De cómo se vive en distintas partes del mundo (1966)

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De cómo se vive en distintas partes del mundo.

LIBROS PARA EL PUEBLO

NUMERO

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D i v i sión de Educación de la Comun idadDepa rtamento de 1nstru cción

Primera edición l Fl!lO Segunda edición lFltil

T erce ra edición 1\164

Cuarta edición 196ü

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Este libro se h a e sc r i to , il ustrado e i m pr eso en Pu erto Rico p ara l os p u erto m q u eños. Es el segund o d e la se ri e Li b r os p ara el Pueb l o que prepara l a División d e E du a i ó n d e l ;::i Co mu n i dad de l Dep a rtamento de Edu cac i ó n Seg ur a m en t e u ste d y su famt11a habrán l eíd o e l li b ro Núm. 1 q u e se ll a m a " De cómo llegaron a Pwe rto Ri co l a ca ña. e l ca f é, e l t abaco y muchas otras cos a s " En é l se h a bl a de l o que so mos y de l o que tene mo s e n Puerto Ric o

Ahora, e n el present e libro v amos a ver cóm o el h o mbre se pudo aco stumbr ar a l a tierr a d on de le tocó n ace r . Ob se r var e mo s l a l uc h a de l hombre p ara do m inar l a Natur a l eza, t a nto en Puerto Ric o co m o e n países le ja nos No s da re m os cue nta a d e m ás del efecto q ue tie n e l a ti e rr a y el c l i m a so b re el carac t er y eJ modo de vi da de l hombr e aqu í y en otros paises

Es p e r a m os q ue a u sted te g u ste este l ibro y que su co nt e n ido te sea de uti l idad . Le ag r adeceremos q u e cua n do l a perso n a que se to entregó vuelva a verle. usted l e diga tas cosas q u e le gustaron y la s que no l e gustaron d e l libro. S1 usted cono c e un amigo o pari e nte cuya familia no ten ga e st e lib r o , le agrade· qu e l e pre st e e l suyo.

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y ue tra la

En u na casa en Puert o Rico na c e un niño . ¿Qué será de su Vld3 ;>

No l ejos d e a l lí, m u ere un anciano . e Cómo fué su vida?

Nacer y mor i r so n las dos puertas de la vid:i . Entre estas dos puertas se ext ien d e el camino de nuestra existencia Mucho de lo que nos sucede 3 lo largo de ese camino, podemos determinarlo no::;o· tws hay rnuchali cosas que están má ali · de nuestra \.ulun • tad, que har1 con nbu1d9 Q.e noo:>otros lo que hoy somos..

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Ninguno de n os otros, por ejemplo, puede escoger el sitio donde va a nacer y a criarse. Y así, esta isla, en la que Dios disp u so que nacién:i.mos, es la cuna de nuestra existe ncia:

En torno nuestro-el cálido aire de los tróp icos ; alrededor de nosotro s-el mar ; sobre nosotros-la s montañas y después el cie lo ; bajo nuestras plant as , la tierra férti l. Lo que somos y lo que podemos llegar a ser es y será resultado de lo que la naturaleza nos dí ó y de nuestra propia voluntad de aprovecharlo lo mejor posible .

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Fíjense en esta casa. Es una de las miles que hay en los campos de Puerto Rico.

Esta casa y esta cocina son un tipo de albergue que el hombre de Pue rto Rico aprendió a hacer para resguardar a su familia . En elia la protege del sol caliente de los vientos y de los aguaceros repentinos. l\1ontada en zocos, evita la humedad de la tierra que se empapa de agua cuando llueve.

La mujer está cocinando con carbón, carbón que hizo de los troncos de árboles recogidos en las cercanas montañas.

Los niños que juegan frente a la casa están vestidos con ropa liviana y fresca porque en este clima no hace frío.

Nosotros no viviríamos en casas como éstas, ni cocinaríamos en cocinas como éstas, y nuestros hijos no podrían usar ropas tan livianas, si no fuera debido principalmente a una cosa-el clima . de Puerto Rico. Nuestra isla queda en el trópico y está bañada por vientos cálidos que traen frecuente lluvia; la temperatura varía muy poco y los fríos intensos son desconocidos.

El anafre mismo es un resultado de nuestro clima. Sin ciente agua, no habría arboleda, sin árboles no habría carbón. Y si no hubiera madera ni carbón, la gente tendría que valerse de otra forma para cocinar su alimento.

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Fíjense en esta playa, con su b o rde de palmeras, sus botes. y sus pescadores sacando las redes.

P layas como éstas bordean a todo Puerto Rico, donde las olas se r om pen so b re las arenas .

11ás a llá de estas playas, no muy lejos, están las grandes pro· fundid ades de l mar . E n ellas las agua s son muy hondas y llenan e norm es barra n cas, oscuras y misteri os a s donde no llega jam á s la l u z de l dí a. A amb o s lados de Puerto Rico e s tán los sitios más profu n dos de los mares que nos rodean .

