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la ecología Villamil y

Por Marcelino Triana Perdomo

El último reporte de la ONU sobre calentamiento global predice que el mayor nivel de riesgo afectaría primero a plantas y animales, tanto en tierra como en el mar, empeorando los problemas que la sociedad ya tiene, como la pobreza, la enfermedad, la violencia y los refugiados.

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No hemos olvidado todavía los patéticos cuadros que nos mostraba la televisión y la prensa nacional hace algunos meses, sobre el holocausto llanero, en donde se afirmó, que murieron 23.000 chigüiros (especie en vía de extinción), miles de reses y todo tipo de mamíferos, reptiles y aves sacrificados por la sequía; en gran medida producida por la extracción y búsqueda de petróleo que desvía y contamina cauces de agua, que son el alma de los esteros y de la vida en el llano.

Ahora, los reportes son de las dos mil toneladas de mojarra y tilapia muertas en Betania, por efectos de la sobrecarga, la contaminación y por una bacteria. Pero lo más grave y preocupante es que la mortandad se ha extendido, sin una explicación clara, a peces nativos como el caloche, capaz, y otras es - pecies criollas, en áreas del propio río Magdalenapor fuera de la represa- en donde en principio no se puede atribuir la causa a falta de oxígeno.

Por estos días también leíamos, cómo el experto de la Universidad Nacional Rodrigo Bernal, informaba que Colombia tiene registradas 26.186 especies de plantas y 1.674 de líquenes, diciendo que estamos sobre una mina de oro vegetal, pero lamentablemente el país se ha dedicado a destruir los ecosistemas con la extracción a gran escala del oro mineral y del oro negro.

No es posible entender, cómo en Colombia, de vocación agrícola y ecoturística, que tenía agua en abundancia, se prefiera la explotación minera y los monocultivos, tumbándose bosques enteros y contaminando y destruyendo los ríos y las fuentes de agua, a un ritmo de 120.000 hectáreas desforestadas por año. No les falta razón a quienes afirman que el problema ambiental, es fundamentalmente un problema político, que tiene que ver con el modelo de desarrollo, que privilegia el lucro de las trasnacionales que agotan y destruyen inmisericordemente nuestros recursos naturales.

En un fallo del Tribunal Administrativo del Huila del año 2005 (del que fui ponente), que fue confirmado en el 2009 por el Honorable Consejo de Estado, se ordenó al Municipio de Neiva, al Departamento del Huila, a la Cam y a Cormagdalena, : “que en concurso mancomunado de recursos técnicos, institucionales y financieros, con la vinculación de otras entidades e instituciones del orden nacional e internacional” “dentro del marco o en la proporción que determinen las precisas competencias constitucionales y legales” se diera tratamiento a las aguas residuales, para que a más tardar en el año 2015 se eliminara la contaminación que por dichas aguas residuales, el municipio de Neiva arroja al Magdalena. En ésa providencia se recogía parte del estudio elaborado por la Cam, que reseñaba, que para el año 2003 (al 2015 las cifras habría que multiplicarlas por lo menos por 2), el total de carga contaminante que el Municipio de Neiva arrojaba al Magdalena (la de los otros municipios del Huila y la producida por otras causas no fue objeto de las acciones populares acumuladas), era de 15.475.57 kilogramos día de DBO (Demanda Bioquímica de Oxígeno ) y 13.739.06 kilogramos día de SST (Sólidos Suspendidos Totales), manifestándose que “EL RIO SE AHOGA”, y que éste “se ha convertido en la mayor alcantarilla del Departamento”, por lo que se decía en la providencia “...que lo que el Municipio de Neiva está arrojando al río Magdalena es verdaderamente aterrador e impresionante, a tal punto que de continuar así, en muy breve tiempo lo expresado en canciones como el himno del Departamento del Huila: “en mi tierra para bien, cruza un río sin igual que da la vida entera al labrador, al platanal y a su maizal” o “nos dio el río Magdalena para que toda Colombia pudiera beber el agua de esta tierra que es la gloria” no serán más que bellas expresiones de una realidad que un día inspiró a sus compositores, pero de la que ya no queda nada.” Por eso, sorprende por decir lo menos, que sin cumplirse con lo ordenado en la sentencia, se diga en titulares de prensa que: “Renace el río Magdalena”, porque se pretende, mediante dragado, utilizarlo para el transporte fluvial, esto es, al decir de muchos, privatizarlo a favor de compañías extranjeras y agravar su contaminación.

Ya decíamos en el texto: Sensibilidad Social en las Canciones de Villamil, que el compositor de las Américas fue mucho más que un poeta romántico que le cantó a los amores y desamores, a la familia, al campo, los animales, los ríos, los azules cerros, el fol- clor, la violencia y la paz. Supo igualmente denunciar las injusticias y la devastación de bosques y ríos.

En la guabina ‘‘Los aserríos’’ compuesta por Villamil en 1989, grabada entre otros por el dueto Silva y Villalba, refiriéndose a los exuberantes paisajes de su infancia y de la hacienda de El Cedral, nos dice:

“De esos paisajes nada ha quedado, hachas y sierras los han cambiado.

¿Por qué me hieren? grita el árbol a las hachas secando mi alma como se secan los ríos.

Los animales, ya muy pocos y escondidos huyen las aves porque tumbaron sus nidos.

A nuestra tierra hay que salvarla necesitamos amor, que se depongan las armas.

Que se siembren arboledas de amor, de fe y esperanza que se respeten valores que llevamos en el alma.”

Obsérvese como en las estrofas finales, no obstante que viene expresando su preocupación por la destrucción del paisaje y los recursos naturales, Villamil hace alusión a la necesidad de deponer las armas, conocedor del daño inmenso, que en ésta materia como en otras, los grupos al margen de la ley le han hecho y le hacen al país y al Huila, cuando tumban bosques para sembrar coca, vuelan oleoductos y contaminan quebradas y ríos con el petróleo derramado y con mercurio y cianuro empleados en la extracción de oro, con los que envenenan aguas en 17 departamentos y 80 municipios (Colombia es el 2° consumidor de mercurio en el mundo, después de China).

En el vals Desesperanzas creado en el año 1960, también grabado por Silva y Villalba expresa:

“Así muere la flor, cuando la arrancan; si una mano, por capricho la desprende. y triste canta el ave, Si su nido han destruido.”

Y finalmente la guabina El caracolí, donde evoca el Magdalena que conoció con su padre y el puerto que dio el nombre a la canción:

“Busqué las playas del inmenso río que en el pasado feliz recorrí

Hallé el sendero cubierto de abrojos las casas viejas se cayeron ya.

Y aquellas barcas de los pescadores que reposaban sobre el arenal.

Ya no se encuentran, ya no se encadenan al añoso tronco de caracolí.”

Ya se ha dicho que el problema ambiental es en buena medida un problema político, pero cada quien desde su entorno y posición social y económica debe y debemos velar por la protección de ríos y fuentes de agua, de bosques, plantas y animales, vinculándonos a las asociaciones defensoras de los recursos naturales, enseñando a nuestros hijos y alumnos a valorar, proteger y querer la naturaleza; enseñando y divulgando canciones como Los aserríos del segundo huilense universal y, como mínimo, a no arrojar basuras en sitios no permitidos o inadecuados que contaminen el paisaje, los canales y sumideros y represen así las aguas etc. (Publicado inicialmente en la revista No.4 en junio de 2015.)

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