de esta gracia? Son temas que debemos detenernos a reflexionar por un momento. Los grandes místicos nos han hablado del valor de la humildad, del valor de dejar que Dios actué, de hecho en la oración más grande pronunciada en este plano Jesús nos enseño a pedir que se “haga la voluntad del Padre tanto en el cielo como en la tierra”, y cuál es el camino que han seguido todos los santos sin excepción, es el camino de seguir el ejemplo evangélico de Cristo, ese ejemplo de humildad, de oración, de infinito amor al Padre y a su voluntad. Cuando Cristo ora en varios pasajes del evangelio, hace notar que al final pide por que se haga la voluntad del Padre, pero porque? Porque simplemente la voluntad del Padre es 3

Gracia Divina Acción de Dios en los seres humanos. -6-


sabiduría, amor y perfección en grado infinito, en un grado que el ser humano ni lejanamente podría imaginar y asimilar de alguna manera sino es por la gracia del mismo Dios. Pero como es que la grandeza se puede manifestar en un plano tan alejado digámoslo así del plano espiritual, pues es por la acción del Espíritu Santo; ustedes sepan que uno de los consejos a Santa Teresita era la de orar pidiendo ayuda al Espíritu Santo el cual según su confesor hace avanzar en poco tiempo lo que con nuestras solas fuerzas tarda mucho. Ahora bien, como podemos abrirnos a la acción de Dios, pues la respuesta la da el mismo Cristo en esta frase de profundidad infinita: Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos, pero quienes son estos pobres de espíritu sino los humildes, sino aquellos que han dejado todo en las manos de Dios, aquellos que están abiertos a la acción de Dios durante su meditación. Metafísicamente es muy difícil, por no decir imposible para un ser humano, actuar todo el tiempo bajo la voluntad de Dios, así que para esto el Señor nos recomienda la disciplina, y proceder de forma sistemática en la ejecución de nuestras actividades, mientras más sistemáticos y disciplinados seamos en nuestras obligaciones, más nos acercaremos a la voluntad de Dios. Otra aspecto muy importante que debemos cuidar es los pensamientos que debemos tener, es decir que debemos ser vigilantes y muy celosos de los pensamientos que tenemos, de tal manera que mantengamos una mente serena y calmada, muchas de las frustraciones que tienen las personas -7-


pasa precisamente por esto la falta de cuidado en lo que pensamos. Cada vez que meditamos, dejemos que Dios actué en nosotros, olvidémonos de nosotros, simplemente contemplemos, simplemente tengamos paciencia, simplemente digamos No yo no yo solo Tu solo Tu. En el momento en que nosotros nos abandonamos a Él, en el momento en que dejamos de luchar con nosotros mismos y simplemente contemplamos, en el momento en que nuestra mente ha logrado concentrarse en su amado, es cuando Dios actúa, es cuando lo vemos y lo vivimos. La meditación es eso, abandonarnos a Él, ser uno con Él, amar a Él, ser humildes de corazón para Él, ser pobres de Espíritu frente a Él. Queridos hermanos, por Él con Él y en Él somos nosotros. EL HOGAR COMUNIDAD DE AMOR Y DE SERVICIO Yo entiendo, que el hogar en donde se fragua la sociedad familiar o los hijos, es algo tan grande, es algo tan precioso, es algo tan sagrado. Cada hogar es una comunidad de servicio -entiendo-, de servicio más que de exigencia. El padre tiene una obligación de servicio respecto de la esposa y de sus hijos. La esposa tiene una obligación de servicio respecto de su esposo y de sus hijos. Los hijos tienen también, una misión de servicio respecto de sus padres. Entendamos bien todo esto mis queridos estudiantes: que ante todo la vida de hogar es una vida de servicio.

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En segundo lugar, esa vida de hogar es también una vida de amor. Pero de amor entrañable, de amor que significa desinterés, de amor que significa abnegación, de amor que significa sacrificio, de amor que significa comprensión. Cuando estas virtudes se cultivan en un hogar, entonces ese hogar marchará siempre bien, como marchó ese hogar de Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María. Y como marcha también – volvamos a la idea anterior- ese hogar elemental, porque hasta cierto punto, es un hogar el que forma una pequeña ave, unos animalitos. Todavía ese aspecto, mis queridos estudiantes, de esa vida de comunidad, no está suficientemente estudiado por quienes se dedican a estos estudios de la vida de las aves y de los animales; pero si se concluye que hay una verdadera sociedad, aún entre ellos. PARA CONOCER LA DIVINA ESENCIA DEL PADRE Para descubrir cualquiera de esas Divinas facetas de esa purísima esencia Divina, que por sus infinitas caras de luz, de ese Padre Divino que está presente en mí, en ti, en todos y en todo, hay que ir a Cristo. Hay que identificarse con Cristo, hay que ver a través de Su mirada, hay que sentir a través de Su sentir, hay que conocer a través de Su conocimiento. Hay -9-


que tomar conciencia a través de Su conciencia, para saber en la medida en que nosotros podemos saber y conocer la Divina esencia del Padre. La presencia de Cristo entre nosotros mis queridos estudiantes, acá en éste minúsculo planeta, en ésta gotita de agua en el inmenso mar del cosmos, en éste granito de polvo perdido, si perdido en la vastedad infinita del gran cosmos sobre el que viajan millones y millones de incontables galaxias, de mundos de todo género. Para mí, ¡esa venida de Cristo, representa el episodio más grande en el drama cósmico! TODO DISPUESTO PARA DARNOS EJEMPLO Nosotros tenemos que estudiar la vida de los grandes maestros y de los santos, para recabar la enseñanza, la enseñanza que ellos nos dan. Es disposición Divina esto, que exista un hogar. Acabamos de visitar algo que a vosotros os ha llamado profundamente la atención, aquí en ésta visita que estamos realizando: ese hogar, esas familias en los animales, en las avecitas. Ellos también instintivamente, han asumido mis queridos estudiantes, han asumido deberes y deberes que en ese instinto que es también una manifestación de Dios, deberes y -10-


responsabilidades que ellos cumplen a cabalidad. Si, también ellos forman familias, ellos también cumplen sus responsabilidades respecto de sus hijos, los cuidan con que esmero, los alimentan y también los educan. Y los educan ¿para qué? Los educan para que esas avecillas puedan volar libremente. Esa es la educación que les dan, para que puedan ellas mismo más tarde, buscar por sí el alimento con toda libertad, pero también trabajando. Hay una especie de educación elemental en todas esas criaturas, salidas de las manos de Dios, lo mismo en las demás especies. He aquí, lo que yo os decía hace un momento, la comprobación de una gran verdad: de que todo está dispuesto por Dios, para que nos sirva de ejemplo, y siguiendo ese ejemplo vayamos a Él. NO DESCUIDAR LO MÁS IMPORTANTE: DIOS Es preciso que nosotros reflexionemos en esto. Y que procuremos no ser – digámoslo así- del montón, de ese montón de despreocupados. De ese montón de personas que no viven sino el momento. De personas que no quieren otra cosa que la satisfacción material de los sentidos. De personas que no tienen otro fin en esta tierra, que el de hacer un poco de dinero. ¡No! Está bien que trabajemos, está bien que por medio de nuestro trabajo adquiramos lo necesario y más de lo necesario para la vida ¡esto está correcto! Pero lo que no está bien, es que por la ambición de dedicarnos a la -11-


adquisición de estas cosas materiales descuidemos lo más importante, lo que no pasa: Dios. No está bien que por lo transitorio, dejemos lo permanente. No está bien que por lo efímero, perdamos lo eterno. No está bien que por la apariencia, perdamos la realidad. No está bien que por las ilusiones, las apariencias de maya4, perdamos lo que de hecho nos hace estables, nos vuelve firmes; pero firmes en la verdad, firmes en la felicidad, firmes en el bienestar. Entonces, es preciso que reflexionando en esto, nosotros pues no dejemos nuestra meditación. HACER UN ALTO EN EL CAMINO Mis queridos estudiantes, debemos hacer de cuando en cuando un alto. Cuando hemos emprendido un largo viaje, a veces nos sentimos cansados y también queremos echar una mirada hacia atrás hacia el camino que hemos recorrido, para ver lo que hemos adelantado y lo que nos

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Maya significa ilusión, su comprensión es compleja, trata acerca de los mapas mentales que desarrollan las personas equivocadamente en busca de lo que consideran felicidad, concepciones de éxito e incluso filosóficas. El ateísmo, toda forma de fanatismo, la búsqueda de poder; son ejemplos de la consecuencia de maya (ilusión cósmica). La única forma de liberarse o al menos reconocer a maya es la práctica de la meditación y/o oración contemplativa. -12-


resta por caminar. Esto es lo que debemos hacer siempre en nuestra vida mis queridos estudiantes: hacer este alto, para entrar en nosotros mismos. Y este alto lo hacemos en la meditación. Luego, en la meditación, en este alto en el camino, hemos de reflexionar lo bueno que hemos hecho, lo imperfecto que hemos realizado, y quizá también lo que hay que enmendar definitivamente. Hacer este alto, para realizar esa introspección, ese examen íntimo de nuestra vida. Para allí encontrarnos con nosotros mismos, y decirle al Señor: que cualquier deficiencia la olvide, y nos perdone. HUNDÁMONOS EN DIOS Hundámonos en Dios, es decir, busquemos a Dios sin dejar la superficie, es decir, sin abandonar las cosas de este mundo. Hundámonos en Dios, es decir, busquemos a Dios. El Señor lo dice también, en otras palabras, en estas: “Buscad primero el Reino de Dios y lo demás vendrá por añadidura”5. ¡Lo mismo! Y si nosotros mis queridos estudiantes, si vosotros no hacéis esto segundo, esto qué es lo más importante: buscar a Dios, hundirse en Dios, comulgar con Él y llegar a Él, y 5

Mat 6:33 -13-


sintonizarse con Él, y vivir en Él, y sentirle a Él, y gozar en Él; si vosotros no hacéis esto, habréis perdido el tiempo de vuestra vida, como lo han perdido y lo pierden tantos hermanos vuestros. TODO ESTÁ UNIDO A DIOS ¿Qué hay que no esté intrínsecamente, íntimamente, unido a Dios? ¿Qué hay que no esté supremamente unido a Dios, dependiendo de Dios? ¿Puede haber algo?... ¡Absolutamente nada! Todo viene del Padre y va hacia el Padre. Todo, todo sin excepción: La brizna de hierba y el arcángel, la hoja seca que levanta el huracán y la mente más sutil y sabia, el último planeta que viaja en el espacio y el amor de la madre… Todo, todo viene del Padre y va al Padre. Por esto, todas las cosas son criaturas de Dios, en todo está escrito su nombre. Las cosas son criaturas de Dios. El Cristo es la imagen de Dios perfecta. Quien conoce a Cristo ve al Padre, quien siente a Cristo, quien vive a Cristo, conoce al Padre, va al Padre, vive al Padre. Cristo y el Padre, el Padre y Cristo son uno. Esto lo reveló el Señor a Felipe cuando le pidió que le mostrase al Padre: Jesús le respondió: “El que me ve a mí, ha visto al Padre.”6 En conclusión, todo, absolutamente todo está íntimamente unido a Dios 6

Jn. 14, 8-9 -14-


LOS GOCES DEL ESPÍRITU Nosotros estamos aquí para disfrutar de los bienes que el Padre nos ha dado, de sus bienes materiales; para hacer más fácil, más placentera la vida, y para disfrutar de todos esos bienes. Pero lo grave, es que la mayoría de la gente piensa que ha venido acá, solamente para ese disfrute material. Y lo importante, es que nosotros vivamos ese equilibrio: de goce de esos bienes, teniendo en cuenta que el goce de los bienes espirituales, de esos bienes que se relacionan con Dios, son infinitamente superiores a aquellos goces de orden meramente material. Yo podría decir también, algo que yo observo en cada uno de vosotros, y es lo siguiente: que observo que vosotros, cuando disfrutáis de una Convivencia, cuando disfrutáis de estos bienes que Dios ha puesto a vuestra disposición, en un viaje, etc., lo hacéis pero con una intensidad muy grande. Y no lo hicierais con esa intensidad, si no tuvierais ese lastre espiritual, eso que os hacer sentir hondamente aún en esas cosas de orden material, de orden temporal, la obra de Dios. Si, a nosotros nos hace gozar -precisamente- profundamente todo esto, porque comenzamos por los goces del espíritu. Y esos goces del espíritu –diría- sensibilizan y multiplican también, esos goces del orden meramente temporal. Y para nosotros mis queridos estudiantes, yo lo digo, os digo con profunda alegría, no existe ninguna frustración en ese aspecto. Esa frustración, ese vacío que siente aquella persona que abandona los goces materiales; que se apartó de esos goces materiales, siente pues, esa profunda frustración cuando los deja después de haber gozado de esos bienes -15-


materiales. En cambio mis queridos estudiantes, para quien comienza a disfrutar primero de esos goces del espíritu, de esa bienaventuranza, de las cosas divinas, entonces también disfrutan con mayor intensidad aún de las cosas meramente temporales. EL PADRE NUESTRO EN LA MEDITACIÓN Para el crecimiento espiritual se debe saborear el néctar divino que está la oración del Padre Nuestro, comenzando por la primera palabra que nos enseña a pronunciar Nuestro Bendito Señor Jesucristo en esta oración: Padre, ABBA7. Esta palabra es la clave para la vida humana, porque los padres8 respecto de los hijos, son seres que Dios nos ha dado como los seres más grandes en nuestra vida, en quienes confiamos y cuya incondicionalidad es única. En el Padre Nuestro nos dirigimos a nuestro Padre verdadero en todo el sentido de la palabra, a nuestro Padre Espiritual, porque el ser humano es un ser eminentemente espiritual. El Padre como tal, no deja un solo instante de nuestra vida presente, ni un solo instante de la eternidad, de ejercer ese oficio de Padre. Ese Padre Bendito que es Padre de Su Propio Hijo Unigénito Jesucristo, y al mismo tiempo es también Nuestro Padre, Nuestra Madre, Nuestro Dios y Nuestro Todo es el ser más cercano y verdadero a nosotros. 7

ABBA significa Papá en Arameo En la palabra “padres” normalmente se hace referencia tanto al padre como a la madre. 8

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Cada palabra del Padre Nuestro tiene una trascendencia infinita. ¡Allí está resumido, todo lo que podemos primero agradecer y luego lo que debemos pedir a Dios! , porque decir “Padre Nuestro que estás en el cielo santificado sea tu nombre”, equivale a reconocerle como Padre y glorificarle por su santo nombre, que es la esencia de su silencio. El Padre Nuestro es la oración clave que resume todas las oraciones, todas las plegarias del Antiguo y del Nuevo Testamento, y todo lo que se enseñará sobre oración ¡No hay nada mejor como la oración del Padre Nuestro! Cada vez que meditamos vivimos la oración del Padre Nuestro de una forma que trasciende los límites de las palabras y de la misma oración vocal. ¿Y cómo? Primero debemos entrar en nuestro aposento para orar al Padre que está en los cielos. Entrar en el aposento es entrar en el cuartito de nuestra propia conciencia. En el cuartito de nuestra propia individualidad. En el cuartito propio nuestro, en el cual nadie sino Dios y los que están con Él, pueden entrar, es decir en nuestro propio ser. En la oración, como nos dice Nuestro Bendito Señor Jesucristo, en la oración interior, en la oración contemplativa, el primer paso que hay que dar es entrar en nuestro cuartito, en nuestro aposento. Y así como tenemos que tener nuestro aposento bien limpio y bien preparado, también ese aposento que es nuestro cuerpo, necesita disponerse para la oración, y por antes de la oración, se debe hacer esas prácticas de purificación; que no es más que la gimnasia que se practica y las respiraciones que se realiza para pulir nuestra concentración. Luego, también los demás actos que hacemos. -17-


Y luego ya allí en el cuarto, no vamos a utilizar como dice Nuestro Bendito Señor, palabras y palabras. Nuestro Bendito Señor nos dice, que tenemos que orar al Padre que está en lo secreto, en ese cuartito en que estamos nosotros, ¡allí está ese Padre Bendito! Basta solamente decirle pero con todo amor, basta decirle con todo nuestro corazón, basta decirle desde las profundidades de nuestro espíritu: ¡Padre Nuestro! Y sentir solamente la intensidad de esa Presencia Divina en nosotros. Allí entonces, comienza la verdadera oración como nos enseña Nuestro Bendito Señor Jesucristo. Una vez dicho esto, sabemos y sentimos que, el Padre está en el cielo, en el cielo Infinito propio de su ser y en el cielo de la profundidad de nuestra conciencia. Está en el cielo en donde se escucha: lo santo de su nombre, lo santo de su silencio, ¿para qué? para entrar en su reino, o más bien para que venga a nosotros su reino. El Reino de perfección infinita y de armonía infinita, el reino que solo se puede dar cuando se da la voluntad de nuestro Bendito Creador, es decir cuando se hace su voluntad tanto en la tierra9 como en el cielo. Con esta oración de silencio, de contemplación del Padre, recibimos el Pan que es su mismo Hijo Jesucristo durante cada día, es decir nos da el pan de cada día, ese pan que es toda la materia cósmica del universo, toda la energía cósmica del universo traspasada por su bendita presencia la cual se une a nosotros mismo en comunión de amor en el mundo espiritual.

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Se refiere a los actos que nosotros realizamos en este mundo físico. -18-


En la oración de silencio desciende lo que se conoce como la gracia, que es la acción de Dios en nosotros, fruto de esta gracia nuestras ofensas y pecados son perdonados, pero evidentemente primero debemos perdonarnos a nosotros mismos y perdonar a nuestro prójimo, que en el mundo espiritual es parte de nosotros mismos. Orad para que no caigas en tentación, recomienda Jesús a sus discípulos, con la oración contemplativa que se realiza de forma regular y asidua durante cada día y cada noche, dios no nos deja caer en la tentación, y además nos libra de todo mal, fruto del pasado de nuestro karma, del presente mientras actuamos, y del futuro que nos espera. No tenemos que hacer otra cosa, ni exponerle tales ni cuales necesidades nuestras, Él, Dios Bendito lo sabe, lo dice Nuestro Bendito Señor Jesucristo, sabe lo que necesitamos; y no debemos ser entonces palabreros, repetidores de cosas que el Padre sabe que necesitamos. Ahí en el secreto, debemos repetir el mantram sagrado ABBA o simplemente Padre, en cualquier idioma que sea, porque Nuestro Bendito Señor, entiende todos, todos los idiomas y conoce todos, absolutamente; y cualesquiera que le dirijamos, son escuchados por Él. Y basta eso, para sentir después la gran bendición de esa comunión con Él, la gran bendición de vivir durante el día, Esa permanente unión que pide Nuestro Bendito Dios, para que ni un momento de nuestra vida sea perdido. ¡Qué hermoso es entonces! ¡Qué hermoso es esto! Que cuando hemos hecho bien en la oración, y tenemos la práctica quizá de mucho tiempo esa oración espontáneamente viene en las distintas horas del día, a tenerle presente a ese Padre Bendito, aún cuando tengamos que hacer muchas cosas, muchísimas cosas, pero ahí vendrá como una chispa, como una luz pero -19-


tan dulce, tan grande, tan agradable, que se siente inmediatamente esa ayuda, esa compañía de ese Padre, de esa Madre Divina que está siempre unida a nosotros. Hay que meditar muchas veces, en esta manera de orarle de Nuestro Bendito Señor. Que vuestra oración se inspire en estas enseñanzas que nos da Jesucristo en esos pocos versículos del capítulo VI de San Mateo. No os olvidéis de esto, tened una y otra vez en cuenta lo que enseña Nuestro Bendito Señor sobre la oración. EL FIN DE LOS TIEMPOS En la Sagrada Escritura mis queridos hermanos, especialmente en los libros proféticos hay anuncios del fin de los tiempos, muchos de esos libros como el libro de Daniel, el Apocalipsis y el Evangelio de San Mateo y también San Marcos, contienen esta clase de relatos relativos al fin de los tiempos. Pero en esto mis queridos hermanos, nosotros debemos siempre tener mucha cautela cuando consideramos estos pasajes de la Sagrada Escritura. El día de hoy hay una corriente bastante marcada entre cierto grupo de protestantes… y otros, en que están tomando demasiado a la “letra” estos textos bíblicos y dan muchos de estos interpretes, que en realidad no podemos llamarlos serios, están dando una dimensión que estos textos, en realidad no lo tienen. -20-


Tengamos en cuenta lo que dice el Señor cuando anuncia el fin de los tiempos acerca del día y de la hora, El dice: “el día y la hora nadie la sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo solo el Padre” con esto quiere el Señor una vez por todas aclarar todas esas especulaciones –falsas diría yo- acerca de que en tal tiempo, en tal época, en tal año sucederá el fin de los tiempos, esto debemos conceptuarlo como un verdadero error. Y hace poco una pastoral colectiva del Episcopado Ecuatoriano llamaba la atención también sobre este aspecto, nosotros debemos tener ideas muy claras acerca de estas enseñanzas de la Sagrada Escritura. Nosotros tenemos que partir desde otro punto de vista y tenemos que tener una mirada un poquito más amplia, una mirada hacia la ciencia, una mirada a la historia y una concepción –digamos mis amados hermanos- una concepción verdadera acerca de DIOS mismo. En primer lugar, ¿qué afán tendrá el Padre en su eternidad, que afán tendrá el Hijo, que afán tendrá el Espíritu Santo, la Trinidad Beatísima de terminar en un momento dado de destrucción, de destruir -digamos en otras palabras- de destruir Su obra en un momento dado? no hay ningún afán, ¿tendrá Dios algún apresuramiento en eso? ninguno, yo no veo entonces razón por la cual en un momento dado puede destruir todo. En segundo lugar, tengamos en cuenta esto, sí la ciencia nos está enseñando después de estos últimos descubrimientos y de los últimos ensayos y luego de los últimos experimentos que se hace a través del carbono 14, etc., sí la ciencia nos está demostrando que la edad de la Tierra es de unos 4 mil millones de años de edad actual, que comenzó su formación en ese tiempo; y tengamos en cuenta entre paréntesis mis amados hermanos, que esta evolución de la cual nos habla -21-


especialmente uno de los grandes científicos y teólogos también antropólogos modernos, Teillard de Chardín y otros sabios: la evolución no está mis queridos hermanos condenada por la Iglesia. Entonces dentro de esa teoría, sí la Tierra tiene actualmente 4 mil millones de años desde su comienzo y que según la ciencia también le resta otro tanto de existencia hasta que sea imposible para la vida del hombre digámoslo así, le falta mucho tiempo todavía por desarrollarse, muchos pasos que andar a nuestro Planeta y a nuestra Galaxia por lo tanto. El sol mis queridos hermanos, el sol tarda unos 150 millones de años solamente al rotar a través de la Galaxia; y ahora bien, sí dentro de esos conceptos de millones y millones de años ¿qué significa 10 años, 1000 años para nosotros? absolutamente nada; y la Tierra desaparecerá cuando sea invivible, inhabitable para el hombre, cuando el sol acabe también de emitir sus radiaciones y tiene todavía para muchos millones de millones de años, la emisión de sus

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radiaciones que dan la vida a la Tierra. Entonces no hay motivo absolutamente, ni bíblico, ni científico para esta clase de especulaciones que, con que se quiere engañar a la gente. No mis amados hermanos, la obra de Dios y la acción de Dios es una acción y una obra diversa de los que piensa el hombre Nosotros debemos estar ante una realidad eso sí, ante esta realidad clara, terminante de que para nosotros personalmente, para nosotros personalmente se terminará esta Tierra, se terminará este plano en que vivimos el día de nuestra muerte física, esto sí es una gran realidad. Eso sí podemos decir con certeza, ninguno de los que me están escuchando aquí podrá, llegará ordinariamente al año 2050. Porque es una condición natural de que la vida humana no se extiende ordinariamente más allá de los 80, 90 o 100 años: y hay excepciones en eso, pero la regla es general en ese aspecto para nosotros. Para nosotros llegará entonces el fin cuando llegue el momento de nuestra muerte física, pero hablo solamente en ese aspecto, nuestra muerte física. Pero tampoco nosotros mis amados hermanos tenemos fin. Y todavía más mis queridos hermanos, sí la Tierra, el cielo hablando de ese cielo siderio- la tierra y los planetas y todo desaparecerán, porque se acabará la fuente de energía de la cual procede, en cambio nosotros no mis queridos hermanos, absolutamente. Ellos desaparecerán, nosotros no desapareceremos porque tenemos mis queridos hermanos, tenemos nosotros en nosotros mismos, en nuestra sustancia espiritual, en nuestro espíritu el germen de la eternidad, somos creados para la eternidad y toda sustancia espiritual y nuestro espíritu son ETERNOS porque son incorruptibles, son chispas de Dios, chispas desprendidas de esa Esencia Divina somos cada uno de nosotros y por eso mis queridos hermanos nosotros tenemos también este destino eterno. -23-


Brillaremos perpetuamente -como dice el apóstol- como estrellas en el firmamento. Entonces la conclusión ¿cual es? Esta, la que nos dice el Señor: “el día y la hora nadie sabe”, referente a la terminación de esta tierra, la terminación de nuestro sistema solar, la terminación de nuestra galaxia. De esto nadie sabe el día y la hora, “ni los ángeles del cielo” –dice- no yo dice El como hombre naturalmente –como Dios lo sabe- sino el Padre Celestial. Hermanos sí esto es cierto y por otro lado es cierto que nuestra vida sí se termina entonces, lo que importa es que este espíritu que hemos recibido de Dios nuestro Señor ese sí encuentre su realización, encuentre la plenitud de su realización por el servicio, el amor, la dedicación a Dios nuestro Señor.. ¿PARA QUÉ ESTAMOS AQUÍ? Si uno observa un poquito las costumbres, la conducta, la vida de las personas que nos rodean, vamos a descubrir algo que nos va hacer pensar realmente en la superficialidad con la cual el hombre vive aquí en la tierra. Yo me imagino a la humanidad, no solamente a una parte de la humanidad sino a toda la humanidad: a una Escuela donde hay muchos niños, muchísimos niños; pero niños que -24-


no están en las aulas, niños que están en los patios de recreo. Esos niños se ocupan en todo, y luego encuentran un motivo para jugar con todo lo que les rodea. Y esta comparación la emplea también San Pablo: ve a los hombres como una inmensa muchedumbre formada de niños que se ocupan en todos los menesteres, es decir, en todos los juegos propios de ellos. Pero en realidad ¿será esta mis queridos estudiantes, la razón de existir del hombre aquí en esta tierra? ¿vendría para esto? Para pasar durante su vida, y hay muchos que pasan íntegramente su vida jugando. Porque no es otra cosa lo que hacen en realidad.Las creaciones de los hombres llevan siempre el signo de la muerte, la señal de lo efímero. Y de hecho, por más que el hombre haya agotado su talento en sus creaciones, esas creaciones siempre tendrán sus grandes limitaciones. Las obras de los hombres son para que se acaben. Si se acaban también las mismas obras de Dios, o se transforman –hablando en sentido filosófico- ¡porque todo se transforma en la naturaleza, no hay nada estable! Entonces cabe aquí la pregunta: ¿Para qué estamos aquí? Estamos solamente para jugar, para entretenernos en estos menesteres en que nos entretenemos todos los momentos de nuestra vida a veces. Estamos aquí para no tener ese tiempo que necesitamos para dedicarlo a Dios y para averiguar cual es nuestro destino, y para averiguar qué somos, a dónde vamos, de dónde venimos. Pues es preciso que nosotros reflexionemos en esto, y que procuremos no ser –digámoslo así- del montón, de ese montón de despreocupados. De ese montón de personas que no viven sino el momento. De personas que no quieren otra cosa que la satisfacción material de los sentidos. De personas -25-


que no tienen otro fin en esta tierra, que el de hacer un poco de dinero. ¡No! Está bien que trabajemos, está bien que por medio de nuestro trabajo adquiramos lo necesario y más de lo necesario para la vida ¡esto está correcto! Pero lo que no está bien, es que por la ambición de dedicarnos a la adquisición de estas cosas materiales descuidemos lo más importante, lo que no pasa: DIOS. No está bien que por lo transitorio, dejemos lo permanente. No está bien que por lo efímero, perdamos lo eterno. No está bien que por la apariencia, perdamos la realidad. No está bien que por las ilusiones, las apariencias, perdamos lo que de hecho nos hace estables, nos vuelve firmes; pero firmes en la verdad, firmes en la felicidad, firmes en el bienestar… EN ÉL VIVIMOS, EN ÉL NOS MOVEMOS, EN ÉL EXISTIMOS

Nosotros hermanos, hemos de procurar cada día, progresar en la meditación, para que Ese Dios Bendito no sea algo que -26-


estaba tan distante. No hermanos, Ese Dios Bendito no está distante de nosotros. El apóstol Pablo dirá que: “En Él vivimos, en Él nos movemos, en Él existimos”. De tal manera que Ese Dios Bendito vive en nosotros, y nosotros existimos en Él. Esto es lo que dice el apóstol Pablo hermanos. Y esto lo descubrimos, cuando nosotros meditamos profundamente, entonces, Ese Dios Bendito ya está palpable –digámoslo así-, está sentido, está vivido como una verdadera realidad en cada uno de nosotros. De manera que cuando meditamos hermanos, reflexionemos en esto: Que este Dios Bendito no va a ser buscado fuera, que este Dios Bendito no está afuera, que este Dios Bendito está en nosotros, pero en nuestro espíritu… y nosotros entramos en comunión con ese Bendito Dios de Espíritu a espíritu, entonces nos sentimos uno con ese Bendito Dios. Y en ese momento en que nos sentimos uno, entonces ya cesan las nociones de espacio y tiempo hermanos. El momento que nosotros tenemos la primera experiencia de Dios, cesan ya esos conceptos de espacio y tiempo, entonces nosotros ya EN ESE DIOS BENDITO, SENTIMOS LA ETERNIDAD DE ESE DIOS mismo. Sentimos que nosotros, partícipes de esa eternidad divina, también somos eternos, que nunca nacimos ni nunca tendremos fin, porque estamos en Él perpetuamente. LOS SEUDO-MAESTROS Mis queridos hermanos, vamos hacer una brevísima reflexión sobre estas palabras de la Segunda Carta del apóstol Pablo a Timoteo, en el capítulo IV, versículo 4. Le advierte a su discípulo, primero que él tenga conciencia de la necesidad de ser mensajero auténtico de la palabra, no de -27-


Pablo sino de Cristo, el Bendito Maestro. Y hace esta advertencia, sobre la que vamos nosotros hacer esa reflexión: “Vendrá tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino para halagarse el oído, se rodeará de maestros a medida de sus deseos”. Hermanos, la frase es clara: los hombres buscarán –dicemaestros a la medida de sus deseos. Y esto es precisamente lo que acontece sobre todo cuando se trata de maestros de vida espiritual, de verdaderos maestros que trasmiten a sus discípulos el mensaje. La gente –así es desventuradamente el espíritu humano- busca lo que satisfaga sus deseos, sus aspiraciones, su conducta personal; en otras palabras, a través de la enseñanza que busca, no busca la pureza de esa enseñanza, sino una enseñanza acomodaticia, una enseñanza que le satisfaga ampliamente su yo personal. Y hemos visto hermanos, cómo personas hay, que quieren vivir satisfaciendo el instinto sexual a sus anchas, y todo el tiempo. Y hay también, unos que sacrílegamente digamos, se llaman maestros, y enseñan prácticas precisamente sexuales para halagar a estos hombres, a estas personas que son indulgentes con el sexo; y luego, para tragarse esa piedra de molino según la cual, el uso y el abuso del sexo, es un camino de realización. Eso lo hemos visto, eso he presenciado también hoy, yo he presenciado aquí, en Quito he presenciado estas aberraciones. Y ustedes también habrán -28-


tratado a esta clase de embaucadores, a esta clase de pervertidos, que quieren convertirse también en guías de los demás. Pero, ¿cómo? Con estas cosas. Hay otros, desde luego menos culpables que estos primeros que acabo de señalarles, que creen que si aprenden una palabra, un mantran, o una frase mántrica, ya con eso pueden llegar a la realización y que se realizan sin más aunque vivan la vida que a ellos les provoque. Seudomaestros que hacen la propaganda de palabras, que hacen la propaganda de signos, que hacen la propaganda de ciertos ritos, porque creen que esos signos, esas palabras, esos ritos le da la realización a las personas. ¡No, hermanos! estos tampoco son maestros, ni merecen siquiera el nombre, están profanando ese sagrado nombre de maestro. Porque pueden aprender y pueden enseñar estos hombres, toda clase de palabras, pero si no se acompaña con la vida, tampoco un mantram como tal, no puede salvar. Y el mantram pronunciado sin que sienta aquel que lo pronuncie, ese efecto que tiene que producir un mantram sagrado, es sencillamente una palabra vacía. Hermanos, a estos se refiere el apóstol Pablo cuando dice, que hay personas que se rodearán de maestros a la medida de sus deseos. Si, personas hay que quieren ya tener la realización, pero sin hacer el esfuerzo que necesitan hacerlo. Hermanos entonces, nosotros tenemos que estar prevenidos acerca de todo esto. Leía esto, en uno de tantos libros que hay ahora sobre meditación, sobre maestros, etc.: que uno de estos falsos llamados maestros pues, aconsejaba por ejemplo la dieta vegetariana, y decía que era imprescindible la dieta vegetariana para realizarse. Y le observaron si él seguía esa enseñanza; cuando le vieron en un restaurante en donde -29-


solamente se vendía carne de toda clase, ¿a quién? al maestro vegetariano que para los demás si quería que se impusiera esa dieta, pero él no se atrevía a seguir eso que aconsejaba, hermanos. ¿Esto puede llamarse maestro? ¡No, hermanos! El verdadero maestro experimenta en sí lo que es bueno para los demás. y si no es bueno para sí, no puede ser bueno también para los demás. al verdadero maestro se le conoce a través de su experiencia, a través de sus propias experiencias si dice o no la verdad, ¡ahí está la gran sinceridad de un maestro! Hermanos entonces, nosotros debemos tener presente estas palabras del apóstol Pablo, para saber nosotros discernir a tiempo las cosas. Creen muchos que se dedican al sendero espiritual, que el sendero espiritual es demasiado fácil: que basta estar en una reunión, que basta hacer una lectura, que basta hacer una ligera reflexión; que basta llenarse de conocimientos, de ciertos conocimientos superficiales desde luego, y que este si es el camino para la realización personal. Y están mis queridos estudiantes, profundamente equivocados, quienes piensan que el camino de la realización es así de fácil. Hermanos, recordemos que se trata de vivir una vida divina, de despertar ese Yo divino en cada uno de nosotros, porque tenemos mis queridos hermanos un Yo divino que es la manifestación de Ese Yo Infinito del Padre. Ese Yo divino tiene que estar despierto. Pero para que se despierte hay que caminar, pero hay que caminar con constancia, hay que caminar con perseverancia, hay que caminar con ambos pies y no hay que retroceder, así hermanos llegaremos a la realización. Desconfiemos hermanos, de quienes nos dicen que la vida espiritual, la realización personal divina en nosotros es -30-


demasiado fácil. Que basta por allí, aprender unos cantos, seguir el compás de un instrumento, escuchar una música, luego entrar en una especie de trance, y que esto es todo, que eso es la realización. ¡No es realización tampoco! Y no es el camino de la realización aquellos caminos que solamente conducen a una noción muy pero muy lejana, a una noción distorsionada, a una noción que está lejos, lejísimos de una verdadera experiencia divina… Hermanos, que el Espíritu de Dios nos guíe a todos, para hacer el discernimiento que necesitamos, y para seguir el sendero que hemos comenzado. EL SANTO HERMANO MIGUEL En su corta vida de nación independiente que no alcanza aún dos centurias, el Ecuador cuenta con hijos que le han dado lustre dentro y fuera de sus fronteras, no solamente en los campos del saber humano sino en los muy poco trajinados caminos del espíritu. Si intentáramos realizar un balance entre el esfuerzo, la constancia, la tenacidad, y hasta el heroísmo que requiere la realización de cualesquiera obra humana cuyas proyecciones no rebasan casi siempre los limitados linderos de espacio y tiempo y si tratáramos de evaluar este mismo esfuerzo, constancia, decisión y heroísmo que se requieren para llegar a la meta de los logros del espíritu, tendríamos que decir que la distancia entre lo material y lo espiritual, es muy grande. -31-


No es común que un hombre posea la doble corona: la de los iluminados en el campo de los conocimientos humanos y la de los poseedores de la ciencia trascendental del espíritu que culmina en la unión vivencial con ese Dios Bendito. Nuestro compatriota cuyas pupilas se abren a este mundo en la más bella de las ciudades ecuatorianas, Cuenca cuya tradición ancestral se finca esencialmente en las conquistas del espíritu. Ha ceñido su frente con esta doble corona: de la gloria humana y de la gloria divina. Atildado escritor, filólogo de altos quilates, académico, humanista, poeta, brillante estilista y gramático, y sobre todo, genial educador, aporta a la Patria un acervo incalculable de gloria y prestigio. Las páginas de la historia del hombre están jalonadas por nombres que siguen iluminando el sendero de sus hermanos con sus obras y con sus grandes virtudes humanas. Nuestro Hermano Miguel no solamente pertenece a esta clase de hombres. Él dio un paso más, que contados hombres solamente lo dan: El pasó a la santidad, es decir, a esa comunión real con ese Dios Bendito. ¿Cuál es el camino para conseguir esta meta? La práctica de eso que los hombres llamamos virtudes, –diría mejor- esa disposición del hombre para que Dios se manifieste en él. La santidad es esto: dejar a Dios que realice Su obra, dejar que ese soplo divino, que el Espíritu Divino se manifieste en el hombre y por el hombre; abrir de par en par y desde adentro las puertas del santuario de nosotros mismos para que la Luz de Dios que denominamos gracia, entre a raudales y realice Su obra. La santidad no es otra cosa que la armonía cabal del Yo Divino con el yo humano. Cuando el yo humano cede el paso a ese Yo Divino, su fruto es la santidad. Pero ésta no es tarea fácil como alguien pudiera imaginar.