De seguro que piensan ustedes ¿y qué tenemos nosotros que ver con todo esto? ¿ Qué importancia tiene para nosotros?

Pues tiene mucha importancia para los puertorriqueños eca agua profunda y o s cura que rodea a nuestra isla. Eso exphca por qué nosotro s , a diferencia de los habitantes de otras islas. no hemos podido hacer de la pesca una empresa importante para nuestra isla. Los peces-los grandes cardúmenes plateados de peces que hacen posible una gran industria pesquera-se crían y vive n b ien en aguas llanas. Los pescadores de Puerto Rico salen a la m ar en sus peq ue11os botes y echan sus redes y sus anzuelos en las zonas pesqueras. Coger lo bastante para ganarse la vida, pero no lo suficiente para suplir toda la demanda de pescado que hay en el país. El uso de botes de motor y las cooperativas de pescadores están ahora ayudando a resolver este problema, pues con tos botes de motor se puede ir a pescar a las aguas donde hay abundancia de p ce . . Las cooperativas, R su vez, facilitan el financiamiento de la empresa y el mercadeo del producto

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Este es uno de los muchos va lles d e l a altura de Puerto R ico

Por el fondo del valle pas a un río . P a rt e de la barranca del monte es t á cubiert a d e árboles bajo cuya sombra crecen los c afetos

O t r a part e de la falda está sém brada d e frutos menore s.

La cumbr e de l a mont aifa es tá cubi erta por una nube. Esta nu1Je p arece qu e va a rompers e pronto par a caer en forma de lluvia.

La gent e d i ce qu e las montañas "llaman" .la lluvia. Todo el centro d e nuestra is l a está formad o de m ontañas y barrancos . Las montañas so n 19 b as tant e altas y detienen las nubes volanderas que el viento e mpuj a d esde e l nor te. Las montañas son como gran: des murall as qu e ag u an t a n l as nu b es hasta que sus m uc has y mu· chas go tit as peq u eñí sim as s e juntan y forman gotas más grandes que c ae n como lluvi a.

Esto es mu y import a n te para nosotros: porque si no hubiera montañas l as nubes s eg uirí an viaje fuera de Pu erto Rico , y no habría agua par a las cos ec h a s, n i para beber, ni para mover las máquinas que producen electricidad. No habría agua para la tierra, ni para el hombr e, ni para los an im ales, ni pa ra la industria del hombre.

La gent e pued e vivir en m uchas partes; en sitios fríos o en s itios calurosos ; en s iti os don de hay árboles y en sitios donde no los hay; en sitios dond e l a tierra es buena y en sitios donde la tierra es mala . Pero a llí donde e l ag ua escasea sólo puede vivir muy poca gente. Y donde no ha y ag u a, nndie pu ede vivir, a no ser que con gr an d es trabnjos y g r a nd es gastos lleven de otras partes el agua qu e necesitan..

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La mayoría de nosotros v;ve de la tierra, tierra tropical t calentada por el sol todo el iu- o.

Mucha de esta tier a es fértil.

Alguna de elb, en la j "lda de lo s montes, no es muy buena, pero sirve para alguna coeechas. I'ero si no e-:> le tiene cuidado las grandes lluvias arrn strarán la tierra qfio tras año hacia los ríos, y por los ríos al mar.

En Puerto Rico hay tierra pantanosa , en la que sólo crecen plantas de mangle. Tenemos tam b ién otra clase de tierra, hoy tada por el mucho sol y la po ca agua, co m o los labios de un hombre _ediento, que puede y debe acondici o narse para que produzca.

La ti e rra bajo n uestros pies ... Hay tan poca de ella para todos, para los muchos que viven de esa tierra.

Caña L. ' café, tabaco , frutos menores, pma, maíz, -.,rbnd s, todos stos productos y muchos más podemos cosecharlos en l:i s r gioncs d nuestr:A isla tropical. Pero no podemos cosechar lo 'Ufi cient e ali.mentar a todo el pueblo.

En a l gun s países la tierra pe rtenece a muchas familias y está dividida en parc e las . Cada familia es dueña de unas pocas cuerdas e n las que tienen un par de vacas, alguna s gallinas y una talita que da para vestir calzar a la família, y mandar los much achos a la escuela. Pero aquí en Puer· o Rico no hay mficiente te rreno fértil para repartirlo entre todos los que viven de la tierra. También hay cultivos que resultan mejor para todos si se hacen en gran escala.

Debido a la escasez de tierra, se está haciendo un esfuerzo tan erande por establecer Y traer industrias a nuestra isla y aumentar b p1 ·oducción en todo cu •.mto sea posib1e.

P ro, para lucer un omparación, veamos cómo vi en la3 geüte· n pucbk1:t, en otros duna" alh d nd el destino dis- ' pt.óO 1..1ui: il<:tc ·era.i-i..

