Bitácora N°7

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Opinión

Por un país

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arias veces nos han consultado por qué agencias extranjeras de cooperación, como EED y la Comisión Europea, han accedido a apoyar un proyecto que no tiene recursos para transferir a las comunidades, como es el caso de nuestro proyecto “Todas las manos, todas”. La respuesta se encuentra, entre otras cosas, en la constatación que las personas y comunidades en situación de pobreza cuentan con muy pocas herramientas y capacidades para gestionar iniciativas colectivas. Hay energía y anhelos de superación, pero dificultades para aprovechar las oportunidades que generan las políticas públicas o eventuales aportes privados. Este proyecto ofrece un camino efectivo para instalar capacidades. Por lo tanto, más que transferir recursos, lo que hace es crear condiciones para generarlos

Nuestro proyecto, no obstante su envergadura, cuenta con un presupuesto relativamente bajo si se lo comparara con otras iniciativas. En efecto, sin muchos recursos, y especialmente sin recursos para transferir, el proyecto debe vencer la resistencia de muchas personas y organizaciones para participar en acciones que no implican la entrega de bienes tangibles. Para ello hemos desarrollado una estrategia sistémica e integral que nos permite intervenir con flexibilidad, de acuerdo a las expectativas y cultura de cada localidad. Las actividades que considera el proyecto no se imponen rígidamente, partiendo siempre con capacitación para luego pasar a la gestión de proyectos. También puede ser al revés, siempre y cuando no perdamos el sentido último de la intervención, que es generar nuevos liderazgos, nuevas herramientas y autonomía. ¿Cómo se logra vencer esa resistencia? Principalmente por la importancia que le asignamos a la conversación como herramienta para desarrollar confianza, para promover la asociatividad y reforzar la identidad local, componentes principales del llamado “capital social”. Este es un proyecto y un equipo de trabajo que hace de la conversación su

principal instrumento de acción y de generación de iniciativas. Hemos aprendido en la práctica acerca del poder generativo del lenguaje. Esto puede parecer superficial, pero es tremendamente relevante, y esperamos demostrarlo mediante la sistematización de nuestra experiencia. Lo esencial del proyecto no es lo que se escribió en su versión original, sino lo que resulta de la conjunción de tal propuesta con el equipo que la lleva adelante y la comunidad (las organizaciones y sus líderes) que se compromete a participar. De esa conversación potente surge el proyecto real.

Precisamente sobre esto queremos dialogar en el Seminario “Más poder para la gente: Desarrollo de capacidades para superar desigualdades y fortalecer la ciudadanía”, que se desarrollará en Concepción el 3 y 4 de Noviembre. En la oportunidad se expondrán cuatro experiencias distintas de trabajo social y comunitario, dando cuenta de sus aprendizajes y propuestas para el desarrollo de capacidades. El lema del Seminario, “Más Poder para la Gente”, es una invitación a revalorizar la política como espacio legítimo y necesario de la acción social y ciudadana. Entendemos la participación política, tanto individual como colectiva, como un factor significativo a la hora de demandar, proponer y gestionar políticas públicas al nivel local y regional. Desde nuestro proyecto alentamos una participación política que no se exprese únicamente en vinculación con los partidos, sino principalmente en la participación en la

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En el Seminario “Más poder para la gente: Desarrollo de capacidades para superar desigualdades y fortalecer la ciudadanía” (Concepción, 3 y 4 de Noviembre), se reflexionará sobre el desafío de revalorizar la dimensión política de la acción social.

generación de políticas locales de desarrollo. La relevancia de este desafío se hace más evidente cuando constatamos la precariedad de nuestra democracia: Tenemos un sistema de representación binominal que excluye a las minorías y genera falso equilibrio institucional; seguimos teniendo una cultura estatista y elitista que desprecia a la comunidad a la hora de tomar decisiones; tenemos una sociedad civil muy despolitizada, débil, fragmentada y arrinconada; finalmente, persiste la desigualdad y el centralismo en todos los planos, económico, político y cultural. De no superar estas falencias, podemos llegar a un país paradojal, muy desarrollado en sus indicadores, pero profundamente desigual y elitista. Semejante país no respira democracia, y se aleja bastante de las aspiraciones de SEPADE. Para acercarnos a un país cuya democracia pueda vivirse con mayor alegría y esperanza, nuestro próximo desafío es, pues, asumir más explícitamente la dimensión política de la acción ciudadana. A partir de las propias comunidades, de la incidencia que logremos en los gobiernos locales y regionales, debemos avanzar más decididamente en la creación de mecanismos de participación ciudadana en las decisiones políticas de todo tipo: en los planes de desarrollo, en la generación de leyes y ordenanzas, en la definición de presupuestos, en el control ciudadano de los gobiernos, en la exigencia y cumplimiento de derechos. Esta es la única manera evitar que nuestro país llegue a su bicentenario desarrollado en lo económico pero subdesarrollado en lo político. Ese es el desafío a enfrentar. No basta con seguir hablando de la participación y de la sociedad civil. Tenemos que crear los mecanismos que verdaderamente generen “más poder para la gente”. Alfredo Ardouin Shand Director Programa de Desarrollo y Participación Ciudadana


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