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Nuestro querido Hermano Miguel realizó esta tarea durante toda su vida, lo diríamos sin equivocarnos. En el lenguaje litúrgico el reconocimiento oficial por parte de la Iglesia de este hecho comprobado plenamente, se llama “canonización”. En esto no caben equivocaciones. Quien realiza oficialmente esto en nombre de Dios y de la Iglesia, es el Papa. Cuando después de cerca de una centuria le admiramos, sucede lo mismo que cuando miramos una hermosa pintura desde lejos: se destacan mejor, su humildad, su paciencia, su obediencia, su profundo amor a la niñez, y algo que sus biógrafos frecuentemente olvidan: su oración. La oración es la llave con la cual todos podemos abrir el Reino de Dios que cada uno llevamos dentro de nosotros mismos. Sin ella es imposible. Querido Hermano Miguel: ¿Cuál sería su mensaje a su querido Ecuador en el día de su glorificación? Seguramente nos recomendaría que amemos como usted amó a los niños, a los jóvenes; que trabajemos para que la paz en el orden político y social reine entre nosotros, que los poderes del Estado no desvirtúen su acción con esas luchas estériles y fratricidas que avivan las pasiones del odio, de la intriga, del egoísmo, que trabajen por todos los asociados; que la Iglesia ecuatoriana compenetrada del momento histórico que le ha tocado vivir, profundice en tomar conciencia de la misión eminentemente espiritual que está llamada a desempeñar, que todos los ecuatorianos tratemos de comprender que antes que cualquier otro valor, antes que cualesquiera otra meta, antes que cualesquiera otro fin, antes que todo y sobre todo, primero está dios. él es el valor sobre todo valor, la meta suprema, el fin sobre todo fin. Esto lo comprendió y lo vivió nuestro nuevo santo compatriota. -33-


COMO PREPARARNOS RESURRECCIÓN

A

LA

PASCUA

DE

En estos días de Carnaval en que hay tanta despreocupación, tanto descuido, tanto abandono de las cosas de Dios, el Señor nos ha permitido que salgamos de estos compromisos que tiene la mayor parte de la gente mundana, y nos dediquemos exclusivamente a Él, desde luego, a tener también un descanso como Él lo quiere que tengamos. Un descanso que no significa disipación, un descanso que no significa alteración de nuestra vida cristiana. Hermanos, en estos días especialmente en Latinoamérica y en alguna o algunas de las naciones latinoamericanas, es esperado ese tiempo de Carnaval para el desenfreno, para dar rienda suelta a las pasiones desbordantes de lo que el apóstol san pablo llama el hombre animal. Se ha interpretado que estos días son para esto, inclusive para la orgía. Y qué triste entonces mis queridos hermanos, es descubrir cómo el mundo está tan descuidado de las cosas de Dios. Cómo piensa el mundo, de que para consagrar los días de la Cuaresma a Dios, primero hay que pecar. Así juzgan hermanos, las cosas los hombres. Pero nuestro Bendito Señor juzga de una manera diferente. Y la mejor manera de prepararnos a la celebración de la Pascua de Resurrección, la mejor manera de entrar en la Cuaresma es con este espíritu de oración. Y es ese espíritu de oración el que va a nosotros a motivarnos a esta preparación, al -34-


acontecimiento más grande de la vida cristiana: el triunfo de nuestro bendito señor sobre la muerte. Hermanos entonces, sigamos adelante. Y en este momento que vamos a consagrar a la meditación, después de dar gracias a Dios porque Él se ha dignado reunirnos en torno a este altar, en este lugar tan hermoso en donde tenemos nuestras convivencias, en donde hemos pasado y pasaremos los minutos más bellos de nuestra existencia humana. En estos momentos es preciso hermanos, que vayamos cada vez más profundizando en la oración contemplativa, que nos abre el camino del Reino de Dios. EL VERDADERO AMOR Este amor divino que viene de Él y que compartimos con nuestros hermanos, este sí es el verdadero amor, hermanos. Cuando no hay este verdadero amor, es decir, ese amor que viene de Dios, y cuando ese amor que sentimos por el hermano es solamente un amor humano, un amor natural, un amor de una criatura a criatura con independencia de Dios, entonces ese no es verdadero amor; y eso es lo que pasa, eso es lo que termina, eso es lo que desaparece, porque hermanos queridos ése no es el verdadero amor. El verdadero amor es éste que sentimos, pero cuando nosotros nos unimos a nuestro Bendito Dios y cuando ese Dios Bendito refleja en nosotros los rayos de Su amor; y ese amor a su vez, lo proyectamos a nuestros hermanos. -35-


¡Ese si es el verdadero amor, hermanos queridos! Y por eso nosotros, debemos siempre tener en cuenta esto: que el amor que nos pide Dios no es el amor humano, amor egoísta. No es el amor humano, amor interesado. No es el amor humano, amor que es de un día. No es el amor humano, ese amor que nos pide Dios, ese amor engañoso, ese amor que traiciona. No. Ese verdadero amor es –repito- es de Dios y viene de Dios. Y cuando nosotros tenemos ese verdadero amor, debemos sentirnos felices y debemos agradecerle a nuestro Bendito Dios, y debemos pedirle que siga acrecentando cada día en nosotros, ese verdadero amor a nuestro hermano. ¡Ese sí es un amor que se eterniza! ¡Ese si es un amor que dura siempre! ¿Por qué? Porque el verdadero amor dura eternamente como Dios. Y nosotros si amamos así, también participaremos de ese mismo Amor eterno divino. SAGRADA EUCARISTÍA …Él mismo, nuestro Divino Señor, es el autor de este que nosotros llamamos sacramento de la Divina Eucaristía, y que

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como dije al principio, los primeros cristianos lo reconocían como Fracción del Pan. Ahora bien, explicando a mis estudiantes, ya el mismo hecho de la presencia Divina de nuestro Bendito Señor en el pan y en el vino, sobre los cuales el sacerdote pronuncia la mismas palabras que pronunció nuestro Bendito Señor en la Última Cena, cuando hace esto, se realiza una cosa igual a la que se realizó entonces en la Última Cena que celebró nuestro Bendito Señor con sus apóstoles. Cuando dijo esas palabras, ahí entonces hubo un verdadero milagro, una transformación de eso que se llama pan y de eso que se llama vino, en el cuerpo y en la sangre de nuestro Bendito Señor. Ahora bien, ¿qué es lo que sucede entonces en una celebración eucarística? Pues, se realiza éste mismo milagro, miren. Y nuestro Bendito Señor es el que actúa en este caso. Nada tiene que ver en la eficacia de la presencia del Señor, las palabras que pronuncia el ministro, el sacerdote, porque en este caso el sacerdote, aún cuando sea el romano Pontífice o cualesquiera de los obispos o cualesquiera de los sacerdotes, solamente -en este caso- nosotros somos sólo instrumentos y nada más que instrumentos. Quien realiza esa transformación de ese pan y de ese vino es el mismo Cristo, y se sirve de las palabras que pronuncia el sacerdote o el obispo, para realizar esto. Ahora bien, hay algo que nosotros debemos considerar en todo esto, y es lo que dijo el Padre Celestial acerca de la entrega de Su Hijo. Y esto lo recuerda el evangelista San Juan: Tanto amó Dios al mundo que envió a Su Propio Unigénito Hijo. Y nuestro Bendito Señor dijo también a sus apóstoles: He aquí que estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación de los siglos. Es decir, hasta que la humanidad desaparezca de este planeta. -37-


De tal manera que aquí, en la Divina Eucaristía es donde cumple esta Promesa que hace de permanecer con el hombre hasta la consumación de los siglos. Porque todo el tiempo habrá sacerdotes que repitan esas palabras del Señor y que verifiquen la presencia en el pan y en el vino del mismo Bendito Señor Jesucristo. Si nosotros celebramos la Divina Eucaristía, es porque nuestro Bendito Señor está cumpliendo esta Promesa de quedarse de compañero nuestro en este tiempo, como quedó compañero de nuestros hermanos en los primeros siglos y sucesivamente, y así mismo permanecerá de compañero siempre -como Él lo promete-, hasta la consumación de los siglos. Ahora bien, cuando vosotros os acercáis a la Sagrada Eucaristía, a la comunión, entonces fijaos en esto: que tomáis el pan y también tomáis en muchas ocasiones el vino consagrado y comulgáis ¿Qué pasa entonces con ese pan y con ese vino consagrado? Pues, la forma del pan, el color, el sabor del pan y del vino lo percibís… eso lo tomamos. Ahora, esto es lo que se asimila como cualquier alimento a nuestro cuerpo… Esta parte primera que estamos examinando de la Divina Eucaristía, esa parte que se ve, se asimila entonces y se convierte en una sustancia corporal, aún cuando no sea sino una milésima de partícula, aunque no sea sino unos pequeños átomos; pero eso que nosotros recibimos en la Divina Eucaristía se asimiló primero al cuerpo. Pero, esto no es lo importante. Si. Lo importante es esto otro: ¿Qué pasa con esa otra parte que no se ve? …Ahora bien, eso que no se ve, es decir, ese Espíritu, esa Persona invisible de Cristo, ésta también se asimila a nosotros; pero ya no se asimila al cuerpo, se asimila a algo tan importante en nosotros: el espíritu. Miren ustedes, ¡que belleza! nosotros una chispa divina, nosotros una parte de ese Espíritu Divino, nosotros una, un aliento Divino, nosotros -38-


que tenemos, que tenemos algo de Dios mismo en nosotros: si nosotros en la Sagrada Eucaristía asimilamos a ese espíritu de cristo que está presente. De tal manera que el Espíritu de Cristo y nuestro espíritu entran en ese momento de comunión –y así como ese pan que hemos visto, se asimila a nuestro cuerpo- ese Espíritu de Dios, ese Espíritu de Cristo se asimila íntimamente a nosotros mismos. De tal manera que somos uno en este caso, ya no hay diferencia entre nosotros, porque ahí no hay nada que impida esta unidad total, esta unidad completa ¡Este es el gran significado de la Santa Eucaristía! Hay por una parte la asimilación de esa forma visible del pan y del vino, y hay por otra parte lo más importante la asimilación del espíritu de dios, de cristo, a nuestro propio espíritu. ¡Ahí está toda la grandeza de la Santa Comunión! Y nosotros debemos tratar de sentir esta unión a nuestro Bendito Señor Jesucristo, de vivir esta unión y luego de darle gracias porque Él cumplió esta Promesa de la Divina Eucaristía. Entonces, tengamos en cuenta todo esto, porque Él pues nos ama tanto a nosotros, que no nos deja un instante y nos dice: Aquí me tienen para ayudarles a ustedes en todos sus problemas, en todas sus inquietudes, en todas sus frustraciones. Yo estoy dispuesto a ayudarles. Y por eso el católico debe tomar conciencia, una conciencia completa de lo que significa la Divina Eucaristía para él, y no tomarlo eso como una costumbre, como una rutina, como algo que no tiene importancia. Nosotros debemos celebrar la Sagrada Eucaristía pero dándonos cuenta de que ahí está revelado de una manera clara, el inmenso amor que nos tiene nuestro bendito señor a cada uno de nosotros. -39-


CRISTO VINO PARA TODOS La acción de Cristo, Nuestro Señor, se prolonga en todas direcciones a través del tiempo y el espacio. Cuando Él vino por primera vez a esta tierra, y cuando Su Bendita presencia la consagró, Él quiso que esta bendición la recibieran todos los hombres, no solamente quienes le conocieron, quienes compartieron con Él sus angustias, sus dolores, sus preocupaciones y sus triunfos. Él, mis queridos hermanos, quiso que también nosotros compartiéramos de cuanto Él realizó por todos y cada uno de nosotros. MIRAD LAS AVES DEL CIELO Dijo Jesús a las multitudes reunidas en la montaña de las Bienaventuranzas: “Mirad atentamente a las aves del cielo, cómo ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en trojes; y vuestro Padre Celestial las alimenta: ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? “(Mt. 6, 26) Francisco de Asís, en uno de sus célebres y únicos discursos a estas aves que ponía como ejemplo Jesús en el Sermón de la Montaña, dijo: “Hermanas mías avecillas, vosotras tenéis mucha obligación de ser agradecidas a Dios vuestro Creador y debéis alabarlo siempre y en todas partes; porque os dio vestido doble y aún triple, además os concedió libertad para ir a todas partes y guardó vuestra raza en el Arca de Noé para que no viniese a faltar en el mundo; le -40-


debéis también gratitud por el elemento del aire que se os ha destinado; aparte de esto, vosotras no sembráis ni segáis y Dios os alimenta; os da ríos y fuentes para beber, los montes y valles para guareceros y los árboles altos para hacer vuestros nidos; y no sabiendo vosotras hilar ni coser, Dios os viste a vosotras y a vuestros hijos; mucho os ama el Creador, pues os hace tantos beneficios; por eso debéis guardaros, hermanas mías, del pecado de la ingratitud y cuidad de alabar siempre a Dios” (Florecillas, P. I cap. 16 p.51) ¡Qué bella filosofía de Dios de parte de un hombre santo que nos dejó la herencia de la hermandad universal, de la cual nada, absolutamente nada se escapa! Dios cuida de nosotros, de mí, de ti, de todos. No olvidéis nunca esto. Cuida como cuida de sus aves que creo, de su sol, de sus montañas, de esta tierra suya, de esos astros y planetas que comenzaron su viaje cósmico hace muchos millones de años. Nos tiene escritos en Sus manos, ocupamos un sitio en Su mente y un lugar en Su corazón. Francisco de Asís recordó a esas aves a las que predicó y que le escucharon con toda atención, los beneficios que Dios les hizo y les mandó que se cuidaran del pecado de la ingratitud. Si las aves recibieron tantas cosas para su provecho, ¿cuánto hemos recibido nosotros? ¿Si Dios cuida con tanto esmero de ellas, no cuidará con mayor esmero de nosotros?

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Entra dentro de ti mismo y piensa lo que ha hecho, lo que hace y lo que seguirá haciendo por ti Aquel Padre que está en los cielos. No te imagines sin embargo que cuando digo “está en los cielos”, está lejos, muy lejos de ti. Sólo quiero decir que está en la plenitud de su felicidad dentro de ti mismo y en todas las cosas. DISCERNIMIENTO Uno de los más nobles atributos del ser humano es el que se expresa en esta palabra “discernir”. En la escala de los seres que habitan esta tierra, sólo el hombre es capaz de distinguir claramente una cosa de otra, un objeto de otro; más aún una idea de otra, un pensamiento de otro. De este discernimiento necesitan todos. El científico en el laboratorio, el astrónomo que escrudiña en la lejanías del Universo las masas de luz que se desplazan a velocidades impresionantes, el filósofo que evalúa lo que piensan los otros, el teólogo o el teósofo que estudian las cosas de Dios, el místico que va adentrándose en los métodos de su reencuentro con el Infinito. En fin, todos, necesitan este discernimiento. En estos últimos tiempos, cerca ya del final de este milenio, se han desplazado desde Oriente, muchedumbres – verdaderas muchedumbres- de Swamis, Sanyansins, Renunciantes, chelas, Gurus, o como quieran llamarse. En las grandes metrópolis europeas y sobre todo en Estados Unidos de Norteamérica y también entre nosotros, cobran no sólo simpatizantes sino también muchos adeptos.

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No vamos a examinar las causas de la proliferación de las corrientes filosóficas cuyos portadores son ellos. Queremos solamente recordar esta palabra que motiva mi comentario: Hay que saber “discernir”, es decir, hay que saber distinguir o diferenciar no sólo entre lo blanco y lo negro, sino entre los matices de estos colores. No sólo entre la piedra falsa y la esmeralda o el diamante, sino entre los distintos grados de quilates que tienen estas últimas. No. No podemos aceptar todo, absolutamente todo lo que se nos trae de allende los mares o aparentemente de los santuarios de Oriente o de los Maestros que habitan las cuevas de los Himalayas. Hay que saber “discernir” lo aceptable y lo que no lo es, lo confiable y lo que no lo es. No todo lo que nos viene de allá es bueno o muy bueno. Ni todo lo que llega es malo o muy malo. No. Hay que hacer la necesaria evaluación. Esto es saber “discernir”. Si no lo podemos hacer por nosotros mismos, busquemos la ayuda de quien o de quienes puedan ayudarnos. Pero tengamos cuidado eso sí, de no buscar a otros ciegos como nosotros, porque entonces ambos caerían en el mismo abismo. Busquemos a quienes puedan ayudarnos a este “discernimiento”. VOSOTROS SOIS MI CORONA, MI GLORIA Y MI RECOMPENSA ...Para mi repito constituye un privilegio y una bendición de Dios más, el estar con ustedes. Yo sé mis queridos estudiantes, yo me conozco, yo no merezco tantas bendiciones de Él pero sin embargo Él me bendice así, ¿yo qué tengo que decirle? sino agradecerle a Él íntimamente. El apóstol Pablo decía a sus fieles de Corinto, hablándoles así mismo en la intimidad: “vosotros sois –decía- mi corona, mi gloria y mi recompensa”. Yo puedo decir otro tanto de cada -43-


uno de ustedes: vosotros sois mi corona, vosotros sois mi gloria, vosotros sois mi recompensa. Cuando a una gran educadora de hogar y eran tan raros, tan raros esos apóstoles del hogar y mucho menos cuando todavía no brilló en ese hogar la luz de Cristo; cuando a la madre de los Grácolas le preguntaron: tú como matrona romana debes tener y eres muy rica, debes tener joyas preciosas como tienen las demás matronas –porque todas en sus fiestas salían a exhibir sus joyas- muéstranos –decían sus amigasmuéstranos tus joyas, y ella se fue sencillamente a donde estaban sus hijos, los trajo y les dijo: estas son mis joyas; yo puedo decir otro tanto de ustedes y puedo decir eso con una satisfacción plena, con una satisfacción grande y con una satisfacción sincera de ustedes a quienes les llevo conmigo siempre. En los Salmos, se me viene en este momento en los Salmos se dice, que el Señor llevaba a Su pueblo escrito en las palmas de Sus manos, el nombre de Su pueblo en las palmas de Sus manos; yo creo que la metáfora es muy pálida en ese aspecto, Dios les llevaba, llevaba a Su pueblo escrito no en las palmas de Sus manos sino escrito en Su Corazón, y es lo que hago yo con ustedes y espero hacerlo siempre y espero llevarles siempre conmigo…

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SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS …Debe tener en cuenta un estudiante, cuando realiza estos estudios eminentemente espirituales: la necesidad de que se convenza de que lo que hace o realiza, no es obra suya. Esto es importantísimo. Y cuando no tiene este convencimiento, sencillamente él está lejos de comprender lo que es la verdad espiritual.

Por eso, entiendo que debe hacerse conciencia en cada uno de ustedes, estudiantes de Autorrealización, esto: que cuánto realizan en el sendero, que cuánto progresan en el sendero, es el fruto por una parte –es claro- del esfuerzo que realizan, pero por otra es efecto de la dádiva de Dios. -45-


Y esto es lo que nos enseñan los grandes maestros. Y esto, lo que nos recuerda el Bhagavad Gita a cada paso. Y esto es lo que nos recuerda también San Pablo. Vamos a leer un pasaje del capítulo III de la Primera Carta a los Corintios, en la cual el apóstol hace una aclaración peo muy seria acerca de su acción respecto de ellos. Y acerca de lo que realizan sus compañeros con relación a ellos. Y qué injerencia tienen ellos en lo que realizan. Dice él, hablando de esta acción y hablando también de la acción que realiza por ellos su Maestro: Cristo, Maestro de maestros: “Cuando uno dice, yo soy de Pablo, y otros, yo soy de Apolo, ¿no sois como hombres mundanos? ¡Qué, pues es Pablo! ¡Y qué Apolo! sino miembros por medio de quienes creísteis, y eso según el Señor le ha dado a cada cual. Yo planté, Apolo regó, pero Dios dio el aumento. De manera que no es nada, ni el que planta, ni el que riega, sino Dios que da el aumento. El que planta y el que riega son una misma cosa, más cada cual recibirá su propio galardón conforme a su mismo trabajo. Porque nosotros somos colaboradores de Dios. Vosotros sois la labranza de Dios, sois el edificio que Dios fabrica.” Ven aquí expresada claramente la misión que Pablo y Apolo, su compañero, tienen respecto de aquellos a quienes fue dirigido el mensaje. Ellos son, según la expresión de Pablo: solamente unos colaboradores de Dios. Ellos plantaron, ellos regaron, pero no hicieron nada más ni nada menos que eso. Y quien hizo crecer la planta fue Dios. Esto se aplica también a nosotros: en nuestro progreso espiritual. Si nosotros adelantamos, si continuamos en el camino, y si nuestro progreso es grande o pequeño, eso se debe a esa iluminación Divina, a ese auxilio Divino que está constantemente presente; auxilio con el cual nosotros -46-


tenemos que trabajar. Y si nosotros comenzamos a realizar una obra en pro de nuestros hermanos menores, y si esa obra comienza a dar fruto, ese fruto no nos pertenece a nosotros. Ese fruto le pertenece a Él, le pertenece a Dios, que es el que da. Bien, de manera que de esto debemos nosotros hacer algo vital, algo que debe informar toda nuestra vida, para que entonces esa acción Divina quede claramente manifestada en nuestra vida y también en la vida de aquellos a quienes dirigimos ese mensaje. Y eso de ocultarse digamos, eso de reconocer esa obra de Dios, lo vemos también en la misma acción del Gran Maestro de maestros: Cristo. Él en definitiva, afirma que la obra que realiza no es obra Suya, sino es obra del Padre, y todo le atribuye al Padre. Y Él realiza Su obra por encargo del Padre. Él mantiene esa actividad cósmica, por encargo del Padre. Él –en una palabra- realiza todos, absolutamente todos los actos, por encargo del Padre. Y es norma igualmente, norma de vida, norma de conducta de todos, absolutamente de todos los grandes maestros, el reconocer: que lo que son ellos, que el grado de evolución al cual han llegado se debe a sus maestros. Esto es lo que se ve en cualesquiera de las declaraciones que han ellos. Cosa que para nosotros, debe ser también una cosa absolutamente natural: reconocer en este avance espiritual que damos, reconocer la obra de ese Dios que quiere manifestarse en nosotros. Esta es la conclusión pues, que podemos sacar de ese examen que acabamos de hacer, de estas palabras del apóstol Pablo:

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“Según la Gracia de Dios –dice- que me ha sido dada, cual arquitecto sabio, yo eché el cimiento, y otro edificó sobre él. Pero mire cada uno, cómo edifica sobre él, porque nadie puede poner otro fundamento fuera del que está ya puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edifica sobre ese fundamento, oro, plata, piedras costosas, madera, heno, rastrojo, la obra de cada cual será puesta de manifiesto, porque el día lo declarará; pues que a su fuego es revelado y el fuego mismo probará la obra de cada cual qué tal es.” De modo que el cimiento y la estructura, todo pertenece a Cristo; y todo pertenece a Dios. De modo que, CUIDADO. A veces nosotros cuando ya conocemos algo, –como se dicecuando ya nos sentimos con alas para volar, entonces comenzamos pues por manifestar un poco de autosuficiencia ¡y esto no está bien! Esto impide más bien, nuestro progreso. Siempre es preciso que nos manifestemos y estemos enteramente convencidos de que SÓLO SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS. NUESTRO REINO VERDADERO Jesús habló muchas veces de un Reino. Muchos de Sus hermosísimas parábolas de sabor oriental se relacionan con este Reino. Él mismo se presentó a los hombres como Rey de este Reino. En hora trágica, cuando la perfidia humana luchaba a muerte con la divina mansedumbre, cuando Pilato, representante del poder efímero de los emperadores de Roma, preguntó de manera solemne al Cristo, convertido en criminal por delitos que -48-


jamás cometió, si era Rey: sin vacilar dio esta respuesta: “Lo soy. Para esto nací. Para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad” Jn. 18, 37 Aclaró sin embargo la naturaleza de Su reino diciendo. “Mi Reino no es de este mundo: Si de este mundo fuese mi Reino, entonces pelearían mis siervos, para que yo no fuese entregado a los judíos: Ahora empero, mi Reino no es de aquí” Jn. 18, 36 Otro día los fariseos, le preguntaron cuando habría de venir el Reino de Dios. Él les contestó: “El Reino de Dios no viene con manifestación exterior. Ni dirán: ¡Helo aquí o helo allí! Porque el Reino de Dios está dentro de vosotros” Lc. 17, 20 Querido lector: hay un Reino que quizá tú aún no lo has descubierto, tal vez ni has sospechado que exista. Este Reino es el tesoro escondido. No lo has descubierto porque tu conciencia, tu mente, tu espíritu, tus actividades, tus sentidos están dirigidos solamente hacia afuera, a este mundo físico. Este mundo que ves, que tocas, que mides, que sientes, en que gastas tus energías y que es objeto de tus afanes, no es el mundo verdadero, no es el mundo para el cual fuiste hecho por el Creador. El verdadero Reino según la enseñanza de nuestro Maestro Jesús: No viene con manifestación exterior. No hay en él ni oro, ni plata, ni billetes de banco, ni casas de cambio, ni palacios, ni automóviles lujosos, ni siquiera catedrales de mármol, ni torres que desafían las alturas… El Reino verdadero no tiene nada de esto, ni nada que se parezca… No está afuera. Está dentro. Dentro de ti, dentro de mí, dentro de todos los hombres, nuestros hermanos. -49-


Se entra en los dominios de este Reino con una luz que ilumina más que toda luz: La fe. Se los siente con la conciencia, se lo percibe con la mente, se lo saborea con el corazón, se los goza con el espíritu. Si hasta ahora no has encontrado este Reino, trata de buscarlo. Afánate en descubrirlo. Cuando lo hayas encontrado, nunca podrás abandonarlo. Si tienes a Dios, tendrás también todo lo demás que sólo es un complemento: dinero, placeres, felicidad, paz. El Reino de Dios es Reino verdadero. SANTUARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA Estamos mis amados hermanos, en uno de los Santuarios más célebres no solamente de la ciudad de Paris, sino de toda Francia. Aún más, la devoción a la Santísima Virgen bajo el título de la Medalla Milagrosa, ha trascendido los límites de esta gran nación por medio de las Hijas de la Caridad… La historia de la Medalla Milagrosa, como se llama a esta devoción, se remonta al año 1830, un sábado 27 de noviembre, la Virgen Bendita se apareció a una hermana de la Caridad, a sor Catalina Labouré. Esta hermana nos describe de una manera muy particular y detallada esa aparición y otras, que tuvo lugar en distintas circunstancias. Y la Virgen Bendita mis queridos hermanos, se dignó hablar con esta -50-


religiosa, con esta novicia entonces, de las hermanitas de San Vicente de Paúl. Viene a mi mente un recuerdo, el recuerdo aquel de la Virgen de América, la Virgen India, la Virgen del Tepeyac, que se dignó dialogar con el indiecito Juan Diego; y Ella misma se dignó estampar Su imagen en la tilma del humilde indio. Y esta vez, esta misma Bendita Virgen se aparece a una religiosa, en el corazón mismo de una de las grandes metrópolis del mundo como es la ciudad de Paris. Hermanos, esta ciudad no es célebre solamente porque tiene tantos y tantos monumentos históricos por las conquistas de uno de los más grandes emperadores del mundo… no mis queridos hermanos, esta nación no solamente tiene esos timbres de gloria para los humanos; la nación francesa cuenta también entre sus santos: a reyes, obispos, también sacerdotes santos y tiene también religiosas que están en los altares. Cerca de Lyon está precisamente uno de los lugares más célebres para nosotros, especialmente los sacerdotes del clero secular, está esa imagen y esos recuerdos de uno de los santos más sencillos y más dulces del cristianismo: el santo Cura de Ars, como se le conoce a Juan María Vianney; es el santo de la sencillez, el santo del amor de Dios, el santo de la oración. Muchas veces mis queridos estudiantes, vosotros me habéis oído comentar de él estas dos palabras que están entre las obras de su realización personal, que resumen toda la vida cristiana, decía: si vosotros amáis y oráis, habéis descubierto el secreto de la felicidad sobre esta tierra. Hermanos, tenemos la dicha de estar en el mismo santuario en el cual la Virgen Bendita se dignó manifestarse con Catalina Labouré. La Virgen Bendita dialoga con ella y pide que se mande a trabajar una medalla, la medalla milagrosa: que es la imagen de la Inmaculada Virgen María pero en esa -51-


actitud de gloria, en esa actitud de esplendor que se narra en el Apocalipsis, en la visión que tuvo entonces Juan evangelista. El obispo de entonces acude a Roma después de haber hecho un examen minucioso de lo que era aquella aparición… y la conclusión a la que llega es la siguiente: “La rapidez extraordinaria –dice- con la cual esta medalla se ha propagado, el número prodigioso de medallas que han sido acuñadas y distribuidas, los hechos maravillosos y las gracias singulares que los fieles han obtenido con su confianza, parecen verdaderamente los signos por los cuales el cielo ha querido confirmar la realidad de las apariciones, la veracidad del relato de la vidente y la difusión de la medalla”. Y en 1846 como consecuencia de la conversión del judío Ratisbona, el Papa Gregorio XVI confirmó con toda su autoridad, las conclusiones del Arzobispo de Paris… Pero entendamos bien eso sí: no basta llevar un signo externo en la solapa o sobre el pecho, no. No basta llevar un signo de la Virgen Bendita, no basta llevar una cruz, no basta llevar una medalla sobre el cuerpo, esto no basta si no va unido también a la vida. Lo más importante es que nosotros unamos nuestra devoción a la Virgen, a los santos, unamos esa devoción a la vida que llevamos. Que esa medalla que llevamos, esa cruz, ese signo que llevamos y que nos recuerda nuestros deberes para con Dios y que nos motiva la asistencia divina, que esos sean siempre llevados con honor, sean siempre llevados por cristianos que saben entender su cristianismo… Por eso, en este momento en que estamos visitando un santuario consagrado a la Virgen Bendita, bajo la advocación de la Medalla Milagrosa, recordemos que la mejor manera de honrarla es imitando Sus virtudes, y esto es lo que quiere también Ella. -52-


Y cuando la Virgen Bendita se manifiesta, también aquí en el Continente europeo: en Lourdes con Bernardita Soubirous, tenemos también en Lisboa un santuario muy célebre, el Santuario de la Santísima Virgen de Fátima. Hermanos, todos estos hitos que pone la mano de Dios en los continentes, estos hitos que ha puesto también la mano de Dios en América, que puso en México con la devoción de la Virgen Bendita de Guadalupe; ese hito que ha puesto también en nuestra querida Patria, el Ecuador, en el Santuario de la Santísima Virgen del Quinche o en el Santuario de Nuestra Madre la Virgencita Dolorosa, esos hitos son para que recordemos nuestro deberes para con Dios y para que recordemos que ese Dios Bendito nos ha dado a una Madre para que Ella siga bendiciéndonos, para que el pueblo recuerde que tiene una Madre sobre todas las madres, que nos ama intensamente. La Virgen Bendita es para mí y lo es también para vosotros, el mayor signo de la predilección divina por los hombres. Nosotros nos sentimos siempre atraídos por el corazón de la madre, porque la madre es la que mejor nos comprende… Y por eso, el signo de la madre es el signo de protección, el signo de amor por excelencia. Y Dios ha querido poner en todas las partes de la tierra, estos hitos de la predilección divina en las distintas apariciones de la Virgen Bendita. Ahora, hemos de elevar una oración especial aquí en este Santuario, por nuestras familias, por nuestra Patria, para que el Señor le libre de los peligros que le amenazan y le ayude pronto a salir de esos peligros para que continúe siempre, eso sí, fiel a Cristo y a la Virgen Bendita, y para que continúe siempre por el camino del progreso.