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Los cazado r es en la tierra de los hielos

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Las personas que vemos en esta lámina son esquimales, haw bitantes de la Isla del Rey Quillermo, una apartada región allá cerca del Polo Norte, lejos, muy lejos de Puerto Rico.

Los esquimales viven de la pesca y de la caza. Se visten con las pie l es y con los cueros de los animales que matan.

Comen también la carne de los animales que cazan y de los peces que pescan; pero generalmente se la comen sin cocinar.

No tienen, como nosotros, casas permanentes. Las familias suelen viajar todo el tiempo. Viven en tiendas de campaña durante el verano y en una especie de cabaña hecha de nieve durante el invierno.

No han visto nunca un arado, ni han sembrado jamás una semilla. Tampoco han visto nunca un árbol.

No han visto nunca una gallina, ni una cabra, rú un cerdo, ni una vaca. El único animal doméstico que conocen es el perro.

Los esquimales no han usado nunca una camisa, ni un par de zapatos hechos a máq uina, ni un cuchillo de mesa, ni un tenedor ni un bolillo de hil o. No han visto jamás un automóvil, ni una carreta, ni un vagón, ni vehículo alguno que tenga ruedas.

Viven en un mundo que nosotros, que vivimos en una isla siempre verde de vetegación, difícilmente podemos imaginamos.

Tienen un breve y caluroso verano, durante el cual la tierra parda sin una hoja de yerba, está salpicada de charcos de agua en donde crecen los mosquitos.

Tienen un invierno de nueve meses, tan frfo que el mar se con: vi -rte n duro hielo. En este invierno el mundo s vuc:lve t do blauco, cubi rto po'r la nieve. Blanca es la tierra, blanco el mar. blanl.:as las colinas, con alguna que otra roca pelada como si fuera un h e ·o que e le saliera a la tierra . En ese mundo frío viven lo esq·uimales .

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Esta familia esquimal viaja durante el invierno. Todo cuan · to posee lo lleva en su trineo. El trineo es un vehículo sin ruedas, hecho para resbalar por la niéve , una nieve a menudo tan espesa que las ruedas se atascarían e n ella. Los trineos son arrastrados por perros . Estos perros lanudos pued en vi v ir en un clima muy frío, tan frío que mataría a un caballo Para: los esquimales , los perros son animales de tiro, al igual que lo son los caballos para nosotros..,... 1 _ ª

Los es quimales no viajan por pla cer En su clima viaj ar e s tarea ardua y peligrosa, un trabajo que les impone la necesidad de v ivir. Durante el verano consiguen peces en los ri.os; pero después que comienza el largo inv ierno , las familias tienen que trasladarse e n busca de peces que pueden encontrar en el mar, y para pescarlos abren un boquete en los hielos que cubren las aguas. tarde, en el invierno, la familia tie ne que emprender o tro viaje en busca del oso polar y d e la foca que pueblan el helado océano . En la primavera, con el deshielo, la fa mili a tiene que regresar a la tierra pelada en busca del caribú, especie de ciervo grande. Por eso los esquimales están eternamente n marcha, para no morirse de hambre.

Todo lo que la familia usa-vestidos, utensilios , trineos, cabañas-está he ch o para servir a esta eterna búsqueda de alimentos en uno de los climas más terriblemente fríos que conoce el hombre. Veamos si es posible que nosotros nos hagamos idea de este frío terri bl e que sufren los esquimales. Cuando , all á pa r a e l m es de ene ro, en Puerto Rico la temperatura baja un poco , decim os que " hac e frío" . P a ra nosotros eso es frío.

Pero cuando llega el invierno en tierra de l os esquimales, el frío para e llo s es algo totalmente distinto. Piensen ustedes en u n frío mucho más frío que e l que hace dentro de una gran n e v e r a para conge lar carnes o pescado; tan grande es el frío en las reg io nes donde viven los esquimales , que nadie se atrevería a qu i ta r s e los guantes por más de unos minutos , porque se le helarían l as m a nos y se le pondría n duras c o m o u n a pi e d ra. Cu an d o los de dos se hielan, l a s a n g, r e no c ir c ul a y lo dedo se " m u eren'' para si emp r e com o l a ra m a secn d u n árbo l q u e hay que ortar.

Cuando es t e fr ío s e a pod era de la ti erra a la llegada del invierno, e l inm e ns o océan o s e petrifica convirtiéndos e e n hielo en u n o s p ocos días y s us grandes olas van congelándose a medida que se forma n

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el terri b le invi erno d el esqu imal n o ll ueve nun ca. A ntes. de q u e el agua d e las nubes pueda lle ga r a la tierra, se convi ert e en d iminutos pedacitos de hi elo que caen so b re el paisaje como blanc a azúcar. L a nieve acaba por cubrirlo todo. Van cayendo , uno sobr e otro, millones y millones de p e dac ito s de hi el o h nst a fo r mar un a inmensa sá b ana fr ía y bl a n da q u e cubre todo e l p a fa co mo con u n a mor taja de silenc io y de solación .

