Club de lectores 04 - Verano 2003

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México D.F. Verano de 2003. Año 1 Número 4

FRIDA Y EL PIANISTA

Lo real hecho libro; el libro hecho Oscar 01 800 31 222 00 • www.clublectores.com


El autor dice que los grandes libros siempre te marcan y en ese sentido los clásicos de la literatura son parte de tu familia. Y después inicia con una lista encabezada por La Biblia, Adiós Berlín, En busca del tiempo perdido, Retrato del artista adolescente, Las ilusiones perdidas, Las aventuras

GENIO Y FIGURA

Y, ¿qué libros han dejado una huella en la vida de Carlos Monsiváis? de Huck Finn, Los bandidos del Río Frío, Los de abajo, Pedro Páramo y El laberinto de la soledad, además de muchos libros de poesía. El impacto es muy diverso y tiene que ver con el lenguaje que utilizaron sus autores y con el descubrimiento de atmósferas y el descubrimiento del ser, concluye.

XXVIII Premio Anagrama de ensayo Con esta obra se presenta Carlos Monsiváis al público español

Carlos Monsiváis

SALVADOR NOVO Lo marginal en el centro Esta brillante crónica biográfica permite a los lectores un acercamiento muy documentado a una figura excepcional de la literatura: Salvador Novo, poeta destacado por su valentía personal y literaria quien luchó, de manera muy inteligente, en favor de su derecho a la diferencia. 100 págs. Nº 213012 160 puntos

Carlos Monsiváis

AIRES DE FAMILIA Carlos Monsiváis, Alejandro Brito y Rafael Barajas (El fisgón)

Cultura y sociedad en América Latina

POR MI MADRE, BOHEMIOS

Ensayo que describe la unidad visible y profunda de naciones que comparten las sensaciones de abandono y desigualdad y, pese a todo, la fe en la democracia. 256 págs. Nº 205001 225 puntos

Si usted ha reído con la columna Por mi madre, bohemios que Carlos Monsiváis publicaba semanalmente en el periódico La Jornada, sabrá que este libro es el compendio de toda la sabiduría de la cúpula en el poder, frente a la cual nosotros no podemos… aguantar la risa. 228 págs. Nº 221004 50 puntos

Carlos Monsiváis

LOS RITUALES DEL CAOS Aunque no se perciba, en las grandes ciudades las jerarquías se mantienen rígidas y, al mismo tiempo, pierden su lugar y se deshacen en la trampa de los sentidos. Mientras esto acontece, los rituales son la última etapa de la permanencia e insisten en la fluidez de lo nacional. En la más intensa de las transformaciones concebibles, las ceremonias, objeto de estas crónicas, aportan las últimas pruebas de continuidad. 256 págs. Nº 213010 163 puntos

Verano 2003

Carlos Monsiváis

NUEVO CATECISMO PARA INDIOS REMISOS ¿Puede resumir su idea del pecado en un aforismo brillante?, pregunta un personaje de este libro... ¿Usted podría? 144 págs. Nº 213011 116 puntos

Club de Lectores Nº 4

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Club de Lectores Revista trimestral Año 1 Núm. 4 • Junio 2003 Director Ignacio Uribe Ferrari Redacción Susana Garduño Soto El Club de Lectores constituye un sistema para la consecución de fines culturales donde se anima a descubrir y compartir el gusto por la lectura facilitando la adquisición de buenos libros con la intención de formar e incrementar el acervo de las bibliotecas familiares. El Club de Lectores, particularmente, tratará de acercarse a personas o comunidades que en razón de su situación social, física o cultural no pueden acudir a otras instancias.