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EL VERBO ENCARNÓ Uno de los misterios más grandes para el hombre, es el que nos revela lacónicamente el evangelista Juan en estas palabras: “Y el Verbo se hizo carne” (Jn 1, 14)… “Todas las cosas fueron hechas por Él y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho” (Jn 1, 3)… “En Él estaba la vida y la vida era luz de los hombres” (Jn 1,4) Dios con todas las prerrogativas y con todos sus atributos se hizo como uno de nosotros. Nació de una mujer aunque su concepción fue por obra del Espíritu Santo. Creció como crecimos nosotros. A medida que adelantaba en edad, adelantaba también en gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres. Quizá muy poco reflexionamos en el significado de ese Gran Misterio de Dios que se encarna, de un Dios que toma nuestra propia naturaleza humana, que se hace hombre, que vive y que muere como un hombre. Cada día esta humanidad se expande más y más. Sus dominios van ya más allá de los linderos de la tierra. El hombre descubre día tras día otros mundos y otras cosas. Pasarán miles de años y todavía no conocerá sino -54-


apenas una pequeña parte de la obra divina. El tiempo le reserva al hombre todavía muchos misterios. Pues, allí donde existe un ser, allí donde palpita un átomo, allí donde vive una vida, allí donde nace un destello de luz, allí donde brota una hierba, allí donde el hombre no tiene sino el misterio del vacío, allí está Dios. Y es este Dios el que se hace carne, el que se reduce, se empequeñece y se anonada, el que se oculta en un átomo de polvo como es la naturaleza humana. Y es este Dios el que nace, el que vive y el que muere por los hombres y para los hombres. El puede manifestarse como quiera y en donde quiera, porque es Dueño Absoluto de todas las cosas. Pero Su presencia entre nosotros, no por ser una manifestación de humildad, de pobreza, de anonadamiento, deja de ser una manifestación plenamente divina. Esta presencia Suya entre nosotros, nos obliga a amarle más que todo, a buscarle sobre todo y a gozar de Él sobre todo. Toda Navidad debe encontrarnos con las puertas del corazón abiertas de par en par, para recibirle y hospedarle en nosotros. El principal motivo de Su Encarnación es el recordarnos constantemente que nosotros le pertenecemos en absoluto.

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RAZÓN DE LA NAVIDAD

“En medio de vosotros está uno a quien no conocéis” (Jn. 1,26) En cada Navidad recordamos el gran acontecimiento de la Presencia del Verbo de Dios que encarnó y habitó entre nosotros. Vino a cumplir la misión que el Padre le encomendara. Esta misión sacudió en sus cimientos las caducas estructuras filosóficas sobre las cuales se edificaron los destinos de los seres humanos. Su mensaje de luz disipó las tinieblas que se habían apoderado de la mente humana y la habían esclavizado a esta tierra. En el pueblo de Israel vivió como un desconocido para la clase intelectual y religiosa que había adulterado la -56-


verdad sobre el destino al que está llamado el ser humano en esta tierra. Las palabras de Juan Bautista recogidas por el otro Juan, Amado del Señor: “En medio de vosotros está uno a quien no conocéis”, describen con meridiana claridad lo que era Nuestro Bendito Señor para aquel pueblo. Para unos, menos que un profeta; para otros un embaucador, un farsante, el humilde hijo del carpintero José… Desde hace dos mil años cuando viene al mundo, Jesús, como el día de hoy, la humanidad muy poco ha cambiado. El mensaje de Jesús y Su presencia entre los hombres, ciertamente son conocidos desde el punto de vista histórico o a través de la mente humana. Pero, ¡cuán equivocados están quienes juzgan que éste es el verdadero conocimiento de un Enviado de Dios! Saber que existió Jesús, que vivió en la tierra, que hizo milagros, que imprimió una enseñanza… no es conocerle. Le conocen sí, los que viven Su enseñanza, los que se vuelven Uno con Él en espíritu y en verdad, los que se identifican con Él en pensamiento, en palabra, en acción. AYUNO Y ORACIÓN DE JESÚS, EN EL DESIERTO En la lectura de esta parte el Evangelio de Mateo que acabamos de escuchar, Mateo y los evangelistas Marcos y Lucas, nos narran aquel episodio de la vida del Señor: de Su ayuno de cuarenta días y cuarenta noches allá en el desierto de Judea.

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Por algunas ocasiones he tenido la bendición de visitar ese lugar en Tierra Santa, en donde la tradición cristiana conmemora este ayuno y esta oración de Jesús durante este tiempo. El lugar está completamente alejado de la civilización. Está a bastante distancia de la ciudad de Jericó, ciudad bíblica que tiene tantos recuerdos para los israelitas, como para el pueblo cristiano, ya que ahí se realizaron muchas cosas entre ellas el milagro que obró el Señor con el usurero Saqueo. De allí hay que subir por una empinada hasta el Monasterio, en donde actualmente es un lugar de peregrinación para el pueblo cristiano. Hermanos, nosotros podemos preguntarnos ¿que hacía Jesús en aquel lugar? Él se dedicó durante todo ese tiempo no solo al ayuno corporal, es decir, a todo cuanto nosotros realizamos en el cuerpo, para buscar a Dios. Esto sólo es una condición, nada más que una condición, para mejor disponernos al servicio de Dios y para que la mente y el espíritu mediante el ayuno estén completamente libres. ¿Para qué, hermanos? Para la oración constante, para la oración continua. Y esto es lo que hizo Nuestro Bendito Señor durante esos cuarenta días y cuarenta noches, ayunar para que el espíritu entrara de una manera mejor, en comunión con ese Bendito Dios, con el Padre. Pero todo el tiempo mis queridos hermanos, oraba. -58-


Pero uno puede preguntarse y darse cuenta qué oración hacía entonces. ¿Qué oración hizo durante ese tiempo? ¿Estuvo quizá dedicado Él a la oración vocal? ¿Quizá Él hacía reflexiones sobre los escritos de los profetas del Antiguo Testamento? No hermanos, Él tenía otra clase de oración: Oración profunda, oración silenciosa. Oración contemplativa es la que practicaba Él allá, en ese inhóspito lugar. Por eso escogió un lugar propicio para el silencio, para la soledad, para que nadie le perturbara en Su comunión con el Padre. Aquí tenemos un ejemplo palpable del modo de orar de Nuestro Bendito Señor, de la profundidad con que Él oraba, que la demostró con Su palabra y con Su ejemplo… Hacía pues, esta oración silenciosa, esta oración profunda, esta oración que no consistía sino en pensar en entrar en comunión perpetua, con ese Bendito Señor. Y esa comunión de un Dios a otro Dios, del Hijo de Dios al Padre Dios era una comunión interior, una comunión de mente, voluntad, conciencia y espíritu. La totalidad de ese Hijo estaba también entregada a Su Padre, y la de ese Padre entregada a Su Hijo. De tal manera que entre el Padre y el Hijo había una unión total, perfecta, absoluta, una unión en la cual podía decirse que no había distinción alguna. Hermanos de esta oración es la que nos hablan los místicos cristianos y orientales: esta oración de comunión, de fusión. De esta oración nos habla también un modelo de Párrocos, un santo que hizo época y sigue haciendo todavía época, ahora en estos momentos: el santo cura de Ars, De él voy a citar solamente un hecho, lo que hacía y lo que entendía por oración. Él era un hombre de profunda oración. Y ¿cómo define la oración? “La oración -dice él- es la unión con Dios”; luego define cómo es esta unión, qué resultados produce ésta unión. “En ésta unión –dice- Dios y el alma son como dos pedazos de cera -escuchadme bien-: Dios y el alma son como -59-


dos pedazos de cera que se funden en uno, en uno solo y nadie puede separar”. Es decir hermanos, en la verdadera oración, en esta oración profunda que nos pide el Señor, Dios y nosotros, nosotros y Dios nos fundimos como si fuéramos dos pedazos de cera. De tal manera, que en esa oración, la fusión es tal que no se puede establecer distinción alguna. Esto está en la vida del santo cura de Ars. Yo cito también a otra gran mística cristiana, a santa Teresa de Jesús llamada la doctora por excelencia. Ella emplea también una comparación semejante a la del santo cura de Ars. Dice: “Que la unión del alma con Dios, es como aquella de una llama de una velita pero en la llama no hay dos hay una sola. Cuando el alma está unida con Dios es como esa llama que está brillando y el espíritu está brillando en esa Luz Divina”. Luego dice, también empleando otra gráfica comparación: “Así como el arroyo que desciende de la montaña y llega al mar y ya no hay como separar el agua del mar con el agua de ese arroyo que viene de la montaña, así se produce -dice ella- esta misma fusión entre aquel que ora con esta oración contemplativa, con la meditación”. Esto lo dice santa Teresa de Jesús en la Séptima Morada, en la última de las moradas de su camino de ascención a Dios. Hermanos queridos, aquí nosotros debemos tener conciencia de lo que dice el Santo Evangelio sobre la oración. Hay distintos grados de oración comenzando con la oración vocal, oración que conocen la mayor parte de los católicos. La oración del Santo Rosario es una oración buena como las demás oraciones que se recitan. Pero más allá de la oración vocal, está esta oración profunda, esta oración en que se verifica la fusión del alma con Dios. Entonces allá ya no hay como dice san Juan de la Cruz igualmente Santa Teresa de Jesús y los místicos- ya no hay dos, sino uno solo. -60-


Aquí tenemos un ejemplo palpable del modo de orar de Nuestro Bendito Señor, de la profundidad con que Él oraba, que la demostró con Su palabra y con Su ejemplo… Hacía pues, esta oración silenciosa, esta oración profunda, esta oración que no consistía sino en pensar en entrar en comunión perpetua, con ese Bendito Señor. Y esa comunión de un Dios a otro Dios, del Hijo de Dios al Padre Dios era una comunión interior, una comunión de mente, voluntad, conciencia y espíritu. La totalidad de ese Hijo estaba también entregada a Su Padre, y la de ese Padre entregada a Su Hijo. De tal manera que entre el Padre y el Hijo había una unión total, perfecta, absoluta, una unión en la cual podía decirse que no había distinción alguna. Hermanos de esta oración es la que nos hablan los místicos cristianos y orientales: esta oración de comunión, de fusión. De esta oración nos habla también un modelo de Párrocos, un santo que hizo época y sigue haciendo todavía época, ahora en estos momentos: el santo cura de Ars, De él voy a citar solamente un hecho, lo que hacía y lo que entendía por oración. Él era un hombre de profunda oración. Y ¿cómo define la oración? “La oración -dice él- es la unión con Dios”; luego define cómo es esta unión, qué resultados produce ésta unión. “En ésta unión –dice- Dios y el alma son como dos pedazos de cera -escuchadme bien-: Dios y el alma son como dos pedazos de cera que se funden en uno, en uno solo y nadie puede separar”. Es decir hermanos, en la verdadera oración, en esta oración profunda que nos pide el Señor, Dios y nosotros, nosotros y Dios nos fundimos como si fuéramos dos pedazos de cera. De tal manera, que en esa oración, la fusión es tal que no se puede establecer distinción alguna. Esto está en la vida del santo cura de Ars. Yo cito también a otra gran mística cristiana, a santa Teresa de Jesús llamada la doctora por excelencia. Ella emplea -61-


también una comparación semejante a la del santo cura de Ars. Dice: “Que la unión del alma con Dios, es como aquella de una llama de una velita pero en la llama no hay dos hay una sola. Cuando el alma está unida con Dios es como esa llama que está brillando y el espíritu está brillando en esa Luz Divina”. Luego dice, también empleando otra gráfica comparación: “Así como el arroyo que desciende de la montaña y llega al mar y ya no hay como separar el agua del mar con el agua de ese arroyo que viene de la montaña, así se produce -dice ella- esta misma fusión entre aquel que ora con esta oración contemplativa, con la meditación”. Esto lo dice santa Teresa de Jesús en la Séptima Morada, en la última de las moradas de su camino de ascención a Dios. Hermanos queridos, aquí nosotros debemos tener conciencia de lo que dice el Santo Evangelio sobre la oración. Hay distintos grados de oración comenzando con la oración vocal, oración que conocen la mayor parte de los católicos. La oración del Santo Rosario es una oración buena como las demás oraciones que se recitan. Pero más allá de la oración vocal, está esta oración profunda, esta oración en que se verifica la fusión del alma con Dios. Entonces allá ya no hay como dice san Juan de la Cruz igualmente Santa Teresa de Jesús y los místicos- ya no hay dos, sino uno solo. CRISTO CÓSMICO Y CRISTO HISTÓRICO Es privilegio de muy pocos hombres, tener conceptos universales que puedan abarcar en una sola mirada la unidad y la multiplicidad de los seres y de las cosas del Universo visible e invisible. Esta visión está reservada a los místicos, pues la mística en su genuino sentido, no consiste en otra cosa que ver el Uno en el Todo y el Todo a través del Uno. Con esta visión se puede llegar a comprender la persona de Cristo. Quienes no estén en condiciones de -62-


abarcar con esta mirada a ese Cristo presente en la historia y al mismo tiempo actuante en todo el Universo visible e invisible, no están en condiciones de comprenderlo. Cristo tiene pues este doble carácter: es un Cristo histórico y un Cristo Cósmico. En el primer caso es hombre verdadero, en el segundo es Dios verdadero. Por su doble condición es el centro en torno del cual gira todo sin excepción. Esto no lo puede comprender como es natural el hombre carnal, cuya mirada se centra en las cosas de orden meramente material, pues “el hombre animal no percibe las cosas del Espíritu de Dios; son para él una locura y no las puede entender, porque hay que juzgarlas espiritualmente” (I Cor 2,14). El mismo Iniciado Pablo advierte que no ha hablado con estudiadas palabras de humana sabiduría, sino con palabras aprendidas del Espíritu, adaptando a los espirituales las enseñanzas espirituales. Estas enseñanzas hay que aceptarlas espiritualmente. La sabiduría humana es incapaz por su propia naturaleza de penetrar en los misterios de Dios. Esta visión cósmica de Cristo, hay que adquirirla no por la humana sabiduría sino por esa sabiduría que viene de Dios. Ese Cristo histórico esta magistralmente descrito en la carta a Los Hebreos (4,15), como el sumo sacerdote capaz de comprender nuestras debilidades porque él ha sido “probado en todo igual a nosotros, excluido el pecado” (Heb 4,15). Este es el Cristo histórico de los Evangelios, el Cristo del Sermón de la Montaña, de las Bienaventuranzas, del Mar de Galilea, de Getsemaní, de la Crucifixión, el Taumaturgo, el que se conmueve al contemplar desde el Monte de los Olivos la ciudad deicida. El Cristo doliente y resucitado… En fin, el que aparece hombre entre los hombres, menos en el pecado. Este es el Cristo ante el cual, el mártir San Ignacio de Antioquia, recomienda a su discípulo Policarpo mantenerse -63-


firme como un yunque golpeado por el martillo, que le describe por encima del tiempo. “Al intemporal, al invisible, que por nosotros se hizo visible, al impalpable, al impasible que por nosotros se hizo pasible; al que en todas las formas posibles sufrió por nosotros” (Carta C1, 1-4,3.- Funk, 1,247-249). Este Cristo pasible, temporal, visible, palpable es el Cristo histórico. Pero este mismo Cristo intemporal, invisible, impalpable, impasible es el Cristo Cósmico. Pero nadie hasta ahora ha podido en unas pocas frases hacer la descripción más completa de ese Cristo Cósmico como Juan el evangelista en el Prólogo de su Evangelio. El Cristo Cósmico es el Verbo, que es Dios, Verbo por el cual todas las cosas han sido hechas y sin Él nada de lo que ha sido hecho existe. En Él está la vida, la vida que es luz de los hombres, luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Para tener una idea exacta de lo que es Cristo, tenemos que verle en sus dos caras, si así cabe la expresión: no podemos prescindir del Cristo histórico cuando nos hundimos en el abismo de la Infinitud del Cristo Cósmico; de igual manera, no podemos detenernos solamente en la inefable quietud y bienaventuranza de ese Cristo Cósmico, olvidando que ese mismo Cristo es el centro de la historia humana y de todas las cosas visibles e invisibles. Ambos se complementan, ambos son Uno, ambos se juntan indestructiblemente, ambos deben nacer y crecer juntos como Uno solo en las profundidades abismales de nuestro ser: Aquí está el primer escalón de nuestra bienaventuranza y aquí está también el último. LA ACCIÓN Y EL TRABAJO EN EL MUNDO -64-


"El que vive en este mundo de acción y la rehúye; el que aprovechándose de los frutos de acción del mundo se niega a dar su parte de actividad, debe avergonzarse de vivir. El que se aprovecha de los resultados de la acción de los demás sin dar nada en cambio se comporta como un ladrón."( Bhagavad Gita) Mis queridos hermanos vamos a reflexionar acerca de un tema muy importante, muy práctico para nuestra vida, el Bhagavad Gita, también mencionado como la Biblia de los hindúes, es un libro sagrado del cual ustedes pueden beber el néctar de su sabiduría, en cada frase se encuentra un mensaje de la Voz de Dios. Bueno el Bhagavad Gita nos dice: “El que vive en este mundo de acción y la rehúye; el que aprovechándose de los frutos de acción del mundo se niega a dar su parte de actividad, debe avergonzarse de vivir. El que se aprovecha de los resultados de la acción de los demás sin dar nada en cambio se comporta como un ladrón”. El mundo en general y las sociedades humanas viven en constante acción, es decir viven en constante desarrollo y -65-


evolución, el motivo para esto es mejorar sus condiciones de vida de tal manera de que esta sea confortable, los estudiosos de los siglos enseñan que esta determinación a nivel de sociedad es fruto de la filosofía propia que rigen a sus pueblos. En definitiva, el mundo y las sociedades y absolutamente todo está en constante acción, movimiento y evolución. Hay personas que creen que la vida religiosa es de inactividad, o una manera de huir a los “problemas reales” dicen. En Oriente existen sadhus, swamis, renunciantes, al igual que existe en occidente monasterios y grupos religiosos que se dedican a la Oración, pero equivocadamente las personas se imaginan que estas personas viven en inactividad, por dar un ejemplo en un Centro donde se sigue la enseñanza del Santo Hindú Ramakrishna, la hora de levantarse suele ser antes de las 5 de la mañana, ya que a esta hora se empieza con la meditación del día la cual dura alrededor de tres horas, luego de lo cual empiezan con las labores para la subsistencia propia y la ayuda social que realizan, en la tarde retoman sus acciones de Sadhana (práctica espiritual) para luego continuar con la oración. De hecho la vida de estos centros religiosos es muy constante y demanda de vocación, que como es claro, es el amor a los demás, escúchenme bien, la vocación del religioso no es la inactividad o el querer huir, o el querer fungir de guía, No, la vocación del religioso es el amor a los demás. Ahora bien, si esta vida es sacrificada por así decirlo, pues porque estas personas religiosas se ven felices, y de alguna manera -66-


“realizadas”, pues es simplemente que el hacer algo sin egoísmo y por amor a los demás es un trabajo gratificante. Muchas veces se mal interpreta y se piensa que estas personas son felices porque hacen poco o son perezosos, nada más alejado de la realidad, simplemente la acción desinteresada realizada con humildad, es decir sin pregonar, y realizada con amor es bien recompensada con la alegría que proviene como un regalo del más humilde de todos, nuestro bendito Dios. En occidente se considera que los frutos de la acción es algo que nos merecemos, no es difícil escuchar “Yo tengo mis cosas porque he trabajado, si él no tiene es por vago”, “Lo que he logrado es por mi esfuerzo, nadie me lo ha dado”, “Y porque voy a dar algo, a mi quien me dado o quien me ayudado” y muchas otras frases que denotan orgullo personal. Bueno, las grandes fortunas provienen de una ley “la ley del trabajo”, y esta ley produce una recompensa, pero es nuestra decisión qué hacer con esa recompensa, en todo caso, debemos tomar conciencia de varias cosas. Primero ¿de dónde proviene nuestra vida?, si una persona no cree en Dios porque se ha oscurecido su intuición, por lo menos deberá aceptar que nació de unos padres, los cuales le ayudaron a nacer y a sobrevivir, y si no tuvo padres alguien debió ayudarlo, no hay que olvidar que el ser humano es un ser totalmente insuficiente al menos hasta los 10 a 15 años, no se diga a los 2 o 3 años, o antes, es decir, necesariamente el humano necesita de ayuda en su vida; otro ejemplo, el -67-


humano que vende su mercadería para hacer su fortuna, necesariamente necesita que alguien le compre, en otras palabras, si nadie le compra sus productos, nada vende y quiebra. La interacción y colaboración humana es un hecho, y quien cree que ha logrado algo sólo, ha exaltado su ego, y esto es tremendamente negativo para sí y para toda la sociedad. Para el hombre de fe, cuya intuición ha despertado aunque sea un poco a la mirada del Creador, y sabe que Dios es dueño de la vida, porque Él es la Vida, debe tomar conciencia que lo que ha logrado en su vida es porque ha tenido la oportunidad de nacer en este plano de existencia, en este mundo físico, luego porque Dios le ha dado dones para su vida tales como: inteligencia, capacidad, oportunidades, en fin todo lo que posee, el Maestro de Maestros Cristo menciona a estos dones como talentos, en la “Parábola de los Talentos” la cual les recomiendo que la estudien y sobretodo mediten, en esta parábola el mensaje es el siguiente: los talentos, o dones, son para fructificar y entregárselo a su dueño, y ¿cuál es el dueño de los talentos?, pues es Dios y en Él son todos sus Hijos, nuestro prójimo, nuestro amigo, nuestro enemigo, nuestro hermano que sufre, nuestro hermano enfermo, en fin todos nuestros hermanos incluyendo al prójimo. Cada vez se va aclarando el tema. Y que le podemos dar a Dios, pues no es dinero, no son riquezas, lo que necesitan nuestros hermanos, es escúchenme bien: es Amor incondicional, es afecto, es hermandad, y lo que Dios demanda es acciones por Amor, no acciones por egoísmo, no acciones por orgullo, no acciones por figurar, -68-


demanda una y mil veces acciones por Amor. Cada acción de Amor nos une al Dios Amor, nos une a nuestros hermanos, nos une a Dios en Espíritu y en verdad. En la misma parábola de los talentos, Cristo bendito menciona que, al perezoso se le quitará y se le dará a la persona de acción, y al temeroso de igual manera. Por tanto nosotros debemos ser personas de acción y de valentía para trabajar en bien de los demás. ¿Cuántos de ustedes no se avergüenzan cuando se les manda a que hagan algo por los demás? ¿Cuántos de ustedes no sienten miedo al rechazo de la sociedad, cuando le dicen no al alcohol, no al vicio? ¿Cuántos de ustedes comparten la enseñanza de primera mano que se les ha dado? ¿Cuántos de ustedes han fructificado en beneficio del amor los talentos que se les ha entregado? El mejor talento que han recibido, no es el dinero que han acumulado, la inteligencia con la cual algunos discriminan a los hermanos, no es el nombre de reputación pomposa que algunos han ganado y pregonan, no, el mejor talento que han recibido es la enseñanza de la MEDITACIÓN la cual les hace purificar su mente, la cual a través de sus misterios une el Espíritu Humano con el Espíritu Divino, la cual va despertando a cada instante la llama del Amor Puro, del Amor Incondicional, para que puedan actuar por amor, de aquel amor que como diría Ramakrishna,- nace de las profundidades del alma inmortal-. Y de este talento se les pedirá cuentas, ya que muchos no tuvieron la bendición de recibir este talento, y por tanto -69-


tendrán menos culpa de quien si lo recibió y no hizo nada con ello ni en beneficio de él y peor aún en beneficio de los demás. Hermano querido, cada día medita, con mayor conciencia, con mayor fe, con mayor amor, con mayor fuerza, con mayor pureza, con mayor concentración, cada día Bendice al Dios del Cielo por los dones y talentos recibidos, cada día cultiva el amor y aleja el egoísmo de ti. No te dejes engañar por el mundo de maya, por el mundo que te ofrece las mieles de lo efímero, pero a la final solo produce frustración y hastío. Hermano querido es tu decisión. ¿ÉL, UN BUSCADOR DE ERRORES? Una de las almas más grandes de nuestro siglo ha venido a este plano, allá en el Oriente legendario, en donde han nacido los más grandes hombres de la humanidad, los que se han distinguido por su gran espíritu, los que han puesto en el pináculo de la gloria, las causas de lo más noble del hombre: Paramahansa Yogananda, se dirige así a Swami Shankara en la plegaria 27 de Susurros de Eternidad: -70-


“Tú has dicho que Dios no es un sombrío y vengativo buscador de errores, sino que Su rostro esta aureolado por las sonrisas de la condescendencia”. ¡Cuántos mortales han trazado caricaturas grotescas de Él, precisamente de Él que es luz, pureza, amor, sabiduría, bondad, grandeza, dulzura inefable, infinita. De Él en quien no hay ni siquiera una leve sombra de imperfección, de negatividad! Sin embargo muchos, sí, muchísimos mortales le han convertido en un vulgar empedernido, sombrío y vengativo escudriñador de errores. Nuestra autodefensa, nuestro natural amor al bien nos hace repugnante y repulsiva así sea la sombra del criticón, del murmurador, del que quiere medir con su mirada, así fuera moral y espiritual de alguno de sus hermanos, internamente sentimos asco, repugnancia, tedio, rechazo y profunda tristeza hacia el “buscador de errores” al que con una lupa grande, pero bien grande ve la pajita en el ojo ajeno pero no la viga en el suyo propio. Sobre éste lanzó un día el Señor, el látigo de su anatema: ¡Hipócritas, hipócritas, hipócritas! No obstante muchos mortales, -¡Qué horror!- quieren hacerle a Él uno de estos. Uno de los que con una lupa grande pero muy grande, ve sólo defectos y peros en sus pobres criaturas, como que si Él no supiera que somos muy pequeñitos pero que seguimos siendo siempre Su propia obra. -71-


Como que si Él ignorara que somos Sus propios hijos. Como que si Él desconociera que somos Su propia imagen, amor de Su amor, vida de Su vida, espíritu de Su Espíritu, gozo de Su gozo, por quienes y para quienes envió a Su propio Hijo. Me pregunto, y te pregunto hermano mío: ¿Vendría Él, el Cristo, el Verbo de Dios, el Dios encarnado en pos de una piltrafa despreciable? ¿Vendría tras el estiércol, para estercolizarse? ¿Tras del pecado, para contaminarse? ¿Tras del repugnante leproso del alma, para Él también tomar la lepra? ¡No! El Padre Bendito no mandó a Su Hijo para que escudriñara a sus hijos, los hombres: la miseria, faltas, errores, pecados, deficiencias que le hagan repugnante, sino para decirnos lo que somos: hijos suyos. Sí, hijos suyos llamados al banquete eterno. Vino a decirnos que tenemos un Padre, no un juez, un amante, no un enemigo, un Dios, no un verdugo, una madre, no un tirano, una luz, no un rayo que hiere, que mata. ¡Padre Bendito! Permite que día a día, comprendamos más y más el gran secreto que encierra Tu amorosa Esencia.

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SANTA MISA

La Santa Misa mis queridos hermanos, no es como a veces nos imaginamos: el sacrificio que el Señor dio a su Iglesia, para su Iglesia y exclusivamente su Iglesia y para los suyos. No es así. El Santo Sacrificio de la Misa es el SACRIFICIO CÓSMICO, el acto de liturgia cósmica, que abarca a todos los hombres y que se extiende a todos los hombres, ya que no es otra cosa que la aplicación de la Redención al hombre. La Santa Misa pues, tiene un carácter universal. Y el Señor creó este signo del pan y del vino en el cual Él puso Su presencia, para que todos los hombres por medio de Él se SANTIFICARAN y llegaran a la comunión con el Padre. Por eso la Santa Misa tiene pues, una eficacia particularísima cuando se pide en ella por cualquier intención, porque la Santa Misa no es una oración particular ¡ES LA ORACIÓN DEL MISMO CRISTO, ACTUALIZADA EN LA SAGRADA EUCARISTÍA! ¡Del mismo Cristo actualizado bajo las especies del pan y del vino! ¡Es el mismo Cristo que se ofrece una vez más por los hombres sus hermanos! Por eso nosotros -73-


en la Santa Misa, cuando tenemos cualquier intención especial, hemos de tener muy en cuenta que estamos uniéndonos a la oración de Cristo y que nuestra oración no es una oración aislada, no es una oración parcial sino ¡es la oración del mismo Cristo! VOTO DE ORACION …Mis queridos estudiantes, van hacer unos compañeros de ustedes su voto de oración, y van a renovar unos este mismo voto. Cuando les hablaba por primera vez sobre éste paso que dan los estudiantes de Autorrealización les decía –y les repito nuevamente esto- ¿cómo debéis entender esto del voto de oración? debéis entender sencillamente, como el ticket del seguro diario para vuestras actividades diarias, un ticket de seguridad total. Porque cuando uno pone su vida, pone su actividad, pone su iniciativa en manos de Dios, sencillamente el éxito es infalible. Aparentemente mis queridos estudiantes, pueden parecer que nosotros estamos –quizá- todavía pasando una prueba, prueba muy grave, que no salimos de esa prueba y que estamos todavía lejos de Dios. No, no. Nosotros tenemos que entender de otra manera éste llamamiento divino. Repito, es el ticket de seguro, del seguro de nuestra felicidad diaria. Entonces lo importante es orar, pero orar como aprendemos aquí. Orar con esa oración interior, con esa oración que brota de lo más recóndito de nuestro espíritu. Con esa oración que es sintonía, que es relación íntima, que es vivencia de Dios. Esa es la oración que hacemos y así tenemos que entender la oración que hacemos en Autorrealización… Es ese intercambio de miradas, intercambio de vibraciones -–¡esa es la palabra!- intercambio de vibraciones entre Dios y nosotros. Ese Dios Bendito nos envía toda Su potencia infinita vibratoria a nosotros, y nosotros le devolvemos la pequeñez -74-


nuestra a Él, y Él convierte nuestra pequeñez en infinitud; convierte nuestra debilidad en fortaleza, convierte nuestro estado de tinieblas en luz. Es decir, en ese intercambio vibratorio ¿quién es el que gana? ¡El no, nosotros! ¿Por qué? sencillamente, porque entramos en el camino de la divinización de nuestras acciones. Uno de los grandes Padres de la Iglesia: Evagrio Póntico, hablando de ésta sintonía con Dios, decía esto: la persona, el alma que se ha sintonizado con Dios tiene un carácter especial, sus actos tienen un carácter especial, son actos sacramentales –¡fijaos bien en la profundidad de ésta palabra!- son actos sagrados, son actos sacramentales. ¿Por qué? porque están inspirados en ese Bendito Dios, no son actos cualesquiera hermanos queridos, No. Cuando está la mano de Dios allí y cuando está Dios adentro, esos actos toman un carácter completamente diferente, esos actos se divinizan y esos actos –como dice Evagrio Póntico- tienen un carácter de un sacramento, de una cosa sagrada. ¡Esto es lo que aprendemos -mis queridos estudiantes- en nuestra Asociación! Espero que los que están camino del conocimiento de nuestra Asociación, lleguen a la comprensión total, para que nuestro Señor Bendito también les ayude, y un día, si quieren – porque eso es completamente espontáneo- si quieren, también aseguren, tomen ese seguro de felicidad diaria, con su voto de oración. Este es el testimonio mis queridos estudiantes, de todos los estudiantes compañeros vuestros que han recibido su voto de meditación, ellos sienten las bendiciones de Dios, sienten su felicidad diaria. LA ENCARNACIÓN DE ESE YO DIVINO Vamos a celebrar después de pocos días, una fiesta más de Navidad, y qué mejor entonces que nosotros tratemos de este -75-


punto vital: de lo que significa la Encarnación de Ese Yo Divino. Bien, si por un momento nosotros nos trasladamos a la historia que precede al Nacimiento de Este Yo Divino, tenemos entonces un gran vacío. El pueblo judío a quien se revela Yahvé; el pueblo judío conoce pero conoce digamos a un Dios, pero a un Dios hasta cierto punto metafísico, a un Dios que lo imaginaba –ahí está la palabra- lo imaginaba antropológico, pero que todavía, aquello que imaginaba no era algo que iba a concretarse, es decir, había un gran vacío, pues no estaba ya colocado ese hito tan claro por el cual ese Yo Divino de Cristo va a tomar al hombre en todo su conjunto y en toda su complejidad: tomando lo que significa el ser humano, lo que es, lo que tiene el humano: cuerpo, alma, espíritu. Entonces allí ese gran vacío llevó también a tantas confusiones especialmente al parecer al judaísmo, una cosa realmente inaceptable e increíble, desde luego inaceptable, increíble bajo el punto de vista meramente humano. Miren ustedes, la Encarnación de Ese Yo Divino pues, aclara esa relación que tiene Dios no solamente con el hombre sino absolutamente con toda Su Creación. De ahí que la Encarnación de Cristo significa: ese impacto, impacto total, absoluto sobre todos los seres creados. pero impacto que incorpora a toda la creación visible e invisible y la une a Dios. De manera que Dios, ese Bendito Dios –fíjense ustedes- ya por Cristo, en Cristo y para Dios, pues está internamente –no hay otra palabra más significativa, no hallo en este momento, pero- está, y totalmente ya incrustado en toda la obra de Su Creación. Y como acabo de explicar también ¿cómo hace esto? Tomando todos los elementos, absolutamente todos los elementos de Su Creación, incorporándole Él a Sí mismo. Por eso, en Cristo, por Cristo, queda divinizada toda la -76-


naturaleza visible e invisible. Esto lo digo especialmente en el libro “El Dios Vivencial” y en muchas ocasiones que he hablado sobre este punto. De manera que este es el significado de esta celebración de la Navidad. SER COMO NIÑOS PARA IR A DIOS …en este Santuario consagrado a la Virgen Bendita bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, nos sentimos mis queridos hermanos vosotros y yo muy felices. Y ¿por qué esto? Porque estamos sintiendo el amparo de las manos maternales de esa Virgen Bendita, porque estamos cobijados bajo Su manto. Porque sentimos mis queridos hermanos, como siente el hijo querido, las caricias que le brinda su madre ¡por eso nos sentimos aquí tan a gusto! Por eso pudiéramos decir lo mismo que dijeron Pedro, Santiago y Juan cuando estaban en el Tabor transfigurados ellos también en espíritu, cuando se transfiguró su Maestro. Esa Virgen Bendita mis queridos hermanos, también aquí está obrando hasta cierto punto este mismo milagro de la transfiguración que realizó entonces el Señor. Y todos quienes venimos aquí de las distintas partes, ya no de la América sino de todo el orbe, prácticamente de la tierra, sentimos esa misma bendición maternal de María.