Para los esquimales la n ieve es el pav imento de su carretera. Sobre e ll a se de sli za suave y bl andamente e l fle j e de acer o d e l tri · ne o . Y e s a mi sm a n ieve es el qu e el esqu im a l usa para le vanta r su "boh ío" allí donde le coge la noche . La casa q ue co n• stru ye de bloq ues de hi e lo en el espado de una h o ra lo resg ua r da a é! y a su fa mili a de la inclemencia del viento he lado . .

Los esqu imal es h a ce n ellos mismo s ca si todo cuanto usan . Sus ute n silios están hechos de los h u esos de los animales que cazan . Sus trajes son d e pieles y cueros. Viven comie nd o sólo carne y pescado. Esta carne y este pescado lo comen generalmente crudo , ya que no tienen leña y no l es sobra combustible para coci nar. Para al u mbrarse usan l a grasa de las focas, p ero no tienen suficiente para cocinar .

Entr e los esquimales e l u so de la propiedad es común. Ning uno d e e llos p ensarí a j a m ás : ''Estas son mis pieles, éste es mi ali· m<mt o o éste e· m i arpón". En l a tierra del hielo se dice siempre:

'' Nuestra s pi el s . nue st ro ali_mento, n uestro arpón." Y es porque los es quim a les saben que en estas reg ion es donde todo cuanto rodea al hombre l e es hostil-el aire, e l hielo , la luz cegadora, la escasez de alimentos-nadie podría subsistír por sí solo.

Y así, lo s esquimales han existido por generaciones incontables, allí donde otros hombres menos preparados que ellos, hubieran mu erto e n el primer invierno. La existencia del esquimal es acaso la m á s tremenda y difícil d e criatura viviente alguna. Sin emba r go, los esqu i males son gente llena de alegría y que saben reir. No mir an a su país como región desolada y dura. Han sabido buscarse la vida a fuerza de ingenio y de cuidado, utilizando para ello los matcritiles de la propia naturaleza.

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.o es Guerreros

La gente que se ve en esta lámina son beduinos de Arabia. Son eternos caminantes. Desde que nacen hasta que mueren se la pasan viajando por el inmenso desierto donde nacieron y se criaron.

Los beduinos de Arabia son pastores, cuidadores de gan ado ¡ crian camellos, caballos, ovejas y cabras.

¿Por qué se la pasan caminando siempre de un sitio para otro? ¿Qué busca este pueblo, cuyos padres, abuelos y bisabuelos, caminaron también sobre la gran extensión en grandes círculos por miles de años desde los tiempos remotos anteriores al nacimiento de Cristo Jesús?

Van en busca siempre de nuevos pastizales para dar vida a sus rebaños.

Caminan eternamente tras la fuente de agua para calmar la sed de sus rebaños.

Por eso, entre ellos , el man:ma es siempre un alto inseguro más r:i.llá del horizonte .

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1,,3 tierra "'obr la cual camína el beduinn e tie•-ra tacaña, qu l::i poco a l hombre. Los ár0oles son escasos. La yerba es siempre rala y po b re. Una inmensidad de arena sin caminos, una vasta nura d e pedregales hechos polvo o de tierra agrietada por la falta de escasamente da verdor para alimentar un rcbafio de came llos o de cabras una vez al afio.

Este desierto ár ido, se muere de sed esperando la lluvia que casi nunca cae. Por eso, aquí un hoyo de agua turbia es muchas ve• ces lo que busca ansioso todo un pueblo que marcha al cuidado de sus rebaños

Duran te el veran o un sol de fuego calienta el aire reseco. Ha· ce un calor más fuerte que el calor más grande que hayamos senti• do nqnca en Puerto Rico.

En las noches de invierno.· baja la temperatura y a veces el frío es tan intenso que el agua se hiela, si es que hay agua que pue d a h elarse.

T ambién hay grandes tormentas en el desierto. Cuando el víento se enfurece arrastra enormes nubes de arena que arañan violenta mente la piel y lo penetran todo: vestidos. alimentos, ojos. nar ic es y bocas de hombres y animales despavoridos.

L a s casas de los beduinos son tiendas de campaña. Estárt hechas de pelos de cabra tejidos, de unas cabras que tienen pelos muy largos. Se sostienen con unos palos que el beduino puede des• montar rápidamente cuando quiere acampar en otro sitio. Enton• ces desarma su tienda. la dobla. amontona los palos y se la lleva en el lomo del camello.

Como todo lo demás que usan los beduinos, estas casas des• montables son apropiadas para una gente que siempre está en marcha sobre una tierra árida en un clima cruel. Protegen al beduino del sol de fuego y de los helados vientos, y sin embargo, se montan en un instante allí donde liay que hacer un alto en ta eterna caminata.

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Este es un camello, anima l especialmente dotado para la dura vida del desierto. Se come las hojas y la maleza más ásperas y, ade. más, lo que es muy importante, puede estar más de una semana sin beber agua.