Programa Nacional Hacia un país de Lectores La consolidación de nuestra democracia, a través del ejercicio cabal de la ciudadanía, exige la formación de ciudadanos en el sentido completo de la palabra: personas capaces no sólo de elegir a sus gobernantes sino de participar en la toma de decisiones que afectan a la vida colectiva. Para la formación integral del ciudadano, para su capacidad de decisión, para el desarrollo cultural del individuo y el de los grupos sociales, la lectura es una condición indispensable: una lectura libre, autónoma, ejercida como forma de vida, como afición placentera y satisfacción personal, como manera de encuentro con los otros […] […] Este Programa es el conjunto de esfuerzos que el gobierno de la República propone a la sociedad para incorporar la lectura en la vida de todos los mexicanos: en el hogar, la escuela, la universidad, los espacios culturales, los lugares públicos, y los centros de distribución y acceso a los libros y a otros materiales de lectura. Considera, asimismo, la unión y la colaboración de todos los actores y esferas de la sociedad cómo condición básica para lograr su objetivo: autores, editores, impresores, libreros, bibliotecarios, promotores voluntarios, maestros, padres de familia, organizaciones sociales y privadas, medios de comunicación y ciudadanos en general. También el firme compromiso y la colaboración de las órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal. De ahí que, como política de Estado, habremos todos de garantizar un esfuerzo colectivo sin precedentes para desarrollar nuestras capacidades y consolidar nuestro proyecto democrático; esto es, hacer de México un país de lectores. Fuente: Programa Nacional Hacia un País de Lectores, Presidencia de la República.

Bienvenido al Club de Lectores En Club de Lectores trabajamos para procurarle una gran variedad de libros cuyas características —así como nuestras promociones— se dan a conocer en nuestra revista trimestral y en nuestra página web www.clublectores.com Una vez que seleccione los libros de su agrado háganoslo saber al 01800 31 222 00 o en www.clublectores.com y utilice sus puntos para adquirirlos y recibirlos en el siguiente envío mensual. Al solicitar el canje, le sugerimos confirmar la equivalencia en puntos y existencia de los libros elegidos, ya que éstas pueden variar sin previo aviso debido a cambios de políticas en las diferentes editoriales. Todo lo ofrecido en esta revista será válido únicamente del 1º de junio de 2003 al 31 de agosto de 2003. Para cualquier aclaración, o para realizar su canje de puntos, también puede recurrir a la sección "Usa tus puntos" en www.clublectores.com Agradecemos su confianza y esperamos que disfrute de las excepcionales facilidades que el Club de Lectores ofrece para hacer de la lectura una actividad de deleite familiar.

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Club de Lectores Nº 4

Coordinación del fondo editorial Virginia Krasniansky Butvinovsky Corrección de estilo María Jesús Arbiza Miguel Echenique Conti Virginia Krasniansky Butvinovsky Diseño, formación y fotografía digital Pedro Zúñiga Montes Editor responsable Nelson Uribe de Barros Fotos de Genio y figura de Carlos Monsivaís: Laura Alejandra Alcaraz González El contenido de las colaboraciones es reponsabilidad exclusiva de sus autores. ©Club de Lectores es una publicación trimestral editada por Edilar S.A. de C.V. con domicilio en Blvd. Manuel Ávila Camacho 1994, Desp. 403, Torre Ejecutiva Satélite, Tlalnepantla, Edo. de México, C.P. 54055. Teléfonos (01) 55 53 61 96 11, larga distancia sin costo 01 800 31 222 00. Fax (01) 55 53 62 08 51. Correo Electrónico: club@clublectores.com, dirección en Internet: www.clublectores.com. Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2002-090919153500-102. Número de Certificado de Licitud de Título: 12203. Número de Certificado de Licitud de Contenido: 8858. RFC: EDI940408HPA. Editor Responsable: Nelson Uribe de Barros. Edición computarizada: Edilar S.A. de C.V. Impresión: Gráficas Monte Albán S.A. de C.V., Emiliano Zapata 93, Col. San Juan Ixhuatepec, Tlalnepantla, Edo. de México.

