y no poi camino ríal Como la doctrina resa. Dejáte de requilorios y aguija, que tengo priesa, Pues quiero yegar al pueblo Pa ver comensar la fiesta y pa decil a Don Pablo. Con purísima franquesa, Que ey jíbaro le agradese Er bien que jase a la tierra Con su tranvía, y que no dúe Que con la mesma yanesa Le diría la verdá Si cosa mala jisiera. -Perico, disle también ... -Pretona, la boca sierra. Hoyes dia que er corasón Manda más que la cabesa, y estoy tan agradecía Que, si ocasión se presenta, Doy a Don Pablo un abraso Apretao muy de beras.5
El nombre de corrido, corría o carrerilla, con el que en Andalucía se le llama a los romances -según Agustín Dumn, y que en América se usa en Chile y México-- no es común en Puerto Rico. Solamente hemos encontrado este nombre en un romance jibarista del poeta Francisco Vassallo Cabrera (1823· 1867), que él titula Una soirée (Romance o Corría en Gíbaro).6 Por un raro documento de 1858, titulado Fiestas reales, nos enteramos de las tonadas que cantaron en aquella ocasión Heraclio Bermúdez y José Solá, letras creadas por el Escribano de Guerra de la Capitanía Gcneral, Eusebio Núñez. Están redactadas en lengua jíbara y se titulan Caballo, Seis ChorreaD y Seguirillas. Las dos primeras cstán escritas en 'técnica de romance.' La última forma que adopta el romance español en Puerto Rico es el corrillo. Esta variedad goz." dc distintas figuraciones. Unas veces consiste dc una serie de versos, casi siempre cuartetos acto5. Alonso, Manuel A., El Gibara (segunda edición), San Juan, P. R., 1882, págs. 24 a 27. 6. Gonlález Font, José, Escritos sobrc Puerto Rico, Bar· celona, España, 1903, págs. 140 a 144. 7. Gonzálcz Font. José, Escritos sobre Puerto Rico, Barcelona España, 1903, págs. 18 a 26. Véase además, Rosa· Nieves Cesáreo, La poesía en Puerto Rico (1935, tesis inédita'). En el Departamento de Estudios Hispánicos, Uni· versidad de P. R., Río Piedras, págs. 29 a 34. Manuel Femández Juncos nos habla del bailable popu· lar el Caballo, cuando comenta de una nesta: «era que los Jíbaros de la comparSa pedían a la orquesta un Caballo, especie de danza íntima, un poco acelerada en Jos como pases y con acompañamiento de canto. La música brava no se hizo repetir la orden y tocó al instante un Caballo, tan repiqueteado y expresivo, que hacía mover a compás los cuerpos de las personas que lo oían. dulcemente estimula· dos por la influencia de aquel ritmo coreográFico». En: Manuel Fernándcz Juncos, Semblanzas pllcrtorriq//c,ias, Puerto Rico, 1888, págs. 147 a 148.
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silabos con un estribillo muy vulgar. Estos versos los cantan dos personas acompañadas de un coro que lo integra toda la gente que concurre al bao quiné.& La gente cantaba alrededor del niño muerto, acompañando la guitarra:
Viento, viento, viento, viento e soledá. ¡Cómo canta el viento, niño que te vas!
RESPONDE EL CORO:
Florón pasó por aquí. Yo no lo vi, no lo vi. ¡Que pase, pase el florón; que pase, pase el dolor!
OTRA VEZ LAS DOS VOCES:
Adiós, angelito, adiós, adiós por siempre jamds. No tengas mds llanto, madre, no te aflijas por penar, que tu angelito se aleja con los vientos de la mar. Otras veces el corrillo, que está cargado de comicidad, es recitado por una sola persona. El propósito del corrillo es entretener a la gente que concurre a esta especie de fiesta sepulcral. Vamos a citar un fragmento de un corrillo muy festivo en forma de cadena, en donde podremos apreciar una de las tantas formas de este género romanceado:
Buena es la buena memoria de aquel que de Dios se acuerda; cuerda, la de San Francisco, Francisco, que no ·es Esteban; Esteban, mártir y santo, santo aquel a quien se reza; rezan los frailes maitines, maitínes no son completas, completas tengo mis mañas; mañas, las del hec11icero.; hechicero aquel que urde, urde la araJia su tela, etc. 8. El baquiné es una especie de velorio que se celebra cuando muere un niño. En esta atmósfera se hace uso del cuento folklórico, la copla picante, la décima de doble sentido, las narráciones soeces, de intención erótica, los corrillos y el baquiné. Así se entretiene la concurrencia durante toda la noche hasta que viene el nuevo día, y cada uno se retira a su hogar respectivo. El banuiné es composición que se dramatiza en forma coral. Véase éste que aparece en la novela de Enrique A. Laguerre La resaca
(1949, pág. 305).