El camello es el mejor amigo del beduino. Lo transporta a él. a su familia y a sus utensilios a todas partes. La leche de camella es para el beduino lo que para nosotros son el arroz y las habichuelas. A veces ;iasa todo un mes durante el cual la familia del beduino no tiene otro alimento que la leche de camella.

Al beduino se le considera rico o pobre según el número de camellos que tenga. De la venta de algunos de sus camellos a !oSi viajantes mercaderes, el beduino obtiene dinero para comprar caf tabaco, dátiles , fósforos y algunas otras nec<.:sarias

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est á sacan o el beduino cubos de agua turbia y mal oliente. Pero el agua -toda clase de agua-es algo muy valioso que no puede desperdic ia rse en este inmenso arenal seco donde un pozo de agua es cosa del otro mundo.

El beduino calma su sed y la de su rebaño con el agua de estos po zos. Como no hay agua suficiente para lavarse, se asea pasándose la arena blanca y limpia por la cara y las manos.

En el desierto escasamente se encuentran las cosas más senci.· llaR que 11ecesítamos para vivir. La madera, por ejemplo, algo tan e tT'aordinano que no se puede us3r para hacer fuego p rqu(" en el des1erto 110 ha Firboles. A rne.nudo el bedumo ttene que usar el estiércol seco de los camellos para encender el fo ó de 1 .a cocm.a .

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b eduíno cuida !os ganado s de tod a s u g e nte . Ha ll e gad o

s u ca me ll o a un prom o nt or io de l d e s iert o d es d e dond e pu e d e o be rvar g randes d is t a n cias en toda s di r e cciones V ig il a a lo s anim ales sa l vajes y a l os b a ndi d os Am bo s so n qu e a cechan en el d esi e rto, oc:u lt os tras mon t ones d e aren a, a rr as tr á ndo se p o r e ntr e la s m a r añas y r a strojo s , listos a l rob o y a la mat a n za.

Es t e ce nti n ela está p r epa r a do p ara cu a lquier em er ge n c ía . Ll eva u n rifl e al hombro . Baj o la gra n ca p a q u e lo pro t e ge lo m ismo d el c alor que de l frío , g u a r da d o s r evó lveres ca r ga dos . El turb ant e que ll eva a l a c a b eza p ued e li á rs elo a la c a ra d e fe n de r se d e lo s v ientos que arrastran n u b es d e a r en a cort a nt e.

Est e hombre es una ava n za d a de un p ue blo mi g ratorio . Los beduinos marchan en trib us p or lo s desiert o s ar e n a les. Una tribu de beduinos pued e co m pon e rse d e cient os de fa mili as con su gan a do d e miles de anima le s . E n sus camina t as por el d e s ie rto son como un pu e blo en ma r cha.

Lo s b edu .inos son gente q u e siemp r e est á n e n luch a . Su ene· m igo es la n a tura le za h o st il. S e mu ev en como un ejércit o , b a jo la s ó rd e n es ab so l ut as d e su j efe Cu a ndo e l a gua es ca s ea , e l jefe d a ór d enes de qu e se ra cion e. A fin d e medir la s rac iones ec h a un a p ie dr a e n un r e cip ie nt e n o mu y hondo y todos los d ías da a cada fam ili a ag u a h ast a c ub r ir l a pi ed ra.

Las di ve r sas trib us p el ea n ent re sí. Los hom b res son buenos y se prec ia n d e s u h abilid a d como tiradore s Y jinetes y de su ca p acida d para sop o rtar g rande s p r iva cion e s . Pero es t as guerras entre tribus son sól o pa r te d e l a luc h a co n tra l a n a turaleza.

Muy a menudo p elean p or el de r ec h o a aca mp a r e n ci e rt as regio · nes do n de ha caí do un pequeñ o agua ce ro qu e h a h e ch o cr e ce r yerb a para los animales hambrientos . Es una lucha du r a pnr l a

Los que pierden, caen en la esclavitud o muere n en el desie rto .

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El pedazo de palo qu·e ca1nbió el niundo

Esta mujer de Africa e tá haciendo hoyos en la tierra con un pedazo de palo. Este pedazo de palo no tiene nada de particular; es sólo una rama de un árbol, aguzada en la punta. Sin embargo, mu· chos pedazos de palo corno éste cambiaron la historia del mundo. ·

Muchos de los sembradores africanos hacen hoyos en la tierra y colocan en cada hoyo una semilla. Si cae la lluvia a tiempo, la semilla nace Y da fruto.

Cualquier niño puede hacer uno de estos palos para sembrar. Pero pasaron generaciones incontables antes de que el hombre concibiera la gran idea de usar este sencillo instrumento. Es la idea de que el hombre puede sembrar semill8s en la tierra y esperar una cosecha allí mismo donde s<>mbró .