Verano 2003


EDITORIAL

Epitafio del lector ¿Dónde encontrar el tiempo para leer? Leo un texto que alguien ha escrito para mí. No es diferente de los demás. Todos, en cierto modo, han sido escritos para mí. Esa voz tiene un libro entre manos; ese libro soy yo. En esta página veo reflejado mi rostro como en un espejo. Estas líneas, ¿no son mi fisonomía? ¿Quién me observa si lo son? ¿Acaso las letras pueden mirar? La voz se hace letra y me habla, mira. La mirada es una hoja que lleva escrita en ambas caras una leyenda: “Es mentira lo que está escrito del otro lado”. Desde ahí, mis ojos me miran. ¿Desde cuándo, hasta cuándo estarán abiertos? A veces me parece que nunca he dejado de leer. Cuando desperté ya estaba leyendo. Me di cuenta de que había nacido al volver una página. Ese enorme libro que se abre cuando cierro los párpados, se llama, según yo, insomnio. Naturalmente tengo la impresión de que siempre he leído el mismo texto, éste cuyos fragmentos aparecen hoy entre mis manos. Al leer, me olvidé en el día, en la noche, en el invariable atardecer. Olvidé mis piernas cruzadas, mi cuerpo en la silla, la espalda que yacía en la cama entregada al sueño del libro. ¿Y el amor? He recibido algunas cartas, pagué con puntualidad el precio de escribir otras. Soy estas palabras que leo y que me dejan indiferente y que al mismo tiempo me estremecen; soy esta novela, este salmo, este trozo de inadecuada filosofía. No recuerdo haber sido nada que no leyera. Por ende, elegía mis lecturas con cuidado. Se las daba primero a probar a mis amigos para ver el efecto que les hacían. Gracias a esa precaución me he ahorrado numerosas lecturas inútiles, gracias a ella también me he despedido de algunos buenos amigos envenenados por el experimento. No subestimo el poder de los libros sobre los frágiles lazos de la amistad; no subestimo a los amigos. Nadie me reprochará que desconfíe de las recomendaciones. A veces sin embargo —debo concederlo— he perdido a un amigo pero he ganado a un autor que, ¿lo dudas?, no valía menos por estar muerto. Mi memoria, débil, escasa, nada tiene que ver con aquellos continentes oceánicos donde naufragan, como por arte de magia, atlas enteros de información, bibliotecas y ficheros, arcas de papel con los animales que promueve a diario el papel periódico. No. Parece más bien una mosca que zumba con obstinación circular alrededor de un cadáver. Sólo recuerdo lo que a ella le interesa. De noche, al dormir, sueño con puntualidad inocuos dramas civiles. La locura del día, en cambio, me hace abrir los

ojos sobre minucias. Cuando empiezo a leer, es decir cuando me despierto realmente, este proceso alcanza un agudo. Al revés de los lectores que saltan en una novela las páginas descriptivas y sólo atienden las líneas generales de la acción, a mí el argumento me deja, por lo general, frío. Que no me vendan novelas sin paisaje. Me exasperan los escritores que creen que el lector debe imaginar todo, desde el color de los ojos de la heroína hasta el clima. Señores, seamos por un momento un poco menos humanos. Lo digo por experiencia y –no quiero repetirlo– estoy cansado. He sido sacerdote y soltero, asesino y novio, adúltero y cowboy. Fui un olmo viejo hendido por el rayo y una cómica mandrágora. Fui la mosca descrita por Addison, la hormiga de La Fontaine, el gato de Hoffman y los perros de Cervantes, de Bioy, de London, de Thurber, de Homero y de Mann; la ballena blanca y el Pequod, Perla y la letra escarlata. Con Isaías, vi la mano de Dios extenderse sobre la tierra; con Daniel leí los sueños pintados por una mano invisible; nunca pude distinguir los salmos escritos en el Libro de los que elevaba mi corazón apenas iniciaba la lectura. Tampoco he podido decidir si prefiero la página en blanco de Mallarmé o la de Whitman en su follaje. Algo en mi carne se alegra cada vez que leo un libro y mi corazón se regocija en el gran coro de las bibliotecas. He comprado más libros de los que he leído y de los que nunca leeré. Los recojo de la calle como si fuesen huesos dispersos de un ancestro cuyo perfil ignoro o niños perdidos, animales sin dueño. Tengo la impresión de que los rescato de la intemperie. Al menos, una vez en casa ellos se leen entre sí, como yo en este momento te leo a ti. Los cambio de lugar, los dejo vagar por mi biblioteca que es pequeña —lo admito— pero abismal. Como el agua en el arroyo obedece a la luna llena, como el polvo acecha el remolino, las horas fluyen hacia el tiempo inmóvil, y ellos nos van leyendo, agitan sus hojas como árboles al viento. Nos leen y nos asombran. No es breve nuestro epitafio.