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Nosotros mis queridos hermanos, tenemos entonces que dar gracias rendidas a Dios. Porque El ha puesto aquí un signo, pero no un signo pasajero, no un signo que se esfuma, no un signo que se pierde al pasar de los tiempos, sino un signo real, un signo verdadero, un signo inequívoco de la Divina Presencia entre nosotros ¡porque esto es lo que significa ese cuadro bendito de Nuestra Señora de Guadalupe! Vosotros sabéis toda la historia. Este cuadro no fue pintado por mano alguna, este cuadro no fue hecho prácticamente aquí, fue hecho de una manera extraordinaria. Entonces ¿que está manifestando esto? que el Señor quiere decirnos: aquí estoy presente, por medio de la Virgen María que llevó en sus entrañas a mi Divino Hijo. Aquí estoy presente para atenderles a ustedes en todos los momentos, en todas circunstancias de vuestra vida. Hermanos entonces, nosotros debemos considerarnos siempre muy felices de esto -pero este recuerdo que puede ser quizá pasajero y momentáneo- encontrarnos a la sombra de la Virgen María, de sentir en lo más íntimo del Espíritu las vibraciones que vienen desde ese Cuadro Bendito. Esto mis queridos hermanos no debe constituir para nosotros solamente un acto pasajero, algo que se esfuma, algo que se pierde, algo que lo olvidamos cuando llegamos a la casa con el paso de los años. No, este recuerdo debe permanecer siempre, y por el contrario debe seguir más bien cada vez más grabándose en nuestro corazón y configurándose mejor la imagen de esa Bendita Madre en nosotros. Hermanos, pero nosotros pudiéramos hacer una evaluación de las lecciones que Ella nos da a través de esa Bendita Imagen del indiecito Juan Diego. Hermanos, solamente quiero llamar la atención sobre una cosa muy importante -78-


para nuestra vida espiritual, para que el progreso sea siempre permanente, para que ese progreso sea siempre creciente, ese progreso en la vida espiritual. Hermanos cuando nosotros nos acercamos a Dios, cuando nosotros vamos a la Virgen Bendita tenemos que tener la sencillez que tiene un niño, tenemos que tener la entrega, la generosidad, la humildad que tiene un niño; no podemos recibir de Dios nada, absolutamente nada si nosotros no nos volvemos como esos niños. Y de hecho, quien quiere ir a Dios mis queridos hermanos, no necesita abrir los volúmenes y volúmenes de Teología que se hablan de Dios. No necesita leer nada -si es posible- de cuanto los grandes teólogos han dicho acerca de la Virgen María, ¡No! Todo esto cuando se trata de ir a Dios, y cuando se trata de sentir en el corazón es secundario. Lo que importa es una sola condición: esa entrega y esa humildad de un niño. Esto, esta enseñanza que nos da la Virgen María cuando escoge a un indiecito ignorante, a un indiecito analfabeto, a un indio que apenas podía entablar un diálogo con una persona para que él sea el mensajero de Su voluntad. Ella no escoge a nadie, a nadie importante según el espíritu del mundo, a ninguna persona importante según la apreciación humana. Ella escoge a un humilde indio, a un pobre indio, de esos indios que entonces eran víctimas de la explotación, víctimas del látigo, víctimas del castigo de quienes dominaron esta América. Hermanos, Ella escoge precisamente a ese pobre indio para demostrar que en los caminos de Dios esos instrumentos débiles, esos instrumentos más pobres, esos instrumentos inútiles -como dice en otras palabras el apóstol San Pablo- sirve para cumplir los designios de Dios a cabalidad.

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Entonces nosotros mis queridos hermanos, frente a ese ejemplo: para ir a Dios -repito- tenemos que ser así, niños que nos dejemos conducir de Su mano, que olvidemos aquello quizá que mal hemos aprendido de las cosas de Dios. Aquello –quizá- que tengamos de prejuicios por, de malas interpretaciones de todo eso. Tenemos que despojarnos de todo eso y decirle al Señor: ¡Señor aquí estoy! háblame, aquí estoy, ¡estoy listo hacer lo que Tú quieres! Hermanos entonces la conclusión es muy clara, es: para ir a Dios. Y todos tenemos que ir a Dios, todos aquí en esta tierra tenemos la obligación, pero no diré la obligación sino la necesidad de Dios, absolutamente todos; el pobre, el rico, el sacerdote, el Pontífice, el simple bautizado, todos tenemos necesidad de Dios y sin El no podemos caminar. Entonces para poder llegar a El, pues ahí tenemos el ejemplo que nos da la Virgen Bendita en ese indiecito que es escogido para cumplir sus designios. Hermanos, tengamos presente en este momento a nuestros hermanos ausentes, por algún motivo también quienes se quedaron en la casa, quienes se quedaron frente a los negocios, quienes se quedaron frente al cuidado de la familia, no han podido venir como nos ha tocado a nosotros venir acá a este Templo pero también ellos están unidos a nosotros. Por ellos hemos de rezarle a la Virgen Bendita una plegaria íntima de nuestro corazón. Y basta que nosotros digamos, le digamos pues unas palabras, basta que le digamos las primeras invocaciones de la Salutación del Angel Gabriel para que Ella se sienta complacida, basta que, eso sí brote de lo íntimo de nuestro corazón un solo pensamiento, un solo sentimiento para Dios, para Su Hijo para que Ella está complacida y Ella nos bendiga.

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Que Dios os bendiga a cada uno de vosotros, que la Virgen Bendita os dé a cada uno de vosotros, una bendición especial. Bendición que dure hoy, y bendición que dure siempre hasta el momento de vuestra muerte. Y que la mirada de esa Virgen Bendita os siga siempre a todas partes, ¿por qué? porque es una mirada de amor, porque es una mirada de ternura, porque es una mirada de protección, porque es una mirada que lo tiene todo y porque lo abarca todo. EL VERDADERO ALIMENTO ESPIRITUAL Todos los hombres son peregrinos a través del tiempo. Y así como el pueblo de Israel peregrinó por las tierras de Egipto hacia la tierra prometida, así toda la humanidad tiene que emprender: quiera o no, piense o no, este viaje de peregrinación a través del desierto de la vida. Y le falta naturalmente, porque esta vida del hombre sobre la Tierra -cuando se trata del verdadero alimento espiritual que necesita- es un desierto. Cuando atraviesa a través del desierto, necesita de un alimento confortante para sobrevivir y para llegar al término. Y este alimento confortante mis queridos estudiantes, nos da el mismo Señor en la Sagrada Eucaristía como Él prometió al pueblo judío. Y Él quiere ser el alimento de todo hombre que viene a este mundo, en la Sagrada Eucaristía. Por eso confortados con este alimento, sí podemos afrontar cualquier problema y cualquier dificultad de la vida, hasta llegar a la tierra en la cual ya no habrá más lágrimas, no habrá más sufrimientos, no habrá más dolores. Hasta ese -81-


momento tenemos mis queridos estudiantes, que soportar todas las incomodidades del camino. Pero esas incomodidades serán dulces incomodidades, serán llevaderas incomodidades, si sabemos constantemente tomar de este Pan que nos dará la fortaleza necesaria. Y así como los israelitas llegaron después de su peregrinaje por el desierto a la tierra de promisión, así también nosotros llegaremos seguros a esa tierra prometida. Ya veis mis queridos estudiantes, cualquiera de las palabras que pronunció el Señor nos sirven para cada momento. DÓNDE ESTÁ LA PAZ QUE BUSCAMOS Él, el Señor, mis queridos estudiantes, nos da el secreto para encontrar esa paz que anhelamos, esa felicidad que buscamos. ¡Esa paz y esa felicidad están en Dios! ¡Están en las manos de la Virgen Bendita, están en las manos de ese Espíritu tan evolucionado! Y está tan cerca de nosotros, y está en nosotros; y que por otra parte, tiene también todo el deseo, todo el anhelo de ayudarnos. Busquemos la paz, mis queridos estudiantes. Busquemos la paz, pero la paz que viene de Él: la paz verdadera, la paz que consiste en aquietar la mente, en aquietar la voluntad, en aquietar la conciencia para no tener deseos inútiles, deseos insatisfechos, deseos que nos producen esa frustración... Y a María, a la cual hemos dedicado nosotros esta semana, pidamos que Ella nos ayude a encontrar esa paz que -82-


buscamos y que procede de Dios. La Iglesia que siempre consideró a la Virgen María como la Estrella más resplandeciente de sus cielos, de su bienaventuranza; esa Iglesia en esas diversas metáforas que le aplica, le aplica ésta: la Reina de la Paz, ruega por nosotros. Ella es la Reina de la Paz, como Cristo es el Rey de la Paz -como le vieron los profetas-. Invoquemos en nuestras luchas, en nuestras dificultades, en nuestros problemas, para que Ella nos dé la paz que anhelamos. LA DIVINIDAD DE CRISTO Sabemos, que Cristo es una encarnación divina. Es un Dios verdadero, que se encarnó y habitó entre nosotros como dice San Juan: hemos visto Su gloria, gloria como del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad. Y toda la Teología de San Pablo se endereza a probar esa tesis de la divinidad de Cristo. Cristo no es un hombre, al igual que Zoroastro, el Buda, o cualquiera de los grandes maestros orientales que no traspasan el límite de hombres. ¡Él es el Hijo de Dios! Y el mismo Cristo dice: ésta es la vida eterna, que Te conozcan a Ti ¡oh Padre! y a Tu enviado Jesucristo. Es decir, la esencia de toda religión está en esto: de que se conozca al PADRE primero, y luego a Su enviado JESUCRISTO –a Su Hijo-, y por medio de Él al Padre. De tal manera que el bahaí, o el mahometano, o cualesquiera, tienen que reconocer a Cristo. Pero, y ellos también tienen que abrir su conciencia para aceptar a Cristo como un Dios, porque Él es así, es un Dios. Y este es el punto cardinal – -83-


digamos- de la enseñanza cristiana, del credo cristiano. Aquí está la diferencia de la enseñanza cristiana y la enseñanza del resto de todas las religiones y todas las filosofías. LA ORACIÓN VERDADERA La oración verdadera es la que penetra en lo íntimo de nuestro ser y la que produce esa comunión con Nuestro Bendito Dios: de espíritu a Espíritu, de conciencia a Conciencia, de ser a Ser, del finito al Infinito, de la nada al Todo. Esa oración que nos hace descubrir en las intimidades de nuestro ser, ¡ésa es la verdadera oración! Oración que llamamos contemplativa, meditación contemplativa. En la meditación contemplativa no hay razonamiento, en la meditación contemplativa no hay imaginaciones, no hay divagaciones, no hay nada de eso. Contemplar es abrir los ojos del espíritu y ver, y ver –diría- la cara de Dios. La oración contemplativa, es el encuentro del Padre con el Hijo, pero ese encuentro en el cual el Espíritu del Padre y el Espíritu del Hijo se funden: en el cual el Espíritu del Hijo se realiza en toda Su plenitud en la comunión del Espíritu del Padre. ¡Así la entendemos esta oración! Esta oración es la que nos lleva a la experiencia de Dios. Esta oración es la que nos introduce en el camino de la realización. Esta oración es la que nos abre esos horizontes inconmensurables del Infinito. -84-


TODOS PRESENTES EN LA MENTE DIVINA Así como estamos nosotros en nuestra insignificancia en la Mente Divina, Así están también todos los demás seres de la creación. Están en la Mente Divina todos. Y nosotros, de esa Mente Divina venimos a encarnar aquí en esta tierra, De ese eterno presente viajamos aquí a esta tierra para las experiencias que necesitamos realizar, y después de realizar esas experiencias tenemos que emprender el retorno a Dios que es nuestro principio y es nuestro fin. DIOS ESTÁ EN NOSOTROS A ese Bendito Dios, no se le encuentra afuera, a ese Bendito Dios no se llega a través de los sentidos del cuerpo, no se le conoce por medio de ellos; Su presencia es más íntima. Cuando callan las voces de afuera, a medida que nosotros vamos penetrando en el interior de nosotros mismos, ese Dios Bendito se nos comunica y nos habla, nos habla en un lenguaje que solamente nosotros, cada uno de nosotros entendemos. Ese lenguaje, nos vuelve, mis queridos estudiantes, siempre mejores. Ese lenguaje siempre nos purifica de tantas imperfecciones, de tantas cosas que en el andar del camino de la vida, se adhieren a las plantas de nuestros pies.

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TENER NUESTRO PROPIO SANTUARIO Todas las mañanas mis queridos estudiantes, vemos que el sol se levanta dominando las colinas y los picos de las montañas, cada mañana es distinta de otra. Si vosotros os tomarais la molestia de contemplar una salida de sol, constataríais que esto es así: las nubes de cada mañana se presentan con tonalidades y formas diversas, pero siempre de una hermosura incomparable, porque son pintadas con las manos del mejor de los pintores: Dios. Cada brochazo de Esa mano tiene el toque de eternidad, de belleza, de grandeza, de hermosura. Esto mismo mis queridos estudiantes, debiera ser para nosotros cuando nos reunimos para la meditación, o cuando en nuestras casas nos retiramos a ese lugarcito apartado en donde dialogamos con Dios. En el libro Las llaves de tu Reino, se recomienda una y otra vez insistentemente, el tener en la casa, sino un cuarto especial por lo menos un biombo que separe la sala de ese lugar de oración, o el dormitorio de ese lugar de la de oración. Desventuradamente las costumbres que se han introducido posteriormente, esas costumbres que nacen de ese hedonismo sin freno, caracterizado por lo que se llama avances de este siglo, eso ha hecho que olvidemos de las cosas de Dios y que nos preocupemos más bien de las cosas del orden meramente temporal. En nuestras casas, los arquitectos y los ingenieros quienes tienen siempre en miente el dotar a esa casa, desde el lugar en donde tiene que colocarse el sombrero o los sombreros, la ropa cuando uno va de visita, la sala de visita, el comedor, los dormitorios, la sala de estar, baños, etc.; pero no hay un lugar de la casa que diga en este lugar puedo encontrarme con Dios. -86-


Esto mis queridos estudiantes, tenemos nosotros que suplirlo. Antes que nada primero Él, ya que Él es el dueño de todo, absolutamente de todo. Para que nosotros podamos pedir que Él bendiga nuestra habitación, para que Él bendiga nuestros trabajos, nuestras inquietudes, nuestros problemas; y para tener la seguridad de que esto es así, también hagamos el pequeño esfuerzo de tener en nuestra casa ese pequeño lugarcito en donde encontrarnos diariamente con Dios. LA PATERNIDAD ESPIRITUAL El Padre que tenía muchos hijos y que podía ya anciano contar a sus hijos, en esas generaciones de los hijos de sus hijos, era considerado el más feliz. Y una de las bendiciones con las cuales los ancianos patriarcas bendecían a sus hijos era esta: “Y que tu generación sea muy numerosa y que veas a los hijos de tus hijos hasta la tercera, cuarta y quinta generación”. Para mí esto mis queridos estudiantes es solamente un símbolo, pero un símbolo muy lejano, de lo que acontece con ésta generación de los verdaderos hijos de Dios, no nacidos de la sangre o de la carne, sino nacidos del Espíritu. Y en este día se me ha venido a mí, mis queridos estudiantes, al verme rodeado -87-


de vosotros. Y en vuestra presencia, también sentir la presencia de todos vuestros hermanos ausentes, de los que pertenecen a Autorrealización, sentir lo que significa esa paternidad espiritual, sentir lo que vosotros sois para mí, lo que cada uno de vosotros representáis para mí. Si los patriarcas podían bendecir a Dios. También en este día, para mí la mayor bendición y el premio que inmerecidamente Él me ha dado, sois vosotros. Ese es el premio, ese es el regalo mayor, que Dios me ha dado a mí aunque indigno de recibir esta recompensa. Recompensa a lo que yo tenía que hacer, a lo que yo sentía el deber y siento el deber de hacer por cada uno de vosotros. Yo me siento feliz realmente, al pensar que el Señor me ha dado esta recompensa de teneros a cada uno de vosotros. No muy cerca -eso lo he dicho en otras ocasiones- no muy cerca de mí, sino en mí mismo. Es distinto un objeto que está cerca y objeto de está en, dentro, como cuando sumergiéramos un recipiente en el mar y allí está el agua de ese mar en ese recipiente; así puedo decir que sois vosotros. Yo siento, os siento a cada uno de vosotros. Y por eso, para mí este día, que reflexionen esto, es un día de inmensa bendición. Espero firmemente, que la obra de Autorrealización ha de perpetuarse a través de vosotros. Hay un principio filosófico que dice: “bonun et so difusivu” el bien dice- tiende por naturaleza a expandirse. Se expande sí. Y eso espero de cada uno de vosotros, que cada uno de vosotros seáis apóstoles de la mística de Autorrealización. Mientras haya un sólo estudiante verdadero de Autorrealización, Autorrealización no desaparecerá. De manera que esa es nuestra -88-


responsabilidad. Estamos ante una obra que tiene que durar y tiene que durar siempre, porque no es una obra nuestra “es una obra a favor de nuestros hermanos para Dios” . Nosotros no hacemos sino esto: cultivar las flores de un bello jardín y en un momento dado arrancarlas y ponerlas a los pies de la Madre Divina. Yo puedo decir en este día, que también tomo esas flores de ese jardín de aquí, de Guayaquil, de Cuenca, de Quito. Tomo esas flores y las pongo a los pies de la Madre Divina para que la Madre Divina las bendiga. Para quela Madre Divina se deleite con su perfume. Para que la Madre Divina goce, si, goce con esos colores tan finos que esa misma Madre Divina colocó con todo cuidado en cada uno de vosotros. Yo hago esto -pues- ofreceros a todos vosotros a esa Madre Divina. Y decir nuevamente: aquí estoy, aquí estoy todavía, para trabajar con vosotros, junto a vosotros y en cada uno de vosotros. Para continuar ésta obra, ésta obra que NO ES NUESTRA: es obra que la realizamos a favor de nuestros hermanos para Dios para ese Cristo Bendito. Para que Él vea también, que Su sangre Divina no fue estéril en este rinconcito del mundo, que fue fecunda y que esa fecundidad creó verdaderos hijos de Dios nacidos del Espíritu. EL MISTERIO DE UN DIOS TRINO ¿Qué es el mundo? El mundo es una harpa armoniosa en la que flotan inspiradas y sublimes notas y cada nota es un misterio. ¿Qué son esa multitud de astros que habitan en las inmensidades del Espacio? ¿Conocemos su naturaleza su constitución íntima su origen s u número? Todavía es un misterio. -89-


¿Qué es el hombre? Es un ser rodeado de misterios y misterioso en sí mismo. ¿Qué es la vida humana? ¿Qué sabemos de las leyes de la mecánica física química biología? Muy poco casi nada. La naturaleza visible está llena de misterios. Así como hay misterios es decir cosas ocultas cuya existencia conocemos pero que no podemos explicar: Así en Dios el Ser por esencia hay misterios impenetrables: Dios es semejante a esta Naturaleza que nos rodea. En la naturaleza hay innumerables astros que habitan la inmensidad; en Dios innumerables atributos y perfecciones. En la naturaleza hay ríos mares montañas hermosos paisajes que deleitan la vista y arrebatan el espíritu; en Dios todas estas bellezas creadas existen en grado eminente. En la naturaleza hay misterios en Dios los hay infinitésimamente superiores. Uno de los más sublimes misterios que existen en Dios es el misterio de la Santísima Trinidad. Este misterio consiste en la existencia de un Dios en tres personas: Las tres personas tienen la misma esencia pero se diferencian realmente entre sí: El Padre es distinto del Hijo el Hijo es distinto del Espíritu Santo sin embargo no son tres dioses aún cuando tengan los mismos atributos: El Padre es Omnipotente el Hijo es Omnipotente el Espíritu Santo es Omnipotente sin embargo no son tres omnipotentes. -90-


Eterno es el Padre eterno es el Hijo eterno es el Espíritu Santo sin embargo no son tres eternos sino uno solo. Increado es el Padre increado el Hijo increado el Espíritu Santo sin embargo no son tres increados sino un solo increado… EL DOLOR HUMANO Si vamos examinando personalmente nuestra vida, no importa que esa vida mis queridos estudiantes, sea corta o sea larga, tenga pocos años o tenga muchos años, pero en la vida, la vida del hombre tiene ese signo del sufrimiento. Éste signo del dolor. Es una cosa – digamoscongénita de la naturaleza humana. Y por eso mis queridos estudiantes, tenemos nosotros los seres racionales de este plano, tenemos el gran recurso de las lágrimas, lo que no tienen otros seres. Si, tienen otros seres como los perritos, como las aves ciertas aves- tienen también sus expresiones de dolor, pero no tienen como el hombre la expresión más sublime digámoslo así- del dolor como son las lágrimas. Entonces, si nosotros estamos colocados frente a frente de estos hechos, debemos preguntarnos y hacer una evaluación, y decirnos: Bueno, ¿por qué es esto? ¿qué significa esto que Pablo, que Francisco, que los primeros mártires, que Los santos, que nosotros; que el mismo Cristo, el mismo Cristo, el Hijo de Dios -91-


se haya familiarizado con el dolor; y ese mismo Cristo, haya unas tantas veces llorado? No lo dice el Evangelio, pero cuando iba la viuda del hijo de Naím, a sepultar a su hijo, Él seguramente lloró con esa mujer. Pero, nos dice el Evangelio que El lloró cuando Marta y María lloraban la muerte de Lázaro. Y que lloró cuando contempló desde el Monte de los Olivos, la ciudad en la cual iba Él a sufrir la muerte. Pero mis queridos estudiantes, entonces debemos encontrar una explicación a esto: ¿ Y por qué, por qué es esto? ¿No somos hijos de Dios, pero hijos en el verdadero sentido de la palabra? ¿No nos enseñó el Señor a decir al Padre, y a llamar al Padre: Padre Nuestro? ¿Y si somos sus hijos, entonces por qué por qué es esto? ¡Sencillamente porque es NECESARIO el DOLOR! ¡Es necesario el dolor! Porque nosotros tenemos mis queridos estudiantes, que experimentarlo amargo para saber lo que es lo dulce. Tenemos que experimentar lo que es lo oscuro, para saber lo que es lo claro. Tenemos que experimentar lo que es el dolor, para saber lo que es el gozo. Quien nunca ha experimentado lo amargo, no puede decir lo que es lo dulce. Y así, quien no ha experimentado alguna vez el dolor, no podrá experimentar también lo que significa el gozo, la dicha, la paz, la bien aventuranza. Y si nosotros mis queridos estudiantes, aquí en este plano estamos sujetos al dolor, es porque tenemos que realizar nuestras experiencias en este plano signado por el dolor, para que podamos también un día experimentar lo que significa aquello de: Enjugar toda lágrima, como dice el apóstol San Juan en el Apocalipsis capítulo 22. Dice: “ -92-


Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva en donde ya no habrá más llanto, no habrá lágrimas, no habrá dolor, porque el mundo, ese mundo pasajero pasó ya. Y luego, la nueva Jerusalén, la Jerusalén celestial comienza para los elegidos”. Es que mis queridos estudiantes, si el Señor nos pone una prueba, y esa prueba que para nosotros significa dolor, quiere también experimentar, cómo soportamos esa prueba para Él darnos también lo que merecemos como premio de haber llevado esa prueba. ¿Y si no, qué mérito habría en que el Padre, el Padre nos dé una recompensa, el Padre nos dé un premio? ¿El Padre se dé a Si mismo, pero sin trabajo, sin esfuerzo? Sin haber experimentado la oscuridad de la noche. Sin haber experimentado el fragor de la tempestad. Sin haber experimentado el dolor de la ausencia. Sin haber experimentado el aguijón de la culpa. Sin haber experimentado el bofetón de la injuria, el bofetón de la calumnia, el bofetón de la maledicencia, el bofetón de la negatividad. El bofetón de ese espíritu del mal, que pulula aquí en este plano. Todo esto que os acabo de mencionar, esto nos causa a nosotros dolor: Cuando alguien habla de nosotros, cuando alguien nos insulta, sentimos una rebelión interna, todo nuestro ser protesta; ese dolor que sufrimos cuando somos inocentes y cuando nos insultan, cuando nos calumnian, ese dolor es mucho más grande que cualquier dolor físico. Pero esa prueba es mis queridos estudiantes, para que nosotros purificados con ese fuego de la contradicción , nos hagamos DIGNOS de recibir a ese DIOS en el seno del cual ya no habrá ni lágrimas, ni dolor, ni sufrimiento. -93-


Pensemos en esto, reflexionemos profundamente, meditemos en esto. Y cuando el dolor nos visite recordemos: repasemos la vida del Señor, la vida de los santos, la vida de los maestros, la vida de los grandes hombres iniciados. ¡Recordemos! Y yo -a lo menos- no puedo asegurar que haya habido una excepción en la vida de un solo hombre sobre la tierra, de una sola criatura sobre el universo criatura racional- que haya sido eximida de esta prueba que se llama: dolor, no conozco. La criatura más grande, que ha salido de la manos de Dios mis queridos estudiantes: la Virgen María, pues ¿no sufrió?¡Sí! De eso se ha escrito mucho y se ha dicho mucho y se hablado mucho; aunque no se ha profundizado en la razón intrínseca de lo que es el dolor … LA PALABRA DE DIOS ES VIDA Y ESPÍRITU La Palabra de Dios es vida y espíritu. Esta palabra producirá En ti una renovación, una transformación, un cambio total. Esta palabra hay que entenderla y hay que gustarla espiritualmente. Esta palabra es el hilo oculto que te une íntimamente, irresistiblemente con Dios. Por ella, tú serás partícipe de la gloria, de la paz, de la felicidad, de la sabiduría, de la bienaventuranza que hay en Dios. Cuando cae el velo exterior que cubre la Palabra de Dios, comienza a actuar el Espíritu de Dios, en tu propio espíritu que es una centella del Espíritu Divino. Sigue por este camino, continúa adelante. Ya has encontrado el Reino de Dios que, según la expresión de Cristo, está dentro de cada uno de nosotros.

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LE CRUCIFICARON

La Cruz era un suplicio humillante. Los reos, los que habían cometido crímenes horrendos debían pagar en este suplicio el precio de su culpa. No lo conocían los judíos. La Palestina estaba bajo la dominación romana cuando el Señor fue crucificado. Los romanos habían reservado este suplicio a los criminales extranjeros. Un ciudadano romano estaba exento de este suplicio y era condenado a la espada del verdugo. El día de hoy, el peregrino puede detenerse sobre aquel mismo lugar en el cual Jesús fue levantado en alto. El misterio de la Cruz consumado en la pequeña colina del Calvario, se hace vivo, real, patente, como hace dos mil años, cuando se abren los ojos de la fe, allí en aquel sitios aturado por la presencia de Cristo crucificado (Mt. 27,35) y muerto en la cruz. Cuando Caín descargó el garrote en la cabeza de su hermano Abel, recordó el Señor al fratricida: -95-


“La voz de la sangre de tu hermano, está clamando a Mí desde la tierra” (Gen. 4,9). La voz de este nuevo Abel, de Cristo inocente, siempre está clamando desde la tierra. Pero este clamor no es de odio, de venganza, de menosprecio, de retaliación, de castigo. Es el clamor del Hijo al Padre por sus hermanos. Es la voz que clama por el perdón de la raza pecadora. Le crucificó su propio pueblo. Vino a los suyos y ellos no le comprendieron. Brilló la luz en la lóbrega noche del pecado y las tinieblas se volvieron más densas. Allí le crucifiqué yo, le crucificaste tú, le crucificaron todos los hombres. Porque todos pecamos. Nuestro pecado es el autor de esta crucifixión. Él no pecó, pecamos nosotros. Él no delinquió, delinquimos nosotros. Él no fue culpable, lo somos nosotros. Él se hizo víctima. Él cargó con el peso de los pecados de todos los mortales. Se hizo pecador en cada pecador. Su muerte fue un hecho público. Presenció la ciudad de Jerusalén. Presenció todo el pueblo judío congregado en Jerusalén con motivo del día de la Pascua. Presenció la humanidad toda en esos testigos, jueces y culpables. Por otra parte, Su muerte fue voluntaria. Murió porque quiso morir. Murió para dar cumplimiento al divino decreto que pedía la expiación del pecado. Murió para obedecer la voluntad del Padre. Murió para restaurar no sólo la naturaleza humana, sino toda la naturaleza visible e invisible. Murió para lavar todos los pecados del mundo. Murió para que nosotros viviéramos. Murió para hacernos herederos de la gloria inmortal. Murió en la Cruz con los brazos abiertos para invitarnos al abrazo de la reconciliación. ¡Qué gran don, qué responsabilidad de parte nuestra! ÉL, IMÁN DE TODA LA HUMANIDAD El domingo de Ramos cuando entró Jesús al Templo dijo: -96-


“En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo cae en la tierra y no muere, quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto” (Jn 12,24). Cuando se cubren de esmeralda los campos, cuando se mecen las espigas doradas al soplo del viento de verano, cuando el labrador recoge esas espigas y guarda en los graneros dice: Estos campos se cubrieron de esmeralda y más tarde de dorado trigo, porque antes murieron muchos granos en el campo y de su cuerpo menudo brotaron los renuevos. Para que viva la planta ha de morir la semilla. La muerte de la una es la vida de la otra. Jesús era la semilla que sembró el labrador, el Padre Celestial. Esta semilla fue echada en un pueblecito muy pequeño de la antigua Palestina, hoy Israel. Esta semilla germina por treinta años, muere en el Calvario y de ella nace un árbol que cubre la redondez del planeta: La Iglesia. Al anunciar su próxima muerte dijo también: “ Y Yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré todo hacia Mí” (Jn 12,32). San Juan explica esta frase y dice: Esto lo decía indicando de qué muerte había de morir. Esas palabras eran una profecía: Cristo iba a convertirse en el imán poderoso que atraería las miradas de todos los mortales. Así como los polos magnéticos de la tierra por ley atraen: Así la Cruz, sería el imán de toda la humanidad. Todos miran a esa Cruz. Los malos para insultarla, los blasfemos para maldecirla, los indiferentes miran ese signo con una sonrisa de despecho. Los buenos son traídos también por ese signo y desde esta tierra comienzan a saborear los frutos de bienaventuranza que da ese Árbol. -97-


El Divino Crucificado no prometió un reino ilusorio, un reino vano y efímero como los reinos de la tierra: Prometió un reino verdadero y real que no tiene fin. No prometió este reino para un futuro incierto sino para el momento presente. Este reino está dentro de cada uno de nosotros: Es el Reino de Dios y Él enseñó a descubrirlo. Con Su muerte atrajo a todos los hombres. Atrajo igualmente a los demás seres de la creación. El Bautismo de Su sangre purificó todas las cosas. CRISTO APARECE COMO UN HOMBRE ENTRE LOS HOMBRES Decía pues, que hay una cosa singular en nuestros maestros, cosa que nosotros debemos tenerla siempre en cuenta: de que estos maestros son como cualquiera de nosotros; y voy a explicaros en qué forma y en qué medida. Cristo,

cuya enseñanza seguimos; y después de Él, el apóstol Pablo; y después de él, Pedro y los demás apóstoles; y después quienes le sucedieron. Cristo que es el Hijo de Dios, como lo confesó solemnemente Pedro cuando al requerimiento de Jesús, ante la pregunta de Él le dice: ¿Quién dice que soy, quien dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Pedro en nombre de esos apóstoles dice: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. ¡Él -98-


es el Hijo de Dios! Y ese Cristo mis queridos hermanos, se presenta a los hombres y vive entre los hombres como un hombre, quería que permaneciera siempre en la mente de quienes le escuchaban, de quienes estaban con Él. Y cuando realizaba un milagro, es decir, cuando Él se veía obligado, obligado por Su conciencia de Dios Misericordioso, compasivo, amoroso, hacer un milagro, Él no quería bajo ninguna forma que se divulgue ese milagro; y quería el silencio sobre Su vida. Y Él se ocultaba, ocultaba Su divinidad siempre, y quería aparecer hombre entre los hombres. Cuando momentos, días antes de Su muerte, lleva a Sus discípulos al Tabor: a transfigurarse Su figura delante de Pedro, Santiago y Juan, y aparece con Él, Moisés y Elías, y dicen los evangelistas que Su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras eran blancas como la nieve, cuando aparecía en toda Su Gloria. Y cuando conversa con los representantes más grandes del pueblo de Israel: Moisés que representaba la ley y Elías el más grande de todos los profetas. Luego, que se desvanece esa teofanía, esa manifestación de la Gloria Suya, les advierte a los testigos: No diréis nada, os impongo silencio sobre lo que habéis visto, hasta que Yo haya resucitado de entre los muertos. Él procura ocultar su persona y procura Él, no desdibujar su aspecto humano entre los hombres. LA DIVINIDAD DE CRISTO

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Sabemos, que Cristo es una encarnación divina. Es un Dios verdadero, que se encarnó y habitó entre nosotros como dice San Juan: hemos visto Su gloria, gloria como del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad. Y toda la Teología de San Pablo se endereza a probar esa tesis de la divinidad de Cristo. Cristo no es un hombre, al igual que Zoroastro, el Buda, o cualquiera de los grandes maestros orientales que no traspasan el límite de hombres. ¡Él es el Hijo de Dios! Y el mismo Cristo dice: ésta es la vida eterna, que Te conozcan a Ti ¡oh Padre! y a Tu enviado Jesucristo. Es decir, la esencia de toda religión está en esto: de que se conozca al PADRE primero, y luego a Su enviado JESUCRISTO –a Su Hijo-, y por medio de Él al Padre. De tal manera que el bahaí, o el mahometano, o cualesquiera, tienen que reconocer a Cristo. Pero, y ellos también tienen que abrir su conciencia para aceptar a Cristo como un Dios, porque Él es así, es un Dios. Y este es el punto cardinal – digamos- de la enseñanza cristiana, del credo cristiano. Aquí está la diferencia de la enseñanza cristiana y la enseñanza del resto de todas las religiones y todas las filosofías. -100-


ÉL SE MANIFIESTA A LOS SENCILLOS Tenemos también algo que debemos recoger siempre como enseñanza, ya que Él vino a enseñarnos. Bueno. Él se recoge para nacer en una pequeña cueva, porque en realidad la que hemos visto y aquel lugar en que Él nace, es una pequeña cueva no es un palacio, no es nada de eso, es una pequeña cueva. Y allí es visitado por gente humilde, por gente piadosa. Pero, entendamos bien que quienes le comprenden a Él, no son aquellos que visten –digamos- como reyes, o aquellos con cierta apariencia de grandeza humana. Él pues no se da a quienes aparentan ser lo que no son, es decir, a quienes llevan una vida realmente materialista, sino a quienes llevan una vida de sencillez, una vida –digamos- espiritual, se manifiesta a ellos. Y se manifiesta a los sencillos, como se manifestó a los pastores. Y Él en toda Su vida, lo hace así mismo, manifestarse siempre a los humildes. Por eso Él, gusta estar con los niños y dice pues: que de ellos es el Reino de los cielos y que sus ángeles ven la Faz de Su Padre Celestial. Y recomienda también volverse niño, dice: “si no volvéis como niños, no entrareis en el Reino de los Cielos”. De manera que Él busca siempre a quienes le comprenden, a quienes le siguen. Pero a quienes le comprenden y le siguen -101-


en espíritu y en verdad, porque el Padre y Él quiere adeptos y quiere hijos en Espíritu y en verdad. Y cuando no encuentra esa generosidad de espíritu y esa generosidad de la verdad, entonces sencillamente esos -al que le buscan- no son dignos de Él. Tengamos muy en cuenta para nuestra vida. DIÁLOGANDO CON JESÚS PADRE DÁVILA- Este diálogo que voy a entablar yo con Él, lo hace por vosotros y por mí. PADRE DÁVILA - ¿Quién Eres? ¿Quién Eres? CRISTO - “Mira, ya lo sabes. Tú no tienes ninguna duda de esto, pero sin embargo, no por ti sino por tus hermanos que pueden tener alguna duda, te contesto y te digo: que Yo soy aquello que me confesó mi apóstol Pedro “Soy el Cristo, el Hijo de Dios”. Y si quieres todavía un concepto más profundo, te digo, te respondo lo que Juan dice en su Prólogo del Evangelio: “En el principio era el Verbo”. Ese Verbo del cual habla mi discípulo Juan, ese Verbo Soy Yo. Él dice: por el Verbo fueron hechas todas las cosas y nada de cuanto se hizo por el Verbo, nada de cuanto se hizo dejó de ser hecho por el Verbo. Pues bien, todas las cosas proceden de Mí ¡Soy el Verbo! Pudiera ir declarando más y más lo que Soy, pero con esto no acabaríamos nunca. Me basta recordarte esto. -102-