Pudiéramos decir que este palo de hacer hoyos es el abuelo de la azada y del arado. Palos iguales al que está usando esta mujer de Africa se usaron en alguna época en otras partes del mundo para lfl siembra

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· -

La historia de la humanidad es la historia de la brega del hom0 bre con la naturaleza. Pero el hombre ha demostrado siempre su capacidad para dominar la naturaleza adaptándose a las condiciones naturales-el clima, el alimento, el agua-necesarias para su existencia.

En la primera parte de este libro hemos visto cómo los esquimales aguzaron el ingenio para protegerse de l frío y albergarse y procurarse alimentos a fin de poder vivir en la tierra del norte helado. Vimos también cómo se las arreglan los beduinos para vivir y mantener sus rebaños en las secas y calurosas arenas <lel desierto. Las vidas de los esquimales y de los beduinos son ejem plos de cómo puede adaptarse el hombre al mandato imperioso de la naturaleza a fin de seguir viviendo.

Pero el primer hombre que aró la tierra y sembró una semilla ganó la batalla inicial de una guerra continua que todavía no ha terminado: la guerra para obligar a la naturaleza a seguir los mandatos del hombre. El primer hombre que aró la primera cuerda de tierra pudo asentarse y fundar su hogar. Ya no era necesario que continuara eternamente en marcha en busca de pastos o animales de caza. Con esa primera cuerda arada nació el primer pueblo, el antecesor de las grandes ciudades modernas.

En tiempos antiguos: at;riculto r es egipcios

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I a el hombre no tiene que vagar er.rante en busca del sustento si vive en tierra que produce. Hoy obliga a la tierra a que le. dé sus frutos. Los instrumentos que usa son diferentes , desde el primitivo pedazo de palo de sembrar hasta las máquinas más cos to sas y complicadas.

También s on diferent es en muchas formas variadas en distinto$ países del mundo las manera s d e llevar los productos al mercado, las monedas y lo s sist emas de crédito que se usan. Las relaciones entre Jos que trabajan como agriculto res y obreros y técnicos y tradores y patronos también son difer entes en distintas partes del mun do.

Las cosechas también son distintas según sean el clima y las necesidades. De acuer do con ést os también varían los alimentos y l as casas, el vestido y las costumbres de los hombres.

Pero no importa cu á nto se diferencien las gentes en sus costumbres en los distinto s países y sitios del mundo, tienen mucho que es lo mismo dondequier a que estén y cualquiera que sea su dad. Los seres hum anos en c ual q uier lugar que vivan en todo el a ncho mundo qu e Dios hizo-sean agricultores u obreros o técni 0 ros o patronos o educadores, y sea cual fuere su raza, su color y su ·religión, s e par ecen los unos a los otros. Sus puntos de semejanza son muchos más que sus puntos de diferencia.

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_En
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tiempos modernos: agricultura mecanizada

Estos agricultores italianos reconstruyen una terraza en ta f atda de un monte en cuya altura está situado el pueblecito donde viven. Las terrazas fueron construídas hace muchas generaciones por sus abuelos y bisabuelos para evitar que las lluvias se llevaran el terreno hacia los ríos.

Las terrazas en Italia son uno de tantos ejemplos de la lucha del agricultor para obligar a la naturaleza a producir lo que él ne* cesita y allí donde lo necesita. Si se fijan ustedes verán que estas terrazas son un medio ingeniado por el hombre para hacer en una jalda empinada una serie de talas cultivables en una región donde la tierra llana escasea.

En la India, en Suiza, en Francia, en Alemania y en muchos otros sitios del mundo los hombres han hecho similares terrazas para conservar el terreno y la humedad a fin de sacarle a una natuc raleza que produce poco el alimento y los vestidos que ellos necesitan . En algunos lugares , como en el v31le del Río Yangtz'., en China, se ha h cho todavía aun más: se ha traído la tierrn del río en canastas para ponerla en la jalda pedregosa y construir así te·· rrnzas de suelo fértil para sembrar buenas hortalizas. Así el hombre puede hacer su propio suelo fértil.

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Este agricultor japonés riega su campo de arroz, A1 mover nosamente la rueda que eleva el agua desde la quebrada. el japonés cumple su parte en la eterna lucha con la naturaleza. El no tiene maquinaria agrícola y escasamente posee algunos instrumentos de labranza. Sin embargo, en su pequeña finca de apenas media da cultiva arroz, vegetales, gusanos de seda y trigo.

· Durante muchas generaciones estos hombres se han confron· tado a un problema que nosotros los puertorriqueños conocemos bien: el problema de la poca tierra y la mucha gente. Por eso han a prendido a usar la tierra con mucho tiento. Hacen el cultivo semi· lla a semilla, hoja por hoja, tallo por tallo. Vigilan con tanto cuí· dado los detalles de la tierra y la cosecha, como nuestras mujeres ta fina labor de aguja que sal e de sus manos.