Adolfo Castañón

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Augusto Monterroso (1921-2003) Y aunque fue a dormir… Monterroso todavía está aquí El burro y la flauta Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del burro y de la flauta. Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia. Maestro de un humor basado en la verdad y en la mentira humana que, a final de cuentas, él siempre trató como una y la misma cosa, Augusto Monterroso recibió múltiples galardones. Entre ellos, quizá el más preciado, el de ser el mejor amigo que un hombre puede recordar. Sus seres queridos sólo tienen elogios para el hombre, el creador y el amigo. Carlos Monsiváis comentó que el prosista fue y sigue siendo un ser excepcional, un amigo de extraordinaria finura, una persona enteradísima de todo lo que sucedía y un hombre con una lealtad inquebrantable a la causa guatemalteca. Debió abandonar Guatemala por el golpe de estado de Castillo Armas y nunca se reconcilió con los sucesivos regímenes autoritarios y dictatoriales. Siempre, al igual que su amigo y maestro Luis Cardoza y Aragón, fue crítico implacable de lo que significaba el aplastamiento de los derechos humanos, sobre todo los de los indígenas, en Guatemala. Monterroso renueva la tradición de la fábula. Es el Samaniego, es el Iriarte que no pudieron ser y que están ahí, presentes, activados y exaltados por una malicia de primer orden y una capacidad de sátira extraordinaria. 1

1. La Jornada, México D.F. Domingo 9 de febrero de 2003 2. Íbid 3. Íbid

Alvaro Mutis declaró: Su principal enseñanza fue su forma de entender y vivir la amistad de una forma entrañable y tan suya, mezclada de humor y finura, y al mismo tiempo de una inteligencia aguda. La ausencia de una persona así no se puede explicar. 2 Elena Poniatowska también habló del autor de El dinosaurio: Su obra no es muy abundante, por eso sus libros son una gran enseñanza. El mejor homenaje para él es leerlo, enseñarlo, conocerlo; creo que la única manera de honrar a un escritor es leerlo y divulgar su obra…3 Monterroso recibió los siguientes reconocimientos: Premio Xavier Villaurrutia en 1975, Premio Juan Rulfo en 1996, Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias en 1997. En 1988 fue galardonado con la condecoración del Águila Azteca por el gobierno mexicano y en 2000 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Es considerado el cuentista guatemalteco más importante del siglo XX y uno de los más famosos cuentistas del continente. Hijo de familia guatemalteca, nació en Honduras el 21 de diciembre de 1921. Se crió en Guatemala. Fue principalmente autodidacta. Se vio forzado al exilio en 1944 por sus actividades en contra del dictador Ubico. Residió en Bolivia y Chile durante los años cincuentas, y en México a partir de 1956, hasta su muerte. Contrajo matrimonio con la escritora Bárbara Jacobs, su alumna y, probablemente, su más ferviente admiradora. Augusto Tito Monterroso falleció de un paro cardiaco en la Ciudad de México el 7 de febrero del 2003.


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