PADRE DÁVILA - Si Señor, le digo. Eso yo lo creo, yo lo sé. Ahora te hago otra pregunta, que aclare más mi relación contigo. Bueno, y esta pregunta la hago y la formulo, así a quemarropa: ¿Y qué es para Ti la tierra? ¿Y qué es para Ti el hombre? CRISTO - La tierra, este minúsculo planeta, esta arena en la inmensidad del Cosmos, es una obra Mía, hecha por Mí. Y el hombre y la humanidad también son obras Mías, hechas por Mí, como tú lo sabes. Esta tierra y el hombre y la humanidad, me pertenecen. PADRE DÁVILA - Ya lo sé Señor, de esto estoy también convencido… Le hago otra pregunta y le digo: Bueno, y no puedo realmente preguntarte si amáis a ese hombre, porque me repugna preguntar eso porque yo sé que amáis, y le amáis mucho. CRISTO - Si. Pero tú no puedes comprender cuánto amo esta tierra, y cuánto le amo a esta humanidad. Que cuánto te amo a ti personalmente, y cuánto amo a todos y cada uno de estos que se llaman hombres, de estos que se llaman mujeres. El sexo es una cosa total, absolutamente secundaria para Mí. Sabes hijo mío, sabes que el espíritu no tiene sexo; el espíritu es espíritu y nada más. Y Yo les amo. Y les amo con un AMOR que tú no puedes comprender porque eres finito. Tú no sabes lo que es amar con un amor infinito a lo finito; con un amor grande a lo infinitamente pequeño; con un amor inmenso a aquello que parece la nada insignificante. PADRE DÁVILA - Y luego le hago la otra pregunta, que me va a dar una comprensión todavía más clara de Su relación conmigo. Le digo: Bien, viniste acá a la tierra...Y en este momento, yo mentalizo el lugar donde viniste. En mi mente está grabada la figura, la imagen de una cueva a la cual bajé -103-


un día, y vi en esa cueva una inscripción: “Hic gnatus est Jesus” “Aquí nació Jesús” y sentí el impacto, la impresión que quedaron eternamente grabados en esos lugares y en esa Gruta en que naciste un día. Pero gruta-cueva oscura, cueva que servía de albergue a animales. Yo recuerdo -y está en mi mente- clara, absolutamente clara esa cueva. Pero veo también llenarse de Luz esa cueva, y esa Luz encarnarse, condensarse en un Niño… Allí, esa cueva brilla con un resplandor especial. Yo Te pregunto: bueno, ¿y qué haces? ¿ y por qué estás ahí? Él me invita a reflexionar. Yo no dudo naturalmente, no lo dudo porque yo sé. Pero me invita a reflexionar y me dice: CRISTO - Tú mismo tienes que dar una respuesta. Tú lo sabes. PADRE DÁVILA - Si. Voy a dar la respuesta, Señor. Voy a dar la respuesta del por qué estás allí. Y para mí la respuesta es esta palabra, esta palabra que la encuentro grabada en Ti: amor, amor, amor. Pero, en verdad ¿yo merezco tal cosa? Mis hermanos, todos mis hermanos, todos los hombres ¿merecen tal cosa? ¿Que Tú nos ames hasta esta humillación, hasta esta pequeñez?... ¿el hombre merece esto? CRISTO -Si lo merece, porque el hombre, tú y cada uno de mis hermanos son otro Yo. Así como el Padre y Yo somos uno, así también Yo y mis hermanos somos uno PADRE DÁVILA - Si, yo lo comprendo. Y esto creo que me inhibe de hacerte las demás preguntas. De preguntarte por qué vas después de Tu niñez a un lugar que los Evangelios ignoran. -104-


¿Por qué ese vacío de los 12 a los 30 años? ¿En dónde estás? ¿Qué haces? ¿Te ocupaste, como dicen algunos, en el oficio de José el carpintero? Yo no lo creo, nunca lo he creído así. CRISTO - Estás en la verdad. Porque no vine Yo para ser un carpintero. O si quieres, sí puedes tenerme por un carpintero, pero por un carpintero que vino pero a tallar las almas, a tallar los espíritus. A tallarlos y a formar la Imagen de Dios, la Imagen del Padre en cada uno de mis hermanos. Así sí debes entender: como el carpintero de las almas. Aquel que vino a tallar la imagen de una mujer, que después de ser pecadora fue una luz encerrada en un humilde vaso de arcilla, pero ya una luz purificadora. Vine a tallar como un carpintero, aquello que estaba desfigurado. Aquello que era a la manera de un tronco que viene recién del bosque para ser tallado por el artista. Y vine a tallar las almas, a tallar los espíritus. Si quieres, puedes decirme carpintero. Y puedes llamarme carpintero, porque vine para esto. PADRE DÁVILA - Señor, lo comprendo. Pero hay mucho más en todo eso. Tú eres el Maestro. CRISTO - Si. Pero Maestro, Maestro de alumnos, no de bancas. Maestro de estudiantes, pero no de seres sin espíritu. Maestro de almas. Sí, ¡eso sí lo Soy! Y por eso es este mi afán, de que Mi mensaje se extienda a todos, absolutamente a todos... Y he hablado tanto, de distintas maneras. Hubiera podido decir una sola palabra a los hombres. Y hablar una sola palabra y decir aquello que tú estás diciendo, aquello que tú estás comentando: esa palabra amor. Hubiera podido decir hermano mío, solamente al hombre que “yo le amo”. Pero el -105-


hombre no estaría en condiciones de entender esa palabra, no está en condiciones. Quizá sí algunos, y de hecho, algunos comprendieron esa palabra en su totalidad sin esperar otra cosa. Pero no solamente dije esa palabra, sino demostré con hechos que “yo te amaba a ti y amaba a todos y cada uno de mis hermanos”. Mira, Yo dije esto: El que da la vida por sus ovejas es el verdadero pastor. Que la gran prueba de que uno ama a otros es dar su vida por aquel que ama. ¡Yo lo hice! Te di esa prueba del amor más grande: el ofrecer Mi vida. Pero no creas que he ofrecido una sola vida. Tú estás completamente equivocado si crees en eso. PADRE DÁVILA - No Señor. Yo creo eso, que Tú no solamente has dado una sola vida. CRISTO - Sí, ya estás comprendiendo y estás en la verdad hijo mío. Sabes, Yo he dado no una vida sino mil vidas; he dado millones de millones de vidas. He dado tantas vidas Mías cuantos hermanos menores tengo –fíjate bien-. Y repito, he dado tantas vidas cuantos hermanos Míos pequeños tengo. Y por cada uno he dado Mi vida en su totalidad. Y por cada uno he sufrido una cruz en su totalidad. PADRE DÁVILA - Pero, ¿cómo puede eso ser? Permite, una explicación mejor de esto: ¿Tú tienes tantas vidas cuantos hermanos somos? CRISTO - Sí. Te dije al principio que así como el Padre y Yo somos uno, así Yo y mis hermanos somos uno. Entonces ya puedes comprender por eso, hermano querido, que estando Yo en todos mis hermanos, he sufrido en ellos y estoy crucificado y muero en ellos. Y a su vez, sin que sepan: todos -106-


están muriendo en Mí, han muerto en Mí y también resucitarán en Mí. ¿Ya entiendes? PADRE DÁVILA - Ahora sí entiendo. Y puedo meditar en esto. CRISTO - Puedes ir examinando cuántos hechos he realizado, cuántas cosas que he hecho y cuántas cosas que sigo haciendo para que te pruebe esto, lo que te dije al principio: que si vine aquí a esta tierra es por AMOR a mis hermanos. PADRE DÁVILA - Señor, lo comprendo…. CRISTO - Pero quiero hijo mío, manifestarte una prueba más de mi amor, y es esta: Yo me he quedado para siempre aquí. ¡No! También, eso de haberme quedado estás mal interpretado, porque no es exacto, ¡yo estoy! Porque cuando tú dices que alguien se ha quedado es porque un día no estuvo, por eso se quedó. Pero yo he estado, estoy y estaré siempre en este minúsculo planeta, en el hombre y en todos los seres de todos los planos. Estaré siempre, eternamente. Estoy presente. Mi omnipresencia lo llena, lo invade todo. Estoy presente siempre. Yo tengo poder mi querido hermano, Yo tengo poder para hacer lo que Yo quiero… para estar o manifestarme de una o de otra manera… Y he querido estar de una manera distinta a Mi omnipresencia universal, cósmica. He querido que Mi conciencia cósmica, que Mi mente cósmica, que Mi voluntad, que todo Mi ser se condense en ALGO, que tú lo sabes ya. PADRE DÁVILA -Sí Señor, yo sé. Tú quieres referirte a lo que instituiste Tú mismo en Tu Última Cena, cuando tomaste el pan y tomaste el vino y pronunciaste las palabras sagradas, esas palabras que tienen poder para todo. Esas palabras que -107-


hicieron también la Creación cuando dijiste: ¡Hágase la luz! Esas mismas palabras nuevamente realizaron el poder de condensar Tu omnipresencia, el poder de condensar Tu conciencia cósmica en un signo muy pequeño; en el signo del pan y del vino. CRISTO - Y ese poder de condensar Mi omnipresencia te lo he concedido a ti. Y este mismo poder iniciático, que está sobre todos los poderes, se lo he concedido también al sacerdote. Y se los he concedido a Pedro, y él -a su vez- los ha transmitido a todos: ese poder de condensar mi omnipresencia en un poco de pan. Y quien me recibe condensado así, me recibe a Mí: Yo estoy en él y él está en Mí. Y recuerda, tú puedes verlo y ellos también pueden sentirlo cuando hayas pronunciado esas palabras sagradas, esa fórmula iniciática de la Consagración, ¡eso que ves allí se ha transformado! de pan. Y quien me recibe condensado así, me recibe a Mí: Yo estoy en él y él está en Mí. Y si tú tienes bien despierta tu vista astral, verías perfectamente -y puedes hacer esa experiencia cuando se adora la Sagrada Eucaristía en un Templo- en esa hostia consagrada un resplandor especial, una luz especial que puedes verle aún físicamente. ¡Podrías ver esa transformación de la materia que significa la condensación de mi presencia! Podríais verme, eso sí, si quieres. Y el que ha comulgado, recibe una luz. Y esa luz es visible a una persona que tiene los ojos despiertos. Y quien me recibió condensado en esa presencia Mía en la Eucaristía se transforma también en una luz. En una luz indefinible, en una luz envidiable, en una luz que adoran las jerarquías -108-


celestiales, porque Me ven a Mí en ese hermano mío transformado. Yo le veo a ese hermano y siento lo que dije un día y lo que mi discípulo Juan dice en su Evangelio: “Que quien come Mi carne y bebe Mi sangre, está en Mí y Yo en él”. Y a ese hermano mío le envío mis bendiciones, para que continúe y persevere en su lucha diaria. DIALOGANDO CON LAS PIEDRAS Había al pie de mi casa, de mi habitación, un montón de piedras, me quedé mirándoles, pero mirándolas fijamente sin tensión desde luego, sin esfuerzo de mi parte, sin tratar de hacer que mi mente indujera en esas piedras algún pensamiento o alguna idea. Si, las piedras me hablaron entonces, y me contestaron. Y siempre que quiero preguntarles, me contestan. Pero si sé que las piedras hablan en el idioma del silencio, aquel Silencio de Dios. “Nosotros estuvimos en una cantera virgen, allí donde no entró el taladro, ni la dinamita, ni el martillo, ni el cincel del picapedrero. Cuando nos golpeó el picapedrero, sentimos como sienten todas las cosas, la mano extraña que nos acaricia, que nos ama o no nos quiere. El picapedrero nos arrancó de los brazos de nuestra madre roca, y nos puso al pie de tu ventana. Y aquí estamos mirándote siempre, cuando entras y cuando sales de tu casa.

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Jamás dejamos de ver y lo vemos todo. Vemos la salida del sol y las tardes crepusculares. Cuando hace frío sentimos frío, tócanos y verás que no mentimos. Cuando hace calor, el sol de la canícula nos penetra con sus rayos de luz y de calor, nuestro cuerpo brilla y siente calor. No creas que entre nosotros no hay castas, ni razas, ni diferencias, ni categorías, ni variedad de formas ni de belleza. No creas que sólo nosotras al pie de tu ventana estamos esperando nos coloques donde tú quieras, si, donde tú quieras porque somos obedientes. No creas que sólo nosotras somos piedras. Piedras más puras que nosotras, más lindas y brillantes y multicolores son también: la esmeralda, el rubí, el topacio, el diamante, el cobre, el estaño, también la plata, el oro, porque son piedras. Son todas ellas piedras finas, si, más nobles, si, más ambicionadas, si, pero al fin, son piedras y nada más que piedras. Solo que los hombres nos han bautizado con distintos nombres y nos han colocado en distintos lugares, pero seguimos siendo piedras en los capiteles de la Acrópolis de Atenas, o en las coronas de los reyes, en las Catedrales milenarias de Toledo, de Sevilla, de Barcelona, de Colonia, de San Pedro, de la Virgen de Guadalupe, etc. O en las humildes chozas de los indios, cuando ellos nos colocan junto al fuego, para servir de soporte a las ollas de barro en que cuecen sus alimentos. ¡Nosotras lo damos todo sin esperar nada! -110-


Cuando nos pulverizan para convertirnos en cemento, o cuando nos labran para convertirnos en un Moisés, o una Piedad de Miguel Ángel, ¡somos las mismas! nunca protestamos. Nosotras también vivimos nuestro mundo. Es nuestro mundo, que sólo El que nos hizo, sabe bien y conoce. Pero a nuestro mundo no llegan los profanos, ellos solamente nos usan y abusan de nosotras. Ellos solamente nos piden todo y nada nos dan. Tú preguntarás ¿y qué pueden darnos a cambio del uso que nos dan a nosotras? Sabes, pueden darnos amor, si, amor, porque también nosotras podemos sentir el calor de un beso de amor. También nosotras podemos sentir las caricias de unas manos delicadas. Si, puedes darnos amor, mucho amor, si formas con nosotras un coro, si te unes a nosotras en el canto del silencio que también nosotras como todas las cosas, le cantan a ÉL. Si, tú lo sabes, ¿a quién me refiero cuando decimos a Él? con mayúscula. Queremos confiarte un secreto, uno de tantos que guardamos escondido dentro de nuestro corazón de piedras. ¿Sabes cuál? Estamos resentidas ¿sabes con quien? ¿sabes por qué? Estamos resentidas con el jovencito Daniel y con sus compañeros Sidrac, Misáj y Abed-Nego.¿Sabes por qué? Porque nos olvidaron en su canto de Acción de Gracias a ÉL, cuando caminaban en medio del fuego sin quemarse.

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Ellos nos ignoraron a nosotros, mientras llamaban a los ángeles del Señor para bendecir al Señor, mientras les invitaban a las aguas, al sol y a la luna, a la lluvia y al rocío, al fuego y al calor, a los rocíos y nevados, a las escarchas y nieves, a la luz y tinieblas, a los cetáceos y peces, a las fieras y los ganados, a los montes y a las cumbres, a las montañas, a los mares y a los ríos, a los hijos de los hombres, a los sacerdotes, almas y espíritus a bendecir al Señor no nos invitaron a nosotras a bendecir al Señor, por eso ese canto es trunco, ese canto es incompleto, porque faltamos nosotras. Este olvido de Daniel y sus compañeros, lo corrigió ALGUIEN que es más que ellos, que es más que todos los seres: JESUCRISTO. Él corrigió ese olvido cuando dijo: que de vosotras piedras –si, de nosotras, fíjate bien, de nosotras piedras- puede el Padre hacer hijos de Abraham. Él cuidó de nosotras, cuando impidió que los pecadores convertidos en jueces, nos arrojaran sobre la mujer adúltera. Por eso nosotras también sentimos, también se nos partió el corazón, cuando los hermanos de tu raza, cuando tú también en ellos le crucificaron y le hicieron morir en la cruz. También sufrimos con Él, y se partió nuestro corazón. Esto no lo decimos nosotras, lo dijeron los evangelistas Mateo, Lucas y Marcos y santos que lo vivieron y lo sintieron en sí mismos en el gran libro de la vida. LA CONSAGRACIÓN He comprendido el significado de las palabras de la Consagración.

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Estas palabras históricas fueron pronunciadas por Cristo en el banquete del Jueves de Nisán. Como todas sus palabras, éstas viven y están, por así decirlo, flotando en el espacio en una determinada longitud de onda, como las ondas hertzianas; yo las pronuncio, es decir, yo soy el radio que sintoniza dicha onda y la onda en mí (el radio), produce el sonido, las pronuncio yo, como pronuncia por así decirlo la Radio; pero yo soy la radio consciente, esta es la diferencia. Las palabras de Cristo pronunciadas por mí (radio consciente) producen su efecto. Este efecto llaman los teólogos transubstanciación de los espacios, yo llamo simplemente presencia Crística Sacramental, o Sagrada. ¿Esto será imposible? De ningún modo. No está Dios manifestado presente en todo, ¿por qué no puede estarlo sacramentalmente en la Eucaristía? Pero que significan las palabras de consagración “Esto es mi cuerpo”. “Esta es mi sangre”, pues Jesús me ha respondido: 1º Esto es mi cuerpo = todo el gran cosmos. Todo aquello que fue hecho por Él sin excepción. Todo a lo que se refiere Juan en el prólogo de su Evangelio. Esto es mi cuerpo. 2º “Esta es mi sangre” toda la vida, toda la energía cósmica. La sangre es vida, es vehículo inseparable de la vida. Este es el gran misterio de la sangre, circula por ella oxígeno e hidrógeno líquidos. -113-


3º “Haced esto”. Ofreced esto mismo, es decir todo el cosmos, toda la vida, todos los seres del mundo visible e invisible: ¿A Quién? A mi Padre y a tu Padre, a mi Dios y a tu Dios. 4º Cuanto encarnó tomó nuestra naturaleza humana y en este acto, esta naturaleza quedó santificada y divinizada para siempre. 5º Cuando dijo: “Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre” encarnó en la materia. Así como tomó la nuestra. Como es obvio no podía decir: Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre a toda la tierra, a todo el cosmos. No le hubieran entendido. ¿Y cómo hubiera podido tener un signo de esta transmutación de toda la materia cósmica sin su cuerpo, si no hubiera escogido el signo del pan y del vino? 6º Tal es el Amor del Hijo a nuestro Bendito Padre, que quiso que su obra estuviera para siempre y sencillamente a cada instante, ofrecida y consagrada a Él, que quiso que sus discípulos actualizaran esta consagración de toda su obra sin excepción, cuando acataran su pedido. 7º He aquí porqué la Eucaristía representa, y lo es, el signo más claro y patético de la unión de Cristo y toda su obra y la consagración hecha una vez para siempre de esta materia, por la materia de su cuerpo consagración al Padre; y al mismo tiempo “actualización permanente, visible, en cada fracción de tiempo”, de esa consagración siempre que el sacerdote en nombre suyo y de la comunidad, unido siempre a Cristo, realice esta misma actualización con las sagradas palabras: Esto es… 8º Para facilitar que pidiéramos identificarnos aún “materialmente” por el signo del pan y del vino, con lo que -114-


realizó, escogió estos dos signos accesibles a muchos. De otro modo, esto hubiera sido imposible. EL ESPIRITU SANTO “En aquel tiempo, dijo Jesús a Sus discípulos: Si me amáis, guardareis mis mandamientos. Yo pediré al Padre que os dé otro defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la Verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros en cambio, lo conocéis porque vive en vosotros y está con vosotros. Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí primero que a vosotros; si fuereis del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo sino que Yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os doy. Recordad que os dije: no es el siervo más que su amo; si a Mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado Mi palabra, también guardaran la vuestra. Y todo eso lo harán con vosotros a causa de Mi nombre, porque no conocen Al que me envió. Cuando venga el Espíritu Paráclito, Yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis Conmigo.”

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Quien nos revela la presencia del Espíritu Santo en medio de nosotros es el mismo Cristo. Él promete que enviará al Consolador, que enviará el Espíritu del Padre a Sus apóstoles, para que ese Espíritu que transformará sus corazones, les convierta en nuevas criaturas, para que den testimonio de las cosas que no se ven, de las cosas que Dios quiere revelarnos. Y esta acción del Espíritu Santo, acción íntima, acción interna, esta acción del Espíritu Santo se patentiza muchas veces, inclusive con ciertos dones especiales que no podrían explicarse sin intervención especial divina. Cuando se encuentran reunidos los apóstoles en el Cenáculo, un viento impetuoso sopla sobre aquella casa; en ese instante, a manera de lenguas de fuego que van a posarse sobre cada uno de los que estaban presentes, baja el Espíritu Santo, y esas almas pecadoras, esas almas débiles que todavía no habían recibido esa innovación que les haría comprender las cosas de Dios y que les haría interpretar la Sagrada Escritura, esas almas reciben en aquel instante esa transformación íntima, y esa transformación se debe a la acción del Espíritu Santo. Pero, ¿qué es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es esto: Sabemos que en Dios hay una sola esencia, una sola naturaleza. Sabemos también que en Dios hay tres personas: la Persona del Padre, la Persona del Hijo y la Persona del Espíritu Santo. Pero estos tres Espíritus de la Persona no hacen que haya una triplicidad de naturaleza o de esencia; cada Persona tiene la misma esencia, la misma naturaleza. El Padre tiene la misma esencia divina, el Hijo tiene la misma esencia divina y el Espíritu Santo tiene la misma esencia divina. Digamos entonces, que Dios se manifiesta bajo ese triple aspecto: de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo. -116-


EL VALOR DEL TRABAJO La idea dominante del evangelio que acabáis de escuchar es la de la apología del trabajo. Desde el día en que Dios pronunció esta severa sentencia: In sudore aultos tui veceis pane, el hombre tiene que cumplir esta ley dura pero llena de encantos y fecunda en frutos sobrenaturales si se toma esta ley como la realización de la voluntad del Creador. Todas las cosas tienen su destino – Todos los seres de la creación tienen un propósito; desde el menudo grano de polvo que arrebata en torbellino el huracán hasta le gélida montaña que en su pecho, ahora blanco de nieve en las gazas de las nubes transparentes; desde la brizna de hierba que matiza de esmeralda los campos hasta el robusto cedro que crece en medio de las selvas milenarias; desde el pequeño insecto que se confunde entre los menudos pliegues de una fronda, hasta el soberbio cóndor que viaja serenamente por el espacio infinito; desde el niño que abre sus ojos como puras estrellas en el azul infinito en los albores de la vida, hasta el arcángel que asienta su trono junto al trono del altísimo… Todos los seres de la creación cumplen una misión, aquella misión que Dios les encomendó. Todos los seres consciente o inconscientemente, necesaria o libremente, por fuerza o de buen grado, están cumpliendo -117-


una ley invisible que el Señor les trazara: Pero si hasta los demonios cumplen un designio soberano, el que les trazó la divina justicia. Cuando el hombre trabaja está cumpliendo aquella ley promulgada en los albores de la humanidad, en presencia de los primeros habitantes de nuestro planeta: In sudore vultus tui veceis pane. Os decía que el Evangelio del día de hoy: es una apología del trabajo: y es porque fue bendecido y recompensado por aquel Dios que bendice y reconforta lo que es bueno y lo que es sagrado. Pedro, el futuro primer pontífice de la Iglesia estaba pescando. Las aguas del genesaret no la habían sido propicias. Pedro, antes de ser elegido para el apostolado, era un pescador era un obrero, como cualquiera de nuestros obreros. Si hubiera sido un obrero occidental hubiera vestido un overol sucio, una camisa no de seda delicada sino de una confección y de una tela resistente, quizá hubiera ido descalzo; vestía entonces a la usanza de los pescadores: una camisa, un pantalón arremangado, una gorra de marino. Pedro nada había pescado, a pesar de que trabajó toda la noche. En esto, a la mañana se le acerca el Señor y le pide prestado su pequeño barco y desde allí predica a la muchedumbre que ávida de escucharle le seguía de todas partes. Terminada la predicación indica a Pedro que guiara la barca mar adentro, luego le pide que echara las redes para pescar. Pedro le observa: Pero Señor… sin embargo confiado en tus palabras… Aquí resplandece: la bondad del Señor: Pedro le había hecho un favor, el de prestarle su barca para desde allí predicar, Jesús le paga con creces este pequeño servicio. -118-


Resplandece la fe del pescador en la palabra de Jesús: si de él dependiera, si fuera por Pedro como Pedro no se tomaría la molestia de abrir las redes para echarlas al mar; pero como Jesús le manda, cumple este mandato: In velio tuo la cabo… Resplandece también la necesidad de trabajar con Cristo: mientras Pedro estaba solo, nada consiguió. Resplandece por fin, como decía al principio, la excelencia del trabajo pesado con un milagro. Ahora, la bondad de Dios está siempre a nuestro alcance, es infinita, por esto el profeta nos invita a bendecir en todo momento: Benedicite Deum gnoniam bonus, gonomian eternum… Nosotros debemos ser cristianos de bien como lo fue el Apóstol: sine fuit imposibile est place Deo. Si tuvieran fe como del tamaño del grano de mostaza dirías a esa montaña arráncate… Nos hacen falta hombres de fe! Debemos trabajar con Cristo. Trabajar sin El es perder el tiempo! Ahora por desgracia no solamente no se trabaja con El, sino se trabaja en contra de Él. Ahora se le blasfema, se le escarnece, se le persigue, se le odia, se le desprecia en sus leyes y mandamientos. El trabajo por una parte ha vuelto a tener ante no pocas escuelas filosóficas el concepto de mercancía, sujeto a la ley de la oferta y de la demanda; por otra, al trabajo se le ha vuelto a dar un concepto pagano: se le considera como una verdadera maldición.

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El trabajo para el católico, es una ley impuesta por Dios, ley que es dura o suave, infecunda o meritoria, según se ofrezca a Dios. EL SUEÑO DE JOSÉ En los planes del Padre Celestial estaban escritos desde toda la eternidad el nacimiento del mismo Hijo de Dios que tendría lugar en la plenitud de los tiempos mesiánicos. San José estaba desposado con la Virgen María; pero antes que conviviesen, el ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a Nazaret para anunciar a la Virgen María que concebirá en su seno y dará a luz un Hijo a quien pondría por nombre Jesús y será llamado Hijo del Altísimo. José, su esposo, como era justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto. Mientras reflexionaba sobre esto se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: “José. Hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el

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Señor había anunciado por el profeta, que dice: He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo y se le pondrá por nombre “Emanuel”, que quiere decir: Dios con nosotros. Al despertar José de su sueño hizo como el ángel del Señor le había mandado. (Mt I, 19-24) En estas pocas frases está descrito el gran misterio de la Encarnación del Hijo del Altísimo. En cada Navidad se destaca este gran misterio de la presencia de Jesús en la especie humana. El mismo Hijo de Dios tiene que encarnarse para redimir al hombre que cometió el primer pecado llamado original originante porque es la causa de todos los pecados de la humanidad. Demos gracias, una vez más a Nuestro Dios Bendito, por este inmenso don. UN DÍA DE TRIUNFO El 15 de agosto mis queridos estudiantes, afirmaría yo, es un día de triunfo. Triunfo por un doble motivo, primero porque es el día consagrado por la Liturgia a celebrar uno de los privilegios especiales del Espíritu más evolucionado que vino acá a ésta Tierra: la Virgen María, el misterio de esa Asunción a los cielos. Y es también día de triunfo para nosotros especialmente, para quienes formamos parte de la Asociación de Autorrealización, porque en éste día dos de nuestros hermanos queridos: Pablito y María Eugenia, dejaron éste plano para entrar en el descanso de Dios, en el descanso de -121-


las preocupaciones naturales de ésta vida. Pero será así para nosotros también éste un día de celebración alegre, sí consideramos las cosas desde este ángulo de la fe y sí no lo hacemos así con toda seguridad entraremos pues en grande confusión… El apóstol Pablo al hablar de aquello que trajo a ésta tierra el desorden: el pecado original, dice que por un hombre entro la muerte en el mundo, sí por un hombre vino la muerte, por un hombre –dice- ha venido la resurrección, sí por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. He aquí mis queridos estudiantes, una verdad que nosotros no la debemos olvidar, es cierto que especialmente según la enseñanza del Apóstol San Pablo que dice: en el desorden del pecado original, es cierto que la naturaleza humana fue herida de muerte pero también esa misma naturaleza humana volvió a su primitivo estado de regeneración por Cristo Jesús. La Virgen María como sabemos nosotros, la Virgen María encarnó pero encarnó con el objeto de servir como templo de Ese Espíritu de Dios, de ese Unigénito de Dios que vendría a restituir a su primitiva grandeza, esa naturaleza caída. Pero la Virgen María mis queridos estudiantes, cuando tomó la naturaleza humana, fue elevada de tal manera esta naturaleza que en ese mismo instante la constitución atómica –digámoslo así- esa vibración atómica pecadora de la naturaleza, de la especie humana, al impacto de la Encarnación de ese Espíritu tan evolucionado como el de María, quedó –digamos así- purificado hasta tal punto que, en el mismo instante en que ese Espíritu poseyó la naturaleza humana, ese Espíritu totalmente purificado de cualquier falta, de cualquier desorden. Este es el privilegio de la Virgen y que se llama el privilegio de Su Inmaculada Concepción. -122-