En el pasado como en el presente y en todas partes del mundo, la gente ha tratado de llevar agua a tierras que sin ella serían bal· días. Lo han hecho en muchas formas. El habitante de las Islas Fijí, allá en el lejano mar Pacífico, hace canalitas de troncos de árboles para llevar el agua desde un manantil hasta su tala; Jos indios de Méjico y Perú grandes obras de piedra; en Puerto Rico usamos iguales métodos a los que se usan en Europa y en los Estados Unidos: Je ponemos diques a tos ríos para embalsar el agua Y llevarla de allí donde sobra a donde hace falta para el riego.

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Este av íón vuel a s ob re una gran s iembra de habichuelas en. Nueva Jersey, cerca de Nueva York. La nube que se v e tras el avión es w1a sustancia para matar los ins ectos, que se riega de sde un aparato especial que lleva el avión.

Los aviadores que manejan estos avi o n es cumplen un trabajo p e ligr oso que requier e gran h a bilidad. Tien en que volar lo más ba0 jo posible, a sólo un par d e pies de la siembra. En su carrera veloz tienen que brincar por sobre los árboles y las casas y a veces hasta pasar por debajo de los alambres del teléfono. A l a más Hgera equi· vocación o pércance peligra la vida pues el avión vuela tan cerca de la tierra que no hay manera de salvarse.

Estos audaces pilotos no son agricultor es. No obstante, ellos y sus aparatos voladores representan el último eslabón en la larga cadena de instrumentos, maquinarias y métodos que el hombre co men zó a ingeniar desde que por primera vez hizo un hoyo con un palo en la tierra para dominarla.

Pero el avance del mundo no es igual en todos los sitios Sí bien hay partes en donde los hombres prac tican la agricultura con eséa• sos conocimientos y casi sin instrumentos de labranza, en otras le están ganando la batalla a la naturaleza convirtiéndose en sus do· minadores para beneficio del género humano

El hombre ha aprendido a dar de beber a J.a tierra sedienta y a convertir el desierto en jardin es . H a aprendido a secar los panta• nos y a pon e rlos a producir· Ha aprendido a dar fuerza al terreno con abonos, a mejorar l as plantas Y los animales cruzando distintas ra ·

..:as, hasta co n s eguir la cualidad que quiere : un maíz que resiste las enfermedades y la s p l agas Y que r inde mucho más po r cada cuerda ; un tipo de vaca que da mucha leche Y otro que da mucha carne .

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La lucha por aumentar la producción

Estos hombres son mineros de una rcgiún de Inglaterr;"l llamada Gales. Se ganan la vida en la entrafía de la tierra, a miles de pies de profundidad, sacando carbón de piedra.

El trabajo del minero de carbón es uno de los más duros que hay. Al amanecer baja a los oscuros fondos de la mina, dejando atrás la luz del sol y los árboles y el campo. Lleva en sus manos un pico o acaso una pesada barrena movida por máquina; en la lleva un casco en el que hay una lámpara, una pequeña lámpara que arroja un débil rayo de luz sobre las neg1 as paredes de los fosos de la mina donde pasa el día trabajando.

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E n las profundidades de la tierra el minero va perforando la masa rocosa del carbón Y abriendo lentamente un túnel bajo miles y miles de toneladas de roca que a la más leve falla podrían aplastarlo. A menudo tiene que recostarse acurrucado sobre un hom· bro, en un angosto nicho donde apenas le queda espacio para mover el pico que arranca el negro mineral.

Y de aquel antro surge al terminar sus ocho horas de trabajo ubierto con polvo de carbón. Sus ojos parpadean cegados por la luz mortecina de un:l tar?e cuyo día pasó sin que él lo hubiera visto.

Hay minas subterrnneas en muchas partes del mundo. En ellas los hombres arrancan no sólo carbón para mantener encen· didos los hornos de la industria, sino metales también para hacer máquinas e instrumentos.

Los mineros que horndan la tierra forman parte del de t naces luchndores qu quieren dominar a la naturaleza Traba·

jan para ganarse la vida y sostener a sus f Con el dinero que ganan compran alimentos Y ropa que otros trabajadores en otro sitio produjeron. Tal la ley de esta lucha con la naturaleza que ha hecho necesario que cada hombre e esp cialicc en una

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Hacen uchvs años un ag;ti..:.ultuf t<:rna que p11..>dltc_ir tudu cuan· to el y su famiha nccc.,1taban: t.:! ali111ento paru la comida diaria, el hilo o el algodón o la lana para el vestido, Ja madera para la ca· baña, la leña para calentarse. En otras palabras, el agricultor vivía encerrado en su finca que era casi su único mundo . Pero de eso hace mucho tiempo.

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Fué cambiando a medida que el hombre perfeccionaba sus instrumentos. Es por ello que la central reemplazó al trapiche, el camión a la carreta , la fábrica de tejidos a la rueca. Y así la lucha con la naturaleza pasó a ser en todo el mundo la lucha por aumentar la producción.

