Club de Lectores 11 - Primavera 2005

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Mariano Azuela (1873-1952)

Escribió su primera novela, María Luisa, publicada en 1907, siendo aún estudiante. Siguieron Los fracasados (1908) y Mala yerba (1909), de ambiente campesino. Esta última se continuaría en otra novela, Esa sangre, publicada póstumamente en 1956. En su prólogo a Mala yerba, José María González de Mendoza dice de Mariano Azuela: Pasada la cincuentena le sorprendió la notoriedad. Nunca la buscó, pues se limitaba a hacer cortísimas ediciones de sus novelas, cuyos ejemplares regalaba a sus amigos. Justamente apreciadas por quienes las conocían, tan pronto como llegaron hasta el público obtuvieron general aplauso. Una polémica literaria en la prensa de México, a principios de 1925, movió la atención hacia Los de abajo, que Azuela había publicado en 1916 como folletín de un periódico fundado por compatriotas en El Paso, Texas, y reimpreso en 1920, en esta capital. Dos nuevas ediciones mexicanas y tres en España, amén de las publicaciones fraudulentas hechas en diversos países de habla española, consagraron la reputación del escritor, cuya obra ha sido editada en inglés –en los Estados Unidos y en Inglaterra–, francés, alemán, portugués y checo; se ha publicado además, en diarios y revistas, en ruso, japonés y servio. Azuela es hoy el más conocido, urbi et orbi, de los novelistas mexicanos. Tiene ya numerosos epígonos, y no es aventurado afirmar que el éxito de su libro estimuló la producción de relatos inspirados en la Revolución Mexicana.1

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Al triunfar Madero, fue nombrado jefe político de Lagos de Moreno, cargo al que renunció cuando todavía era presidente provisional León de la Barra. Desilusionado de la nueva política, publicó Andrés Pérez, maderista (1911). A la muerte de Madero, y perseguido por sus enemigos, se incorporó a las fuerzas villistas de Julián Medina. A raíz de sus experiencias militares, escribió Los de abajo (1915), novela del primer momento de la revolución. En ella predominan el caos, la cólera y el afán de venganza. Citamos nuevamente a González de Mendoza. En su artículo Mariano Azuela y lo mexicano, el analista describe el surgimiento de la novela de la revolución. El hecho capital de su vida fue su incorporación al movimiento que transformaría la estructura política, social y económica de nuestro país. Ya había mostrado los males consecutivos a la dependencia económica de la mujer, en María Luisa y en Sin amor; en Los fracasados, como la ruindad de ciertas vidas apaga en torno suyo toda llama de ideal Mala yerba era la pintura de la hacienda y del peón, opresora aquélla, sin esperanzas éste. Pero con Andrés Pérez, maderista inició sus cuadros y escenas de la Revolución Mexicana. Aspiraba el novelista a describir, mediante personajes representativos, aspectos de la transformación que ante sus ojos se iba efectuando. Pronto lo arrebataría el huracán. Vivió la dura vida de los campamentos, vio a los guerrilleros, vio a los advenedizos y a los parásitos que, pescadores en río revuelto, tendieron las redes y echaron los anzuelos. Y el vendaval le arrojó al exilio. En El Paso escribió y publicó el sexto libro, su primera obra maestra: Los de abajo, fruto de su talento de escritor ya maduro y de su amarga experiencia de hombre de buena fe herido por la

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Mariano Azuela áspera realidad. La novela de acción revolucionaria nació así en nuestras letras.1

Arturo Azuela, novelista, periodista, catedrático, autor comprometido con la historia y con su tiempo, recibió en su hogar a Club de Lectores, y nos brindó una amable conversación acerca de su trayectoria, sus proyectos, y los libros.

En 1917, Mariano Azuela se estableció en la Ciudad de México, siguió ejerciendo como médico y continuó su trabajo literario con más disciplina. Entre sus novelas destacan: La malhora (1923), El desquite (1925) y La luciérnaga (1932). Quizás la última, estilísticamente, sea la más radical, pues fue escrita con gran esmero y es un estudio psicológico agudo de los personajes. Otras obras suyas son: Los caciques (1917), Las tribulaciones de una familia decente, Las moscas, y Domitilo quiere ser diputado (1918), San Gabriel de Valdivia (1938), Nueva Burguesía (1941), La mujer domada (1946), el volumen de crítica Cien años de novela mexicana (1947), Sendas perdidas (1949) y La maldición (1955). Estas dos últimas constituyen su comentario final acerca de la Revolución. Se le otorgó el Premio Nacional de Literatura (1942) y el Premio Nacional de Artes y Ciencias (1949). Fue miembro fundador de El Colegio Nacional (1943). Fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón de Dolores.

México D.F. Primavera de 2005. Año 3 Número 11

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1º de enero de 1873; murió en la Ciudad de México el 1º de marzo de 1952. Fue uno de los creadores de la novela de la Revolución Mexicana e incursionó en el cuento, el ensayo crítico, la biografía y el teatro. En 1899 se tituló en medicina en Guadalajara.

ARTURO AZUELA CUARENTA AÑOS DE PERIODISMO Nuevo número de atención a clientes: 01 800 001 LEER www.clublectores.com

SURGIMIENTO DE SU VOCACIÓN LITERARIA Afortunadamente, nací entre libros, vivo entre libros y me voy a morir entre libros. Toda la parte de arriba, todo lo que usted ve aquí, los armarios de esta casa, pues es una biblioteca que me ha costado mucho trabajo formar. Pero yo nací en Santa María la Ribera. Estoy orgulloso de haber nacido en la calle del Álamo, que hoy se llama Mariano Azuela. Y en la casa donde nací, como era muy grande, había tres viviendas; en una de ellas estaba mi abuelo, Mariano Azuela; en otra estábamos nosotros, que éramos 8. Vivíamos en la casa del centro; en otra, que era la casa del fondo, estaban mi tío y sus hijos. Y mi padre era un magnífico lector. De modo que había tres bibliotecas: la biblioteca de mi abuelo, la de mi padre y la de mi tío. Pero muy especialmente la biblioteca de mi padre. Desde muy niño, hizo que los libros fueran mis compañeros de toda la vida. Sin embargo, quiero decirle que yo no me orienté primero hacia la literatura. Fui un lector muy desordenado. Mi aspiración era ser violinista. Ahí tengo mi violín; toco de vez en cuando, pero ya no con el mismo entusiasmo de aquellos años. LOS LIBROS EN SU VIDA Mark Twain, Salgari, Julio Verne y un libro muy bonito, cursilón, que nos gustaba mucho en ese tiempo: Corazón, Diario de un niño. ¡La literatura infantil de la época! Pero a mí me llamaban mucho la atención las biografías de músicos. Leí muchas biografías de músicos: de Mozart, de Händel, de Bach, la biografía de


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