La Virgen María pues, siendo un espíritu tan evolucionado no contrajo ni un solo instante, esa mancha con la cual la naturaleza humana se encuentra dañada. ¿Y por qué mis queridos estudiantes, sucedió esto? Porque ese Espíritu iba ser más tarde, aquel que más cerca estaría de Aquel otro Espíritu, ya no humano, ya no creado, sino un Espíritu Increado, ya no de un ser limitado sino de un Ser Infinito, de Dios Manifestado como es Cristo. En vista de que la Virgen tenía que desempeñar esta misión, fue Ella adornada de todas las gracias –como decimos en Teología- y de todos los privilegios que puede tener una humana criatura, y entre estos está este de Su Asunción a los cielos. Pero hay que entender mis queridos estudiantes, en qué consiste esto de la Asunción de María y en qué sentido dice la Iglesia que “la Virgen fue arrebatada en cuerpo y alma a los cielos”. Nosotros podemos entender mucho mejor estas expresiones -de la Liturgia- sagradas. Sí nosotros consideramos, que la Virgen María subió al cielo exactamente con éste mismo cuerpo, con esta carne, estos huesos, esta sangre y en fin, estas vibraciones de todas las células que tiene el cuerpo humano. Y sí creemos que con estas vibraciones exactamente iguales, está en los cielos, estamos nosotros juzgando a nuestra manera, hasta cierto punto bastante alejada de la realidad. Porque el apóstol San Pablo también se encarga de aclarar esto cuando habla de Cristo resucitado y cuando habla de las cualidades de los cuerpos resucitados. Cuando dice que los cuerpos resucitarán, pero sí antes fueron oscuros serán entonces – después de la resurrección- serán luminosos; sí antes fueron mortales, después serán inmortales; sí antes eran pasibles, después serán impasibles y sí antes eran corruptibles después serán incorruptibles. Y en la resurrección se verifica todo esto. La inmortalidad, la impasibilidad, la luminosidad, -123-


la incorruptibilidad, son propias de los cuerpos que han sido ya transfigurados después de la muerte. ¡Así reina Cristo! Y así también reina la Virgen María. Así tenemos que entender nosotros este misterio. Esto mis queridos hermanos no lo entienden y no lo pueden entender muchos que no están familiarizados con estas enseñanzas que vosotros -a Dios gracias- ya las tenéis. Sí la Virgen Bendita, tomó Su cuerpo humano, pero en el momento de entrar en la Gloria de Dios, entonces, esa masa atómica material, esa vibración atómica material se sublimizó. Ya dejó de ser una vibración atómica meramente material. Esas células que constituyeron Su cuerpo físico, todas esas células adquirieron una propiedad particular, o más bien esas cuatro propiedades particulares de las que nos da cuenta el apóstol Pablo. Y así, ese cuerpo de la Virgen María -como el de Su propio Hijo- adquirió esas cualidades de luminosidad, de sutileza, incorruptibilidad e impasibilidad. Este es el misterio que estamos celebrando el día de hoy. La Virgen propiamente no sufrió la muerte, como sufriremos nosotros como consecuencia de este pecado de la naturaleza, que se llama el pecado original. Esa muerte no fue una separación dolorosa, una separación no deseada, una separación violenta, una separación en la cual el cuerpo está sometido –como la parte más débil- a tantos sufrimientos. No, no hubo la tal separación del espíritu y del cuerpo en la Virgen María, esa separación fue más bien una separación hasta cierto punto simbólica, porque como digo, ese cuerpo en el momento de entrar en la Gloria de Dios, recibió el impacto de esa Gloria y le transformó en un cuerpo glorificado. Bien, pasamos mis queridos hermanos a éste otro punto tan importante, especialmente para nosotros. Decía al principio -124-


que éste día es también un día de glorificación para dos de nuestros hermanos de Autorrealización: Pablito y María Eugenia. A Dios gracias, vosotros entendéis mucho mejor todo lo que voy a deciros. Sí hablara éste mismo lenguaje a quienes no están entrenados en el conocimiento de los grandes misterios de la muerte, sería hablar pues, en un lenguaje ininteligible y quizá contradictorio para ellos, pero para vosotros, no. ¿Qué es la muerte para nosotros? ¿Qué es la muerte para vosotros? La muerte para nosotros no es como la mayoría de la gente o la casi totalidad de la gente imagina, decir el acabose de algo. Para muchos es como el apagarse eterno de una luz y después de la muerte, el humear como humea una llama que ha sido apagada. No, el concepto de la muerte para nosotros, no es ese. El concepto de la muerte para nosotros –y éste es el verdadero concepto mis queridos estudiantes- el verdadero concepto de la muerte no es sino una separación momentánea, no es sino un alejarse momentáneo de algo que tiene que separarse y tiene que alejarse. Para nosotros, la muerte es el dejar el cuerpo constituido de materia, ahí donde tiene que quedarse, porque no puede el cuerpo desventuradamente ir más allá del mundo material. Nuestro cuerpo mis queridos estudiantes, está hecho de elementos materiales y está hecho para vivir en este plano material. Es un ABSURDO y sería un absurdo tamaño pensar que éste cuerpo nuestro, puede entrar en otra clase de vida, en otro, en otro plano que en el plano meramente material. Sería un absurdo pensar que éste cuerpo mortal, pueda tener otra clase de vida –sin un privilegio especial- otra clase de vida que la vida que tuvo la vida material. Y por eso, en el momento de la muerte, no hay sino esa separación de la parte material y de la parte -125-


espiritual. El espíritu comienza una nueva vida, una vida verdadera, una vida real pero en otro plano. Esto es como antecedente, a lo que voy a deciros mis queridos estudiantes. Nuestros hermanos: Pablito y María Eugenia, ellos fueron naturalmente y ¿su vida que representa? Esto que acabo de decir, nada más que esto, ésta separación de su cuerpo material y de su espíritu. Su espíritu continúa viviendo en plenitud, su conciencia continúa captando todas las vibraciones que les enviamos, porque su conciencia trasciende los límites de la materia, su vida continúa real y verdadera. Porque la vida mis queridos hermanos, la vida no se restringe a aquella limitada vida de una célula, la verdadera vida se identifica con el espíritu, y donde hay verdadera vida allí está la acción del espíritu. Ellos viven pues, su verdadera vida: la vida del espíritu, ellos están recibiendo todos nuestros mensajes, ellos están recibiendo todos nuestros homenajes, ellos están participando de todas nuestras preocupaciones y de todos nuestros problemas. Pero preocupaciones y problemas vistos ya desde otro punto de vista, desde ese punto de vista del cual debemos acostumbrarnos a ver también nosotros todas las cosas, es decir de ese punto de vista de la realidad. Mientras peregrinamos aquí en ésta tierra, las pequeñas o grandes cosas a las cuales nos dedicamos, esas ocupan un lugar totalmente secundario, son entretenimientos de niños, son como los juegos de niños. Nosotros mientras estamos -126-


aquí en esta tierra, somos exactamente como los niños que juegan con sus juguetitos de papel, con sus carritos, con sus cosas pequeñitas, que se entretienen en esto. Pero mis queridos hermanos, el destino nuestro no es ese, el de entretenernos con estos juguetitos. Nosotros somos hechos para Él: para Dios, y somos hechos para una felicidad sin fin, para conocerle a Él y en Él adquirir el conocimiento de todas, absolutamente todas las cosas. Por eso os decía mis queridos hermanos, que éste día es un día doblemente alegre para nosotros. Porque es el día de la Glorificación de la Virgen María en su Asunción a los cielos y porque es también el día de glorificación de dos de nuestros hermanos que constituyen –yo lo digo con plena conciencialos pilares sobre los cuales está edificada nuestra Asociación. Pero mis queridos estudiantes, recordemos que también nosotros tenemos una misión por delante, la misión de ser como ellos, de entregarnos como ellos se entregaron, a llevar adelante la mística de la Asociación. Vosotros les conocisteis y les amasteis, muchos de vosotros estuvisteis muy de cerca. Y una de las cualidades que sobresalían, sobresalía entre ellos: era su humildad, su profunda humildad y su profundo amor, ellos lo hacían por amor, todas las cosas lo hacían por amor. Y también su dedicación a la oración: a la meditación. Recuerdo en este instante, unas palabras de un sacerdote que es santo: el cura de Ars. Unas palabras, que quiero vosotros las grabéis también profundamente en vuestros espíritus, dice él “la oración y el amor a nuestros hermanos, constituyen la verdadera felicidad del hombre”. Hermanos, dos cosas fundamentales que recomienda también el Cristo “orar y también amar”, en éstas dos palabras está contenida -127-


toda la enseñanza y no necesitaríamos más mis queridos estudiantes. Sí resumimos nuestra vida y hacemos que nuestra vida sea sólo eso: una vida de oración y una vida de amor, tengamos la plena seguridad de que habremos encontrado el filón de la verdadera felicidad. Amar y orar, el que ama solamente y no ora, no hace sino un cincuenta por ciento; y el que ora solamente y no ama, también no realiza sino un cincuenta por ciento. Pero amar y orar eso sí es la PLENA REALIZACIÓN. Y esto es lo que supieron hacer nuestros hermanos, amaron y también se dedicaron a la oración. Pero eso sí, tengo que repetiros una vez más, muchos se imaginan pero se imaginan erróneamente que esto de amar y sobre todo de orar, de meditar es para los monjes, para las monjas, para las personas dedicadas a la vida religiosa. No mis queridos estudiantes, esto es absolutamente para todos, la oración es necesaria para todos. Y el Señor cuando dijo “vigilad y orar para que no entréis en tentación” orad sin interrupción y luego hizo tantas recomendaciones para que oráramos, no se dirigió a los sacerdotes y a los religiosos, ni a los aspirantes a la vida espiritual, dijo esto a TODOS, absolutamente a todos sin excluir a nadie. Por eso nosotros, tenemos que hacer conciencia de que a través de la oración y a través del amor a nuestros hermanos hemos de realizarnos. En ésta celebración Eucarística mis queridos estudiantes, vamos una vez más a dar gracias a Dios porque ha puesto delante de nosotros dos ejemplos de nuestros hermanos, dos ejemplos de vida. Y vamos a dar también gracias, porque se dignó embellecer a Esa Criatura incomparable: a la Virgen Bendita, de lo más precioso de todos sus atributos. Y vamos a pedirle a la Virgen Bendita que cada día vayamos progresando en ésta escuela del amor a nuestros hermanos y en ésta escuela de la oración. Escuelas en las cuales Ella -128-


encontró Su Bienaventuranza, y nosotros le encontraremos también sí practicamos de verdad, sí llevamos a la práctica ésta consigna de la oración y del amor a nuestros hermanos. NECESITAMOS DE UNA EXPERIENCIA DE DIOS Mi espíritu, mi conciencia, todo mi ser, este yo superior, esta chispa divina que llevo, prendida por Él en los inconmensurables abismos de Su Amor, quiere algo más. No se contenta con una simple afirmación, ni con un argumento que tenga más de razón que de divino. Cuando Dios llega no es sólo la razón, es todo el hombre, es todo su ser que se diviniza. Pero no resiste más, no quiere aguardar más. Quiere ahora, en este momento, desde este corto episodio de su existencia terrena, gustar un poquito siquiera de la inefable bienaventuranza de una experiencia de Dios. Experiencia que le hará entrever por lo menos la bienaventuranza que espera. Quiere ya saborear la miel de esa bienaventuranza, aquí en esta tierra. Aquí mientras lucha. Aquí mientras se desangra el corazón, en el torbellino de la duda, del egoísmo, del odio, de la desesperación, de la lujuria, de la soberbia, de la ambición…

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Quiere sentir aquí las caricias de la mano de su Padre. Quiere abrazarse en la fragua infinita del corazón de esa Madre Divina, modelo y prototipo de todas las madres… Quiere tener la experiencia de ese Dios que está en él, que vive en él, que siempre le acompaña, que siempre está presente en sus noches de soledad y de presencia: en sus horas sombrías y en sus minutos de gloria; en sus problemas y en sus soluciones; en sus mortales agonías y en sus horas de luz… Lo que importa es conocer a ese Dios a Quien con toda verdad puede llamar Suyo, completamente Suyo. LUGARES SAGRADOS El que tiene el privilegio de visitar los lugares santos con las páginas del Evangelio abiertas para ir localizando los diversos lugares en donde sucedieron los hechos que relatan los cuatro evangelistas, no puede menos que vivir las mismas horas y las mismas emociones que vivieron quienes fueron testigos presenciales de aquellos hechos. Es preciso sin embargo, hacer esta observación. El que visita los lugares santos como un simple turista que va a la caza de emociones, de cosas externas extraordinarias y que no tiene despierto el espíritu, no puede sentir en las profundidades de su ser, aquello que vive quien tiene abiertos los ojos para mirar las cosas del mundo trascendente. Los que tienen ojos y no ven, los que tienen oídos y no oyen, o lo que es igual, los que sólo tienen abiertos al mundo que capta sus sentidos, y los que sólo tienen oídos para escuchar el bullicio y la algarabía externa que producen los hombres y las cosas materiales, no están en condiciones de percibir la voz interna de ese otro mundo que, es más real que el presente porque es el mundo que no cambia. -130-


Hay un lugar que el peregrino visita con unción, cuando atraviesa las puertas de la gran muralla que separa la ciudad antigua de Jerusalén del resto; el Litóstrotos. Palabra griega que significa “empedrado”. El Litóstrotos era una parte de la fortaleza Antonia cuya historia se remonta a la época de Salomón, llamada así porque Herodes el Grande para complacer a Marco Antonio construyó aquel palacio fortaleza. En la guerra de los judíos contra la ocupación romana de los años 66 a 70 fue el baluarte de la ciudad y fue arrasada por Tito. En esta fortaleza tuvo lugar el proceso de Jesús y fue igualmente célebre porque aquí sufrió arresto el apóstol Pablo. El relato evangélico de Juan (Cap. 19, 1-16) se centra todo, en este lugar. Aquí Pilatos tomó a Jesús y lo azotó, los soldados, trenzando una corona de espinas le coronaron y le vistieron un manto púrpura, se burlaron de Él y le abofetearon. Cuando Pilatos presentó así a Jesús a la plebe, a los pontífices y sus satélites, gritaron, crucifícale, crucifícale. Aquí Pilatos sentado en el tribunal, cerca de la hora de sexta (12 m.), la víspera de la -131-


Pascua, entregó a la turba sedienta de sangre para que crucificara al Señor. El Litóstrotos fue localizado y estudiado científicamente desde 1930. En 1956 el judío convertido María Alfonso Ratisbonne lo adquirió. En este lugar se camina por las mismas losas por las que caminó Jesús rumbo al calvario. A pesar del paso de veinte siglos y de las destrucciones, guerras, sitios, terremotos, que sufriera la ciudad de Jerusalén, aquellas piedras permanecen como entonces. Las piedras no están unidas por argamasa alguna, su coloración debido al paso del tiempo es algo diferente, hay piedras blancas, rosadas y de color rojo oscuro. El Litóstrotos evoca no solamente para los cristianos sino también para todos los pueblos de todas las razas y condiciones, de ayer, de hoy y de mañana, la prueba patética y evidente de algo que tanta falta hace al mundo: Amor. Amor que culmina en la oblación de una vida inocente por una humanidad culpable, de un Dios humanado que muere para redimir a una humanidad caída. El Litóstrotos es el escenario en donde el Dios encarnado fue sentenciado al suplicio de la cruz, en el momento culminante de su oblación por los hombres sus hermanos.

LA FE DE PEDRO Las distintas escenas de las cuales nos dan cuenta los evangelistas se repiten a través del tiempo. Estas escenas mis queridos estudiantes, estas escenas debemos nosotros recordarlas constantemente, para vivirlas con intensidad y para que así podamos encontrar la verdadera felicidad que se encuentra en el recuerdo y más que todo en el recuerdo, en la vivencia de esa enseñanza bendita del Señor. -132-


Es verdad que el Señor escogió a doce discípulos, para que ellos llevaran el mensaje a toda la Tierra, a todos los hombres. Él necesitó de estos instrumentos para realizar Su obra. Siempre las cosas de Dios que tocan a los hombres, se realiza por medio de los hombres. Esta es una ley y esta ley es la que se cumple siempre: una obra de Dios no se realiza sino por intermedio del hombre, el hombre es el instrumento de esa realización divina. Los apóstoles mis queridos hermanos, los apóstoles fueron esos instrumentos de mediación entre Dios y el hombre. Pero según la voluntad del mismo Cristo, del gran Maestro, del Hijo de Dios, de ese Dios Bendito que vino acá a esta Tierra para señalarnos el camino de ir a Dios. Ese Dios Bendito que no quiso que nosotros viviéramos una vida desentonada a la realidad nuestra, sino una vida profundamente incrustada en el seno de la sociedad. Ese Dios ve que son necesarios los hombres, para la realización de Su obra, y ese es el motivo por el que escoge a Sus discípulos. Pero esa obra de Dios, esa obra de Cristo no podía truncarse apenas nacida, cuando comenzaba recién la historia de la humanidad. Porque la verdadera historia de la humanidad comienza con la venida de Él. Así humilde, así pobre, así despreciado y desconocido por sus enemigos, así calumniado -133-


por ellos, así crucificado en la cruz. Así quiere, según la expresión del apóstol, siendo blanco contradictorio de los hombres, presentarse a la faz de los hombres como el Hijo de Dios y como el conductor de esta nueva humanidad. Pero esa obra no debía realizar propiamente Él, sino Sus apóstoles. Y a ellos mis queridos estudiantes, a ellos les comunica Su Espíritu, ese Espíritu suyo, ese Espíritu que lo recibe del Padre: el Espíritu Santo, que les da el día de Pentecostés. Y con eso, es el arma con la cual conquistan al mundo. De allí de la Palestina -donde estaremos después de pocos días- de allí de la Palestina viene la Luz, nace la luz. Y luego los apóstoles, primero Pedro y luego Pablo y otros apóstoles vienen acá, al corazón del Imperio Romano. Aquí en esta Roma Imperial va a establecerse otro reino. Pero no un reino como los que idearon los emperadores, no un reino cuyas últimas resonancias lo vemos nosotros en el foro, en el Coliseo y en los demás monumentos de la antigüedad. Eso, nosotros hemos visitado todas esas ruinas, esas ruinas solamente son los símbolos, símbolos de un imperio material destruido... Lo que ahora subsiste es esa Roma, pero esa Roma nueva, esa Roma ya no esa Roma imperial sino esa Roma de Cristo, no importa que a través de la historia haya tenido tantas vicisitudes aún esa Roma de Cristo. Pero esa Roma de Cristo tiene mis queridos estudiantes, tiene un representante y tiene -digámoslo así- una cabeza -porque es así- tiene una cabeza esa nueva Roma. Esa nueva Roma mis queridos estudiantes, esa nueva Roma comienza con los Pontífices, comienza con el primer pontífice. Esa Roma comienza con Pedro el apóstol, que viene acá a Roma a predicar y a fundar la primera comunidad cristiana. Y esta Roma de Pedro, esta Roma de Cristo y el apóstol Pedro es la que continúa a través del tiempo y del espacio. -134-


Por eso aquí, a las puertas de esa gran Basílica en que nos ha tocado esta celebración eucarística, a las puertas de esta gran Basílica hay una inscripción que alude a esta gran misión y a esta desempeñanza de esta Iglesia establecida por Cristo sobre la roca de Pedro, aquí en Roma. Y que es, dice: la Iglesia, la madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y del orden de la Tierra. Así es, mis queridos estudiantes. Y ¿por qué? ¿Cuál es el fundamento en realidad, el fundamento sobre el cual se basa toda esta Iglesia? Lo hemos escuchado en el Santo Evangelio, es la fe y la FE DE PEDRO. Ese Bendito Señor, no escoge ni a Pablo, no escoge a Andrés, ni a Bernabé, ni a Juan el discípulo amado aquel que le amaba entrañablemente, escoge a Pedro. Pero lo escoge por una razón y la razón está determinada en el Santo Evangelio, esa razón es su fe, después de que el apóstol confiesa que Él es el Mesías, es ese Cristo, le dice: Bienaventurado eres Simón hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado sino mi Padre que está en los cielos. Y luego añade, que sobre su fe, sobre su fe edificaré mi Iglesia. ASI NACIÓ JESÚS Al pie del altar de la gruta del nacimiento de Jesús el Cristo, el peregrino que tiene el privilegio de visitar Tierra Santa, se detiene a leer esta inscripción latina que dice: “Hic De Virgine Maria Jesus Christus natus est” que significa: “Aquí nació de la Virgen María Jesucristo”. En esta inscripción lacónica, sencilla, se resume el drama cósmico de la presencia del Hijo de Dios hecho Hombre en este pequeño planeta tierra.

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El evangelista Lucas con una precisión admirable describe así, aquel momento en que culminó la historia del pueblo judío del A.T. hubo un empadronamiento según un edicto de César Augusto, emperador de Roma para que se empadronase todo el mundo, cada uno en su ciudad. En acatamiento a este edicto, José que vivía en la ciudad de Nazaret en Galilea, subió a Belén ciudad de Judea para empadronarse porque era judío, descendiente de la casa y de la familia de David. María su esposa estaba encinta y “estando allí, se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su Hijo Primogénito y lo envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón” (II,6).

La imaginación ha ideado aquel lugar en el que vio la luz primera en esta tierra el Hijo de María, como una casa más o menos aceptable, como la de aquellos pesebres que la imaginaria de nuestros tiempos ha creado para adornar nuestros nacimientos navideños; como nuestros pesebres que se decoran con los objetos más originales creados por la -136-


fantasía: rebaños diminutos de ovejitas muy blancas, un buey manso reposado que calienta con su aliento a un Niño que sonríe a una joven madre, un borrico que descansa junto a la cuna, casitas bien alumbradas, calles simétricamente trazadas, huertos con árboles cargados de variados frutos… escenas y decoraciones en fin, de cuentos de la mil y una noches, de sabor netamente oriental… Todo esto no puede darnos un idea exacta de lo que era el lugar en donde se cumplió lo que dijo Miqueas el profeta: “Y tú, Belén tierra de Judá, no eres ciertamente la más pequeña entre las principales de Judá, porque de ti saldrá un Jefe que apacentará a mi pueblo, Israel” (4,2). La gruta del Nacimiento como se la conoce el día de hoy no es otra cosa que una cueva asimétrica, obscura, pequeña, enclavada en la tierra a la cual se desciende por cerca de unos 20 escalones construidos a los dos lados laterales. Tiene esta gruta unos 12,4 m. por 3 m. Actualmente está revestida de mármol oscuro. Aquí había una pila de roca de un metro de longitud por 0,30 de profundidad, revestida de barro. Sobre esta pila, decía la tradición, descansó el Niño Dios recién nacido. La tradición de los primeros siglos del cristianismo señaló siempre esa gruta como el lugar escogido por el Verbo de Dios para venir a habitar con sus hermanos los hombres. En esa gruta sagrada vivió el eremita San Jerónimo durante 35 años. Allí realizó la titánica tarea de la traducción de la Biblia al latín, traducción conocida con el nombre de Vulgata. En la actualidad la gruta está dentro de la Basílica de la Natividad y se encuentra ubicada debajo del coro. La gran Basílica fue edificada el año 330 por Constantino a petición de su madre Santa Elena. El emperador Adriano (años 117-139) con el ánimo de borrar cualquier signo de la tradición cristiana del Nacimiento de Jesús mandó eregir en aquel lugar un templo a Adonis. Esto contribuyó mejor para que se conservara la memoria de aquel lugar. -137-


A esta gruta acudieron presurosos los pastores que moraban en las cercanías de Belén. Cuando estaban velando las vigilias de la noche sobre sus rebaños, se les presentó un ángel que les dijo: “Os anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo: Os ha nacido hoy un salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David” (Luc. 2,11). En lo que en el día de hoy se denomina el campo de los pastores, escucharon este canto entonado por el ejército celestial que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Luc. 2,14). ¡Cuánta falta hace que los hombres –particularmente los jefes de las grandes potencias- contribuyan por todos los medios para que este mensaje de Paz entre los hermanos los hombres que proclamaron los ángeles aquella noche de Navidad no sea mero enunciado sino una realidad! EL LENGUAJE DE LA ORACIÓN Hermanos queridos, el tema de la oración tiene tanta riqueza, tantas facetas, que a medida que uno avanza en el camino de la oración, se descubren nuevamente más y más de estas facetas que se traducen en esa Luz de toda luz: del Infinito. Esta Luz Divina se pone de manifiesto en nosotros por las facetas de la oración. Hermanos queridos, este es el camino de la comunicación de nuestro Bendito Dios con nosotros. Él habla hermanos, Él habla por la oración, y nosotros hablamos con Él, le respondemos en este mismo idioma de la oración. La oración pues, es el intercambio de la vibración divina, infinita, eterna, llena de bienaventuranza, de paz, de gozo, con nuestras pobres vibraciones. Y nosotros solamente hacemos –durante la oración- devolverle a Ese -138-


Dios Bendito esas mismas vibraciones Suyas. Pero, ¿cómo, hermanos queridos? Le devolvemos en la medida en que nosotros con nuestra cooperación, las amplificamos, las asimilamos. Serán esas vibraciones mucho más profundas y volverán a Dios con esa profundidad inmensa que tengan, en la medida en que estemos nosotros preparados para la oración. Hermanos queridos entonces, mirad ya una faceta de esa hondura del lenguaje de la oración… SERMON DEL MONTE …Os tengo siempre presentes en mi mente y en mi corazón, vosotros formáis parte de mi misma vida, sois una prolongación mía. Una prolongación a través de mi conciencia. He creído necesario y conveniente realizar un breve comentario, brevísimo quizá, pero no menos importante, un comentario de una de las páginas más hermosas del Evangelio de Mateo; en este Evangelio en el capítulo V, VI y VII está el Sermón de la Montaña. Al repasar el Evangelio, mi mente vuela allá, lejos, muy lejos; y mi conciencia está presente allá, en el mismo escenario de los acontecimientos. Al frente, el Mar de Galilea, de aguas azules, claras y transparentes, que refleja en sus orillas esa -139-


vegetación silvestre todavía el día de hoy. A la izquierda, las ruinas de la ciudad de Cafarnaún.

Tengo frente a mí, también un escenario de importancia muy grande para la vida de la nueva sociedad que vino a fundar Él con Su venida. Al frente, una iglesia que el día de hoy se llama la Iglesia de la Promesa, en la cual se conmemora la promesa que hizo el Señor de fundar esa nueva sociedad: la Iglesia, tomando como cabeza de ella al apóstol Pedro. El monte al cual hace referencia el evangelista Mateo, no es una montaña como las nuestras, ni siquiera una colina de consideración como las que rodean los escenarios de nuestras bellas ciudades andinas. No. Son colinas pequeñas. Y el monte aquel, apenas es una eminencia de unos pocos metros de altura, fácil –eso sí- para diferenciarse de otros lugares menos altos desde el cual –desde luego- se contempla el hermoso panorama que ofrece las llanuras que se extienden a las orillas del Mar de Galilea. Dice el evangelista Mateo lacónicamente estas palabras: “Viendo Jesús a la muchedumbre subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron los -140-


discípulos y abriendo Él su boca les enseñaba”. Capítulo V, versículos 1 y 2. Viendo a la muchedumbre. Si, Él, el Bendito Maestro estaba siempre rodeado de muchedumbres, era el imán de los corazones, por eso estaba constantemente asediado por los pobres, por los enfermos, por aquella gente necesitada, por aquella gente que pedía el pan de Su Doctrina y que anhelaba la bendición de la mirada del Señor. Había venido gente de toda la comarca de Galilea: de la Decápolis, de la Judea, de Jerusalén, de Siria, de Tiro y Sidón, en fin, de todos los alrededores de aquel lugar, pues la fama del Maestro había traspasado las fronteras de muchos pueblos. Allí va mis queridos estudiantes Él, Él mismo a dictar – digámoslo así- a dictar la Carta Magna del Cristianismo, como se ha llamado al Sermón de la Montaña. Y en otros términos, diríamos, va a promulgar la Primera Constitución del gran Estado Universal del Cristianismo. Esta Constitución es la que el día de hoy rige aún. Esa Constitución es aquella que salvaría a los hombres, si se la observara. Dice el evangelista, que sube a un monte. Los grandes acontecimientos mis queridos estudiantes, se realizaron siempre en las cumbres de las montañas. Cuando el padre de la Patria, nuestro libertador Simón Bolívar, desde la ciudad eterna oteaba el horizonte ennegrecido por la servidumbre de aquellos que vinieron a traer a estas tierras de América a ese Cristo Bendito, y que sin embargo no cumplieron su misión, hizo un juramento, ese juramento de libertar a esos pueblos; y ese juramento lo hizo en un monte, en el monte Aventino. Los grandes acontecimientos siempre tienen lugar en las alturas. El gran caudillo del pueblo de Israel, Moisés, escogió la cumbre de un monte. Pero escogió esa cumbre de un monte porque el mismo Jehová le invitó a subir a ese monte, para allí promulgar la Ley. El padre de Israel, ese padre del pueblo judío, heredero de la promesa, así mismo, subió a un monte, al Monte Moriá, a fin de -141-


sacrificar a su hijo y dar cumplimiento también al mandato divino. Muchas veces el Señor se retiraba a un monte, a una colina, para allí entrar en comunión con Su Padre. Es que las alturas nos invitan siempre a la elevación del espíritu a las cosas superiores. Cerca, muy cerca de la ciudad de Jericó, he visto levantarse aquel monte en el cual la tradición ha ubicado el lugar al cual se retiró el Señor antes del comienzo de su vida pública; es también un monte, se llama el día de hoy el Monte de la Cuarentena, el Monte del ayuno, en donde el Señor pasó 40 días y 40 noches de ayuno y oración como preparación inmediata a la misión que Su padre le había encomendado. Cuando el Cristo quiso por unos instantes manifestar Su gloria a sus discípulos más predilectos: Pedro, Santiago y Juan, les invitó a ellos solamente a subir a una montaña, al monte que la tradición llama el Monte de Tabor. Mi espíritu, mi mente se ubica nuevamente allí, en ese sitio en el cual ocurrió el gran milagro de la Transfiguración. La tradición llama a ese Monte el Tabor. Allá subió el Señor y en presencia de Sus discípulos queridos, Pedro, Santiago y Juan se transfiguró y apareció con Sus vestidos resplandecientes como el sol y blancos como la nieve; Moisés y Elías conversaban con el Maestro para dar mayor solemnidad todavía a la escena gloriosa de la Transfiguración del Señor. El Señor subía muchas veces al Monte de los Olivos y allí oraba. Y allí un día al ver a esa ciudad que sería más tarde el escenario de Su muerte, derramó lágrimas de dolor y de compasión. Dentro de la ciudad santa de Jerusalén se encuentra una pequeña colina que se llama el Monte de Sión, allí se ubicaba el Cenáculo. En este lugar instituyó el Señor, la Sagrada Eucaristía. Y en este mismo lugar sucedió también el hecho más trascendental después de la Resurrección del Señor: el Bautismo de fuego de los apóstoles y de la Virgen María, en la Pascua de Pentecostés. -142-


Jerusalén está sentada sobre los montes, Belén, Nazaret. He aquí mis queridos estudiantes, por qué el Señor escogió también para la promulgación de Su Carta Magna, - la Carta Magna del Evangelio- un monte. Vosotros sabéis queridos estudiantes, que los grandes maestros del Oriente escogen siempre las cumbres más elevadas, para allí entregarse a sus prácticas severas de ascetismo: a la meditación, a esa comunión con Dios; porque las cumbres nos invitan siempre a esta comunión. Vosotros también aficionaos a las alturas. Mirad siempre arriba, subid a las montañas. En las montañas podréis vosotros contemplar más de cerca, la grandeza, la inmensidad de ese Dios Bendito que precisamente hizo las cumbres de nuestras montañas, que levantó los Himalayas, que levantó nuestras cordilleras de los Andes, como una invitación perenne a que nosotros miremos siempre hacia arriba. El escenario, o más bien la Sala del Congreso, el Registro Senatorial, el Palacio Legislativo para la promulgación de la Nueva Ley fue una montaña, una montaña escogida por el Hijo de Dios. El Delegado del Padre, el Enviado del Padre, el Mensajero del Padre: el Mesías, Legislador Supremo, va a dictar Sus Leyes para reglar la conducta de los hombres. Para que nosotros mis queridos estudiantes, encontremos el eslabón perdido entre Él y Su Dios, entre Su criatura y Su meta definitiva. Habla el Gran Maestro y comienzan a descorrerse los velos del tiempo. Con Su visión cósmica contempla la humanidad que ya pasó, esa humanidad presente y la que ha de venir. Para Él no hay eso que llamamos ayer o mañana, todo es hoy. Ve, pero ve todo en el verdadero sentido de esta palabra, porque ver no significa sólo mirar con los ojos del cuerpo, ver tiene otro significado más profundo. Ver es intuir, es leer adentro, es escudriñar, es contemplar en toda su extensión, en toda su profundidad, en todos sus detalles los seres, las cosas. Es penetrar con la -143-


mirada interna en la esencia misma de todo. Es contemplar las causas, los orígenes de todo. Es más: sondear en los arcanos del espíritu, allí donde sólo dios puede sondear y donde nosotros podemos interiorizarnos, nadie más que nosotros y dios, dios y nosotros. Los siglos se detienen, se para el laúd del tiempo y comienza hablar. Pero Quien habla mis queridos estudiantes, Quien habla no es un filósofo, es más que un filósofo. Quien habla no es un teólogo, es más que un teólogo. Quien habla no es un profeta, es más que un profeta. Quien habla no es un sabio, es más que un sabio. Quien habla no es un legislador, es más que un legislador. Quien habla no es un gran maestro, es más que un gran maestro. Quien habla no es sólo un avatar, algún hombre extraordinario enviado en el correr del tiempo para indicar a los hombres qué ha de seguir. ¡Quien habla es el mismo dios! ¡Es una divina encarnación! es el viajero divino que realizó un viaje pero muy, muy lejano: desde los esplendores de una Gloria Infinita hasta las oscuridades de llanto y de miseria; desde los abismos de la Suprema Bienaventuranza hasta las humillaciones de una naturaleza caída; desde los planos del Amor Supremo hasta la mansión de los hombres saturada de odio, de venganza, de retaliación, de miseria, manchada con sangre de hermanos. Pero en este corto, brevísimo viaje que emprende –viaje de apenas 33 años- realizará todo lo que vino a realizar, cumplirá a perfección Su obra. Por eso, cuando abre Sus brazos para invitarnos al abrazo eterno en ese madero infamante de la cruz, puede decir con todo aplomo y con toda verdad aquel “Consummatum est” todo, absolutamente todo lo he cumplido. ¡Cumplió a plenitud el mandato de su padre! La nueva Ley que va a promulgar, cambiará la faz del mundo. Enderezaría también el curso de la historia humana. Pero sí el hombre hubiera sabido oír, si hubiera sido capaz de escuchar el mensaje Divino y de ponerlo en práctica la humanidad habría cambiado -144-


radicalmente: el hombre ya no sería lobo del hombre, no pensaría siquiera en fabricar venenos para matar, en inventar bombas para destruir, en extraer gases letales para ahogar la respiración, en lanzar a los espacios aviones supersónicos y en lanzar a los mares acorazados de combate para dominar, en reunir sabios para encerrarles en laboratorios a fin de que estudien el arte de asesinar con refinamiento. Hemos hecho un paréntesis hermanos queridos, antes de entrar al recinto sagrado para escuchar el Sermón de la Montaña, el Sermón del Señor. Él no pronunció propiamente un sermón como lo entendemos nosotros, no pronunció así ciertamente. Mateo el evangelista le dio esa forma que hoy tiene y que es conocida por todos nosotros. Mateo recogió lo más importante de la Catequesis del Señor y puso en esos tres capítulos que contienen lo que nosotros llamamos el Sermón de la Montaña. Allí ciertamente está lo más importante con relación a la Ley, con relación a los Profetas. Allí se encuentra la base de esa Carta Magna. Allí, los principios fundamentales de ese nuevo Código, de ese Código del cual depende toda la suerte de la humanidad, si lo cumple ciertamente encontrará su felicidad; y su frustración depende exclusivamente de que no lo ha cumplido hasta hoy, aquello que el Señor se dignó enseñar en aquel Sermón. CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARIA … Vamos a reflexionar sobre uno de los privilegios que es para la Iglesia católica, uno de los dogmas más queridos de fe, y una de las diademas más hermosas colocadas en la frente de la Virgen María: Su inmaculada concepción…

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El Gran Legislador, el Supremo Legislador: Dios, mis queridos estudiantes, del cual emana toda ley, del cual viene todo poder, él no hace excepciones. No, Él da todo igual a todos. Es que unos le abren la puerta para entrar, otros no le abren; unos le cierran, no hay cooperación. ¿Y qué pasó entonces, con ese Espíritu de la Virgen, con ese Espíritu purísimo? Ese Espíritu pues, le abrió de par en par las puertas para que esa Luz Divina se proyectara enteramente en Ella. Y Ella entonces, no perdió un solo instante la pureza de esa Luz que venía desde Allá, desde la mente de Dios, de esa trayectoria Divina. Y cuando esa Luz mis queridos estudiantes ya razonaba, porque sino no podemos entender cómo ya existía la Virgen entonces, en ese rayo de Luz. Porque debemos entender, era rayo consciente, rayo de mente, rayo de voluntad, rayo de conciencia, mente, voluntad, conciencia, todo luz. Entonces Ella ya razonaba, ya sabía. Y si nos diera a nosotros mis queridos estudiantes, la dicha de preguntarle y dialogar con Ella sobre esas cosas, tendríamos nosotros la plena seguridad de que Ella si ya sabía a qué venía acá a éste plano cuando se encarnó. Y su encarnación por eso mis queridos estudiantes, fue una encarnación que se llama milagrosa. -146-


Se encarna en el seno de una anciana como era Ana, y recibe también la sustancia material de un anciano, de Joaquín. Y entonces, de esas dos sustancias que habían prestado eso para que ese Espíritu puro se encarne, esas no fueron producto –digamos- de ese deseo vehemente de las juventud, de ese deseo vehemente y pasional, eran viejos entrados en años. Y la concepción de la Virgen se hace en esas circunstancias… Ella toma la naturaleza humana, es decir, toma la sustancia humana para encarnar. Pero, miremos atrás y veamos cómo salió ese Espíritu del corazón de Dios: puro, limpio. Entonces, ¿qué hace entonces mis queridos estudiantes al tomar la naturaleza humana? ¡Es tan violenta, es tan violento, es tan tremendo –digámoslo así- el impacto de ese Espíritu que viene de Allá, del seno del Padre y que debía ser una cosa tan grande, cómo el Padre escogió para ese Espíritu el ser Madre de Su propio Hijo! Ese impacto en la unión misma, en el primer instante de esa unión, cuando se une ese espíritu y entra en esa naturaleza ya humana, entonces, en ese instante se produce –digamos- un gran cortocircuito que quema, que incendia todo, absolutamente todo resto, todo vestigio, toda mancha que tiene esa naturaleza, y ese Espíritu es el que exige a esa naturaleza la sublime purificación. Y ese espíritu es el que reduce a pavesas –digámoslo así- y le purifica en un instante esa sustancia tomada, esa sustancia material que se llama naturaleza humana, tomada de Joaquín y Ana. Y entonces, así viene ese Espíritu, y así crece en el vientre materno ese cuerpo. Pero ya no es un cuerpo como los nuestros, ya no es un cuerpo que tiene esa mancha, que tiene esa inclinación, ese deseo del mal, de la transgresión, ya no, es otra clase digámoslo así, otra clase de cuerpo. Si, no clase tomada en el sentido totalmente diferente, específicamente -147-


diferente. Digamos, la Virgen no toma algo totalmente distinto, sino toma la naturaleza humana, pero como digo, ese Espíritu lo transforma intrínsecamente al primer contacto con ese óvulo prendido en el seno de la madre. Ya ese óvulo tiene todas las propiedades que viene de la Luz, de la Luz pura que viene de Dios. Y ese óvulo físico se transforma también en un límpido cristal. Si hubiera examinado un vidente ese seno en el cual está reposando ese óvulo que va creciendo, ese seno de Ana, hubiera visto que tiene esa claridad, esa transparencia especial, particularísima que no tiene ninguno de los hombres, ni San Juan Bautista. Entonces, la Virgen nace como toda niña, como toda criatura, pero así. Y cuando está ya joven, y cuando recibe la visita del ángel, ya se da cuenta de la misión que tiene. Y el diálogo que entabla con el ángel, no es sino un diálogo narrado por el evangelista San Lucas, -no por Juan porque él no nos narra ese diálogo-, por el evangelista San Lucas para darnos una idea de la grandeza de la Virgen María. Pero idea digamos, una idea exotérica, una idea externa hasta cierto punto, una idea que puede ser comprendida por todos. Entonces, la Virgen, Espíritu purísimo que al encarnarse transforma la naturaleza humana, transforma intrínsecamente la naturaleza humana que recibe Ella. Entonces, así transformado se prepara el Templo, el Tabernáculo del Hijo de Dios. Y no podía mis queridos estudiantes, no podía bajo ningún aspecto, ese Hijo de Dios encarnar en otro Tabernáculo que no fuera de esa naturaleza. No podía mis queridos estudiantes, encarnar El en otra mujer que no hubiera sido purificada así y que no hubiera salido firme de la prueba a la cual fue sometida, si hubiera tenido esa Mujer alguna vacilación. -148-


De tal manera que la grandeza de María hemos de ir a buscarla allá, desde allá, en el corazón de Dios primero, y luego hemos de ir a buscarla también en la grandeza de ese Espíritu que sometido a la prueba, salió avante. ¡Este es el gran significado de la Inmaculada Concepción de la Virgen! Entonces, hay razón mis queridos estudiantes para que el Papa, el gran Papa Pío Nono en 1854 el 8 de Diciembre haya declarado Dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Es decir, que esa concepción no tuvo ninguna sombra de pecado, que eso, esa concepción se realizó sin que la Virgen en ningún momento haya tenido la menor sombra de pecado, propio de la naturaleza humana. ¡Este es el gran significado de esto que vosotros escucháis mis queridos estudiantes! Y que creo que lo comprendéis, o al menos lo entrevéis, entrevéis vosotros. Y termino mis queridos estudiantes, con algo relacionado también con las apariciones de la Virgen María. Tanto en Lourdes como en la gran metrópoli europea, la ciudad luz -¡qué cosa tan significativa!- en la gran ciudad luz: es París, allí hay un capilla, una capilla de las hermanas de la caridad, en donde tuve también la dicha de celebrar algunas veces la Santa Misa, en esa capilla de las apariciones de la Virgen a sor Catalina Labouré, a esa novicia de la caridad. Cuando esa novicia tímida, esa novicia pues que estaba realmente, como fuera de sí ante la aparición de la Virgen, cuando dialoga con Ella y le pregunta ¿Quién eres Señora? ¿Cuál es tu nombre? Ella le contesta –la Virgen-: Yo soy la Inmaculada Concepción, le dice: mi nombre es la Inmaculada Concepción. Es decir, este Espíritu que salió del corazón de Dios y se encarnó sin tomar nada de lo manchado de la naturaleza humana, y al encarnarse purificó la naturaleza humana. ¡Yo soy la Inmaculada Concepción! -149-


Y también en Lourdes dice lo mismo, habla Ella como la Inmaculada Concepción. Su gran privilegio y Su querido privilegio después de Su Maternidad Divina es éste: de Su Inmaculada Concepción. Mis queridos estudiantes, ya tenemos una idea –creobastante clara, bastante exacta, bastante precisa de lo que es ese Espíritu puro, ese espíritu limpio de Ella, de la Virgen Bendita. Y aquí, tenemos el por qué de que nosotros TENEMOS que CONSIDERARLA ya a ELLA después de Cristo, antes que a cualquier otro hombre, antes que a cualquier otro maestro –a la Virgen- como la MAESTRA DEL MAESTRO, porque es así. ¡Si Cristo es el Maestro de los maestros, Ella es la Maestra del Maestro! Y Ella lo demostró así, en todo el Evangelio de San Juan. Y Ella también lo demuestra cuando quiere demostrar a sus hijos enseñando, enseñando a sus hijos lo que Ella es. MARIA EJEMPLO DE ORACIÓN Sí. Hay que orar. Pero hay que orar bien, mis queridos hermanos. No creamos que bien orar consiste en decir muchas fórmulas de oraciones, en tomar un devocionario y rezar todas las fórmulas de oraciones que encontramos allí. No, mis queridos hermanos, ésta no es la verdadera oración. La verdadera oración es simple, es una simple mirada que nosotros dirigimos a Dios. Oración es un simple despertar pero ese despertar en el corazón de Dios. ¡Esa es la verdadera oración!