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fíjense en este ejemplo: los agricultores fueron poco a poco dejando de hacer su propia ropa y aprendier on a comprársela más barata a las grandes fábricas donde obreros ad iestrad os fabrican vestidos y ropa de todas . clases en grandes cant idad es por medio de complicadas máquinas . Los qu e hacían ropa dejaron de se mbrar y de cosechar hortalizas o de criar animales para su propio consumo. En vez de hacerlo así, le compraba n esos productos a los agri culto· res que se habían especializado en cosechar horta li zas o en' criar ganado.

Y. lo mismo ocurrió en la producción de casi todo cuanto consume el hombr e: la pesca se ha convertido en ocupación de espe· cialistas llam ados pescadores; la fabricación de muebles es hoy tarea de unos especialistas llamados ebanistas que a menudo trabajan en grandes fábricas operadas a máquina; y aún la producción de alimentos en sí ha venido a ser tarea de especialistas. Y vem os cómo un agricultor de trigo deja la crianza de vacas lecheras para ponerse a sembrar su trigo; y un agricultor cañero deja de producir café para. dedi carse só lo a la caña, y así por el estilo. El que tiene una vaquería trata de produc ir más y más cuartillos de leche y con el dinero que le saca a la leche compra el pan y el azúcar y el café que necesita.

La hum anidad ha adelantado mucho desde el día en que el primer agricultor comenzó la lucha con la naturaleza. sembrando semillas y cosechando frutos. Desde entonces los hombre han aprendido no sólo a obligar a la naturaleza a que le dé lo que ellos necesitan, sino que han aprendido también a tran.,fonnar lo que cosechan sobre la tierra y lo que sacan d e debajo de la tierra eq &fticulo..; y cosas que el hombre nece ita. ""

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Ei pedazo de palo de hacer hoyos fué uno de . los primeros instrumentos que aumentó la potencia de la mano del hombre.

La azada, un paso de avance sobre el pedazo de palo, aumentó todavh má s la de esa mano.

Et arado tirac.10 por pudo hacer la de varios hombres con azadas .

La maquinaria agrícola moderna hace el trabajo de cien hombres con cien arados en el mismo espacio de tiempo. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el producto puede venderse más barato y que más gente podrá comprarlo.

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Quiere decir también que muchos trabajadores tienen que vivir cerca de la mina o de lo fábrica para hacer el trabajo que hay que hacer en la mina y en la fábrica. Y para que los dores de las minas y de las fábricas conseguir ropa y ali· mentos y medicinas y todo lo que necesitan, es necesario que haya almacenes y tiendas y farmacias cerca de l as casas de los trabajadoq res. Y así fué como empezó a formarse y a crecer l a gran ciudad industrial moderna, que es una organizac ión complicada 1 para producir alimentos y artículos. Estos alimentos y artícuL 1) los envía la gran ciudad a otros sitios de los que a su ve z trae lo que gran ciudad necesita y no produce.

Y así la agricultura. aunque sigue siendo de primordial importancia para el hombre, tiene hoy el complemento de la indu s tria. El hombre moderno tiene ambas activid a des a su servicio para aumentar su bienestar. Los adelantos en los medios de transportación y comunicación contribuyen. además, a que ya no existan zonas aisladas en el mundo. El com e r io es hoy más fácil y efectivo que en épocas remotas.

En Puerto Rico, pongamos por caso, producimos mucho más azúcar de la que podemos usar como alimento; nos quedamos con una poca y la mucha que nos sobra la enviamos al exterior. De los Estados Unidos, por otro lado, importamos productos que no se producen en el país: bacalao, trigo para el pan y maquinaria que se hace de metales que no tenemos en la isla . Otro tanto hacen los Estados Unidos, Francia , Venezuela, Alemania y todos los países del mundo: exportan lo que producen e importan lo que no producen o lo que producen muy escasamente.

Puerto Rico , como cualquier otro país , tiene algo qu e aportar al mu n d o ac tu a l. N o sól o pr od u c to s d e s u ag ri cultura Y d e su ind u stria , sino exp re sion es d e su cul tura, de su arte, d e s u modo

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de vida auténticamente puertorriqueño. El intercambio com erc ial y cultural ha expandido las fronteras de todo el mundo , y ya no somos una isla perdida en el Caribe, sino que formamos parte activa del conglomerado de países de este hemisferío. Cada puertorriqueño a su vez-trabaje en la a gricultura. e n la industria, en el comercio, en la educación , en el arte-sabe · hoy que tiene una responsabilidad que cumplir: la de aportar su labor valiosa el engrandecimiento de la civilización puertorriqueña.

Este l i bro es el segundo de otros como éste pero que tratarán sobre otras cuestiones Y que ll egarán a ustedes con regularidad. En esto s libros ustedes encontrarán que pu ed en ayudarles a decidir lo que usted e s pu ed en h ace r e n c ada una de su s c omunid ad es. Co n sérvenlo.

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