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Orar es sintonizarnos con Él y pensar en Él; tratar de vivir la paz que viene de Él, la alegría que viene de Él, la bienaventuranza que viene de Él. ¡Esta es oración, mis queridos hermanos! ¡Y quién más que la Santísima Virgen va a enseñarnos a nosotros esta oración, ya que es también Ella la maestra de oración! Por eso, así como pidieron los Apóstoles al Señor, hemos de pedirle a la Santísima Virgen que nos enseñe a orar, para que por medio de la oración podamos alcanzar la bienaventuranza. MARÍA, MANIFESTACIÓN DIVINA La Virgen María es la primera y gran manifestación divina en el orden ontológico y también en el orden lógico, como ser más cercano a Dios, como manifestación más perfecta de Dios. Esta manifestación naturalmente en toda criatura es santa, pura, inmaculada, perfecta en su orden. Y no puede ser de otro modo, ya que es manifestación Divina; y lo que es de Dios, Dios es; lo que viene de la Suma Perfección, perfecto es en su orden respectivo de ser. La Virgen Bendita conservó siempre este modo de ser puro, santo, inmaculado. Esta es la esencia de Su Inmaculada Concepción. No hay purificación, no hay ablución posterior, -151-


porque ese espíritu nunca purificación.

necesitó

su ablución,

ni

EN EL LXXV ANIVERSARIO DE UN MILAGRO La mayoría de los hombres no vive sino de la emoción del momento, del acontecer diario, del sensacionalismo intrascendente de la última noticia, del dato trivial abultado en grandes titulares de revistas y publicaciones que hacen dinero de todo esto. ¡Qué difícil resulta encontrar cerebros que piensan, almas que reflexionan, espíritus que se esfuerzan por penetrar en los deslumbrantes misterios del cosmos o en las cimas abismales de las divinas perfecciones! ¡Qué difícil resulta encontrar la respuesta a tantos hechos trascendentales de la historia humana! ¿Por qué? ¡Porque hace falta el verdadero filósofo, el investigador inquisitivo que se esfuerza por descifrar las inquietudes y los signos de los tiempos! Nos encontramos frente a un hecho extraordinario, que trasciende los límites del vivir prosaico, que necesita una explicación, alguna explicación. Las circunstancias que forman el marco de este hecho, no son nada extraordinarias. ¿Qué tiene de extraordinario un comedor en donde están cenando en las primeras horas de la noche unos niños? ¿No sucede esto todos los días, centenares de miles de veces? ¿Qué tiene de extraordinario que en ese comedor presida desde el lugar principal algún cuadro, alguna imagen de Cristo, de la Virgen, de algún santo o simplemente algún paisaje? ¿No se decoran con estos objetos, -152-


salas y comedores en todo el mundo? Pero, aquí viene lo excepcional, lo extraordinario, lo trascendente: Una imagen de la Virgen María, Madre del Verbo, que creó un artista anónimo, bajo la inspiración del dolor lacerante… que trasladó al lienzo el rostro de una mujer única, tierna como ninguna; de mirada dulce, con la dulzura de todas las madres de la tierra; con los ojos nublados por infinita tristeza; con las mejillas humedecidas con las lágrimas que condensan todo el dolor de la raza humana, con las manos delicadas de pétalos de azucena que han florecido la paradoja de agudas espinas; con el corazón despedazado por simbólicos puñales… Que ese cuadro que la noche del 20 de abril de 1906, pendía de una pared del comedor de los niños del Colegio de los PP. Jesuitas, de pronto cobrara vida, que en ese Cuadro se produjera una verdadera transmutación, que toda la contextura externa de esa Imagen, dejara de ser por unos momentos la sencilla representación del símbolo más excelso de los cristianos y se convirtiera en la Madre verdadera, exactamente en esa misma Madre que experimentó en su corazón la muerte del Hijo que ofrendó su vida por el hombre, que palideciera, que moviera los párpados, que expresaría el dolor supremo con el mejor lenguaje: el de las lágrimas… ¿No es esto, en verdad un hecho excepcional, único, imposible de explicar siguiendo los cánones estrictos del razonamiento meramente humano? Esto sucedió en Quito, en el comedor del antiguo Colegio San Gabriel, en presencia de numerosos niños y del sacerdote que ejercía entonces la vigilancia. Cada quien explique e interprete como quiera la motivación de este milagro. El milagro es incontrovertible. La Virgen María quiso manifestarse a nosotros, a nosotros ecuatorianos. A nosotros que, en la corta vida de Nación -153-


independiente, hemos tenido tantos, tantos altibajos en todo orden: En lo social, económico, político, religioso Madre Dolorosa, que tu mirada permanezca puesta siempre sobre el Ecuador. Es tu pueblo. Somos tus hijos engendrados en el dolor. Vela especialmente por la niñez, por la juventud, por el gobierno de esta Patria terrena para que aquí aprendamos todos, el arte de prepararnos debidamente a vivir la vida verdadera. DESDE EL ARCANO DEL SILENCIO Y ahora mis amados estudiantes escuchad unos pocos pensamientos. Pensamientos que sin duda alguna, os servirán para preparaos a esta gran fiesta de Navidad. En este momento que os dirijo estas palabras, me siento lejos, muy lejos. Las luces de este mundo se oscurecen, comienzo a vislumbrar los signos del Arcano. Quisiera guardar silencio, profundo silencio. Quisiera solamente escuchar el mensaje que viene desde allá, desde muy lejos; mensaje que es tan difícil expresar en palabras. Siento una alegría infinita al dirigirme a vosotros. Un no sé qué, que me hace olvidar cuanto me rodea. Quiero adentrarme más y más, en un abismo cuyo límite desconozco. Pero es un abismo de Luz, de Gozo, de Bienaventuranza, de Paz, de Amor. Entro en mí mismo. Yo siento a cada uno de vosotros, mis queridos estudiantes, a cada uno de vosotros distintamente y a todos al mismo tiempo. Yo os veo tan cerca, tan cerca; tan unidos a mí que no se: si soy yo mismo en cada uno de vosotros, o vosotros en mí.

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Mi espíritu se hace grande, muy grande; adquiere contornos de infinito. Hay una fuerza secreta, tremendamente poderosa que me une a cada uno de vosotros y me encadena. Pero no con esas cadenas que significan esclavitud, sino con esas cadenas que hacen verdaderamente libres: las del AMOR. Pero de ese amor que viene de Él, del Bendito Dios, de su Bendito Hijo, de su Santa Vibración Omnisciente y Omnipresente que nos da la conciencia para saborear el gozo inefable de nuestra comunión con Él. A Él, le pido para cada uno de vosotros sin excepción. Para los que estáis más adelante en el sendero, para los que recién habéis comenzado. Para los débiles, para los turbados, para los inquietos, para los atormentados, para los tristes, para los enfermos, en fin para todos, una ESPECIAL BENDICIÓN. Especialísima bendición como la que descendió la Noche aquella de la Venida al mundo del mismo Hijo de Dios. Mi conciencia, mi mente, mi corazón vuelan allá, a Belén. Entro en la pequeña Gruta que le vio nacer a ese Niño chiquito, que hizo estremecer de gozo los quicios de los palacios celestiales, que inundó de luz todos los planos. Que produjo una descarga de energía divina tan poderosa sobre esta tierra de pecado, que la transformó en un oasis de gracia: De escenario de odio, en islote de amor. De teatro de desesperación y de miseria, en arca de esperanza y de riqueza. -155-


Queridos estudiantes, en la noche de Navidad adentraos sí, adentraos, dentro de vosotros mismos. Entrad dentro de vuestros santuarios y encontrad en ellos a ese Niño Chiquito que nace en cada uno de vosotros. A ese Cristo Bendito, el único que realizará el gran milagro de purificaros y de transformaros con el fuego del Espíritu Santo, el único que tiene el poder de haceros nuevas criaturas. Meditad sí, meditad profundamente. Abandonaos en Sus brazos y tranquilos esperad Su respuesta, esperad Su sonrisa, Su paz, Su gozo, Su bienaventuranza. Navidad no es ruido, es el silencio. Navidad no es jolgorio, es reposo. Navidad no es disipación, es recogimiento. Navidad no es fiesta cívica, es fiesta de Dios. Navidad no es vana alegría, es gozo verdadero. Navidad no es celebración humana, es realización divina. Recibid a ese Bendito Niño en vuestros hogares, para que sea siempre no vuestro huésped, sino vuestro guía, vuestro Padre. En vuestras diarias actividades, en vuestros pequeños o grandes problemas, recibidlo sí; y recibidlo sobre todo, en vuestros corazones: En cada uno de vosotros, debe encontrar Él y solo Él, un trono desde donde pueda gobernar toda vuestra vida. Jóvenes matrimonios, matrimonios antiguos, estudiantes todos, felices de vosotros porque se os ha dado a conocer la hora de Dios. Porque le habéis abierto las puertas del corazón. Conservadlas siempre abiertas por vuestra humildad, por vuestra devoción, por vuestra mutua comprensión, por el amor que le debéis a Él y a vuestros hermanos.

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Yo, el último de todos vosotros, pido a ese Niño Bendito que os haga sentir la dulce y al mismo tiempo TREMENDA VIBRACIÓN de Su Presencia. Que Él os haga muy felices, estos son mis deseos. Os transmito también esto que hemos sentido profundamente Pablito, María Eugenia y vuestro servidor. Ellos mis queridos estudiantes, os siguen amando, pero amándonos profundamente. Sentid su amor, sentid su mensaje, vivid su amor, vivid su mensaje; y lo sentiréis y lo viviréis en la medida en que profundicéis vuestra meditación. Ellos me dicen una vez más, que son muy felices, que quieren compartir con cada uno de vosotros su gozo inefable, su felicidad inefable de estas Navidades. Ellos os recomiendan que seáis firmes, resueltos, decididos en vuestras prácticas espirituales. Ellos estarán junto a vosotros en la Noche Buena meditando con vosotros, gozando con vosotros, compartiendo vuestras inquietudes, vuestras pruebas, vuestros quebrantos. Ellos os tienen presentes a cada uno de vosotros y a cada instante, recordad esto siempre. Ellos se unen a vosotros, en el canto de alabanza que entonaron los ángeles en la Noche Buena sobre el campo de los pastores: “GLORIA A DIOS EN LOS CIELOS Y PAZ EN LA TIERRA A TODOS LOS HOMBRES QUE CUMPLEN SU VOLUNTAD”. Ellos, Pablito y María Eugenia, en las mansiones celestiales, allí donde ya no hay lágrimas, allí donde no hay dolor, allí donde no hay inquietud, allí donde no hay quebranto. Ellos, en las mansiones celestiales, se unen a vuestro gozo en esta Noche Buena.

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EXPOSICIÓN RELIGIONES

EN

EL

CONGRESO

MUNDIAL

DE

ABRAZO ESPIRITUAL ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE En el verano de 1893, meses antes de reunirse en Chicago el Primer Parlamento Mundial de Religiones, desembarcaba en Vancouver un joven "Sannyasín" hindú, por nombre swami Vivekananda. No traía consigo cartas de presentación, ni conocía a nadie en la gran ciudad; sin embargo, en la sesión inaugural se destacó como uno de los voceros más calificados entre los delegados orientales. Frente al exclusivismo que tienen las religiones, dijo entonces: "La unilateralidad es el veneno del mundo; cuantos más lados podáis desarrollar, tantas más almas tendréis, y podréis ver el Universo a través de todas las almas". Tomando la comparación de la maceta como símbolo de cada religión y la planta como una religión universal, añadió: "Las iglesias, doctrinas y formas son defensas para proteger a la tierna planta, pero después tienen que ser arrancadas para que la planta pueda hacerse árbol. Del mismo modo, en las diversas religiones, las Biblias, los Vedas y los dogmas son macetas para la pequeña planta; pero es necesario sacarla de la maceta". "Mira al océano y no a la ola; no veas diferencia entre la hormiga y el ángel. Cada

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gusano es un hermano del Nazareno. ¿Cómo dices que el uno es más grande y el otro menos? Cada cual es grande en su propio lugar."10 De esta manera se propuso poner las bases para borrar las fronteras entre las religiones y trabajar por una religión universal que una a todos los hombres. Este swami oriental, fiel discípulo de su gran maestro Sri Ramakrishna, proclamaba que la Verdad y la unidad fundamental de todas las religiones debe ser la meta de todos los hombres. Creo también que a la Verdad y a la unidad, debiera añadirse la palabra: "AMOR" como la síntesis de la unión del hombre con Dios. El día de hoy, para conocer a un pueblo es necesario, no solamente enterarse de su dimensión geográfica, política, económica, social, científica, cultural, artística, sino filosófica y religiosa. La filosofía y la religión como hecho social hay que conocerlas más que los otros. He dividido esta disertación en dos partes: En la primera, presentaré una visión panorámica de la convergencia y divergencia entre Oriente y Occidente en las cosas que se relacionan con el orden material.

Swami Vivekananda- Pláticas inspiradas.- Ramakrishna Ashrama.Buenos Aires Argentina p. 69. -16010


En la segunda, examinaremos esta convergencia y divergencia en el orden filosófico y religioso con su proyección al tercer milenio. Por último, sacaremos las conclusiones. PRIMERA PARTE CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE EN EL ORDEN MATERIAL En el orden Político Los hombres, las familias y sus asociaciones, conscientes de su insuficiencia para llevar una vida plenamente humana, se han visto en la necesidad de constituirse en comunidades políticas para velar por el bien común. Con este objeto, en estas comunidades se ha creado la autoridad como coordinadora de los bienes de sus asociados. En la antigüedad, el Oriente se ha caracterizado por la creación de grandes imperios que florecieron en Persia, Babilonia, Mesopotamia y otros países en el Extremo Oriente, cuyos rezagos subsisten hasta hoy. Esta misma característica se destacó también en el mundo antiguo en Occidente, tanto en Europa como en Mesoamérica y Suramérica. En la política de Oriente, se destaca el hecho de que todos los seres humanos deben -161-


caminar juntos, formando una gran comunidad. La persona humana es colocada en segundo lugar. En Occidente predominó la tendencia a formar naciones separadas con sus propios gobiernos. Esta tendencia causó el resquebrajamiento de la unidad política por las guerras a lo largo de la historia y dio como resultado la formación de naciones autónomas en las que la persona humana ocupa el primer lugar. En el orden Económico En Oriente no es el hombre el sujeto de la economía, sino la comunidad. El individuo está educado a renunciar a sus propias ventajas en beneficio de la comunidad. En Occidente predomina el fenómeno del individualismo liberal económico que favorece la libre empresa y la industria en detrimento de la comunidad humana. Esto ha dado origen a la sindicalización de las empresas productivas y ha generado las desigualdades sociales. Mientras mucha gente carece aún de las cosas indispensables, hay quienes, -aún en las regiones menos desarrolladas- viven opulentamente o malgastan los bienes. Al evaluar esta característica de Occidente, la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual del Vaticano II hace esta sabia reflexión: "Jamás el género humano disfrutó de tantas riquezas, posibilidades y poder económico. Sin embargo, todavía una porción ingente de los habitantes de la tierra se ve atormentada por el hambre y la miseria... Jamás los hombres han tenido un sentido tan agudo de la libertad como hoy. Pero están surgiendo al mismo tiempo nuevas formas de esclavitud social y psíquica... Se busca con ahínco un orden temporal más perfecto, pero el progreso espiritual no avanza a la par."11

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Vaticano II. Constitución Gaudium et Spes n° 4. -162-


En la sociedad occidental el lujo y la miseria, la riqueza y la pobreza coexisten. Se dice que, de los mil millones de seres humanos que tiene América Latina, doscientos millones viven en la absoluta pobreza; el mismo fenómeno se produce en Asia y África. La filosofía de la socialización económica de Oriente y Occidente no ha cambiado: en Oriente se inspira en la integración a la comunidad; en Occidente se orienta al bienestar individual. En el orden Social Según el ordenamiento divino, todos los hombres fueron creados para formar una sola familia y para tratarse como hermanos. De este principio nacen los vínculos sociales para el desarrollo del hombre, de la familia y de la comunidad política, que ha dado origen a las diversas asociaciones e instituciones de derecho público y privado. De este hecho ha nacido la socialización para reafirmar y desarrollar la persona humana y salvaguardar sus derechos. El orden social ha sido establecido para el bien de las personas, y no lo contrario; nace del principio divino: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo."12 El mandamiento divino quiere que nos acerquemos a todos los hombres considerándoles como hermanos. "Ancianos abandonados de todos, obreros nacionales y extranjeros despreciados injustamente, niños nacidos de una unión ilegítima, hambrientos que encontramos en las calles; en una palabra: todos, especialmente los necesitados, deben ser tratados como un otro yo nuestro. Todo lo que degrada la civilización humana, todo atentado contra la vida, todo lo que viola el

12

Mt. 5, 43. -163-


mandamiento de amar al prójimo como a otro yo nuestro"13 debe desaparecer. Estos son los principios del orden social que propugna el cristianismo de Occidente. En Oriente la persona está limitada por costumbres y reglas tradicionales que la subordinan a la comunidad y le impiden su auto-evolución. En el orden Científico En la antigüedad, fue la India el país que comenzó por estudiar los fenómenos astronómicos, que incursionó en la medicina y en la psicología, que descubrió la trigonometría; y el astrónomo árabe AI-Battani sostiene que la introducción de la trigonometría en los cálculos matemáticos es de origen indio. La India descubrió el Ayurveda, un sistema de medicina empírica; conoció también una técnica avanzada de fabricación del hierro. La China tuvo un conocimiento avanzado de astronomía que le permitió seguir el movimiento de los .astros para elaborar sus calendarios. En este país, el álgebra tuvo -antes de Pascal y Geottfried Wilhelm Leibniz- un gran desarrollo; sus conocimientos médicos eran adelantados; conoció la acupuntura, que la medicina de Occidente emplea también el día de hoy. 13

Vaticano II. Constitución Gaudium et Spes n° 27. -164-


A partir del siglo XVI comienza el estancamiento de las ciencias orientales por la rápida evolución de la ciencia de Occidente. El renacimiento y la Reforma Protestante canalizaron fácilmente el pensamiento occidental cristiano hacia el estudio del cosmos. La mentalidad occidental se vuelca al mundo material, comienza a utilizar en toda su dimensión su capacidad para estudiar las leyes de la naturaleza; sus conquistas en este campo son extraordinarias. En Oriente no se dio este fenómeno, conservando sus tradiciones; su empeño era acatar el poder divino que rige los seres y las cosas para vivir adaptándose a las leyes del universo. Algunos países de Occidente como Portugal, España, Holanda, Inglaterra, entre otros, en su afán de poderío y riqueza establecieron sus colonias en muchos países de Oriente, para abandonarlos después. La dominación de Occidente no logró sepultar la milenaria cultura espiritual de aquellos pueblos. En el orden Cultural Por la cultura el ser humano desarrolla sus cualidades físicas, mentales y espirituales, participa en la vida social tanto de la familia como de la sociedad civil y es capaz de acumular sus experiencias para provecho de los demás. La cultura humana tiene un aspecto histórico y social que genera estilos de vida diversos que le permiten servirse de las cosas, trabajar, crear leyes e instituciones jurídicas, promover las ciencias y las artes, cultivar la belleza y practicar una religión. Por medio de la cultura se han cambiado radicalmente las circunstancias de la vida humana. La cultura occidental se ha impuesto como meta la búsqueda y aprovechamiento de los valores materiales. Se centra: en las ciencias exactas para aprovechar la riqueza de! mundo material; -165-


en la psicología para explicar en profundidad la actividad humana; en los estudios históricos para descubrir el doble aspecto de la mutabilidad y evolución de las cosas; en los hábitos y costumbres que tienden a unificarse cada vez más. El creciente intercambio entre las diversas naciones y grupos humanos permite a Occidente redescubrir los tesoros de las distintas civilizaciones y adquirir una cultura humana más universal que promueva la unidad de la especie humana, respetando las características esenciales de las distintas culturas. Esto ha dado origen al nacimiento de un nuevo humanismo, en el que el hombre reconoce su responsabilidad para con sus hermanos y la historia. La cultura oriental está ligada íntimamente a un patrón espiritual; gira en torno de él y se proyecta a la comunidad. El trabajo, las leyes, las instituciones jurídicas, la psicología, la historia, la vida social y familiar están inseparablemente unidas a lo espiritual. De estas dos culturas: La cultura humana de Occidente centrada en lo material está llamada no sólo a la búsqueda y aprovechamiento de los bienes materiales para el goce material, sino a desarrollarse de tal manera que "cultive equilibradamente a la persona humana íntegra y ayude a los hombres en las tareas a cuyo cumplimiento todos, y principalmente los cristianos, son llamados, unidos fraternalmente en una sola familia humana."14 La cultura humana de Oriente está llamada también a aprovechar de la riqueza del mundo material para el bienestar de la comunidad. 14

Vaticano II. Constitución Gaudium et Spes n° 56. -166-


El ideal sería encontrar entre ambas culturas un equilibrio tal, que permita la armonía en la cual Oriente -dando primacía a la parte espiritual- no descuide el aspecto material; y a su vez, que Occidente no abandone lo espiritual para dedicarse a lo material. En el orden Artístico Cada ser humano a través de los sentidos que actúan como un filtro, recibe el impacto de los objetos que le rodean y tocan las fibras emocionales, mentales y espirituales más íntimas. Así nació el Arte. Las bellas artes, como la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la literatura; las artes mecánicas, en lo que se necesita el trabajo manual o el concurso de máquinas; son expresiones de la forma, del color, del sonido. En estos tres modos de expresión (tríadico) se revela la infinita sabiduría y bondad del Autor de todas las cosas. El arte es la expresión de lo que siente individualmente cada ser humano. El arte occidental se caracteriza por acentuar lo particular, no lo universal; por una tendencia al análisis y a la expresión de cada forma en particular. Esto lo podemos constatar con relación al arte cristiano: en el arte clásico de la arquitectura constantiniana, en el arte bizantino; más adelante, en la escultura y la pintura del arte de la Europa monástica y feudal; y por último, en el siglo XIX en el impresionismo y esculturalismo, en el formalismo abstracto, en el expresionismo, en el futurismo y otros. En el arte oriental resalta lo universal. La pintura oriental gira en torno a dos dimensiones en las que resplandece la unidad infinita del Todo presente en cada parte; la arquitectura, conservando esta misma característica, se expresa en variaciones infinitas; en la música oriental se destaca la monotonía para resaltar la nota clave; al contrario de la música occidental de ritmo polifónico variadísimo. -167-


En resumen, el arte oriental tiene un fundamento metafísico que se expresa en la armonía del todo; el arte occidental es la expresión pormenorizada de la belleza. SEGUNDA PARTE CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE EN EL ORDEN FILOSÓFICO Y RELIGIOSO El concepto filosófico ha sufrido una evolución en Oriente y Occidente. En Oriente, la filosofía -desde sus comienzos hasta hoy- es una ciencia inseparablemente unida a la religión; en Occidente, la filosofía se ha independizado del concepto religioso y se ha convertido en una ciencia autónoma de la razón; la religión es una ciencia separada de la filosofía. Dios, el orden trascendente, el hombre y su relación con Dios, han dado lugar al nacimiento de la teología especulativa, de la ascética y de la mística. En Occidente el campo filosófico y el campo teológico siguen por caminos paralelos diferentes. Este es, a nuestro juicio, el punto clave de la diferencia entre la filosofía y la religión de Oriente y Occidente. En el orden Filosófico La filosofía surge del encuentro entre el hombre, la sociedad y el mundo que le rodea. Está vinculada esencialmente a la historia humana. La filosofía oriental, se remonta a unos tres o cuatro mil años antes de la era cristiana. El filósofo oriental no tiene tratados filosóficos específicos que nos ofrezcan una síntesis de su pensamiento filosófico. Lo que se conoce bajo el nombre de filosofía oriental está expuesta en sus libros sagrados, que se -168-


conservaron por mucho tiempo sólo en la tradición oral. Esta tradición fue más tarde, consignada por escrito por los Rishis que moraban en los bosques y en las márgenes de los ríos y lagos, que fueron considerados como seres de origen divino, que vinieron en los días precursores de la edad Védica. La filosofía oriental se podría definir como una ciencia de la unión del Uno con el Todo y del Todo con el Uno, esto es, de Dios con su creación. Este concepto básico de la esencia de la filosofía oriental ha permanecido inalterable. No hay verdadero maestro oriental hasta el día de hoy, que no enseñe y viva este concepto fundamental de su filosofía.

Para la gran mayoría de los occidentales los pueblos de Oriente en cuanto a su cultura, costumbres, formas de vida, a sus tradiciones milenarias, su filosofía, su religión, sus conceptos acerca de Dios, del hombre y del cosmos, su interrelación con el universo, pasan desconocidos. Poquísimos conocen de cerca, en sus propias fuentes o a través de contactos personales, su cultura milenaria. Toda la literatura y la filosofía sánscrita, que es más extensa que la griega y la latina juntas, están impregnadas de un profundo sabor religioso. Su filosofía no nació en y para la mente, carece de enunciados metafísicos, ontológicos, antropológicos, psicológicos, sociales y científicos Es una filosofía que viene de Dios, se proyecta al hombre y continúa inseparablemente unida a Dios. Dios es el punto alfa y omega de esta filosofía. Uno de los más grandes filósofos de la India, Sankaracharya sentaba este principio: "La filosofía sin religión degenera en un vano -169-


y seco intelectualismo; la razón se mueve en un círculo, crea dudas y nunca arriba a una finalidad total. Puede indicarnos la posibilidad, no la prueba de la realidad última (Dios), pues si no se halla animada por la fe, vuelve agnóstico a quien la utiliza."15 Otro de los filósofos del siglo VIII de nuestra era, swami Nikhilananda, anotaba que: "En Occidente, especialmente desde el comienzo de la Era Moderna, la filosofía se ha divorciado de la religión. El resultado parece haber sido desastroso para ambas; los pensadores hindúes, sin embargo, han mantenido siempre una estrecha alianza entre las dos. La una es incompleta sin la otra. La filosofía es la búsqueda de la verdad y la religión es la búsqueda de Dios. Sin embargo, en la Experiencia final, Dios y Verdad son una y la misma cosa."16 El oriental es el filósofo de la inmanencia divina. No concibe a un Dios que no esté cerca del hombre y en el hombre. El concepto antropológico del filósofo oriental es mucho más claro, más completo y más concreto que el del filósofo occidental. El filósofo oriental sostiene que: "El ser humano posee distintos cuerpos (físico, etérico, astral, mental, causal), el alma y el espíritu. El espíritu es el Yo Superior, el Atman que pertenece al mundo divino, es como una gota de agua en un grano de arena de las riveras del mar Infinito, un destello de la llama sagrada, una chispa divina, es algo de Dios mismo. Nuestro espíritu es de la

Atmabodha. Bs. As Ed. Hastinapura. 1982 p. 38. Sir Sankaracharya "Atma Bodha", Bs. As. Ed. Hastinapura. 1982 p. 38. -17015

16


misma naturaleza del Espíritu Divino que, individualidad, entra en comunión con Dios."17

conservando

su

El oriental ha creado una filosofía en la cual nada de lo que tiene el hombre se excluye de Dios. Ha creado la Yoga como ciencia de la unión del hombre con Dios. Todas las ramas de la Yoga se encaminan a este mismo fin: "La unión del hombre con Dios. La Hatha Yoga (ciencia del cultivo del cuerpo físico), el Karma Yoga (ley de causa y efecto), Gnani Yoga (ley del conocimiento), el Bhakti Yoga (yoga devocional), el Raja Yoga (yoga de la concentración), el Mantra Yoga (el poder de la palabra), el Laya Yoga (control de la conciencia), el Nada Yoga (control del sonido), el Kundalini Yoga (ciencia del despertar la energía de los chakras, y otras clases de Yogas, en la filosofía hindú están encaminadas a la búsqueda y la realización de Dios)." 18 En la filosofía de Occidente se pueden anotar tres grandes períodos: El griego, el cristiano y el renacentista. El primero se implantó en Grecia y abarca seis centurias contadas a partir del siglo VI A.C. En este período, a partir de Hesíodo, Tales de Mileto, Anaximandro, Parménides, Heráclito, Jenófanes, Pitágoras, Sócrates hasta Platón, la filosofía era considerada como la ciencia de lo divino; los conceptos: Dios, hombre y su interrelación formaban un conjunto unitario. Esto no es extraño porque, entre otros filósofos griegos, Platón asimiló los conocimientos de Persia Babilonia, Egipto, Fenicia, India y otros países. Como ejemplo, cito el siguiente: "La comparación del hombre que se sienta en el carro (cuerpo), el intelecto (el auriga), la mente (las riendas), los Yogui Ramacharaka. "Lecciones sobre Filosofía Yogui y ocultismo oriental". Bs. As. Ed. Kier, p. 72. 18 Satyananda Paramahansa. "El Yoga alrededor del mundo", Bogotá 1980. Swami Sivananda. "Tantra Yoga Nada Yoga, Kriya Yoga", Bs Argentina, Ed. Kier, 1979. -17117


caballos (los sentidos), los caminos que ellos toman (objetos de los sentidos)…” 19, Platón los tomó literalmente del Katha Upanishad. En la elaboración del concepto antropológico, Platón definió al ser humano como un compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Esta tricotomía de Platón pasó a la filosofía cristiana a través de San Agustín. Esta tricotomía de San Agustín está claramente enseñada en la Biblia. En la Biblia, la palabra ALMA (en hebreo "Nefesh" y en griego "Psique"), en la versión de los LXX se repite 900 veces con el mismo significado de "vida" de la literatura griega antigua. "El alma es lo que hace al cuerpo un ser vivo" 20; "lo vital en el hombre" 21 "morir es exhalar el alma" 22. En el Nuevo Testamento "el Alma (psique) es la sede de la vida y la vida misma." 23 La palabra espíritu ("Ruac" en hebreo y "Pneuma" en griego) se repite trecientas setenta y nueve veces como la parte autónoma del hombre. "Así como el cuerpo es terrenal porque procede de la tierra, el espíritu es celestial porque procede del cielo." 24 Según los escritos del Qumran, "El espíritu del hombre piadoso ha sido creado desde siempre"25. La tricotomía antropológica: cuerpo, alma y espíritu está claramente expresada en San Pablo 26; En el

Los Upanishadas. Tercer Vol. nos. 3 Gen. 36, 6. 21 Gen. 1, 20. 22 Gen. 15,9. 23 Mc. 8,35.-Mt 10,36,6,25 24 Sab. 15, 11. 25 IQH IV, 21. 26 I Tes. 5, 23. -17219 20


canto del Magnificat: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador." 27 Jesús usa los dos términos "alma y espíritu" en sentido diferente cuando dice: "Triste está mi alma hasta la muerte"28; y en la última invocación al Padre al expirar: "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu." 29 Aristóteles, como su Maestro Platón, al principio enseñó también que la filosofía es la ciencia de lo divino; pero se apartó de la línea de su maestro y enseñó que la filosofía es una ciencia de la pura razón, y el concepto unitario de la filosofía se perdió. Igualmente, en la elaboración del concepto antropológico, Aristóteles al principio siguió a su maestro Platón y luego, se apartó de la línea de Platón y enseñó que el hombre es un compuesto de alma racional y cuerpo. Estos dos pilares de la filosofía de Platón en Grecia y de San Agustín en los primitivos siglos de la era cristiana, a saber, que la filosofía es también una ciencia de lo divino y que el hombre es un compuesto de cuerpo, alma y espíritu y que fueron suplantados por la filosofía de Aristóteles, convirtió a la filosofía en una ciencia de la pura razón y al hombre en un compuesto de alma racional y cuerpo. Esta teoría aristotélica, a partir del siglo XIII fue incorporada al cristianismo para explicar los dogmas de fe, por San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino, y permanece hasta hoy. La inmersión de la Iglesia en las cosas del orden temporal, por una parte, y su nueva visión a través del concepto de la antropología de la filosofía aristotélica, dio como resultado una 27 28

Lc. 1, 46.

Mt 26, 38.- Mc 14, 34. 29 Le. 23, 46.

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crisis profunda, que dio origen a la Reforma y al Renacimiento; continuó en el Racionalismo del siglo XVIII con la absolutización de la razón y culmina en aquello que el santo Padre (Juan Pablo II) bautizó como "El drama espiritual de nuestro tiempo." En este drama entran en escena hasta hoy: "el secularismo, el humanismo integral y el ateísmo pragmatista, neopositivista, psicoanalista, existencialista, marxista, estructuralista, Nietzscheano y las nuevas teologías de la muerte de Dios, de la liberación de tipo marxista y otras teologías." 30 Por lo que acabamos de exponer, la polaridad entre la filosofía oriental y la occidental es profunda. La filosofía oriental tiene como característica inalterable hasta el día de hoy, la relación del hombre inseparablemente unido a Dios. La filosofía occidental, al convertirse en una ciencia de la razón, a nuestro juicio, quedó mutilada por excluir a Dios; el concepto del hombre, al ser considerado como un compuesto de cuerpo y alma (racional) y al haberse excluido de este compuesto al "espíritu", quedó también mutilado. Aquí está el origen de los problemas filosóficos y religiosos surgidos posteriormente. En el orden Religioso Según la última estadística de la Iglesia Católica, válida desde el primero de enero de 1992, la población mundial de las distintas religiones en el mundo es de 5.251.238.000 que, por religiones se distribuyen en el siguiente orden: 30

. Memorias del III Congreso Mundial de Filosofía Cristiana -Quito Ecuador- 1989. El tema de Dios, un tema Antropológico. Ed. Pontificia Universidad Católica del Ecuador- 1990 sección 1 ponencia: Dios y el hombre realidades antagónicas autor- Dr. César A Dávila G. p. 47.

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Cristianos: Católicos: Musulmanes: Hindúes: Confucionistas: Budistas: Judíos: Sikhs: Otras Religiones: Arreligiosos o Indiferentes:

1.802.154.000 928.500.000 937.000.000 731.900.000 342.430.000 332.900.000 19.750.000 17.580.000 756.254.000 271.000.000

De los católicos que existen hoy día en el mundo: El 63.74 % pertenece a América; el 39.96% a Europa; a Oceanía el 26.53%; al Continente Africano el 13.93%; en el Continente Asiático sobre una población de 3.149.064.000 hay apenas un 2.73 %. Nótese bien que en el mundo hay 1.802.154.000 de cristianos y en el Continente Asiático, 3 mil millones que profesan otras religiones como: el hinduismo, el budismo, el islamismo, el judaísmo y otras. Esto nos da ya una idea del problema religioso en el mundo. Si bien hay puntos convergentes que permiten el acercamiento entre las distintas religiones, hay también serios puntos de divergencia. Las divergencias han dado origen, a lo largo de la historia, a aclaraciones, divisiones, discusiones, sectarismos, persecuciones y luchas cruentas que no se compaginan con la esencia de una religión, entendida como la relación del hombre con lo Santo; es decir, con Dios. Es explicable -hasta cierto punto- que esto se produzca, por disputarse un pedazo de tierra, por cuestiones de carácter político, económico, social, cultural y otros; pero es inconcebible que se produzca por creencias religiosas. -175-


Ciñéndonos a las distintas denominaciones de religiones que nos presenta esta última estadística, vamos a examinar sus puntos de convergencia y de divergencia. Todas las religiones tienen un origen común; según unos, se remontan al paleolítico. El hombre primitivo tenía ante sí estos tres factores preocupantes: alimentarse, reproducirse y morir. Esto le hizo reflexionar que, por su condición mortal, debía tener alguna seguridad para el Más Allá después de la muerte. Su espíritu intuía la presencia de un Ser cuya trascendencia no podía explicarla. En el correr del tiempo, comienza una acción directa e inmediata de parte de Dios hacia el hombre. Esta acción divina se realiza por intermedio de los profetas, iluminados, santos, maestros, avatares, o como quieran llamarse; comienza a expresarse por la palabra, las danzas, los lavatorios, las unciones, las bendiciones y otros actos externos semejantes. Esta acción divina se ha llamado las "Huellas de la presencia del Verbo de Dios", "Protosíntesis o Religión Patriarcal". San Agustín la denomina "Religio Vera" que, según algunos investigadores va más allá del año 3.000 A.C.; según otros, se remonta a unos 6, 8 o 10 mil años A.C. Al referirse a estos libros sagrados de las religiones que tuvo a su alcance, dice el Gran Padre de la Iglesia: "Leí todos sus libros y encontré ahí todas estas grandes verdades: Que el Verbo estaba en Dios, y que el Verbo era Dios; que Aquél era Dios desde el principio, que todas las cosas han sido hechas por el Verbo; que de todo lo que ha sido hecho no hay nada que haya sido hecho sin Él; que en Él está la Vida; que esta Vida es la luz de los hombres, pero que las tinieblas no lo han comprendido; que aunque el alma del hombre rinda testimonio a la Luz, no es ella quien es la Luz, sino el Verbo de Dios; que el Verbo de Dios es Dios mismo y la verdadera Luz con la que son esclarecidos todos los hombres que vienen -176-


al mundo; que Él estaba en el Mundo y que el Mundo ha sido hecho por Él y que el Mundo no le ha conocido en modo alguno". Y añade: "Pues aunque esta doctrina no estuviese en términos propios en estos libros, está ahí en el mismo sentido, y apoyada por muchas suertes de pruebas. Más, que este Verbo haya venido en su propia morada, que los suyos no hayan querido recibirle y que haya dado a los que lo han recibido que creen en Él, y que invocan su Santo Nombre, el poder de ser hijos de Dios, es lo que no encontré ahí de ningún modo. Encontré ahí que el Hijo ha nacido del Padre y que no usurpa nada cuando se dice igual a Dios, ya que, por su naturaleza, es de la misma substancia que Dios, y que esta doctrina está expresada en sus libros, en muchas maneras diferentes."31 Es clara la voluntad salvífica de Dios por medio del Verbo, descrita por San Agustín en las otras religiones antes de la presencia del Cristo hecho Hombre. Esto lo expresa también el Apóstol Pablo en su Carta a su discípulo Timoteo: "Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad." 32 La salvación no es un privilegio de unos o de otros, de los que practiquen una religión o de los que practiquen otra. La voluntad de Dios es salvar a todos los hombres sin excepción. En todas las religiones se encuentran estas huellas de la "Presencia del Verbo". Antes de la venida de Cristo, en los pueblos de Oriente, del Imperio Romano, Grecia, América y Mesoamérica, en general en los distintos puntos de la tierra, ya existía la presencia secreta de Dios; por esta razón, el Concilio Vaticano II en muchos documentos se refiere a esta presencia.

31

Saint- Yves D'Alveydre. "El Arqueómetro". Ed. Luis Cárcamo, San Raimundo, 58 Madrid - 20 Cap. II p. 78. 32 I Timoteo 2, 4.

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Puntos de convergencia entre las diversas religiones Estas huellas del "Verbo", se concretizan en la creencia en un Ser Supremo Creador, en una vida futura, en el premio o castigo en el Más Allá, condicionados a las buenas o malas obras. Estas verdades fundamentales son la esencia de las distintas religiones. No puede haber religión alguna "si faltan el fundamento divino y la esperanza de la vida eterna." 33 Los libros sagrados del hinduismo, entre ellos el Rig Veda (Veda de las estrofas) redactado entre los 2000 y 1500 años antes de nuestra era, el Sama Veda (Veda de las melodías), el Yajurveda (Veda de las fórmulas) el Atharvaveda y toda la literatura Védica completa con las Brahmanas, los Aranyakas y los Upanishads, que fueron escritos en épocas sucesivas hasta unos 500 años antes de la era cristiana; se centran en estas tres verdades fundamentales: la verdad de la existencia de Dios, la verdad de la vida futura y la verdad del premio o de la sanción para las buenas o malas obras. Estas mismas verdades fundamentales están expresadas con otros matices en el budismo, islamismo, judaísmo y otras religiones. En Egipto, cuyos datos se remontan al año 5.000 antes de nuestra era, no hay ningún monumento de piedra que no tenga carácter religioso; en su literatura escrita sobre papiros y piedras en caracteres jeroglíficos, son raros los textos que carezcan de una motivación religiosa. En el Egipto moderno, el nombre de Allah se encuentra en todas partes; en los sistemas de radiodifusión egipcia por 10 horas diarias se transmiten cantos con la letra del Corán. 33

Gaudium et Spes

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En Grecia se rendía culto a Zeus, el Dios verdadero, Dios supremo, Padre de los hombres, garante de la justicia, de la fe y del matrimonio, Protector de los débiles y clemente con quienes lo invocan. Sus filósofos como Sócrates, Platón Aristóteles y otros tuvieron un concepto claro de Dios, del Más Allá y de la necesidad de vivir de acuerdo con las leyes divinas. Entre los romanos, los chinos, las tribus africanas, asirios y babilonios; la creencia en el más allá es un hecho indiscutible. En Meso y Sudamérica: los Aztecas adoraban a Ometeolt, el Dios dinámico que está junto a todo, Señor del cielo, de la tierra y del infierno, el que tiene la vida en sí mismo y la comunica a todos. Los Mayas que desde los primeros siglos de la era cristiana, desarrollaron una civilización maravillosa, creían en un Dios creador y conservador del mundo, llamado Hunabku que era el Dios Supremo incorporal e invisible. Los Incas del altiplano de los Andes, como de la costa, adoraban también a un Dios supremo creador llamado Illa Ticsi Wiracocha Pacacik, el Antiquísimo fundamento, Instructor del mundo. Le llamaban también Pachacamac (creador del mundo). Esta brevísima síntesis nos lleva a la conclusión que el hombre a lo largo de su historia ha conservado estas características de convergencia religiosa: la verdad de la creencia en Dios, la verdad de la vida futura y la verdad del premio o castigo en el Más Allá y el valor de la oración. Los puntos divergentes entre las distintas religiones se relacionan con el modo de concebir a -179-


Dios y sus atributos, con la manera de explicar la vida futura en el Más Allá, con el grado de valoración moral de la conducta humana merecedora del premio o del castigo, con los ritos de culto a Dios y otras. Las diferencias entre las religiones en definitiva son externas. El hombre en relación con sus semejantes, con el mundo que le rodea y con Dios ha conservado siempre su autarquía que, en el mayor de los casos, es caprichosa y arbitraria, hasta el punto que piensa que todo cuanto él realiza es algo agradable a Dios si está de acuerdo con su mundo interior. En la narración de la creación del hombre dice el texto bíblico "fue creado a imagen y semejanza de Dios"34; el hombre tiene también la tendencia de concebir a Dios a su imagen y semejanza. En Occidente los 1.802.154.000 cristianos que han sido iluminados por el Verbo de Dios que "se hizo carne y habitó entre nosotros" 35 a quienes ha llegado la plenitud de la revelación, no solamente reconocemos a un Dios Padre que envió a su Hijo Unigénito para dar testimonio de la verdad y al Espíritu Santo que nos ilumine para conocerle; creemos también en la vida futura condicionada a las obras de cada uno; poseemos igualmente los otros medios para vivir unidos a Dios aquí y en el Más Allá. Existe, pues, los destellos del Verbo y el cristianismo a quien según sus escrituras el Padre envió al Verbo que estaba en Él, que "era la luz Verdadera que viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre"36. La presencia del Verbo entre los hombres es el inicio del cristianismo. El cristianismo que va a terminar su segundo milenio, no ha conservado su unión monolítica, no ha sido como 34

Gen 1, 26.

35

Jn.1, 14.

36

Jn 1,9.

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Cristo "le pide a su Padre que todos sean uno, como el Padre está en Él y Él en el Padre" 37. Los cristianos estamos divididos. Este es un hecho muy doloroso. ¿Qué hemos hecho para restablecer la unión monolítica que existió antes del siglo XVI? ¿Qué hemos hecho para que esta unión se extienda a las Religiones no cristianas? A estas preguntas vamos a contestar en los párrafos siguientes. El Ecumenismo en las Iglesias cristianas Las Iglesias cristianas, después de su división, no se han olvidado de la oración de Cristo al Padre: "Que todos sean uno, a fin de que el mundo crea que Tú me enviaste"38. Para el restablecimiento de esta unión nació el Movimiento Ecuménico. Este Movimiento Ecuménico nació a principios de este siglo. En 1910 se tuvo en Edimburgo la Primera Conferencia Mundial Misionera, que la presidió John Mott, y que dio como resultado la Fundación del Consejo Internacional de las Misiones. Nacieron después dos movimientos: El uno de orden práctico "Life and Work" (Vida y Acción) en Estocolmo, y en Oxford el de índole teórico bajo la denominación "Faith and Order" (Fe y Constitución). En 1948, en Ginebra se unen los dos movimientos y se funda el Consejo Ecuménico de las Iglesias. Este Consejo tuvo su segunda Conferencia en Nueva Delhi en 1961, en el que fueron admitidas las iglesias ortodoxas al Consejo Internacional de las Misiones. Por otra parte, en 1920 la Iglesia de Constantinopla envió una encíclica a todas las Iglesias del mundo en que invitaba a 37

Jn. 17,21.

38

Jn 17,21

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"manifestar fraternidad y solidaridad entre ellas". Desde esta fecha, la Iglesia Griega Ortodoxa y las Iglesias de Rusia están siempre presentes por medio de sus teólogos seglares en los movimientos ecuménicos a nivel mundial. A partir de la segunda Conferencia del Consejo Internacional de las Misiones en Nueva Delhi, las Iglesias Ortodoxas tienen su representación oficial en el Consejo Ecuménico. En la Iglesia Católica por su parte, se dieron' iniciativas personales y de algunas instituciones hacia el Ecumenismo. En Malinas, Bélgica (1921 - 1925) bajo la presidencia del Cardenal Mercier se entabló el diálogo con la Iglesia Anglicana. En 1925, Dom Lambert Beauduin fundó el Priorato de la Unión; en 1926 el padre Dumont fundó "Istina". Estas dos instituciones estuvieron oficialmente consagradas a los contactos ecuménicos con el Oriente cristiano. En 1937 el padre Yves Congar publicó su libro "Cristianos desunidos" que abogó por la unión entre las Iglesias cristianas. En 1939 se funda en Alemania el movimiento "Unam Sanctam". En 1960 se creó en la Santa Sede "el Secretariado para la Unidad", que lo presidió el Cardenal Sea. Pero el Pontífice Juan XXIII es el que abrió oficialmente las puertas de la Iglesia al Ecumenismo, cuando en 1962 convocó el Concilio Vaticano II. El Decreto sobre el ecumenismo "Unitatis Redintegratio" de 21 de noviembre de 1964, puso en claro lo que se ha llamado la "conversión ecuménica de la Iglesia Católica". En este documento, la Iglesia abre sus brazos a los "hermanos separados", eliminando palabras, juicios, y obras que dificultan las mutuas relaciones con ellos; promoviendo el diálogo entre peritos debidamente instruidos en las reuniones de cristianos de las diversas iglesias o comunidades para que todos adquieran un -182-


más real conocimiento y una apreciación más justa de la doctrina y vida de cada comunión39 . La Iglesia, al reconocer el daño ocasionado anteriormente dice: "Con humilde ruego pedimos perdón a Dios y a los hermanos separados, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores."40 Así mismo, ha promovido la Unidad espiritual con las iglesias y comunidades eclesiales de Oriente separadas de la Sede Apostólica Romana, ha fomentado el diálogo y la colaboración fraterna, evitando la crítica, la controversia, la rivalidad, olvidando las discrepancias, no sólo históricas, psicológicas, sociológicas y culturales, sino también en la interpretación de la verdad revelada. Termina el Decreto con estas palabras: "Declara que es consciente de que este propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de una sola y única iglesia de Cristo supera las fuerzas y capacidad humanas, por eso, coloca totalmente su esperanza en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, en el poder del Espíritu Santo."41. Además de la oración ha promovido las Asambleas Ecuménicas.

Después del Vaticano II se han producido nuevos acercamientos entre las Iglesias cristianas. El diálogo entre las iglesias luterana y católica fomentado en 1965 por el Comité Nacional de la Confederación de Iglesias Luteranas y la Comisión Internacional de Estudio "Evangelio e

39

Vaticano II. Decreto Sobre el Ecumenismo N° 4

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Vaticano II. Decreto Sobre el Ecumenismo N° 7.

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Vaticano II. Decreto Sobre el Ecumenismo N°24

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Iglesia" y en 1970 la Comisión Internacional Anglicano-Católica, han dado positivos resultados. De esta manera, si la Reforma Protestante del siglo XVI produjo la escisión cristiana entre protestantes y católicos, enfrentándoles doctrinaria, social y políticamente; la nueva Reforma debería unir a todos más allá de sus diferencias. La unidad de las iglesias cristianas llegará un día. Todas caminan dentro "de un mismo movimiento ecuménico", como decían la Comisión Mística de Estudio Ecuménico y el Consejo Ecuménico al evaluar el actual grado de unidad entre las Iglesias cristianas. ¿Qué pasos se han dado para la unión con las religiones no cristianas de Oriente? El Ecumenismo de la Iglesia Católica y las demás religiones de Oriente A partir del Vaticano II, en las postrimerías de este milenio, en la Iglesia Católica se destaca un cambio radical de su relación con las demás religiones. Por primera vez, desde hace más de 20 siglos, el Concilio Vaticano II congregó no sólo a los obispos del Mediterráneo oriental como sucedió en los Concilios Cristológicos de los siglos cuarto al octavo; no solamente a los obispos de Europa Occidental como aconteció a partir de los Concilios de Letrán hasta el Vaticano I; en este Concilio estuvieron presentes los obispos del mundo entero, fue un auténtico Concilio Ecuménico. La Declaración "Nostra Aetate" del Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas de 28 de octubre de 1965, puso un hito decisivo en las relaciones con las religiones no cristianas, cuando sentó este principio: "La Iglesia -184-


Católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero."42 Antes del Vaticano II la Iglesia, salvo raras excepciones, no se dedicaba mucho tiempo a comprender a las demás religiones o simplemente a conocerlas; su acción se centraba en la dialéctica de la defensa, de la oposición y la dominación. Esta Declaración fue la culminación de lo que el Concilio trata en los siguientes documentos referentes a las relaciones de la Iglesia con todos los hombres. En la Constitución "Lumen Gentium", se dice que los no cristianos "están ordenados al pueblo de Dios, que Dios no está lejos de ellos"43; que "todo aquello que hay de germen de bien en el corazón y en el pensamiento de los hombres o en sus ritos propios y su cultura no sólo hay que no dejarlo perder, sino curarlo, elevarlo, terminarlo… "44 En la Constitución "Gaudium et Spes", la Iglesia abre sus brazos no solamente a sus hijos y a los que invocan el Santo Nombre de Cristo; sino a todos los hombres, "A toda la familia humana con todo el conjunto de realidades entre las que está viviendo; al mundo, teatro de la historia del género humano, marcado con sus afanes, fracasos y victorias; al mundo que los cristianos creen fundado y conservado por amor del Creador; esclavizado ciertamente por el pecado, pero liberado por Cristo; al poder económico, a la ciencia, a la técnica y planificación y a las demás áreas de la actividad humana. Se dirige a la comunidad humana que forma una sola familia para que los hombres se traten unos a otros como hermanos."45

42 43

Vaticano II. Nostra Aetate N° 2 Lumen Gentium N°s 16 y 17.

44

lbid. N° 16 y 17

45

Gaudium et Spes n° 24.

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Y sobre todo en la Declaración "Dignitatis Humanae", se dirige el Concilio a todos los hombres sin excepción y proclama que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa; en el ejercicio de este derecho ha de estar inmune de coacción: "En materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural." Declara también que todos los hombres "Tienen la obligación moral de buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a la religión. Están obligados, asimismo, a adherirse a la verdad conocida y a ordenar toda su vida según las exigencias de la verdad."46 Insistiendo en este mismo punto manifiesta que "el poder público comete un abuso al imponer a los ciudadanos por la violencia, el terror u otros medios la profesión o el rechazo de cualquier religión o el impedir que alguien ingrese en una comunidad religiosa o la abandone."47 Esta es una condenación explícita de lo que sucedió en los tiempos obscuros de la Inquisición en que se castigaba con la hoguera la discrepancia en las creencias. "Nadie puede ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad. Porque el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. Dios llama ciertamente a los hombres a servirle en espíritu y en verdad, en virtud de lo cual éstos quedan obligados en conciencia, pero no coaccionados. Porque Dios tiene en cuenta la dignidad de la persona humana, que Él mismo ha creado, que debe regirse por su propia determinación y gozar de libertad"48.

46

Vaticano II. Declaración Diqntaus Humanae.- Sobre la Libertad Religiosa.

47

Vaticano II. Dignitatis humanae.- Declaración Sobre la Libertad Religiosa N° 7.

48

Vaticano II. Declaración Dignitatis Humanae.- Declaración Sobre la Libertad Religiosa N° 11

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Pone como ejemplo el modo de obrar de Cristo que "dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían, pues su reino no se defiende a golpes." 49 En el Decreto "Ad Gentes" se reconoce que: "Cuanto había ya de verdad y de gracia en los gentiles, a manera de presencia secreta de Dios, lo libera de los contagios malignos y lo restituye a su Autor, Cristo, el cual acaba con el poder del demonio y elimina la multiforme malicia de los pecados, así pues, todo lo bueno que se encuentra sembrado en el corazón y la mente de los hombres, o en los ritos y culturas de los pueblos, no sólo no se pierde, sino que es purificado, elevado y consumado para gloria de Dios, confusión de los demonios y dicha de los hombres."50 El mismo Decreto va mucho más allá todavía, al recomendar a los Institutos Religiosos a aceptar las tradiciones ascéticas y contemplativas de las antiguas culturas religiosas de Oriente: "Consideren atentamente cómo pueden ser aplicadas a la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas y contemplativas, cuyas semillas han sido colocadas por Dios en las antiguas culturas antes de la predicación del Evangelio."51 En este mismo contexto, el Pontífice Pablo VI decía que a través del rostro de hombre podemos y debemos reconocer el rostro de Cristo, podemos y debemos reconocer el rostro del Padre Celestial... Nuestro humanismo se hace cristianismo y nuestro cristianismo se vuelve teocéntrico, hasta el punto que podemos afirmar: "para conocer a Dios hay que conocer al hombre"52

49 50 51

Vaticano II. Declaración Sobre la Libertad Religiosa N° 11. Ad Gentes N° 9. Ad Gentes N° 18.

52

Pablo VI. discurso del 7 de diciembre de 1965. - La Documentation Catholique, París 1966, Col. 66.

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Y especialmente Juan Pablo II, ha sido, sin ninguna duda, el promotor más decidido de la unión de cristianos y no cristianos. Cuando el 12 de junio de 1986 recibió a una delegación de hindúes residentes en Roma, manifestó que cualquier progreso humano está condicionado al fundamento espiritual que ofrece la India. Dijo también que el diálogo entre los miembros de las distintas religiones aumenta y profundiza el respeto mutuo, que el fruto del diálogo es la unión entre la gente y la unión de la gente con Dios. Cuando se reunió la Jornada Mundial de Oración por la Paz celebrada en Asís el 27 de octubre de 1986, la calificó como "el acontecimiento de mayor resonancia en el mundo."53 Cuando fue creado el Secretariado para los No-Cristianos, que más tarde fue remplazado por el Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso, su finalidad no fue únicamente la investigación teológica, sino fomentar el diálogo con los no cristianos. Juan Pablo II dijo entonces que el Secretariado para los No-Cristianos debe ser "el abrazo de la Iglesia" y por ello, de Cristo, que alcanza de manera personal y amorosa a los creyentes de todas las religiones.54 Estas declaraciones fueron el preámbulo de la Declaración "Nostra Aetate" sobre la Relación entre la Iglesia y las religiones no cristianas. La Declaración "Nostra Aetate" Este documento clave comienza recordando que "todos los pueblos de la tierra forman una comunidad, que tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya Providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada 53

L' Osservattore Romano. - Enero 4 – 1987.

54

Discurso publicado en L' Osservattore Romano, el 26 de Abril de 1990.

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por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz." 55 Hace luego una valoración del hinduismo que busca la liberación de las angustias de nuestra condición humana mediante las modalidades de la vida ascética, la profunda meditación o la búsqueda de refugio en Dios con amor y confianza. Después de referirse al budismo en sus variadas formas, resalta la insuficiencia de este mundo mudable y enseña el camino para que los hombres adquieran el estado de liberación por la iluminación suprema, por sus propios esfuerzos apoyados en un auxilio superior. Luego hace esta trascendental declaración: "la iglesia católlca no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero" y añade: "por consiguiente, exorta a sus hijos a que con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de la fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos se 56 encuentran." ¿A qué bienes se refiere la Declaración? ¿A los valores materiales? Oriente como Occidente tienen muchos valores en el orden político; basta citar en nuestro tiempo a un Gandhi quien sin disparar una sola bala de muerte, con esta sola palabra "Ahimsa" (la no violencia) obtuvo la independencia de uno de los pueblos más numerosos de la tierra. En el orden económico y 55

Vaticano II. Nostra Aetate N° 1.

56

Vaticano II. Nostra Aetate N° 2.

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social; en el orden cultural y en el orden filosófico especialmente en este último, en lo referente a su visión antropológica es mucho más completa, más clara, más concreta que en la filosofía de Occidente. El Concilio se refiere directamente a "aquellos bienes espirituales y morales" que tiene Oriente. ¿Cuáles son estos? sus libros sagrados, sus maestros, su profundo conocimiento del mundo espiritual, y lo más importante todavía el camino para descubrirlo y caminar por él: La meditación, llamada por nuestros místicos cristianos: contemplación u oración contemplativa. En esta meditación no hay razonamientos, consideraciones, reflexiones, comentarios; esta meditación consiste solamente en abrir los ojos del espíritu y comenzar a ver, a mirar a contemplar a Dios y unificarse, fundirse, hacerse uno con Él, sin perder la personalidad. En la meditación damos cumplimiento al pedido de Jesús a su Padre para que seamos unos con Él, como Él es uno con el Padre. Esta oración de contemplación que nos enseñan los maestros orientales requiere primero la preparación adecuada del cuerpo y de la mente y especialmente, del espíritu para que cumpla con su finalidad. Esta oración de contemplación, siguiendo los métodos orientales, va introduciéndose lentamente en el cristianismo. La presencia en este Parlamento de Religiones de miembros de la Iglesia católica y nuestra presencia aquí, obedecen a este deseo del Vaticano II: reconocer en Oriente lo que tiene de santo y verdadero, aprender sus métodos de meditación, aquilatar sus valores morales y socioculturales e incorporarlos a nuestra cultura cristiana y también de parte nuestra, ser portadores del mensaje de Cristo, no sólo con la palabra sino de un modo especial con la vida y el ejemplo, como lo hizo Él. -190-


Debo confesar sinceramente, que de Oriente he aprendido que la religión no es una teoría creada para que esté en los libros, para que sea transmitida por la palabra vacía, sino para que sea una vivencia en cada uno de nosotros como lo dice muchas veces nuestro Bendito Señor Jesucristo, y que se sintetiza en esta frase "No todo el que dice: iSeñor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos."57 A través del conocimiento profundo de sus libros sagrados, de sus auténticos maestros, de sus métodos de meditación y de su acervo espiritual, he podido descubrir y gozar de ese Reino de Dios que, según nos dice el mismo Jesús, está dentro de cada uno de nosotros. Igualmente, el Señor me ha permitido compartir mis experiencias con los miembros de nuestra Asociación de Autorrealización y Meditación, que fue creada para fomentar los vínculos de solidaridad y fraternidad entre los socios y entre las personas de la comunidad sin limitación alguna, por razón de sexo, educación, raza, nacionalidad o credo, sea este político, filosófico o religioso.58 Nuestro carisma es la meditación. Esto ha cambiado nuestras vidas; esta oración de contemplación la hemos aprendido y practicado siguiendo los métodos de los maestros de Oriente; esta oración de contemplación nos ha permitido, no obstante todas nuestras limitaciones: Sentir, vivir en esta tierra- el goce de la bienaventuranza que nos espera en el Más Allá. Así estamos dando cumplimiento a lo que nos pide la Declaración del Vaticano II, cuando en uno de sus decretos pide que se incorpore a la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas contemplativas de las antiguas culturas de Oriente de antes de la predicación del Evangelio. He aquí sus palabras: 57

Mt 7, 21.

58

Art. 3 del Estatuto de la Asociación E. de Autorrealización.

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"Consideren atentamente cómo pueden ser aplicadas a la vida religiosa cristiana las tradiciones ascéticas y contemplativas, cuyas semillas han sido colocadas por Dios, con frecuencia en las antiguas culturas antes de la predicación del Evangelio."59 Este mismo método de meditación está claramente enseñado por el Maestro de maestros de oración Cristo, cuando dice: "Tú, cuando ores, entra en tu cuarto y cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. Y orando, no seáis palabreros como los gentiles, que piensan que serán escuchados por su mucho hablar"60. Este método de oración conocido y practicado en las escuelas espirituales de Oriente, lo hemos olvidado y remplazado por la oración vocal y por la reflexión durante la meditación. El Vaticano II ha querido poner en claro que en los pueblos no cristianos existen no solamente reliquias de las semillas del Verbo que poseía la humanidad antes de la aparición de Cristo, sino que allí está presente una energía que esperaba su manifestación para la incorporación a Cristo. Ninguno de los hombres carece de una relación con Cristo. Todos los hombres sin excepción tienen una relación con Él porque todos han sido bautizados espiritualmente con el bautismo de su sangre vertida por toda la humanidad; todos

59

Ad Gentes N° 18

60

Mt 6-7

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pertenecen a la Iglesia espiritual, como dice uno de los grandes padres de la Iglesia. CONCLUSIONES I.- De la última estadística de la población mundial de las distintas religiones en el mundo los 4.980.238.000 profesan una religión; los arreligiosos o indiferentes suman unos 271.000.000. II.- Todas las religiones tienen estos tres puntos convergentes: la verdad de la existencia de Dios, la verdad de la vida futura y la verdad del premio o de la sanción para las buenas o malas obras. Difieren entre sí, por sus tradiciones, ancestros, ritos, costumbres, modos de rendir culto al Ser Supremo; de entender las demás verdades referentes al concepto de su relación con Dios, acerca de cómo es la vida futura, de sus premios y castigos. Estos matices han dado lugar a la multiplicidad de las religiones. III.- No pocos líderes de las diversas religiones y sus comunidades se han empeñado en hacer adeptos desviándose de los fines de una religión, han empleado la violencia en sus diversas formas, lo que ha producido un distanciamiento entre ellas. IV.- Cuando el 11 de septiembre de 1893 se inauguró el primer Parlamento Mundial de Religiones, no podía preveerse, como es natural, lo que sucedería en el presente siglo. Los líderes y sus comunidades de las distintas religiones no se han cruzado de brazos; se han dedicado a trabajar intensamente por la comprensión, la unidad, el respeto, la fraternidad y la libertad religiosa entre los hombres. Los muros que ha levantado cada religión para protegerla han comenzado a desplomarse. Está sembrada la semilla de la hermandad entre los hombres. Esta semilla ha crecido y se ha fortalecido en nuestro siglo; seguirá creciendo en el II milenio. -193-


V.- El Consejo Ecuménico de las Religiones con Sede en Occidente cuenta hoy con más de 232 Iglesias de miembros con pleno derecho; van superándose sus rivalidades, polémicas y divergencias, que parecían insalvables. En cuanto a la Iglesia Católica, a partir del Concilio Vaticano II, muestra al mundo su verdadero rostro, el rostro de Cristo; su verdadero corazón, el corazón de Cristo abierto a todos los hombres; de ese Cristo que no impuso su doctrina con la fuerza sino con el amor. VI.- Para el abrazo espiritual entre las religiones de Oriente y Occidente hay que tener presente este hecho concreto: las religiones de Oriente desde su despertar hasta ahora han caminado sin perder de vista la brújula que ha guiado y guía sus pasos: Dios. En Occidente los líderes religiosos y sus comunidades, si bien se han empeñado en orientar a sus seguidores mirando siempre esta brújula, este ideal está muy lejos de ser una realidad porque el hombre de Occidente está demasiado inmerso en las cosas de la ciudad terrena. Tanto las religiones de Occidente como las de Oriente debieran inspirarse en esta norma dada por Cristo: "Buscad, primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura."61. Occidente ha descuidado el reino de Dios por lo temporal; Oriente continuando por su camino espiritual, debe dedicarse un poco más a lo temporal. VII.- El ideal de un solo rebaño bajo un solo pastor está demasiado lejos para ser alcanzado en esta tierra. Esto lo veremos realizado en el Más Allá cuando seamos "consumados en la unidad"62, como pide Cristo en su oración al Padre.

61

Mt 6,33.

62

Jn. 17,3.

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